Selena (3)

Encuentros inesperados.

SELENA

Capítulo 3

Los siguientes días fueron complicados para Fran y Selena, ya que Lucía pasaba más tiempo en casa cuando Fran no trabajaba. Solamente se podían mirar con deseo la mayor parte del tiempo, algún roce oportuno por las escaleras o alguna de las puertas de la casa hacía las delicias del sueño erótico de cada noche.

Una de las mañanas en las que Fran aún no había llegado del trabajo y Lucía andaba muy liada en su despacho, Selena decidió salir a comprar lo que necesitaba para la comida de aquel día. Al comentárselo a Lucía, esta le escribió unas cuantas cosas en una lista para la compra, ya que el viernes Fran había invitado a los del trabajo a casa para cenar. Además a Lucía le parecía una buena idea que Selena fuera una invitada más.

–Además esta tarde terminarás un rato antes y así vendrás conmigo y me ayudarás. Terminaremos de comprar juntas lo que falte para tenerlo todo preparado para el viernes –añadió Lucía cuando Selena ya se marchaba.

Selena estaba contenta pero inquieta porque no quería que Fran se sintiera incomodo con los compañeros del trabajo si estaba ella. Fue a su habitación para cambiarse el uniforme antes de salir a hacer la compra y cuando iba a salir se detuvo sorprendida en la puerta al oír a Lucía andando por la casa y hablando por el móvil.

–No… no podemos estos días… sí… no, Marco... Fran trabaja pero tenemos a alguien más en casa, una asistenta… debemos ser más discretos… espera una semana más por favor… no, el viernes imposible… de acuerdo, intentaré que nos veamos mañana… y el sábado?… no sé… –la voz se volvió lejana.

La conversación continuó por las escaleras hacia arriba y daba mucho en que pensar a Selena. Aprovechó para salir rápidamente antes de que hubiera indicios de que había podido oír algo. Más tarde, ese día, comieron los tres juntos pero Selena estaba muy callada, solo pensaba en que momento o como decirle algo al respecto de lo escuchado. Temía a un Fran incrédulo y una Lucía enfadada, pero ellos dos charlaban animadamente como si nada ocurriera.

Fran volvió a su trabajo y Selena continuó sus tareas. Al rato Lucía la advirtió que no tardarían en salir, que dejara lo que estaba haciendo y se cambiara. Selena decidió darse una ducha antes de cambiarse. Se desvistió en el baño y se observó en aquel gran espejo orgullosa de su cuerpo y deseosa de volvérselo a entregar a Fran, pero de repente la puerta se abrió. Era Lucía.

–Perdón, no sabía que… –dijo Lucía rápidamente pero paralizada.

Selena aún estaba sin entrar a la ducha y completamente desnuda. Lucía se quedó de piedra cuando vio instintivamente que en aquel cuerpo de latina casi perfecta colgaban genitales masculinos de un tamaño comparable al de su marido. Aunque Selena se dio la vuelta y se cubrió vergonzosamente al instante, fueron segundos más que suficientes para que Lucía no dudara de lo que acababa de ver. Cerró la puerta rápidamente y cada una se quedó a un lado excitadas y comprometidas al mismo tiempo.

Al rato se duchó y se cambió Lucía, cogieron el coche sin muchos más comentarios y la situación se había vuelto un poco tensa.

–Respecto a lo que ocurrió antes –empezó Lucía sin mirarla mientras conducía.

–Lo siento, yo –interrumpió Selena.

–No, debería disculparme yo en todo caso, no tenía derecho a… –pensó durante un instante –solo quiero ser sincera y aclarar lo que vi –explicó finalmente.

–Estas en lo cierto, viste bien lo que viste, pero por favor no se lo cuentes a Fran –se apresuró a expresar una preocupación simulada.

–Tranquila, él lo entendería, pero si tu no quieres será nuestro secreto –hizo una pausa –y por cierto, no lo vi tan bien lo que vi –rieron las dos.

Durante la llegada al centro comercial y ya allí dentro se hicieron más amigas charlando animadamente sobre la sexualidad de Selena y anécdotas que le habían ocurrido a cada una con chicos. El tiempo se les fue volando y dejaron para el final que Lucía se comprara un vestido nuevo e incluso ofreció comprarle algo elegante a Selena también, ya que iba a asistir el viernes también.

Eligieron unos cuantos vestidos en la tienda de ropa más grande y pasaron las dos a los probadores una enfrente de la otra. Lucía fue la primera en retirar su cortinilla: –¿Qué te parece este? –llevaba un vestido negro muy escotado y elegante, por encima de las rodillas y ajustado. –Es estupendo para ti –dijo Selena abriendo la cortinilla. Ella se había puesto un vestido de tirantes rojo con brillos sedosos. –Pues a mi me gusta más el tuyo y creo que este con tanto escote lo lucirías mejor tú –explicó Lucía –cambiémonos los vestidos! –propuso finalmente. Las dos reían como niñas.

Corrieron las cortinas y cuando Selena ya se había quitado el vestido su cortina se volvió a abrir y cerrar rápidamente. Lucía había pasado de su cabina a la de Selena y solo llevaba un tanga y sujetador. –¿Pero que haces? –se sorprendió Selena que solo llevaba bragas y no sabía como taparse –Anda, no seas boba, juntas es más divertido ayudarse vestirse –rió como alterada y Selena estaba un poco perpleja.

Lucía le dio el vestido el negro y al cogerlo pudo verle mejor sus enormes tetas. –Tienes unos pechos preciosos, definitivamente te quedará mejor –añadió. –Gracias –sonrió Selena nerviosa. Lucía empezó a ponerse el vestido rojo como si nada, así que Selena hizo lo mismo con el vestido negro pero pudo percibir la curiosidad ansiosa de Lucía por observar sus genitales. Ella solo le concedió, durante un momento, la visión de un bulto a través unas braguitas casi transparentes.

Se miraron las dos en el espejo interior. –Somos las mejores, nos quedan de maravilla, a cualquiera se le va a caer la baba –se emocionaba Lucía. –Creo que el mío no queda tan liso y perfecto como el tuyo –dijo Selena. –Claro que sí, mira ven –explicó Lucía que se puso detrás dejando a Selena frente al espejo –levanta los brazos –añadió.

Selena levantó los brazos y Lucía le ajustó el vestido por la cintura, y sus manos alisaban la tela por la espalda, pero luego se movieron ajustando el escote. Selena pudo sentir el tacto de Lucía rodeando sus pechos con excusas poco inocentes, un tacto que alisó la tela del vientre suavemente hacia abajo. La mano de Lucía no se detuvo en el ombligo y siguió hasta detenerse sobre el miembro oculto donde permaneció un instante sintiendo el calor.

Selena no dijo nada y Lucía estaba satisfecha con lo que acababa de conseguir si es que le iba a servir de algo a su curiosidad morbosa. Continuaron como si nada y se compraron definitivamente los vestidos. Lucía dejó a Selena ya en su casa y volvió a la suya con Fran. Lucía se probó el vestido para Fran, que se emocionó, pero al final no hubo sexo como él deseaba, ella se sentía cansada.

Al día siguiente por la tarde, como era de esperar, Lucía tuvo que salir urgentemente por motivos de trabajo y no volvería hasta la cena. Dejó a Selena encargada de decírselo a Fran cuando volviera, pero Selena había tenido tiempo para decidirse a contarle algo más cuando volviera. Fran llegó a casa y se lo comentó.

–En fin, pues la esperaremos para la cena –dijo Fran sentándose en el sofá.

–Es que creo que hay algo más – dijo Selena desde la puerta.

–¿A que te refieres con algo más? –se inquietó él.

Ella le contó lo que había escuchado el día anterior, su conversación por teléfono, incompleta pero con detalles reveladores. Para sorpresa de Selena, Fran no se sentía enfadado, ni siquiera sorprendido, además él le contó que ya tuvo sospechas de su posible infidelidad hace poco y por eso estuvieron un tiempo mal, aunque al final lo dejó pasar confiando en ella. Pero incluso así se sintió débil por un instante.

–Ven aquí conmigo –indicó él con ganas de reconfortarse.

Selena se acercó hasta el sofá y sabía que aquello podía derivar en mucho más, pero Lucía no iba a estar y le importaba bien poco. En lugar de sentarse a su lado, Selena se arrodilló en el sofá abriendo sus piernas y quedando sobre las de Fran. Le abrazó contra su pecho y Fran se sintió el más afortunado de haber conocido a Selena en aquellos días, pero aquella estampa de los dos era demasiado evidente como para no despertar algo más erótico.

Selena permaneció inmóvil pero sabía que no tardaría en percibir una respuesta de Fran y así fue. Fran acarició el cuello de Selena con sus labios que terminaron encontrándose con los de ella. Él volvió a sentir la húmeda y carnosa boca de Selena desprendiendo pasión con la suya. El beso empezó a estar acompañado de movimientos en los que se frotaban sus sexos y que si no hubiera sido por la ropa hubieran sido penetraciones en toda regla. A él le perturbaba morbosamente cada día más que Selena estuviera tan dispuesta y sumisa siempre, y Lucía no.

–Ayer me quedé con las ganas cuando Lucía me enseñó su vestido –dijo Fran separando sus bocas un instante.

–Hagámoslo ahora –susurró ella.

–Me gustaría verte con tu vestido nuevo –pretendía excitarse al máximo.

–No lo traje, está en mi casa –respondió Selena.

–Vayamos a tu casa –propuso él levantándose del sofá con ella abrazada y rodeándolo con sus piernas.

Se besaron de nuevo y salieron rápido al apartamento de Selena. No estaba lejos y llegaron excitados e impacientes. Fran observó un apartamento alquilado con las necesidades justas pero acogedor. La siguió hasta la habitación y mientras ella abría el armario y buscaba el vestido, él le iba quitando ropa desde atrás acompañándola con besos en el cuello y en la espalda. Aquellas formas de Fran hacían de Selena una sumisa más dispuesta de lo que pretendía.

La dejó un instante y observó como desaparecían sus braguitas abultadas debajo de un vestido negro ajustado y con un escote que resaltaba sus encantos al máximo.

–Ponte eso por favor –dijo Fran señalando unas medias de rejilla que había tiradas sobre una silla.

Selena sonrió pícara y Fran se excitó aún más. Él estaba sentado en la cama y ella empezó a ponerse las medias de rejilla delante de él, pasando las piernas por su lado y subiendo las medias con la ayuda de sus manos. De repente ella lo tiró hacia atrás en la cama y se echó sobre él. Se besaron de nuevo con pequeños mordiscos y Selena sentía el bulto caliente de Fran cerca del suyo.

Ella le abrió la camisa y fue bajando con besos hasta desabrocharle el pantalón. Los boxers ahora parecían haber expandido más lo que no podían aguantar y ella sacó su polla tremendamente dura a la superficie. Selena se ponía a tono solo de ver como se excitaba Fran con ella sin haber hecho casi nada. Se la metió en la boca sin pensar y la recorrió lentamente con sus labios varias veces.

Él no pudo aguantar más y volteó a Selena boca arriba sobre la cama. Ella se sentía encantada de los arrebatos que le producía en ocasiones y le rodeó la cintura con sus piernas mientras se mordía el labio. Fran le bajó el escote del vestido dejando sus enormes tetas al descubierto y empezó a manosearlas mientras ella se subía el vestido hasta el ombligo. Fran continuó tocando con una mano aquellas tetas que le obsesionaban y con la otra desplazó lentamente las braguitas de Selena por sus muslos, que quedaron a mitad de ellos y enrolladas.

Ahora el pene duro de Fran se frotaba piel con piel con el de Selena que creía por momentos, pero pronto jugó en la entrada de su ano. Ella cogió las manos de Fran y las desplazó hasta su sexo. Al principio Fran no se sentía cómodo tocando el pene flácido de Selena, pero ella ayudó a que la polla de Fran entrara lentamente para que se distrajera. Él siguió penetrándola poco a poco mientras veía como Selena usaba sus manos para masturbarse.

Pronto Fran se animó a tocarle los testículos y Selena cerró los ojos y empezó a disfrutar de los tocamientos de Fran y sus penetraciones cada vez más profundas y continuas. El pene de Selena crecía en las manos de él y Fran se aferraba como a una palanca mientras la embestía y la masturbaba. Cuando quiso darse cuenta sus manos estaban calientes por el semen que brotaba de Selena. Para él era una sensación nueva que le llevó un punto que ya no podía parar. –Córrele dentro de mi –dijo ella aún con los ojos cerrado y sin dejar de suspirar por el orgasmo. Al oír aquello, los chorros de Fran en el interior de Selena fueron inevitables. Él cayó sobre ella y abrazados y sin salir de su interior continuaron besándose suavemente.

Se había hecho tarde, Fran debía volver a su casa, pero los dos estaban tremendamente contentos. Esta vez habían tenido más tiempo y ella se había corrido como hacía tiempo que no hacía con un hombre.

Quedaba un día para el gran viernes, y ese jueves Selena hizo sus tareas en la casa como cada día, vio poco a Lucía y poco también a Fran. Solo miradas cómplices que se cruzaban esperando un nuevo momento y que sabían que el viernes sería un día ajetreado y tampoco estarían juntos mucho tiempo.

Al final del día ocurrió algo inesperado. Cuando Selena estaba apunto de acostarse, Fran la llamó por teléfono desde su casa y oculto en el jardín. Le contó una fuerte discusión que había tenido con Lucía sobre lo que Selena le había contado, aunque a ella no la nombró. Lucía estaba dispuesta a preparar los papeles del divorcio y a irse de la casa. Selena no supo como reaccionar pero solo le apoyó en lo que él decidiera hacer y ella le ayudaría en todo lo que pudiera.

Llegó el viernes por la tarde. Aunque no querían ni Lucía ni Fran porque decían que Selena sería una invitada más esa noche, ella les ayudó a prepararlo todo para así también aliviar tensiones entre ellos. Iba a ser una barbacoa en el jardín trasero, ya que era casi verano y se estaba muy bien allí fuera. Empezaron a llegar gente del trabajo de Fran y algunas amigas de Lucía que también había invitado ella. En realidad la supuesta fiesta era la excusa de que en la empresa de Fran hacían una cena cada verano que las cuentas salían bien.

Fueron presentando a Selena a los recién llegados y hubo que no le causó buena impresión a ella. –Selena, este es Carlos, mi jefe –Aunque era un maduro guapo e interesante, cuando le dio dos besos, la mano de Carlos se desplazó desde la cintura de Selena hasta su nalga casi saboreando su trasero por un instante. Ella no hizo nada al respecto ni dijo nada porque no quería crear más problemas. Ya había bastantes con Lucía que llevaba malas caras de vez en cuando.

Mientras Selena hablaba con unas amigas de Lucía, tal vez por casualidad, o tal vez porque no perdía de vista a Fran, escuchó una conversación que debería haber sido más discreta:

–Oye, ¿le pasa algo a Lucía? –preguntó Carlos, el jefe a Fran.

–Llevamos unos días difíciles –contestó él.

–Ah, ya entiendo… pero se pone un poco bruta ¿no? –añadió Carlos.

–Sí, no veas como está –Fran hizo una pausa –te la presto unos días! –rió finalmente.

–Prefiero que me prestes a la supertetas –rió su jefe.

–¿A Selena? –preguntó sorprendido.

–Sí, está que se rompe, no me digas que no te has fijado! –se emocionó Carlos.

–Bueno, yo… –Fran no supo que decir.

–El caso es que me suena de algo –quedó pensativo.

–No creo, es de lejos ella –Fran recordó que a él también le sonaba porque una vez fue Javi, pero era imposible que Carlos le conociera, o al menos eso deseaba él.

La fiesta fue tranquila y divertida a ratos hasta el final. Un rato después de cenar ya quedaron pocos charlando y Selena tuvo dos momentos de confianzas solitarias, uno con Lucía las dos asolas, que le gustó porque confió en ella y Lucía le contó lo que Selena ya sabía por Fran. Y otro asolas con Carlos que no le gustó.

–Me sonaba tu cara, y creo que ya te recuerdo, tenemos que hablar –dijo directamente.

–Hablemos –completó Selena.

–Aquí no y este fin de semana estaré ocupado, ¿qué te parece si el lunes después que salgas de trabajar de aquí te recojo y hablamos tranquilamente? –ofreció él.