Señora Esther explorando sus límites 2
Me quede con ganas De verga y me fui directamente a buscar Al teniente a la estación de policía.
Esther continua su relato de como se enredó con el Teniente de la Policía.
En la ocasión anterior, describí mi cuerpo el que se puede clasificar como una verdadera belleza. Y es que en verdad, mis tetas jugosas y mi culo son de lo mejor. Por donde paso caminando me hacen piropos y los hombres se me insinúan mucho.
Como venía relatándoles, a raíz de unos robos en mi barrio, conocí al nuevo Teniente de la policía quien muy preocupado por la seguridad, fue a visitarme y le ofrecí un cafecito, pero el aprovecho para revisarme algo más que la trastienda y se excito viendo mis calzones colgados en el tendedero.
Eso me llevo a hacerme una paja sencilla, que más bien me dejó fue excitada. Y esas ganas no me las pudo quitar mi marido porque anda de viaje y lastimosamente mi novio se fue a una ciudad lejana.
El Teniente ya conocía los horarios de mi casa, pero sin embargo no vino a visitarme, así que decidí ir yo misma a averiguar que paso con mi seguridad personal; o más bien justifiqué una disculpa para ir a la estación de la policía a revisar ese asunto personalmente.
La verdad es que no imagine nada especial, fuera de ir a dar una vuelta y arrechar a esos agentes e incluso me sobraría tiempo para aprovechar para el pago de unos recibos de servicios públicos. Ya era la media tarde y hacía un clima cálido, por lo que me puse un vestido que cae hasta la rodilla, pero como tengo mi trasero tan voluminoso, pues se levanta más de la parte de atrás y hace que me miren cuando paso, para ver mis piernas formadas.
Llegue a la estación, y vi que había dos agentes jóvenes a la entrada, les pregunté por el comandante y me anunciaron. Me dijeron que esperara un momento mientras me podía atender, y me hicieron sentar mientras tanto. Los dos jóvenes cambiaron su posición de vista y se ubicaron frente mío, porque mientras estaba esperando, mi postura no era la mejor. Y no es que no me hubieran enseñado a sentarme bien, es que me encantaba que me vieran las rodillas y verlos pasar saliva, cuando adrede cruzaba la pierna para ponerlos nerviosos, y eso que hoy no me dio la gana de mostrarles los calzones diminutos y rojos que tenía puestos.
En ese momento el teniente me mando a seguir y no puedo negar que me puso nerviosa. Se me olvidó hasta como ponerme en pie recatadamente y por eso cuando me estaba parando, mostré sin querer mis cuquitos rojos, con el borde peludo de mi chocha que tanto le gusta a mi novio ver.
Pase por el medio de la estación, y me indicaron seguir a la oficina. Apenas lo vi, me encanto su postura atlética, ese aire de poder y lo apretado del uniforme. Estaba sentado y salió a recibirme, y no había percatado lo alto que era y lo grande que se veía con ese cuerpote longilineo. Me saludo y le puse mi mejilla pero sin querer queriendo me ofreció esos labios rojos y carnosos que no pude más que besar con ansia. Que delicia de beso, un poco atropellado pero muy pasional. Me encanto su beso que parecía no acabar, no me había dicho ni una palabra, y ya estaba ese teniente buscando mis tetas y mis tetas buscándolo a él, buscando sus manos, buscando su abrazo y Entregadas a la autoridad de mi señor teniente.
Estaba feliz de sentir que esta hembra en celo pudiera tener su día de suerte, gozarse este macho vergon que me arrimaba el bulto en mi pierna mientras me comía a besos. Que delicia de hombre y que arrechera la que me estaba empezando a calentar. Me empezó a tocar por todo lado, me empezó a acariciar y a cogerme mi culo redondo, y sin saber en qué momento me mandó la mano a mi chochito y me quito el calzón hacia un lado. Quería que me lo metiera, que me hiciera sentir delicioso; pero no, pero no me lo metió, me dejo ansiosa y se fue hacia la puerta. Creí que otra vez me iba a dejar como una perra arrecha insatisfecha, pero casi me desmayo cuando vi que ajustó la puerta con llave y empezó a abrirse los pantalones para sacar su vergo hinchado y liberarlo del Capullo para dejar libre ese ciego cabezon que me quise comer inmediatamente.
Casi fue un reflejo, o tal vez una necesidad, pero me subí en el escritorio y abrí las patas mostrándole mis calzones y retándolo a poseerme, a hacerme probar por vez primera ese macho joven sudoroso y que se comiera esta hembra madura ansiosa. Como hipnotizado y sin dejar de verme el chocho peludo, se me fue acercando y fue bajando hacia mis partes Íntimas, como poseído por el olor de mi vulva.
En una condición normal, alguna mujer debería cerrar las piernas y portarse recatada, pero yo no pude más que abrirlas para permitir, al que iba a ser mi macho de hoy, meter su cabeza en medio de mi mata de pelo. Que delicia. Que emoción. Que besos íntimos tan ricos. Este tombo debió recibir clases de mamada de vulva, porque me cogía la vagina en cada labio y en cada recoveco como un experto, y trataba de meterme la lengua en mi hueco, como si fuera un pene tratando de violarme.
En ese momento solo quería que al terminar con su mamada de mi vulva, siguiera con una penetrada. Quería conocer ese vergo y olerlo y chuparlo y que me culiara. Que llenara ese hueco ausente del chimbo de mi marido y de mi novio. No tardo en darme todo lo que yo quería y como el es todo un caballero, no tardo en cumplirme el deseo. De tal forma que sin mediar permisos y sin solicitar dispensas, se preparó liberando su pene hermoso y poniéndolo en la entrada de mi hueco ansioso, apartó el pedazo de calzón que tenía puesto y se abrió camino en mi mata de pelos, y me lo hundió sin compasión hasta el fondo.
Que sabroso placer, que rico sentimiento de puta usada. Y en forma automática no pude más que entregarme a este joven policía que me bombeó hasta que no pudo más y me sacó un polvito corto pero delicioso. Cuando vio que ya me había derramado, me saco su vergo en el momento justo cuando estaba listo para derramar su leche. Pero antes de terminar, me hizo ponerle sus manos para masturbarlo mientras me llenaba de leche caliente con olor a sexo en las dos manos.
Debo confesar que me falto un poquito más para quedar satisfecha, pero también me siento contenta de ver como este joven casado se arrodilla a los pies de una madura como yo. El se dio cuenta de que me faltaba algo, que me quedaba un cuncho al no haberme derramado completamente, de tal forma que quede iniciada para lo que sería la continuación de esta aventura de la que podía disfrutar porque mi esposo y mi novio estaban lejos.
Nos limpiamos y nos acomodamos, y el Teniente Pidió que nos sirvieran un refresco que me permitió recuperar Fuerzas para concretar lo que sería un nuevo encuentro que según acordamos, sería en mi casa el día de mañana cuando estuviera totalmente sola y dispuesta.