Selena (4)

Ultraje anal.

SELENA

Capítulo 4

Al día siguiente, Selena solo trabajaba por la mañana en la casa, como cada sábado. Suficiente para contemplar a Lucía recoger la mayor parte de sus cosas. Lo habían hablado y ella se iba a ir de la casa, se iba con el otro esa misma noche. Selena se tumbó en su cama al llegar a su casa y tuvo tiempo de pensar en demasiadas cosas. De pensar en lo sorprendente que había sido lo de Lucía, de pensar en Fran y en que próximamente estarían más tiempo solos, de pensar en Carlos y en que no debería haber aceptado su cita porque todo le olía a que era un cabrón que no buscaba nada bueno.

Pasó un día entero. Una noche y una tarde solitarias para Fran y para Selena, pero esa misma tarde, al día siguiente, ya casi era de noche cuando Fran la llamó. Le contó a Selena que Lucía ya se había ido con el otro y que necesitaba verla a ella. Selena no dudó en acceder a ir. Cuando llegó se abrazaron en la misma puerta.

–Quiero que te quedes conmigo –dijo Fran con melancolía.

–Claro, me quedaré toda la noche si quieres –ofreció Selena dispuesta.

–No… lo que quiero es que vivas aquí –hizo una pausa ante la sorpresa de Selena. –Ya no tienes porque trabajar para mi solo… vive conmigo –propuso él.

–Pero yo tengo otras cosas y otra casa –dijo Selena preocupada.

–Mañana puedes traer aquí todo lo que necesites y no te preocupes por tu casa, si quieres quedártela de momento por miedo, lo acepto, como ya no tendré que pagarte, yo correré con los gastos –explicó como si lo hubiera meditado todo.

–¿Cómo que no tendrás que pagarme? –Fran se quedo inmóvil y sin palabras. –¡Me tendrás que pagar con carne! –dijo Selena finalmente besándole.

El beso fue húmedo y acompañado de caricias exquisitas por ambas partes. Luego prepararon animadamente la cena, cenaron y se acostaron pronto. Había sido un día de demasiadas cosas en la cabeza para los dos. Allí acostados de lado en la cama de matrimonio, uno frente al otro, se miraban con la luz tenue de la ventana. Los dos tenían deseos de sexo pero Fran no se atrevió a llevarlos a cabo para que Selena no se sintiera presionada al sexo desde el primer momento. Lo que él no sabía es que ella siempre le deseaba a todas horas.

Fran no se dormía y sus ojos le delataban en la oscuridad. La mano de Selena tomó la iniciativa acariciando el pecho de él. Fran solo acarició sus cabellos largos y entonces ella arrastró las manos de él hasta sus tetas porque sabía que las disfrutaba y así lo hizo, pero Fran se lanzó con su boca a chupar de sus pezones. Selena sus piró y su mano se desplazó al interior del bóxer de él. La polla de Fran estaba casi dura y Selena se excitaba de pensar que tenía a su macho siempre a punto, pero esta vez se le ocurrió llegar un poco más lejos.

Selena lanzó la sabana hacia atrás, se desplazó hacia Fran, le quitó el boxer y se agachó a recorrer una y otra vez, con sus labios húmedos, aquel tronco duro y caliente. Fran se relajó y se dejó llevar mientras acariciaba suavemente la espalda de ella, pero de repente notó la mano de Selena acariciando sus huevos arriba y abajo, y abajo, y abajo y desplazándose hasta su ano.

Él flexionó las piernas y ella cambió de posición y se puso entre sus piernas. Él las abrió más casi por instinto y Selena empezó a mamar con pasión de su polla cada vez más dura, mientras un dedo suyo exploraba la entrada virginal de Fran. De repente eran dos dedos los que jugaban allí y él no se sentía preparado, pero aquello se deslizaba sin ningún freno y tragó saliva. Selena aceleró el ritmo de la mamada y de sus dedos y Fran explotó en un mar de sensaciones imparable. La boca de Selena cubría su polla al explotar y los chorros de semen parecían no terminar nunca y escapan por la comisura de sus labios.

Esa noche durmieron como cachorros casi automáticamente. Fran no cabía en sí mismo de la grata sorpresa que había tenido en aquella abundante y fascinante eyaculación, y Selena estaba más que satisfecha por haber avanzado un poco más con él para futuras prácticas sexuales placenteras para ambos. Cuando despertaron temprano al día siguiente, Selena estaba abrazada a él y Fran tenía la mano entre las piernas de ella, tocando sus genitales flácidos pero calientes. Ella seguía dormida pero él le acarició el pene y los testículos suavemente casi sin creérselo y sonriendo mientras contemplaba sus pechos, sus labios y su dulzura al dormir.

Fran llegaba tarde y se fue trabajar. Selena ya no tenía que hacerlo obligatoriamente y disfrutó un par de horas más de la cama que una vez acogió a Lucía y que ahora la convertía a ella en reina de la casa. Más tarde hizo las tareas de la casa como siempre, pero de una forma más relajada y más personal, ya que iba a empezar a vivir allí. Se sentía muy contenta. Fran volvió para comer, comieron juntos como auténticos novios quinceañeros y se volvió a ir para regresar a la tarde, pero esa tarde Selena recordó el compromiso con Carlos y salió antes de la casa para no encontrarse con Fran.

Volvió por allí sobre la hora prevista y allí estaba el coche lujoso de Carlos. La saludó, pareció tratarla elegantemente y subió con él para charlar lo acordado mientras conducía sin destino aparente.

–Mira, no sé que buscas de mi y no sé ni porqué estoy aquí, porque no debería estar aquí –se puso seria –así que si tienes algo que decir puedes hacerlo ya –concluyó.

–Veo que vas al grano… eso me gusta –añadió él e hizo una pausa –¿qué te parece si te digo "Golden Cat"? –dijo con tono intrigante.

–No me parece nada –respondió sorprendida pero evitando mostrarlo.

–Vengaaaaa –sonrió él –conozco todo lo sucedido –dejo de mirar la calle para observarla un instante –sabía que te conocía de algo y lo he recordado todo –añadió.

–No sé de que me hablas y si no tienes nada mejor que decir será mejor que… –dijo con tono serio e interrogante.

–Te refrescaré la memoria –interrumpió él. Estaban saliendo con el coche a las afueras de la ciudad. –Conozco a Frank "el manco", el dueño de ese club y yo iba bastante por allí. Tú eras uno de sus shows favoritos y la verdad, no lo hacías mal, pero quizá Frank no te pagaba suficiente porque además te prostituiste un tiempo en su club, hasta que sucedió… –explicaba Carlos.

–Basta! –exclamó Selena.

–Sabía que recordarías –dijo burlesco –y ahora te has buscado otro Fran sin ‘k’ para olvidar ¿no es así? –preguntó dominante.

–¿Qué es lo que quieres? ¿Hacerme chantaje? –preguntó ella desolada.

–Dime una cosa –ignoró su pregunta –¿Por qué se la cortaste a aquel tipo?

–Era un cerdo –respondió contundente.

–Sí seguro que se lo merecía –hizo una pausa y hubo un silencio corto –La policía abrió expediente al local y a ti, pero ya habías desaparecido y a Frank "el manco" no le sentó nada bien –explicó Carlos.

–Eso ocurrió hace muchos años

–Lo sé –dijo él –eras una jovencita con polla adorable para todos aquellos machos, aunque aún lo eres bastante –concluyó sonriente.

–¿Eso es lo que quieres de mi? ¿Sexo? ¿Y sino se lo cuentas a Fran? –Selena se puso defensiva.

–¿Y por qué no? –preguntó él.

–Pues ya puedes ir, me importa una mierda lo que le cuentes, él me entenderá, se va a separar de su mujer y ahora vivo con él, él me quiere –dijo casi gritando. Carlos no esperaba esa reacción y sorprendido salió por donde pudo.

–Es más complicado que eso –ella no dijo nada –¿Entonces te da igual lo que digas de ti? –siguió sin responder –¿Y lo que diga de Fran? Si tanto le quieres

–Él no tiene nada que ver con esto –se enfadó.

–Claro que tiene que ver, soy su jefe. Quien sabe si tendrá un escándalo en la empresa por vivir contigo o un pequeño tropezón en su carrera en una empresa tan grande –sonrió de nuevo –no es una buena idea, pero si quieres lo dejamos así todo –aquello hizo ver a Selena que había hablado demasiado y estaba contra las cuerdas –¿Qué te parece? ¿Lo dejamos todo y esta conversación no ha existido? –Selena agacho la cabeza entre las manos. Se sentía impotente, nada le salía bien nunca. –Tú me das lo que quiero y aquí no pasará nada, sencillo –concluyó Carlos.

–¿Qué quieres exactamente? –preguntó con voz débil.

–Tu culito, solo que follemos como amigos y nada más –sus palabras cortaban.

–¿Y le dejarás en paz a él? –preguntó de nuevo intentando asegurarse de algo que sabía que no podía asegurarse.

–Incluso te garantizo que puede que le vaya mejor –añadió casi simpático.

Hubo un silenció que delataba lo que iba a ocurrir y cinco minutos después el coche se detuvo en una urbanización a las afueras de la ciudad. Entraron en una casa pequeña pero lujosa, con jardín y piscina. Se sentaron en el salón, era acogedor, aunque en ese momento a Selena le pareció una prisión. Carlos encendió varios aparatos de música y luces suaves, le ofreció una copa de algún licor y Selena bebió varias para poder continuar con lo que iba a suceder.

Carlos no era un tipo corpulento, pero era grande, moreno, sobre los cincuenta años e imponía mucho incluso con su voz. Ella levaba un top rosa y unos vaqueros cortos. Estaban sentados uno al lado del otro y Carlos le pasaba la mano por la espalda inocentemente. Después de la tercera copa Carlos se abrió la bragueta y sin mediar palabra le acarició el pelo indicándole que ya era hora de empezar.

Selena sacó una polla que no era muy grande, no mucho más que la de Fran, pero estaba muy caliente y morcillona. La movió un poco con las manos y se hundió entre sus labios humedecida por la lengua. En pocos minutos ella sintió como aquella polla había crecido enormemente en su boca, pero no de grande, era una polla muy gorda. Carlos se bajó un poco más el bóxer y el pantalón dejando fuera unos huevos grandes. Ella los lamió, los chupó, los manoseó y volvió a mamar de aquel tronco grueso.

Carlos estaba excitado y se bajó completamente los pantalones. A ella la tumbó en el sofá y le bajó el top sin dejar de sobar sus grandes tetas. Le abrió su pantaloncito y rudamente le dio la vuelta a Selena dejándola en cuatro patas. El pantalón corto y sus braguitas blancas bajaron de un tirón hasta las rodillas. No hubo mucho tiempo más entre eso y notar aquella polla en la entrada de su culo. Al penetrarla la primera vez le dolió pero ella aguantó, después continuó con varias penetraciones suaves mientras ella cerraba los ojos e intentaba pensar en lo sucedido, pero no podía, Carlos se la estaba metiendo y respiraba como un cerdo.

–Gime puta! –gritó Carlos y en ese instanté el teléfono móvil de Selena empezó a sonar en su bolso, pero él no se detuvo.

La polla de Selena se balanceaba casi excitada sin su permiso y ella soltó varios gemidos fingidos con el fin de que aquello terminara pronto. Carlos excitado la embestía rápido y no no tuvo más remedio que ignorar su teléfono. El culo de Selena había sido perforado hondo alguna vez, pero nunca por algo tan gordo. Aquello le iba a pasar factura y Carlos no dejaba de entrar y salir de ella. Selena gimió más para que le viniera y lo consiguió.

–Rápido quiero correrme en tu boca –dijo él saliendo de su ano.

Ella se dio la vuelta y abrió la boca. Carlos se movió la polla varias veces y finalmente disparó un par de chorros calientes y amargos en la boca de Selena. Ella no se lo tragó y le chorrearon por los labios y la barbilla hasta sus tetas desnudas. Y ese fue el recuerdo que le quedó durante toda la noche y los siguientes días cuando se dormía en los brazos de Fran sin ganas de sexo alguno. Algún día volvió a llamarla Carlos por teléfono pero ella lo ignoró por completo.