Seis chicas aburridas

Dos camareros que trabajan en una urbanización playera conocen por casualidad a un grupo de estudiantes de psicología aburridas. Ellos se encargarán de divertirlas.

Aquel verano trabajaba de camarero en un restaurante al lado de la playa, en un pueblo turístico del Mediterráneo. Era ya mediados de septiembre y había menos trabajo, por lo que me sorprendió que una mañana a mediodía se sentara en la terraza un grupo de tías buenas. La mayoría de los clientes eran parejas y jubilados, por lo que me quedé encandilado ante aquel despliegue de bikinis, pareos y cuerpos perfectos tostados por el sol. Me llamaron especialmente la atención dos chicas: una preciosidad de ojos verdes, pelo rizado y pechos enormes; se había puesto una camiseta ajustada encima del bikini y, como todavía estaba húmeda, se le marcaban los erectos pezones. La otra, una morenita con cara de viciosa y cuerpo perfecto, con un piercing en el labio y otro en el ombligo.

La cosa no pasó de ahí, ni se inmutaron ante mis miradas lascivas, pagaron y se fueron. Sin embargo, aquella noche, salía de cerrar el restaurante con mi compañero Jose, cuando las vi caminando por el paseo marítimo. "Verás que pibones" le dije, y nos quedamos en la puerta haciéndonos los remolones para verlas pasar. Cuatro iban con minifalda y dos con pantalones. Todas iban maquilladas y el olor a perfume se sentía a 50 metros. Qué sorpresa cuando la guapa de los ojos verdes nos habló:

Chicos...

¿Os podemos ayudar?

¿Sabéis donde hay marcha en este pueblo? Llevamos una hora buscando un sitio para salir y no encontramos nada abierto.

Es que esta es una urbanización de jubilados. Para ir a la zona de marcha más cercana tenéis que coger el coche.

¡No tenemos coche!

Pfff, pues no sé. Como no queráis que nos montemos una fiesta privada, yo hoy he salido de trabajar con ganas de marcha, y tú, Jose?

Yo también.

Hablaron un minuto entre ellas.

Vale, pero que sea en nuestro apartamento.

Para amenizar la velada, Jose y yo "tomamos prestadas" a nuestro jefe una caja de botellas de vino blanco y dos botellas de ron suave. Por el camino fui hablando con Lidia, la chica que nos había entrado y con una morena que se llamaba Bárbara.

Lidia llevaba puesto un top de tirantes (otra vez marcando pezones) y una minifalda holgada y corta, una ropa muy fresca. Bárbara era la única fea del grupo, vamos, no era tan fea, lo que pasa es que sus amigas estaban muy bien. Lo que la estropeaba era la nariz. De todas formas era casi imposible mirarla a la cara y no a esos pechos embutidos en una camiseta negra o a ese culo perfecto, que lucía con unos pantalones blancos hiperajustados que translucían el minúsculo tanga que había debajo.

Me contaron que eran madrileñas, estudiantes de 2º de psicología (19-21 años calculé) y que estaban decepcionadas de sus vacaciones porque de lo que tenían ganas era de salir. Cuando llegamos, me percaté de que su edificio de apartamentos estaba prácticamente vacío, lo que favorecía mis libidinosas intenciones.

Ya arriba, la situación era bastante tensa, nosotros estábamos cortados y ellas más, por lo que pensé que sería mejor inventar un juego de beber.

¿Tenéis cartas?

No, no trajimos.

¿Y dados?

Tampoco.

¿Y como pasáis el rato cuando no hay nada que hacer?

Bueno, Alba se ha traído un trivial.

Pues nada, a jugar al trivial, el que fallaba una pregunta bebía un vaso. Parece mentira, pero las estudiantes universitarias fallaban mucho más que los camareros, y alguna iba ya un poco borrachilla, por ejemplo Lidia, a la que tenía sentada a mi izquierda en el sofá y cogida de la cintura. Ella, voluntaria o involuntariamente, no paraba de restregarme las ubres por el hombro.

Mientras jugábamos, me entretenía pensando con qué me quedaría de cada una de las chicas. Los mejores ojos eran los de Lidia, sin duda. El pelo más bonito era el de Alba, una sedosa melena rubia, totalmente lisa, que le llegaba hasta media espalda. De Roci, la más alta y la más pija, que no se había quitado los zapatos de tacón ni siquiera dentro del apartamento, me quedaba con las piernas. Llevaba un vestido de noche de color claro, muy corto, y desde mi posición le vería las bragas si no fuera por su manera tan sexy de cruzar las piernas. De Yasmina me quedaba con los labios, la sonrisa, y por qué no decirlo, el morbo. Era la morena con cara de viciosa en la que me había fijado el primer día. Siempre estaba sonriendo y a cada gracia mía se reía a carcajadas y me guiñaba un ojo. Sus gruesos labios (anillado el inferior) delataban haber comido muchas pollas. Era bajita y delgada, pero con buenas curvas. Llevaba un top minúsculo y una minifalda negra, y tenía la piel muy morena.

El mejor culo era el de Bárbara (no pude resistir la tentación y se lo toqué en el ascensor; no dijo nada). Y de Noemi me quedaba con la cintura y con el tipazo en general, sus medidas debían ser 95-58-95. Era increíble que una chica tan delgada tuviera tales tetas. Llevaba pantalones vaqueros y un top rojo muy escotado.

En lo que no pude definirme fue en quien tenía mejores tetas. Aquello parecía un melonar: Lidia, Alba, Noemi y Bárbara tenían unos pechos tremendos, grandes y bien puestos, y las de Roci y Yasmina, aunque fueran más pequeñas, tampoco estaban nada mal.

Me estaba poniendo cada vez más cachondo y no paraba de sobetear a Lidia

Alba se dio cuenta, se levantó muy enfadada y le dijo a ella:

Ya vale, ¿no?

¿Pero que pasa? – Dijo Lidia sorprendida.

¡que estás dando el espectáculo, joder!

Y se marchó enfurecida de la habitación. Lidia la siguió.

No te preocupes, están todo el día igual. – dijeron las otras, y seguimos jugando.

Se las oía discutir en la habitación de al lado y yo abandoné un momento el juego simulando ir al servicio. Me acerqué sigilosamente a la puerta.

¡ Siempre las que tenéis novio sois las que más os acercáis a los chicos! – gritaba enfurecida Alba.

Pues si te gusta alguno espabila y haz algo, porque, además, estando Yasmina ya se sabe.

¡Pero yo no soy una furcia como vosotras!

La conversación subía de tono, así que me decidí a intervenir (aunque nadie me había invitado). Cuando entré Alba estaba histérica y se le caían las lágrimas.

¿Pero sois gilipollas o qué? Con vuestras discusiones de crías nos estáis jodiendo la fiesta a los demás. Además, sois amigas, no?

Tienes razón, perdona – dijo Lidia.

Venga, daos un abrazo como buenas amigas y vamos a seguir jugando.

A la vuelta, me senté entre Alba y Lidia para poner paz, y decidí cambiar las reglas del juego:

A partir de ahora, el que falle una pregunta beberá, pero si falla en una casilla de quesito se quitará una prenda. Zapatos y cinturones no cuentan. Y cuando una ficha se "coma" a otra al estilo del parchís, el que come mandará hacer una prueba al comido. ¿de acuerdo?

En condiciones normales, estas chicas no hubieran aceptado mi juego ni de broma, pero el alcohol comenzaba a hacer estragos y ninguna quería ser menos que sus amigas.

Cuando la ficha de Lidia se comió a la de Alba decidimos entre todos que deberían darse un beso con lengua, para limar asperezas. Se dieron un morreo brutal, de más de 15 segundos, que hizo subir la temperatura de la sala. La primera que tuvo que quitarse una prenda fue Bárbara. Se quitó el top y dejó al descubierto un sujetador negro que apenas podría cubrir su portentosa delantera. La pobre chica estaba roja, muy avergonzada, pero al turno siguiente le tocó a Yasmina quitarse una prenda, pienso que falló a propósito por acompañar a su amiga. Se la quitó haciendo un numerito de strep-tease, y mostró un sujetador también negro pero más bonito, de encaje.

Al poco le tocó pasar prueba a Roci: Le atamos los ojos y tenía que adivinar quien la morreaba, y si no acertaba pasaba a otro. La muy cabrona acertó a la primera, que fue Noemi. Dijo que la había reconocido "por el perfume".

La primera en quitarse la parte de abajo fue Noemi.

Mejor me quito los vaqueros porque dan un calor... – debajo llevaba un tanga rojo a juego con el top, nada que no supiéramos porque se le veía cada vez que se agachaba.

Acto seguido Yasmina volvió a fallar en quesito y se quitó la minifalda (con baile incluido), quedándose en microtanga negro y sujetador.

Aunque las psicólogas eran ellas, yo me estaba dando cuenta de muchas cosas: Yasmina era un auténtico zorrón, Jose se moría de ganas de cepillarse a Noemi, que iba borrachísima y tenía la cabeza apoyada sobre sus rodillas; había algo lésbico en la manera en que Bárbara miraba a sus amigas, y el alcohol no hacía sino que afloraran esos bajos instintos. Por último, a mí me gustaba Lidia un montón, y pensaba que yo también le gustaba a ella.

Roci "se comió" la ficha de Yasmina en una casilla de quesito, y mientras discutíamos la prueba, falló la pregunta que le tocaba.

Pues prefiero quitarme el tanga que el vestido.

¿En serio?

Con la ropa no se me verá nada.

Pues entonces ya sé la prueba para Yasmina: debe quitarte el tanga con la boca, sin manos, y sin que tú te quites el vestido. – (algunas veces tengo unas ideas excepcionales).

Roci abrió mucho las piernas y Yasmi introdujo la cabeza. Intentaba coger el tanga por la parte de las caderas, pero era imposible, así que se puso por la parte del coño. Tras un minuto largo de forcejeo (especialmente placentero para Roci) consiguió enganchar el tanga con los dientes y mientras tiraba pudimos contemplar todos el chocho depilado de la rubia. Yasmi se reía como una zorra mientras exhibía como un trofeo la prenda íntima de su amiga.

Se barruntaba que aquello iba a acabar en orgía. En la siguiente prueba, Noemi debía coger con la boca unas pajitas que Jose se enganchó en la bragueta. Debido al pedo que llevaba le restregó dos veces la cara por el paquete antes de lograr cogerla.

Lidia, Jose, Alba... todos se habían quitado alguna prenda menos yo. Lidia, en sujetador azul, se pasaba un hielo por el cuello para combatir el calor. Cuando tuve que mandarle una prueba ordené llenarla el sujetador de hielos, y por supuesto ser yo quien lo hiciera. Sus pezones estaban duros como canicas.

En el siguiente turno, Lidia "me comió" a mí y me ordeno sacarle todos los hielos con la boca.

La cogí de la cintura y puse mi boca entre sus tetas. Saqué un par de hielos pero más bien lo que hice fue apartar el sujetador y empezar a comerle las ubres. Era el momento. La cogí en brazos y dije a los demás:

Seguid jugando sin nosotros.

La llevé a un dormitorio y la arrojé sobre una cama. Me acosté encima de ella. Volví a chuparle los pechos mientras le metía los dedos, por debajo de su tanga, directamente en el chochete. Estaba deliciosamente húmedo. Ella intentaba quitarme la ropa mientras tanto. La dejé hacer. Entonces le bajé la falda y el tanga y la penetré con fuerza. Ella gemía, se retorcía y pedía más. Estaba muy lubricada y conseguí clavársela entera. La mordí los labios y el cuello.

Se oían voces y risitas al otro lado de la puerta; alguien estaba escuchando como follábamos, pero eso no hacía sino ponerme más cachondo. Le pedí a Lidia que se pusiera a cuatro patas en la cama, mirando hacia la puerta, y empecé a penetrarla como más me gusta: Desde atrás, agarrándola con una mano en cada teta.

Quien estuviera fuera abrió la puerta, pero luego se escondieron.

¡Podéis pasar y mirar! – grité.

Y pasaron. Entró primero Bárbara y Alba detrás. Estaban risueñas y fascinadas ante el espectáculo. Lidia, avergonzada, trataba de taparse la cara con el pelo, pero le aparté la melena para obligarla a mirar a la cara a sus amigas y que la vieran tal como era, una perra en celo. Se situaron en un extremo de la habitación. Bárbara sonreía bobalicona y comenzaba a juguetear con las costuras de su tanga. Alba, muy seria, nos miraba fijamente y se ocultaba detrás de su amiga, mientras se restregaba contra su culo y su espalda.

Al poco tiempo Lidia se corrió entre espasmos y grititos. A mi también me faltaba poco, y como no llevaba protección, saqué la polla y me corrí en sus nalgas y su espalda. Lidia recogió su ropa y se marchó rapidamente de la habitación sin decir nada.

¿Os ha gustado? – pregunté a las espectadoras mientras me ponía el slip.

No contestaron nada.

Me acerqué y acaricié la cara a Alba. Se diría que querían guerra pero no tenían ningún tipo de iniciativa, así que tuve que tenerla yo. Nos situamos los tres de pie en el centro de la habitación. Morreé primero a Alba y luego a Bárbara, y luego las obligué a que se besaran: Cogí las manos de de Bárbara y puse una sobre mi paquete y otra debajo de las bragas de su amiga, directamente en el coño. Luego cogí las manos de Alba y las puse en el culo y en las tetas de su amiga, respectivamente. Mientras, seguíamos besándonos por turnos y a veces nos mordíamos en el cuello. Yo aproveché para quitarlas los sujetadores y liberar sus enormes tetas.

Venga, ahora las dos de rodillas en el suelo. – ordené cuando ya estuvimos suficientemente calientes.

Puse mi pene erecto a escasos diez centímetros de sus caras, y comprendieron lo que quería.

La más decidida fue Bárbara, se metió un buen trozo de polla en la boca y succionó con fuerza, luego estuvo unos segundos jugando con la lengua y cedió el turno a su amiga. Alba fue más tímida y sólo se metió el glande en la boquita.

Parecían inexpertas y eso me gustaba, porque así hacían lo que yo les pedía.

Ahora no dejes de mirarme a los ojos – le decía a Alba.

Y, con las dos manos sobre su cabeza, le follaba brutalmente la boca durante 20 segundos, mientras ella no dejaba de mirarme sin pestañear.

Entre las tetas, cariño. – y Bárbara se metía mi polla entre las tetas y me obsequiaba con una deliciosa cubana.

Barbi se estaba destapando como una chupadora excepcional, movía la lengua a una velocidad de vértigo; eso me dio la idea para la siguiente fase.

Ordené a Alba que se pusiera de pie, mientras Barbi y yo le besábamos los muslos y el vientre. Le arranqué las bragas a la rubia. Ante nuestros ojos apareció un chocho delicioso, sin depilar, con escaso vello rubio.

¿Sabes hacer esto a una chica? –pregunté a Bárbara, y a modo de ejemplo jugué con la lengua unos instantes con el clítoris y los labios vaginales.

Lo intentaré – me dijo, y acto seguido empezó a comerle el coño a su amiga con una voracidad de hembra en celo

Era lo que yo quería, me aproximé por detrás al culo de Bárbara (sublime, por cierto) y le bajé el tanga. Busqué la entrada de su coño y se la clavé sin remilgos. Ella empezó a gemir y descuidó el cunnilinguius que le estaba haciendo a Alba. Ésta, la obligó a chupar cogiéndola del pelo, como me había visto hacer a mi antes.

El coño de Barbi era estrecho y suculento, y me entretuve con él unos minutos, mientras palmoteaba sus duras nalgas. Pero también quería follarme a Alba. Paré y me acerqué a ella con la polla en la mano.

Venga, dale un par de chupadas y prepárate que ahora te toca a ti.

La rubia no puso peros a lo de las chupadas, pero sí a lo otro.

Es que... soy virgen.

Pues entonces hoy ha llegado tu gran noche.

Virgen, que morbo. La senté en la cama e intenté penetrarla. Pero estaba supertensa, y no había forma de que le entrara más que el glande.

Oye, mejor lo dejamos, otro día... – me suplicaba.

Decidí apelar a su amor propio.

Alba, tienes 20 años, ya no eres una niña, y si ahora no eres capaz de dar placer a un hombre no lo serás nunca y serás una frustrada sexual toda tu puta vida.

A ella se le caían las lágrimas.

Dime que tengo que hacer.

-La mejor manera es que te pongas tú encima y utilices el peso del cuerpo para metértela entera.

Me tendí en la alfombra. Alba oriento el pene a la altura de su coño y se dejó caer, clavándosela entera. Soltaba gritos de dolor, se estaba estrenando con una polla talla XL. Pero estaba determinada a hacerlo y pronto empezó a subir y bajar a gran velocidad. ¡Que placer esto de hollar un coñito virgen!

Por su parte, Barbi se unió a la fiesta y me puso el chumino en la cara. Se lo tuve que comer, claro, lo llevaba totalmente depilado y era muy húmedo. Ahora eran ellas las que mandaban.

Alba demostró ser una mujer totalmente vaginal y a los ¡2 minutos! se corrió como una burra. Pasados 30 segundos se corrió otra vez, y otra, y otra, y tras el cuarto orgasmo lo tuvo que dejar antes de morirse de placer. Se quedó sentada en el suelo, con las manos enlazadas en las rodillas, cara de satisfecha y empapando la alfombra con sus fluidos.

Por mi parte le estaba haciendo un buen trabajo a Bárbara, además le metí un dedo en el ano y a ella parecía gustarle.

Como todavía no me había corrido la aparte un momento.

Bueno, cielo, hoy Alba ha estrenado su vagina, ha llegado el momento de que tú también estrenes algo.

¿qué quieres hacer?

Darte por el culo.

¡Pero yo soy virgen por ahí!

Por eso.

Con cuidado, eh?

Se puso a cuatro patas en la moqueta, ofreciéndome su culo y mirando de reojo.

Poco a poco se la fui metiendo por detrás, no soltó ninguna queja, más bien suspiros de placer. Fui aumentando el ritmo. Con la mano, ella se trabajaba el clítoris. Acabó con la cabeza pegada al suelo, con mi mano agarrando su pelo y soltando aullidos bestiales.

¿Te has corrido?- pregunté.

Como una perra – dijo metiéndose mi polla en la boca.

Pues ahora me toca a mí, poneos las dos juntas, abrazaditas, con las caritas juntas y sonriendo como si os fueran a hacer una foto.

Lo hicieron, y tras pajearme durante un instante delante de sus caras me corrí. La cantidad de semen fue brutal. Bárbara estaba esperándolo con la boca abierta y el primer chorretón le cayó dentro. Fue la más perjudicada, y el semen le empapó la boca, los ojos, el pelo, las tetas... a Alba sólo le manché un poco las mejillas, por lo que le metí la polla en la boca para que succionara las gotas que quedaran.

Acabaron las dos en el suelo abrazadas, lamiéndose, morreándose y pasándose el semen de boca a boca.

Las dejé bien folladas y satisfechas y fui a buscar a Lidia. El baño estaba cerrado, así que supuse que sería ella.

Lidia, abre por favor.

No contestó. Entonces me acordé de que las otras chicas habían dicho que tenía novio. Tal vez estaba arrepentida de haberle puesto los cuernos con un tío que había conocido esa misma noche, y además con espectadores.

Entre en el otro baño para echarme agua en la cara y asearme. Llevaba allí un rato cuando apareció Noemi, en tanga y camiseta. Estaba buenísima, era sin duda una de las mejores del grupo. Traía en las pupilas el brillo que se les pone a las hembras cuando acaban de ser folladas, así que supuse que Jose no había perdido en tiempo.

Jose te estaba buscando, dice que es importante.

¿Y donde está?

En la habitación del fondo.

Ella se quedó en el baño y fui donde me había dicho.

Al entrar me esperaba el siguiente panorama.

Jose estaba desnudo, tendido en el suelo y Yasmina encima de él, cabalgándolo. En una mesa al otro lado de la habitación estaba sentada Roci, cubierta sólo con una toalla y con una mano puesta en la entrepierna.

¿Qué, te apuntas?- preguntó Yasmi sin dejar de follarse a mi compañero.

Eeehhh, bueno sí – balbuceé sorprendido

Pues acercate aquí, guapo. – dijo ella, pasándose la lengua por los carnosos labios de la manera más sugerente.

¿Y Roci?

Prefiere sólo mirar, es que tiene novio, ¿sabes?

Me acerqué a Yasmina y rápidamente me quitó el slip y se metió mi polla en la boca. La chupaba como una profesional, nada que ver con Barbi y Alba. A veces me pajeaba mientras me lamía los testículos, para luego recorrer toda la polla con la lengua y volver al glande, y todo esto sin dejar de cabalgar a mi amigo, que la embestía desde abajo. También sabía utilizar el piercing para darte más placer.

Venga, quiero que me folles tú ahora. – me pidió-

La coloqué a cuatro patas (mi postura preferida) y se la metí por el chochete, mientras ella se comía la polla de Jose. Le pegaba brutales embestidas para que supiera quien soy yo, y en cada una de ellas parecía que se iba a comer la polla de Jose. Roci se masturbaba y soltaba grititos, y a nosotros tener una "voyeur" nos excitaba todavía más.

Jose me propuso cambiar de sitio, y como a mí me agradaba la lengua de Yasmina más que ninguna otra cosa acepté. Pero Jose apenas se la metió un par de veces y empezó a escupirle en el ano y restregar la saliva.

¿qué vas a hacer? – preguntó Yasmi, cachonda.

Tú a lo tuyo – dije, obligandola a chupar.

Se la metió por el culo en dos embestidas, primero hasta la mitad y luego entera. Era evidente que le estaba costando porque le resbalaban las gotas de sudor. Yasmi se retorcía entre el placer y el dolor, y tuve que sujetarla la cabeza para que no descuidara la felación que me estaba haciendo.

Pero la muy guarra quería todavía más.

Venga, chicos ahora un sandwich.

Quería que la diéramos por coño y culo. Si esta operación normalmente es complicada, hay que tener en cuenta además que Yasmina apenas pasaba de 1,50. Me tumbé en el suelo y ella se acostó sobre mí, clavándosela entera en la vagina. Ella misma separó las nalgas para facilitar la entrada a Jose, que no se hizo de rogar.

Lo bueno de esta posición es que dejaba la boca libre a Yasmina para gemir y gritar gorrinadas mientras se retorcía de placer:

¡Así, mis sementales, dadme placer, ohh, que gustó!

Roci, por su parte, aportaba su opinión:

¡No tengáis piedad, hasta el fondo, que es una puta!

A los cinco minutos pensé que había llegado el momento de cambiar de posición. Coloqué a Yasmina de pie, con las piernas abiertas, un pie apoyado en la mesa donde estaba sentada Roci, a la que preguntamos si quería participar y volvió a negarse. Jose se la clavó por delante, y yo, me coloqué detrás para poco a poco ir metiéndosela por el culo. Mi polla era más grande que la de Jose, pero esta chica se hacía a cualquier cosa.

Qué culito más rico, pensaba mientras le palmoteaba las caderas y la penetraba a buen ritmo. Al poco la niña empezó a correrse entre espasmos y aullidos de placer, quise taparle la boca para que no despertara a los vecinos y me pegó un mordisco que me hizo sangre en la mano. La siguiente en correrse fue Roci y luego Jose, que lo hizo dentro de la morenita sin que a esta pareciera importarle.

Sólo faltaba yo. Yasmina encendió la luz (hasta entonces estábamos en penumbra) y se arrodilló ante mí. Apoyó mi glande en su lengua y comenzó a pajearme con la mano derecha, todo ello sin dejar de mirarme fijamente a los ojos. Cuando me corrí tuvo el detalle de tragarse la mayor cantidad de semen que pudo, aunque la mayoría se le quedó repegado por los labios.

Tras correrme tuve un momento de bajón. Roci corrió a esconderse como había hecho antes Lidia. Yasmi nos adulaba.

Qué hombres sois, con tíos como vosotros da gusto. Llevaba años sin echar un polvo así, ha sido genial, y además con dos sementales. Vosotros sí que sabéis tratar a una mujer. Por cierto, me pido prime para entrar en el baño.

¿Qué hora era? Las 4:15, joder, creo que llevaba follando desde las 2:00. Me dirigí a la cocina a comer algo, allí estaban Bárbara y Noemi hablando semidesnudas.

Me tomé algo con ellas y nos pusimos a ver la tele. Como no eran tan zorras como Yasmina hablábamos de temas triviales, no de lo que acababa de pasar.

Cada poco tiempo Bárbara iba al baño pero siempre estaba ocupado.

Jo, tengo unas ganas de pegarme una ducha...

¿y qué es lo que te quieres limpiar?- pregunté jocoso.

Gilipollas.

¿y por qué no nos bañamos en la piscina? – propuso Noemí

¿y por que no nos bañamos desnudos? – aporté yo.

Que dices, nos pueden ver.

Es de noche, y además la urbanización está desierta.

Bajamos, Noemi sólo con un pareo y la toalla, yo sólo con la toalla y Bárbara con la parte de abajo del bikini que prometió quitarse en cuanto estuvieramos abajo.

En el ascensor las tocaba el culo de vez en cuando, ya todo daba igual. Acababa de descubrir los tatuajes de Noemi: Un dibujo en la zona lumbar y un escorpión al lado de su rubio coño. Estaba buenísima.

Nos zambullimos los tres, y cuando estábamos nadando, Noemi me espetó:

Me han dicho que te has tirado a mi hermana.

¿Cómo? ¿quién es tu hermana?

Alba. Y hasta hoy era virgen.

¡Así que Alba y Noemi eran hermanas! No lo hubiera imaginado, aunque pensándolo en ese momento las dos eran rubias y sí que se parecían en los ojos y la nariz. Aunque de cuerpo estaba mucho mejor Noemi, claro.

Yo, lo siento, no sabía...

Soy su hermana mayor y debería cuidar de ella.

Pues yo creo que se lo ha pasado muy bien.

Con eso me vale – dijo, y me guiñó un ojo.

Seguimos nadando hasta que empezamos a hacernos aguadillas unos a los otros. Yo aprovechaba para tocar lo que podía, pero estaba extenuado de tanto follar, así que más bien se peleaban entre ellas. Tanto roce debió excitarlas porque me preguntaron pudorosamente:

¿Te podemos hacer una pregunta? – era Bárbara la que hablaba.

Tu dirás.

¿Tu crees que...?

¿qué?

Vamos, que si te ves capaz...

¡Venga, dilo de una vez!

Que si se te podrá dura otra vez, para poder montarnos un trío – explicó Noemi.

Llevo tres polvos esta noche, pero si os montáis un numerito lésbico seguro que me animo.

Bárbara si que estaba animada, cogió las tetas de su amiga por detrás y empezó a besarla en los hombros y el cuello.

¡Pero salíos fuera, que se os vea bien!

Salieron por la escalerilla, estaban realmente guapas con el pelo chorreándoles agua. Se abrazaron y empezaron a morrearse, y pude asistir al espectáculo de ver dos buenas delanteras chocando. Barbi cogía sus tetas con la mano y restregaba sus pezones contra los de la rubia. Los tenía erectos y muy bonitos, por lo que Noemi agachándose empezó a comérselos, mientras restregaba la pierna izquierda contra la entrepierna de su amiga. Luego Bárbara se arrodilló y empezó a comerle el coño a su amiga como yo la había enseñado. Noemi se dejaba hacer mientras gemía, se mordía el labio y se aplastaba los pechos. Si lo que buscaba era ponerme cachondo lo estaba consiguiendo. Cuando de verdad me puse como una moto es cuando Barbi se tendió en el suelo, al lado de la piscina, y Noemi encima de ella y empezaron a hacer el 69.

Salí del agua y me acerqué a ellas. Me entretuve acariciando el pelo y la espalda a Noemi, y las tetas de ambas. Luego acerqué la polla a la cara de Noemi y me la chupó con energía.

Al poco las chicas quisieron volver al agua, yo estaba empalmado como un verraco y ellas me tomaban el pelo huyendo cuando quería cogerlas. Por fin logre atraparlas a las dos contra el borde de la piscina. Bárbara estaba con la espalda apoyada en la pared, Noemi de cara a ella, prácticamente encima, con las piernas abiertas para restregar los chochetes. Yo me coloqué detrás de Noemi, busqué la entrada de su coño y se la clavé de una embestida. Gimió. La saqué, busqué el agujero de Bárbara y se la metí de la misma manera. Así seguí, follándolas alternativamente. Ellas aprovechaban para morrearse y ponerme más caliente. Hasta que Bárbara suplicó:

-Basta ya, fóllanos a la que quieras de las dos pero acaba con este juego.

Obedecí caballerosamente. Coloqué a Bárbara con la espalda contra la pared y la penetré enérgicamente. Noemi me ayudó masajeándola el clítoris mientras me la follaba y metiéndola un dedito en el ano. Al poco se corrió, ya solo me quedaba Noemi, pero temía que su vagina se hubiera enfriado.

Fuimos a la piscina de bebés por cambiar de escenario. Empecé a besar a Noemi en las nalgas y la cintura y acabé haciéndole un cunnilinguius.

Tu chocho me recuerda al de tu hermana.

¿Qué?

Sí, te pareces a ella en eso y en los ojos que pones cuando tienes hambre de sexo.

Oye, no te lo permito, mi hermana no es como yo, es una chica decente.

Me hizo gracia ese "no es como yo".

Si yo te contara...

Noemi estaba ahora tendida sobre la superficie del agua, en parte flotando y en parte sujeta por los brazos que tenía apoyados en el suelo. Me arrodillé ante ella y empecé a penetrarla. Como se retorcía.

Oye...

¿qué?

Cuéntame lo que has hecho con mi hermana. Me pone cachonda.

¿tu hermana? No ha tenido reparos en chuparme la polla. Pero la he tenido que enseñar, no es una experta como tú.

¿Y quien lo hace mejor?

Tú, mi reina, tú.

¿y luego?

La hemos comido el coño, primero yo y luego Barbi. Ya sabes lo bien que maneja la lengua.

Sigue.

Luego quería parar, dejarlo ahí. A lo mejor guardaba la virginidad para una ocasión especial. La he tenido que convencer.

¡Debiste dejarla, cabrón! ¡Métemela más deprisa!

No te creas, si ha gozado como una gorrina. Se ha corrido 4 veces en 5 minutos.

¡Yo también me corro! ¡Aahh!

Lo que no me ha hecho es una cubana.

Prueba conmigo.

Se la metí entre las tetas y comencé a follárselas, mientras se las juntaba con las manos. Ella estaba inerme, tenía una mano apoyada en el suelo para sujetarse y la otra metida en el coño. Aún así, giraba el cuello para poder darle un lametazo a mi glande cada vez que subía.

También me ha gustado la carita que ha puesto tu hermanita Alba cuando me he corrido en su cara.

Eres un cerdo.

Sí, me ha gustado como cerraba los ojillos...

¿Y conmigo vas a hacer lo mismo?

No, prefiero correrme en tu boca y que te tragues el semen.

¿Y que te hace pensar que voy a dejarte?

Primero, porque eres un zorrón, y segundo, porque ya te estás corriendo por segunda vez, y yo todavía ninguna.

Era cierto. Aproveché sus convulsiones para metérsela en la boca y empezar a follársela con las manos en su cabeza, obligándola a chupar. Me miraba con ojos de susto. Cuando me corrí no se la saqué de la boca en ningún momento, y aunque ella hizo lo posible por tragar, grandes chorretones de semen le caían por la comisura de los labios. Le dí unas palmaditas en la cara y un beso en el pelo a modo de agradecimiento.

Vino Barbi y nos quedamos los tres tendidos en la piscina de bebés, abrazados, exhaustos, morreándonos de vez en cuando pero ya sin ningún interés sexual.

EPÍLOGO: Cuando se hizo de día subimos, avergonzados, al apartemento. Fui por las habitaciones recolectando mi ropa y los números de móvil de las chicas, aunque muchas no me lo quisieron dar. Con la que no conseguí hablar fue con Lidia. A mí me gustaba de verdad, pero creo que si quería algo serio con ella la mejor manera de iniciarlo no es follándome a todas sus amigas. Por cierto, también aproveché para llevarme un tanga todavía húmedo de recuerdo, estaba debajo de una cama, y podría ser de Bárbara o de Yasmina.

De todas formas, Jose y yo salimos del portal cantando y riéndonos por la aventura que acabábamos de vivir. Estas oportunidades sólo se presentan una vez en la vida.

Ninguna de las chicas me ha llamado, ni yo a ellas. Dije antes que estas oportunidades sólo se dan una vez en la vida, pero, ¿quién sabe? Yo sigo trabajando en la hostelería en zonas turísticas, y a lo mejor vuelvo a tener la suerte de montarme una orgía con seis macizas.