Segundas partes nunca fueron buenas 9

Aclaremos el estado de las cosas

(Aquí os traigo otro relato de la serie. Algunos os sentiréis decepcionados, si todavía tenéis el valor de seguir leyéndola jaja, porque no hay escenas de sexo esta vez, pero creo que necesiaba recapitular un poco y poner en situación a los personajes. Cualquier cosa podéis escribirme al correo Lola.Vela22@gmail.com Os leo y espero subir relatos más amenudo :) )

Cualquier ser racional, en sus cabales, y con un mínimo interés de supervivencia, se haría un escaner mental de las partes de su cuerpo tras despertar en un lugar desconocido después de ser noqueado. Preguntas como...si tengo todos los órganos en su sitio o ya formo parte de la lista infinita del mercado negro, o si el lugar donde descansa mi cuerpo quejumbroso es peligroso, o simplemente con prestar atención al dolor que me estremece el lado derecho de mi cara donde el hijo de puta del ruso había decidido hacerme un dibujo ¡como si mi puto rostro fuera un lienzo...!

Respira.

Está bien, cálmate. Eso son muchas revoluciones, incluso para ti.

Pero no puedo calmarme. No puedo. No puedo porque antes de sentir ese dolor, antes de analizar el peligro o de tener un leve pensamiento por la seguridad de mi persona, solo le había buscado, comprobado si está a mi lado. Si está bien. Como un drogadicto que se toma el chute en el medio de la calle sin esperar a llegar a refugio.

Oh, desgracia. Luca no está y mi cabeza traicionera se gira hacia todos los lados bruscamente, rastreando, casi en un simple reconocimiento booleano ¿Ser vivo u objeto? De todas formas el movimiento brusco me marea y pierdo la capacidad analítica.

Supongo que los ordenadores nos llevan siglos de ventaja.

Cuando me estabilizo de nuevo obligo a mis ojos a fijarse más allá si lo que estoy viendo tiene forma de Luca o no, y obtengo resultados. Lo primero y más importante, confirmo que no está. Es el primer balazo que atraviesa a mi cerebro. El segundo es que estoy convencida de que es la primera vez que veo esta estancia. El tercero es que hay dos personas más conmigo, y gracias a Dios nadie más. Y le doy las gracias porque reconozco a ambas. Dorian y Anya están a un par de metros de mí, casi de espalda e ignorándome. Lógico, hasta hace un par de segundos solo era un cuerpo desmayado sobre un sofá.

Y qué sofá.

No puedo evitar pasar la palma de la mano contra la tela. No es que yo sea muy exquisita con estas cosas, pero hasta a mí me parece un tejido de puta madre.

Me siento con suavidad, tratando de mirar a mi alrededor y evitar que la cabeza me baile. Mis pies se topan con algo suave contra ellos. La alfombra que me saluda desde abajo es como una nube contra mis dedos desnudos. No tengo zapatos, y no es una novedad. Lo que realmente lo es, es que estoy vestida. Alguien se ha dignado a colocarme un vestido bien ajustado sobre mi cuerpo sin ropa interior.El efecto tiene que ser nefasto aunque ahora mismo eso es lo de menos. Es de color negro, de un estilo punk casi agresivo pero de muy buena calidad. No me oirás quejarme. No creo que pueda hablar tampoco.

Las dos butacas que encuadran el sofá donde hace unos segundos tomaba una siesta reparadora mantienen el mismo tono pastel acorde con el gran salón que hay ante mis ojos. Nada se desajusta de una estancia que con la decoración y la forma da la sensación de pertenecer a otro siglo.

Los ricos y sus manías.

Siento que, aunque siga medio desnuda ya no tengo frío y seguramente sea gracias a la gran chimenea que tengo al frente y cuyo crepitar del fuego me confirma que está encendida. Supongo que eso es todo lo importante. Nadie me quitaría de mirar con atención cada uno de los cuadros que decoran las grandes paredes, o de apartar una de las grandes cortinas que mantienen en enigma las ventanas. Por lo menos eso parece. Ya no estoy atada.

¿Por qué todo el mundo es jodidamente rico a mi alrededor? No es que siga siendo pobre, desde que me había mudado con Cristian la cuenta bancaria se había asentado...

¿Estoy jodidamente pensando en finanzas ahora mismo?

He perdido la puta cabeza.

No sé a quién pertenecen estas cosas porque no sé dónde estoy. Ni siquiera sé el día que es o la hora. Esas malditas ventanas siguen siendo exis en la ecuación ¿Habrá un sol tras ella? ¿O nubes? ¿O un cielo oscuro? ¿O realmente están selladas, mostrando realmente lo qué es esto para mí? Una ratonera y he dejado de ser el gato.

Gatita.

Me pican las manos por levantarme, apartarlas y descubrir el pastel, pero no es lo importante ahora. Realmente no hay mucha diferencia si ya ha salido el sol o no. Lo importante es que hago aquí y porque Anya y Dorian están manteniendo una conversación tensa a unos metros de mí.

Mi atención vuelve a ellos y no puedo obviar que sus cuerpos están muy cerca, tanto que mis ojos sin gafas no me permiten contornear sus siluetas separadas. Aun así la tensión de Dorian es evidente, no necesito unos prismáticos para percatarme. Sus movimientos bruscos, su cuerpo casi envolviendo el de la pequeña niña. Reacciona Cat ¿Y si necesita ayuda?

Me pongo en pie de un movimiento brusco dispuesta a ir hacia ellos como si llevase una caballería a mi espalda, aunque no doy un solo paso antes de que mis piernas se tropiecen entre ellas. Parece que he olvidado como caminar, y no es de extrañar.Estas últimas horas casi había estado más de rodillas que de otra forma. El pensamiento pone mis mejillas rojas y, como si fuese posible dejarlo en el mismo lugar y tiempo que se tiene, trato de escapar de él avanzando con rapidez sobre la suave alfombra hacia ellos.

Dorian ha terminado con las gesticulaciones de las manos, pero su cara se mantiene roja, enrabietada, y la tensión en su cuello y labios es evidente. Ahora una de sus manos envuelve el pomo sobre la silla en la que seguramente y hace unos cuantos minutos, Anya estaba sentada. De hecho hay dos sillas echadas hacia atrás respecto a la gran mesa que las preside. Una al lado de la otra, ambas ahora vacías. El único contacto que mantiene con el ser humano es la mano del monstruo rubio que parece querer hacer trizas el pomo de la misma, a la vez que corta el paso con su brazo de cualquier huida que Anya pueda planificar.

A medida que me acerco escucho con más caridad su voz. Su siseo profundo es despiadado y déspota, escapando entre la tensión de los labios y, sin quererlo, ganando volumen y fuerza a medida que su verborrea prosigue. Al final solo consigo percatarme de las últimas palabras.

-...sin posibilidad!

No lo conozco mucho, pero al igual que Luca no me parece un hombre que pierda el control a menudo, o que suelte grandes discursos.

Anya parece haberle escuchado de forma impasibe. Mantiene el tipo casi con un porte de reina. Lleva un vestido parecido al mio, pero de un tono arrojado cercano al de su pelo. Las botas negras y altas con gran tacón le dan un toque mucho más dark. Parece una muñequita del infierno bien vestida. Su papel en un futuro no podía estar más apegado a ese estilo.

-He encontrado una solución muy conveniente al problema, Kiril, así que relaja tu ego y piénsalo. –comenta sin entusiamo.

Quizás sea la calma con lo que lo ha dicho, su postura o que parece no acobardarse incluso cuando sus palabras tensan a Dorian todavía más. Por mucho menos que eso el tipo me había puesto a dormir hace...¿exis horas? ¿exis minutos? ¿Todo un puto día?

Gruño bajo de rabia y Dorian lleva su mirada más allá de Anya y se percata que estoy casi a su lado. Me mira a los ojos y acto seguido al cuello, donde seguramente tengo alguna marca gratuita por su parte. Le regalo una sonrisa poco amigable pero su rostro no muestra arrepentimiento. Ante su interés, Anya se da la vuelta y no duda en sonreirme al verme despierta, casi de forma sensual. Desde tan cerca y con la luz de ambiente distingo perfectamente todas las pecas de su cara, y no son pocas.

-Cat, estábamos discutiendo un par de asuntos. Creo que esto te va a resultar interesante, ¿quieres sentarte?- me dice mientras educádamente me señala hacia una de las sillas que todavía está sin tocar, descansando en su sitio, como si estuviese esperándome.

Es tan extraño que alguien me considere que me siento abrumada. Me pregunto si esto es algún truco que no entiendo. Ambos me observan esperado una respuesta y a mi lo único que se me ocurre es mirar hacia las dos grandes puertas cerradas que decoran la entrada al salón en el que estamos...¿reunidos? Quizás en cualquier momento su hermano pirado entre con una motosierra en las manos y empiece a descuartizarnos a todos. Eso me parecería más normal que ver a secuestrada y secuestrador casi sentados a la mesa tomando el té.

Me noto más irónica que de costumbre.

-Tranquila, entiendo que estés un poco extrañada.-Anya rompe el silencio incómodo y con suavidad atrae mi atención de nuevo. Su expresión es tranquila, serena, confiable- Kiril-hace un pequeño gesto hacia Dorian mientras él literalmente gruñe ante la mención de ese nombre, pero ella lo omite- me ha contado tu participación casi nula en todo esto. Seguramente estás deseando oír la historia entera, ahora que por desgracia formas parte de ella.

Les miro, pasando mi atención de forma intermitente intentando ubicarme. Asimilo las palabras de Anya, el gruñido de Dorian... Empecemos por lo básico.

-¿Quién coño es Kiril?- pregunto finalmente con el ceño fruncido.

Dorian y ella se miran incómodamente. Ninguno de los dos parece que va a decir nada hasta que finalmente Anya da un pequeño paso hacia mí, hasta casi colocarse a mi lado y comprobar que realmente es algo más pequeña que yo. Solo me saca un centímetro y lleva unos taconazos de la hostia. Con suavidad marca la herida en mi cara, casi con tristeza. Me dejo hacer. Finalmente me toma del brazo conduciéndome a la mesa donde inicialmente parece ser que habían estado sentados, conspirando, casi tocándose como si se conocieran de toda la vida.

-Está bien, empecemos por el principio...-comienza Anya mientras me indica que me siente, algo que hacemos los tres mientras nos preparamos para la puta hora del té.


Sé que hay un dicho para la expresión de Cat en este momento. Algo como, tu cara es un poema. No me extraña.

Hasta hace una media hora no sabía ni el día que era. Casi me siento mal por ella, y eso que escasamente la conozco, pero tengo algo de debilidad por las mujeres mangueadas y Cat García es una de ellas. Su “amo”, y voy a permitirme las comillas, la ha mantenido en una burbuja todo este tiempo y ahora mismo no me extrañaría que su nariz comenzase a sangrar. Parece haber recibido demasiada información en demasiado poco tiempo después de haber tenido la CPU apagada por días.

Esto me recuerda a otro dicho, esta vez cosechado de mi propio país: Si caminas deprisa alcanzas a la desgracia; si vas despacio la desgracia te alcanza a ti. A Cat no solo le había alcanzado la desgracia sino que la había arrollado. La herida en su cara lo decía todo. Mi hermano había calcado con ganas y necesitaba puntos.

Todavía he terminado ahora de hablar, preocupada de que mi hermano vuelva antes de tiempo de su bar favorito o de que me haya puesto vigilancia. He tratado de resumir al mínimo la historia, guardándome algún que otro detalle, como Raisa. Para Cat, Kiril volvió a mi vida por mí, con la idea de rescatarme y sacarme de este putiferio. Como si yo sola no me manejase bien. Como si fuese una damisela en apuros. Mucho más romántico, mucho más confiable y sobretodo, mucho menos arriesgado. Esa parte del plan quedaría entre nosotros dos. Ella accederá al resto porque es la única manera de cogerse un tren con destino seguro y yo haré lo que esté en mi mano para que ningún otro hombre la vuelva a dañar. No es que sea altruista, pero la chica le había echado garras cuando Kiril me había medio noqueado en el sótano, y ella ni siquiera me conocía. Al menos le devolvería el favor. Al menos, no dejaría que muriese a manos de mi enfermo hermano.

O haría lo que pudiese.

-No lo entiendo. – dice mientras su mano delicada recorre con suavidad su cuello una y otra vez. Tiene unas huelas muy marcadas y me preguntó quién de todos los hombres que conoce se lo habrá hecho. Pero el dolor no le impide que procese la información a toda velocidad y que mi historia, corta y mentirosa, no le rellene todos los huecos en su cabeza.

Sabía que algo no le iba a cuadrar. Se gira hacia Kiril por primera vez desde que nos sentamos.

-Volviste todos estos años después por ella, y... ¿por qué la secuestraste?

Pues si que es romántica la pobre chica. Parece no haber aprendido nada de la vida ¿Así de simple había sido con Luca Silva? No me parece un hombre fácil.

Sé perfectamente que contestar a su pregunta pero espero y me deleito en el boqueo de Kiril. En su poco sentimental cerebro no entiende la pregunta de Cat. Y se porqué, porque Kiril no es fácil en absoluto.O en realidad es tan fácil que todo se puede resumir a una cosa.

-¿Acaso no sabes como son los hombres como él, Cat? Se hacen una idea, toman una decisión y llevan a cabo sus planes sin consultas. Sin titubeos. Si hubiese intentado ponerse en contacto comigo, hacerme ver su interés, todo hubiese sido más fácil, ¿verdad? Ninguno estaríamos aquí. Seguramente me hubiese entregado a él. Lo que está claro es que todos hubiésemos sido más felices. – y mis palabras no pueden reflejar más la realidad.

La verdad es que he aprovechado la situación para sermonearle. Se lo merece. Su jugada de tipo duro me ha puesto en un aprieto y casi ha llevado a la muerte a dos personas más, aparte de él. Y si no es la muerte, podía ser un sitio peor. No me imagino a Cat prostituyéndose. No tiene el corazón duro para sobrevivir.

Por un momento le miro de soslayo, pero él es inmune a mis quejas. Solo hay un hilo colgante en toda esta historia ¿Qué tiene que ver Luca Silva en todo esto? Si solo era el compinche de Kiril, ¿qué obtenía al ayudar a Raisa? ¿Parte de los beneficios del blanqueo del dinero de mi padre? ¿Cómo se habían conocido ellos dos? Y lo más importante, ¿cuál era el papel a jugar por su parte? No entiendo porqué Kiril lo había utilizado más allá de que hubiese sido su conejillo de indias, la persona a la que culpar sobre mi secuestro ¿El asunto se le había ido de las manos? Quizás si, quizás no.

Había intentado sacarle la verdad sobre Luca, pero solo había obtenido respuestas vagas. Como que lo había conocido al internarse en el mundillo, un tipo joven con dinero dispuesto a invertir en asuntos oscuros ¿Era una manera de humillar a mi padre, robándole en sus negocios, en su puta cara? Ni siquiera lo entiendo. Pero sé quien me ayudará a entender.

-¿Y qué hacemos ahora?- la pregunta de Cat nos lleva a la parte importante del plan.

Al ahora.

Al aquí.

Ella es la clave para acabar de desenmarañar el hilo de mentiras y secretos que hay montado. Ella tendrá que saber algo, y si no sabe, la enseñaré a sacarle los trapos sucios a un hombre.


Sigo colgado, y no es el dolor en las muñecas lo que me mantiene con sudores fríos. No sé donde está Cat y tengo que admitirlo, estoy nervioso. Pero hay algo que de verdad se anuda en mi garganta y que, por encima de esos nervios, del miedo y el dolor, me atenaza con robarme la respiración: la culpabilidad. Me corroe la maldita culpabilidad ¿Qué si por mi culpa Cat muere? O lo que es peor, ¿y si entra a jugar parte de la trata de blancas? Solo pensarlo me pone los pelos de punta. Tengo que conseguir sacarla viva de aquí. Como sea, al precio que sea. Así que cuando esa pequeña bruja con cara de duende se me había acercado y me había exigido obediencia por protección solo había podido cumplir. No tengo nada con lo que negociar aquí. Ningún tipo de poder, y siendo sincero conmigo mismo, este terreno es desconocido y resbalo con facilidad. Se me ha ido de las manos y como hombre con ego me cuesta admitirlo.

Mijail me ha hecho toda la jugada y Edicto aún peor. La organización no había medido bien los tiempos. Dorian había sacado del sistema demasiado rápido a la hija de Lavrov. Eso me había metido en un gran problema. Por no hablar de Chloe. Tampoco lo había visto venir. Pensé que la había mantenido fuera de juego. Me equivoqué y ella pagó el precio.

Pensé que era algo seguro. En todas las veces que había colaborado con la agencia nunca había existido un riesgo real. Si. Quizás rodearme de mafiosos y contrabandista no se puede considerar prudente. Pero sé moverme entre ellos, sé hacer de ellos, seguramente porque sea como ellos.

Con Cat en juego, con nuestras vidas en riesgo, esto se ha ido de las manos y por lo que a mí respecta, y como gatita diría, que les jodan. Si he de confesar cada trapo sucio Edicto que sé con tal de que nos suelten, que así sea. Dorian había tenido la oportunidad de silenciarnos a ambos cuando le habían encerrado aquí y sin embargo fue un mal soldado.

Algo no me cuadra en esta historia y eso me frustra.

Por primera vez en muchos años me permito perder el control y trabajo contra los grilletes que atenazan mis muñecas, machacándolas. Mis movimientos bruscos me producen más dolor y el dolor me permite gritar, sacando la rabia y el miedo. Grito hasta que me vacío y puedo pensar. Aunque no hay nada en lo que pensar. Mijail es un racista de mierda y nosotros somos su presa favorita.


-¿Entonces tu manera de mantenernos a salvo es internándonos en el sistema?-No puedo ser a la única a la que no le suene bien esto.

Cuanto menos sospechoso, aunque en cierta manera entiendo que no nos pueda abrir la puerta de la casa de su hermano y nos despida con un que os vaya todo bien. Por lo que entiendo somos ahora propiedad del ruso. Si un ser humano puede ser propiedad de alguien... No vamos a entrar en ese tema.

Anya no muestra ningún signo de fatiga después de toda la historia que me ha contado. Su tono se ha mantenido tranquilo durante todas las partes y hay una alarma en mi cabeza que no deja de sonar, como si las piezas no acabasen de encajar. Supongo que necesitaba hablar con Luca, que me explique porqué él se había metido en todo esto ¿Por el amor de Dorian? No. Ni siquiera eran amigos. Solo había visto un mínimo de respeto mutuo ¿Por el dinero de Lavrov? Él mismo me había asegurado que no necesitaba más dinero de nadie, nunca más ¿Entonces cuál era la respuesta?

-Le he abierto a mi hermano una línea de negocio que durante años él mismo a pensado. Mi padre era un hombre...tradicional- y observo como cierto odio escapa de su interior sin querer ni poder retenerlo.- Hasta ahora se había dedicado a las drogas, las armas y el sexo. En lo referente a lo último siempre utilizaba mujeres, o eso me ha contado mi hermano. Mijail había intentado proponerle varias veces la posibilidad de añadir a los hombres en la suma. Más población sobre la escoger, más negocios. Además de que realmente la gente que compra o alquila seres humanos no ve géneros, solo tortura y humillación, pero mi padre se negaba a ir a ese punto. Para él, un hombre tenía que ser un hombre ¿Entendéis lo que os digo?

Dorian, o Kiril, o como mierda se llame, afirma con la cabeza, como si compartiese la idea.Yo simplemente les miro raro. Todo me suena tan anormal que si ahora mismo me saliese una segunda cabeza charlaría con ella.

-Así que, visto que realmente la visión que Mijail tiene de vosotros es de un par de lerdos occidentales que han tratado de robarnos y que el mayor daño me lo habéis hecho a mí, entiende que quiera vengarme. Y que aproveche la venganza para hacer negocios.Sin faltar más que a mi propia familia, es muy del estilo Lavrov.

-Entonces...-digo de forma titubeante- ¿ellos van a ser los esclavos esta vez?

Anya me mira con ojos brillantes y la sonrisa más amplia que puede caber en su carita de duende.

-Ellos van a ser los que estarán a la venta y nosotras entraremos en el club como las primeras esclavistas.

Decir que no quiero participar en esta puta movida es utilizar palabras suaves. Ahora debería estar en mi casa, con mi novio preocupándome en banalidades como mi libro. De repente he pasado a formar parte de los negocios sucios de una familia que no conozco, al lado de un tipo que hace cosas estúpidas con amor, cuando no parece tener un pelo de tonto y con la persona que había jurado no volverme a juntar.

Y no he pensado en Chloe. Al menos yo tengo la opción de pensar, no como ella. Ahora, sigo sin ver la aportación que tengo yo en este juego. Y no es que me guste menospreciarme.

-¿Y qué gana de mí?- y la pregunta se escapa de mi boca en alto.

La duda corre sobre el aire como un huracán. Por unos momentos el silencio se establece en nuestro diálogo hasta que finalmente dice lo que todos pensamos.

-¿Te refieres a que sería mucho más provechoso que también fueses mercancía?-me permito asentir como si estuviésemos hablando del precio de los tomates- No puedo negar que quizás mi hermano tenga tu futuro ideado de esa manera. Pero actualmente eres muy provechosa de esta manera. Míralo así, por un lado Luca no es una persona totalmente ajena a este mundillo. Algunos más que otros, pero su nombre se ha relacionado muchas veces con temas sadomasoquistas. Muchos conocen su papel de amo increbantable. Que mejor que, después del entrenamiento exahuistivo que una Lavrov, osease yo, ha realizado contra él, vuelva convertido en un perro sumiso a los pies de su antigua sumisa. Y no solo eso. Tengo que serte sincera Cat. Tu apariencia cuadra con tu nombre. Eres como un gatito manso. Que alguien como tú lleve en correa a alguien como Luca, eso,-y remarca su afirmación levantándome un dedo- es marketing en este mundo.

No se si sentirme insultada, pero no he podido disimular el estremecimiento cuando Anya hace la misma asociación de mi nombre con mi personalidad que muchos años atrás Luca había hecho.

-Después de hacer algo de impresión os sacaré de ahí nada más que pueda. Conseguiré que un anónimo os compre y seréis libres.

Anya me mira como esperando que me lance a sus brazos por su plan genial. Lo que no sabe es que su plan hace aguas por todos los lados. Lo primero, dudo mucho que Luca sea capaz de bajar el perfil y postrarse ante mí. Aunque estaría divertido. Y lo segundo, no creo que su hermano nos permita escapar. Nunca. La herida de mi mejilla me lo está confesando.

Por no hablar del dilema moral. Nuestro pequeño juego va a meter en grandes líos a la otra parte de la población que hasta ahora el negocio esclavista de Lavrov había estado segura ¿Ha cuántos hombres haríamos daño con tal de salir airosos del problema? Si esto se puede decir que es salir airoso. Todavía recuerdo el club de juego que Daniel y Luca frecuentaba. Y eso era seguro, sano y consensuado. No quiero imaginar el infierno que debe ser un club esclavista, donde cada persona es solo carne a la que poder golpear, modificar o dañar.

Jesús, tenía que haber llamado a Ana cuando tuve la oportunidad.