Semen (4)
Rara petición de una lectora.
Después del encuentro en la universidad Carolina y yo nos vimos varias veces más. Ella tenía un novio bastante tradicional en el sexo y no compartía con ella este tipo de fantasías que nosotros practicábamos, sin embargo ella quería hacerlo partícipe del juego.
Después de varios encuentros similares al de la biblioteca, donde Carolina se tomaba mi semen de distintas formas, ella misma ideó la forma de que su pareja estuviera presente en una de ellas.
Me contó que lo había logrado convencer de dejarse mamar dentro del auto (raro que haya que convencer a un hombre de eso) y que lo habían hecho en una calle de lastre paralela a la autopista Braulio Carrillo. Ella quería que la próxima vez yo estuviera cerca viéndolos, pues pensaba vendarle los ojos a su pareja.
En efecto, un viernes de cuya fecha no quiero acordarme, diría Cervantes, llegué en mi automóvil, luces apagadas, velocidad mínima, cual sicario, a la callecita en cuestión.
Sólo podía ver la cabeza de él, con una venda anudada en la parte de atrás, y los típicos movimientos de gozo al tener una hembra degustándote.
Pronto Carolina se irguió y vio mi carro detrás de ellos y a cierta distancia. Mientras lo masturbaba con una mano me envió un mensaje al celular que me dejó frío: sin embargo cumplí.
Salí de mi carro y me acerqué a la ventana del pasajero, donde ella estaba sentada, y fui testigo de la soberbia mamada que le daba a su novio. Cuando las convulsiones de él no dejaron duda de su corrida, Carolina abrió la ventana del pasajero, pero en vez de escupir el semen que tenía en la boca, abrió sus labios y me mostró su contenido. Yo, raudo y veloz, saqué mi pene y me masturbé un poco para dejar caer en su boca mi semen, que se mezcló con el de su novio, y fue engullido con gula por la viciosa mujercita esa. Me alejé satisfecho e ilusionado de no tener que ser yo el que siempre ideaba nuevas fantasías.