Semáforos.

"...ella sospechaba que había truco, lo supo en cuanto la ordeno ir a recogerle a la estación de tren..."

"...ella sospechaba que había truco, lo supo en cuanto la ordeno ir a recogerle a la estación de tren, como siempre específico que debía llevar un vestido y que era la única prenda de ropa que debía rozar su piel. La hizo estar allí treinta minutos antes de la.llegada programada del tren, sabía, que conociéndola empezaría a desbordarse con cada imagen que apareciese en su cabecita, de lo que podría o no suceder.

Cuando le vio aparecer saliendo del andén, sus nervios que antes ya estaban por las nubes, alcanzaron el espacio, era más de un mes sin verle y sabía que vendría hambriento y en esos momentos era un verdadero cabronazo.

Los dos besos de rigor, con su mano apretando su cuello para que tuviese claro que no debía olvidar su lugar, el ligero azote cuando se dio la vuelta para guiarle hacia donde había aparcado el coche, y con el que comprobó que no había nada que estorbase el camino a lo que tenían claro los dos que le pertenecía, marco el comienzo del final del viaje hacía su casa.

Se sentaron en el coche, y mientras, abrochaban cinturones, ella arrancaba el coche, y el elegía la música a su gusto, la advirtió que quería la falda remangada por encima de la cintura... Su cara fue un poema, el color rojo sustituyó a su palidez, pero sabía que no había discusión posible... Esperaba no mojar la tapicería del coche en demasía...

Le miró pidiendo permiso para empezar la marcha y en ese instante fue exactamente el momento que el eligió para aflojar su cinturón, aflojar su pantalón y sacar su polla... Ella en un acto reflejo fue a bajar hacia ella para acariciarla con su lengua, pero el la detuvo... la agarro de la barbilla, la miró a los ojos y la hablo... Si vas a poder hacerlo, no te preocupes, en cada semáforo en el que paremos, si así lo decido, vas a darme placer con esa boquita insaciable que tienes, desde que paremos hasta que se ponga verde, y podamos continuar, sabes cómo hacerlo, profundo que tu garganta me de la bienvenida después de tanto tiempo...

No pudo mantenerle la mirada. El escalofrío que recorrió su columna vertebral indicaba, que aún muerta de vergüenza, cumpliría, aunque las sensaciones que ahora recorrían su interior ya estaban destrozando la tapicería de su asiento, aunque los demás conductores intuyesen que estaba pasando dentro del coche, su yo sumiso tenía hambre y sabía que así en parte se saciaria,...

Arrancó deseando que cada semáforo de allí a su destino estuviera en rojo..."