Semen (3)

Sigue la fantasía.

Los juegos con la flaca eran deliciosos. Le encantaba que le diera mi semen de todas las formas imaginables. Y luego de poner el anuncio que ella me sugirió comenzaron a aparecer personas interesadas en el asunto. La pura verdad la mayoría eran hombres y no me interesó mucho, pero lego apareció Carolina.

Con ella tuvimos varios contactos contándole nuestras experiencias y luego de tomar un poco de confianza nos citamos por webcam. Ella es una mujer deliciosa, muy bajita, como de metro cincuenta, pero con suficiente carne como para tener unas tetas y un culo delicioso.

La flaca y yo le dimos nuestro espectáculo personal y la flaca me la mamó frente a la cam con toda pasión, cuando me iba a correr puso su mano cono dulcera y mi corrida quedo en ella, luego acercó su cara a la cam y chupó todo mi semen para deleite de nuestra observadora.

Carolina quedó encantada y luego de algunas sesiones ya se nos mostraba desnuda y se masturbaba mientras hacíamos nuestro espectáculo. Luego de unas diez sesiones, más o menos, empezó a decirnos que le gustaría probar mi semen a ella también. Como lo normal (vení me la mamas y te tomas mi leche) no era lo que yo buscaba comencé a darle cabeza al asunto.

Ella era de San José, Costa Rica, igual que la flaca y yo. Un día le dije que aceptaba su propuesta pero bajo mis condiciones. Aceptó sin reparos y la cite una tarde entre semana en el pretil (especie de explanada frente a la biblioteca central) de la UCR., el resto lo arreglaríamos vía sms.

Cuando llegó la reconocí de inmediato y le mandé un mensaje diciendole que fuera a los estantes de libros y buscara y la serie de historia (970.1 en adelante para los afectos a la bibliotecología). Luego le dije que buscara en el estante superior de la tercer fila, casi al fondo del salón, un libro grueso cuyo autor es Bernardo Augusto Thiel (primer obispo de Costa Rica, y agregó que no escogí el libro por morbo, era el más grande), y tomara un frasquito de los de rollo de cámara, negro y con tapa (antes de las cámaras digitales para los muy jóvenes).

Le pedí que saliera de nuevo al pretil que se encontraba repleto de estudiantes, ella traía el frasco en su mano, cuando se sentó en una de las bancas de cemento que rodean el pretil, cerca de los girasoles, la llamé.

-Tienes el frasquito- pregunté aunque sabía su respuesta

-Sí-

-Pues está lleno de mi semen-

Un silencio de su lado.

-Quiero que lo abras y te lo tomes ya-

Valga señalar que ella no me había ubicado aún pues ahora todos hablan por celular a toda hora y yo estaba a un lado y detrás de ella.

-Estas loco me van a ver- dijo ella.

-Esa es la idea, pero nadie sabrá que es, nadie podría imaginar que es mi semen-

Pensé que se echaría para atrás, y sin embargo abrió el frasco y comenzó a llevarlo a su boca. Tomó despacio pues el semen no baja fácil de un recipiente así e incluso pude notar que sacaba su lengua para hurgar dentro de él. Yo ya me había dado por satisfecho con semejante espectáculo, pero ella lo redondeó metiendo su dedo en el frasquito, limpiando cualquier resto que quedara de mi semen, y en lugar de chupar el dedo como yo (y probablemente ustedes) esperaba, lo comenzó a untar en sus labios como si fuera parte de su maquillaje.

No les miento si les digo que casi me riego al ver esto, pero por suerte no sucedió y simplemente la llamé para ver que le había parecido.

No vale la pena que cuente esa parte, simplemente les digo que ella quería repetir y yo no iba a dejar pasar a esta nena.

El frasquito… en el relleno sanitario de Río Azul.