Sencillamente, te deseo...
Él dormía y todo mi cuerpo empezó a encenderse, dormido, despierto a mi lado o al otro lado del mundo, sencillamente, te deseo...
Llovía, llovía copiosamente, sonaban truenos y los relámpagos iluminaban cuál película de terror, pero a mí se me antojaba algo mucho mejor que terror en esa noche de tormenta, la habitación estaba a media luz, la luz que había provenía del televisor prendido aun, ahí estaba él, totalmente desnudo, boca arriba, dormido, era extraño que estuviese boca arriba, pues siempre le gustaba dormir de lado, sus piernas estaban abiertas, su miembro viril “dormía” igual que él, ese hombre me volvía loca, su cuerpo era hermoso, pero su forma de ser lo era más, era adictivo, era mi Caballero Azul. Siempre mi deseo hacia él estaba a flor de piel, no había un solo día que no quisiera acariciarlo, no había un solo día a su lado en que no quisiera que follaramos.
Me saqué el vestido y pasé mis manos por mis pechos cubiertos aun por el encaje negro de mi sostén, lo desabroché, no sé si fue el frio de esa noche lluviosa o lo que me provocaba el hombre que miraba, pero mis pezones estaban totalmente endurecidos, mi piel estaba fría, pasé nuevamente mis manos por mis pechos, ya no eran los pechos de una chica de veinte, pero seguían siendo sugerentes y sabía que a él le gustaban, bajé mi tanga negra, llevé instintivamente mi mano a mi vagina, toqué mi clítoris, sentí su dureza y mi humedad, realmente estaba excitada.
Los truenos y relámpagos continuaban, a los lejos se escuchaban caer rayos.
Me acerqué lentamente a la cama, puse mis rodillas en medio de sus piernas abiertas, pasé mis manos desde sus tobillos hasta sus muslos, muy lentamente, su piel estaba fría y suave, los vellos de sus piernas se me antojaban raspositos y muy masculinos, ¡todo en él era muy masculino! Mis manos subieron por su abdomen hasta llegar a su pecho, tomé con dos dedos sus tetillas y las apreté un poquito, él empezó a despertarse, me incliné y metí mi lengua en su ombligo, esos pelitos en su abdomen acariciaban mi boca.
-Hola, no te sentí llegar
Su voz sonaba adormilada, sus manos pasaron por su cara y sus ojos casi estaban cerrados aun.
-Pues siénteme ahora
Él intentó incorporarse.
-No, por favor, déjame disfrutarte, quédate quieto. Vos siempre me llenas de placer, déjate consentir hoy por mí.
-Joder, ¡vienes cachonda!
Como me gusta ese acento español, entonces yo en mi lenguaje le dije:
-¡Papacito rico que al verte desnudo, me puse caliente como puta y quiero mamarte esa picha!
Su sonrisa siempre aparecía cuando se me salían mis frases ticas y mi acento costeño.
Se recostó y yo seguí en mi “labor”. Cubrí de besos la ruta hasta su polla, esa polla hermosa que me hacía llegar a los más deliciosos orgasmos.
Al llegar a su polla, ya ésta no estaba tan dormida, empezaba a “levantarse” ante mis besos a su alrededor, él encendió la lámpara al lado de la cama y eso me indicó que quería verme claramente, arqueé mi trasero lo más que pude, de manera que a su vista pudiera quedar tanto lo que hacía con mi boca como mi culo, que pretendía moverlo mientras lo mamaba para lograr excitarlo más.
Mi boca se apoderó de su verga, pero lo hice muy suavemente, como a él le gustaba, él me enseñó otra forma de brindar placer mucho más suave, en forma más erótica y yo era buena alumna, aunque a veces perdía el control y le daba las mamadas más rápidas y fuertes que podía, pero esa noche quería disfrutarlo, degustarlo suavemente, despacio, como quien bebe el vino más exquisito.
Su polla ya estaba totalmente erecta y yo la metía suavemente en mi boca, hasta llegar a mi garganta, la sacaba despacio y suavemente para volverla a meter toda de nuevo en mi boca, había colocado mis tetas sobre sus muslos y continuaba moviendo en círculos mi culo, una mano masajeaba sus huevos peluditos, redondos y la otra mano recorría despacito el camino hacia su culo.
Esa verga se me antojaba deliciosa, mi lengua hacia pequeños círculos en su “gorro”, esa punta suave que ya despedía esos hilos de su “jugo lubricante” que yo degustaba y juntaba con mi saliva para seguir dándole placer a su polla, mi lengua de detuvo un buen rato en esa punta, metiendo en su hoyito la puntita de mi lengua, él gimió y ese gemido fue música para mis oídos, él lo estaba disfrutando y yo me sentía complacida. Mis labios se cerraban en la punta de su verga, dándole sensuales besitos, para abrirlos de inmediato para volver a introducirla acariciándola dentro con mi lengua.
Era mi helado favorito, así que tomé con mi mano su polla y empecé a pasar mi lengua de abajo hacia arriba, como cuando chupas ese helado delicioso, cuidando de no derramar ni una gota, mmmmmmmmm, chupar, mamar, succionar, besar, lengüetear esa polla, ¡me fascinaba!
Mi boca abandonó su polla y se dirigió a sus huevitos, estaban duritos, a punto de explotar, puse saliva en mi mano derecha y la dirigí a su verga, la masturbaba mientras chupaba sus huevos, esta vez con un poco más de rapidez, mi excitación empezaba a jugarme una mala pasada, ya no podía controlarme y él parecía disfrutar el cambio de ritmo en mi mamada en sus huevos porque gimió de nuevo y lo escuché con una respiración más acelerada, mi otra mano masajeaba su ano, tanto su polla como sus huevos estaban totalmente mojados con mi saliva y su líquido lubricante que había salido en forma más abundante, levanté un poco sus piernas y metí mi boca en su ano, mi mano derecha seguía masturbándole y mi mano izquierda acariciaba su pierna.
Su ano se contrajo, yo lo chupaba y lo chupaba sin control, él volvió a gemir, su cuerpo se estremeció, entonces le sentí moverse, él quería tomar las “riendas” y devolverme el placer, él siempre quería que yo disfrutara, jamás se permitía que solo yo le brindara el placer previo a que me penetrara, pero yo quería más polla y subí de su ano y la tomé nuevamente en mi boca, él se volvió a recostar, por primera vez yo no lo dejaría, hasta estar totalmente satisfecha con el placer que le estaba dando y sintiera que ese placer lo superaba en deseo y ganas de follarme.
Esta vez le chupé su verga como si la vida se me fuera en ello, le miraba directamente a sus ojos, a esos hermosos ojos marrones donde adoraba verme reflejada.
Su excitación era evidente, la forma en que su cuerpo se estremecía cada vez que su polla era succionada por mi boca y llevada a lo más profundo de mi garganta, me decía lo mucho que estaba disfrutando que lo mamara, como si no hubiese un mañana, me llevé la mano a mi clítoris y me sorprendió la cantidad de líquido que tenía, estaba totalmente lubricada y mi coño totalmente dispuesto para recibir a la polla de “mi hombre” que recibía todo el placer que mi boca era capaz de darle.
Los truenos subieron de tono y los relámpagos cada vez más seguidos alumbraban la habitación.
Yo necesitaba besarlo, que él probara toda esa mezcla de líquido pre-seminal y saliva que inundaba mi boca, subí y me encontré con esa boca deliciosa, dispuesta siempre a brindarme los besos más deliciosos y apasionados, que por sí solos lograban llevarme al más alto grado de deseo y excitación.
Un rayo muy fuerte cayó muy cerca, seguido de un retumbo y una serie de relámpagos, abrí mis ojos en forma abrupta y observé la absoluta oscuridad que me envolvía.
Instintivamente llevé mi mano a mi coño y ahí estaba totalmente mojado, totalmente excitado, bajé mi tanga, subí mi pequeña blusita y empecé a tocarme, sintiendo que él me tocaba, mis dedos entraron en la “rajita” de mi vagina, los empecé a mover, soñando que era su polla.
Mis dedos volvieron a mi clítoris que estaba duro como piedra y en forma rápida empecé a masturbarme, mi otra mano apretaba un pezón y luego el otro, mi cuerpo se retorcía y mi mente vagaba a él, pensaba en él, lo sentía y lo deseaba con todas las fuerzas de mi ser.
Mi clítoris iba a estallar, mis dedos seguían jugueteando en él, rápido, con fuerza, en ese momento me corrí, me corrí totalmente sin fuerzas ya, mi respiración era fuerte y entrecortada, mi clítoris mandaba “choques eléctricos” a mi cuerpo y yo en forma involuntaria me estremecía, saqué mi mano totalmente mojada de mi concha y la subí a mi pecho, me voltee de lado y recogí mis piernas, debía ir al baño a asearme, mi corrida había sido más cargada de leche que lo usual, pero primero necesitaba hacer algo, tomé mi celular y empecé a escribir…
Guapísimo son las 4 de la mañana, vos estas al mediodía ya, estamos con una tormenta impresionante, estaba dormida, soñando con vos y…
Él estaba al otro lado del mundo, pero yo lo sentía a mi lado y cada gota de leche que salía de mi cuerpo era por él y para él.