Selena (2)

Selena decide ser sincera.

SELENA

Capítulo 2

Fran maldijo que Selena no contestara al teléfono hasta más tarde. Los dos estaban nerviosos de forma diferente. Finalmente Selena decidió contestarle:

–Oye, creo que mañana domingo por la mañana podrías venir también, ya que es tu primer fin de semana con las tareas –Fran hizo un pausa pensativa.

–¿A quien quieres engañar? –preguntó ella insegura.

–Está bien, solo quiero que hablemos de lo sucedido ¿Qué te parece? –ofreció él.

–Mañana vendrá Lucía ¿no es así? –se preocupó Selena.

–Iré a recogerla al último vuelo de la tarde, podríamos quedar para comer aquí si lo prefieres –volvió a insistir.

–Está bien, creo que sí que tenemos que hablar mucho –accedió finalmente ella.

Transcurrió el final de sábado de forma solitaria para ambos y su conexión era tan fuerte que ninguno de los dos había dormido bien pensando en el otro. La mañana del domingo Selena lo tenía claro y la dedicó a arreglarse y ponerse guapa. Fran pasó el tiempo entre el gimnasio desfogándose con las pesas y pronto llegó Selena.

Cuando abrió la puerta Selena estaba tremenda y no dudó en pasar casi sin esperar a que Fran se apartara de la puerta, estaba decidida. Sus pechos rozaron el cuerpo de Fran y durante un instante sus bocas estuvieron a escasos centímetros mientras sus ojos se clavaron mutuamente. Selena se detuvo en la entrada con los brazos cruzados, ahora sus tetas parecían haber aumentado. Fran se rasco la cabeza nervioso, aquello no empezaba a ser tan fácil como él pretendía. Pasaron al salón para tomar algo antes de comer y cuando se sentaron la corta falda vaquera que llevaba Selena se hizo más corta que nunca.

–Mira, yo… vamos a ser claros… respecto a lo de ayer… yo… –Fran hablaba con pausas sin saber como empezar el tema.

–Si vamos a ser claros, a mi me gustó –interrumpió Selena.

La impetuosidad que reinaba en ella desde que había llegado había atemorizado los pensamientos que Fran antes tenía organizados. Veía a una mujer diferente a la que había percibido el primer día y eso le perturbaba.

–Sí, a mi también, claro, pero… –continuaba negándose a sí mismo.

–Pero tienes a Lucía, lo sé, no pasa nada, lo comprendo –hizo una pausa –y por mi parte no va pasar nada más que los dos no queramos que pase –concluyó.

–Es muy tentador eso que dices –dijo Fran meditando.

–Lo sé, igual que sé que los dos nos sentimos sexualmente atraídos, al menos yo mucho, pero yo te respetaré igual que tu respetarás a Lucía –respondió ella francamente.

Fran propuso empezar a cocinar algo antes de que aquello llevara a ningún sitio y Selena le siguió hasta la cocina para ayudarle. Allí prepararon algunos condimentos y hablaban poco. Los dos estaban más pensativos que habladores y finalmente Selena decidió romper todos los moldes de nuevo.

–¿Por qué crees que vine a este trabajo? –pregunto Selena intrigante y natural.

–¿Por qué no tenías otro?... no lo sé, dímelo tú –redujo la importancia Fran.

–Porque vi que eras tú –respondió ella de forma contundente.

–No lo entiendo ¿me conoces? –la curiosidad envolvió a Fran.

–Sí… –era un sí corto, pero había sonado como un eco en el tiempo.

–Sabía que me sonabas de algo –hizo una pausa –y dime, ¿de que? Desvélame el secreto si se puede, porque no te ubico –se intrigó él.

–Es un secreto para el que quizá no estés preparado –Selena había creado el aura perfecta casi sin planearlo.

–Créeme, a estas alturas hay pocas cosas para las que no esté preparado –su orgullo masculino creció por un instante. La pausa siguiente fue casi infinita.

–Soy Javi –ya no había vuelta atrás, Selena pretendía luchar con todas las consecuencias.

–¿Qué quieres decir con "soy Javi"? –Fran empezó a sentirse asustado.

–Javi, vecino de tu calle, del barrio rojo –explicó Selena.

–¿Es una broma? –Fran dejó de cortar la verdura –aquel chico tenía 17 años cuando desapareció, aquel chico… –su tono se volvió gris –¿me estás tomando el pelo? ¿es una cámara oculta? ¿qué pasa aquí? –su expresión era un poema sorpresa.

–No es una broma –Selena le quitó el cuchillo de la mano –aquel chico estaba atrapado en el cuerpo equivocado y se fue incomprendido –movió la mano de Fran hasta que tocó su cintura –se fue para cambiar su vida y se fue enamorado de ti que eras el único que le entendía en sus días tristes –su silencio fue revelador y Fran apartó su mano asustado.

–No puede ser –se negó de nuevo Fran alejándose un paso.

–Sí puede ser –dijo Selena levantando su falda corta y mostrando su tanga abultado –tuve miedo de decírtelo antes de que ocurriera nada y aunque estaba segura de que lo comprenderías… –empezaba a sentirse preocupada.

–¡Dios! ¡Que he hecho! –dijo Fran llevándose las manos a la cabeza.

–A mí siempre me has gustado y cuando vi que podía volver a verte después de casi doce años no lo dudé. Tu no has hecho nada más que lo que sentías –hubo un silencio –no podemos negar nuestra atracción pero ya te he dicho que no debes preocuparte pienso respetarte –hizo una nueva pausa –he pasado sola por cosas difíciles, solo quería verte y estar cerca –continuó.

–Esto no es posible –volvió a decir Fran mirando de nuevo el tanga blanco.

–Deja de decir que no es posible –cogió la mano de Fran de nuevo –¿recuerdas la última vez que nos vimos antes de fugarme de mi casa?... estábamos en el descampado detrás del parque, yo me sentía triste porque sabía lo que iba a hacer y tu me ayudaste mucho. Estuvo a punto de besarte, pero entonces me veías como un chico, no lo hubieras entendido –movió de nuevo la mano de Fran hasta su cintura, bajando al muslo y permitiéndole tocar su bulto entre las piernas.

Fran se excitó de sobremanera. No recordaba haber tenido nunca una erección tan rápida y excitante, pero al mismo tiempo volvió a sentirse aturdido y confuso. Se apartó un paso de Selena otra vez. Después de un silencio incomodo Fran acordó que lo mejor sería que se marchara hasta el lunes que era lo que le tocaba de trabajo y Selena se fue sin ningún rencor.

Aquella misma tarde Selena estaba desnuda sobre su cama tocándose pero sin especial ganas, pensando que Fran iría a recoger a Lucía y masticando en su cabeza que sería de su futuro en aquella casa. Aunque confiaba en que Fran guardaría el secreto, podían acordar despedirla o cualquier otra cosa, por ello no se excitaba del todo intentando pensar en él.

Fran fue por la tarde al aeropuerto a recoger a Lucía. Aunque estaba preocupado necesitaba sexo con su mujer para evadirse de lo sucedido, pero ella estaba cansada y se acostó muy pronto sin mucho más que hacer. Fran seguía demasiado inquieto con la televisión encendida y sin prestarle nada de atención. Aunque tarde fue a la habitación, no tenía sueño y al destapar la cama observó un instante a Lucía. Ella estaba en bragas durmiendo como un ángel, una rubia como jamás hubiera podido desear, aunque su cuerpo no tuviera las curvas de Selena, pero él sabía que tenía un deseo nuevo y que se llamaba Selena aunque no se permitiera el lujo de dejarlo ver. Fran dio tantas vueltas sin poder dormir que a las cinco de la mañana Lucía se despertó.

–¿Te ocurre algo Fran? –preguntó ella sin moverse ni abrir los ojos.

–No, nada –susurró él.

–¿Seguro? Llevas un rato dando vueltas –ella se puso frente a él y le miró.

–Seguro, no te preocupes –la besó levemente, pero el sabor del beso le pareció diferente a todos los besos de Lucía. Le pareció un beso de Selena.

A la mañana siguiente Selena abrió con su llave a las ocho en punto, nadie rondaba la casa, así que empezó a cambiarse y prepararse, pero instintivamente cuando pasó por delante de la habitación de ello tuvo que mirar. Lucía dormía todavía, pero sola y Fran no aparecía por ningún lado. Al rato se levantó Lucía:

–Oye, Selena, cuando tengas un momento tenemos que hablar –oyó a Lucía afuera de la cocina, que se acercaba.

–Claro, señora –dijo educadamente pero asustada.

–Bueno, solo quería decirte –Lucía entró a la cocina –que lo que pasó el domingo lo entiendo pero ¿qué hacemos ahora? –preguntó apoyada en la mesa.

–No lo sé, señora –volvió a ser educada con un miedo terrible que le recorría el cuerpo. En su cabeza solo había imágenes de la cocina pero del domingo.

–Ya sé que el domingo no te tocaba y entiendo que te fueras antes y dejarás ropa sin planchar por algo urgente, me lo ha dicho Fran, ¿pero podrías quedarte hoy una hora más? –pregunto inocentemente.

–Por supuesto, señora –volvió a repetir.

–¡Ah! Y por favor, no me llames señora, llámame Lucía –le guiñó el ojo y salió.

Lucía estaba en su habitación despacho organizando papeles mientras Selena limpiaba las escaleras. Era casi mediodía y Fran llegó del trabajo. Cuando la observó de espaldas, acuclillada y limpiando, casi pudo ver de nuevo su hermoso trasero y se quedó quieto un instante recordando escenas lujuriosas. Finalmente dijo que iba a ducharse y pasó sin apenas mirarla. Selena se sintió mal y con valor subió al baño de arriba donde se estaba duchando Fran para esperarle al salir. Y la escena se repitió. Fran salió con una toalla solamente y Selena estaba esperándole. Sus miradas eran cómplices.

–¡¿Pero que haces aquí?! –preguntó asustado.

–Solo quería disculparme de nuevo, no quiero que nada de lo sucedido se interponga de ninguna manera entre nosotros, quiero respetarte –no sabía como disculparse.

–¡¿Estás loca?! ¡Lucía está abajo! –empujó a Selena al interior del baño y cerró.

Se miraron a los ojos pero ninguno sabía que decir ahora. Los de Selena brillaron entre felices y preocupados y a Fran le gustó. Él respiró profundamente y miró hacia otro lado pensando que hacer mientras ella decía: –No sé como decir lo siento, quiero que se arregle, aunque seamos solo amigos.

La toalla de Fran revelaba que no iba a ser solo una amistad, pero Selena no se atrevió a actuar en aquella situación. Fran volvió a mirarla y entonces la besó repentinamente contra la pared. Selena se sorprendió muchísimo pero le correspondió con pasión. Sus bocas y su respiración era solo una al compás de sus lenguas. Fran se separó un instante: –No sé que me pasa, pero lo he pensado mucho y sea como sea no puedo evitar desearte con locura. ¡Me siento tan extraño!

Selena le abrazó y notó perfectamente la erección de Fran contra la que ella empezaba a tener. Él le besó el cuello y Selena levantó una pierna apoyándola en un taburete. Los dos sexos se frotaban y las manos de Fran abrieron el uniforme de Selena mostrando de nuevo sus enormes tetas. Se volvía loco chupándolas y Selena estaba dispuesta a volverlo más loco como fuera.

Las manos de Selena abrieron la toalla de él buscando su erección. Ahora ella movía su polla arriba y abajo masturbándole mientras él disfrutaba de sus pechos. La erección de Selena en aquel instante era evidente pero Fran no se atrevía a jugar a su juego aún, así que le dio la vuelta y le levantó la falda corta del uniforme mientras ella se bajaba sus braguitas negras al mismo tiempo.

Fran intentó penetrarla desde atrás rápidamente, pero no entraba y a Selena le empezaba a doler. Ella se volvió de nuevo y se agachó para lubricar con saliva su polla mientras también se estimulaba su ano. Fran l tenía tremendamente dura y aquello no podía desaprovecharse. Volvió a darle la espalda de nuevo y cerró los ojos esperando la entrada suave, pero no fue completamente suave hasta que estuvo dentro. Aún no la había penetrado dos veces cuando se oyó la voz de Lucía:

–¡¡¿Fran?!! ¡¡¿Fran?!! –gritaba lejos, probablemente desde abajo.

–¡¡Sigo en la ducha!! –gritó él ahora deteniéndose en el interior de Selena que se sentía tan impaciente como él.

–¡¡No encuentro a Selena!! ¡¡¿Ha salido?!! –volvió a gritar Lucía.

Fran ignoró aquella pregunta y empezó a penetrar a Selena de nuevo, esta vez despacio para que no les oyeran. Selena estaba silenciosa disfrutando de las penetraciones, pero su respiración se alteraba por momentos como la de él. Fran le estiraba el pelo ligeramente y a ella le gustaba mientras sentía el tacto frío de sus pezones con la pared. En realidad a ella le gustaba cualquier cosa de Fran y él estaba disfrutando como si viviera una película porno.

No tardó en correrse en el interior del culo, pero algo cayó por el muslo de Selena y manchó su braguita que permanecía debajo de las rodillas. Fran manoseó por última vez aquellas nalgas.

–Siento haberme corrido tan rápido –se disculpó.

–No pasa nada –le calmó ella.

–No, yo es que nunca… –se excusaba Fran.

–Con alguien como yo, lo sé –interrumpió Selena con voz suave.

–No y además Lucía nunca está dispuesta para el sexo anal –se sentía satisfecho.

–Pues ya sabes – dijo sonriendo feliz aunque no se hubiera corrido.

Se vistió rápida aún con la braguita sucia y salió primera simulando venir de la terraza con ropa. Al rato salió Fran mientras ella ya preparaba la comida después de haberse masturbado en otro baño. Lucía nunca sospechó nada de ese día.