Selena (1)

Un pareja de casados contratan a una asistenta para el hogar que cambiará sus vidas.

SELENA

Capítulo 1

Era la noche del sábado y era noche de reconciliación. Hacía casi tres meses que Fran y Lucía se habían mudado a una ciudad cerca de Barcelona y ya iba siendo hora de estrenar la cama. Hicieron el amor hasta altas horas de la madrugada y aquello arregló una semana de desajustes y malas caras. Al fin y al cabo, problemas como en cualquier pareja normal. Los dos trabajaban pero a Fran no le gustaba el trabajo de Lucía porque la dejaba muchas veces fuera de casa. Ella era representante y viajaba mucho, nunca se decidían a tener un hijo después de cinco años casados y sobretodo, ahora se daban cuenta de que no tenían tiempo ni para la nueva casa.

El domingo por la mañana Fran se despertó con el desayuno hecho y Lucía desnuda a su lado avivando nuevas tentaciones.

–¿Sabes que he pensado? –dijo Lucía mientras Fran desayunaba– que podríamos contratar a una asistenta.

–Pero cariño, si lo llevamos bien entre los dos –se excusó Fran.

–Sabes que no es entre los dos la mayoría de las veces y le he dado vueltas. Tenemos una casa más grande, yo paso tiempo fuera y ganamos un buen sueldo. Podemos permitírnoslo –explicó Lucía.

–La verdad es que tienes razón y no nos vendría nada mal… –Fran estaba pensativo.

–¡Claro bobo! –sonrió ella levantándose de la cama.

–¿Bobo? –Fran le dio una palmada en el trasero desnudo y ella se volvió. Peleaban de broma y terminaron besándose –¿Y como piensas hacerlo? No conocemos a nadie de fiar –continuó Fran entre besos.

Lucía se marcharía el viernes a una exposición durante todo el fin de semana, así que el lunes pusieron un anuncio urgente en el periódico para intentar aprovechar que estaría ella casi toda la semana. Se presentaron solo dos personas con aparentes buenas referencias en solo tres días, así que el jueves ya habían contratado a Selena para empezar el mismo viernes.

No había sido fácil, Selena no convencía a Lucía tanto como a Fran. Era una chica joven de 26 años pero con bastante experiencia como asistenta de hogar. Para Fran, Selena tenía un rostro bonito y unas tetas grandes, aunque esto último no lo comentó con Lucía, porque las de ella no lo eran tanto. Lucía pensaba que Selena tenía algún tipo de rasgo poco femenino que no le terminaba de agradar, pero la aceptó como la más adecuada, al fin y al cabo eran casi de su edad y se entenderían mejor.

Eran las ocho de la mañana exactas del viernes cuando llegó Selena como habían acordado. Fran abrió la puerta y se quedo algo perplejo. Allí estaba ella con su cabello moreno de trenzas y un vestidito corto ajustado muy sexy. Llevaba una bolsa con ropa para cambiarse. Fran le enseñó un poco la casa mientras Lucía ya preparaba las maletas para irse aquella tarde.

Habían habilitado una de las habitaciones que no usaban para que Selena pudiera tener su espacio, ya que iba a pasar ocho horas cada día e incluso comería allí. Fran le indicó donde estaba su habitación y le explicó que podía cambiarse y usarla para dejar cualquier cosa que necesitara para ella. Había una cama, un pequeño sillón, una mesa de escritorio y un armario de ropa.

–Gracias, aunque no creo que use la cama, no tendré mucho tiempo para dormir… –rió con voz dulce.

–Quien sabe, a mediodía puedes descansar después de comer y si no te vemos también puedes aprovechar –rieron los dos y los dos sintieron una química incomoda al mismo tiempo –en fin, te dejo que te cambies y empieces por donde prefieras.

Se sonrieron y Fran salió de la habitación. Selena empujó la puerta pero no la cerró y Fran se quedó quieto a tres metros junto a la escalera que subía al piso de arriba. Miró la puerta entreabierta casi intentando evitarlo pero no pudo y vio moverse a Selena con ropa interior de encaje de color negro. Apenas había visto nada pero su excitación era casi incomprensible, se sintió culpable y fue a estar cerca de Lucía.

Ese día comieron los tres juntos algo preparado por Selena. Era una excelente cocinera pero no hablaba mucho. Luego volvió a sus tareas y más tarde Selena limpiaba el salón con su bata corta y su pelo moreno recogido, cuando le indicaron que salían de casa. Fran iba a llevar a Lucía al aeropuerto y luego volvería. El rostro de Selene hizo una mueca de sonrisa y sus ojos grandes brillaron mientras asentía con la cabeza.

Cuando Fran volvió del aeropuerto ya eran casi las nueve de la noche y Selena estaba sentada en el salón viendo la televisión. Se había puesto de nuevo su vestido ajustado y llevaba el pelo suelto.

–¿Qué haces aquí todavía? Tu horario terminaba a las siete y media. –preguntó Fran.

–Lo siento yo pensé… –su voz sonó preocupada mientras se levantaba –ya me voy –dijo rápidamente. –ya me voy –repitió de nuevo.

–Perdona, me he explicado mal, no quería decir que te fueras, no te echo, solamente pensé que si tú no tienes obligación… –Fran hablaba y Selena lo miraba con cara extraña sonrojada, aún no estaba acostumbrada. –Es igual déjalo, puedes quedarte a cenar si quieres y no tienes prisa… –continuó Fran.

–Bueno… yo… –dijo un poco cortada Selene.

–¿No hablas mucho, eh? –interrumpió él. Sonrieron los dos.

Fran la convenció y Selena se quedó, ya que vivía sola y nadie la esperaba. Él se puso a preparar algo de cena y él le ayudó. Fran no paraba de darle conversación y poco a poco se iba soltando más. Era una chica que necesitaba el dinero y trabajaba bien. Cada vez que hablaba a Fran le recordaban sus formas. –No sé porqué siento como si ya te conociera –dijo en varias ocasiones y cada vez que lo repetía Selena se sonrojaba.

Se sentaron a cenar, tomaron vino, ya que así Fran sabía que ella se soltaría un poco más y él no se daba cuenta de lo mucho que le empezaba a gustar. Selena no quiso hablar de porque se fue de su trabajo anterior ni de otras cosas que Fran respetó. Charlando se hizo tarde y Selena optó por irse, pero Fran la convenció de nuevo para que se quedara a dormir allí, ya que el sábado tenía que volver aunque solo fuera por la mañana, y además había bebido más vino de la cuenta.

Empezaban a llevarse bien y ella decidió quedarse. Fran tenía ganas de Selena y Selena tenía ganas de Fran, pero él se sentía ahora bien con Lucía y no quería estropearlo y ella no quería perder el trabajo. Los dos se sentían atraídos y frenados.

Selena necesitaba una ducha antes de acostarse y así lo hizo. Fran se fue a su cama a masturbarse mientras pensaba en Selena desnuda y recordaba su ropa interior de color negro. Ella hizo lo mismo en la ducha para no pasar una noche sin saber como ocultarle a Fran que tenía pene. Al terminar su ducha se acostó en ropa interior sobre la cama, sin cerrar la puerta de nuevo.

A la mañana siguiente Fran se levantó temprano porque siempre le pasaba cuando no estaba Lucía. Eran casi las ocho, se vistió y se acercó hasta la habitación de Selena. Vio que la puerta no estaba cerrada y no pudo evitar mirar sin acercarse demasiado. Ella estaba sobre la cama, de lado y dejando el culo hacia la puerta. Tremendo culo –pensó Fran que solo veía unas nalgas tersas descubiertas por unas pequeñas braguitas que se habían hundido. Su espalda era casi perfecta y no llevaba nada puesto, tampoco le veía los pechos pero Fran se sintió pervertido durante un instante y eso le excitó aún más.

Fran fue a prepararse un desayuno hasta que fuera hora de que se despertase y pronto apareció Selena por la cocina con su uniforme corto de limpieza.

–Lo siento, creo que me he dormido –dijo con ojos entrecerrados.

–Solo cinco minutos, no te preocupes, es que me he levantado yo antes –Fran hizo una pausa y ninguno dijo nada. –Iba a salir a hacer algo de compra ¿necesitas que te traiga algo? –preguntó finalmente.

–No, para mi no, pero no te olvides del detergente que os queda poco –contestó ella ya con naturalidad.

–De acuerdo –le guiñó el ojo él dándole confianza, y ella respondió igualmente.

El "feeling" entre los dos empezaba a palparse demasiado en el ambiente y eso le preocupaba a Fran, que por una parte tenía deseos ocultos de Selena y por otra recordaba que pronto convivirían ella y Lucía con él de nuevo.

Había pasado un rato cuando Fran volvió y se puso a hacer sus ejercicios habituales de los sábados, en el pequeño gimnasio del garaje. Pronto Selena se dejó caer por allí observando desde dentro de la casa a Fran a través de una ventana, pero él no se percató y finalmente ella entró al garaje empezando a limpiar de forma general.

–No es necesario que te molestes, no requeríamos que limpiaras por aquí cuando te contratamos –explicó Fran.

–No es molestia, es que está secándose la ropa y ya no queda mucho por hacer, casi es hora de irme –se excusó ella.

Fran se puso cardíaco cuando Selena parecía que se agachaba apropósito dejando ver casi parte de sus braguitas y sus nalgas. Él sabía que cuando volviera Lucía no sabría como dejar de soñar con aquel culo y de repente percibió que ya no controlaba su excitación. Era casi de hora de irse Selena.

–Voy a darme una ducha, si te vas cierra con llave al salir –le indicó.

Fran se duchó con ganas de masturbarse pensando en ella, pero por alguna extraña razón se tranquilizó y no lo hizo. Cuando salió de la ducha, solo con una toalla cubriendo sus partes, Selena estaba allí de pie frente a la puerta del baño. Fran se quedó un poco perplejo, sorprendido. Selena no dejó de mirarle de arriba abajo sin mediar palabra.

–¿Aún aquí? ¿Qué haces ahí parada? –preguntó él.

Selena no respondió solo se movió un poco hacia él y en un segundo las miradas se volvieron cómplices de una pasión que entendían los dos. Los labios carnosos de Selena chocaron con los de Fran y ya ninguno fue dueño de sus actos. Sus lenguas se buscaban con ansia y sus bocas se mordían mutuamente. Las manos de Fran aprisionaron las tetas de Selena, sobándolas y disfrutándolas cada centímetro, mientras su toalla caía al suelo dejando al descubierto un pene que no necesitaba mucho para volver a estar erecto.

Fran volteó a Selena contra la pared y levantó su vestido a la altura de las nalgas. Selena sentía aquella polla caliente rozar sus braguitas entre sus nalgas arriba y abajo. Fran le mordía la oreja sin soltar sus grandes tetas. Selena empezaba a excitarse por el roce y lo deseaba pero tenía miedo de la reacción de Fran si descubría que ella también tenía un pene tan grande como el de él, así que se dio la vuelta de nuevo y recorrió con su lengua el torso mojado de Fran hasta quedar arrodillada.

Selena tenía una erección incomoda en esa posición pero dejó que siguiera tocándole las tetas, era lo que más deseaba en ese momento, y entonces se metió la polla de Fran en la boca poco a poco. Fran le sujetó su cabello largo y cerró los ojos. Selena empezó a mamar de aquella polla que no podía estar más dura, y cada vez lo hacía con mayor velocidad. Fran ayudaba con las manos el vaivén de su cabeza. Selena la apretó los huevos y Fran se corrió enseguida. Solo manchó el suelo y un poco de la cara de Selena, pero se corrió tanto que parecía que se había derramado un cartón de leche.

Selena se arregló rápidamente, se limpió y se despidió de Fran hasta el lunes, ya que los domingos no iba a ir. Fran estaba aún desnudo y perplejo en la puerta del baño. Selena quería más, pero se había quedado satisfecha por el momento, había sido un paso importante que le había salido bien. Ya en su casa, Selena se duchó y se masturbó bajó el agua recordando a Fran y cuando salió de la ducha tenía una llamada perdida de Fran en su móvil. Selena, aún desnuda, sonrió triunfante y acercó el móvil a sus tetas comos i fuera un oso de peluche.