Señora de día... de noche

Esta historia es de Hilda, una profesora que se casó a los 30 años con un joven de 21 años, ella siempre fue recatada y de una personalidad fuerte, nunca el sexo ocupó un espacio de prioridad en ella, tuvo su primera relación sexual a los 18 años, según me confesó en una de nuestras sesiones, y dos mas antes de casarse, nada trascendente según ella.

Esta historia es de Hilda, una profesora que se casó a los 30 años con un joven de 21 años, ella siempre fue recatada y de una personalidad fuerte, nunca el sexo ocupó un espacio de prioridad en ella, tuvo su primera relación sexual a los 18 años, según me confesó en una de nuestras sesiones, y dos mas antes de casarse, nada trascendente según ella.

El verdadero sexo llegó cuando se casó con este hombre 9 años menor que ella, pero que le hizo aprender a disfrutarlo.

Estas son sus palabras:

Cuando me casé con este hombre, nunca pensé que me haría despertar un deseo sexual tan grande ni tampoco me imaginé cuantas cosas pasaría al lado de el en sus formas de ver el sexo ni mucho menos me imaginé verme algún día como una vulgar puta, eso es lo que me viene a la mente cuando recuerdo las cosas que hice.

Nos casamos en 1986, yo era una profesionista ya instalada en una escuela, responsable totalmente, no me gustaba perder el tiempo, trabajaba doble turno, Su nombre es Sandino el era un trabajador temporal, ya que no tenía un trabajo fijo en ese tiempo, eso no fue un obstáculo para aceptarlo, me gustó lo quería, lo sigo queriendo y por eso lo acepté el tenía 9 años menos que yo y mi familia y también la suya pensaron que nuestra relación no duraría.

Al principio no teníamos nada, empezamos poco a poco, vivíamos con mis padres, pero algunos problemitas de intimidad nos hicieron salirnos al cabo de 3 años de casa de ellos, ya con una hija de escasos 2 años alquilamos un pequeño depto. de dos piezas que era ideal para nosotros, y ahí fue donde empecé mi historia donde como protagonista la hice de puta de 3 hombres.

Como dije al principio, el me despertó algo que tenía escondido y que nunca me di cuenta, mi calentura sexual. Los primeros meses hacíamos el amor seguido, en cualquier hora, en ocasiones no nos fijábamos del lugar, cualquier lugar era bueno con el debido cuidado, lo hicimos en el baño, que en la casa de mis padres estaba afuera y era compartido por 3 familias, mis padres, la de mi hermano y nosotros y eso era pura adrenalina, en altas horas de la noche y con la sensación de que nos escucharían o verían, en las partes oscuras de la casa, en una ocasión lo hicimos afuera de la casa, en la parte de atrás mientras escuchábamos a mi hermano hacerlo con su esposa, fue excitante, alguna vez lo hicimos en el cine, nos gustaba ir a ver películas de medianoche, en ese momento no sabía por que, pero me turbaba agradablemente estar en una sala repleta de hombres y en donde en ocasiones yo era la única mujer, mientras mirábamos una película y si el momento era propicio y no había mucha gente alrededor el me acariciaba o nos masturbábamos mutuamente, el era muy fantasioso y yo me dejaba llevar por el, la hacía de doctor, de plomero, etc. en nuestras fantasías yo era su puta, le dio por llamarme así cuando hacíamos el amor, pero todo era en nuestra mente y nunca mencionábamos nada cuando terminábamos de tener sexo.

Cuando nos cambiamos a nuestro nuevo cuarto también convivíamos con otras familias, ya que ahí rentaban tres departamentos más aparte de los dueños. Nosotros vivíamos en el departamento de al lado de los dueños, compartíamos una de las paredes del departamento con ellos, los otros dos estaban frente a nosotros, a lo largo del terreno pero solo un de los departamentos daba de frente a nosotros el otro daba a la calle.

Nuestro departamento tenía su propio baño adentro, que era ya algo bueno, pero el lavadero estaba afuera a un lado, entre nuestro departamento y la barda de la casa de al lado y atrás de el un pequeño zaguán donde podía uno descansar o tender ropa, ahí en ese lugar dejamos un sofá que usábamos para descansar y para hacer el amor al aire libre de noche.

El dueño era un señor de edad de 55 años de nombre Sósimo y su esposa una señora bajita y menudita, muy amable ella llamada Celia, tenían dos hijos, uno de 25 años y una niña de 10 años, los otros inquilinos eran una pareja de hombres que vivían solos y que se dedicaban a la venta de pan que elaboraban ahí mismo en unos hornos que tenían adaptados al lado de su departamento, la otra familia era una señora ya grande que vivía con una de sus hijas y dos nietas. Cada quien a lo suyo y era una agradable convivencia.

Mi esposo seguía con sus locuras sexuales y en una ocasión estando yo lavando los trastes de la cena cerca de la media noche, ya que siempre me acostaba tarde, llegó de trabajar de un turno que tenía en ese tiempo y que salía hasta la medianoche, cuando lo sentí ya estaba detrás de mí, me sorprendió al sentir sus manos en mis nalgas, yo solamente vestía una bata de dormir y debajo de ella solo un pequeño bikini, me saludó con un beso y me dijo que era un asaltante, mientras me amarraba las manos con su pañuelo, sus manos empezaron a levantar mi bata y dejarme con las nalgas al aire, protesté y le dije que podían vernos ya que una de las ventanas de los hombres que vivían solos daba al frente de la casa y desde ahí nos podrían ver, me dijo todo está a oscuras y además no hable o la lastimo, me dijo en su papel de asaltante, me empezó a tallar su paquete en las nalgas mientras amasaba mis senos, me bajó los tirantes de la bata y la bajó por mis hombros liberando mis brazos y senos, me pellizcaba los pezones y me besaba en la nuca, sentí cuando empezó a maniobrar cos su pantalón y los dejaba caer al suelo liberando su verga, me la tallaba en la nalgas tapadas aún por mi bikini, solo me lo hizo a un lado y buscando mi abertura delantera intentaba penetrarme, arquee mi cuerpo buscando el contacto y ayudándole, no podía hacer mas ya que me encontraba atada de las manos, cuando su verga empezó a entrar en mí, emití un gemido y empecé a moverme gozando de sus embestidas, me hizo inclinarme sobre el lavado, y tomándome de las caderas me embestía fuertemente, yo ahogaba mis gemidos por temor a que nos escucharan pero igual lo gozaba, de repente me la sacó e hizo darme vuelta y pasando una de mis piernas por sus caderas me penetro de nuevo mientras me mordía los labios y me apretaba las chichis, me excitaba cuando me trataba así, sin miramientos solo satisfaciendo su calentura y calentándome y satisfaciéndome a mi, así como me tenía ensartada y haciendo un esfuerzo me pasó la otra pierna a su lado y cargándome sin dejar de cogerme me llevó adentro a nuestra cama a terminar lo que había empezado tuvimos una noche de sexo salvaje y loca.

En una ocasión en que convivíamos en una tertulia de familia, tuvimos una pequeña discusión, ya que era de noche y el quería seguir bebiendo, yo también había bebido y ya quería irme a la casa a que descansara nuestra hija, el no me hacía caso a lo que enojada le dije que se quedara que yo me iba lo que al parecer no le importó y solo le dijo a uno de sus sobrinos que me acompañara, iba yo furiosa y lo amenacé con dejarlo fuera a dormir y ni así me acompañó, ya en la casa, después de acostar a mi hija, me bañé y me puse ropa ligera para dormir, me sentía inquieta, las copas me hacían sentir una sensación de calor y me encontraba excitada, era algo que me sucedía cuando bebía, el lo sabía y en ocasiones ya bebida el se aprovechaba de mi estado para hacerme lo que quería sexualmente hablando. En mi interior pensaba que llegaría enseguida y me cambié de ropa, me puse una pequeña tanga negra y encima un baby doll, que solo me llegaba abajito de las nalgas, esa a el le gustaba mucho y lo excitaba bastante, pasó un tiempo y no llegaba y mas me enfurecía, me salí a dejar unas cosas al lavado y estando de arreglando unas cosas, pasé otro rato, me dirigí al pequeño zaguán y aprovechando el sofá que había allí me recosté, tenía un rato allí adormilada y con pensamientos lujuriosos me decía a mí misma que si no venía me buscaría a alguien que me aplacara las ganas, mas excitada me sentía y mejor me paré para meterme a la casa, cuando vi que me observaban, era mi casero, el viejo de 55 años, quien sabe desde que rato me observaba, en ese momento reaccioné a mi vestimenta, un pequeño bay doll que dejaba ver todo mi cuerpo prácticamente, y cuando estuve recostada seguro que me vio de mas, solo atiné a caminar hacia el frente sin poder decir nada, y con la cabeza baja, pero para ir a mi cuarto tendría que pasar a su lado, cuando pasé a su lado me detuvo de un brazo, quise protestar pero no atiné a decir nada por la sorpresa y el miedo, el me dijo entre temeroso y excitado:

-No se vaya, y discúlpeme, es que se ve tan hermosa, desde que llegó aquí me ha hecho despertar pensamientos excitantes, siempre tan bella y distinguida y además sus gemidos que se oyen a través de la pared cuando hace el amor me han hecho sentir muy intranquilo-, como yo solo callaba con la vista baja el continuaba hablándome y empezó a hacerme sentir excitada.

-La he observado mucho y se que es usted muy ardiente, y muy sensual, siempre me imaginé que vestía así de sexy, con esas pantaletitas, siempre quise verla así, con los senos sueltos, me la imaginaba haciendo el amor con su esposo con las piernas abiertas y recibiéndolo o cabalgándolo, de muchas maneras o posiciones, mientras mas me hablaba, mas caliente me sentía, y sentía que no debía ser, me hizo una petición.

  • Por favor solo déjeme verla bien, así como esta, tan sensual- mientras me tomaba de una de las manos me hizo caminar al centro del zaguán y me dejó parada ahí mientras me observaba dando vuelta lentamente alrededor mío,

Mientras daba vueltas alrededor mío en un movimiento bajó unos de mis tirantes del bay doll sobre mi brazo, yo estaba muda y excitada, al ver que no reaccionaba lo tomó con mas atrevimiento y poniéndose frente a mí me bajó lentamente el otro tirante viéndome a la cara como para ver mi reacción, deslizó los tirantes por mis brazos y dejó caer la prenda al suelo quedando expuesta casi desnuda ante sus ojos, era excitante, me sentía humedecida y a la vez asustada por lo que estaba haciendo, dejarme desnudar por un viejo que me miraba con lujuria, deleitándose con mis formas, una mujer de 33 años, de pechos grandes y pezones que se encontraban endurecidos por la excitación, unas caderas amplias solo tapadas con una pequeña tanga negra y que ocultaba ligeramente mi sexo y que por sus lados se asomaban algunos vellos púbicos, era realmente excitante ni en las mas locas fantasías de mi esposo me había sentido tan caliente, esa era la palabra estaba caliente, reaccioné cuando sentí sus manos deslizar mi tanga hacia el suelo, se hincó para terminar bien su trabajo y así hincado acercó su nariz a mi sexo y aspiró mi aroma, me sujetaba de las nalgas y me las amasaba, instintivamente separé las piernas y el aprovechó para con su lengua alcanzar mi sexo y me lamió sorbiendo mis jugos que salían, se levantó y tomándome de las caderas me empujó suavemente de espaldas hacia el sofá, al llegar a el me senté como autómata y en pleno aceptamiento a lo que me hacía, con calma se bajó los pantalones y calzoncillos sacando su verga de mediano tamaño me la puso frente a la cara, me voltee para evitarla, pero tomándome de la barbilla me hizo voltear y con la otra mano agarraba su verga mientras me decía.

-Andale putita, abre tu boquita, se buenita,-

Eso me hizo ponerme a mil, ser una putita me hacía ser mas caliente todavía, abrí la boca y dejé que me la introdujera, con una mano me tomaba de la cabeza y se balanceaba de atrás hacia delante prácticamente cogiéndome por la boca, yo solamente me dejaba hacer, era excitante así ser seducida y manejada, me la sacó y yo sola me dejé caer hacia atrás con los pies en el suelo, el me separó las piernas haciendo presión con sus pierna en mis rodillas y arrodillándose puso la cabeza de su verga en mi abertura, cerré los ojos esperando la penetración, de un solo golpe me penetró, y jalando de mis piernas hizo que me acercara mas para hacer una penetración mas completa, apoyándome en la punta de los pies empecé a menear mis caderas buscando mas sensación en mi sexo, el me tomaba de las piernas y me embestía fuertemente, sin lástima, desesperado, ansioso y eso mas me excitaba, sentí que llegaba al orgasmo y viéndole a la cara observé como el mantenía los ojos cerrados esforzándose por llegar al orgasmo, me sentía una puta siendo penetrada por este viejo, y a mi mente venía lo que me decía mi marido cuando me cogía, que era su putita, y eso era en ese instante, una putita, que se la cogía un viejo por gusto y que la hacía sentir a gusto, cuando observé que se estremecía, era el momento en que se venía, yo aproveché mi excitación para hacer lo mismo y dando un fuerte gemido me vine en un orgasmo abundante y fuerte, me agité fuertemente y apretando el forro del sofá meneando de un lado a otro mi cabeza disfruté de ese orgasmo, me quedé quieta y sin fuerzas, sentí cuando se salió de mí, y dándome un beso en una mejilla lo sentí alejarse, no abrí los ojos hasta pasado un buen rato, del gozo pasé al arrepentimiento, y sintiendo una opresión rápidamente me puse la escasa ropa que traía y entré a mi departamento, donde me bañé, me cambié y me fui a dormir, sin creer en lo que había hecho.

Cuando desperté mi esposo estaba a mi lado, no lo sentí cuando llegó, me dolía la cabeza y me sentía mal, no sé si por lo que tomé o por lo que hice, todo ese día sentí una opresión en mi cuerpo, estaba apesumbrada, hubo el momento de salir y con un gran nerviosismo lo hice con mi hija en brazos y el al lado, de reojo vi a nuestro casero que se encontraba haciendo unos trabajos en una bodeguita que tenía sin voltear a vernos, pasaron los días y el casero solo me dedicaba un saludo, me asombró su serenidad y a la vez me hizo sentir mas tranquila, en ocasiones recordaba la experiencia y me excitaba.

El hecho de que el se comportaba indiferente me ponía en dos campos, el de una mujer tranquila ante la seguridad de que no debía temer de alguna indiscreción suya y a la vez mortificada por lo que sería indiferencia hacia mí, como si ni hubiera pasado nada y eso a la vez me hacía recordar y sentir cierto calorcito.

Pasaron los días y a la vez semanas, para esto llegamos a fiestas de diciembre, un día ya cercano fin de año fueron a vernos el don Sósimo y su esposa Celia, el motivo era que siempre en fin de año se juntaban todos y celebraban el fin de año con una cena y una fiesta, se cooperaban entre todos, les dijimos que ya teníamos ciertos planes, ya que siempre la pasábamos con nuestras familias, pero que de todas maneras cooperaríamos, a lo que nos sugirió que podíamos llegar después de estar con nuestras familias, ya que en ocasiones hasta amanecían, aceptamos y en eso quedamos.

Llegó el día último de año, entre compras, trabajo en preparar comidas, carreras, etc. Estuvimos en casa de su madre en la cena y posteriormente a las 12 para recibir el año en casa de mis padres, bebimos, bailamos, cantamos y nos divertimos, a eso de las 2 de la mañana, ya mis padres estaban cansados y dijimos que nos retirábamos, nuestra hija ya dormía y nos sugirieron que la dejáramos y al otro día la fuéramos a buscar, nos pareció buena idea y mi esposo recordó la invitación del casero, a lo cual no evité sentir cierto escalofrío, pero como me encontraba algo eufórica por los tragos y el mas, ya que había bebido algo mas que yo, dijimos que si los encontrábamos despiertos y celebrando nos uniríamos al grupo.

Cuando llegamos a la casa, el ambiente estaba en alta, música, bebidas, en fin, estaban todos, menos las pequeñas nietas de la señora inquilina que se llamaba Mary, era una señora de aproximadamente 40 años solo se encontraba su hija grande que se llamaba Rubi, como de 25 años, tampoco estaba la pequeña hija de nuestros caseros, ya dormían, también se encontraban los dos inquilinos varones, uno de ellos era grande de cuerpo y alto, se llamaba Andrés, el otro era mas bien bajito y delgado de nombre Rubén, nos unimos al grupo y seguimos bebiendo y bailando, nos intercambiábamos de pareja, ora bailaba con mi esposo, después con alguno de lo vecinos o mi casero, igual las otras mujeres, conforme pasaba el tiempo mas animada me sentía, empecé a notar que cuando bailaba con los demás, como que me apretaban algo mas de la cuenta, empecé a sentirme excitada y no decía nada si me apretaban, incluso don Sósimo en cierto momento en un descuido, y sin que nadie se diera cuenta me acarició de las nalgas, eso me hizo recordar lo que pasé con el y me calenté verdaderamente, mi esposo ya estaba demasiado bebido, ya ni bailaba, en determinado momento como que el ánimo decayó, la vecina y su hija se retiraron, y doña Celia también ya pasaba mas rato dentro de su casa que con nosotros, lo que hizo que le dijera a mi esposo que nos fuéramos, el solo me decía que sí pero no se paraba, hasta que lo convencí y nos fuimos, cada quien jaló a su vivienda, al menos eso creí.

Mi esposo me dijo que no quería entrar que quería estar en la parte de atrás, mientras me sobaba las nalgas me hizo acompañarle hacia el zaguán de atrás, me imaginé que quería, en realidad estaba excitada y muy caliente, y sí deseaba que me hiciera el amor, una vez en el sofá me empezó a besar y acariciar, me alzaba el vestido que llevaba y me acariciaba las piernas, pero noté que empezaba a dormitarse, y poco a poco me dejó y quedó bien dormido, para amolar, llevarlo sería imposible, me recosté al lado de el y decidí que me quedaría con el, cerré los ojos, en realidad no sentía sueño, la excitación y la calentura que sentía me hacía no sentir el sueño, me dejé llevar por el silencio y traté de dormir, quizás lo estaba logrando cuando sentí que era acariciada de las piernas, sentía entre mi sopor que unas manos me recorrían por abajo del vestido, me separaba las piernas y metía una de sus manos entre ellas acariciando mi intimidad sobre la delgada tela de mi ropa interior, solo movía la cabeza dejándome llevar por la sensación, abrí los ojos cuando sentí que me besaban en la boca, era don Sósimo que nos había seguido y al ver que mi marido estaba bien dormido se aprovechaba, me sobresalté por el hecho de que mi marido estaba al lado, me negué a el y me paré, el también se paró y me tomó de las nalgas por detrás de mí, mientras me hablaba al oído:

-No sabes cuanto te he extrañado muñequita, cuantas veces he imaginado tenerte en mis brazos de nuevo.

-No, señor, mi marido nos puede ver, al decir esto y voltear a ver a mi marido dormir, y sentir que sus manos subían por el frente mío y amasar mis senos, me hizo sentir un calor que me llegó hasta dentro de mí.

-No despertará, serás de nuevo mi putita, míralo, está bien dormido- me hizo quedar de frente a donde dormía mi esposo-, volveré a tener tus senos en mi boca, tus nalgas en mis manos, serás una puta en mis brazos, estaré dentro de ti, te cogeré como la putita que eres.

Esas palabras y sus manos estrujando mis pechos mientras presionaba mis nalgas con su hombría endurecida, acabó con mi escasa resistencia, cerré los ojos al sentir que levantaba mi vestido, el viento fresco de la madrugada pegó de lleno en mi entrepierna, haciéndome sentir la humedad que desprendía de ella, una de sus manos se metió entre mis pantaletitas, rozando mis pelos, acariciándolos, jalando ligeramente de ellos, separé mis piernas y siguió bajando hasta tocar mi humedecida rajita, sentir sus dedos acariciarme e introducirme uno de ellos me hizo gemir, el vestido por lo ajustado que era se encontraba calzado en mi cintura, me empezó a bajar el cierre a mis espaldas, lentamente saboreando lo que hacía, mi espalda sintió el aire fresco e hizo que mas se endurecieran mis pezones, desabrochó el brassier por detrás, que al ser estaples, me lo sacó el mismo sin necesidad de bajar el vestido.

Algo me hizo abrir los ojos, voltee hacia atrás y vi como dos hombres nos observaban, eran los otros 2 inquilinos, que asombrados veían como era tratada por don Sósimo, intenté reaccionar y murmuré algo así como, no es lo que piensan, pero la evidencia de estar viendo a una mujer casada, con el vestido enrollado a la cintura con una mano de este viejo dentro de mis pantaletitas, con el vestido abierto de atrás, ya sin brasier y con los pezones totalmente erectos y notándose por delante de mi vestido y además con el esposo durmiendo frente a mi era una clara evidencia de que si era lo que ellos pensaban, intenté separarme de dos Sósimo, pero el no cedió, ellos se acercaron y mas que pronto seis manos recorrían mi cuerpo, una boca se apoderó de uno de mis pezones por encima del vestido, don Sósimo era dueño absoluto de mi entrepierna y el otro me acariciaba las nalgas y piernas y besaba mi cuello.

-Por favor mi marido- atiné a decir.

Viéndose entre ellos, Andrés el vecino grande de cuerpo dijo, -llevémosla dentro de su cuarto- y uniendo la acción a las palabras me condujeron dentro de mi cuarto, al llegar adentro, rápidamente fui desnudada, mi vestido alguien lo sacó deslizándolo por mi cuerpo hacia el suelo y enseguida fui desposeída de mis braguitas, ya desnuda y parada en medio de la pequeña estancia me acariciaron y manosearon a mas no poder, sus manos recorrían mis pechos, mis nalgas, mis piernas, mis caderas, dedos de uno y luego de otro se introducían en mi ya encharcada rajita, yo solo gemía y me dejaba hacer, estaba transportada, era algo insólito y que nunca me imaginé verme así parada en medio de la sala de mi cuarto con las piernas separadas permitiendo que manos ajenas a mi marido recorrieran todo mi cuerpo y se introdujeran en mi rajita, pero a la vez sentía dentro de mí que era algo que quizás siempre esperé, me sentía una vulgar puta, y eso era lo que mas me calentaba, ser una puta, no solo ya de mi marido, sino ahora de estos tres hombres.

Me empujaron al sofá grande de la estancia haciéndome caer sentada, rápidamente Rubén el mas pequeño de estatura de los 3 se apoderó de mi sexo, abriendo mis piernas lo mas que pudo me empezó a hacer una mamada en el, yo solo me dejaba hacer, haciendo mi rostro de un lado a otro totalmente entregada ya, gimiendo de placer, Andrés no tardó en abandonar uno de mis pechos que se había metido en la boca y bajándose los pantalones y ropa interior me puso su verga en la cara en clara alusión a lo que deseaba, yo solo abrí mi boca y le dejé penetrarme con su miembro, era mas grande de lo que pensaba y me provocaba cierto malestar en la quijada pero igual lo disfrutaba, no sentía a don Sósimo y me extrañó así que lo busqué con la mirada y lo encontré sentado frente a nosotros totalmente desnudo y acariciándose su verga mientras veía como mamaba una verga y era objeto de sexo oral por otro mas, le miré fijamente, era extraña la situación, el me veía y sentía su excitación al hacerlo, no imaginaba que pasaba por su mente pero era claro que se encontraba disfrutando del show, nuestras miradas se encontraron y vi como se acariciaba su verga, y murmuraba palabras así como, -que puta te ves mi reina-, lo miraba con excitación esta situación me hacía sentirme mas puta, nuestras miradas eran de complicidad, de 2 seres que compartían algo, aunque algo tan morboso como lujurioso, su mirada me hacía sentir mas excitada, mas caliente, mas puta.

Mis pensamientos terminaron cuando sentí que era penetrada por Rubén, un grito agudo escapó de mi garganta, soltando la verga de Andrés, cerré los ojos y me agité tratando de acoplarme a lo que para mi asombro era una verga grande y gruesa, Rubén me jalaba de las caderas hacia el con fuerza y sin delicadeza tratando de alcanzar la máxima penetración, le ayudé levantando mis caderas y empujándome hacia el, me penetró totalmente y empezó a taladrarme con fuerza, metía y sacaba de mi sexo su verga, que resbalaba con facilidad por la intensa lubricación que tenía a meced de el tratamiento a la que estaba siendo sometida, se me encimó buscando mis pechos y cara con su boca, resoplaba por el esfuerzo que hacía, me besaba y succionaba mis pechos haciéndome cooperar mas a la entrega, Andrés reclamó su parte con un –voy yo-, retirándose Rubén de mí, Andrés me acomodó a lo largo del sofá, al no contar este con respaldos laterales se prestaba ideal para recostarme bien, me separó las piernas subiendo una de ellas al respaldo trasero del sofá y la otra en el suelo. Me talló su verga por toda mi canaleta desde mi hoyo trasero hasta el principio de mi rajita, haciéndolo varias veces haciendo que me agitara, me encantaba que me hicieran eso, finalmente puso su verga en la entrada de mi rajita y me penetró de un solo golpe, me empezó a coger como bestia, tomándome de una de los lados de mis caderas y deslizando su mano por ella y mis piernas, y con la otra me tomó de mis dos manos y poniéndolas por arriba de mi cabeza me penetraba con fuerza, me hacía sentir su poder, su dominio, me sentía una esclava de el, un juguete que trataba como quería, pero eso me enardecía de placer, este no demoró mucho y cuando menos lo esperaba y antes de alcanzar yo un orgasmo se derramó agitándose fuertemente y gimiendo con fuerza, su orgasmo fue abundante, le sentía como su verga palpitaba y se estremecía en cada chorro que me introducía, se desplomó encima mío, tratando de recuperarse y tallando su verga dentro mío disfrutando su orgasmo.

Rubén lo apuró a levantarse, y tomándome de la mano me hizo pararme a la vez que el se sentaba y me dijo: -móntame mamita, quiero sentirte como te sientas en mi verga-, separando mis piernas me fui introduciendo su verga poco a poco, una vez que la tuve toda dentro, me tallé en el dándome tiempo a sentirla y acostumbrarme a su grosura y tamaño. El me tomó de la cintura y haciendo fuerzas me levantó de su verga y me empujó de nuevo hacia abajo con fuerza, eso fue el aviso de lo que tenía que hacer, empecé a cabalgarlo apoyada en sus rodillas mientras el me estrujaba los senos y me besaba en la espalda, sus manos fueron de mis senos a mis nalgas amasándolas con dureza, palpando su dureza y amplitud, no era mucho lo que necesitaba para ya alcanzar mi orgasmo y este vino al fijar de nuevo mi vista en don Sósimo, que con su verga en la mano y terriblemente excitado veía como cabalgaba a este hombre, apresuré el ritmo sosteniendo la mirada en don Sósimo y viéndole me vine abundantemente mientras gemía y apretaba los labios con mis dientes, Rubén tampoco tardó en venirse dentro de mi, nos acoplamos a disfrutar los últimos estertores de nuestro orgasmo y totalmente exhausta me acosté de espaldas encima de el, el continuaba acariciando mis pechos con una mano y con la otra mi clítoris.

Inclinándome hacia un lado me recosté en el sofá recuperando las fuerzas, sabía que faltaba uno mas a quien complacer y no tardaría en reclamar su turno, oí que intercambiaban unas palabras, al poco rato sentí que se movían y que la puerta se abría y se retiraban, pero no se fueron todos, abrí los ojos al sentir que una mano me tomaba y me hacía levantar, era don Sósimo, me paro y me besó en la boca con pasión, le correspondí, sentía algo especial por este viejo, que en cierta forma es el que despertó mis deseos ocultos en mí, que sacó de una mujer moderada la mujer caliente que se escondía, la puta que era capaz de atender hasta a tres hombres a la vez, mientras me besaba me acariciaba por todo el cuerpo y me decía palabras obscenas:

-Putita linda, que puta eres muñeca, te hace falta mas de una verga para llenarte.

-Siempre tuve ese deseo de ver a alguien ser cogida, y cuando te conocí me llenaste la cabeza de pensamientos, siempre quise verte así, hasta trataba de espiarte cuando hacías el amor con tu marido, pero nunca pude ver nada solo escuchar.

-Te veías bien puta entre estos dos, me has dado una gran satisfacción, cumpliste mi mas ardiente fantasía, nunca pensé que podría verte de esta manera putita, como toda una putita, con dos vergas para ti.

-Te voy a coger a mi gusto putita, ahora eres mía, solo para mí, te haré bramar de gusto, sabrás lo que es coger, estoy segura que todavía tienes temperatura para más verga.

Me condujo a mi dormitorio, dócil, me dejé llevar, no tenía voluntad, era solo eso, una puta para que se satisficiera, una vez en el dormitorio me condujo a una de las esquinas de la cama, hizo que me acostara boca abajo en esa esquina con una pierna en cada lado de la esquina y las nalgas hacia arriba, en una posición en la cual mis agujeros quedaban exactamente en la orilla de la esquina a su disposición sentí cuando apoyó su verga en mi rajada y me la fue introduciendo lentamente, yo solo gemí cuando me penetró totalmente y me empezó a taladrar con fuerza tomándome de las caderas.

Sentía como su verga entraba y salía de mí, y como sus manos me apretaban de las caderas, me apretaban las nalgas, me tenía a su disposición, era un juguete en sus manos, un juguete sexual, me cogió a su antojo de una manera salvaje como mas me gustaba, y no dejaba de decirme palabras obscenas como putita, perrita caliente, zorra, etc. Mas me enardecía, se salió de mí e hizo voltearme en el mismo lugar, ahora boca arriba con la piernas totalmente abiertas y de nuevo me penetró, sentirlo cogerme de esa manera era excitante, veía como cerraba los ojos concentrado en su placer, disfrutando de mi cuerpo, se encimó totalmente sobre mí y mientras me seguía penetrando me besaba en la boca, en la cara y en el cuello, sus manos acariciaban mis piernas, mis nalgas y mis senos, me mordisqueaba los pezones. Se volvió a salir de mí y abrazándome me hizo deslizar en la cama hacia el centro de ella, poniéndose detrás de mí poniéndome de lado buscó de nuevo mi sexo y sentí de nuevo su verga dentro de mí, me asombraba su resistencia, sentí la llegada de mi segundo orgasmo, al llegar gemí fuertemente y me estremecí mas de la cuenta, sentía mi cuerpo agitarse con una intensidad asombrosa, creo que grité ese orgasmo, estaba en los estertores de mis orgasmo cuando me dijo:

-Esto es una probadita de lo puta que puedes llegar a ser, serás una puta en mis brazos, harás lo que yo te diga, ¿verdad mamita?

Yo no contestaba, solo gemía disfrutando de mi orgasmo, entonces insistió.

-Dime qué serás mi puta siempre que yo quiera, y me taladraba con fuerza.

-Sí, conteste, seré tu puta maldito viejo, cuando tu quieras estaré a tu disposición, estaba transformada, totalmente entregada a el.

-Te cogeré así y mas perrita, te entregaré a otros hombres y tu me obedecerás-. A eso no contesté solo lo escuché, me extrañó lo que me dijo y me hizo sentir algo que no había experimentado.

-Oíste lo que te dije putita-, al decir esto sacó su verga de mi raja y me la puso en la entrada de mi culito, sentí cuando me la empezó a introducir, esa penetración la practicaba con mi marido, así que no era algo nuevo para mí, de pronto sentí que me oprimía fuertemente con su verga y me la introdujo de golpe, grité al sentir su verga dentro de mis entrañas totalmente, una de sus manos me acariciaba el clítoris y me empecé a calentar de nuevo.

-Serás mi puta y harás lo que yo te diga, ¿verdad mi putita?

-Sí, casi grité seré lo que tu digas-, quien se iba a negar a lo que dijera con semejante tratamiento, una verga en mi culo y sus manos taladrando mi rajita y apretando mis pezones, mientras sus palabras taladraban mi oído.

-¿Harás lo que yo te diga? ¿Serás mi putita?

-Sí, sí, haré lo que tú digas, seré tu puta.

-¿Te entregarás a otros hombres para que yo disfrute como te meten la verga, una verga así en tu culito, otra en tu coñito y otra en tu boca? ¿Harás eso por mí putita?

Por primera vez en mi vida, tuve un tercer orgasmo, me agité, le enterré mis uñas en las piernas y nalgas apretándolo hacia mí, grité, prácticamente me volví loca. –Sí, sí, seré lo que tu quieras, haré lo que quieras, seré de quien quieras, seré una puta en tus manos, seré la puta de quien quieras.

Fue un orgasmo brutal, salvaje, me despojó de toda cordura, de todo sentimiento de decencia, como la vil puta que llevaba dentro, desde ese momento ya nada sería igual, me había entregado completamente a ese viejo y a dos mas, a partir de ese momento estaba marcada, ya no era mas la señora decente que conocían, solo era una hembra que satisfacía la calentura y las fantasías de un viejo que no era ni mi marido, que le había sacado lo puta que llevaba dentro, era claro que era una hembra caliente, que necesitaba mas verga de la que le daban y creo que en adelante sería como una droga, que tendría a mi disposición con la ayuda de ese viejo.

Me desmadejé y casi me desmayé, el me seguía taladrando mi agujerito posterior, yo ya no hacía nada, me hizo lo que quiso, fui una muñeca en sus manos, no sentí mas, no sé si perdí el conocimiento o me dormí de tanto placer recibido, no sé que mas me hizo o me dijo.

Cuando desperté, era ya mas del mediodía, estaba yo en mi cama totalmente desnuda, sentía mi cuerpo pegajoso de semen, sentía el cuerpo molido, me dolía, me ardía el culo y la cabeza ni decir, tardé en hilvanar todo, recordaba perfectamente lo sucedido, poco a poco fueron tomando cuerpo lo sucedido, casi lloro, recordar como fui de tres hombres que me hicieron lo que quisieron me hizo sentir mal al principio pero mas mal cuando recordaba lo que me dijo el viejo don Sósimo. –Serás mi puta-.

Tardé en levantarme, solo recordaba y me afligía así acostada, -mi marido-, pensé, me paré y así desnuda como estaba, me paré, salí a la sala, y ahí estaba el bien dormido en el sofá, no se si se metió solo o lo metieron pero ahí estaba, sentí una opresión, al pensar que pudiera haberme visto con don Sósimo, que fue cuando lo hice dentro del dormitorio, en nuestra propia cama, pero me tranquilizaba que hubiera sido el quien lo metiera.

Nada sucedió, el no dijo nada yo me tranquilicé y decidí que tendría que enfrentar mis hechos, había decidido hablar con ellos, y hacerles ver que todo fue producto de el alcohol, que yo tenía y amaba a mi marido, que esos no volvería a suceder, pero que lejos estaba de imaginar que eso estaba muy lejos de ser verdad, para empezar me faltó valor para enfrentarlos, nunca les dije nada, ellos tampoco y hasta pensé que no sería necesario, pero algo había quedado ya desatado.

Ellos habían probado algo deseable para ellos, mi cuerpo totalmente embarnecido después de mi embarazo, mis amplias caderas, mis pechos que eran una delicia a la vista y al tacto con unos pezones grandes que se endurecían con facilidad, era algo que no fácilmente olvidarían eso era claro y que tratarían de volver a tener a su disposición.

Por otro lado, había despertado una mujer dormida, una mujer caliente, que había probado el sexo en su plenitud, mas de lo que se hubiera imaginado, había despertado una puta, que aunque hubiera sentido en su momento remordimientos entre mas pasaban los días sentía que pronto esos hombres que ahora no decían nada pronto volverían al ataque, a probar ese rico manjar que habían ya tenido en sus manos.

No pasaría mucho tiempo en ser de nuevo una puta en las manos de ellos.