señor Ex-presidiario (2ª parte)
Sophie y Francis se encuentran por fin, pero no en sus respectivos cuerpos. ¿Quién asegurará su dominio sobre el otro?
-...bien, sácatela y sujétala como quieras. lo normal es usar el dedo índice y pulgar para dirigir el chorro o símplemente presionar con el pulgar hacia abajo. Aunque en tu caso puedes usar toda la mano sin problemas, aún estando flácida- La enfermera Selas soltó una risita mientras vigilaba la "operación".
-Vaaale, vaaale, ya lo pillo- le corté.
Era mi segundo día en el cuerpo del enorme ex-presidiario, y después de tomar un copioso desayuno(mi nuevo apetito me resultaba sorprendente) nos habíamos dirigido al cuarto de baño para... aprender a mear como un hombre. En ese momento me hallaba en frente del retrete con mi grueso pene en la mano y la enfermera supervisando el proceso con expresión divertida.
-¿Y ahora qué, aprieto como cuando tenía vagina?- Dije con ironía, no pude evitar sonreír ante la nueva experiéncia.
-¡Espera cariño! Primero tienes que retirar la piel, o de lo contrario lo pondrás todo perdido.
Obedeciendo las indicaciones, retiré con cuidado la piel del prepucio, dejando a la vista la punta rosada.
-Perfecto, ahora símplemente déjalo ir- Repuso invitándome con un ademán.
Relajé todo el cuerpo y así lo hice. Sentí como la presión de mi uretra se relajaba y una sensación caliente me recorría el pene mientras un chorro casi transparente empezaba a fluir directo al borde de la taza mojándola y cayendo al suelo. Me entró el pánico un instante antes de apresurarme a redirigir el chorro hacia el interior del vater. Sentí una vergüenza inexplicable a la vez que Selas empezaba a reirse de esa forma tan irritante.
-Supongo que al principio te costará un poco. Esas tazas no están diseñadas para tipos tan altos como tú.
Traté de ignorar sus burlas para concentrarme en mantener el chorro estable y disfrutar de esa sensación tan placentera. La meada siguó durante medio minuto antes de amainar y detenerse con un suspiro por mi parte seguido de un escalofrío muy familiar. Empecé a sonreir sin darme cuenta.
Selas eligió ese preciso momento para acercarse y soplarme directamente en la punta de mi verga. La ráfaga de aire frío me sorprendió y di un salto hacia atrás chocándome contra la puerta seguido de un gritito. La enfermera soltó una sonora carcajada.
-Tendrás que ensayar esas reacciones si quieres que la gente te tome de verdad por un hombre.- Dijo esas palabras entre risas mientras yo me moría de vergüenza -Venga, vuelve, que todavía tienes que aprender a sacudírtela- se recompuso y me dió un trozo de papel higiénico.
Con unas pocas indicaciones extra, me escurrí las últimas gotas y limpié la punta con el papel. No dejé de mirarla con cautela desde entonces aunque ella se hiciera la inocente.
-Veo que estás preparado. Supongo que podemos hacerle una visita a nuestro viejo "amigo".
Me cerré la bragueta y empecé a seguirla por los pasillos del complejo. Mis pasos eran pesados y sonoros, al igual que mi respiración; mi punto de vista se hallaba a una altura sorprendente y tenía la extraña paranoia de que entre mis ojos y el suelo que pisaba mediaba un precipicio que se tambaleaba al son de mis pisadas... todo eso sin añadir la extraña y en parte molesta sensación de tener ese cacho de carne entre las piernas, rozándome los muslos a cada paso... No.- sonreí de nuevo -Pensándolo mejor, no me molestaba en absoluto. Más bien al contrario, debía tener cuidado de no pensar demasiado en ello o se me acabaría poniendo dura; y entonces si que sería difícil caminar.
-Veamos- la enfermera Selas revisó unos documentos que portaba en las manos -quinta puerta a la izquierda... ¡Oh! Ya hemos llegado.
Nos detuvimos ante una puerta de acero similar a las anteriores. Selas sacó una tarjeta de color azul y me miró.
-¿Preparado?
Yo tragué saliva y asentí. La enfermera pasó la tarjeta por un panel transparente situado a la derecha de la puerta y esta emitió un chasquido. La chica entró primero y yo la seguí, agachándome para no chocar contra el marco superior.
Me encontré en una habitación sencilla pero extraña. Era pequeña, de cinco metros de largo y unos cuatro de ancho. El suelo estaba cubierto por una suave moqueta y las paredes llenas de graffitis en forma de símbolos extraños, todos de color rosa, granate, escarlata y otros derivados del rojo. Como mobiliario, había un pequeño frigorífico; una gran cama matrimonial frente a la puerta, pegada a la pared del fondo, una ducha y una gran cantidad de cojines por toda la habitación. Entre dos de esos cojines, encima de la cama, se hallaba el motivo de nuestra visita.
Una chica menuda de cabello oscuro y vestida únicamente con una camisa blanca que le iba demasiado grande se masturbaba con la cara hundida en uno de los cojines, provocando que sus gemidos llegaran ahogados a mis oídos. Era YO... o mejor dicho, mi antiguo "yo", el cuerpo que había ocupado durante casi toda mi vida... y verlo en plena faena me dejó en estado de shock.
Desde mi posición, delante de la entrada, disfrutaba de una vista completa de su(mi) culo. "Esa" chica se hallaba en posición fetal, con una mano encima del coño y los dedos anular y corazón entrando y saliendo de la cavidad acompañados de un viscoso sonido de succión. La otra mano se hallaba en algún punto por debajo del camisón, moviéndose a la vez que se contoneaba. Por mi parte, no sabía si lo que sentía era morbo, miedo, excitación sexual o simple fascinación; pero noté como mi polla empezaba a crecer, presionando los calzoncillos por debajo de los pantalones tejanos.
La chica sacó la cara del cojín, jadeando(lo había estado mordiendo); se percató de que había alguien en la habitación pero se siguió masajeando el coño.
-¿Que mierdas queréis ahora?¿No véis que estoy ocupad... eh?- Centró su mirada en mí -ES... si soy yo... es mi... ¡¡¡JODIDA ZORRA, TE MATARÉ!!!
Se levantó y corrió hacia mí, acababa de recordar quién ocupaba ahora mi antiguo cuerpo.
-¡¡¡DEVUÉLVEME MI CUERPO PUTA ASQUEROSA!!!- Empezó a darme puñetazos y patadas que apenas sentí. Era... pequeña. Miré embobado como me pegaba. ¿Siempre había sido tan pequeña?.
-¡¡¡NO SABÉIS CON QUIÉN OS LA ESTÁIS JUGANDO JODER!!! ¡¡¡OS VOY A SODOMIZAR CON EL PALO DE UNA ESCOBA!!! ¡¡¡BUSCARÉ A VUESTRAS FAMILIAS Y LES VOLARÉ LA TAPA DE LOS SESOS!!!- Estaba completamente fuera de sí, y yo no reaccioné hasta que uno de sus puños acabó en mi entrepierna. Le dí un revés con poca fuerza para alejarla de mí(ese ultimo golpe lo había sentido de verdad). Aterrizó encima de unos cojines e intentó volver a la carga, pero yo me adelanté agarrándola y tirándola encima de la cama(era muy ligera); la mantuve quieta presionando suavemente su espalda.
-Veo que el señor Francis Hemlock no está muy contento con su nuevo cuerpo- dijo la enfermera Selas, que había permanecido apartada hasta entonces. se metió la mano en el bolsillo y sacó un botellín naranja y una jeringuilla vacía. Luego procedió a llenar la jeringuilla con el contenido del botellín, le dió unos golpecitos, la probó y se acercó a mi antiguo cuerpo, que no dejaba de despotricar, aún siendo incapaz de despegarse de la cama(no me costaba nada mantenerla bajo control).
Selas le masajeó la nalga desnuda, le dió unos golpecitos y le inyectó la sustáncia que había preparado.
-¡Ah!- exclamó la otra chica -¡¿Qué coño era eso?! ¡¿QUÉ MIERDA ME HAS METIDO, ZORRA?!
La enfermera no le hizo caso y se dirigió a mí.
-Ahora me iré y os dejaré solos. No olvides que te estoy haciendo un favor, cariño- me dijo con voz sensual -ahora tienes oportunidad de hacerla tuya.
-¿Como? ¿De qué estás hablando?- realmente yo no sabía que hacer, me limitaba a mantenerla sujeta para que no me atacara. La inseguridad me impedía darme cuenta de lo que trataba de decirme.
-Usa tu instinto, cielo- contestó, mirando de forma sugerente a mi paquete. -haz lo que mejor sabes hacer. Y si tienes problemas con su mal genio, puedes usar esto- introdujo una mano en su amplio escote y sacó unas esposas acolchadas color fucsia con la llave puesta. Me las tendió y salió sin más de la habitación entre contoneos, cerrando la puerta tras de sí.
Ahora estábamos solos en el mismo cuarto, yo y el ex-presidiario. Una chica menuda de 1,43m de altura y 42kgs que había intercambiado su cuerpo con el de un hombretón de 2,11m y 142kgs de puro músculo. Me sentía eufórica y deseosa de experimentar más y más y de dejarme llevar por el deseo. Pero había que hacer las cosas por partes.
Mi cuerpo, el cuerpo de Sophie Willisworth ahora ocupado por el ex-presidiario, se había cansado de tanto revolverse; pero para asegurarme, le crucé las manos a la espalda y se las inmovilicé con las esposas(dejé la llave sobre el marco de la puerta, fuera de su alcance), entonces la solté y se incorporó, dirigiéndome una mirada de puro odio. Yo no me dejé amilanar, sabía muy bién quién tenía el control ahí.
-¿Te llamaban Frank en tu antigua vida, no? Entonces creo que te llamaré Frankie, suena más femenino.
-¡QUE TE JODAN, FURCIA ASQUEROSA! Esta me las pagarás, joder, te juro que me las pagarás- No sonaba tan agresivo como antes. Parecía... intimidada.
-Veo que te has estado masturbando con mi cuerpo, ¿Qué tal se siente, ser una mujer?
-No eres más que una guarra cachonda obsesionada con las pajas- replicó con tono mordaz -seguro que los tios te evitaban como a la mierda, ya que ¿Quién iba a querer a una furcia plana que no se alza dos palmos del suelo? Imagino que hasta tenías que pagar por chuparla, ¡¡¡ZORRA FRUSTRADA!!!
-No deberías hablar así de tu nuevo cuerpo, ya que lo vas a tener durante el resto de tu vida- no me habían gustado nada esas palabras -Sin embargo, tienes la lengua demasiado larga y creo que es mi deber enseñarte modales.
Me quité la camiseta, revelando un torso digno de un culturista y me agaché frente a la cama. "Frankie" trató de retroceder pero la agarré por las piernas, la arrastré hacia mí y le separé los muslos con insultante facilidad. Ese cuerpo era tan... débil... me miró con expresión asustada e impotente.
-Ahora te mostraré como se usa la lengua- le separé los labios vaginales con mis pulgares y empecé a chuparle la cavidad, pasando la lengua por toda la extensión.
-Mierda, no... ¡joder, para!... maldita zorr, ¡Aaahh!- Mi lengua se introdujo completamente en su coño, moviéndose en su interior. -aaahhh... ¿Qué... qué es esto? ¡AAAaahh!- sus gemidos se fueron haciendo más estridentes a medida que el cunnilingus que le estaba practicando se hacía más y más profundo. Cuando la noté cerca del clímax, saqué la lengua de su cavidad y comencé a chuparle el clítoris mientras introducía los dedos índice y corazón de la mano derecha. Su espalda se arqueó hacia arriba seguida de un gemido mucho más prolongado. Mantuve mi boca pegada a su coño hasta que me hube tragado todos sus jugos(mis jugos).
-"Saben realmente bien"- pensé, apreciativo; hasta que noté otro chorro en mi cara, que salía directamente de su coño -¿Qué cojones...?
Frankie cerró las piernas en torno a mi cabeza, manteniéndola pegada a su vagina. Me di cuenta de que se estaba meando encima mío.
-¿Qué pasa, zorra? ¿Te gusta el sabor de tu propio meado?- Se empezó a reir en cuanto me conseguí separar, y se siguió riendo hasta que el chorro dejó de salir -Vaya, mira que cerda te has puesto. Tienes que aprender a tratar mejor los CUERPOS QUE NO TE PERTENECEN!!!
Empezó a agitar las piernas intentando patearme. Y al verse frustrada, dió un chillido y empezó de nuevo a gritar e insultar. Yo ya había perdido la paciéncia; tenía la cara, el torso y los pantalones empapados en orina; lo cual, curiosamente, no me dió asco. Sin embargo no iba a permitir que ese cabrón me volviera a tocar la moral.
Me desabroché la bragueta y me empecé a bajar los pantalones. Frankie calló al ver lo que hacía.
-...no me jodas.
Dejé los pantalones a un lado, el enorme bulto destacaba claramente tras los boxers que llevaba puestos como ropa interior.
-Mierda, no pretenderás, ¡Ni se te ocurra!
Me quité los boxers y me quedé de pie frente a Frankie, mostrando la enorme verga que una vez le perteneció a él/ella. La masa de carne de 34 centímetros y gruesa como un brazo de mujer se ergía en forma de lanza frente a la atemorizada chica que no dejaba de mirar en todos los rincones de la habitación en busca de un escape.
-No, nono no, no puedes... ¡por favor!- Se cayó por un borde de la cama y retrocedíó hasta la pared, como si sus piernas encogidas y los cojines que la rodeaban fueran a servir de protección. Nunca me había sentido tan cachondo/a como entonces, viendo a ese mastodóntico delincuente convertido en una chica indefensa que iba a ser violada por su propia polla.
Me agaché frente a ella y le rompí la camisa con mi fuerza, dejando ver sus tetillas con unos pezones duros y abultados.
-Veo que tu cuerpo es más honesto que tú- dije con una sonrisa cruel -piensa en esto como el precio a pagar por todo el daño que has hecho.
-¡¡¡NOOO MIERDA!!! ¡QUÍTATE DE ENCIMA! ¡¡¡ALÉJATE DE MÍ!!!- gritó mientras le separaba las piernas y aproximaba la punta de mi pene a su coño.
-¡Deberías aprender a pedir las cosas por favor!- Empecé a introducir la punta con la mano derecha hasta que estuvo lo bastante encajada como para empujar con las caderas. Frankie empezó a jadear.
No me podía creer que estuviera entrando de verdad. Al principio no tenía muchas esperanzas de que ese gran pene que ahora me pertenecía pudiera caber en el chochito de mi antiguo cuerpo...pero lo estaba consiguiendo. Noté como me envolvía el calor a la vez que mi glande se constreñía para caber en la estrecha cavidad. Disfruté como nunca con la visión de mi grueso miembro desapareciendo entre los labios vaginales de Frankie, sus paredes apretando fuertemente al rededor de la piel surcada de vasos sanguíneos palpitantes. Era como meterla en un embudo caliente y húmedo, todavía demasiado sensible debido al orgasmo anterior.
-joder, joder, joder...- dijo con voz entrecortada -es.... demasiado grande, me... me va a, romper... ¡Sa, sácala!. Por favor¡AAAAAaaaahhhh!- gimió cuando mi punta tocó su cérvix. Había conseguido meter la mayor parte de mi pene. Me empecé a reir.
-Ahora vas a aprender a respetarme como es debido- Comencé a moverla dentro y fuera con cuidado, provocando unos satisfactorios sonidos de succión. Frankie arqueó la espalda y apretó la mandíbula.
-No... no... ¡Oh! Demasiado rud... ¡¡¡OOOooohhh!!! ¡DIOS MÍO! -Fuí aumentando la velocidad de las sacudidas poco a poco mientras la chica gemía cada vez más fuerte.
Nunca me había sentido tan feliz como en aquel instante, pués estava disfrutando de un momento sin precedentes en mi vida anterior. El placer no era tan agudo como cuando era mujer, pero la sensación de dominio, de controlar aquel cuerpo super-dotado y el hecho de dar rienda suelta a sus instintos, de dejarme llevar por el deseo sin límites de mi nuevo yo tenían mi mente envuelta en una apoteosis de pura eufória y desenfreno. Estaba realizando mis fantasías como nunca antes hubiera soñado, y pagar putones para que vinieran a mi mansión a paliar mi frustración sexual no tenía punto de comparación.
Frankie dejó de resistirse y empezó a gemir con la boca abierta. Yo seguía con el coito mientras la miraba embobado, sin perder detalle de sus reacciones, de la saliva que le caía por la comisura de los labios, de sus duros pezones moviéndose al son de sus jadeos, de como su vientre se hinchaba y deshinchaba a medida que mi miembro entraba y salía. Sus caderas no tardaron en moverse al son de mis sacudidas. El placer iba en aumento y, ya que no ofrecía resisténcia alguna, empecé a pellizcar sus pezones. Ella rompió su ritmo con un gritito sorprendido; sonaba tan... femenino... lo ahogué uniendo mi boca a la suya y metiendo mi lengua en su paladar.
Si en algún momento pensó en aprovechar la oportunidad y morderme la lengua, sus hormonas femeninas fueron más fuertes que su voluntad. Respondió a mi lengua con la suya, moviendo la cabeza para darle más energía a nuestro beso. Los gemidos vibraban en su boca, que separaba de vez en cuando para jadear.
Una sensación familiar me recorrió el bajo vientre, estava a punto de correrme. Mis sacudidas se hicieron más rápidas que nunca, acompañadas de gemidos roncos por mi parte, y cuando vino el momento saqué mi verga de su coño y me empecé a masturbar violentamente con la punta apuntando a Frankie.
-¡¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHHHHH!!!- Un poderoso orgasmo me recorrió todo el cuerpo y un gran chorro de espeso semen salió disparado de la punta al menudo cuerpo de Frankie. El chorro desigual duró casi 10 segundos, durante los cuales la chica quedó totalmente empapada.
Al acabar, me quedé de rodillas, jadeando, con mi gruesa polla palpitando todavía en mi mano, sensible tras el orgasmo y con los vasos sanguíneos más marcados que nunca. Me escurrí los restos tal y como Selas me había enseñado a hacer: presionando la parte inferior del tronco y apretando hacia adelante. El semen que quedaba todavía era suficiente como para llenarme la palma de la mano; me lo llevé a la boca, saboreándolo y sin perder de vista el espectáculo que Frankie me ofrecía. La chica seguía recostada en la misma posición, con la cara, las tetillas, el vientre y el coño cubiertos por mi corrida. Tan solo las piernas se habían salvado(en parte), ya que seguían abiertas.
-Ooohhh- suspiré -ha sido increíble, ¿No crees?
Ella seguía jadeando, con la mirada perdida.
-Veo que estás algo indispuesta- me recosté un momento a su lado(era tan pequeña), le acaricié la frente y ella me devolvió a mirada, sin esa agresividad que exhibía antes(tal vez estaba demasiado agotada incluso para eso). -Mañana volveré, así que asegúrate de lavarte y comer bien... Frankie. -le lamí el semen de la mejilla cariñosamente.
-Ca...cabr... mmmmm- uní de nuevo mi boca con la suya, pasándole la espesa leche que había recojido en mi boca.
Me levanté, relamiéndome. Me volví a poner los boxers azules, el pantalón tejano y la camisa sin mangas que levaba antes y salí por la puerta, sonriendo.
Frankie - 1 hora después:
Frankie salió de la ducha mientras se secaba el pelo. -"zorra, furcia asquerosa, la mataré..."- Se sentó en la cama y cogió unas bragas que habían dispuesto para ella -"me vengaré por lo que me han hecho... vaya, estas bragas son muy estrechas, me aprietan en..."- sacudió violentamente la cabeza. ¿En qué estaba pensando? Lo habían encerrado en el cuerpo de esa retaca calenturienta, tenía que pensar en una manera de volver a como era antes.
-Mierda, mierda, mierda, ¡¡¡MIERDA!!!- Era imposible volver sin la ayuda de La Doctora, y evidentemente no estaba en condiciones de amenazarla o hacerle chantaje, nunca volvería a su antiguo cuerpo.
Se quedó sentada en el borde de la cama, cabizbaja. Reparó en esos dos pequeños bultos que eran sus tetas -¿Habían crecido algo o era su imaginación?
-"Al menos tiene un buen culo"- pensó palpándose las suaves nalgas -"Joder, ¡¿Qué coño hago?! Esto tiene que ser un sueño, un..."- No, no era un sueño, todavía le dolía el coño tras la violación que había sufrido antes. El placer había sido tan... real... se estremeció y cerró las piernas instintivamente.
-"No... definitivamente nunca volveré a ser el de antes... pero aún así puedo vengarme... si."- Se levantó, con la mirada dirigida a ninguna parte -"Si, joder sí, definitivamente se lo haré pagar. Me haré con un cuchillo y cuando se descuide yo... yo... le rajaré el cuello... ese musculoso cuello...
Frankie se dió una bofetada a si misma. -"¡Concéntrate joder!"
Pensó y pensó, pero hiciera lo que hiciera, era casi imposible que una chica menuda como ella pudiera hacer sufrir a un mastodonte como el nuevo cuerpo de Sophie, por que no quería tan solo matarlo, quería que sufriera. Que ese hombretón se arrodillara y le suplicara perdón, con todos los músculos en tensión debido al dolor. Esa imagen cruzó por su mente y sintió como sus pezones se endurecían.
-"¡¿Pero en qué mierdas estoy pensando?! Estoy actuando como una furcia"- Enterró la cabeza entre sus manos y se sentó, desorientada.
-"Si... ya se lo que haré... presumías mucho de tu nuevo miembro, ¿eh? Pués te lo cortaré..."- empezó a reirse sola -"Si joder, conseguiré un cuchillo, eso es lo primero, si... y cuando vuelvas a esta habitación para follarme... te la rebanaré en cuanto te descuides"- Se tumbó en la cama con la cara sonrojada, acariciando uno de los cojines.
-Esa gruesa polla... te quedarás sin ella... si...- notó como la humedad se apoderaba de su vagina -no podrás volver a usarla... te la cortaré y te haré tragar tu... dura y palpitante verga... tan... caliente -empezó a acariciarse la vagina con la mano izquiera, sonriendo de forma lasciva y recordando el intenso placer del que había disfrutado media hora antes. No se parecía a nada que hubiera vivido como hombre, y el resentimiento por la humillación fué dejando paso al deseo.
-Tan... grande... aaaaahhh- Su pulgar empezó a acariciar el clítoris. Ser mujer no estaba tan mal.
Continuará...