Segundo. acepto la proposición

Un cuento en tres partes de amor y sadomasoquismo

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PARA EL ENTRENAMIENTO: LOBE, PARA LAS

PERVERSIONES: BÁRBARA

El entrenamiento con Lobenia duraría el resto del mes de Agosto, pues la auditoría en Calabozo sería a principios de Setiembre y culminaría justo a tiempo para estar presente en la fiesta del día de las secretarias.

Así que para la fecha de finalización del romance con Jenny, aún quedaba un mes de entrenamiento. A Ricardo  ya lo había puesto al tanto de la actividad que estaba desarrollando para que no contara con ella por un tiempo, pues el entrenamiento era intensivo… sí que lo era.

BARBARA Y SU PROPUESTA.

Aceptó la invitación en la que Bárbara insistía tanto: La llevó a cenar en un lujoso restaurante.

_ ¿eres rica, mija? Le preguntó al ver que el costo de los platos y los vinos, no estaba en el menú.

_ Sí, idiota... también en dinero... ja, ja, ja... mi familia es tan rica que no sabe cuánto dinero posee, yo trabajo en el periódico que es uno de los más importantes negocios familiares para irme entrenando... no me interesa mucho, pero nobleza obliga.

Durante la cena le contó los detalles del affaire de Jenny,

Lobelín

y

María Isabel

.

María Isabel era el amor de Lobelín desde que eran niñas. La oposición de la familia a que la muchacha desarrollara una sexualidad anormal. El trabajo que se había tomado Jenny- enamorada a primera vista de la amante de Lobe desde que Lobelín se la presentó- para quitársela...convenció a la familia de que la mandara a estudiar en Estados Unidos y se propuso para cancelar sus gastos, la acompañaría y la vigilaría para alejarla de la mala influencia sexual en la que Lobelín se había convertido para la muchacha. La separación forzada y los medios de los que se valió para mantenerlas incomunicadas fueron traumáticos para ambas...se despidieron llorando. Todo un drama.

_ ¿si tuvieras que acostarte con alguien por dinero, preguntó Bárbara sin que aparentemente viniera a cuento- cuánto cobrarías?

La sorprendió Bárbara con su pregunta a quemarropa apenas terminó el sucinto relato de lo que a Lobelín le había sucedido con Jenny.

_ ¿Quéééé?

_ ¿nunca lo has pensado?

_ para que lo sepas…realmente no lo he pensado ... lo he hecho... ese es casi mi trabajo en la empresa... claro, no se trata de tranzar un precio, u ofrecerme por un precio... no.  Es más bien tratar de evitar que la lleven a una a la cama... pero cuando no se puede evitar se debe estar dispuesta a hacerlo…los ingresos extras son muy atractivos... No sé si fui suficientemente clara... soy una “prosti” que cobra menos que las declaradas... aunque algunos regalos y prebendas son muy buenos...

_ te lo pregunto, mi cielo -le dijo Bárbara acercándole la cara y mirándola fijamente mientras le acariciaba la mano- un grupo de mis amigas y yo también... ¡claro!... tenemos ciertos gustos perversos, digámoslo así... y necesitamos para mañana en la noche alguien que se preste a cierto tipo de... bueno, actividades sadomasoquistas... para ser clara contigo y de una vez... parte de la diversión consiste en utilizar una prostituta, pero no de la calle, una chica limpia, de ser posible casada y con hijos... tú sabes, más asquerosito entre más perversidad y depravación... hay dolor en los juegos, pero nada que deje marcas... más bien mucha extralimitación en lo normal de una actividad sexual... sólo mujeres...varias... obtenemos placer en la mortificación de nuestras víctimas... nada del otro mundo.... mucho dinero... todas somos ricas y nos gusta la selectividad y la reserva... te describí, conté el asunto de Jenny... y te quieren contratar...

_ me da miedo...

_esa es la idea... alguien que no temiera no tendría valor... alguien que no ruegue o que sea frígida... tampoco...

_ no necesito dinero ahora...

_ el dinero nunca sobra... hay también una promesa de gozos exquisitos para ti... eres mi recomendada...

_ ¿Lobelín lo sabe?

_ ¡No! Lobe y yo somos amigas, pero no íntimas... colaboré con ella en lo de Jenny porque me gusta la acción y... para comerme a la catira , le dijo tomándole la mano en un ruego silencioso.

_ ¡Me comiste...! perra, -le contestó embromándola- no se... el asunto me da miedo...

_ ¿no te excita?

_ sí... también está eso...

Habían concluido la cena.

_ ¿quieres ir a bailar? Propuso Bárbara.

María se rio: ¿a una discoteca? se va a ver raro dos mujeres bailando... ¿no?

_ eres una lesbiana que no comparte con lesbianas...

_ no me considero lesbiana... más bien “Bi”…

_está bien, quizá no…quizá sólo lo haces circunstancialmente y por oscuras razones, o te da miedo aceptar tu sexualidad... pero eres un animalito capaz de gozar y hacer gozar a cualquiera... es un don eso de  ser bisexual, idiota...

_ explica lo de la disco... y deja fuera mi sexualidad... no es tu problema...

_ hay discotecas para homosexuales... mi amorcito: “ caída de la mata ...”

_ ¡ay, vamos! quiero ver.... ¡vamos! ¡Apúrate! Le gritó María, recogiendo sus cosas apresuradamente.

La disco de elevado ambiente socio económico.

El sitio era elegante y sin mucho movimiento porque aún no eran las diez.

Las acomodaron en un holgado sofá rosado de cuero que olía a cuero y a tabaco de pipa… una delicia de comodidad y aromas.

Bárbara pidió una botella de vodka y la fiesta comenzó cuando una pareja amiga de Bárbara las encontró. Eran Andrea y Adriana.

Eran unas tipas que a María le parecieron geniales por su desvergüenza, su conversación de primera, su cultura y sobre todo por su vestuario ecléctico, radical y elegante.

Comenzó a disfrutar el

poder intercambiar opiniones sobre temas de los que comúnmente no tenía nadie con quien hacerlo

. Era una novedad poder liberar su intelecto. Bárbara no se rezagaba y sus opiniones estaban a la altura de una cultura superior. Se sentía en la gloria, a sus anchas y liberada, además de admirada, por su belleza nórdica que levantaba continuos piropos entre las personas que venían a saludarlas a su sitio.

Bárbara era una mujer importante y ella era su pareja. Comenzó a sentir esa enfermiza comezón espiritual que le producía pertenecer a un poderoso ser.

Hasta que Adelkys apareció.

Era una negra bellísima y singular. Corpulenta. La mujer más bella que hubiera visto en su vida: alta, elegante, seductora, inteligente, con un cuerpo perfecto, unas maneras sensuales pero no afectadas de moverse y sobre todo de comer… cada bocado que ponía en su boca era un espectáculo de seducción… imposible escapar a la fascinación que producía. Sentía escalofríos cada vez que la negra la miraba. Por primera vez en su existencia se sentía verdaderamente atraída por una mujer…especialmente por sus ojos claros que en la penumbra parecían cambiar del amarillo al verde

-Podría enamorarme, pensó….coño, coño, coño,  me estoy volviendo marica… ¡no jombre! Eso me pasa por andar con tanta lesbiana… “El que anda con cojos, al tercer día cojea”, dice mi mamá…

Pero mirándolo bien, se notaba que todas las demás pensaban lo mismo que ella: era como la vampira de

La reina de los condenados

… ese “todas” incluía a Bárbara y Andrea, que eran las activas… Malena y Adriana, por ser más pasivas y entregadas, estaban mucho más afectadas hormonalmente por la presencia de la hembra que las cautivaba con sus ademanes… además, su voz era aterciopelada y de tonos bajos que erizaban la piel al sonar como una llamada de amor.

A pesar de que la convidaban a bailar las que pasaban a su lado, siempre se negó con una sonrisa y un ademán tan gracioso que quienes asumían el reto de invitarla a compartir un baile, se retiraban agradecidas por haber tenido la oportunidad de sentir su efluvio tan cerca y con el dolor de no haberla podido tocar… de vez en cuando, se levantaba e iba a la pista a bailar sola. Lo hacía de una manera tan sensual que era imposible dejar de mirarla. Bailaba para ella, complaciendo su propio sentido de captar las notas musicales que parecían penetrarla y poseerla.

Vestía una minifalda fucsia, tan corta, que casi dejaba descubiertos totalmente sus turgentes muslos, iba descalza y su otra prenda, pues era notorio que iba desnuda bajo su atavío, era una gorra de béisbol, con el logo de los Mets de New York y  su cola de caballo emergía colgante por la parte trasera de la cachucha hasta rozar el comienzo de sus saludables nalgas.

_ Adelkys y la amiguita de Bárbara, son iguales, sólo que de colores opuestos -les comentó un afamado modisto amigo de Adriana, la novia de Andrea- si pudieran reproducirse los hijos les saldrían con plumas de pavo real… como dice José Luís…

Todas se carcajearon y siguieron observándola cómo se contorsionaba sensualmente al ritmo de la música en el medio de la pista.

-¿puedo ir a bailar con ella? Preguntó María a Bárbara en voz baja.

-ni de vaina, ni de vaina -respondió Bárbara completamente en serio- será para que terminen teniendo sexo en el medio de la pista… así que ¡no! Andas conmigo… ¡compórtate!

Adelkys miraba a María frecuentemente y ella se estremecía: -coño, coño, coño…me estoy volviendo marica… pobre Ricardo… ya solamente le falta que  lo cambie por una mujer... ja, ja, ja… muy bochornoso… Bueno, más de lo que ya es… ¡voy a ponerme a pensar en otra cosa!

Adelkys pareció seguirle el pensamiento, pues le guiñó el ojo al verla reír sin motivo.

-Hora de bailar… para eso vinimos, dijo Bárbara.

Todas a un mismo tiempo se pusieron de pie y fueron a la pista.

Para incluir a Adelkys en el baile comenzaron a bailar de manera individual. La danza fue tomando personalidad propia, Andrea y Adriana poco a poco se fueron alejando entre las parejas para disfrutar de un momento danzante individual sin la sicalíptica presencia de la negra… Bárbara se acopló con Adelkys y Malena quedó moviéndose en solitario al ritmo de su propia música…

Una chica anónima la capturó, la abrazó y la ajustó a su cuerpo para seguir moviéndose en pareja. Se dejó besar y acariciar durante el baile: Estaba en celo, por culpa de Adelkys.

Al terminar la canción la anónima , la llevó a su propia mesa sin preguntar su parecer y la presentó a sus amigas:

-miren lo que pesqué… andaba solita… bailaba sola…

Eran unas muchachas como de su edad, cinco bellezas alegres y desenfadadas  totalmente diferentes al grupo del que acababa de escabullirse… se parecían a sus amigas… se sintió cómoda y se quedó allí, en parte, para librarse de la presencia alucinante y obsesionante de Adelkys. No quería exponerse a que su presencia le recordara lo que no aceptaba abiertamente.

Otra muchacha la invitó a bailar, era la más alta y fuerte del grupo. Era bella, olía divino y sus ademanes no eran rudos, pero sí vigorosos.

Cayó en sus brazos, las caricias y besos en la nuca desbancaron sus escrúpulos. Mientras se movían en una danza apocalíptica hablaban, se mordían.

La chica, la jaló por el brazo sorpresivamente y la llevó a un reservado separado del clamoroso y bullicioso salón  por una cortina.

Encendió la luz, se sentó en un canapé, se subió la falda y obligó a María a arrodillarse. La siguiente toma captó a María, bebiendo flujos y lengüeteando clítoris y toda una raja desconocida… hasta ese momento.

Luego fue su turno para correrse en la boca de la extraña.

Salieron limpiándose las bocas con una servilleta y riéndose de la acción, tan rápida, certera y eficiente.

Después de un leve lavado en el baño, volvieron a la mesa.

Bebió y conversó un rato con el grupo, pero notó que había dos de ellas que bajo cuerda disputaban su posesión…

-¿porque no me dejan escoger a mí? les preguntó.

Se levantó con la excusa de ir al reservado y se escabulló. Recorrió el gran salón, ahora repleto, con  paso lento, aceptando los piropos  y rechazando las invitaciones con sonrisa de reina.

En un recodo, cerca de la pista de baile, frente a ella apareció Adelkys.

Ambas se tendieron la mano al mismo tiempo. Adelkys se apoderó de sus dedos y la atrajo. María, hipnotizada, abrió la boca para decir algo, pero se le olvidó y sus palabras quedaron congeladas en su boca.

Con ademanes suaves pero decididos la negra la arrastró a la pista.

La abrazó con frenesí y la besó como se besa a alguien largamente deseado. María sólo pensó: -soy marica y estoy enamorada de ella… la abrazó y se hundió en su beso, mientras sentía el tamborilear de su corazón y unos suaves tentáculos  envolviéndola y penetrándola por doquier.

Un leve toque en su hombro la sacó de la realidad.

Era Bárbara.

-¿me la prestas? le preguntó a Adelkys.

-tú la trajiste, respondió ésta apartándose, es tuya. María la miraba alejarse con ganas de llorar.

-te dejaría con ella, mi cielo, le dijo al oído Bárbara mientras la abrazaba para bailar, pero sería mala publicidad para mí... ¿por qué eres tan putica, mi amor?

-me enamoré... ¿soy marica?

-de Adelkys es fácil enamorarse… mañana se te pasará… ella asistirá a la reunión que ya te mencioné... ¿irás?

-¿irá?... sí… claro que sí voy a ir...

-¿cuánto cobrarás? Porque tienes que cobrar…

-te nombro mi proxeneta…

-okey… no te arrepentirás, ganarás tanto que no pensarás en regresar a tu repulsivo trabajo… y sobre todo tendrás a Adelkys en todo su esplendor… verdadero …dijo con sonrisa cruel.

-¿ella sabe que soy yo la que iré?

-nadie debe saberlo, aún… pero estoy segura de que te escogería a ti si pudiera elegir.

-sácame su deseo de mis entrañas.

-con gusto Madame… ¡vamos!

La llevó a un motel.

En la jaula de las lobas.

Al día siguiente le tocaba a Ricardo, pero ella lo enredó con una de sus excusas piadosas y a las siete de la noche estaban entrando en el garaje de una bella casa:

-aquí viven Adriana y Andrea, le informó Bárbara, conmigo y Adelkys estamos completas… para tú placer, mi cielo, ninguna cree conocerte personalmente… sólo te conocen por mis referencias… va a ser una agradable sorpresa que la bella catira que anoche todas desearon se les haga realidad…

-¿todas me desearon? ¿Hasta Andrea…?

-más de lo que crees… lo que pasa es que no estas acostumbrada al lenguaje gestual femenino… estas preparada para captar las señales de los machos y entender su significado… en este mundo es distinto… Adelkys no es lo que tú crees…

Un escalofrío recorrió su espalda.

Cuando Andrea abrió la puerta, María se impactó por su vestimenta y por la emoción que mostró al verla, se había quedado muda y se llevó la mano a su boca en un gesto de admiración y Bárbara dijo: -¡sorpresa, perras!

Andrea logró recuperarse de su estupor al ver a “la catira de anoche”… allí parada como la torta de cumpleaños que acaban de traer de la pastelería y de la que nadie imaginaba qué sorpresa depararía la creatividad del pastelero…

-¡Adri! -gritó con un tono destemplado- ven para que veas…

Bárbara sonreía complacida. Había cumplido con creces su encargo.

Ella siempre traía a esas “fiestas” a las mejores hembras… sólo la mejor calidad… en cambio, Adriana siempre quedaba mal… bueno casi siempre, la última que proveyó estuvo casi a la altura de las circunstancias… sino hubiera sido por los desvanecimientos que la acometían… ¡que fastidio! Pero no fue tan mala… María -estaba segura- que sería un portento y si así era, seguro que la repetirían… su hembrita sería un éxito… pero quedaba un pequeño detalle: la loca Adelkys…

Adriana se asomó por encima del hombro de Andrea -quien aún no las había invitado a pasar- y su expresión fue más maligna y de deseo cumplido que la de su amante… se notó que había estado rezando todo el día para que su santo le cumpliera el deseo de darle una oportunidad con la mujer de Bárbara…

-¡qué suerte tienes, perra! Le dijo a Bárbara a modo de saludo con una sonrisa de envidia.

Al fin recordaron que las debían invitar a entrar.

De acuerdo a las instrucciones de Bárbara, vestía unos shorts de seda, muy cortos y ajustados; una franelita  holgada y corta que no rebasaba su ombligo y unas sandalias de goma de las que se usan en la ducha… obviamente sin ropa interior y con media botella de Coñac en su organismo pues Bárbara la había obligado a beber antes de salir.

Le aconsejó en voz alta a Andrea que le sirviera una copa grande de “Curvoisier” a su amiga:

-¿y Adelkys dónde anda?

-por allá adentro, le contestó Adriana, se está vistiendo me dijo… ¿ella no sabe de…? Le preguntó a Bárbara haciendo una seña hacia María quien estaba en estado de beatitud merced al coñac ingerido y del que acababa de recibir una nueva gran dosis de mano de Andrea.

-no, no sabe… es una sorpresa que vamos a ver cómo resulta.

Como nadie le ofrecía asiento pues se habían puesto a conversar entre las tres sin hacer más caso de ella y estaba débil por el nerviosismo y la bebida, se sentó en un cojín grande y mullido que estaba sobre un poyo.

Desde allí observaba la congregación que se había reunido para un festejo en la que ella era el plato principal… ¿Quién sabe qué le esperaba? Pero no había marcha atrás. Las cartas estaban echadas y ella había cruzado el Rubicón.

Esperaba la aparición del motivo central de su presencia en el lugar.

Andrea y Adriana estaban vestidas con unas falditas de plástico que les llegaban sólo un poco más abajo del pubis y unos pequeños sostenes del mismo material que aparentaba una pequeña red de cuerdecillas cada una de un color diferente que permitía a sus pezones sobresalir por entre el tramado de la tela y a sus respectivas grietas afeitaditas y lustrosas dejarse ver por entre la oscuridad de la zona.

Eran unas mujeres maduras muy bellas, traslucían seguridad en sí mismas y un notorio desinterés por todo lo que no fuera ellas mismas.

Bárbara, vestía una mini falda negra y un sostén transparente, pero, poco después de llegar se deshizo de su faldita y quedó sólo en sostén… ¿para qué? se preguntó, se hubiera quitado todo y ya está… pero bueno, serán comportamientos rituales.

Lo comprobó cuando Bárbara se le acercó para hacerle compañía mientras Andrea servía un nuevo trago y se le ocurrió preguntarle que si se podía quitar el short pues por lo ajustado le molestaba… Bárbara como si hubiera proferido una blasfemia le dijo horrorizada que ¡no! Luego…como Bárbara notó que se había disgustado por su brusca respuesta, le ordenó a Andrea que le sirviera aún más licor y mientras lo traían le  explicó…

-no te preocupes dentro de poco empezaremos y te libraremos de esa molestia… ¡cálmate! Bebe más pero no te me emborraches mucho… debes estar despierta y viva… le dio un beso en la mejilla y se alejó a reunirse con sus amigas. Siguieron parloteando.

De repente enmudecieron.

María quien en ese momento estaba concentrada en el análisis de unas pinturas, que allí cerca estaban, giró la vista lentamente presintiendo lo que pasaba.

Por la puerta del fondo del salón Adelkys había aparecido sonriente, concupiscente, como un ángel de ébano y su esplendente cuerpo -sólo cubierto con una gruesa correa de cuero marrón que traía ajustada a su cintura y cuyo extremo libre colgaba hasta arrastrarse por el piso- resplandecía ferozmente.

Malena se espabiló y emergió de su postración.

Adelkys pasó al lado de sus amigas y las saludó con un seductor gesto que parecía querer cautivarlas. En ella eso era natural y conocido por todas; sólo Bárbara -que no la había visto aún- le hizo una seña de saludo y Adelkys, para contestarla se detuvo, se volteó hacia ella, le hizo una reverencia ritual, le lanzó un beso con los dedos que Bárbara hizo la mímica de atraparlo en el aire y comérselo y sin acercársele le dijo en voz alta con su voz embriagadora:

-

gracias, mi cielo.

Todas supusieron que se había referido al hecho de que hubiera escogido a la catira para hacerles una ofrenda… tal como ella lo deseaba también.

Giró en dirección a María y le sonrió sin mostrarse sorprendida por su presencia.

Las demás observaban interesadas la escena.

A María le parecía que la belleza de Adelkys no le cabía en los ojos. Se sintió más enamorada pero no le contestó su sonrisa con otra sino con sus labios entreabiertos y sus ojos muy abiertos.

Intentó colocar la copa que sus manos sostenían a su lado, en el poyo, pero la colocó mal y resbaló cayendo al piso. María no oyó el ruido pero supo qué había pasado.

Adelkys se arrodilló frente a ella y colocó su frente sobre sus muslos como catando sus temperatura y textura, un momento después subió su mirada para hacer contacto con esos ojos marrones, tan grandes y bellos.

-sus ojos son amarillos, pensó María, obteniendo la respuesta que buscaba desde la noche anterior.

Tomó sus manos entre las suyas y se las besó con sus pulposos labios oscuros:

-Mon Chéri, sabía que acudirías a mi llamado…Mon petit ami, te voy a complacer hasta que muramos una sobre la otra…

Unas palmadas las volvieron a la realidad.

-bueno niñas, pasemos a la sala de diversión, dijo en voz alta Adriana, ya podemos empezar.

EN EL LUGAR DE LOS SUSPIROS

Bárbara se adelantó y tomó a María por una mano invitándola a levantarse y a seguirlas. La otra mano la mantenía asida Adelkys. Adriana y Andrea abrían el camino que las condujo por entre los pasillos de la casa hasta una escalera que bajaba hasta un sótano.

María temblaba de zozobra. Adelkys apretaba sus dedos y cuando la miraba le respondía con una sonrisa que la intimaba a calmarse. Sus dedos eran cálidos y suaves en comparación con los de Bárbara cálidos y rígidos.

Entraron en un salón iluminado pero frio, quizá por la acción de algún acondicionador de aire ultra silencioso. Las paredes estaban cubiertas por bellos tapices que ahogaban los sonidos, en una esquina alejada: una puertecilla parecía ocultar un armario empotrado en la pared.

Bárbara y Adelkys se separaron de ella sin mirarla. La dejaron sola. Cada una se apartó con el objeto de prepararse para la representación de su papel. Todas se dirigieron al armario del fondo y lo abrieron mientras conversaban preguntándose por uno u otro objeto, si no lo veían a mano.

María no se conmocionó tanto, como hubiera sido lógico, cuando vio lo que en el centro de la sala había instalado.

En el centro del salón, dos vigas en posición horizontal presidían la escenografía. Una colgaba del techo mediante dos fuertes cadenas que parecían poder extenderse o recogerse a la medida que se quisiera, mediante unas poleas cuyos cables manipuladores estaban amarrados a unas aldabas en la pared. La viga inferior, estaba fijada al piso exactamente debajo de la otra.

De los cuatro extremos de los travesaños colgaban correajes de cuero con sus respectivos broches rematados por hebillas de metal.

Ahora sintió un estremecimiento de pánico… pero lo extraño fue que lo sintió surgir de su perineo y luego le subió por entre las nalgas, le recorrió la espina, produciéndole un movimiento involuntario en forma de estremecimiento, que nadie notó y  estalló en su nuca, provocándole un espeluzno que corrió por sus brazos y explotó en sus dedos. Estaba húmeda de sudor nervioso y flujos. No se movía. Estaba muy excitada a su pesar.

Adriana vino hasta ella y sin preguntarle su parecer, le dijo que se acostara en el suelo polvoriento, frio y manchado con algunas sustancias resecas que María no quiso identificar. Obedeció asustada. La hora era.

Las poleas fueron manipuladas por Andrea e hicieron descender la viga superior hasta colocarse casi a ras de piso. Mientras Andrea ataba sus muñecas a las correas correspondientes a la viga superior con la ayuda de Bárbara, Adriana ataba sus tobillos a los correspondientes arneses de la viga empotrada en el piso con la ayuda de Adelkys. Todo se hacía en silencio. Se notaba gran práctica y pericia en la maniobra. Una vez finalizada y comprobada la fijación de las extremidades, a una orden de Adriana, ella y Bárbara, comenzaron a halar los cables que accionaban las poleas.

María fue izada poco a poco por sus muñecas. El dolor había empezado.

Momentos después estaba en posición vertical, abierta al máximo como una estrella de mar de cuatro puntas, con sus miembros bien estirados sostenidos por gruesos correajes y arneses, tan tensos, que no le permitían ningún tipo de libertad… lo único que podía mover libremente eran los dedos de las manos y de los pies, su cabeza, su boca y sus ojos. Podía gritar todo lo que quisiera, le advirtió alguien.

Buscó a Adelkys con la mirada enturbiada por las lágrimas de terror, esta, se había quitado la inmensa correa y la sostenía en su mano con gesto amenazador pero sonriente.

-empieza tú, le dijo Adriana a Andrea, las demás nos podemos sentar a ver el espectáculo.

Fin de ACEPTO TU PROPOSICIÓN.