Señora de día... de noche (2)

Hilda, esa mujer recatada, profesionista, casada, madre de una hija del hombre que amaba, nos cuenta mas de la mujer que dejó de ser todo eso y se transformaba en las manos de otros en una mujer caliente, hambrienta sexual, en una puta a la disposición de sus apetitos sexuales y fantasías.

Hilda, esa mujer recatada, profesionista, casada, madre de una hija del hombre que amaba, nos cuenta mas de la mujer que dejó de ser todo eso y se transformaba en las manos de otros en una mujer caliente, hambrienta sexual, en una puta a la disposición de sus apetitos sexuales y fantasías.

Algunas situaciones en nuestras vidas las manejamos a nuestro antojo, a nuestra conveniencia, pero a veces hay cosas que nunca imaginamos y que nunca pensamos que haríamos, pero que una vez llegado el momento no podemos sustraernos a esa sensación, lo negamos y nos oponemos pero dócilmente nos dejamos llevar por esas sensaciones. Nuestra mente dice no, pero nuestro cuerpo dice sí.

Esa era mi nueva situación, pasado el sobresalto y ensimismada en mis asuntos y mi familia, nada perturbaba mi mente, pero llegado el momento no supe decir no.

Fueron dos años los que vivimos en ese departamento, y en esos dos años esos tres hombres me hicieron su puta, aun ahora recuerdo todo y me asombra haber vivido esa situación sin que nada saliera a luz, sin que nadie se diera cuenta, me hicieron suya cuantas veces quisieron, muchas veces los rechacé pero cuando encontraban la situación se aprovechaban de mí y yo me entregaba, me admiró su discreción, ante todos se comportaban muy bien y me trataban con respeto, nunca hubo una insinuación ni abuso delante de mi marido, guardaban sus distancias, pero cuando estaban a solas conmigo, no hubo nada que no intentaran para satisfacerse y satisfacerme, con los vecinos nunca estuve con alguno de los dos a solas, siempre que estuve fue con los dos, me hacían el amor los dos, pero con el dueño era diferente, ese viejo me hacía lo que quería el solo y algunas cosas mas, como fue entregarme a otros hombres.

Sucedió una noche, como un mes después de lo sucedido en la madrugada del año nuevo, serían las 10 mas o menos, estaba en mi casa, acostando a mi niña, ya para dormir, yo vestía una bata, que sin ser corta ni transparente, se moldeaba muy bien a mi cuerpo, resaltaba mis nalgas y marcaba las líneas de mi braguita, mis pechos se acomodaban muy bien, mis pezones sin necesidad de estar excitados, se notaban y marcaban en ella, recosté a mi niña y al oír que tocaban suavemente, la dejé diciéndole que ya durmiera y fui a ver de quien se trataba.

Eran mis dos vecinos que vivían solos, al abrir no pude evitar un sobresaltamiento, recordar lo vivido con ellos me hizo sentir algo que estaba queriendo olvidar.

-Buenas noches vecinita, le traemos un obsequio-, era un ramo de flores.

-Gracias, pero creo que no puedo aceptarlo, no sería correcto-, contesté y manteniendo la puerta semi cerrada evitaba que me vieran completamente.

-Vamos vecinita, acéptelas como una prueba de la admiración que sentimos por usted-, diciendo esto empujó suavemente la puerta con el ramo, para ofrecérmelo, a lo que me opuse manteniendo uno de mis pies tras la puerta para evitar que se abriera mas, y tratando de ocultar mi cuerpo tras de ella.

-No, por favor retírense mi hija está durmiéndose y mi marido puede llegar en cualquier momento.

-Sabe bien que el llega después de la media noche, vecinita, bueno salga un momento, ¿por qué no platicamos un poco acá fuera?, solo será un momento.

-No, ya le dije que no, y haciendo un poco más de fuerza cerré la puerta.

Ellos lejos de aceptar la negativa, me hablaron ahora por la ventana, que se encontraba abierta y daba al pequeño lavado que se encontraba fuera.

-Vamos, platiquemos un poco vecinita, queremos decirlo lo hermosa que se ve últimamente, que el solo verla nos hace sentir los seres mas afortunados del planeta, por haber tenido la dicha de tenerla en nuestros brazos-, oír esto me hizo sentir un calorcito que no había sentido desde se día en que me tuvieron a su disposición.

Al sentir que enmudecía les hizo ser más audaces.

-Queremos ver de nuevo su cuerpo, sentir esos pezones que se notan en su ropa, saborear su cuerpo, palpar sus nalgas, siempre tan hermosas-, yo continuaba enmudecida y no les contesté.

-Por favor vecinita, salga un momento, mire lo que tengo en las manos-, yo no levanté la cara pero me imaginé a que se refería, sin desearlo mis pezones se endurecieron, pero queriendo ser terminante les dije:

-Por favor váyanse, ya no me molesten, eso no debió haber pasado y respeten mi decisión-, mas que pedir casi suplicaba, pero sin convicción, sin fuerzas, casi en un susurro.

-Si sale tantito, le prometemos que la dejamos en paz-, ellos notaban mi debilidad y sabían que era cuestión de insistir y obtendrían lo que deseaban.

-No, por favor retírense, no saldré, déjenme en paz-, había cierta turbación en mi negativa, quizás a la vez deseaba lo que sucedería.

-Está bien, solo acepte nuestro regalo para que vea que estamos en la mejor disposición de ser solo buenos vecinos, abra para que se lo entreguemos y nos despidamos-.

-No, váyanse ya les dije-.

Insistieron a que aceptara y fueron persuasivos en eso y acepté que lo dejaran enfrente de la puerta y yo lo metería. Aceptaron diciendo que ahí lo dejarían y se fueron.

Esperé varios minutos para abrir y recoger su regalo, pero en el fondo estaba segura que no se habrían ido, que estarían ahí esperando una oportunidad de entra o de hacer que yo saliera, y aún así abrí, ellos estaban enfrente de la puerta con las flores en las manos, no intentaron nada, solo me la ofrecían, yo acepté y abrí la puerta y tome su regalo, al recibirlo me rozaron las manos de Andrés el mas grande de los dos, y el que había estado convenciéndome, no pude evitar un estremecimiento al sentirlo.

-Gracias-, murmuré, no había ningún impedimento ahora, la puerta estaba libre, mis manos ocupadas, y ellos enfrente. Andrés dio el primer paso, avanzó al interior y tomando de nuevo el regalo me dejó libre las manos, se dirigió a el comedor y las puso ahí, Rubén le siguió pero el fue hacia mí y abrazándome puso sus manos en mis nalgas, todo esto sin que yo atinara a decir nada.

-Mamacita, que ricas nalgas tienes, como las admiro cuando caminas-, me empezó a decir al momento de apretar y manosear mis nalgas.

Pronto Andrés cerró la puerta y acercándose empezó a manosearme también.

-No por favor, mi hija está a punto de dormirse todavía, váyanse, ustedes me lo prometieron-, mientras decía esto ya mi bata estaba a mi cintura y sus manos amasaban la desnudez de mis nalgas provistas tan solo de una pequeña tanga.

-Solo un momento mamita, también tu lo deseas-, me decía Andrés, al momento de pellizcar mis pezones por encima de la bata, dándose cuenta de la dureza de ellos.

-No, mi hijita, vayamos fuera, allá estaremos mejor, no se vaya a despertar.

-No creo mamacita, además te pedimos que salieras y no quisiste, ahora será aquí dentro, de nuevo serás nuestra, te hemos extrañado-, sus manos de los dos no dejaban de recorrer mis formas, mientras Rubén besaba mis senos, ahora, Andrés buscaba mi entrepierna, yo solo separé las piernas, dejándole hacer, su mano encontró mi sexo ya humedecido, signo inequívoco de la entrega ya de mi cuerpo.

-Te diremos algo muñeca, nunca te buscaremos problemas con tu marido, cuando podamos estar contigo como ahora lo haremos, pero nunca te acosaremos mas de la cuenta, solo queríamos que nos aceptaras y que en adelante seas más accesible, verás que pasarás ratos muy agradable, te saciaremos y nos saciarás, tienes dos vergas a tu disposición-, mientras Andrés me decía esto me deslizaba mis tanga con sus manos, lentamente disfrutando mis carnes, Rubén tampoco perdía el tiempo y bajaba los tirante de la bata por los lados de mis hombros descubriendo mis pechos ya excitados.

Andrés, levantándome, me sentó en la mesa del comedor y ahí sentada con la piernas abiertas, la bata en mi cintura completamente y los pechos desnudos al aire me empezaron a acariciar a su antojo, mi vista la llevaba continuamente a la entrada del dormitorio, pero no pasaba nada, mi hija ya estaría dormida mientras su madre se comportaba como una perra, una hembra en celo que se dejaba hacer por dos hombre a la vez, dos hombres ávidos de su cuerpo, de su sexo, que solo buscaban satisfacer sus deseos sexuales, por que eso era solamente, deseo, gozar de mi cuerpo, de mi boca, mamar mis pechos, chupar mis pezones, amasar mis nalgas, y sobre todo deseaban meter sus vergas en mi cuerpo, y yo lo permitía, les dejaba hacer eso.

Lentamente me hicieron recostar en la mesa, mientras Andrés ponía su boca en mi sexo, Rubén con la verga ya de fuera y los pantalones abajo, esperaba que me introdujera su verga en la boca, solo la abrí y el hizo el resto, me introdujo su verga en la boca y empezó prácticamente a cogerme por la boca, entraba y salía de ella sin resistencia de mi parte, mas bien lo disfrutaba, a esas alturas Andrés ya me tenía a las puertas del orgasmo con su lengua, me abría lo mas que podía de las piernas para lamer a gusto el coño que estaba a su disposición, chorreando mis jugos y el absorbiéndolos, dejó de lamerme, sabía lo que venía y abrí mas las piernas, sentí cuando puso la punta de su verga en mi entrada y me la metió de un solo golpe, creo que ya sabía que eso era lo que me gustaba que me lo hicieran sin consideración, que lo que mas me saciaba era ser tratada como una puta, tomándome de las piernas y alzándomelas me cogía desenfrenadamente, con fuerza, el hecho de comportarme como una puta, como una perra en celo, con toda la calentura siendo saciada me hacía ser mas desinhibida, mi cuerpo era agitado por esos dos hombres que me cogían uno por el coño y el otro por la boca, era agitada a su antojo, mis nalgas resbalaban en un ir y venir por la mesa por la cogida que me daba Andrés y mi cabeza recibía el mismo trato por el otro, eso hacía que mis pechos se bambolearan sin control y me los acariciaba yo misma.

Se intercambiaron posiciones y siguieron dándome duro, no sé cuanto tiempo estuvieron cogiéndome, pero me hicieron venir dos veces antes de venirse el primero que fue Rubén, que en esos momentos me tenía ensartada por detrás, recostada boca abajo en la mesa y con las nalgas al aire recibiendo su verga, en esos momentos Andrés solo nos veía acariciándose su verga y esperando su turno, una vez acabado Rubén y haberse retirado, tomó su turno de nuevo Andrés, pero esta vez apuntando hacia mi culo empezó a meterla lentamente, empecé a morder mis labios para evitar gritar del dolor ya que su verga era mas grande de lo que me había metido por ahí alguna vez, con un poco de esfuerzo logró meterla toda y al ver mis gestos y movimientos de dolor, se quedó quieto, esperando que me acostumbrara, una vez ya seguro de lo que hacía empezó su metisaca taladrando mi culito, yo me aferraba de la mesa y entre que gritaba y gemía, me costaba aclimatarme a su verga, apoyándome con las manos de la mesa me incorporé y alzando mas mis nalgas traté de encontrar mejor posición para que me doliera menos, eso fue aprovechado por el para encimarse en mí y apoderarse con una mano de mi clítoris y con la otra de mis pechos, con ese tratamiento empecé a calentarme de nuevo y se me olvidó el dolor para dar paso al placer, me empecé a agitar y a mover mis nalgas y caderas para hacer mas placentera la cogida que me daba, en un momento de lucidez pude ver por los cristales del trinchador mi situación, casi de pie, apoyada en la mesa, con la bata totalmente enrollada en la cintura y con un hombre atrás de mí cogiéndome por el culo, me dio mucha lujuria verme así, toda una puta que sin restricciones entregaba su cuerpo al placer desenfrenado de esos hombres, era una perra sedienta de placer, me quedé viéndome así y en ese momento me empecé a venir de nuevo, por tercera vez mi cuerpo se agitó y gemí apretando los labios para no gritar, sentí que como el se venía también, llenándome de leche mis entrañas, me desmadejé en la mesa y el encima mío, tardamos en reponernos, sentí un gran alivio al separarse el de mí, sacó su verga ya flácida de mi agujerito, sentía que me escurría por mis piernas los restos de su venida, no hice movimientos y seguí en esa posición hasta reponerme.

Una vez repuesta me incorporé, ellos no se habían ido todavía, con la vista baja y sin atreverme a verlos, les pedí que se fueran, ellos se acercaron y acariciándome me dieron ambos un beso.

-Gracias vecinita, por este rato especial, eres una mujer caliente, no lo puedes negar, con nosotros serás siempre una puta cuando cojamos, en la calle te respetaremos como lo que eres, una dama-. Dijo uno de ellos.

Yo no respondí, y esperé que se fueran, una vez a solas no pude evitar caer en llanto, me sentía lastimada, usada, no era eso el panorama que tenía de disfrutar el sexo, nunca hubiera pensado que caería así, como una vulgar puta para ser usada por ellos cuando quisieran, sabía que eso sería el principio de una vida de su satisfacción sexual, de sus antojos, que estaría a su disposición cuando se les antojara, que sería su puta privada, lo peor era que lo disfrutaba, que me hacían disfrutar, gemir de placer, que habían ya logrado por segunda vez en poco tiempo venirme hasta tres veces en una sola sesión de sexo, aún lloriqueando me fui a bañar, a tratar de limpiar si en algo se podía las huellas de infidelidad, y esperar a que llegara mi esposo, que se encontraba trabajando mientras creía que su mujercita se encontraba en su casa descansando para esperarlo, si el se imaginara.

Después de eso hacerlo con los dos al mismo tiempo fue algo ya que hasta yo misma esperaba, lo hacíamos en el zaguán del depar, en mi depar. En el lavado inclusive, solo cuidando que no hubiera nadie en los demás cuartos o ya muy tarde cuando todos dormían. En una ocasión me llevaron a un motel por toda una noche, ya que mi esposo salió de viaje por una día completo, mi hija se quedó con mi madre y yo con dos machos que me hicieron lo que quisieron, esa vez me hicieron beber, bueno bebimos, y ya media borracha nada les negué hasta hacerlo al aire libre, sobre el toldo de su vieja camioneta, totalmente desnuda y gritando sin reprimirme.

Para esa ocasión ya sabían por que yo les dije, que mi esposo saldría de viaje y de común acuerdo quedamos de vernos en la noche al salir de un turno de noche que había agarrado para ayudar en los gastos de la casa, primero me llevaron a un discreto bar, en el cual por lo alejado de la ciudad no me importó exhibirme con ellos dos, en esa ocasión como recién había salido de trabajar mi ropas era algo formal, una falda azul marino poquito arriba de la rodilla, blusa blanca de botones, zapatillas cerradas negras, pelo recogido, con lentes, ya que eran necesarios para mí, totalmente discreta.

Bebimos algo, y ya para media noche yo me encontraba alegre y desinhibida, igual bailaba con cualquiera de ellos o con los dos al mismo tiempo, ellos no tenían prisa, sabían que disponían de toda la noche pero sobre todo que disponían de mi, de mi tiempo, de mi cuerpo. Para salir o entrar de ese bar había que atravesar un patio grande que a la vez hacía de estacionamiento, cuando nos retiramos del lugar, ya estaba casi a solas el patio ese, la vieja camioneta que ellos utilizaban se encontraba al fondo de ese patio, en el trayecto del local a la camioneta me fueron abrazando, besando y sobre todo toqueteándome por las nalgas, yo igual les correspondía a los dos y les dejaba hacerme, el vigilante solo observaba lo que hacíamos, quizás acostumbrado a esos espectáculos, quizás para el solo era una de tantas putitas que llegaban por ahí con algún cliente.

Antes de subirme a la camioneta entre los dos me abrazaron y me subían la falda para acariciarme mejor, mi blusa la abrieron para tratar de acariciar mejor mis senos, total que ya una vez arriba de ella en medio de los dos, yo me encontraba con la falda totalmente arremangada y con la blusa abierta exponiendo mis pechos todavía calzados con mi brassier, camino a un motel se desviaron en un camino de terracería y en lugar oscuro, me bajaron y entre los dos me desnudaron completamente, una vez desnuda solamente calzado con mis zapatillas, me empezaron a besar y manosear, sus manos palpaban todo mi cuerpo, sus dedos entraban y salían de mi entrepierna, totalmente excitada y entregada a ellos, jadeaba y respondía a sus caricias y besos, me levantaron y poniendo una frazada que traían, sobre el cofre de la camioneta, me tendieron sobre ella, con las piernas totalmente abiertas, mientras Rubén me lamía mi sexo , Andrés me besaba y amasaba mis senos, sentí cuando Rubén puso su verga en mi entrada, me ensartó de un empujón, tomó mis piernas y me hizo abrazarle con ellas, me afianzó por las caderas y me empezó a coger, yo me agitaba y gemía sin restricción, mientras Andrés me besaba con avidez los pechos, se intercambiaron una y otra vez para poseerme los dos, me hicieron venir pero ellos no lo hicieron, solo me limaban y saboreaban de mi sin prisas.

Después de venirme, así desnuda como estaba me subieron subirme a la camioneta y entonces si me llevaron a un motel, una vez ahí, subimos al cuarto, ya dentro volvieron a abalanzarse a mí, y de nuevo a cachondearme y calentarme, me llevaron al baño y en la ducha me poseyeron de nuevo, hicieron que se la mamara a cada uno de ellos y mientras, el otro me cogía por detrás, me sacaron del baño y me llevaron a la cama, pero antes de caer en ella Andrés me abrazó y levantándome por las nalgas buscó penetrarme así parado, le ayudé enlazando mis piernas en sus caderas y buscando su verga con mi mano y me la puse en la entrada de mi rajadita, el me bajó lentamente, hasta quedar ensartada completamente, empezó a subir y bajarme en su verga ayudado por mí que colgada a su cuello hacía mi parte, de repente sentí a Rubén que buscaba mi hoyito posterior, así como me tenía el otro, que al ver lo que trataba su amigo se detuvo un poco, pronto sentí como me empezaba a taladrar Rubén por el culito, en un momento dos vergas estaban dentro de mí, así parados me tenían ensartada, a su antojo, me empezaron a maniobrar entre los dos a su antojo, me subían y bajaban penetrándome con sus vergas, yo me agitaba, con los ojos cerrados y gimiendo sin parar, después de un rato se cansaron creo, y me llevaron a la cama así ensartada entre los dos, nos acostamos de lado los tres y me siguieron cogiendo entre los dos, intercambiaron posiciones y ahora, Rubén me cogía por delante y Andrés por el culo, me vine abundantemente de nuevo y ellos me seguían dando verga, aguantaron un buen de tiempo dentro de mí hasta que se vinieron los dos, primero Andrés en mi culito y posteriormente Rubén se puso detrás mío y me siguió cogiendo, hasta venirse también en mi culito.

Cuando desperté, ya era de día, me apresuré a ir al baño a hacer mis necesidades, me di un ligero baño, cuando salí del baño ya me esperaban despiertos, con su mano jugaban sus vergas, me llamaron a la cama y les obedecí, Andrés me jaló de la cabeza e hizo que le mamara la verga, mientras Rubén me empezó a besar las nalgas y las piernas mientras sus manos recorrían mis pechos y mis piernas, buscó mi sexo con su boca, así como estaba por detrás de mí, yo abrí las piernas alzando una de ellas ya que me encontraba de lado, me lamió haciendo que me excitara y lubricara rápidamente, para pronto su verga estaba dentro de mí, y mientras mamaba la verga de uno el otro me penetraba por detrás, me volvieron a coger entre los dos hasta que se hartaron, me hicieron mamársela a los dos, me cogieron por delante y por detrás, me saciaron y se saciaron de mi cuerpo, fue una noche y parte del día de sexo desenfrenado, no hubo nada que no probaron, por que prácticamente fui su juguete, se saciaron con mi cuerpo, con mi sexo, con mi boca y mi culo.

Cuando me regresaron a casa, ya casi era mediodía, primero llegué yo a casa y después ellos, me asee y cambié para ir por mi hija, aparentar que nada pasaba, si mi familia supiera la clase de mujer en la que me convertía, la puta que llevaba dentro y que explotaba en cuanto era provocada, pero eso era lo que hacía mas excitante la situación.

Coger con ellos siempre fue hacer de todo, ellos no dejaban de intentar y probar todo con mi cuerpo, no había hueco que no probaran, estar ensartada por los dos al mismo tiempo era lo que mas me excitada y llenaba, cuando menos una vez por semana me entregaba a ellos.

Con don Sósimo fue algo diferente, el no me buscaba seguido, ya sea por su edad o por que su esposa no le daba el espacio que quisiera, pero las veces que lo hice con el fue algo realmente rico. Su fantasía de el era que yo era su puta, me trataba como tal, hacía que cuando estuviera con el me vistiera como eso, como una puta, inclusive me llevó a un antro y me hizo ser una puta.

La siguiente vez que el me buscó después de haber estado con los tres ese fin de año, fue como a los dos meses, yo ya había estado con los otros unas tres veces, me visitó con el fin de cobrar la renta, normalmente mi esposo era el que pagaba, lo hacía personalmente a el o a su señora pero esa vez se había retrasado ya varios días y no lo había hecho y eso fue lo que motivó su visita, de eso solo me recordó el compromiso del pago, pero nada mas, solo que ya dentro de la casa se acercó a mí y me tomó por la cintura y me besó, no lo rechacé y se sintió mas confiado.

-¿Cómo está mi putita?-, me susurró al oído, mientras su mano bajaba de mi cintura a mis protuberancias traseras y me las acariciaba.

-Como me encantan tus calzoncitos putita, me excito cuando los veo tendidos al secarse, ¿Sabías qué tengo uno de tus vellos púbicos guardados, los retiré de una de tus braguitas, estaba atorado en ellos. Su mano no dejaba de acariciar mis nalgas y su otra mano ya estaba sobre mis senos, buscando mis pezones.

Notó mi respiración agitada, yo no contestaba pero tampoco le rechazaba, le dejaba hacerme y decirme, me excitaba sus palabras, no sé por que pero de el eso era lo que me excitaba, lo que me decía, que me tratara como una puta. Su mano ya estaba dentro de mi blusa, acariciando mis senos debajo del brassier, pellizcaba mis pezones.

-Ya estás caliente putita, tus pezones ya están pidiendo un macho-, y metiendo su mano por debajo de mi falda tocó mi entrepierna, -que puta eres, ya estás mojada y eso que solo te he tocado.

-Este coñito quiere que le metan la verga, ¿quieres que te meta la verga putita?- me seguía susurrando al oído.

Yo tenía los ojos cerrados, abandonada a sus lascivas caricias solo suspiraba, disfrutaba del trato del que me hacía objeto.

-¿Quieres que te coja putita?, ¿quieres una verga dentro de ti?- al decir esto último me apretó fuertemente las nalgas atrayéndome hacia el y besándome en la boca, me mordió los labios y esperando una respuesta que no obtenía me volvió a morder un poco mas fuerte haciéndome gemir del dolor.

-Contéstame putita, dime que quieres que te meta la verga.

-Sí,- contesté en un susurro.

-No te oigo, sí que putita- me replicaba.

-Sí quiero que me meta su verga-, le contesté ya excitada.

-Dime que eres una puta, dímelo te quiero oír-, me susurraba al oído.

-Sí soy una puta y quiero que me meta la verga, quiero sentirlo de nuevo.

Me levantó la falda hasta la cintura, y me tallaba mi cosita sobre mis pantaletitas, abrió totalmente mi blusa y bajando los tirantes del brassier por mis hombros descubrió mis tetas, me mordisqueó los pezones endureciéndolos al máximo, haciendo a un lado mis pantaletas, sentí su verga en la entrada de mi cosita, se lo había sacado ya sin darme cuenta, me apoyó de espaldas como estaba en la pared de la casa y levantándome una pierna buscó la penetración la cual logró al levantar yo mi cuerpo y arquear mis piernas para facilitar la penetración, me empezó a coger suavemente al principio, al sentir mi excitación apresuró la penetración y empujando fuertemente entraba y salía de mi cuerpo, sentí como se cansaba por la posición, y saliéndose de mí me tomó de la mano y me llevó a mi recámara, yo me negué pero el solo me jaló y me llevó a jalones, una vez ahí me hizo ponerme en cuatro a la orilla de la cama, teniendo a disposición mis nalgas, con la ropa totalmente desarreglada, mi falda a la cintura con la tanga a un lado y la blusa totalmente abierta con el brassier debajo de los senos, me abrió las nalgas y buscó mi cosita para volver a cogerme, tomándome de las caderas con sus dos manos me empezó a taladrar con fuerza, yo solo gemía y me movía buscando una mayor penetración empujando con fuerza mis nalgas al encuentro de sus embestidas.

-Que puta mas rica, como me encanta cogerte puta- me decía, -eres mi puta verdad?-

-Sí viejo maldito soy tu puta, hazme lo que quieras, cógeme así como una puta, hazme venir.-le contestaba totalmente entregada.

-Te haré una puta de verdad, serás mi puta particular pero también serás una puta de verdad, te has imaginado alguna vez verte como una verdadera puta?.

-No, que me hará?.- le contestaba entre gemidos.

-Te vestiré como puta, te llevaré a la calle como una puta, para que te vean otros hombres vestida como una puta, te llevaré a un lugar donde serás una puta, yo te veré comportarte como una puta y disfrutaré de tu cuerpo, pero también otros disfrutarán de tu cuerpo.

Oír eso, de sus labios pegados en mis oídos fue el detonante para explotar en un orgasmo abundante, el sintió mi venida, y apretando mis pezones también se vino dentro de mí. Caímos exhaustos en la cama, yo bocabajo y el encima de mí, mi respiración era agitada al igual que la de el, una de sus manos no dejaba de acariciar mi clítoris mientras la otra pellizcaba mis pezones.

Era algo incoherente la situación, este viejo no era lo que se consideraba un galán, su edad era ya avanzada y me hacía sentir bien caliente cuando me tomaba y no lo rechazaba, no me buscaba seguido quizás por su edad pero como en esta ocasión cuando lo hacía me hacía gozar de placer.

Como era de tarde, y su esposa ni sus hijos estaban y yo tenía demasiado tiempo libre en ese momento, se quedó un rato más platicando de cosas que me hacía sentir mas caliente,

-Mire Hildita, usted es una mujer hermosa, yo siempre la trataré con respeto donde sea, mas delante de su marido y de la gente, pero cuando estemos a sí a solas usted será mi putita, así la trataré, y quiero que usted lo acepte, mi fantasía es que usted sea mi putita.

-Bueno- le contesté- y su esposa no puede cubrir esa fantasía?.

-No, como cree, que mas quisiera yo, desde que nos casamos, quise saciar con ella mis deseos, siempre quise que se vistiera provocativa, con ropa sexy, con calzoncitos como los tuyos, pero nunca se atrevió, siempre fue recatada, yo siempre le insistí, le hice ver que eso no tenía nada que ver con nuestro matrimonio, que eso era algo entre ella y yo, pero nunca lo logré, menos ahora a su edad.

-Y usted Hildita, alguna vez sintió ciertas fantasías?

-No, en realidad no, nunca me imaginé el sexo de esta manera, mi esposo desde que nos casamos me despertó la hembra ardiente que llevaba adentro, me trata igual en la cama como una puta, el hizo que despertara en mí la hembra caliente que soy, hasta el día que usted me hizo suya en el zaguán nunca había pasado por mi mente serle infiel, después todo se vino en cascada.

-Recuerdo con una gran emoción la noche en que la hicimos gozar los tres, me excitó en gran manera verla así, ser gozada por ellos dos, verla gemir, y como gozaba de la cogida que le daban-, mientras hablaba su mano nuevamente se ocupaba de mis nalgas, yo estaba acostada boca abajo, el se recostó casi encima de mí, y mientras sus manos me acariciaban las nalgas me seguía susurrando al oído.

-Verla así con las piernas abiertas, en el sofá mientras se la cogían fue realmente excitante-, me susurraba al oído, mientras una de sus manos buscaban uno de mis pezones y me los retorcía, haciéndome gemir nuevamente, me estaba volviendo a calentar este viejo- me hizo satisfacer una de mis mas secretas fantasías.

-Quiero que cuando tengamos oportunidad salgamos a otro lado, y lucirte con ropa cortita y sexy, como una putita, que otros hombres te miren, quiero entregarte a otros hombres, que en verdad seas una putita-, escuchar eso y gemir fue una sola cosa, mi mano buscó por detrás su verga y la encontré de nuevo endurecida, y se la empecé a acariciar mientras el introducía sus dedos entre mis nalgas recorriendo mi cosita y mi culito y seguía oprimiendo mis pezones y amasando mis tetas.

-Te quiero hacer el amor en la calle, en algún baño, en algún cine, en otro lado que no sea aquí, quiero que no te resistas cuando salgamos, me gustaría subirte a un camión lleno de gente y que manos ajenas te agarren las nalgas, que te acaricien, que te metan mano, que vayas vestida con un vestidito corto, ligero con tanguita y sin brassier, que tus pezones se noten en tu vestido-, escucharlo me calentaba mas y guiando su trozo que acariciaba lo guié a mi entrada vaginal, el solo empujó y me la introdujo con fuerza, me tomó de las caderas y me empezó a cabalgar, yo gemía y me agarraba los senos y me los acariciaba.

-Me dejarás hacerte lo que te digo mi reina, serás mi putita?, me susurraba al oído.

-Sí, haré lo que tu digas-, contestaba totalmente enardecida.

-¿Eres mi puta corazón, te puedo hacer lo que yo quiera?, me preguntó una vez mas mientras sacaba su verga de mi cosita y me la ponía en la entrada de mi culo.

-Síiíí-, le contesté al sentir que me empezaba a meter su verga en el trasero, -soy tu puta, puedes hacerme lo que quieras, saldré contigo y me entregaré a otros hombres podrás cogerme donde quieras y como quieras, si quieres que sea una puta eso seré-, decía mientras me taladraba le trasero y una de sus manos estimulaba mi clítoris.

-Claro que sí puta, serás lo que yo digo, tu cuerpo es mío y estará a mi disposición para que haga con el lo que quiera-, sentí como su cuerpo se empezaba a agitar al venirse, eso hizo que también alcanzara el orgasmo, quedé realmente extenuada, sin fuerzas, ya no sentía su peso, pero el estaba encima de mí sacando lo último de sus jugos dentro de mis entrañas, solo sentí cuando me la sacó suavemente y se incorporó, se terminó de vestir y me dejó ahí tirada en mi cama toda revoloteada después de haberme poseído, me dormí un rato y cuando desperté casi oscurecía, me sentía algo sobresaltada, ya que el dueño había demorado mucho tiempo en el depar y era de día aún cuando estuvo ahí, después me hizo ver que se había cerciorado que no había nadie, ni su familia ni vecinos, me levanté, me di un baño y me fui por mi hija, ya que mi mamá se había quedado con ella, cuando salí vi a don Sósimo dormir en una hamaca fuera de su casa, reponía fuerzas seguramente, no pude evitar sonreír al recordar lo que me hacía vibrar ese hombre.

Una de las cosas mas atrevidas que me hizo fue entregarme a otros hombres, ya me había llenado la cabeza con sus insinuaciones sobre ser una putita de verdad, cada que me cogía me enardecía sobre como pensaba entregarme a otros para verme cogida, era tanta su lujuria que hasta yo misma me excitaba a solas pensando en esa posibilidad, hasta llegué a soñar que era cogida por extraños, en situaciones desconocidas.

Ya una vez convencida de sus fantasías acordamos vernos fuera para que me llevara a satisfacerse, sería la primera vez que saldríamos, ya que siempre había disfrutado de mi cuerpo en mi casa o en algunas ocasiones en la suya, cuando estaba a solas, cosa que sucedía algunas veces en que su esposa salía a visitar a sus familiares en otra ciudad.

Nos vimos en una parada de camiones, para trasladarnos a otra ciudad cercana, ese fue el acuerdo, donde no me conocieran, nos subimos al camión que nos llevaría, subimos separados, para despistar, el camión ya iba lleno y tuve que viajar parada, el se acercó a mí y me rozó sin hablarme, me talló discretamente su paquete en las nalgas, yo vestía un ligero vestido color café oscuro, de tirantes que se amarraba a la nuca, escotado a la espalda, y ligeramente escotado en el frente en forma de "V", enseñando parte de mis senos, que iban libres ya que me había pedido no llevar brassier, era un vestido corto de ligero vuelo, se me apreciaban perfectamente las piernas, abajo una ligera tanga color negra, sentí su excitación al contacto, no duró mucho y se alejó de mi.

Recordé algunas de las cosas que me decía, de que quería verme que otros me tocaran y pensé que eso era lo que buscaba, pasó un buen rato y nada sucedió, lo voltee a ver y ligeramente me hizo señas de acercarme a el, para hacerlo tendría que deslizarme por donde mas gente había, principalmente hombres, hacerlo fue alborotar a esos hombres, ya que lo hice lentamente, tallando mis nalgas y pechos con los que me topaba, hubo un momento en que ya no pude pasar y me acomodé lo mejor que pude, fui franqueada por dos hombres, uno a cada lado mío, don Sósimo se acercó y se puso detrás de mi, el deslizó disimuladamente una de sus manos a mis nalgas y las acarició suavemente, esto fue detectado por uno de los hombres a mi lado, don Sósimo me soltó y sentí como ese hombre acercó el dorso de su mano a mis piernas tallando ligeramente como esperando mi reacción, al no ver reacción mía dio vuelta a su mano y ya con su palma tallándome, empezó discretamente a subir mi vestido hasta sentir mis piernas desnudas, me revolví viendo si alguien se daba cuenta y vi que cada quien en su mundo, para esto ya su mano me acariciaba las piernas y las dirigió a mis nalgas. Acarició la desnudez que dejaba libre mi pequeña tanga en ellas, las sobaba y apretaba con confianza, el hecho de que frente a mí fuera sentada una señora dormida y por detrás el viejo, hacía que no se notara mis movimientos, esto fue aprovechado por el hombre del otro lado que extendiendo su mano por el frente mío apresó mi entrepierna por encima del vestido y me acarició disfrutando la suavidad de ella, muy a mi pesar semicerré los ojos, en verdad estaba disfrutando la situación morbosa de darle gusto a don Sósimo, ser acariciada delante de el bajo su complacencia.

El trayecto no dura mucho así que el movimiento que se empieza a gestar en el camión hace que pronto se vaya quedando vacío, yo me revuelvo y me salgo de su alcance para irme hacia delante y sentarme en un espacio que quedó vacío.

Pronto llegamos al centro de la ciudad y nos bajamos, el me habló hasta que estuvimos abajo, me tomó de la cintura, y me dijo al oído:-ahora si putita, hoy es nuestro día, el mío de complacer mi fantasía y el tuyo de ser una puta-.

Acordamos caminar un rato, lo que el quería era lucirme, y la verdad se nos quedaban viendo, un viejo de mas de cincuenta años, caminando tomando de la cintura una mujer de 33 años, con una figura espléndida, alta, de buen porte, hermosas nalgas, grandes senos y que se paraba en dos torneadas y lindas piernas.

Para variar entramos a un bar pequeño donde tomamos cada quien algunas copas, las cuales lo único que hicieron fue desinhibirme mas y por lógica excitarme, el se dio cuenta que la bebida me hacía ese pequeño cambio, me abrazaba y apretaba contra el e introducía sus manos en mi escote para acariciar mis senos discretamente y apretar mis pezones, los cuales se endurecían mas.

Ya pasado un momento salimos y me dijo que iríamos a el cine, yo solo obedecía, estaba excitada, caliente, con ganas de hacer lo que el dijera, recordar sus insinuaciones que siempre me hacía, me tenía ansiosa.

En un taxi nos dirigimos a un multi de 4 salas, en el taxi me seguía abrazando y me hacía inclinarme hacia el, lógico que la posición incomoda de la parte trasera del taxí que en su parte media sobresalía una joroba en el piso, hizo que enseñara algo de mi a el chofer, no me importó y adrede separé un poco mis piernas para enseñarle un poco mas, estoy segura que debió haber visto mi tanga, ya al contraste de mis piernas blancas, esta era negra.

Ya, al fin llegamos al cine, el compró las entradas y me condujo a una de las salas, la función ya había comenzado y la sala estaba a oscuras, me llevó a la parte alta de la sala, en la antepenúltima fila, al fin me acostumbré a la penumbra, era una sala muy oscura, cuando nos sentamos y empecé a ver la película, me di cuenta que me había metido a una sala que exhibía película para adultos, escenas de sexo era lo usual en ella.

El me abrazaba y sus manos pronto estaban en mis pechos, me besaba y le correspondía, me tenía atrapada de los senos, los cuales acariciaba y pellizcaba mis pezones, dejó mis senos y se dirigió a mis piernas alzando la falda del vestido para acariciarlas, me hizo abrir las piernas y su mano agarró plenamente mi sexo sobre mi pequeña tanga.

La película no demoró mucho, cuando se encendieron las luces me di cuenta que en esa parte de arriba había mas gente, algunas se retiraron, pero quedaron varios mas, todos hombres, era la única mujer, comenzó de nuevo otra película y de nuevo el empezó a acariciarme, en un momento determinado después de un rato, tomó una de mis manos y me hizo agarrarle su verga que ya se había sacado, yo le acaricié con fuerza, tallándosela de arriba abajo, el se reclinó en el asiento soltándome y dejándome hacer, lo estuve masturbando mucho tiempo, disfrutando de lo que hacía, no creo que se dieran cuenta ya que no hacíamos demasiado movimiento. Posteriormente el me conducía los movimientos, semi lento, al parecer no quería terminar, después entendí que quería esperar a la última película, ya que así me lo insinuó.

De nuevo se encendieron las luces y esperamos a que empezara la última película, para esto ya solo quedaban unas cuantas personas, al lado izquierdo de nosotros una fila mas arriba estaban tres hombres, al parecer todos separados ya que no se sentaban juntos, en la última fila atrás de nosotros habían dos hombres mas que se encontraban juntos, unas tres filas mas abajo dos hombres mas, y mas abajo otros tres mas solos y separados.

Cuando la película empezó, el viejo empezó de nuevo a acariciarme, solo que ahora era mas atrevido, hizo que abriera las piernas completamente para poder acariciar mi entrepierna a su antojo, sacó uno de mis pechos por el escote y de repente se inclinó a besarlos y mordisquearlos, lo mas lógico que era que ahora si se dieran cuenta de lo que hacíamos, las personas que estaban abajo vi que se retiraban, había menos gente, ojalá se fueran todos pensé, pero por lo visto eso no era lo que el esperaba.

De los que había abajo se retiraron otros y solo quedó uno, para esto don Sósimo de nuevo se había sacado la verga y me jalaba de la cabeza en alusión a lo que deseaba, sin pensarlo me incliné con la boca abierta y me engullí su tranca, le di un suave masaje con mis labios disfrutando la sensación de hacerlo en un lugar en el que había gente que se daría cuenta de lo que hacíamos, de nuevo hizo que me enderezara y me recostó en el respaldo del asiento, con las piernas abiertas y sus manos recorriendo lujuriosamente mi cuerpo, me entregué al placer de sus caricias, cerré los ojos disfrutando de lo que me hacía, sabía que los hombres que estaban ahí se darían cuenta finalmente, y eso era lo que me hacía estar mas ardiente, algo que no había experimentado, ser observada mientras era manoseada por el viejo a sus anchas, me mamaba mis pechos, uno por encima del vestido y el otro de fuera, mientras una de sus manos me prodigaba caricias en mi sexo por sobre mi ropa interior.

El hecho de saberme observada me hacía estar mas caliente, pero al parecer esos no eran solamente los planes de el viejo.

-Abre los ojos disimuladamente y te darás cuenta que tienes público- me dijo al oído. Hice a un lado mi cabeza y disimuladamente entre abrí los ojos, a nuestro lado izquierdo una fila atrás separados por el pasillo estaban tres hombres observándonos, tenían las vergas de fuera que se acariciaban excitados.

-Atrás de nosotros están dos mas que te miran putita, te quieren ver, están todos excitados con lo que te hago-, decirme eso e introducirme uno de sus dedos en mi rajada hizo que de mí saliera un gemido, signo de mi excitación.

-Ahora viene lo mejor putita-, y parándose me tomó de la mano e hizo que me parara, no sabía que se proponía y dudé en hacerlo, pero me jaló y finalmente obedecí. Me guió y me llevó a la última fila de asientos en el rincón, hizo una seña a los tres hombres que estaban cerca para que se acercaran, estos obedecieron.

Me turbé e intenté escapar de el, pero el me abrazó por detrás y me dijo al oído: -no putita, harás lo que yo te diga, eres mía acuérdate-.

Estos tres hombres se acercaron a nosotros y el les dijo: -Pueden acariciarla a su antojo, solo obedezcan y la tendrán toda suya y complaciente-.

El viejo deshizo el nudo de los tirantes que sujetaban mi vestido por mi nuca y lentamente me fue bajando este hasta deslizarlo por mis piernas, ahí estaba yo parada, temblando entre temerosa y excitada solamente con mi tanguita puesta y mis zapatillas.

Pronto estos hombres se abalanzaron sobre mí, y seis manos recorrieron mi cuerpo, mis pechos, mis nalgas, y piernas fueron presa de ardientes y lascivas caricias, uno de ellos me bajó la tanga dejándome totalmente desnuda a su disposición, yo me dejaba hacer entregada a mi lujuria y calentura, los dedos de alguno de ellos entraban y salían de mi sexo, mientras mis pechos eran mamados y mordisqueados por otro, otro agachado detrás de mí me besaba las nalgas e introducía su lengua entre ellas.

-El que traiga condón puede cogérsela- escuché la voz del viejo.

Enseguida me inclinaron hacia las sillas dando la espalda a uno de ellos, hubo un momento de espera y pronto una verga estaba dentro de mí, yo apretaba los labios para no gritar, los demás no dejaban parte de mi cuerpo sin besarlo ni acariciarlo, sentí que me jalaban, era otro de ellos que me jalaba a sentarme sobre el, sentado con la verga parada me urgía a hacerlo, el otro me soltó y dispuesta a complacerlo obedecí a este, me senté encima de el mientras el me tomaba de las caderas y me dirigía, cuando estuvo todo dentro de mí lo empecé a cabalgar, abrí bien los ojos para buscar al viejo y lo vi observando lo que me hacían, se masturbaba mientras observaba, otra persona mas se había acercado, y también se masturbaba observando, me di cuenta que había dos hombres mas al otro lado que observaban pero que se acariciaban entre ellos eran gay seguramente, el que me había sentado en el no aguantó mucho y se vino, me apretó fuerte las tetas mientras se convulsionaba y gruñía.

El que me había poseído primero me volvió a tomar y me hizo sentar separando totalmente las piernas, se arrodilló frente a mí y me volvió a introducir su cosa, al hacerlo me tomó de la parte posterior de las rodillas haciendo que levantara mas las piernas y así con las piernas totalmente abiertas y alzadas fui tratada con fuerza por sus acometidas, una verga se puso en mis labios y sin pensarlo mucho me la engullí, este no traía condón así que solo se contentaría con una mamada, me imaginé, me estuvo metiendo y sacando su verga en la boca hasta que sentí que se convulsionaba, signo de que se venía, me la logré sacar antes de que eyaculara y se vino en mi cara, me talló su verga chorreante por las mejillas y labios que yo apretaba para que no me la volviera a meter en la boca.

El que me cogía no se venía pero yo ya estaba a punto de estallar así que cerré los ojos y me dispuse a disfrutar de esa cogida para alcanzar mi orgasmo, cosa que logré rápidamente, mi cuerpo se abandonó completamente a esa sensación, me agité disfrutando plenamente de mi venida, este hombre me sacó la verga y me hizo poner de nuevo de espaldas a el de rodillas en dos asientos una rodilla en cada asiento con mis nalgas expuesta y abiertas, puso su verga en mi culo y empujó lentamente, me mordí los labios para aceptarlo, con no poco esfuerzo logró introducírmela toda, y recargándose en mí alcanzó mis pechos para castigar mis pezones con sus pellizcos, mientras iniciaba un movimiento lento empujando y sacando de mi culo su verga, otra persona se puso delante de mí para ofrecerme su verga y no pude hacer otra cosa mas que abrir la boca, pronto entre los dos me cogían, uno por el culo y otro por la boca, una mano me acariciaba mi rajada, pero no sabía quien era, eso hizo que me enardeciera mas y lograra alcanzar un orgasmo mas, el que tenía detrás se empezó a mover mas rápido y me llenó mis entrañas de su leche, mientras me agitaba a causa de mi venida, no podía mas que gemir por tener ocupada la boca, me saqué esa verga de la boca y lo empecé a masturbar logrando que se viniera mas rápido.

Haber sido sometida a semejante tratamiento me hizo casi desfallecer, el que estaba detrás se retiró de mi y yo me acurruqué en uno de los asientos totalmente exhausta y desmadejada, no sentí nada mas hasta que el viejo me habló y me hizo enderezarme para verlo, tenía su verga en la mano, me la puso frente a la cara esperando mis caricias, se la agarré y lo empecé a masturbar mientras lo veía a la cara, el no decía nada pero su excitación era notoria, todavía habían dos hombres observando.

Con una de sus manos me jaló de los cabellos para que se la mamara lo que hice, me la introduje a la boca y lo empecé a masturbar con mis labios, el me agarró de la cabeza e impuso el ritmo de la mamada, me empezó a coger prácticamente por la boca, sentí su agitación cuando estuvo a punto de venirse, intenté sacármela de la boca pero me agarró fuertemente para al fin venirse en mi boca, nunca en mi vida había recibido semen en mi boca, y empecé a sentir ganas de vomitar, pero me contuve y aguanté sus embestidas hasta que terminó, tan pronto terminó aflojó la presión lo que aproveché para sacar su verga de mi boca y escupir.

Ya sin más que hacer esperó unos momentos y me pasó mi vestido para que me lo pusiera, le pedí mi tanga, pero no lo encontró, alguien se lo había llevado como trofeo quizás. Trastabillando me condujo a la salida, antes pasé al baño a asearme un poco y a peinarme, al estar frente al espejo me asusté al observarme en el, con el pelo todo revuelto, la cara toda embarrada de semen, una puta y nada mas.

Cuando salí del baño el me esperaba y nos fuimos, yo no dije nada, ni el, quizás no había que decir, había satisfecho su fantasía y yo solo me había convertido en mas puta.

Que mas pasaría por la mente de este viejo no lo sabía en ese momento pero era claro que ya sabía que disponía de mí, de mi cuerpo, de mi calentura para satisfacerse y sobre todo para satisfacer a otros, y yo dócilmente había aceptado, quizás en el fondo eso era lo que esperaba, ser tratada como una puta.