Semana de locura con final inesperado. CCCC.-

Siempre digo que la vida es como la mezcla de una noria o una montaña rusa. Y en mi caso, algunas veces, por no decir muchas, me la complico yo solito sin la ayuda de nadie. No era mi mejor momento, pero haría que lo fuera o por lo menos que lo pareciera.

Desde que vine de vacaciones tenía que solucionar una serie de problemas internos. Un viaje a Madrid y una semana en la que tenía que tomar unas decisiones a nivel personal, hicieron que retrasase la solución de esos problemas a pesar de que Victoria estuviera recordándomelo de forma insistente. Para ubicarnos mejor era la semana del 15 al 21. Me comprometo a darle solución a todo la siguiente semana. El día 15 para sorpresa mía, Marina es la que se acerca a traer el papeleo de la semana que ha pasado. Si estoy reunido u ocupado suelen dejarlo y se marchan, salvo que se queden de charla con Victoria.

Ese día la vi y venía muy guapa, muy atractiva, algo que era normal en ella. Ese día que mi cabeza estaba en cualquier sitio menos donde tenía que estar y tenía en poco tiempo una reunión importante, con los que llevan los números, me dijo que había surgido algo. Hice que fueran pasando todos a la sala de reuniones y con ella me fui al despacho…

- Si estaba todo bien el viernes… ¿Que puede haberse torcido en el fin de semana?

- Está todo bien, es que quería hablar contigo a solas.

- Pues tu dirás… ¿Algún problema? (La notaba nerviosa )**

- No, ningún problema. es solo que quería invitarte a cenar el viernes, te invito como tu querías.

- Pues me parece que va a ser imposible esta semana. Lo dejamos y ya te digo algo.

Acabe en ese momento la conversación y cuando estaba en la sala de reuniones, la vi pasar cabizbaja. Me di cuenta de que había estado demasiado seco. Me daba la sensación de que no había estado bien. Estaba nerviosa porque los dos sabíamos lo que significaba esa cena y no había estado a la altura. Tampoco podía haberme extendido más en las explicaciones. Simplemente mi cabeza está en otro sitio y no era un buen momento.

El martes como se suele decir cuando te pasa una apisonadora por encima, me dieron un hostión sin manos o figuradamente con la mano abierta. Fue a la hora de mi café de después de comer, ese que me toma en plan relax. Porque no lo tomo con leche, que si no hubiera dicho que hasta se cortó. Me di un plazo hasta las diez de la mañana y si no, supongo que sería que no, pero como me decía siempre mi padre con sus refranes… “Lección bien aprendida, tarde o nunca se olvida o amor mal correspondido, ausencia y olvido” eran dos refranes que los encajaba a cualquier cosa que me quisiera decir, por algo que me hubiera sucedido y le daba igual el motivo.

El miércoles llegó y pasó el tiempo que me había marcado. Para ese fin de semana había preparado una serie de cosas para hacer, sin dejar nada ni ningún detalle al azar. Pero lo que siempre aplico en mi vida a momentos complicados, decisiones firmes. Móvil y a anular lo que está previsto. Fui a una floristería y compre unas rosas naranjas, porque las rojas se deben de regalar a alguien muy especial e hice que se las enviaran. La nota es muy escueta… “No tengo excusa, perdón por haber sido tan impresentable ante tu invitación” y no me moleste en poner quien era. Me enviaron un msj de texto diciéndome que ya habían sido entregadas y pocos minutos después recibía una llamada de Marina.

- Son unas rosas muy bonitas. Nunca había visto unas de ese color tan intenso. No te tenías que haber molestado y no tengo que perdonar nada, no siempre se puede hacer lo que uno quiere. Ya ni me acordaba.

- Es que algunas veces soy muy cortante, cuando no tengo porque serlo.

- Que va, que va… todos tenemos momentos chungos. Lo que hace falta que todo vaya mejor.

- Va perfecto y por eso, para compensaros pero sobre todo a ti, os invito a cenar el viernes o el sábado cuando mejor os venga.

- No, mejor… prefiero que la cena sea en mi casa, me encuentro más cómoda no, es que no es como decirlo…

- Da igual tú te encuentras más segura en tu casa pues en tu casa.

- Que mal me suena lo de más segura, que parece que es que tengo miedo. No es eso… JOLÍN… que no me sale. Es por no estar incómoda por pensar que nos miran, no sé, parece que soy tonta, que no vamos a llevar un letrero diciendo lo que pensamos, pero…

- Que te he entendido. Háblalo con Ignacio y ya me decís algo.

- No hace falta… ¿Te viene bien el viernes?

- A mí me viene bien.

- Pues el viernes entonces y si quieres pues a las nueve y media de la noche. ¿Te parece?

- Por mi perfecto… ¿Quieres que lleve algo en especial?

- No hace falta nada.

Ya veríamos como se me daba el viernes o mejor dicho como se nos daba a todos. Lo poco que quedaba de la semana fui planificando los “encuentros” que iba a tener para buscar solución a los distintos problemas de carácter interno. El viernes Victoria (Mi conciencia en muchos momentos)… “Carlos hay un runrún de que estás negociando nuestra absorción y la gente está que se tira de los pelos, ya les he ido diciendo que no hay nada de eso, pero se quedarán más tranquilos si te lo oyen a ti” , esas cosas no me gustan, el tener que andar desmintiendo algo que no existe y se lo dije a Victoria… “Lo hemos hablado muchas veces, este tipo de rumores salen a relucir cada tres o cuatro meses y no podemos estar desmintiendo algo que sale de radio macuto. NO… deja que pase el tiempo y se den cuenta” no se quedó muy convencida y conociéndola eso suponía que el lunes volvería a la carga.

Ese viernes después de salir quedé a comer con mi amigo el inmobiliario. Después de comer nos fuimos a ver mi nuevo piso, estaba ya prácticamente listo, solo quedaba hacer la elección adecuada del mobiliario, que exceptuando mi dormitorio y la cocina, con el resto me perdía. Por eso me dijo que cuando quisiera me traería a una persona de su confianza para esa labor. Hasta el miércoles le hubiera dicho que no, pero ahora le dije que sí y quedamos que ya me avisaría. Después ya se me estaba haciendo tarde, corte y salí zumbando. Me di una ducha y me cambien de ropa completamente. La ropa elegida era toda de sport y marche hacia su casa, llegué veinte minutos antes y subí, me recibió Ignacio, que no le note nada nervioso y bastante contento.

- Carlos que alegría me da verte… (Me estrechó la mano con fuerza ) pasa, pasa, no te quedes ahí. Que a Marina todavía le falta.**

- Yo también me alegro de verte. ¿Cómo te encuentras?

- Pues encantado y esperando que todo vaya bien. (Mi pregunta había sido de cortesía ) Marina muy nerviosa, no se lo tengas en cuenta.**

- No tiene por qué estarlo aunque lo entiendo. Aunque a ti te veo muy fresco.

- Jajaja… porque llevo deseando este momento muchísimo. Ella estaba hecha un flan primero con la ropa que no sabe qué ponerse. Hasta le compré unas cosas. Le he dicho que salga vestida como una Mata Hari.

- Hay que tomárselo con calma y si al final no se decide dejarla, no atosigarla.

- Jajaja… no la conoces, el quid está en que se ponga un poco cachonda, porque cuando se pone ya no tiene freno, que es muy cachonda. ¿Tú vas a sitios de intercambios de parejas? Porque quería ir solo a ver hace unas semanas y ella no ha querido.

- Hace mucho que ya no voy y con el COVID-19 ni se me pasa por la cabeza. Pero es que eso lo deje, prefiero con personas más o menos cercanas, que las conozca algo.

- Lo mismo esta noche no llegamos a que cuaje, pero mañana u otro fin de semana puede… ¿Qué te parece, qué opinas?

- Lo sabré nada más verla o cinco minutos después. Lo primero que tienes que hacer, es darle este regalo que le he traído y para ti el vino. Pero ve y no te quedes allí, no me dejes solo.

- En un segundo estoy aquí.

Ignacio cumplió, regresó al instante. Me ofreció tomar algo y él estaba ávido de saber. Lo que no sabía era lo que le había regalado. Era una caja con un huevo vibrador a control remoto, en concreto el lovense lush 3, que lo habían rediseñado y parecía mejor. Era más curvado y con mejor control. Con el regalo iba una nota que decía textualmente… “ESTA NOCHE ERES Y SERÁS MI PUTITA, TAL COMO ESTÁ, COLÓCATELO NO DIGAS NADA AL FUTURO CORNUDO” y por eso le había dicho a su marido que en los primeros minutos lo sabría.

No suelo beber y me estaba tomando un ron, escuchando lo que me decía Ignacio y yo pendiente de oír a Marina. Porque quería poner en funcionamiento mi regalo. Al escuchar ruidos, hice que me llamaban por el móvil y vi entrar a Marina. Iba de escándalo y hasta sus ojos parecían más grandes. Estaba más risueña que nunca. Ignacio me daba la espalda y hablaba con ella sobre la cena y la cocina. Puse el regalo a funcionar y lo llevaba puesto, se notó en su cara. Si había accedido a eso, estaba asegurada una noche inolvidable.

Ahora entendí a Marina, me extrañaba que a la calle saliera con la ropa que llevaba, más que nada porque no debía de estar acostumbrada a llevar ese tipo de vestuario. Porque llevaba una blusa negra con cuello en V de manga larga y trasparente con puntos negros. El sujetador que se le veía sujetando sus dos buenas razones, era de  encaje transparente y dejaba algo más que intuir sus pezones. Llevaba una falda de tipo spandex, que era muy corta, se le ajustaba a su cuerpo, dejando que se le marcara un culito que me llamaba a gritos, porque la muy zorra, se giró un poco para que se lo viera, de eso estaba seguro. Era tan corta que al moverse dejaba ver parte de la blonda de las medias negras. Para calzado uso unos zapatos de estilo retro, con tacones super altos, de forma puntiaguda y de color rojo intenso. Que hacían juego con el color de sus labios, que eran de un rojo muy intenso.

Mi polla se estaba alterando, lograba de momento controlarla. Me acerqué y le di dos besos incitantes en la comisura de sus labios, que ella respondió sin poner ninguna objeción. Marina nos dijo que cuando quisiéramos podíamos cenar, ya que la cena era fría y de picoteo. Mi respuesta fue que en ese momento no tenía mucha hambre y a ella le pasaba lo mismo. Nos fuimos a sentar a unos sillones, acabamos cada uno en un sillón. Marina tenía las piernas medio cruzadas, dejando ver parte de la blonda de una de las medias, la pose que tenía era muy sexy e iniciamos una conversación de lo más tonta.

MAR.- Que hay de cierto en lo que nos absorben.

YO.- Tonterías infundadas, no merece la pena hablar de ello.

IGN.- De trabajo no se habla, que para eso tenéis toda la semana. Carlos, tú en el sexo… ¿Como eres?

MAR.- Ignacio córtate un poco. (Seguía jugando con la intensidad de las vibraciones, cuando su cara se “congestionaba” bajaba) No te pases.

YO.- Por mí no te preocupes, me gusta que la gente sea directa. Soy y actúo según la otra o las otras personas, no siempre soy igual. ¿Es que vosotros sois siempre igual?

IGN.- Mas o menos siempre igual, la costumbre.

YO.- Y que es lo que os apetece hacer, un ejemplo y si no te importa que sea Marina la que diga algo primero.

MAR.- A mi hablar de esto me incomoda por si no os habéis dado cuenta y no estoy segura de que vaya a pasar nada. (Le di más fuerza y apretó los labios desencajada)

IGN.- Yo estoy abierto a todo, me considero un hetero curioso.

MAR.- Joder con la tontería, eso no vayas diciéndolo por ahí, porque suena muy mal y ya que estamos me lo podías explicar.

IGN.- es que no sé cómo explicarme…

YO.- Deja que lo explico yo. Tu marido quiere por poner un ejemplo, comerse una polla o lo mismo algo más.

MAR.- Venga ya… y te quedas tan a gusto diciendo eso.

Ignacio no me llevo la contraria y Marina pensaba que era una broma o que nos habíamos puesto de acuerdo para provocarla. Su marido no tenía ni idea de lo que hacía con el móvil, hasta le llegó a preguntar más de una vez a su mujer que le pasaba y ella conteniéndose le decía que nada, que tenía mucho calor. Sabía o intuía que Marina estaba más nerviosa porque sabía que tenía que pedirme que me la follara que el resto de la situación. Ignacio empezó con una conversación nueva que a mí me daba igual y por eso dije… “Marina quiero que te sientes aquí, junto a mí (miró a su marido ) y le dije no le mires a él te he dicho que vengas”** se levantó y se acercó.

Había algo que no me cuadraba porque algunas cosas que me decía Ignacio, me daban a entender que no sabía lo del concierto, aunque Marina me dijo que se lo diría y luego que se lo había dicho. Le dije que trajera hielo y en cuanto me quede solo con ella… “Eres muy zorra, a tu marido no le has dicho que ya follamos, ¿Verdad?” y ella movió su cabeza negando. Agarre su mano y la puse sobre mi polla, tal como la agarro y la acaricio tenía que estar muy cachonda.

Espere a que Ignacio llegara con el hielo y nada más aparecer por la puerta, le di un morreo a traición a su mujer, se sorprendió pero respondió al morreo. Porque abrió su boca y su lengua buscó la mía. Era un morreo pasional que solo se dan con el puro sexo, nada de otros sentimientos. De nuevo cogí su mano, que apartó al oír llegar a su marido y la coloque de nuevo sobre mi polla, no se cortó y bien que la tocaba. Aun así estaba todavía un poco cortada no mucho, solo le faltaba un leve empujón. Para evitar que su marido fuera un freno, le dije a Ignacio que se sentara a mi derecha ya que la mujer estaba a mi izquierda.

En ese momento le dije al oído a Marina, que me sacara la polla. No quería mirar a su marido, se le notaba y fue desabrochando mi pantalón, hasta que al final bajó la cremallera. El último obstáculo es sacarla de mi boxers. Saco mi polla que estaba enorme de la erección que tenía. La miraba con intensidad y se le puso la cara colorada como un tomate, la tenía bien agarrada y miró a su marido… “Es una preciosidad, más grande y bonita que la tuya. ¿Estás seguro de querer seguir?” Ignacio dijo un contenido si y ella exclamo… “Sigo sin entenderte, pero si es lo que quieres…” y se lo decía moviendo su mano haciéndome una paja muy suave. Por lo que decía y como lo decía parecía que lo hacía por hacer un favor a su marido, pero tal como la agarraba y la cara de morbo que tenía me indicaba que estaba muy cachonda.

Hice que se apartara un momento cuando vi que iba a meterse mi polla en la boca. Quise dejar todo claro y que ella se diera cuenta. “Ignacio primera lección para un cornudo… quita la ropa al que va a ser el dueño de tu mujer esta noche” me gusto ver la cara de Marina que se quedó confusa y más cuando su marido de forma obediente vino a desnudarme. Mientras lo hacía ante la mirada de Marina le pregunté si le gustaba mi polla y al responder con total tranquilidad y de forma natural, Marina casi se cae… “La imagine grande pero la tienes que es una pasada de bonita, mucho más grande y gorda que la mía. Me gusta el color oscuro que tiene y que no tengas ni un pelo. Y menudos huevos que tienes, vaya morbazo” a Marina se le había quedado la boca abierta de escuchar a su marido.

Me hacía gracia y antes de que pudiéramos hacer nada más, Marina mandó a su marido para que trajera un par de sábanas para poner en el sillón. Mientras ella se acercó y nos morreamos de nuevo preguntándome como asustada que era lo que pasaba con su marido. Le pregunté si le había molestado y no me extrañó la respuesta… “Que va me ha puesto muy… eso excitada” y le dije… “Si esto te ha puesto cachonda ya verás que noche” y llegó Ignacio con las sábanas que las puso sobre el sillón para que no se manchara. Me quedó claramente clara la mirada de Ignacio.

Estire mi brazo hasta que Marina me dio su mano, la atraje e hice que se colocara entre mis piernas. Con la mirada nos dijimos todo, ella flexionó sus piernas y primero lamió mi polla por todos los lados, hasta que se le empezó a meter en la boca, le costaba un poco, pero lo hacía bien. Era super cachondo ver esos labios tan rojos alrededor de mi polla y la cara viciosa de su marido mirando desde un sitio privilegiado. Marina no miraba hacia su marido, pero si hacia mí. Era una mirada de estar como quería que estuviera cachonda y con los efectos del regalo dentro de su coñito. Me dio la sensación de que miro sin querer a su marido y cuando se cruzó con su mirada, se notó que se puso más cachonda, porque lamia más obscenamente y provocando, hasta que le dijo… “Joder lo que estoy descubriendo de ti, pero que vicioso eres, pero ahora es solo mía… te jodes” y se la trataba de meter hasta la garganta, eso hacía que Ignacio se retorciera en el sillón.

Ignacio se desnudó y tenía una buena erección, su polla bastante normalita. Una vez que estaba desnudo, le dije que fuera desnudando a su mujer sin acelerarse. Lo mejor vino después de quitarle la falda y descubrir el regalo de color rosa. De forma instintiva le preguntó a su mujer… “Marina… ¿Esto qué es?” y ella dejó de mamarme la polla, sin girarse pero mirándome a mí le respondió… “Porque nuestro patrón lo ha ordenado y yo obedezco” me hizo gracia lo de patrón y como me miró cuando lo dijo. Una vez que quedó desnuda le dije a Ignacio que trajera algún lubricante que uséis o alguna crema y le preparas el culito para cuando se lo vaya a follar.

Y sin esperármelo Marina me dijo… “Oye que te has creído… no me hace falta nada y quiero notarlo en todo su esplendor” a petición mía Ignacio le quitó el regalo y salió chorreando… “Menuda puta tengo en casa y sin saberlo, esta puta seguro que se ha corrido varias veces” y se puso a comerse su coñito, sin dejar fuera su culito. Eso impidió que Marina contestara  a lo que había dicho, Ignacio era de los que sabía cómo hacer una buena “comida” se notaba en como lo hacía y en cómo disfrutaba su mujer.

Me quite, la agarre y la tumbe sobre el sillón, abrí sus piernas y me puse entre ellas. La miraba fijamente y sin dejar de hacerlo, pasaba mi lengua por los labios de su coñito pero sin llegar al clítoris, pero llegaba muy cerca de él. Me gustaba la cara de deseo que ponía cuando mi lengua se acercaba a su inflamado clítoris. Estuve durante un buen rato haciendo lo mismo y provocándola hasta que mi lengua tocó su clítoris, que estaba duro como una piedra, era más grande de lo que creía y su cuerpo se arqueó cuando mis labios lo atraparon. Lo hice suavemente y con la punta de mi lengua, lo acariciaba con delicadeza. Tuvo un pequeño orgasmo incontrolado. Supongo que como alguno que ya habría tenido como aseguraba su marido.

Ahora ya si estaba preparándose para un orgasmo en toda regla, se notaba en cómo se le hinchaba su pecho, en cómo se tocaba sus pezones, al principio tímidamente y luego con furia. Justo cuando se encorvaba, me quite, abrió los ojos con espanto, resoplo, refunfuño pero se abstuvo de decirme nada, porque ahora estaba echándome un pulso, para que me la follara sin tener que pedírmelo. Hice que su marido se le acercara y lo pagó con él, porque nos agarró las pollas y le decía… “Ignacio… al lado de esta (Agarrando la mía ) estarás conmigo que la tuya es una ridiculez, lo que te salva es la lengua cariño”** Ignacio solo babeaba con su mujer, era el típico marido entregado a su esposa, que le ponía cachondísimo esa situación y estaba seguro de que haría cualquier cosa, si no era sissy poco le faltaba, pero lo mismo esa noche salíamos de dudas.

Se puso a mamarme la polla y luego iba a ir por la de su marido… “EHHH… QUIETA… ¿PERO QUÉ VAS A HACER? Aquí la única polla que mamaras será la mía…” ninguno de los dos dijo nada y ella siguió comiéndomela. Ahora le decía a su marido que mirara y me comía los testículos, no todas las mujeres eran habilidosas en eso y ella sí lo era. Lo que sí le dije a Ignacio que siguiera comiéndole todo a su mujer y lo hacía muy bien, cuando veía que se “desencajaba” la cara de ella, le mandaba parar y él seguía mis instrucciones, aunque ella protestaba y le decía que no lo volviera a hacer. Se le notaba que estaba loca por que una polla la follara y se estaba aguantando.

Iba a ponerla a mil. La tumbé de nuevo sobre el sillón y ella me decía de ir a la cama. No le hacía caso, me tumbe un poco sobre ella y nos morreamos, hizo lo que sabía que iba a hacer, intentar que la follara acercando su coñito a mi polla. A continuación me eche un poco para atrás, muy poco. Agarre mi polla y se la acerque a su coñito, lo pasaba a todo lo largo y hacía amagos de metérsela, me miraba con “cabreo” se mordía los labios, movía sus caderas cuando mi polla parecía que iba a entrar y yo me apartaba. Luego la apretaba sobre su clítoris y decía que le ponía muy excitada, porque parecía que su clítoris ardía por lo caliente que estaba mi polla.

Al final se “rindió” me miró fijamente y con la voz tomada por la excitación, con algo de rabia… “YAAAA… JODER FÓLLAME,  ya lo he dicho, nadie me ha puesto tan cachonda como tú” fue en ese momento que ella estaba esperando que metiera mi polla dentro de ella, cuando le dije a Ignacio que de mi pantalón sacra unos preservativos. Ella rápidamente me dijo que no quería, que no hacía falta y entonces vino algo que no se creía, se quedó como en shock… “Lo haremos con preservativo y además me lo va a poner nuestro fámulo” ella miraba y se extasiaba viendo como su marido diligentemente me colocaba el preservativo.

Le puso muy cachonda, no hacía falta que lo dijera y se la fui metiendo muy lentamente, ella suspiraba y gemía de manera tranquila, hasta que se la metí de golpe y entonces sus gemidos no fueron nada suaves. Varias arremetidas con profundidad y luego lentitud. Ignacio estaba pegado a mi viendo como mi polla entraba en el coñito de su mujer. Ignacio miraba embobado y le hice acercar su oreja hacia mi boca para decirle algo. Se puso muy colorado y luego nos dejó solos. Marina quería saber y le dije que iba a conocer de verdad a su marido, mi ritmo fue en aumento, sus piernas estaban ahora en mis hombros y la penetraba con ritmo potente, follándola profundamente y ahora si su orgasmo retumbó en toda la casa, como no pare, todo lo contrario seguí con el mismo ritmo de potencia y tuvo dos orgasmos más. Baje un poco el ritmo.

Estaba esperando que regresara Ignacio, pero no lo hacía y pensé que lo mismo había sido muy fuerte para él lo que le dije que hiciera. Le vi en la puerta y no me había equivocado. Ella todavía no lo podía ver y lo vio cuando le dije… “Vamos cornudo, ven y abre el culito de mi pita que me lo voy a follar, pero tú tienes que entregármelo” y le dije a Marina que se apoyara sobre el respaldo, fue cuando vio a su marido, que llevaba puestas unas braguitas de ella y medias, aunque se le hizo una carrera en una de ellas. Marina dijo cachonda… “Mira ya somos una puta y una putita” , Ignacio hizo lo que le había dicho, sujetó las nalgas de su mujer, para abrirlas y que me follara su culito.

Inicie mi follada de culito, aunque lo practicaba con asiduidad, lo tenía apretadito o que mi polla era más grande de lo normal. No se quejó ni se quejaba, solo sabía decir que era una pasada. Entonces Ignacio me enseño dos consoladores que llevaba, que le había dicho que trajera uno si tenían y si no un sustituto. Uno era más grande que el otro, tampoco nada extraordinario. Me pregunto qué hacía con ellos y le dije que se colocara igual que su mujer pero delante de ella. Marina eligió el más grande y con mucho gusto se puso a desvirgar el culo de su marido, al ritmo de las embestidas que le daba ya teniendo mi polla dentro de su culito.

Ella seguía diciéndome con la voz entrecortada que era una pasada mi polla en su culo. Era un buen culito y lo movía con maestría, hasta que se corrió su marido y luego ella. Ya estaba a punto, me quité el preservativo y quise correrme en sus pezones. Esta vez alucinaron los dos con mi corrida, que tapó bien uno de sus pezones oscuros. Marina pidió algo para limpiarse y fue cuando le dijo a su marido que hiciera los honores, pero muy lentamente. Ante el asombro de Marina, Ignacio saco su lengua y fue lamiendo con mucha lentitud y ella no pudo aguantarse se tocó su coñito hasta que se corrió. Nos pusimos a comer algo y yo sobre todo a beber agua e inicié una conversación…

YO.- la verdad que pensé que iría peor, pero ha estado muy bien, parecía que no era vuestra primera vez.

MAR.- Te puedo asegurar que para mí sí, de este ( Por su marido ) ya no lo aseguraría tanto, porque visto lo que he visto…

YO.- Afición por lo menos tiene… Jajaja…

MAR.- Jajaja… algo más que afición porque un poco más y te la chupa.

YO.- Todavía queda mucha noche… Jajaja…

MAR.- Y lo mismo lo haría… ¿Ignacio te apetece comérsela?

IGN.- Pues no te diría que no, me pone y más después de oírte que se siente distinto.

MAR.- Alucina vecina… pues por mi lo puedes hacer que me va a poner mogollón. Ya verás como sabe y sobre todo como arde. En mi culito ha sido un quemazón de placer, porque igual que por delante, sentir algo con esa temperatura ya te hace casi llegar.

La conversación era muy fluida, me gustaba eso de ellos, no tenían reparos en nada de lo que hablábamos, se habían soltado del todo. Marina me preguntó que cómo me había dado cuenta de que a su marido le gustaba todo eso, si ella que era quien mejor lo conocía no se había dado cuenta, ni tan siquiera lo había sospechado . “Mira, supongo que la experiencia y que cuando nos ve juntos se le ponen los ojos de vicioso, que no lo puede evitar” y esta vez ella riéndose con un toque de maldad… “Pues cari, pues nuestro matrimonio va a tener unos ajustes que voy a hacer y te toca adaptarte” el solo le dijo un escueto… “Tu mandas amor”.**

Lo cierto que aunque había dicho que quedaba todavía mucho, esa parada que habíamos hecho me había enfriado. Por eso les dije que daba por terminada la velada, pero que les invitaba a cenar al día siguiente que era sábado. Los dos dijeron a la vez que por ellos bien. Quedé en avisarles al día siguiente de la hora y el sitio elegido, porque tendría que hacer la reserva. Por la mañana una vez hecha la reserva llame a Marina…

- Buenos días, ya he hecho la reserva y… (Me interrumpió )**

- Carlos que había pensado otra cosa, a ver qué te parece… nos vamos a cenar tú y yo solos, la putita nos espera en casa y así te tengo otra sorpresa. ¿Te parece bien?

- Así que la putita se queda en casa y la puta se viene de cena, ¿Es así?

- Lo has entendido a la perfección.

- Solo hay una pega.

- ¡¿Cuál?! (Preguntó con sorpresa)

- Que la puta tiene que ir como tal. ¿Serás capaz?

- Si me ayudas diciéndome como… será más fácil.

- De eso nada, una buena puta sabe cómo ha de ir.

- No te defraudare.

- A las nueve en punto te recogeré en la puerta de tu casa.

Sábado por la noche camino de la casa de Marina. Estoy en la puerta y miro el reloj de mi coche cuando sale de su portal, son las 21:03, puntual y va espectacular, salgo del coche para saludarla y abrir la puerta, de reojo veo a Ignacio asomado…

AVISO: Por circunstancias que no vienen al caso, he tenido que eliminar mi dirección de correo electrónico, la nueva dirección está colocada en el perfil de mi usuario. Si había algún mail pendiente, disculparme por no poder contestar, lo podéis volver a enviar a la nueva dirección. MUCHAS GRACIAS y disculpar las molestias.