Señora de día... de noche (3)

Solo soy trasmisor de experiencias vividas por ellas, con su consentimiento es como lo hago, ellas son las que aportan sus vivencias, yo las trasmito, si alguien está interesado (a) en que le qyude en sus relatos soy parte de ustedes juaglu@hotmail.com

Mas de la transformada señora, profesionista, casada, ama de casa, que descubriera la mujer ardiente que en ella habitaba y que ahora lo aceptaba y sobre todo lo disfrutaba, pero ahora alguien mas salía ganando, su esposo, el disfrutaría la nueva hembra ardiente en que se había convertido.

A mi esposo le convino mi transformación, ahora tenía a su disposición una gatita con quien jugar y satisfacer sus deseos y fantasías, nada le negaba, era materia dispuesta para sus juegos, fue haciéndose mas atrevido y yo mas complaciente.

Aparte de ser usada por tres hombres mas, nada entorpecía mi vida, ya estábamos construyendo nuestra casa, el trabajo iba bien, el trabajo extra que había obtenido por las noches, 2 horas, nos ayudaba en la economía familiar, claro que eso hacía que pasara mas tiempo fuera de casa y que ya no fuera tan seguido mis aventuras con estos hombres, aparte de eso ellos respetaron el acuerdo, respeto total a mi intimidad, cuando no estaba sola, pero cuando se prestaba el momento no lo desaprovechaban y mi cuerpo era todo de ellos, sin restricciones

En una ocasión salimos mi esposo y yo con motivo de festejar mi aniversario 34, ya a mediados de año, a echar la copa, a bailar y a divertirnos, me dijo que en su descanso saldríamos a divertirnos, que para ese día me vistiera sexy, para ese momento me vestí con un vestido azul claro corto, arriba de la rodilla, de tirantes, ajustado a mi cuerpo, debajo de el un brassier de media copa, y una tanga haciendo juego con el color del vestido, antes de salir me hizo caminar en casa y me admiraba mi cuerpo, me miré al espejo y en verdad ese vestido me resaltaba mis redondeces, mis nalgas se veían amplias y bien torneadas, se notaba ligeramente la línea de la tanga por ser el vestido claro, mis pechos bien levantados y definidos, por encima de mis senos se veía claramente el nacimiento de ellos ya que el escote era bajo, lo suficiente para dejarse admirar, mi caballera suelta me daba un aspecto sensual, mis labios pintados de rojo, resaltaban mi boca, no necesitaba mas maquillaje ni me gustaba, me dijo:-estás un tiro, mas de uno me envidiará hoy.

Salimos, caminamos un poco por el centro, pajareando por ahí y por allá, entramos a tiendas a curiosear y comprar algunas cosas, noté que en ocasiones el se separaba de mí y solo me observaba al caminar y ver como los hombres volteaban a verme por detrás cuando les daba la espalda y por delante al estar de frente mío, ya que mis senos les atraía la vista enormemente. Fuimos a una tienda departamental y me dirigió al departamento de ferretería y accesorios para autos, por ser viernes y de fin de mes las tiendas estaban llenas, en esa área había menos gente pero todos hombres, al andar ahí me dijo que buscara una llave mecánica de determinada medida, le dije que por que no la buscaba el, y me dijo que yo me las tenía que ingeniar para hacerlo y me dejó sola, ya que se separó de mí, yo al no saber bien donde buscar, solo repasaba la vista de anaquel en anaquel, sí conocía el tipo de llave pero no sabía bien donde buscar.

Total que me anduve paseando ante la vista de todos los hombres que me dirigían miradas algunas disimuladas, pero otros de plano descaradas hacia mis senos, que se veían los nacimientos pronunciados por el escote del vestido, no se diga hacia mis nalgas, me he dado cuenta que siempre tratan de verte si traes ropa interior pequeña, y que cuando se notan sobre el vestido es más la lujuria con la que te miran, total que me atreví a preguntar a un dependiente que estaba cerca de mí, sobre donde encontraba las llaves, y me indicó donde, me dirigí a ese lugar donde se encontraban tres jóvenes de aproximadamente 20 o 22 años, estar ahí entre ellos hizo hacer un momento de suspenso, ya que ellos dejaron de platicar y de buscar cosas para mirarme.

Las dichosas llaves se encontraban en ese anaquel, colgadas de unos ganchos que ponen en posición horizontal, pero hay que buscarlas por la medida, hacerlo me hacía inclinarme para checar las medidas, al hacerlo los chicos de enfrente no quitaban la vista de mi escote, ya que en esa posición la visión de mis senos era casi total, ya que la parte superior del vestido se ondulaba hacia abajo y el brassier al ser de media copa, no los tapaba totalmente, casi se me veían los pezones, me imaginé que eso era lo que se encontraría gozando mi marido, me imaginaba verlo discretamente viendo como era comida con los ojos por esos jóvenes, lo que nunca me imaginé, y eso el me lo dijo después, que otra persona por detrás me miraba las piernas ya que el vestido por detrás se me alzaba lo suficiente como para admirarlas, y que aun mas atrevido simuló buscar un artículo en las partes bajas del anaquel, para verme debajo del vestido, no sé que tanto haya visto, pero si sé que vieron los del frente, ya que para ver las llaves de mas abajo me puse en cuclillas para verlas, al hacerlo dejé una rodilla arriba y otra la apoyé casi en el piso, de reojo observé como buscaban acomodo para ver mejor disimuladamente, me habrán visto perfectamente mi tanguita, ya que conservaba separadas ligeramente las piernas, encontré la dichosa llave y me incorporé, al verlos vi como trataban de disimular y se sonrojaban al verse sorprendidos mirándome y con una protuberancia notoria en el frente de sus pantalones, me alejé de ellos y fui en busca de mi marido que lo descubrí a unos metros solo observando.

Después al salir de la tienda me abrazó, me dio un beso en la mejilla y me dijo,- que bárbara les diste un show a esos pobre tipos, tremendo, si no te diste cuenta tenían erecciones nada mas al observarte.

Yo no contesté, estaba excitada, la situación me llegó a calentar.

Fuimos a cenar, con calma, teníamos toda la noche para nosotros, de ahí nos fuimos de antro donde se reúnen muchos jóvenes, buscamos donde acomodar el auto y caminamos sobre la acera, en esa calle había varios antros y discos, como unas 8 en total o sea que había para escoger, el eligió uno, me sorprendí al ver en ese local la cantidad de gente que había, encontramos mesa, pedimos bebidas, bailamos, pasamos cerca de 2 horas, divirtiéndonos, en la pista de baile, te rozabas con cualquiera, ya que era insuficiente para todos, hubo un momento de canciones suaves y abrazados bailábamos, estábamos en la parte final de la pista, donde topaba con pared, el bajó una de sus manos y me acariciaba las nalgas, mas de una pareja hacía lo mismo, así que no me inmuté, observé como muchas parejas se besaban, y algunos hombres mas atrevidos trataban de disimular como sus manos navegaban bajo las faldas o vestidos de sus chicas, algunas parejas se restregaban fuertemente buscando contacto de sus sexos sobre la ropa, el me acariciaba las nalgas y también observaba.

De repente el me empezó a dirigir a un grupo de parejas que mas emocionadas estaban en besos y caricias clandestinas, me soltó las nalgas y me hacía tallar con otros hombres que bailaban, lo hacía de una manera disimulada como si fuera casual, era ilógico que no sintieran mis protuberancias, había una pareja en la que el tenía las dos manos en las nalgas de su novia, ahí me guió, este al sentir mi cuerpo, hizo mas lento sus movimientos de baile y simulando tallar las nalgas de su pareja a la vez tallaba las mías con sus dorsos, mi esposo me mantuvo ahí unos momentos, eso hizo hacer mas atrevido a este hombre que de plano liberó una de sus manos y discretamente me amasó una de mis nalgas, al sentirlo me separé rápidamente, mi esposo solo sonreía y me besó fuertemente.

Realmente nos divertimos ahí, pero de repente me dijo: -es hora de cambiar de aires, y pidiendo la cuenta salimos de ahí para pasarnos a otro de los antros, este otro estaba mas lleno, solo obtuvimos lugar en la barra, ahí parados a un lado de esta, para bailar teníamos que hacerlo mas apretados que en el primero, y creo que eso era lo que gustaba a el, bebimos un poco mas, a el la bebida lo pone mas atrevido y a mi mas caliente, la combinación ideal si de lujuria se trata, ya sus manos no salían de mis nalgas, no importaba si nos veían, de hecho no éramos los únicos, era común el faje y las caricias discretas entre las parejas.

Un mesero llamó a mi esposo y nos guió al fondo del local, nos había conseguido una mesa, solo que era lo mas apartado del salón, de hecho creo que la puso ahí por que no hacía juego con las demás, mi esposo le dio un billete y luego nos trajo nuestras bebidas, el ambiente estaba en su punto, cerca de las 2 de la madrugada salimos de ahí a otro lugar, eligió uno que se veía menos concurrido, no tan llamativo como los otros, en la entrada había unos guardias, lo que no había en los otros que estuvimos, para pasar a el lo tenían que revisar, pasamos una puerta pesada, era un pequeño pasillo angosto que al final tenía otra puerta que era la que comunicaba al salón, y ahí a el lo revisaron, cacheándolo como vulgarmente se dice, mientras a el le hacían eso, otro de ellos me revisaba mi bolso, como a mi esposo lo tenían de espaldas a mí, repentinamente y yo creo que sin que hubiera necesidad de ello, el que revisaba mi bolso puso sus manos en mis costados, hizo que levantara mis brazos como a mi esposo y subiéndolas por el frente abarcó mis senos, tallándolas y oprimiéndolas, luego bajó por mis costillas, me quedé muda, deslizó sus manos por todo mi costados, hasta llegar a mis caderas, ahí se detuvo y me apretó ligeramente de ellas, como localizando las líneas de mi tanga, ya que al encontrarlas deslizó sus dedos pulgar e índice por las líneas de ella siguiéndolas por el frente hasta tocar mi entrepierna, oprimiendo con sus 2 dedos índices en ella, en ese momento terminaron con mi esposo y este hombre me soltó rápidamente diciéndome que pasara, alcancé a mi esposo quien me tomó de la mano y entramos, estaba acalorada y sudaba frío, no le hice ningún comentario de esto.

Uno de los meseros se nos acercó y el le dijo algo al oído, el mesero sonrió y nos llevó a una de las secciones del local, la mas alejada de la pista, de la barra y de la entrada, y cerca de los baños, ahí solo había dos mesas ocupadas, una por 6 jóvenes, 2 de ellas mujeres y otra por una pareja ya madura, como nosotros, nos acomodó en la mesa mas alejada, en una esquina, nos trajo bebidas y seguimos divirtiéndonos.

A estas alturas el ya estaba prendido y atrevido y yo excitada, como estábamos en penumbras el aprovechaba para acariciarme por debajo de la mesa, que era circular y los asientos igualmente siguiendo el contorno de la mesa, mientras platicábamos de las peripecias que habíamos desarrollado en esa noche, el me acariciaba, mi vestido ya casi se encontraba en mi cintura y yo con las piernas abiertas aceptando su mano en mis partes íntimas, hubo un momento en que cerré los ojos disfrutando las caricias y abandonada totalmente a el, me sacó de mi letargo la voz del mesero que nos traía de nuevo bebidas, al abrir los ojos y verlo frente a la mesa, mirando con descaro como me encontraba con las piernas abiertas y mi tanguita a la vista me cohibió, cuando reaccioné y cerré mis piernas, el ya se retiraba, al ver a mi marido y observar en sus ojos esos destellos de lujuria y morbo me hacía sentir algo encontrado, excitarse al ver como su mujer era vista en esa forma y exponer mi cuerpo así tan claramente a otro hombre era como si me usara, pero a la vez la puta que llevo dentro me hacía excitarme, no pude evitar recordar los momentos de sexo pleno que había disfrutado a sus espaldas, si eso quería tratarme como una puta, pues eso sería cuando quisiera, una puta.

Me abrazó y me susurró al oído:-Quiero que vayas al baño y te despojes de tu brassier, quiero que los luzcas al natural, quiero que tus pezones se noten en tu vestido, si?-, su voz era una mezcla de súplica y de excitación.

Sin contestar me levanté para hacer lo que me decía, antes de ir me incliné por detrás de el, y le dije:-como tú digas mi amor, si quieres jugar, aquí está tu putita-, al susurrarle esto mi mano le apretó su verga y pude sentir como se tensaba más, estaba muy excitado.

Me dirigí al baño, camino a el me encontré de nuevo con el mesero, su vista no se apartó de mis senos descaradamente, pensé para mí,- espera a ver como salgo del baño-.

Al entrar al baño busqué un apartado para liberarme del brassier, para hacerlo me bajé el vestido, al despojarme del brassier y sentir el aire frío del lugar hizo que mis pezones se pusieran duros, de tal manera que al reponer mi vestido, mis pezones se notaban claramente.

Al salir, noté que mi marido no estaba en la mesa, seguramente en el baño pensé, me senté de nuevo, el mesero se acercó de nuevo y me dijo que mi esposo se encontraba efectivamente en el baño. Sus ojos tropezaron con los pezones marcados en el vestido, descaradamente me dijo que el me haría compañía hasta que el regresara, y sin apartar la vista de mis senos se mantuvo parado frente a mí, su mirada me incomodaba, pero a la vez me excitaba, y mis pezones lo demostraban. Al fin llegó mi marido y el mesero se apartó, los ojos y manos de mi esposo fueron directamente a mis senos, no le importó que los jóvenes de la otra mesa se dieran cuenta de cómo se me fue encima prácticamente, la otra pareja se encontraba en lo suyo, yo lo contenía, pero su atrevimiento y mi calentura se mezclaron y poco a poco cedí a sus embates, pronto uno de mis tirantes del vestido estuvo a un lado de mi brazo, y abrazándome me sacó uno de los senos para acariciarlo a sus anchas, solo semi cerré los ojos, sentí su lengua recorrer mi seno al aire, mi pezón se endureció mas al contacto con su lengua, la semi oscuridad reinante era nuestra cómplice, aunque algunos de los jóvenes trataba de disimular, algunos no y observaban detenidamente como me acariciaba y besaba, a mí ya nada de eso le tomé importancia, el se dio cuenta de que nos observaban y susurrándome al oído me dijo:- mira, como nos ven, tratan de ver tus senos, te gustaría que vieran algo mas?-.

Yo no contesté, solo gemía quedamente, y el insistió mordiendo ligeramente el lóbulo de una de mis orejas mientras amasaba mi seno expuesto y su otra mano vagaba por mi espalda hasta mis nalgas.

-Te Quero lucir putita, quiero que te vean un poco mas, te atreves putita?-. Oírlo y sentir sus caricias me excitó más, pero no le contesté, no me atrevía. –El que calla otorga cosita, prepárate.

Repentinamente me hizo parar y en un movimiento rápido deslizó los dos tirantes del vestido por los costados de mis brazos dejándome desnuda de la cintura hacia arriba, fue un movimiento rápido, no lo esperaba, no duró mucho, quizás fueron segundos pero para mi fue una eternidad, rápidamente me senté y mis manos fueron a cubrir mis pechos, mi vista fue hacia la mesa de los jóvenes, solo dos muchachos observaban, los demás ni en cuenta, y en la otra mesa estaban ocupados explorando también sus cuerpos aunque mas disimuladamente.

Cuando mi esposo bajó mi vestido, yo les daba la espalda, así que no creo que hubieran visto mucho, ahora yo devolvía mi vestido a su lugar, mi esposo solo sonreía y se tallaba su paquete, le miré con un reproche a lo que me atrajo de nuevo diciéndome:-Estoy seguro que mas de una verga se paró al verte, te ves exquisita, mi reina.

De nuevo me empezó a besar y a sobar, noté que los jóvenes de la mesa se disponían a marchar, pagaron la cuenta pero no todos se fueron, se quedaron dos de ellos, los que me habían visto, seguramente esperaban seguir viendo algo mas.

Sentí ganas de ir al baño y me paré para ir, cuando regresé mi esposo platicaba con los dos muchachos, la otra mesa ya se había desocupado, me fui a la mesa y mi esposo regresó, el mesero nos llevó mas bebidas, sus manos siguieron acariciándome, -te quiero desnudar cosita-, me dijo.

-Estás loco, eso si no-. le contesté. Pero ya su mano subía la falda de mi vestido para acariciar mis piernas, de hecho en la posición en que estaba sentada y como el me atraía hacía que mis piernas quedaran a la vista.

-Cosita, quiero hacer cosas, quiero verte, que te vean, estoy muy excitado-, mientras me decía tomó mi mano y se la puso en su entrepierna para que tocara su verga excitada.

-Quiero cogerte aquí, te quiero meter la verga, sí?, me dejas hacerte lo que quiera?

-No, ya te dije que no, si quieres nos vamos a la casa, ahí hazme lo que quieras.

-No, tiene que ser aquí, me emociona hacer algo que no hayamos hecho, quiero exponerte, que te vean, que te vean como me la mamas, que te vean las nalgas desnudas, tus pechos al aire-, al decirme y acariciarme me excitaba más, estaba caliente, no había duda, creo que solo era cosa de tiempo para dejar todas mis inhibiciones y negativas, y el lo notaba y más me enardecía con sus caricias y comentarios eróticos, no pude evitar recordar lo sucedido con don Sósimo.

Uno de sus dedos, buscaron mi intimidad y tallándome sobre las panties, me hizo derrumbar la última barrera de defensa, -¿eres mi putita nena, puedo hacerte lo que quiera?-.

Asentí con la cabeza, no tenía fuerzas o no quería terminar de aceptarlo pero me derrumbaba lentamente.

-Gracias putita mía, serás mi gatita hoy, no habrá límites para nosotros, esta es nuestra noche-, para esto mi vestido prácticamente era una blusa, ya que mis piernas estaban expuestas totalmente, solo tapada por la mesa, hacía que nadie mas viera algo. Sentí movimiento cerca, y voltee a ver, los dos jóvenes se habían acercado a nuestra mesa, quise incorporarme pero el me lo impidió,-déjate llevar gatita- me dijo, dócil acepté su propuesta.

Ya nada interfería en nuestra lujuria, su juguete estaba a su disposición y no nada mas de el, pronto sentí otra mano mas en mis piernas, entregada totalmente la acepté, esa mano me recorría de arriba abajo mis piernas, mientras la mano de mi marido frotaba mi entrepierna, aún totalmente entregada a las lascivas caricias de ellos me preocupaba la gente que nos pudiera ver, abrí los ojos y me di cuenta que en la orilla de la sección en la que nos encontrábamos el mesero hacía guardia, entre observándonos y fijándose a la demás parte del local, observé que se retorcía en su asiento con una de sus manos en su paquete, tallándoselo, excitado seguramente por el show.

Pronto mis senos también fueron cubiertos por caricias, el otro joven se había parado detrás de mí y me había introducido sus manos por el escote del vestido y acariciaba mis senos, uno en cada mano, yo solamente gemía disfrutando las caricias, mi esposo me hizo abrir totalmente las piernas para exponer mi cosita totalmente a la disposición de ellos, el que se encontraba al lado mío, buscó mis partes íntimas por una orilla de mis panties, sus dedos pronto encontraron la abertura de mi entrepierna introduciendo dos de ellos, a la vez que me los metía y sacaba, el otro me apretaba los pezones y buscaba mi boca para besarme, yo solo lo aceptaba no podía hacer mas, estaba rendida a ellos, mi esposo me tomó de una de mis manos y me hizo agarrar su verga que se había sacado de los pantalones, a la vez que le acariciaba su verga, estos hombres me daban gozo con sus manos.

Repentinamente sentía que dejaban de acariciarme, era que alguien se acercaba a los baños de ese lado, tal vez el mesero los había puesto sobre aviso, con los ojos semi cerrados observé a dos muchachas que se dirigían a los baños, quizás no me vieron pero la imagen que tenía yo era muy sugestiva, con la falda de mi vestido arremangado a mi cintura y las piernas totalmente abiertas, con mis panties echadas a un lado de mi intimidad y esta escurriendo sus jugos, con una verga en mi mano y los senos casi a la vista, esperaron que las jóvenes desaparecieran a su regreso de los baños y de nuevo reanudaron sus caricias, pronto sentí que el otro joven de mi lado también me hacía agarrar su verga con la otra mano, solo me acariciaban y manoseaban, creo que eso era lo que mi marido les había propuesto, pero lo que yo quería era ser cogida, pero aparte que no me atrevía a pedirlo quizás mi marido no lo permitiría.

Mi marido me hizo poner de pie, tomándome de las manos me hizo girar recargándome en el respaldo del sillón, con las nalgas expuestas solo cubiertas por mi tanga, quedé de frente a al otro joven que se encontraba parado que pronto sacó mis pechos y se los llevó a la boca mordisqueando mis pezones mientras separaban mis piernas y mi marido y el otro me manoseaban mi sexo y mi culito, no pude evitar venirme en esos momentos, y mientras temblaba también jadeaba, me desplomé sobre mi marido y casi suplicando le dije: -sácame de aquí por favor-.

Algo les dijo y se retiraron, se acercó el mesero y le pidió la cuenta, antes de retirarse este también alargó las manos y me acarició las nalgas, alcanzó mis partes íntimas y sus dedos trataban de introducirse en mí, quizás por la posición que tenía encimada sobre mi marido, no le permitió mas y pronto se alejó, mi marido pagó y nos retiramos, al salir me pegó duro la bebida, ya que me sentí terriblemente mareada y no recuerdo como llegué a casa.

Al otro día me levanté tarde, con dolor de cabeza y lo peor terriblemente caliente al recordar lo sucedido y sencillamente por que no me habían satisfecho completamente, los juegos y fantasías de mi esposo habían llegado a un punto en el que habíamos traspasado una barrera nunca pensada. pensar en esto me hacía estar mas caliente, mi esposo me rehuía, quizás esperaba pelea o algo así, mientras no le dije nada no hizo comentario, hasta que tuvimos que hablar de eso, fue en una sesión de sexo en casa, cuando empezó a calentarme y decirme cosas, me decía putita, perrita, y cosas así y entonces le dije: -claro que soy tu putita, como en el antro ese, que me hiciste lo que deseaste-, al principio se turbó pero para pronto empezó a recordar lo sucedido.

-¿Qué sentiste mi vida, te gustó ser tratada como una putita?. Sus manos amasaban la desnudez de mis nalgas, introduciendo sus dedos en la canaleta de mis nalgas.

-Sus caricias y sus palabras solo me hacían gemir. –Te gustó que otras manos te manosearan, que tocaran tus pechos, que te amasaran las nalgas, que te dedearan?-. La calentura subió y mi calentura también.

-Sí, me gustó, pero por que estabas tú, al principio no quería, pero lograste excitarme y provocarme a que lo aceptara, no pensé en nada solo cerré los ojos y lo gocé-.

-Te veías bien puta, mi vida, el recordar tu posición, con las piernas abiertas, con unos dedos que no eran míos que te dedeaban, y con otras manos acariciar tus senos mientras gemías con los ojos cerradas y dos vergas en la mano, han hecho que me masturbe varias veces-.

-¿Te gustó verme de puta mi amor?, lo seré cuando lo desees, siempre y cuando no me conozcan-.

-Mi vida, ¿Qué hubieras hecho si te hubieran querido coger?-.

No sé, creo que lo hubiera aceptado, yo también he recordado esa situación y me caliento cuando lo recuerdo-.

-Si lo volvemos a intentar, ¿Te dejarías coger, serías de nuevo mi putita?-.

-Sí, seré tu putita, podrás hacerme lo que quieras y entregarme a quien quieras-. Para esto su verga ya estaba dentro de mí y me taladraba sin misericordia, nos venimos abundantemente y sin restricciones, fue la firma de un pacto que nos llevaría por caminos insospechados.

Mi esposo cambió de horario de trabajo, ahora trabajaba en el día, eso y mi nuevo horario, hizo que tuviera menos oportunidades de seguirle siendo infiel con los tres hombres de la vecindad, al menos por un tiempo, dos o tres veces me buscaron pero no se presentó la oportunidad y se quedaban con las ganas, así pasaron varios meses, a mi no me afectaba en nada, ocupada ahora en los nuevos juegos y fantasías de mi marido estaba satisfecha, en verdad amaba a mi marido, a pesar de la diferencia de edades, el también me amaba.

Con mi marido jugamos muchas fantasías, una de ellas era la de ir por las noches a buscarme al trabajo, hubo un periodo en que el director estuvo ausente y me encargó abrir y cerrar el lugar, tenía que llegar mas temprano e irme mas tarde, el iba a la salida a esperarme, me hacía desnudarme y que recorriera todo el lugar desnuda, el me buscaba en los lugares mas adecuados para hacer el amor, me lo hacía en el baño, en la bodega de limpieza, incluso una vez lo hicimos en el escritorio del director, hasta que algo preparó.

Esa noche me dijo que llevara ropa para cambiarme, ya que por mi trabajo tenía que vestir un uniforme conservador, el escogió la ropa y me la dio, me dijo que llegaría mas tarde, que cerrara, le diera las llaves y lo esperara cambiada, imaginándome una sesión placentera mi calentura me mantuvo excitada todo el tiempo en el trabajo, cuando al fin empezaron a salir, me esperé que nadie mas hubiera, fui a cambiarme, cuando vi la ropa mas me calenté, tenía que ponerme un baby doll negro que apenas me cubría las nalgas, tanga transparente del mismo color y no había puesto brassier, me dejé las zapatillas, me quedé viendo en el espejo pero como no apreciaba bien me dirigí a los pasillos en ellos había vidrios grandes que parecían espejos, me veía sensual, las zapatillas me daban una esencia mas presentable, oí que abrían la puerta de la entrada y me imaginé a mi marido llegar, no me moví y me quedé en ese lugar parada, sentí su presencia acercarse, cuando estuvo atrás de mi, sus manos fueron a mis caderas, recorrieron mis nalgas, piernas, sexo, y finalmente mis senos, al acercarse sentí su desnudez, estaba totalmente desnudo y su verga bien parada, besó mi nuca, sin dejar de acariciar mis senos, me pellizcaba los pezones, haciendo que mi calentura subiera mas, que mujer no se excita con un tratamiento de pellizcos en los pezones, mi vestimenta era un subir y bajar por todo mi cuerpo, sus manos vagaban por todas mis formas, hasta que una de ellas se posesionó de mi sexo, me tallaba por sobre la pequeña pieza transparente y delgada que la cubría, me llevó a una de las oficinas, y así como estaba sin desnudarme me recostó en el escritorio, me abrió las piernas y solo separando la pequeña ropa interior que portaba me introdujo su verga, esta entró con facilidad ya que me encontraba totalmente mojada, me empezó a coger a su antojo.

-Que rica te ves mi reina, como me gustaría pasearte así, que te vean lo hermosa que eres, que vean tus nalgas, tus lindas piernas, tus ricos pechos-.

-Sí mi vida- le contesté, -¿quieres que vean a tu putita así, casi desnuda?

-Sí perrita, que te vean, que se les antoje tu cuerpo, que te quieran coger.

-¿Quieres que me cojan mi vida?, no me digas eso, que me enardeces.

Me metió un dedo en el culo, a la vez que me cogía, -¿Te gustaría tener otra verga adentro mi amor?

Al hacer eso me hizo moverme con mas desesperación buscando el orgasmo, me encantaba que me dijera así de cosas, esas fantasías me hacían mar ardiente.

Me sacó la verga y dejó de cogerme,- No me la saques, termina mi vida.

-No te haré venir hoy putita-, me empezó a acariciar y pellizcar los pezones y puso su verga en mi cara, abrí la boca y lo dejé cogerme por ella,, estaba ardiendo, lo que quería era terminar en un orgasmo.

¿Quieres verga putita?, ¿Te quieres venir con una verga dentro?

-Sí, quiero que me sigas cogiendo.

-Pídemelo putita, pídeme que te coja, dime que quieres una verga.

-Cógeme papito, quiero una verga, méteme tu verga por favor.

-No, mi verga no te la meteré, pero te puedo traer otra verga que te haga terminar-, no dejaba de acariciar mis pechos y ahora también me tallaba mi sexo y yo me movía buscando su dedo que entrara pero el solo me lo tallaba sin introducírmelo.

-Ruégame por otra verga y te traeré otra verga que te coja putita-,

Yo solo decía que me la metiera, sin aceptar lo que me decía.

Me dejó de acariciar y de nuevo se puso entre mis piernas con su verga en la entrada de mi cosa, pero sin empujarla, se inclinó a besar mis senos y mordisquearlos, me mordió mi oreja y me susurró, -¿Quieres verga mi amor? ¿Quieres venirte con una verga?.

Yo me movía tratando de sentirlo mas y de que me poseyera, sin lograrlo, el siguió con sus palabras.

-Tu dime que sí mi vida y tendrás una verga dentro de ti, quiero verte hoy como te cogen putita, recuerda lo que hablamos, eres mi putita, y quiero que hoy lo seas mas, que otra verga se meta en tu cuerpo.

Decirme eso, hizo que más me calentara y casi gritando le dije: -Haz lo que quieras pero hazme venir papito.

El se enderezó y me dijo: -espera aquí mi vida solo prepárate-, y así desnudo como estaba se salió, esperé así recostada en el escritorio, con las piernas abiertas y mi baby doll totalmente descompuesto en mi cuerpo, mis senos fuera de el, mi braguita, por lo delgada y transparente totalmente mojada.

No duró mucho la espera y regresó, sin decirme nada se puso a un lado de mi y me besó, me mordía levemente los labios.

-Cierra los ojos mi vida, disfruta de lo que te tengo preparado, quiero que goces y quiero gozar yo también-.

Obedecí, y de pronto mis ojos fueron abarcados por una pañoleta, me vendó los ojos para que no viera nada, me pidió que abriera la boca y me metió su verga, el se encargó de meterla y sacarla, sentía que alguien bajaba mis braguita, unas manos extrañas lo hacían, el me susurraba: -así mamita, mámamela, sus manos me acariciaban los senos, pronto sentía que esa otra persona me ponía su verga en mi sexo y empezaba a meterla con lentitud, como disfrutando de la suavidad de mi interior, me tomó de las caderas y me la empujó toda, mamar la verga de mi marido y sentir en el interior de mi sexo otra me elevó la calentura, no pensé en nada mas sino solo en gozarlo, si eso quería mi marido eso haría, gozar como una puta.

Mis gemidos se intensificaron a la par de la mamada que le daba a mi marido, sentía como se tensaba y trataba de retardar su venida, el que me cogía lo hacía sin prisa, disfrutando de mi sexo.

-Así putita, siente otra verga, te gusta putita?, te gusta sentir otra verga dentro de ti?- me susurraba mi marido, no podía hacer otra cosa mas que gemir, y a sentir con la cabeza.

El que me cogía me levantó de los tobillos con las rodillas flexionadas y abriendo un poco mis piernas como para intensificar sus acometidas, mi marido me liberó la boca de las acometidas de su verga y solo se limitó a masturbarse al observar como otro hombre me cogía.

El ser cogida por alguien que ni idea tenía de quien podría ser me enardeció mas, me movía intensamente acoplándome a las embestidas del desconocido, este acomodó mis pantorrillas a sus hombros y sus manos buscaron mis pechos, me los estrujaba sin olvidar mis pezones, como me enardecía ese tratamiento que me daban a mis senos, era algo que no podía evitar ser tratada con fuerza y sin consideración me enardecía.

Voltee a buscar a mi esposo, este se encontraba a un lado, solo sentía su excitación ya que era manifiesta, sentía que jugaba con su verga en la mano y observando como su mujer era tratada como una puta, totalmente entregada a ese desconocido, recibiendo su verga en mis entrañas para deleitarlo a el, para cumplir sus fantasías, mi imaginación voló a don Sósimo, ese viejo que igual se deleitaba en ver como me cogía otro, no pude evitar sentirme mas ardiente al recordar situaciones similares, solo que ahora el que me observaba, el que disfrutaba viendo como era cogida, era mi esposo, al cual amaba mucho.

Pensar en esto, sentir a ese hombre dentro de mí e imaginar a mi esposo hizo que mi cuerpo temblara al ser recorrido desde el interior por una descarga de plenitud y placer transformado en un fuerte orgasmo, mi cuerpo se estremecía al sentir como una descarga en mi interior. Fue como si mi mente se desconectara de mi cuerpo, ya que este se convulsionaba al sentir mi orgasmo, pero mi mente quería seguir disfrutando de ese placer, una cosa era segura, no estaba satisfecha, quería más, a pesar del intenso orgasmo que experimentaba, era una mujer sedienta de placer y lujuria en ese momento, con mis manos apretaba de los brazos a este hombre como temiendo que dejara de darme placer.

Pero el seguía taladrando mi cuerpo, haciéndome sentir mas oleadas de placer y así logró arrancar de mi cuerpo un segundo orgasmo, todavía no me reponía de este cuando sentí que me la sacaba y pronto sentí su verga en mi cara, se masturbaba y estaba a punto de venirse, me decía que abriera la boca, lo cual lo pensé, pero antes de decidirme el se venía en mi cara, embarrándome con su semen.

Después de unos momentos en que trataba de reponerme, solo sentí que alguien se alejaba, cuando escuché la voz de mi marido: -Mi putita linda, que rica te ves así, bien cogida-. Su verga me la tallaba en la cara embarrada de semen, semen de otro y el se deleitaba en sentirla en su verga.

Me hizo incorporar y ponerme de espaldas a el, me recostó en el escritorio boca abajo, exponiendo mi trasero, como no había nada que se interpusiera colocó la punta de su verga en mi orificio trasero, lubricada su verga con el semen que tenía en la cara no le costó trabajo metérmela, sentir su verga en mi culito me hizo gritar y gemir, me cogió como quiso, era una muñeca de trapo en sus manos, se dedicó a darse placer, abriendo con sus manos mis nalgas para ver como su verga me taladraba, ser cogida por el culo me excitaba mucho, el pasó una de sus manos por el frente hasta alcanzar mi clítoris para estimularlo, al hacer esto me elevó a un tercer orgasmo, ya completamente desfallecida por esta tercera venida, lo sentí vaciarse en mi culo, se agitaba fuertemente y gimiendo me decía toda clase de palabras como: putita, perrita, toma mi verga, etc.

Cuando salimos de mi trabajo rayaba la media noche, estaba cansada y adolorida, coger en un escritorio no es tan cómodo, al menos después de terminar, en plena calentura no lo sientes pero luego sí, pero también estaba satisfecha, saber que mi marido le gustaba que otro me cogiera me hacía sentir mejor quizás en relación a la aventura que me traía con esos otros tres hombres.

Una vez en la calle el me atrajo y me dio un tierno beso, lo amaba y sé que el también, esto era parte de nuestro amor. Hacer cosas como esta ya sería algo complementario de nuestra relación.

El hecho de disfrutar como si fuera una nueva relación con mi marido me mantuvo indiferente a mis tres amantes, hacía varios meses que no disfrutaban de mi cuerpo, y el que disfrutó de la primera oportunidad fue el viejo dueño de la casa.

Ya casi para llegar a fin de año por ahí de noviembre a mi esposo lo mandaron a un curso lejos a una ciudad distante, estaría fuera por tres días, el viejo se enteró por el, y me buscó para hacerme una proposición, salir para disfrutar de juegos sexuales, cuando me lo propuso, al principio pensé en mandarlo a volar, quería deshacerme de ellos, pero conforme hablaba y me decía de cosas y me trataba de puta, volvió a aflorar la puta que llevaba dentro, y al final terminé aceptando y solo esperé que mi marido saliera para hacer los arreglos necesarios para quedar sola, mi hija no era ningún problema mi madre siempre me peleaba que se la dejara para dormir con ella, así que eso no fue obstáculo, coincidió que los otros dos hombres se encontraban de viaje visitando a sus familias y quedé a la disposición del viejo, no sabía que se traía entre manos, pero me excitaba echar a volar la imaginación sobre que me haría.

Igual que la vez anterior nos vimos en la parada de camiones, ya en camino me explicó lo que haríamos y me sorprendió su audacia, me dijo que iríamos a un lugar alejado, que mas bien era una congregación, que tenía que ir a un local donde trabajaría por ese día, que el encargado ya estaría enterado de que iría, ya que el ya había hablado con el dueño, me dio todas las instrucciones precisas.

Al llegar a la congregación me dijo que tomara un taxi, ya que debería de llegar sola, lo hice, di la dirección del lugar, al llegar me invadió un sudor frío y dudé un poco, no sabía que me esperaba, miedo a lo desconocido, a lo que sucedería, pero también cierta excitación por lo que me había dicho don Sósimo antes de dejarme sola: "Hoy serás una puta de verdad".

Al fin me animé y entré, el lugar no me agradó realmente, era un lugar semi oscuro, olía a cerveza, las mesas eran de madera sin manteles ni nada por el estilo, habían solo dos personas bebiendo que se me quedaron viendo, al fondo se encontraba la barra y una persona detrás de ella, que me imaginé sería el encargado, en una mesa a un lado de la barra pegada a la pared se encontraban dos mujeres.

Me presenté con el de la barra di el recado tal como me dijo el viejo, que iba de parte del dueño y esta persona me dijo que efectivamente había recibido instrucciones de recibirme.

Me dio las indicaciones de lo que serían mis obligaciones, lo que haría etc.

Una de ellas era atender las mesas, cosa que para hacerlo, el mas tarde dijo que repartía las mesas de acuerdo a las chicas que llegaban, otra era de que cuando me lo solicitaran tendría que sentarme en las mesas a compartir con los clientes, no era necesario que tuviera que beber cerveza, también podría ser refresco o jugo o copa, según me dijo como acordara con quien me invitara, había una bonificación por cada cerveza, refresco o copa que tomara y cosas por el estilo.

Me preguntó si traía ropa para cambiarme, a lo que le dije que sí y me indicó una sección en la que podía hacerlo y donde podría guardar mis cosas, me cambié y salí a efectuar mi trabajo, me había puesto una minifalda blanca, con una blusa roja de tirantes, bajo esta ropa, una minitanga del color de la falda y brassier de media copa. Al regresar al salón de las mesas ya había dos chicas mas, al cabo de una hora había cerca de 8 chicas en total mas yo, era un ir y venir de clientes, a pesar de lo feito del lugar llegaban muchos clientes, ya había empezado a atender gente, ayudada por instrucciones de algunas de ellas. Nos llamó el encargado y empezó a asignar mesas, me tocaron dos, las cuales tenía que estar al pendiente de servirlas, la mayoría de las chicas eran jóvenes, todas vestidas sugestivamente, algunas de ellas muy guapas y de buen cuerpo, sobre todo una de ellas, una chaparrita morenita, era muy solicitada en las mesas.

Así estuve platicando con algunas de ellas en una mesa y atendiendo las mesas que me correspondían y observando lo que sucedía a mi alrededor, era común los abrazos y los besos de los clientes con las chicas, hasta que llegó mi primer invitación a las mesas, era un grupo de cuatro hombres, comunes diría yo, me presenté como Rosa, ese sería mi nombre de batalla, algo que me explicaron las chicas, una debía tener otro nombre para los clientes, les dije que tomaría un jugo y aceptaron, nada fuera de lo común, preguntas de quien era, cuantos años tenía, de donde era, cuanto tiempo tenía ahí, etc. Conviví con ellos cerca de una hora, pagaron y se fueron, cuando me paré ya tenía otra invitación en otra mesa y así se fue el tiempo y casi anochecía, cuando me llamó un cliente de una mesa que se encontraba solo, me dijo que le acompañara pero quería que me tomara una copa, era un hombre grande como de 45 años, vestido correctamente y de buen hablar, me convenció y acepté.

Para pedir la segunda copa con el, me dijo que quería que pasáramos al reservado, no sabía de que me hablaba y le dije que preguntaría, el de la barra me explicó que era un apartado que se encontraba en la parte trasera del local, que ahí, ahí solo había una mesa con sillas, pero además me dijo que estaría a solas con quien fuera, y que se prestaba para que los clientes se aprovecharan de una, que normalmente iban ahí las chicas con quien ya habían hecho trato o tuvieran confianza, que tenía un costo extra las bonificaciones y que cualquier otro arreglo yo lo acordaba con el cliente, le pregunté sobre el cliente y me dijo que era tranquilo, que no daba problemas y muy generoso.

Acepté la propuesta del reservado y nos dirigimos hacia allá, este lugar era mas bien un apartado que hicieron del lugar, la única diferencia era que estaba una con los clientes a solas, una misma atendía la mesa, es decir cada que se pedía algo una iba por ello, el lugar tenía música de fondo, aire acondicionado, las mesas eran mejores, igual las sillas, más cómodas.

Bebí con el dos copas mas, pero para eso ya su brazo de el estaba sobre mi espalda, tallaba mis hombros con su palma, con su otra mano agarraba mi otra mano, se platicaba de cosas triviales, buscaba mi cara con la suya, hasta que sus labios rozaron los míos, al ver que no le hacía gestos, se relajó y se acercaba mas a mi, ya sus manos empezaron a buscar zonas mas agradables, una de ellas ya estaba en mis piernas, y la otra ya abarcaba uno de mis senos por encima de la blusa, buscó mi boca y acepté un beso mas prolongado, su mano dejó mis piernas y subió a mis hombros bajando los tirantes de mi blusa, eso hizo que mis senos quedaran descubiertos, lo cual aprovechó para acariciarlos a su antojo y tallar mis pezones, su boca buscó a estos, le dejé hacerlo, me estaba excitando, no necesité de mucho para calentarme, buscó mis piernas para acariciarme y subir sus manos a mi entrepierna, me acarició por encima de mi tanguita, poniéndome mas ardiente.

Pasó el rato haciendo esto, pero solo me acariciaba, de ahí no pasó, yo le dejé hacer lo que quiso, me dijo que quería venir otro día exclusivamente a buscarme y salir a otro lado, le dije que cuando quisiera, cuando se fue yo ya estaba prendida, me dejó una buena propina, era mi primer pago como puta, no pude evitar una sensación de vergüenza, eso era en esos momentos una puta y nada más.

Continué realizando mi "trabajo", el problema era que ya había bebido y me tomé otras copas más con otros clientes, ya era de noche, cuando el ambiente se encontraba en su punto, me llamaron en otra mesa, mi sorpresa era que en esta se encontraba don Sósimo, como un cliente más acompañado de tres hombres mas.

Me invitaron a sentar, pedí otra copa, el viejo me atrajo hacia el, me jalaba y abrazaba, sus compañeros decían flores a mi cuerpo y belleza, de momento el viejo pidió el reservado, de nuevo me dirigí a la barra a solicitarlo, el encargado sonrió y me dijo: -caray niña, tan seriecita que te ves- solo sonreí, estaba mas relajada, la bebida me hacía ponerme así, estaba algo ansiosa, imaginarme con don Sósimo y acompañada de tres hombres me hacía imaginarme lo que podría pasar.

Para pasar al reservado ellos pidieron una botella de licor, pasamos atrás al lugar, metimos otra mesa y otras sillas, ya dentro don Sósimo me acaparó, me abrazaba, y besaba, sus compañeros hacían bromas a el y a mí, ya mas en confianza pidieron que también les diera un beso -ya que de ver se antoja- dijeron.

Me paré y les fui dando un beso a cada uno, estaba desinhibida, al pasar por cada uno de ellos, ya sea que me abrazaban, o jalaban, uno de ellos me acarició el trasero al besarlo, al sentarme don Sósimo reclamó también su beso pero que me parara, lo hice y me acerqué a besarlo me jaló hacia el y una de sus manos se deslizó por la parte posterior de mis piernas bajo la mini falda hasta llegar a mis nalgas, hacerlo dio lugar a que los demás se alborotaran, seguimos conviviendo, las copas seguían.

Ya encarrerado en sus manoseos don Sósimo me susurró al oído: -ve al baño y quítate el brassier putita-.

Sonreí y obedecí, me dirigí a los baños a hacer lo que decía, al regresar fue notorio ya que los ojos de los hombres enseguida fueron a los pezones marcados en la tela de la blusa, me senté de nuevo y el viejo empezó a presumir de lo que tenía al lado.

-Como ven a esta hermosura compañeros, si o no está buenísima, miren que lindos pechos-, al decir esto sus manos sopesaban mis pechos.

Ellos asentían y pedían ver mas, uno de ellos dijo que los dejara ver al natural, al decir esto don Sósimo empezó a bajar los tirantes de mi blusa, resbalaron por mis hombros con lentitud, disfrutando el viejo de lo que hacía, tomando la blusa por el frente la empezó deslizar por el frente descubriendo poco a poco mis pechos, estos se fueron asomando en su plenitud, majestuosos, firmes, grandes, y con los pezones totalmente erectos por la excitación.

Ellos festejaron al verlos, decidí seguir en mi papel de puta, me subí la blusa y les dije: -ya basta, si quieren ver más tendrán que pagar-.

Ellos festejaron y uno de ellos sacando dos billetes de alta denominación y poniéndolo en la mesa dijo: -esto por que dejes tus pechos desnudos, y lo que salga-, sin pensar mucho yo misma bajé mi blusa y dejé mis pechos al aire, lo festejaron con un salud, y así con los senos a la vista seguí conviviendo con ellos.

El viejo y el otro que estaba a mi lado no dejaban de abrazarme y acariciarme los senos, sentí un pie desnudo por mis rodillas, el de enfrente trataba de meterla entre mis piernas, lo dejé hacer y pronto su pie descalzo alcanzó mi entrepierna, el que estaba al lado mío, se dio cuenta y con una de sus manos hizo separar mis piernas, mis ojos fueron hacia ese lugar íntimo invadido, ver como un pie oprimía mi sexo y como era observada por el otro me hizo cerrar los ojos, no pude evitar un estremecimiento y un gemido salió de mi boca, fue el detonante de lo que siguió, pronto estaba rodeada de los cuatro y ocho manos recorrían mi cuerpo principalmente mis pechos, ya que me encontraba sentada, una mano me invitó a parar, mi blusa voló igual que mi falda, solo quedé con mi tanga, retiraron de las mesas todo lo que había y me recostaron en ella con las piernas colgando y abiertas, una boca se apoderó de mi sexo por sobre mi prenda interior, mientras mis pechos eran estrujados y una boca me las besaba y mordisqueaba mis pezones, para pronto una verga ya buscaba mi boca, me la introdujeron y me dejé hacer, siguiendo los instintos de mi cuerpo ardiente por naturaleza, que se encontraba completamente entregado al placer de estos hombres.

Mientras mi boca satisfacía a uno de ellos, pronto otra verga invadía mi intimidad entre mis piernas, solo me había hecho a un lado la tanguita para cogerme, mi cuerpo era tratado sin consideración, me taladraban, buscando solamente su satisfacción, solo gemía tratando de acoplar mi cuerpo a los embates de ellos, se turnaban para ocupar mi sexo y mi boca y someter mis pechos a su antojo, me hicieron venir antes de que el primero de ellos se derramara en mi, ellos usaban condón para cogerme y para ocupar mi boca se lo quitaban.

Mi boca fue la primera que recibió el jugo del primero de ellos, no me dieron tiempo de sacármela, la tuve que recibir en ella y después escupirla, me talló su verga batida en la cara.

No sé cuanto tiempo me tuvieron a su antojo, pero sí que fui tratada como una verdadera puta, se satisficieron, me satisficieron, siguieron tomando mientras yo me reponía, me sentía como una verdadera puta, estaba desnuda, solo con mi tanga, que nunca me la sacaron, toda embarrada de semen, me limpié lo mejor que pude, me vestí y fui a los baños a terminar de asearme. Regresé al reservado, todavía me esperaban, pidieron la cuenta, pagaron, el viejo se atrevió todavía a meter entre mis pechos unos billetes, -te lo ganaste putita, sabes hacer tu trabajo-

Salí con el dinero que había ganado en ese rato, me sentía mareada, fui a la barra a reportarme, le comenté al encargado que me sentía un poco mal y me dijo que me descansara un momento, me dijo que me daría una hora para reponerme, le encargó la barra a una de las muchachas y me llevó a donde podría descansar, me llevó a la parte trasera del local a un cuarto que había, en el había una cama y muchos cartones de cerveza, mas bien parecía una bodega que un cuarto, me tomó de la cintura y me dijo que ahí podía descansar, que eso no lo hacía con las demás chicas pero que conmigo haría una excepción.

Me recosté en la cama y cerré los ojos, caí en un sopor, me dormí, sentí manos que recorrían mi cuerpo y trataba de abrir los ojos y no podía, sentía mis pechos que me los apretaban y besaban, que mi trasero era acariciado, sentí cuando algo se introducía en mi, logré semi abrir los ojos para darme cuenta que alguien se encontraba encima mío, me había penetrado con su verga y me tallaba con ella mi interior.

Mi calentura afloró de nuevo y lo dejé hacer, pude ver que se trataba del encargado, se encontraba vestido, solo se había bajado los pantalones y se había sacado la verga para cogerme, mi falda estaba arremangada a mis caderas, mi blusa igual hacia abajo con los pechos de fuera, me había corrido mi tanguita de hilo dental, ya que no presentaba ningún obstáculo para la penetración, me cogió a su antojo, aprovechó mi estado para satisfacerse, sentí sus espasmos al venirse, pero no sentí ningún líquido en mi interior, había usado condón.

Al terminar, me acomodó lo mejor que pudo la ropa, y salió, descansé otro rato hasta que me hablaron, eran cerca de las diez de la noche, había que atender otros clientes, cerraban hasta la media noche.

Lo demás fue solo atender, conviví en algunas mesas mas pero ya sin tomar licor, no me entraba ya nada, pasada ya la media noche, recibimos instrucciones de levantar ya las sillas, había que subir las sillas a las mesas, se pagaron las cuentas de los últimos clientes y el encargado empezó a pagar las bonificaciones que nos habíamos ganado y poco a poco se retiraron las chicas, a mi me retuvo hasta lo último, me pagó lo que me correspondía, y platicando un poco me comentó que yo no era de estas chicas que trabajaban como un oficio mas, me preguntó que por qué había ido.

-Solo es satisfacción de alguien corazón- le contesté, platicamos un rato de buena manera, me dijo que cuando quisiera volver podía hacerlo, que no sería necesario tratarlo con el dueño, que el gustoso me recibiría.

Le dije que si regresaba sería por que yo quería, que me gustaría regresar, pero por mi cuenta, satisfaciendo a mi misma.

Como despedida me besó y manoseó mis nalgas y me dijo también que si quería podía ponerme en contacto con el y que el conocía gente que en ocasiones buscaban alguna chica así como yo linda, joven y sobre todo caliente, me dio el número de su celular por si me animaba.

Cuando salí, un coche esperaba enfrente, era un taxi y dentro el viejo, que me esperaba para llevarme a casa, llegué de madrugada a casa, al contar el dinero que había obtenido, me di cuenta que en un día había obtenido lo que ganaba en una quincena, me dormí pensando en la experiencia vivida, sentía un cosquilleo, y muy dentro de mi pensaba que regresaría, pero sola, sin que nadie se enterara, viviría mi fantasía y nada mas.

Esa faceta en mi vida, fue la que detonó la puta que llevaba dentro, ya no era solo una fantasía de ser una puta, ya me había convertido en una puta que cobró por lo que hacía y que además le gustaba y lo disfrutaba. Este viejo lo había logrado, hacerme una puta de verdad.

Era innegable la influencia sexual que tenía el sobre mí, solo era cuestión de que me hablara de sus ansias y decirme que era su puta para convencerme, pero sobre todo para calentarme, en realidad era eso, que yo era una mujer que había encontrado su interior sexual verdadero, una mujer caliente que le gustaba el sexo, y que lo gozaba, estaba embarcada ya en una espiral de satisfacción que había ya incluido a varios hombres, varias vergas que habían probado ya mis partes mas íntimas, mi boca, mi sexo y mi culito, nunca poco mas de un año antes había pensado en semejante situación, y acosos no me habían faltado, muchos hombres se me habían insinuados, desde desconocidos hasta uno que otro familiar, pero ahora era diferente, pero trataba de mantener todo en secreto, sabía que estos 3 hombres eran discretos, lo que había hecho con el viejo había sido en otro lugar, con desconocidos, que nunca volví a ver, y lo de mi marido era aparte, eso el lo había preparado y le había cumplido, era su puta.

Seguiría siendo la puta de ellos 4, pero sobre todo seguiría siendo la esposa decente, la mujer respetada, la mamá amorosa, era algo que no cualquiera logra, pero llegado el momento sería de nuevo una putita.