Segundo encuentro con mi entrenador

Esta vez ...yo pasé a la acción

Meses después de aquel encuentro en las duchas con Joaquín, mi entrenador, y ya con las ideas muy claras, no lograba quitarme de la cabeza aquel pollón y estaba dispuesto a dar yo el siguiente paso. Nuestra relación seguía como si nunca hubiera pasado nada, yo entrenaba cada día con mis compañeros y el trabajaba con nosotros como siempre . Yo intentaba quedarme siempre rezagado, salir el último, buscando el momento de quedar a solas, pero no había manera. Hasta que un día, me quedé escondido en el vestuario. Al rato el entró para ver si quedaba alguien antes de cerrar, y ese fue mi momento. Al verme allí se sorprendió. "¿Que haces aún aquí?" "Esperarte" dije yo, mirándole a los ojos. Sin darle tiempo a reaccionar, llevé mi mano a su paquete, donde dormía esa polla venosa y gorda que me había abierto las puertas de mi sexualidad. Quería tenerla en la boca cuanto antes. El me sonreía en silencio con gesto extrañado, pero siguiéndome el juego.

No tardé en notar como su polla empezaba a engordar, yo seguía manoseandola por encima del chándal, y fui bajándolo poco a poco. Y allí asomaba el bicho, morcillona y larga, y con esos dos grandes huevos colgando.  Me senté en el banquillo y su rabo descomunal me quedaba a la altura justa. Me tome mi tiempo. La levanté con la mano para ir en busca de sus huevos, empecé a lamerlos y chuparlos mientras su polla colgaba encima de mi cara, notaba sus latidos y como iba creciendo. Desde sus cojones peludos fui subiendo poco a poco con mi lengua, lamiendole todo el tronco hasta llegar a la punta, aún cubierta por la piel. La lamia y chupeteaba, y cuando ya estaba bien dura y tiesa, eché hacia atrás su prepucio y allí asomó ese capullo gordo y morado, con unas gotitas en su punta que ávidamente lamí. Quería volver a sentirlo dentro de mi boca, esta vez sin miedo ni culpas. Agarré esa polla hinchada y venosa desde su base, y metí el capullo en mi boca, succionando, jugueteando con mi lengua, tragando hasta donde podía. Joaquín resoplaba, y yo me afanaba en mi tarea de hacerle una mamada que no olvidaría en su vida. A medida que tragaba polla, el se despojo del pantalón y la camiseta, quedando completamente desnudo. Yo seguía a lo mío, lamiendo y chupando, su polla había crecido ya de tal manera que me era imposible abarcar con la boca poco más de su capullo, Joaquín, muy excitado ya, subió una pierna al banco donde yo estaba sentado, quedando sus piernas abiertas mientras me bombeaba la boca a pollazos. Yo aproveché y puse mi mano justo debajo de sus huevos, buscando su culo. Empecé masajeando su agujero, mojando mis dedos con mi lengua. El gemia y gruñía, pero yo no quería parar ahí. Me puse de rodillas y metí mi cara debajo de sus huevos, lamiendo y chupando, hasta llegar a su ano. Lo lamia y chupeteaba mientras con mis manos lo pajeaba. De rodillas me di la vuelta, buscando sus nalgas fibrosas y bien formadas. Me sentía tan liberado y seguro que quería hacer de todo con el. Observė su cuerpo tallado a base de ejercicio, su espalda musculosa y su culo y mi polla pedía a gritos sexo. No sabía como el iba a reaccionar, así que tímidamente, le iba acariciando el culo, mientras pasé una mano por debajo de sus piernas para agarrar su polla mientras mi lengua se habría paso hacia su ano. Le gustó. Soplaba, gemia...yo lamia con placer su agujero, lo imaginaba peludo como el resto, pero no.

Bien depilado y limpio, seguia comiendomelo mientras masturbaba su pollón por debajo del culo. El se inclinó apoyando los brazos en el banco, abriendo las piernas, señal de que quería más. De repente, se agarró la polla y la pasó hacia atrás. Era tan larga que su capullo quedaba justo en mi boca. Una locura cuando lo vi ....Tan excitado estaba que me lo metí en la boca como si me fuera la vida en ello.  Desatado, comía polla y lamia desde su culo hasta su capullo, me lo follaba con la lengua y de ahí saltaba a su polla. Joaquín gemía con un sonido grave y profundo. Yo me saqué la polla y empecé a pajearme mientras seguía comiendo y chupando. El se agachaba más, se puso de rodillas a cuatro en el banco, su gran polla colgaba como un péndulo, yo la tragaba hasta donde podía y metía los dedos en su culo. Seguí  con su polla, le repasaba el capullo en círculos, lamia, me comía sus huevos, pasaba a su ano...Joaquín tensaba su cuerpo, gemía, la corrida estaba próxima y yo quería probarla. Mientras me lo comía a fondo, seguía pajeandome, hasta que no pude más y empecé a correrme con una intensidad nunca vivida. Atrapé su gordisimo capullo en mi boca, succionando fuerte mientras follaba su ano con dos dedos, y tras un profundo gemido, noté una descarga dulzona y espesa llegar a mi campanilla. Me la saqué de la boca pajeandola con la mano y y los chorros de su corrida se estrellaban en mi cara y mi boca. No sentí asco, me encantaba su sabor. Volví a tragarla hasta donde pude, y cuando cesó esa catarata de leche, me quedé observando ese cipote hinchado y colorado colgar entre sus piernas. Joaquín me miró asombrado, yo le sonreí y fui directo a la ducha sin decir una palabra. Y me fui a casa satisfecho y sintiéndome más libre que nunca.