Selena (5)

Deseos cumplidos de un final que no era de Holywood.

SELENA

Capítulo 5

Había pasado casi una semana de lo sucedido con Carlos, casi una semana sintiéndose violada cuando cerraba los ojos. Aunque había disfrutado levemente no había despertado nunca ningún deseo en ella. Era sábado por la mañana y Fran había llegado tarde la noche anterior. Selena se había acostado preocupada por todo, pero el preocupado también era Fran.

–¿Qué tal ha dormido dulce? –preguntó él con suavidad cuando ella abría los ojos.

–Bien –sonrió ella feliz.

–He preparado unos sándwiches y unos zumos –dijo él.

–Que dulce despertar –susurró ella.

–Celebro que estoy contento –pensó un instante –ayer me dieron un nuevo despacho, él que siempre había pedido, Carlos dijo que ya me lo merecía y que más adelante hablaríamos de mejores condiciones –se sentía feliz.

–Me alegro mucho –dijo incorporándose y dándole un beso lento.

–Yo no me alegro del todo –añadió él.

–¿Por qué? –preguntó ella mirándole a los ojos.

–Últimamente… –empezó a decir.

–Lo sé, no hemos tenido sexo –interrumpió ella agachando la cabeza.

–No solo eso, te veo más apagada –ella no dijo nada y hubo un silencio.

De repente Fran le hizo cosquillas y ella sonrió. –Eso me gusta más –dijo él lanzándose a continuar las cosquillas. Selena se cubrió con la sabana pero los brazos de Fran ya se habían colado. Las cosquillas la hicieron reír cada vez más y no sabía como ocultarse, dieron un par de vueltas peleando como niños sobre la cama, pero de pronto Fran se cayó boca abajo por uno de los lados. Rieron.

Selena se tiró rápidamente al suelo atrapándole entre sus piernas y cogiéndole los brazos hacia atrás. –Te gané –dijo haciendo una fuerza muy frágil. Fran solo veía el suelo pero sonrió contento y decidió dejarla vencer sin moverse. Selena se recostó sobre su espalda y le besó el cuello suavemente. Él pudo sentir los pechos abultados de Selena ahora aplastados en su espalda prisionera. Su mano movió los dedos para hacerle más cosquillas pero llegó rozar la punta del pene de Selena sobre las braguitas.

Ella se movió un poco atrás para que no le tocara, pero ese movimiento le endureció su sexo que Fran sintió ahora sobre sus nalgas. –Aprovecha para hacerme lo que quieras –dijo Fran con seguridad. Selena se quedó sorprendida pero había captado muy bien lo que quiso decir. –¿Estás seguro? –preguntó ella casi como cortesía. –Sí –respondió él mientras seguía sin moverse. Selena se incorporó y le fue bajando lentamente el boxer, como esperando que se arrepintiera, pero no lo hizo.

Después de dejar su culo al descubierto, el boxer voló por la habitación y El pene de Selena se rozaba entre sus nalgas aún por encima de las braguitas. Crecía por momentos y se las bajó un poco del roce. Fran cerró los ojos y abrió las piernas hasta donde le dejaron las rodillas de Selena. Ella puso su polla que empezaba a estar dura, cada vez más cerca de la entrada anal. Se volvió a recostar un poco sobre él dejando que abriera más sus piernas y entonces encontró la entrada y empujó lentamente, pero Fran se dolió.

–Mejor vamos a la ducha –propuso Selena pensando en jabón.

Fran lo comprendió y entraron en el baño. Él entró en la ducha y abrió el agua dejándola ni fría ni caliente, mientras ella entraba también y se encerraban tras el cristal. Selena cogió una esponja con jabón y frotó el cuerpo de Fran y él hacía lo mismo jugando con el cuerpo de Selena jugando con el jabón sobrante de su piel.

De pronto se besaron bajo el chorro del agua, el besó fue tremendamente húmedo mientras se tocaban mutuamente. Fran empezó a masturbar a Selena sin miedo, ya que había perdido dureza y ella acariciaba su culo prieto dejando escapar algún dedo entre sus nalgas para relajarlo. Él sintió el pene duro de Selena entre sus manos y de pronto la mano de ella alcanzaba su ano deslizándose debajo de sus huevos.

Ella le dio la vuelta hacia la pared y él se dejó manejar incluso levantando ligeramente una pierna sobre el borde de la ducha. Selena se frotó entera sobre su espalda sobándole cintura y piernas mientras él se masturbaba lentamente. Las manos de Selena cambiaron de rumbo y robaron a las manos de Fran su propio pene. Ahora ella el que lo masturbaba al tiempo que su polla jugaba con su ano.

El jabón fue un buen deslizante para la primera entrada que Fran apenas percibió hasta que salía de él. Apoyó las manos en la pared y la siguiente entró hasta una profundidad que Fran nunca hubiera imaginado, él soltó un suspiró y ella le masturbo rápido sin salir de dentro. Fran no había conocido éxtasis similar, quería correrse pero no llegaba el momento. Ella lo penetró repetidas veces, ahora con más ritmo y le mordió la oreja. Fran sentía cada vez más grande la polla de Selena.

Ella salió de su interior y Fran se dio la vuelta. Se besaron de nuevo aún bajo la humedad que corría por sus cuerpos, pero Fran nunca hubiera imaginado querer más y en medió de su locura sexual dirigió con sus propias manos el pene de Selena a su entrada de nuevo. Se abrazaron y Selena fue más contundente esta vez con las penetraciones mientras seguían enredando sus lenguas bajo agua lujuriosa. Sabía que para él era algo que debía disfrutar al máximo y así lo hizo hasta que Fran se corrió sobre su propio pecho y sobre el de ella de una forma descomunal, pero Selena no se detuvo hasta correrse también, aunque no lo hizo en el interior de Fran por miedo.

Después, la mañana transcurrió tranquila y feliz, Fran estuvo en el gimnasio del garaje un rato mientras Selena hacía algunas labores de la casa.

–Oye, voy a salir un momento, espero no tardar –dijo Selena desde la puerta del garaje.

–¿Dónde vas? –se interesó Fran sudado sin detenerse.

–Recogeré el correo de mi apartamento y me pasaré por el centro ¿quieres algo? –respondió ella.

–No, y además si no te importa que me quede –añadió él cansado.

–No, claro, espero no tardar –respondió ella alejándose.

Selena llegó a su antiguo apartamento, recogió el correo y lo visitó un instante dejándolo tan vacío como antes de llegar. Luego decidió pasarse por el centro de la ciudad, quería comprarse unos zapatos nuevos y así lo hizo, pero la dependienta fue muy lenta y ella muy indecisa. Estuvo mucho rato para poder elegir unos y se hacía tarde, además cuando salía de la zapatería se cruzó con Lucía.

–¡Vaya sorpresa! –dijo rápidamente Lucía,

–Sí, que casualidad –sonrió Selena –¿qué tal todo? –añadió rápida y amablemente.

–Pues no muy bien, la verdad –respondió un poco más apagada.

–¿Y eso por qué? –se interesó Selena.

–Creo que no va a funcionar lo mío con Marco –hubo un silencio por parte de las dos –bueno, no parece el mismo tío que me ilusionó antes de dejar a Fran –continuó.

–Lo siento de veras –se compadeció Selena.

–En fin, ya te contaré… ¡no, espera! ¿por qué no te vienes esta noche? –Lucía se emocionó por un momento.

–¿Esta noche? ¿A dónde? –preguntó curiosa y sorprendida.

–Hemos quedado unas amigas para ir esta noche de cena y de bailoteo a la playa, así olvidamos penas, pero ellas vendrán antes, por la tarde, puedes venir tú también ¿qué me dices? –Lucía necesitaba un sí.

–No sé… luego te llamo ¿vale?, es que llego tarde –se excusó Selena.

–Claro, pero espero un sí rotundo –le advirtió.

Se dieron unos besos amables y se separaron. Mientras tanto Fran había empezado a cocinar en vista de la hora, pero llamaron a la puerta. Cuando abrió era un tipo con gorra de mensajería, le traía un paquete. Fran estaba un poco confuso porque no esperaba ningún paquete y Lucía tampoco y discutió un momento con el mensajero. Aquel tipo no sabía de que podía ser y no llevaba remitente, pero le indicó a Fran que olía a quemado en su casa y entonces él recordó la comida, corrió adentro, tiró el paquete por algún sitio y se hizo un lío con los cacharros para solventar el fuego.

Lucía no tardó en llegar y le ayudó con la cocina, la comida ya no tenía pinta como para comerse, pero por suerte ella había comprado unas pizzas viendo la hora que era. Comieron las pizzas mientras ella le comentaba lo sucedido a Fran.

–¿Entonces no te importa que me vaya esta tarde con Lucía y vuelva a la noche? –se aseguró Selena.

–Si a ti te apetece, vete, no me importa, ya me las apañaré para la cena –resolvió él.

–Espero que no como ahora –rieron los dos.

Llamó inmediatamente a Lucía y después de la comida se durmieron juntos en el sofá viendo la televisión. Al rato Selena se levantó sin despertarle y empezó a cambiarse y ponerse guapa para la noche de chicas que le esperaba. Selena tenía un gusto exquisito para la lujuria y aunque casi toda su ropa resultaba sexy siempre resultaba serlo más cuando ella estaba dentro. Olía a perfume caro y su escote y su falda corta podían hacer explotar a cualquiera. Le dio un beso a Fran que se despertó, se despidieron y ella fue a donde vivía ahora Lucía.

Cuando Selena llegó ya estaba allí Sonia, una de las amigas de Lucía, se la veía rubia, frágil y bastante guapa. Se presentaron, charlaron y al rato llegaron Cristina y Paula. Cristina era la menos atractiva, pero era muy simpática, la que mejor le cayó, y Paula era morena, poco habladora y con unas tetas que competían con las de Selena. Charlaron un rato más mientras tomaban café en casa de Lucía haciendo tiempo para ir a cenar.

Fran recordó aquella tarde el paquete entregado y lo buscó. Cuando lo abrió se sorprendió todavía más: era un CD y no llevaba nada escrito. Rápidamente fue al ordenador que tenía en el antiguo despacho de Lucía y lo puso. Solo llevaba un archivo de video que dejó a Fran con el corazón en un puño. Duraba doce minutos y aparecía Selena gimiendo mientras la follaba el que parecía su jefe, Carlos. Lo vio tres veces y no había duda, eran ellos. Aquella noche no pudo dormir

Durante la cena de las chicas, Selena se rió mucho con ellas, Lucía tenía buenas amigas, pero cuando fueron a la discoteca de la playa se dispersaron un poco. Lucía estuvo casi todo el tiempo con Sonia, Paula media noche desparecida y Cristina iba a ratos con Selena o con las otras, pero todas bebieron bastante y Selena no estaba acostumbrada a beber. Cristina tuvo que acompañar a Selena fuera del local para que le diera el aire.

Pronto salió Lucía que no iba menos borracha, pero le dijo a Cristina que ella se quedaría acompañándola, que también necesitaba despejarse y se la llevó hasta el borde de la playa. Se sentaron en la arena, apoyadas en un muro pequeño por el que corría la brisa.

–Estoy supermal, solo me falta ver doble –suspiró Selena.

–Que va, estás superbien –rió Lucía –¿cuántos tíos han querido sobarte? –añadió burlona.

–No lo sé, no me acuerdo –rió Selena tontamente.

–Ese pedazo de tetas que se han perdido –dijo Lucía sobando las tetas a Selena.

–Para que se me ponen los pezones de punta –rió inconsciente.

–Tú los tenías así ya de serie, guarra –dijo riendo de forma alarmante.

–Guarra tú –se echó Selena sobre Lucía deteniéndole los brazos.

En ese momento los ojos de Lucía penetraron en los de Selena y a pesar de su borrachera fue consciente de su posición. Ella estaba entre las piernas de Lucía y su pene bajo la falda corta se estaba calentando, pero se quedaron inmóviles las dos y llegó inoportuna Cristina aunque se separaron a tiempo.

–Va a llegar un taxi que hemos llamado para vosotras, nosotras nos iremos en otro, que ya es tarde y vamos todas pedo –rió menos borracha que ellas, pero ellas no se rieron.

Eran casi las cuatro de la mañana cuando el taxi se detuvo en la puerta de la casa de Fran, que seguía despierto. Se asomó a la ventana nervioso y vio a Selena y a Lucía bajar del taxi borrachas. Selena casi cayó al suelo, iba peor que Lucía y estaban montando un espectáculo para pagarle al tipo del taxi, así que Fran preocupado y enfadado salió afuera, pagó el taxi y las ayudó a entrar. Ellas intentaron explicarse y excusarse de todas las formas posibles, pero Fran solo puso malas caras.

–Ayúdame a acostar a Selena y te llevaré a tu casa –dijo Fran.

Después de acostarla Fran se quedó un momento pensando en su infidelidad sin dejar de mirarla impotente. Lucía se sentó en su antiguo sofá mareada y Fran salió dejando a Selena medio dormida.

–Venga, haz un esfuerzo que te dejo en tu casa –dijo Fran, más calmado, a Lucía.

–Espera, quiero que hablemos –anunció ella.

–¿Sobre que? No tenemos mucho de que hablar… –Fran suspiró.

–Quiero que volvamos, quiero… –dijo de repente y seria.

–Mírate, estás borracha –interrumpió él.

–Sí, no estoy en condiciones de hacer cálculos matemáticos pero sé lo que estoy diciendo –Lucía se lanzó a los brazos de Fran.

–Por favor, creo que no es el momento –él se sintió vulnerable.

–¿Ya has olvidado esto? –preguntó besando los labios de Fran.

Fran se sentía vulnerable ante aquello y el recuerdo cercano de la miel de Lucía en sus labios se confundía con las imágenes de Selena teniendo sexo con Carlos y la no menos lejana infidelidad de Lucía. Todo le confundía y si le apetecía llegar hasta el final con el beso de Lucía no era el momento o no se sentía capaz de aprovecharse de su borrachera, era demasiado noble, pero Lucía le conocía bien.

Ella le empujó sobre el sofá y él se sintió más débil que Lucía borracha. Ella le besó de nuevo y Fran esta vez le correspondió con anhelos de un recuerdo cercano. El beso pasional de Lucía se convirtió en un arrancar botones de su camisa con la boca. A él le excitó la agresividad tigresa que estaba desprendiendo Lucía, ya que nunca había sido tan dominante en el sexo, le parecía otra y le siguió el juego.

Ella se desprendió de parte de sus ropas y él también. Ella se arrodilló y el bulto en sus boxer delataba que la mamada que le iba a regalar a Fran no iba a aumentar mucho más el tema. Los dos estaban acelerados y apenas se la chupó porque ya la tenía dura. Pasaron casi directos a la penetración vaginal, pero nada más empezaron las primeras penetraciones y gemidos de Lucía apareció Selena entre la oscuridad del salón.

–Eeehhh… ¿por qué habéis empezado sin mí? –dijo Selena riendo tontamente y casi tropezando con una mesa pequeña que había en el centro.

Selena andaba completamente desnuda, gobernada por el peso de sus grandes tetas y mostrando entre las piernas un pene colgante que no estaba completamente flácido. Fran se quedó atónito un instante y luego pasaron por su cabeza incertidumbres. No sabía si enfadarse con Selena, follársela allí mismo, seguir follando con Lucía… pero se detuvo, se sintió abrumado e incluso pensó que todo lo sucedido era culpa suya. Miró a Selena de arriba abajo, miró a Lucía y salió de su vagina. Se sentó a un lado nervioso.

Lucía no dejaba de mirar el ansiado pene de Selena, pero Selena se dirigió a Fran, le acarició y le besó. Aunque Fran al principio estaba como ausente, pronto la lengua de Selena jugó tan húmeda en la boca de él que no pudo resistir acercarla sobre él y sobarla y besarla como si fuera una locura desatada. Lucía por su parte se sorprendió de que Fran respondiera tan bien a posible sexo con Selena, pero no pretendía quedarse mirando tampoco.

Lucía se acercó a gatas por el sofá y metió su cabeza, sin permiso, entre ellos. Ahora su boca buscaba la lujuria de chupar dos pollas, aunque la de Fran ya estaba dura y se deleitó mamando de la de Selena, que creció entre sus labios. De repente Fran y Selena se separaron de un beso húmedo como ninguno, se miraron, miraron a Lucía y los tres rieron levemente como chiquillos planeando travesuras.

Selena se lanzó sobre Lucía, la besó y le lamió los pezones mientras su polla preparada buscaba la entrada de una vagina caliente que no había tenido nunca. Lucía, que siempre había tenido el deseo oculto desde que la conoció, se dejó follar por Selena lentamente rodeándola con sus piernas. Pronto el movimiento se volvió torpe, pues Fran había empezado a penetrar el ano de Selena y se acababa de formar un grupo de sexo descontrolado.

Fran fue abrumado nuevamente por imágenes de Selena siendo follada como una puta y su ansia la estaba tratando igual ahora. Selena estaba en éxtasis cada vez que Fran la penetraba bruscamente y eso le hacía hundirse en el interior de Lucía sin control. Fran agarraba con fuerza a Selena y Lucía le pellizcaba los pezones a la vez que no dejaba de gemir. Selena y Fran llevaban una respiración acompasada y fuerte, pero las embestidas al interior de Lucía, hacían gemir a esta, que era un poco gritona.

–Más! Más! Fóllame más! –gritó Lucía entre dientes sacando a una Lucía sucia oculta en su interior que Fran no había nunca.

Fran se corrió al instante sobre la espalda de Selena y los pies de Lucía que no soltaban a Selena como si fuera el último tesoro. Lucía estaba fuera de sí pero Selena tampoco se detenía, sino que aceleraba más, y cuando estaba a punto de correrse quiso salir de ella pero Lucía la atrapaba con tal fuerza, que se corrió parte en el interior de su vagina y parte sobre su pubis, el abdomen, las tetas. Selena aún no daba crédito a haber echado tantos chorros de semen en su vida.

Apenas hablaron hasta la mañana siguiente. Lucía se había quedado dormida en el sofá, Selena en la cama de matrimonio y Fran no quiso dormir cerca de ninguna y lo hizo en una habitación de invitados. Después de aquello todos se levantaron muy tarde y cansados, como si hubiera sido una noche tremendamente larga. Fran preparó desayuno para todos y fue lo último que hizo por ellas, ya que posteriormente no se sintió con fuerzas de vivir con ninguna. Los tres discutieron de forma exagerada, todos acusándose a todos hasta que fue la hora de la comida y después se largaron ellas, cada una a su casa. Selena además comprendió que era mejor desaparecer, tenía miedo de que Carlos llegará más lejos con lo que sabía. Lucía volvió con Marco.

Seis meses después Fran estuvo a punto de cambiar de empresa, pero le mejoraron su situación y se quedó de nuevo, aunque la relación con su jefe fue nula a partir de aquel día. Lucía estaba embarazada y aunque un día llamó a Selena para contárselo porque dudaba si era de ella o de Marco, prefirió no averiguarlo nunca. Selena se mudó de ciudad y siguió dedicándose a las tareas de hogar de otras casas, pero nunca repitió nada parecido y el dinero no le daba para mucho, así que en sus ratos libres empezó a vender su cuerpo por webcam en una página y no le iba mal, o al menos eso fue lo que me contó ella, pero eso es otra historia.

FIN