Sensaciones ilustradas
¿Seré sobornado? ¿Podrá el mal derrumbar los fuertes muros de mi moralidad y honradez?
"El bien y el mal"
Llegué a Sevilla una hermosa mañana de primavera. El cargo administrativo que ocupaba por aquel entonces en el gobierno me dotaba de la responsabilidad y facultad de decisión para conceder a una constructora la contrata para trazar una gran autopista. En este tipo de negocios se mueve mucho dinero, tráfico de influencias, sobornos, etc., pero yo siempre me he considerado honrado y he querido hacer las cosas dentro de la legalidad.
Me encanta esa ciudad andaluza y ese sol me embriaga cada vez que voy allí. Un Rolls-Royce fue a recogerme al aeropuerto. El chófer trabajaba para Construcciones y Contratas X (CCX), la empresa con cuyos responsables yo me iba a entrevistar al día siguiente en sus oficinas del centro, mientras tanto me hospedaría en un chalet de lujo con servicio incluido. Todo lo pagaba CCX y eso me hacía desconfiar, porque era probable que finalmente intentasen sobornarme de algún modo. La dotación de la autopista era de algo más de 100 millones de euros, una cantidad suculenta. A mí me darían algo de antemano, yo sólo tendría que firmar unos documentos y trato hecho: CCX se embolsaría una cantidad de la que emplearían no más del 85% para efectuar la obra. Así se enriquecían estos empresarios.
Llegué cansado al chalet y tome una cena frugal que una amable cocinera gorda me preparó. Fui a acostarme a la planta alta de la casa y allí
en lo alto de la escalera me esperaban dos esculturales mujeres en ropa interior y con zapatos de tacón. Quedé boquiabierto, CCX supo elegir a dos bellezas. ¡Ven con nosotras!-dijeron. Y no tuve más remedio que seguirlas y olvidar mi cansancio. Una iba de blanco y otra de negro, o sea el bien y el mal, y se libró en mi interior una batalla moral. ¿Ganó el mal? Supongo que sí, porque con la chica de negro tuve cuatro coitos, uno más que con la de blanco.
La concesión de la obra fue para CCX.