Segundas partes nunca fueron buenas 3

Dani necesita dormir.

El fuego arde en sus ojos, pero  toma el volante y  prosigue el camino haciendo que el coche comience a moverse, incorporándose al terreno embarrado. Durante unos segundos no dice nada, como si necesitase el silencio para no estallar. No presiono, solo que un trato es un trato.

  • Ya puedes empezar.

Sus hombros se tensan aún más si cabe, se vuelve hacia mi brevemento con la sonrisa más tensa, falsa y terrorífica que alguna vez me ha mostrado.

  • El hombre del parking es miembro de una mafia rusa. Les debo dinero… mucho dinero. Por alguna razón creen que eres importante para mí y eso pone tu vida en peligro.

Le observo atentamente, sorprendida. Luca tiene dinero. Para ser exactos debería tener mucho dinero. Recordemos su casa, su banco. En un movimiento absurdo observo su ropa aún húmeda: de marca y calidad. Le miro excéptica pero en algún momento de su pequeño discurso ha desviado sus ojos a las oscuridad y no es consciente de mi incredulidad, o no quiere serlo.

  • ¿Es una broma? Si es uno de tus juegos estúpidos no tiene ni puta gracia.

  • Esa lengua Cat.- me fulmina de nuevo y por primera vez parece fijarse en el cigarro, lo aprieto entre mis dedos mientras me iergo, en un claro desafío- Y yo no bromeo.

Aspiro de nuevo esperando que calme mis nervios. No solo me preocupa mi bienestar, por desgracia me preocupa el suyo.

Estoy callada hasta que no me queda cigarro y decido dar la respuesta obvia.

  • Pues págales. -le digo sin saber que hacer con el cigarrillo terminado.

Luca lo toma y lo lanza fuera.

  • No es cuestión del dinero. Una vez que no cumples eres su diana de tiro.

El corazón me va rápido.

  • Tienes dinero, ¿por qué no cumpliste?

Su ceño se frunce pero no dice nada.

  • No vamos a ir a mi casa.

No es que su afirmación me sorprenda, o este era un camino alternativo, o eso ya me había quedado claro hace un par de minutos, cuando prosiguió la carretera. Las luces del coche iluminan el pequeño camino.

  • ¿A dónde entonces?

No me va a contestar, lo veo en su gesto.

El camino es empinado y con muchas curvas pero está desierto. Me agarro al asiento para no ir de lado a lado. Parece que él lo ha recorrido más veces ya que va a una velocidad no muy moderada. Intento aguantar pero tengo un problema con las curvas y los desniveles.

  • Me mareo- se lo confieso finalmente

Pensé que sólo me omitiría de nuevo pero sus giros comienzan a ser menos bruscos y reduce la velocidad.

  • Gracias

Tampoco me contesta. De repente siento una gran opresión sobre el pecho y  lo cansada que estoy, muy cansada y asustada. No se hasta cuando voy a mantenerme impasible.

El tiempo se hace eterno durante el silencio y laoscuridad, solo seguimos la oscura carretera franqueada por árboles. En otra situación hubiese sido un viaje disfrutado, al menos por mi parte. Siempre me ha encantado la naturaleza. Desde aquí se ven las estrellas en su esplendor. No hay contaminación lumínica o ruidosa. Seguramente es un remanso de paz.

Sin previo aviso, y casi estampándose contra los matorrales debido al escaso espacio que hay, toma otro desvío y prosigue por otra carretera aún más estrecha. Si quisiese bajarme ahora debería de apartar los zarzales con la puerta. Lo bueno es que dura poco porque desembocamos a un pequeño claro con una cabaña, o eso parece.

Carece de luz y parece estar algo abandonada.

  • Quédate en el coche.

Miro alrededor sabiendo que me va a dejar sola y de pronto siento el pánico de nuevo. Sin poder remediarlo tomo la manga de su camisa entre mis dedos

  • Pero…

  • Cat- ladra mi nombre con sus ojos en mis dedos nerviosos y yo suelto con un pequeño suspiro.- Quédate quieta.- ordena de nuevo, como si no le hubiese oído la primera vez.

Cuando su mano alcanza la manilla para salir añade:

  • Estarás bien- lo dice como si fuese una promesa, pero no me mira.

Se baja después de sacar las llaves y suprimir el ronroneo silencioso que me adormece en muchas situaciones. Cree que voy a estar bien… Me debe de ver más ilusa de lo normal. He visto el otro coche aparcado a unos pasos. Los faros lo han deslumbrado parcialmente cuando entrábamos al claro y aunque parece que no hay un alma alrededor, sé que tiene que haber alguien dentro. Observo como la sombra de Luca se pierde dentro de la cabaña y mi corazón martillea sin saber por qué. Tengo la sensación de que algo peligroso aguarda ahí dentro. Un escalofrío me recorre y de nuevo soy consciente que estoy en ropa interior. Me estiro a por mí abrigo, convencida de que hoy voy a coger una pulmonía y espero pacientemente.

Seguro que ya he dicho con anterioridad que paciencia tengo muy poca. Por un momento la idea de fumarme otro cigarrillo me consume, pero no puedo abusar de él como medicamento para tratar mis nervios. De medicamento tiene poco. Recuerdo de pronto el móvil y para mi desilusión compruebo que no tiene señal.

Decido analizar en lo poco que se alcanza a ver la pequeña construcción que hay a unos metros. La cabaña de madera no es nueva, ni está cuidada. No es muy grande, quizás una habitación y poco más, con una sola planta. Me recuerda a las típicas casas que ves en las pelis de miedo, donde el asesino persigue con una motosierra a los adolescentes. Nunca he sido miedosa, pero las circunstancias de hoy me tienen los nervios a flor de piel.

Me empiezo a impacientar. No sé porque, pero estar aquí fuera me pone de los nervios y pensar en bajar me preocupa aún más. No sé quién es esa otra u otras personas que están aquí. No sé en que mundo peligroso parece moverse Luca.

No sé nada.

El tiempo pasa lentamente y comienzo a estar muy ansiosa. Decido ponerme mi abrigo y bajarme. Para mi sorpresa la puerta cede a mis deseos. Ya no estoy encerrada. Ha dejado de llover ya pero el suelo está húmedo y mis pasos resuenan cuando me acerco con lentitud a la casa.

Una pequeña luz se cuela entre la grieta que forma el suelo y la puerta. Al menos ellos no están a oscuras.

  • …vida privada fuese un problema. -la voz es baja pero consigo escucharla a través de la puerta gracias al silencio que reina en ese lugar.

  • No me acerqué a ella. – reconozco la de Luca perfectamente

  • Alguien sabe o Lavrov se ha vuelto mucho más meticuloso de lo que era ¿Cuánto puedes controlarla?

  • Lo que sea necesario.

El silencio se consume por unos momentos.

  • Su novio es policía.

De nuevo el silencio.

  • Sabes cómo funcionamos Silva, no nos gustan los cabos sueltos, no nos gustan los polis curiosos ni las muchachas que escuchan detrás de la puerta.

Mi respiración se atasca y me echo hacia atrás. Miro a mi alrededor tratando de encontrar un lugar donde esconderme, pero antes de poder hacerlo la puerta se abre y un hombre me mira. Es joven o mayor, no sé decirlo. Tiene el pelo rubio, corto, pulcro. Sus ojos verdes me observan atentos evaluándome y por un momento tengo miedo porque su mirada es venenosa, analítica. Es alto, tan alto que supera a Luca y es ancho, no gordo, solo...grande. Su abrigo negro le cubre con elegancia.

  • Yo no quería…

  • Entra niña

Luca está en medio de la estancia. Noto su decepción en la cara al verme ahí ¿Desde cuándo soy la perfecta chica sumisa que él quiere? No lo soy, no lo seré. Tengo derecho a saber.

Detrás de él hay una pequeña chimenea encendida donde crepita el fuego, cerca de un sofá y es la única iluminación que hay, así que la pequeña estancia está medio en tinieblas. El lugar está decorado con mimo. Una alfombra verde adorna el suelo de madera y aunque por fuera la cabaña parece estar deteriorada, por dentro está como nueva. Tiene la típica imagen navideña de no ser por los dos hombres que están dentro rompiendo con la magia del lugar, consiguiendo hacerla más tétrica. Quizás son sus rostros duros.

  • Cat

La orden de Luca me recorre y sin pensarlo entro acercándome a él, posicionándome cerca.

Los ojos del otro hombre analizan mis movimientos y no me gusta su extraña sonrisa. No me gusta nada de él.

  • Ella es un gran contratiempo.

  • Si

Me sorprende que Luca le dé la razón con tanta facilidad. Me enfurece que crea eso de mí y su respuesta fría.

  • No os preocupéis, puedo irme a mi casa ahora mismo. -gruño porque me traten como una mosca cojonera o una niña consentida.

Doy mis pasos hacia la puerta, pero en un parpadeo el hombre me agarra con fuerza mi garganta. No es en una forma sexual como Luca, es…tengo miedo y grito.

  • SShh niña, solo quiero hablar contigo- su voz no se eleva. Lo escucho porque es lo que me ha ordenado y su mano se clava en mi garganta como si supiese como silenciarme para siempre- Mira a tu amante- dudo un segundo mientras contemplo atenta el tono verde de sus ojos, convencida que si alejo mi mirada de él va a matarme.

  • Cat

De nuevo una orden de Luca y desvío la mirada hacia él. Me pregunto porque no me ayuda, porque deja que ese hombre me haga esto. Está tranquilo, al lado del fuego, observando. Yo estoy en un pánico no muy difícil de explicar. Me cuesta respirar.

  • Él es tu Dios ahora. Cada orden, petición, cada jodida palabra vas a cumplirla sin dudarlo, porque si desobedeces vendré a hacerte una pequeña visita-sus palabras se corresponden con un apretón de sus dedos en mi garganta.- ¿Entiendes lo que quiero decir niña?

Llevo mis manos a su cara tratando de golpearle, pero me domina con una facilidad ridícula. Los ojos se me llenan de lágrimas mientras Luca sigue ahí, quieto, impasible.

  • Rebelde.-y lo dice con una nota de desprecio en su voz- Contesta a mi pregunta.

Me gustaría llevarle la contraria, escupirle, aunque su mano aprisione sin dificultad mi garganta y me ahogue.

  • Contesta-la orden de Luca me hace estremecerme. Es calmada desde el otro lado de la estancia.

Dura, inflexible.

  • Si-jadeo finalmente.

  • Muy bien niña – su mano se separa de mi cuello y me echo hacia atrás, alejándome de él, tropezando y topándome con el suelo.

Ni siquiera me mira, sus ojos reptiles van a Luca.

  • Nos mantendremos en contacto, de momento seguiremos con el plan inicial.

Luca asiente y el hombre abandona la casa. Yo me atrevo a respirar otra vez. Luca destensa sus músculos y de pronto soy consciente de que estaba mucho más nervioso de lo que creía.

Oigo el ruido de su coche arrancando, de los neumáticos sobre el asfalto, de cómo se aleja.

  • Cat

Su voz me trae de vuelta a la realidad. Le miro aún desde el suelo, temblando.

  • Ven aquí.

Niego y me alejo más de él. Hasta que me topo con la pared. Me rodeo con los brazos las piernas, intentando hacerme pequeña.

  • ¿Qué ha sido eso? ¿Quién es ese hombre? ¿Qué está pasando? -mis preguntas llenan el silencio.

Luca siendo él no me permite mi espacio. Me obliga a levantarme y me encierra entre sus brazos, apoyando sus palmas una a cada lado de mi cabeza, cara a cara.

  • Tienes que confiar en mí. – lo susurra

Lo que él no sabe es que yo confío en él, en quién no confío es en aquel hombre grande, decidido, dispuesto a hacerme trizas… y en sus pensamientos.

  • Has dejado que…

Su mano toma mi cabeza y me inclina contra su pecho, hundiendo mi cabeza en él.

  • No habría dejado que te hiciese daño. No entiendes lo que está pasando ni puedo explicarte. Tienes que confiar en mí. – lo repite

Está temblando como una hoja, cansada y con el llano picando en sus ojos. Lo entiendo. Entiendo su situación y entiendo lo que ha pasado hace solo unos minutos. Dorian ha querido demostrar su punto y el mío. Se controlarme, o eso creo, aunque nunca me han tensado la cuerda sobre Cat. Sabe que la quiero, sabe que es mía. Eso puede complicar bastante mi relación con ellos y Dorian ante todo es leal a los suyos. Hoy me ha demostrado que me tiene aprecio o que tiene en más alta estima a la policía de lo que deja transmitir inicialmente. Una de esas dos ha hecho que hoy no acabase muerto. Porque la hubiese intentado matar y entonces yo habría cogido la pistola y le hubiese matado, igual que él a mí. Gatita estaría viva, por encima de mi cadáver ella va a vivir. La estrecho contra mí y ella me rodea con sus brazos aun confiada. Me gusta eso, me gusta ver que pone su vida en mis manos, pero también me preocupa. Las manos de Dorian sobre su cuello me habían vuelto loco y tuve que emplear todas mis fuerzas en no abalanzarme sobre él. Ella respondió a mis demandas y eso es suficiente, al menos de momento o al menos para Dorian. Tiene que aprender a obedecerme o esto puede acabar muy mal para ambos.

  • Vete a la ducha.

No quiere soltarme, lo sé. No quiere dejarme ir, no quiere estar sola. Tampoco debería dejarla porque va a comenzar a pensar y Cat pensativa es peligrosa, no tan fácil de dominar. La necesito asustada, vulnerable o excitada. Intento separarme de ella pero se afianza con más fuerzas. Dorian ha sido lo que le ha faltado para derrumbarla. Jodido rubio de mierda, el cabrón sabe asustar hasta los huesos.

  • Vamos, nos ducharemos juntos. Necesitas entrar en calor.

  • No

Me tenso con su negativa porque no pensé que con lo que ha vivido hoy tenga aún ganas de pelear conmigo.

Entonces me empuja fuerte y veo en sus ojos esa expresión que siempre consigue ponérmela dura.

  • No hasta que me digas que está ocurriendo, que es todo esto. No voy a quedarme si no lo dices, ¡llamaré a Christian!, ¡le diré todo!

El nombre en sus labios me altera. Si ella supiese…

  • ¿Todo?

  • ¡Todo!-está roja de la rabia

  • ¿Cómo me la acabas de chupar también?

Me fulmina, veo sus manos temblar y se que si tuviese algo en ellas me lo habría lanzado.

Cat, eres fácil de descontrolar y sí, me aprovecho de ello.

  • Empieza a hablar o me voy. – lo susurra furiosa, decidida.

Su ultimátum es ridículo.

Si, pongo aquella cara que la vuelve asustadiza. Incluso con la rabia lo veo, ese cambio en su cuerpo. De pronto me tiene miedo, y mejor.

La tomo de la barbilla con fuerza para que me mire bien a los ojos. No la dejo esconderse de mí, nunca.

  • No tienes cobertura, ni las llaves del coche y gatita, no me retes a ponerte un grillete en el tobillo porque sabes de sobra que soy capaz de atarte a la cama. De hecho, lo disfrutaría- le brindo una pequeña sonrisa siniestra.

Ella me mira atenta y cambia de táctica.

  • Luca, dime que ocurre.

Sus ojos, con ese iris tan particular, me miran retadoramente. Quiero contarle pero sería firmar su sentencia de muerte. Bastante la he comprometido ya.

  • Lo que te he dicho

  • ¿Quién era ese hombre?- insistente.

La suelo y me alejo un poco de ella.

  • ¿Qué hombre?

Me está entendiendo, sabe por dónde voy, pero no se va a rendir.

¿Cuánto puedes controlarla?

Menos de lo que me gustaría amigo Dorian.

Tengo que contactar con Daniel. Él puede echarle un ojo a Cat mientras yo me ocupo de los rusos y del hijo de puta de Lavrov. Curiosa manera tiene de pedirme una audiencia. Las dudas me invaden ¿cómo han llegado hasta Cat? He sido cuidadoso, paranoico con cada uno de mis movimientos hacia ella. Quizás en la fiesta, cuando la tomé de la garganta, pero esa gente sabe mis preferencias, sabe mis juegos y deberían creerme el tipo más frío del mundo. Tengo que hacerle una visita y apartar los viejos ojos de Lavrov de gatita.

  • El hombre que podría haberme partido el cuello con su mano, el hombre al que te postraste de rodillas y le has lamido los huevos. Ese hombre.

Lamerle los huevos... Cat, no tienes ni puta idea de que es lamer los huevos, en el sentido metafórico, literalmente creo recordar que no lo haces mal. Tendré que hacerla lamérmelos, para probarlo. Solo por probarlo.

  • Olvídalo gatita. Por tu bien, por el mío.

Tomo el teléfono y envío un mensaje a Daniel. Los ojos de Cat me miran sospechosos. Su móvil no tiene cobertura, pero el mío sí. La ignoro. En quince minutos debería estar aquí y para cuando llegue la quiero duchada y vestida. Vestida sobre todo.

  • A la ducha.

Niega con la cabeza y estoy a punto de explotar. Necesito un poco de su colaboración o la voy a drogar y dejarla durmiendo. Quizás sea lo mejor pero antes…

Tomo su abrigo y la despojo de él de un tirón. Da igual que se resista, soy más fuerte. La tomo sin miramientos echándola sobre el hombro y no es que pese poco ella. Quiero decir, me gustan sus curvas. Veo su culo cerca de mi cara, solo tapado con unas bragas ridículas. Oh, si, me gusta mucho su culo. Le doy un fuerte azote por placer y la oigo maldecirme, revolverse, luchar. No sé cuántas palabrotas emplea y sí, me ponen de los nervios, pero en su boca me gustan.

Recorrer el pequeño camino ha sido un poco un infierno. Abro la puerta del baño y la meto en la ducha aún con la ropa interior y calzada.

  • Dúchate, te traeré algo de ropa. -no lo digo con rabia ni enfado.

No espero tampoco a que lo haga. Conozco a Cat, cuanto más la rete a hacer algo más va a luchar.

Salgo del cuarto en busca de la ropa.

La encuentro cuidadosamente doblada en la primera habitación que entro, en el primer armario. No es casualidad, estoy seguro que hay la misma en la otra habitación. Es lo bueno de las casas franco, suelen estar bien equipadas. O casi. Es de hombre e imagino que le quedará algo amplia pero menos es nada.

Me siento aliviado al escuchar la ducha correr.

Vuelvo al baño y coloco las ropas cerca. A veces trato de ser un buen hombre, otras simplemente mando a la mierda esas cosas. Como ahora mismo. Contemplo su espalda, su culo, sus piernas. El vaho empieza a extenderse por el cuarto con rapidez. A mí también me vendría bien una ducha. Vacilo cuando llevo las manos a mi camisa. Finalmente me desnudo también y entro. Se gira asustada al escuchar el ruido de las puertas de la ducha. La tengo que empujar para que me deje algo de hueco pero no la aparto del agua ardiendo. Trata de mirarme desde abajo y su apariencia me excita. Esas tetas llenas y esa postura tan inocente y tan sexual a la vez. Un pequeño enigma Cat.

Retrocede al ver mi expresión. Debo de parecer un lobo a punto de comerme a una tierna ovejita.

  • No tienes dónde ir.- se lo gruño

  • ¿Quién te ha dicho que quiera ir a ningún lado?

No puedo detenerme cuando la envuelvo y devoro sus labios, para mi sorpresa me responde con ganas. Joder, ya estoy duro y quiero follarla. Pero no está vez, esta vez se va a quedar con las ganas. Ya lo he comentado, excitada es muy fácil de dominar.

La tomo del pelo mojado y la inclino. No puede abrir los ojos porque el agua cae sobre su rostro. Está tan caliente que le enrojece su piel. Disfruto observándola. La nariz pequeña, los labios carnosos. Ella es bonita.

Ante mi pasividad se atreve a abrir un poco el ojo para observarme, tratando que no le caiga agua sobre él.

  • Se que me estás ocultando cosas

Acusatorio.

La giro, poniéndola de espalda a mí y la doblo los bazos sobre su pecho parra cubrirlo con uno mío, tomando su garganta con la mano. No se resiste. Le gusta estar indefensa, sujeta. Mi mano libre va a su entrepierna.

  • No Luca.

Intenta resistirse, ahora sí. Cruza sus piernas y la inclino sobre los azulejos para poder meter mi rodilla entre sus muslos, separándolas. El agua cae sobre mi nuca, pero no me molesta.

Ahora mis dedos tienen vía libre para entrar en ella, para pellizcar su clítoris.

  • ¿No gatita?

Siento como sus rodillas se debilitan. La obligo a apoyar la mejilla contra los fríos azulejos y suelto mi agarre para sujetarle ahora ambas muñecas en la parte baja de su espalda. Empujando hago que su pecho esté también contra la pared. La oigo quejarse, un pequeño gemido por encima del sonido del agua. El palmeo una nalga de nuevo y se inclina hacia atrás, buscando más. Sin dejarle descanso mis dedos vuelven a ella y me concentro en su cara, en sus ojos cerrados.

  • Abre. – su mente se imagina otra cosa porque abre su boca. Me río suave porque he sido un poco ambiguo- Los ojos, gatita. ¿O quieres saborearte a ti misma?

Cierra la boca rápida. Se que no le gusta eso y me gusta burlarme de ella. Cumple mi orden y me mira como puede.

Cambio la dirección de mis dedos e inciden sobre el lugar que la hace gimotear y perder el equilibrio. La siento palpitar, pero yo ya sé cómo tiene que terminar esto. Comienzo a separarme.

  • Señor

Su intervención me sorprende y se lo recompenso con mi pulgar sobre su clítoris. Su gemido me embriaga.

  • Oh por favor, por favor.

Casi ha evolucionado más en la distancia que esas semanas que estuvo bajo mi poder. Eso me hace preguntarme como ha sido eso. Quizás al poli le gusta practicar con las esposas. La idea me enfurece tanto que ceso el movimiento que la tiene bailando a mi son.

  • No, no. Por favor.

De pronto me molesta su rendición. Soy un puto bipolar lo sé. Pero Cat es Cat, impaciente, lucha contra la sujeción de sus muñecas. Se que si la suelto va a masturbarse a sí misma. Poco autocontrol. La azoto de nuevo fuerte y se rinde nuevamente. El agua está comenzando a volverse más fría y me digo a mi mismo que es hora de salir, que tiene que quedarse así.

La suelto lentamente y lo que me imaginaba, su mano va a su clítoris. Apoya su frente contra uno de los azulejos y trata de satisfacerse a sí misma. No es que me importe, es que no se lo puedo permitir. La doy la vuelta y sus ojos están nublados observándome, sus dientes apresan con fuerza su labio interior, sus pezones están duros. Tiene las cejas fruncidas.

Quiero probar una cosa.

  • Para

Mi orden se cuela en sus oídos y reduce la velocidad. La veo fruncir más las cejas.

  • Me has oído Cat- pongo mi tono más serio, más duro.

  • Dios, ¿por qué?-suena enfadada y derrotada, pero se detiene.

Guardo mi sonrisa cuando su mano se separa de su sexo. No quiero que vea que lo anoto como un triunfo. Quiero que sienta que ella es mía, mía para ordenar, mía para decidir.

  • Buena chica

Su cara me muestra lo enfadada que está pero cumple con lo que pido. Los golpes en la puerta del baño me ponen sobre aviso. Daniel. Ella salta ante el sonido y se gira hacia la puerta alarmada.

  • ¿Quién…?

Abro las puertas de la ducha

  • Vístete. A no ser que quieras seguir paseándote desnuda.

El silencio se extiende mientras me dirijo a la puerta cerrada.

-Eres odioso.

Lo dice a mi espalda mientras yo cojo mi ropa de nuevo, la toalla y salgo, cerrando la puerta tras de mí.

  • Siento interrumpir-comenta Dani mirando mi polla con descaro.

Sigo algo duro pero por poco tiempo. Con prisas arrastro la toalla sobre mi cuerpo sin mucho miramiento.

  • Necesito que te quedes con ella

Sus ojos me miran dudoso.

  • Llevas una temporada muy enigmático.

  • ¿Me vas a pedir explicaciones?

  • Sabes que no

  • No sé cuánto tiempo me va a llevar, pero si no sabes nada de mi para mañana, moveros, llévala contigo.

Daniel me mira atentamente pero no dice nada, solo asiente. Comienzo a vestirme con rapidez

  • Luca…si necesitas ayuda…

  • Necesito que la cuides- le interrumpo

  • Cuidada estará

  • Y no te la folles Dani. -se lo aviso sin más mientras abotono la camisa

  • Nada de follar. - responde Dani con esa sonrisa traviesa

  • ¿Dani?

Su voz nos interrumpe. Me alivia verla vestida pero algo en mi corazón se ablanda cuando la veo en esas ropas oscuras tan grandes. Tiene que sujetarse el pantalón chandalero para que no se le caiga. Se la ve cansada, superada por la situación.

  • Hola ciel, tout va bien?

-Yo…-los ojos de Cat no se apartan de mis movimientos. Comienza a atar cabos y lo va a poner difícil- ¿a dónde vas?

Sus palabras son acusatorias. Me subo la bragueta.

  • Dani te ha hecho una pregunta.

  • Y yo te he hecho una pregunta a ti.

La fulmino, pero no va a ceder en eso.

  • Dani, tienes lo necesario en la bolsa.

Veo como frunce el ceño.

¿Acaso no le parece ya atractiva?

Compruebo que las llaves y el teléfono siguen dentro de los bolsos del pantalón y voy hacia la salida.

  • Luca, no.

Cat me toma del brazo. Está asustada de que la deje. No quiero hacer una despedida, porque puede ser la última y me niego a planteármelo así.

  • No te vayas

Que intuitiva es mi Cat. Veo por el rabillo del ojo a Dani salir hacia la cocina, como si quisiese darnos un poco de espacio.

  • Dani va a estar contigo.

  • No lo entiendes.

La miro atento a su expresión. Su pelo está aún mojado pero tiene esa suavidad que me hace desear introducir mi mano en él.

  • Lo entiendo perfectamente gatita.- entonces caigo en el cliché- Voy a volver no te preocupes.

  • Por favor Luca, confía en mí. Dime que está pasando.

Cat se está colando debajo de mi piel. Con suavidad le coloco un mechón de pelo detrás de la oreja. Me inclino y no puedo detenerme en robarle un pequeño beso.

  • Espérame aquí.

Me alejo sin dudas. Tomo la puerta para salir.

  • ¡Maldita sea Luca! Yo no soy así, yo no juego a ser la paciente esposa.

  • No estamos casados

No quiero girarme para verla, pero quiero dejarle algo claro así que la miro, de pie, cabreada, asustada.

  • Solo eres mía.

Con esas me voy.

El hijo de puta arrogante me la ha jugado. Cojo la pequeña lamparilla que hay sobre la mesa y la exploto contra el suelo rabiada.

  • No te sirve de nada, petite fille.

Dani está a mi espalda, con una coca-cola en la mano y lo que parece una bolsa de patatitas. Vuelvo mi mirada a la puerta y oigo, por segunda vez, como un coche hace su salida.

Maldito cabrón.

  • Me sirve para desahogarme.

Dani no añade nada a mi comentario, me lo imagino encogiéndose de hombros con su aspecto tan informal y característico. Me vuelvo a mirarle y me lo encuentro en el sofá, con el mando de la tele en la mano.

Me acerco al abrigo mojado que sigue en el suelo y rescato de nuevo mi teléfono. Sigue sin cobertura, inservible.

  • Necesito un teléfono.

  • Ya tienes uno- me responde sin mirarme mientras comienza a hacer zapping

  • Uno con cobertura.

Deja de pasar por unos momentos para observarme atentamente con esos ojos grises y especiales. Me sonríe pero conozco algo a Daniel, no es una sonrisa bonita. Más bien una advertencia.

  • ¿Podemos dejar claros unos puntos Cat?

Su voz se ha vuelto dura de pronto y no pierde la sonrisa. Es…amable de una forma extraña. Como si fuese la calma antes de la tempestad

  • Tú dirás

Se levanta con energía y yo me echo atrás sujetándome el pantalón. Quizás es porque no le conozco tanto como a Luca. A él he llegado a predecir sus cambios de humor, quizás a controlarlo con mis provocaciones, pero no se tanto de Daniel. Estoy en otra liga.

Se acerca a mí y yo me echo atrás movida por un instinto que nunca se había activado tan fuerte cerca de ese hombre. Su sonrisa no se vuelve más siniestra o menos amable al ver mi miedo. Me arrincona.

  • Entiendo que estés asustada, ciel.- su mano recorre mi mejilla con suavidad, con tacto. Intento alejarme porque aunque me gusta es traicionero.- Me agradas Cat, quiero que nos entendamos. Pero sabes que hay normas, ¿verdad? Se que Luca tolera tu insolencia, pero yo…agradezco la sumisión ¿Comprends-tu?

No quiero contestarle. Más bien quiero darle un cabezazo y romperle la nariz. Quizás él nota eso cuando suavemente golpea mi mejilla. No ha sido ni siquiera una palmada, solo otra amenaza. Le miro de reojo, a sus ojos bonitos, excitados. A su sonrisa.

  • Tengo lo necesario para hacer una sesión. Cuerdas, pinzas para los pezones, mordazas…Creo recordar que no te gusta ser amordazada.

  • Luca te…

  • Luca me ha dejado todo lo necesario para tomar las medidas necesarias- su voz es suave, calmada. No tiene la gravedad de la de Luca, no consigue ser tan dura, pero en sus palabras amables se desvela algo animal a la espera de hacer su aparición.

Después de observar, de retar, bajo la mirada y la cabeza.

  • Entiendo.

De pronto su agarre me suelta y su humor cambia totalmente la situación.

  • fille prête

Y con esas vuelve al sofá y toma la bolsa de patatas.

Están como putas regaderas.

  • Sonia me envía recuerdos por cierto.

Hostia.

  • ¿Cómo está?

Dani sonría por un momento animado.

  • Bien, contenta.- frunce el ceño por un segundo- Tenía que haberla traído. Podríamos haber pasado un buen rato los tres. Ya sabes, yo mirando y vosotras…-su sonrisa me dice todo lo necesario para completar la frase.

Me estremezco.

  • No me gustan las mujeres.

  • Oh, Cat, tampoco a ella. – y su expresión me deja claro que no le importa un pimiento.

Llevo un rato sola sentada sobre la cama pensando. El ruido de la televisión llega a través de la puerta abierta pero Daniel ha decidido dejarme mi espacio, o al menos eso parece. Son las cuatro y siete de la mañana y se que no voy a ser capaz de dormir. Distintos planes se han ideado en mi cabeza. Esperar pacientemente a ver como se desarrollan los acontecimientos. Tomar el toro por los cuernos e ir a buscar a Luca por mi cuenta, como si esto fuera una película y yo fuese la heroína estúpida.

Llamar a Cristian.

Quizás sea el movimiento más sensato, pero el más complicado. No sé qué explicarle ni cuánto. La vergüenza me consume al recordar lo del coche y lo del baño, sobre todo lo del baño. Ahí dentro perdí todo el poder que había ganado. Había suplicado, me había rendido y lo peor, me había sentido bien, incluso aunque no tuve el final feliz lo había disfrutado.

Tengo que centrarme.

Ese es el juego de Luca. Quiere controlarme con el sexo, con la incertidumbre y con el miedo. No se lo voy a permitir. Aunque puede ser que también me esté tratando de proteger. Necesito ordenar mis ideas.

Me levanto y voy al escritorio. Encontrar el boli es fácil, la libreta me lleva algo más de tiempo. Abrir un par de cajones y ahí está. Eso me lleva a preguntarme varias cosas y comienzo a anotar.

¿De quién es esta casa? ¿Luca?

¿Cuál es el papel de los rusos en todo esto? ¿Dinero? ¿Algo más?

¿Cómo sabían de mí?

¿En qué líos ilegales está metido Luca?

¿Cuál era el nombre de…?

¿Lavrok? ¿Larok?

Y de momento la pregunta que más me atormenta

¿Quién es el hombre rubio?

No es porque sienta que el hombre que me apunto en el parking con su arma no sea peligroso, pero hay algo en el otro, en sus ojos fríos, en su cara, que me pone todos los pelos de punta. Como si ya hubiese matado antes y le diese igual.

No me gusta.

Lavrov

Ese era el nombre.

De pronto algo se me ilumina en la mente. Quizás no puedo recurrir de momento a Cristian, no hasta que tenga más información del asunto, pero puedo buscarla. No soporto estar sentada aquí, sabiendo que Luca puede estar muerto ahora mismo. El tipo es tan cabezota que no ha querido la ayuda de nadie. Se que Daniel no sabe nada y está ahí, tan tranquilo, comiendo sus patatas. Si él no quiere preocuparse me da igual, pero que no se ponga en mi camino.

Arranco la hoja y cuidadosamente la doblo para guardarla en el bolsillo del chándal. Busco el cordón del mismo y me lo aprieto al máximo decidida que no se caiga más de mis caderas.

Camino de puntillas hacia la otra habitación con una intención clara. Se que es ahí donde está la bolsa de entreno de la que habló antes Luca, donde imagino que están todos esos juguetitos que Daniel me comentó anteriormente. Quiero comprobar a ver si hay cuerdas.

En medio de la oscuridad me topo con ella y no pierdo el tiempo en abrirla suavemente. Ahí está todo. Revuelvo las esposas, las cuerdas, las pinzas, el látigo… Me estremezco, pero seamos sinceros, también me caliento.

Basta.

Concentración Cat.

Agarro las cuerdas. Las extiendo en el suelo con cuidado y algo rueda sobre la madera, interrumpiendo el silencio de la habitación. Tomo el tarro traicionero rápido en la mano y escucho, a la espera de si Daniel se ha interesado por lo que estoy haciendo.

No lo parece. La televisión sigue encendida y por increíblemente que parezca el hombre se ríe de alguna cosa.

Lo observo y no me puedo creer la suerte que tengo.

Zolpidem.

Lo conozco. Cuando mi padre murió mi madre se enganchó a esta mierda durante un tiempo. Guardo las cuerdas debajo de la cama. Tomo cuatro pastillas. No recuerdo cuantas tomaba mi madre, pero no me la voy a jugar. Abro de nuevo la caja y tomo otra. Espero que tampoco le afecte a su salud, solo quiero dejarle k.o.

Las guardo en el bolsillo del chándal y cierro de nuevo la mochila. Es hora de actuar un poco.

Me acerco al salón de nuevo y el calor llega hasta mí gracias al fuego de la chimenea. Veo a Daniel que no me presta atención pero estoy segura de que ha notado mi presencia. Tomo aire.

  • ¿Tienes hambre?

Esas palabras activan algo en su cabeza.

  • Yo siempre – me sonríe animado.

  • Voy a preparar algo. No he cenado hoy.

  • Te ayudo.

  • ¡No!- su mirada me examina con atención. Sospecha- Prefiero hacerlo yo, me relaja cocinar.

Me observa atentamente, buscando seguramente algo en mi gesto que me delate. Lo tiene crudo, siempre he sido buena mentirosa.

Entro en la cocina por primera vez, nadie se ha dignado a hacerme un tour por la casa. Con rapidez y sin analizar mucho la distribución voy directa a la nevera, temerosa de no encontrarme con nada. Nada más lejos de la realidad. Está llena y no solo de comida envasada, hay verduras frescas, queso, leche, yogures, ensalada…

Tengo que hacer algo rápido. Me encuentro con un bote de tomate. Abriendo los muebles de madera me encuentro con la otra parte del posible plato. Ya lo tengo claro.

-Dani, ¿te gustan los espaguetis?

-Et qui ne le fait pas?

Me lo tomo como un sí y sonrío.

Con rapidez pongo a calentar el agua para cocerlos y saco el tomate ya triturado del bote a una sartén, con la idea de agregarle alguna especie y el ingrediente más importante. Busco en la despensa un mortero. Lo tomo con manos temblorosas y de momento lo dejo sobre la cocina. Tomo también ajo y lo añado a la salsa. El agua comienza a hervir y echo los espaguetis. Siete minutos de cocción.

Me gustaría salir y chequear a Dani, pero es un paso atrevido, puede pensar que tramo algo. Busco dos platos llanos y los pongo sobre la mesa. A continuación, y mirando una vez sobre mi espalda echo las cinco pastillas al mortero y las aplasto con determinación, hasta que se vuelven polvo. Le agrego un poco de agua y me dispongo a separar mi salsa de la suya.

En cinco minutos más lo tengo todo preparado. No he probado su parte y siento que va a darse cuenta. Visualmente ambos tienen el mismo aspecto, salvo la cantidad, la suya es algo mayor. Huele bien.

-Dani, ya está esto.

Se levanta para tomar los platos y llevarlos hasta la mesa.

  • Espero que no hayas hecho mucho lío en la cocina, ya que me toca recoger…

Vaya, así que tiene pensado recoger él. Me sorprende.

Me siento en el suelo porque es más cómodo comer así con el plato apoyado en la mesa.

  • Lo mínimo

Él vuelve a su sitio, casi enfrente de mí. No duda en tomar el tenedor y meterse una buena cantidad de espaguetis en la boca, con la salsa. Su gemido me pone en sobre aviso, pero luego compruebo que es en aprobación.

  • Délicieux

Le observo comer atenta y estoy tan nerviosa que no consigo comer nada, solo lo revuelvo. Espero que funcione, porque si no lo hace y se da cuenta, Daniel se va a enfadar y no quiero lidiar con él enfadado.

Sus ojos están clavados en la televisión y se ríe de vez en cuando.

  • Cat, ¿no comes?

Decido ser sincera, al menos en parte.

  • Estoy nerviosa. Yo…creo que me ha venido mejor cocinarlo que comerlo. Solo…quería una distracción.

Él toma el último bocado de su plato analizándome. Al acabar lo posa suavemente sobre la mesa y se limpia con la servilleta.

  • Él va a volver petite fille.

Me estremezco con sus palabras.

  • ¿Sabes en qué está metido?

  • Chaton curieux, si no sabes es porque no tienes que saber.

Me giro hacia la televisión cabreada, contando los minutos. Está viendo el hotel Transilvania, la película. Que personaje más extraño es este hombre. Jamás me imaginaría a Luca viendo esta peli, o sí. No lo sé.

¿Y a Cristian?

¿Qué hago pensando estas cosas?

De pronto la mesa se arrastra contra mí en un chirrido y me vuelvo. Daniel se ha levantado y en un mareo se ha tenido que apoyar en la mesilla para no caerse. Sus ojos algo idos se posan en mí con confusión y después ira. Se irgue y le veo demasiado decidido. Me levanto rápido alejándome de él, rodeando el sofá. Vuelve a tropezar esta vez con la propia mesa al intentar seguir mis movimientos rápidos.

  • ¿Qué… me has dado?

Su voz suena amortiguada, como si la lengua le pesase. Decido ser sincera.

  • Zolpidem

Se apoya en el sofá para sostenerse y sus ojos grises me atraviesan, después me brinda una fría, siniestra y mortal sonrisa.

  • ¿De dónde…? Merde. No hagas más cosas estúpidas.

Es una advertencia, pero debajo de eso veo su preocupación. En un movimiento demasiado rápido se acerca a mí, pero en el último momento tropieza de nuevo y cae al suelo confuso.

  • Podemos jugar al gato y ratón hasta que te caigas o puedes sentarte y calmarte- se lo digo con tranquilidad

  • Has jugado con el tipo equivocado.

Me encojo de hombros pero él tiene los ojos cerrados y no puede verme. Se queda ahí quieto y yo dejo que pase el tiempo, ni siquiera se cuánto, lo suficiente para sentarme en el suelo desde dónde le puedo vigilar. De pronto su cuerpo cae hacia atrás dormido, o eso espero. Veo su pecho subir y bajar lento.

Me levanto rápida y espero que no me la esté jugando. Me acerco a él despacio, atenta a cualquier movimiento repentino pero sus pequeños ronquidos me dejan claro que está fuera de juego.

Con rapidez agarro el teléfono de su pantalón y las llaves del coche. Me ha infravalorado y aquí tiene las consecuencias. Una vez consigo lo que quiero salgo de la casa. Es de noche y por un segundo me cuesta encontrar el coche negro aparcado a un lado. Gracias a dios es un 206 bastante machacado. Sin remordimientos me voy del lugar.