Segundas partes nunca fueron buenas 8
Proverbio ruso: Los héroes que saben sacrificarse mejor, son los que mejor saben matar
Sus ojos verdes están sobre los míos, asimilando cada mueca de mi cara, y he puesto muchas. Quiero enfrentarle, batirle, derrotarle y escupirle, y a la vez las piernas me tiemblan, mis manos se apoyan en la pared intentando estabilizar el cuerpo. Soy débil.
Su palma se presiona contra mis labios, manteniéndolos firmemente sellados. Sus dedos giran dentro de mi, haciendo que mis cadenas se inclinen por su propia decisión .
Joder.
Quiero mendigar, aunque no por su placer. Quiero ser suya, pero no para él.
Él sabe eso, pero tengo una forma de convencerle. Cuando mi mano toma su polla no parece muy dispuesto a alejarse. Mi mejilla se apoya contra la pared, igual que mi pecho y el contacto me atraviesa. Calor y frío. Aprieto su carne entre mis dedos, y sus ojos se entrecierran perdidos en los míos, notando el reto. Sin permiso, sin dudarlo, sus labios se estampan contra los míos mientras comienza masturarme con fuerza. Yo trato de seguirle el ritmo movimiento mi propia muñeca, sacudiendo su polla a mi espalda. No se si estoy triunfando hasta que le escucho gruñir y mi boca se traga su sonido neandertal. Soy consciente de que tengo los ojos completamente cerrados cuando él se separa de mí unos milímetros. Su olor me invade, las ganas me retuercen. Jadeamos como animales mientras nuestros ritmos se vuelven violentos. Nos vamos a correr uno en la mano del como niños asustadizos de 14 años pero con una intensidad desbordante.
Vamos a estallar juntos.
La necesidad de mirarle a la cara es mayor que la de respirar, como si el último paso de todo esto fuera ver su cara para poder entender que piensa, como si así me pudiese explicar que está pasando. Me estremezco cuando sus ojos apresan los míos, de ellos a mis labios y sin poder remediarlo me chupa, muerde y devora mi boca de nuevo. El corazón late alocado en mis oídos y solo estoy apunto, tan apunto...
El estruendo me hace saltar. Un segundo después el cuerpo de Kiril protege al mío, a su espalda, dejándome encerrada contra la pared. Tardo un segundo en volver a ser yo, en recordar donde estoy, que ha pasado, cualquier cosa más allá del ardor de mi entrepierna y el cuerpo caliente que me esconde. Que me esconde de algo, que me esconde de alguien. Intento rodearle para mirar hacia la puerta y descubir que narices ha pasado, pero su brazo va hacia atrás, enjaulándome e impidiéndome el paso. Soy bastante más pequeña que él, así que no puedo ver lo que pasa más allá de sus omoplatos, pero se que es malo. Me lo dicen sus músculos tensos, me lo dice el silencio sepulcral de la estancia.
-Pero que sorpresa- y la voz me dice que estamos en graves, pero muy graves problemas.
Y tengo que actuar rápido.
De un empujón fuerte aparto su brazo y salgo corriendo de detrás. Me da igual estar desnuda, me da igual la humedad que debe brillar en mi entrepierna, ahora es el momento de realza mis dotes de interpretación. Y esta vez la cosa va a tener su miga.
- Mijail, dios. –me acurruco contra el cuerpo de mi hermano como si buscase protección.
Me acoge. En realidad Mijail es muy aprecido a mi padre. No me conoce, si lo hiciese no le caería bien, pero soy sangre de su sangre. No puede darme la espalda.
-Anya, -y siento cierto alivio debajo de la capa fría de su voz- ¿estás bien?
Asiento con la cabeza, mostrando mi nerviosismo y a la vez intento cubrir mis vergüenzas escodiéndome en el lateral de su cuerpo. No se molesta en taparme. Ni en protegerme. Detrás se que sus cerdos guardaespaldas no están desaprovechando la oportunidad, pero es Kiril,su mirada, la que me tiene hipnotizada. Sigue desnudo, no se ha molestado en taparse y sus dedos todavía brillan por mi humedad. Había estado caliente, expectante. A punto de...
-Matarle- mi hermano no duda en su orden, ni siquiera le mira, ni siquiera se percata de quién es.
No está aqui por explicaciones, solo espera llevarme a casa y acabar con la vergüenza y vulneravilidad que supone que hayan secuestrado a la hija del ruso. Maldito gilipollas.
Veo a cámara lenta como un secuaz levanta el arma hacia él. No se su nombre. No me importa, como me digo que tampoco me importa a quien apunta. Que mi cuerpo reaccione más o menos no es importante. Tampoco que haya sido mi primer amor, o el hermano de mi mejor amiga. Que fuesen mis verdaderos hermanos. Puedo darle la espalda. Puedo olvidarme de Raisa de nuevo .
Puedo huir, pero lo que no puedo es no mirarle. No mirarle una última vez.
Me giro hacia Kiril y sus ojos están en mi, no rogando, no temeroso, solo me mira como si hubiese decidido que la mejor última visión fuese yo y sus ojos no son fríos, no son desconocidos. Es él. Es ella.
Son mi familia.
Mijail ya se está girando hacia la salida, como si su entrada triunfal hubiese sido espectáculo suficiente. El tipo tensa el músculo del dedo, haciendo que se tensionen los de los brazos. La bala está a punto de salir y de nuevo mis ojos le miran.
-¡No!- y la cámara lenta que ha sido el último minuto de mi vida se reproduce de pronto a velocidad de vértigo.
El tipo vacila y Mijail me mira por primera vez de verdad, sorprendiéndole mi reacción.
Tengo que inventar el arrebato pasional que he mostrado. Yo siempre he sido la observadora de mi familia. Se cuales son sus puntos débiles.
-Ese hombre me ha hecho sufrir más que una bala en el corazón. Quiero venganza.
Venganza, rabia, castigo...son palabras que mi hermano entiende. No me privaría de eso.
Se encoge de hombros y con cierto alivio veo como el tipo se guarda la pistola en su funda. Cuando le miro de nuevo ya le han dado un buen golpe que le envía al suelo. No se enfrenta a ellos porque sabe lo que hay.
Me giro dándole la espalda. No puedo mostrar preocupación por él. No puedo mostrar nada.
-Dame tu chaqueta.
Los hombres se ríen a su alrededor mientras Tom, el único matón de mi hermano que conozco, me tiende su chaqueta. Se que lo haría sin problemas, siempre le he gustado y los hombres tienen esa manía de que lo que creen que es suyo no lo pueden ver los demás.
Detrás de mí alguién se lleva un fuerte puñetazo que quita el aliento. Se que es él, se que no ha podido resistirse a darle un pequeño merecido al otro tipo. Una mueca de placer se extiende por mi cara y Tom me mira extrañado. Para disiparle las dudas me alzo de puntillas y le doy un inocente beso en la mejilla. Tendrá una erección hasta mañana.
En fin...Creo que vamos a tener que maquinar otro plan.
Quiero gritar, pero no tengo fuerzas. Solo frío, tanto frío... El aire que se escapa de mis pulmones produce una pequeña bocanada de vapor delante de mi rostro. Me estremezco en el pequeño cuarto donde estoy, desnuda y atada. En estos últimos días he pasado más tiempo desnuda que vestida. Yo, con mis complejos de antes. Me río de mi misma, como si hubiese perdido la cabeza. Intento relajarme y mirar hacia Luca. No se encuentra en mejores circunstancias que yo. Desde que nos han metido aquí no ha dicho una jodida palabra y estoy apunto de romperme y gritarle que cojones está pasando. Ni siquiera se ha dignado a intentar tranquilizarme.
Él está encadenado a la pared, su cuerpo colgando, al menos a mi me han dejado tirada en el suelo, con las manos atadas a mi espalda y los tobillos atados juntos. Si hubiese sido más débil me hubiese acercado a sus piernas. Si él hubiese sido más amable, si solo me lo hubiese pedido, me hubiese arrastrado hasta él, aunque solo fuera para que me cediera algo de calor, pero solo me había hecho un ovillo al otro lado y le había ignorado.
La herida en mi pecho no es profunda, ni dolorosa, pero se me infectará si no se limpia. Es la de mi mejilla la que me resulta más escabrosa. El cuchillo se había clavado bien en mi carne y se que va a quedarme marca.
Luca había aguantado en la del pecho. La cara no. Siempre le ha gustado mi cara. Solo había dado una dirección antes de que le noquearan. Pero a mi me habían dejado despierta. El hijo de puta del ruso había presionado mi herida y se había llevado algo de mi sangre fresca a su boca. Había estado a punto de potar, pero cuando sus dos dedos cubiertos de su propia saliba contactaron con mi coño ahí quise morirme.
No me eché atrás. Se como manejar a tipos como él. Luca me ha enseñado, cuanta más debilidad y terreno les dejes, más en la mierda estás y por supuesto, más se excitan.
- Voy a bajarte esos humos cachorrita y después voy a follarte delante de tu amo.
-Él no es mi amo.
-Tienes razón. Ahora lo soy yo.
No me dejó contestarle más. Simplemente se levantó y dejó que se ocupasen de mi sus matones.Y ocuparse de mi significa arrastrarme hasta el coche.
He perdido la noción del tiempo. Quizás llevo días aquí o solo unas horas. Me he dormido, he despertado, he estado inquieta y ahora solo me invade un derrotismo que me tiene escondida en una esquina. Quizás es le hambre, o el miedo, o la capacidad que tiene Luca para hacerme sentir sola, aislada. Me siento vieja, rendida, hundida. Solo se que el frío se ha calado en mi hasta los huesos y que Luca no me habla, no me mira. No existo.
Hijo de puta.
Oigo los pasos al otro lado, varios, apresurados. La puerta se abre y me pregunto si es el ruso que viene a cumplir con lo que me dijo. No, solo dos matones que lanzan a alguien al suelo. Parece desnudo también. La puerta se cierra y doy gracias a que mis ojos se han acostumbrado a la poca luz que hay en ese infierno de piedra.
Trato de ver al hombre sin sentido. Cuando me inclino hacia delante, curiosa, la voz ronca de Luca me detiene.
-No.- por primera vez me mira y en sus ojos hay un enfado injustificado. Yo no le he hecho nada.
Le ignoro mientras me pongo sobre mis rodillas, inestable y medio gateo hasta él.
-Cat, joder.
No le contesto. No le miro. Solo tengo ojos para la espalda del extraño. Grande, musculada. Mi rodillas se rozan contra el cemento, las cadenas de Luca renuenan en un vago intento por llamar la atención. Me alegro que el cuarto sea pequeño y que el hombre tenga esas dimensiones, me abrevia mi calvario de avance. Cuando estoy casi sobre él y observo su cabello cubriendo la parte descubierta de su cuerpo retrocedo cayendo de culo hacia atrás. Como en una peli de miedo veo cuando su ojo de serpiente se abre y casi como si resplandeciese su pupila se contrae fijando su objetivo.
Yo.
Y Dorian.
Antes de que pueda alejarme más, como si tuviese algún sitio donde ir, ya está sobre mí. Él juega con ventaja, ni siquiera le han atado. Su mano toma mi cuello y mi garganta emite un sonido bastante desagradable. Sus dedos se clavan en mi piel sin esfuerzo y sus ojos buscan en el cuarto hasta recaer sobre la única otra cosa que podría importarle. Sin esfuerzo me coloca al frente, orientada hacia Luca.
Él es la misma imagen de un animal salvaje encarcelado.
-En dos minutos estará muerta. –su voz fría me estremece. Mis pies luchan en busca de contacto con el suelo, mis manos se sacuden dentro de las ataduras.
Luca imita mis movimientos, pero su cara es una máscara feroz. De pronto respira breve.
-No arreglaría nada.
-Me haría feliz verte sufrir. Dudo de que puedas llorar.
Los ojos de Luca dejan a Dorian para mirarme. Estoy perdiendo la pelee y cada segundo que pasa mis pulmones arden.
-Basta Dorian. No somos tus enemigos.
Mis piernas empiezan a pesar, a calambrear.
-Eres una rata.
Empiezo a boquear y mi visión de Luca comienza a llenarse de sombras negras. Dejo de debatir.
Dorian me lanza de pronto a los pies de Luca que me envuelve lo que puede en su cuerpo. Me encojo sobre él, tratando de tomar más aire de lo que mi cuerpo puede permitirse ahora mismo. Su piel está poco más caliente que la mía pero una capa de sudor frío le envuelve.
Trato de calmar el dolor en mi pecho, de limpiarme las lágrimas que traicioneras habían rodado por mis mejillas. Luca me esconde en su pecho y su atención no se separa de Dorian que se mueve por la habitación palpando, buscando. Unos minutos después parece hartarse de ignorarnos.
-Somos hombres muertos y ella nueva mercancía-comenta enrrabietado y derrotado.
Se sienta contra la pared en nuestro frente. Yo aún no me atrevo a mirarle a la cara, no cuando aún siento su mano sobre mi cuello quitándome el aliento.
Luca no dice nada en contra de eso. En buena me he metido por culpa de este imbécil. Cuando mi respiración comienza a volverse normal me levanto y me alejo de Luca, quizás demasiado enfadada para querer seguir en contacto con su cuerpo, quizás menos asustada por el hombre enorme perdido en sus pensamientos. Los ojos de Luca me amenzan pero sus manos no pueden detenerme. Vaya, es raro verle indefenso. Le doy la espalda, intentando atraer la atención de Dorian.
-Agradecería que me soltaras-le suelto con voz ronca esperando hacerle sentir algo.
Solo me ignora. Mi piel arde donde las cuerdas me envuelven. Espero algún movimiento pero solo presta atención a la puerta que nos separa de los monstruos que están ahí fuera.
-Eh grandullón, hablo contigo.
Su mano tapa su rostro mientras supongo está perdido en sus pensamientos.
Cuando doy otro medio paso hacia él su cara se alza amenazadora.
-Luca, calla a tu mujer antes de que la noquee.
-Cat
-¡No!- grito de pronto haciendo estremecer a ambos.- No os dais cuenta de que por muy machos que seáis estamos en la puta mierda. O colaboramos todos juntos o no tenemos ninguna oportunidad. Sois los dos igual de gilipollas.
-¡Cat!-me ladra Luca
-¿Qué pasa? ¿Te jode mi lenguaje? ¿Te presto un látigo? ¿O el cinturón va a bastarte para ponerme en mi sitio? Espera un segundo Señor, voy a soltarte para que puedas castigarme como me merezco.
En un segundo estoy echando todo el veneno que tengo en mis venas y al siguiente la oscuridad me envuelve silenciándome.
-Gracias
La muchacha está desmayada a mis pies. Me duele la cabeza. Me duele todo el cuerpo. Me rabia el pecho con solo pensar en mis circunstancias y en las de mi hermana. Lo último que necesito es a una niña desproticando. Me recuerda a Гремлин cuando se le va la pinza.
Asiento a Luca ante su gratitud. Se que todo esto no es culpa suya. No debería haber involucrado a nadie para todo esto, pero Anya estaba más protegida que una testigo vigilada por la interpol. Necesitaba un topo desconocido, un hombre que supiese estar a la altura y no fuese descubierto por Lavrok nada más que diese un paso dentro de su organización. Un hombre que no fuese yo.
Todo había salido bien si no fuese por esta loca gritona. Está descontrolada.
-Tienes un gusto pésimo por las mujeres.-me burlo sentándome de nuevo en el mejor hueco de la mierda de cuarto, justo a su frente.
Su gruñido de respuesta me dice que no está de humor.
Luca y yo somos muy parecidos. Vidas duras que nos han vuelto duros. A veces me había preguntado si debajo de su máscara había un corazón que latiese por alguien o por algo. En este par de años había pensado que no, que simplemente era una máquina que no disfrutaba, solo estaba, pero había descubierto algo más esta vez del hombre taciturno que se sienta a mi frente. Tiene una debilidad y las debilidades te matan.
-Lavrok está muerto. –me informa
-Lo sé.-había recibido la noticia en el pequeño cuartucho donde le habían metido para torturar cada uno de los miembros de su cuerpo.
De mometo no le habían partido nada, ni había perdido ninguna parte, aunque amenazas no habían faltado. Y durante todas esas horas, o días, ni un contacto con ella.
El viejo muerto y nunca pensó que no sentiría nada ante su muerte. Quizás alivio, quizás felicidad. Solo nada. Me digo a mi mismo que todo es porque su vida no fue arrebatada por mis manos.
-¿Algún apoyo?-pregunta Luca
Quizás es hora de decirle que todo esto está orquestado por mi y que no tenemos respaldo. Le miro evaluándole. Al menos está atado, lo que nos ahorra el enfrentamiento físico. Un enfrentamiento que va a llegar y que se que merezco. Esto se había venido a bajo antes de empezar, y no solo había metido en problemas a mi mismo, Luca y la pequeña gritona durmiente iban a acabar jodidos.
Me limito a informarle negando con la cabeza mientras valoro las opciones, o mientras siento que necesito dormir para que mic abeza descanse y mi cuerpo sane. Han estado torturándome impidiéndome descansar.
Oigo los pasos acercándose a la vez que él y sin poder remediarlo sus ojos van a ella, como si ya estuviese ideando como protegerla. Quizás me recuerda a mi. Guño, renegando de mis propios pensamientos. Y sin quererlo vuelvo a Anya.
Allá atrás pensé que iba a dejarme morir. Pensé que me había tocado la hora solo porque el viejo había decidido palmarla antes de tiempo y que su hija, la mujer cuyos fluidos aún estaban impregnando mis dedos, iba a dejarme a mi suerte y a darnos la espalda de nuevo y aún así, aún jodidamente así, mi corazón traicionero lo había asimilado. No podía haberme despedido con una mirada de odio, o de rabia, o traicción. Solo quería mirarla una última vez y morir con lo que no había podido vivir. Tranquilo.
En casa quizás.
Un auténtico estúpido, porque si me preguntasen ahora no podría describir un simple rasgo del hombre que me apuntaba, pero si cada una de sus expresiones, del brillo de sus ojos y la muecas de sus labios.
¿Qué hombre está a punto de ser disparado y mira a una mujer?
Un hombre muerto.
La puerta se abre con fuerza. Dos hombres escoltan a una figura más pequeña, mas femenina. Гремлин.
Vestida, con sus grandes tacones y maquillada no se parece en nada a la mujer que había rogado por un orgasmo a mis manos. Su mensaje no puede ser mas claro: soy fuerte, soy mala y estoy cargo.
Primero se asegura que todo está bien en mi con un pequeño vistazo pero su atención no tarda en ir a la pequeña figura que descansa en el suelo.
-¿Qué cojones ha pasado aquí?- y el disgusto de su voz no es falso.
¿Así que había hecho buenas migas con la pequeña sumisa de Luca? ¿Y quién se sorprende? Ambas son iguales.
Ninguno de nosotros responde pero cuando las manos femenina recorren la herida del rostro de la chica Luca no se inmuta, solo observa como un ave rapaz esperando a encontrar cualquier debilidad, cualquier resquicio de ataque. Cualquiera diría que es él quien está atado. Por mi parte no tengo pensado hacer ningún movimiento estúpido. Anya es lista y si quiere estar a cargo le dejo la delantera. Se cuando relegar.
- возьми его и девушку тоже
Nos quiere a ambos. La miro de forma interrogante mientras sus dos matones me levantan. Estoy tan hecho polvo que dejo todo el trabajo a ellos. Una vez que me esposan uno va hacia Cat.
- девушка остается здесь- la voz de Luca es clara, no va dejar que se la lleven.
-¿Quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer?- se gira Anya, prestando atención por primera vez a Luca.
- Soy su amo.
Anya se ríe de pronto, fría, en calma, en control. Me gustaría decirle a mi compañero que no le va a pasar nada a su pequeña chica en manos de mi pequeña chica, pero no delante de estos tipos, no cuando ni siquiera se hasta que punto eso es cierto.
La epqueña zorraa toma la cara de Luca como pocas imagino que se han atrevido hacer. Sus dedos con una manicura perfecta se clavan en sus mejillas y sus labios van a su oreja. Su murmullo es lo suficiente bajo como para que no podamos escuchar pero siento los ojos de Luca sobre mi, casi con asombro. En un segundo le suelta casi abofeteándolo
-¿Lo has entendido perro?
Me pregunto que clase de cosas le haría Luca a una mujer si le hablase así. Su contestación me sorprende.
-Si tu dices ladra, yo digo cuánto de fuerte.- y no la mira a la cara, sino que sus ojos están bajos a un lado, perdidos, en otro lugar, en otro momento quizás, pero su voz es clara.
-Buen chico
Quizás hay una pequeña oportunidad de salir de esta.