Segunda vida 10.Cita con María

Empieza la cita con María la segunda chica de David, al principio la cosa empieza tensa por la pelirroja y compañía; pero antes de que se den cuenta la cosa se relaja y es que se llevan estupendamente o eso o son...los más mentirosos del mundo, se conocen y luego llega lo inevitable el sexo.

Segunda vida

Capítulo 10. Cita con María

María y yo vamos en el coche, ella parece un poco enojada; no ha puesto música, estamos sumergidos en un silencio incómodo.

-      ¿no tenías algo que preguntarme? – le pregunto, ella me mira y hace un sonido de molestia; mientras se centra en conducir.

-      ¿para que necesitas tantas tías? – me pregunta, al fin tras un rato más en silencio.

-      Es difícil contestarte a esa pregunta. – me defiendo, mientras pienso que responder.

-      ¿difícil? – me pregunta. – no veo la dificultad, si todos los demás se conforman con 1; porque tú vas ya por 5. – me pregunta sin preguntar.

-      Es simplemente complejo, con 1 sola no me basta; ligo mucho, no me puedo decidir, asi que…por ahora son 5 y alguna esporádica caerá. – sentencio, sin una respuesta clara.

-      Pffff – resopla. - ¿tu prima lo sabe? – me interroga.

-      No – niego con la cabeza – Se lo imagina. – pienso en voz alta.

-      ¿pero tú no estás enamorado de ella? – sigue con su interrogatorio.

-      Es complejo – repetimos al unísono y ella empieza a reírse. – sabía que dirías eso. – termina, sin parar de reír.

-      La quiero, porque perdí la memoria; para mí no es mi prima, es una chica que me encanta. – me sincero con María.

-      ¿y si tu prima te dijera que sí? ¿nos dejarías a las demás? – me pregunta.

-      Es posible, pero dudo que mi prima pueda conmigo; por si sola. – suelto para reírme después, haciéndola reír.

-      Eres un tipo fogoso, ninfomano o algo asi… - me acusa.

-      Bueno, soy un tío que no se cansa; con los deseos típicos de un chaval de 18 años, ¿Qué esperabas? – le pregunto y ella sonríe por toda respuesta.

-      Es cierto, teniendo 18 años; no se te puede pedir compromiso. – piensa en voz alta para sí misma.

-      ¡Eh! Ya te dicho que puedo comprometerme cuando quiera, pero tengo que cribar todas las chicas que vienen; quizá me quede con 5 pero estas no sean, las 5 con las que empecé. – la amenazo, para ver su reacción.

-      Tu di lo que quieras, sé que tu prima y yo si estaremos al final. – deja caer muy segura de sí misma y de mi prima.

-      Yo no estaría tan segura. – le contesto.

-      ¿y eso por qué? – me pregunta directamente.

-      Bárbara es la que más puntos tiene hasta ahora. – le informo.

-      ¡¿Bárbara?! Esa guarrilla insegura…Créeme ella nunca va a poder competir con mi cuerpazo y mi cara bonita, en cuanto a tu prima; nadie puede competir con el morbo que da una prima, asi que ambas estamos seguras. – argumenta, María; sin obviar insultar a Bárbara.

-      En la vida hay mucho más que un cuerpazo y una cara bonita. – le debato.

-      Cariño, di eso cuando me pruebes. – dice y me guiña el ojo, haciéndome sonreír.

Pocos después llegamos a un aparcamiento grande, ella aparca sin problemas y se gira hacia mí; besándome en los morros, como si no hubiera un mañana y obviamente pegándose a mí para que note su cuerpazo.

-      ¿Qué tal nene? – dice relamiéndose y arreglándose el maquillaje con los espejos del coche.

-      Bien, no está mal. – le respondo, para picarla.

-      ¡¿no está mal?! Ahora veras…tú lo has querido. – me amenaza, situándose sobre mí y comiéndome a besos; pasando mis manos sobre todo su cuerpo, sin obviar que está sentada sobre mi parte sexual que está reaccionando a sus besos.

Al poco se quita y vuelve a repasarse el maquillaje.

-      ¿ahora no preguntas? – le pregunto.

-      No me hace falta, ya levanté el mástil. – se ríe sola.

Nos bajamos y tengo una erección curiosa, muchas miran hasta que me la arreglo para disimular; ella solo se vuelve a reír, la miro mal y me acerco a ella.

-      ¿incomodo? – ríe divertida, mientras cierra el coche.

-      No, esto es divertido. – le sonrío de vuelta y ella se queda perpleja.

-      ¿Dónde le ves la diversión? – me sonríe.

-      Si yo estoy empalmado, ¿a quién crees que le va a tocar bajármelo? – argumento, haciéndola dejar de reír.

-      ¿y si me niego? – interroga.

-      Simple, perderás los pocos puntos; que te dan tu cara bonita y tu cuerpazo. – juzgo, haciéndola molestar.

-      Pocos puntos, dice… - suelta incrédula, no puede creer lo que le digo; bajo ningún concepto.

Ella se agarra de mi brazo, por como muchas nos miran y muchos; quitarían a nuestra pareja de en medio, situándose ellos.

-      Parece hacemos buena pareja, eh. – juzga, viendo la atención de la gente.

-      Eso parece. – sentencio, siendo escueto.

Llegamos en silencio, hasta un bar; donde la terraza está llena, sobre todo de universitarios.

-      ¿no está demasiado lleno? – le pregunto.

-      Si, por eso venimos; es barato, para estudiantes.

-      Es cierto, estoy bastante corto de dinero. – rio divertido.

-      Tú y todos, es de los más normal. – aprecia ella.

Agarramos una mesa y nos sentamos en ella, al poco viene un camarero.

-      Has pensado en todo. – admito.

-      No me subestimes. – dice, poniéndose unas gafas de sol.

Sonrío y empiezo a mirar la carta, hay un poco de todo; me gusta el bar, la verdad.

-      Buenas, ¿Qué queréis para tomar?

-      ¿pedimos un par de tapas? – le pregunto a ella.

-      Os aviso, que la bebida también trae una tapa. – nos avisa él.

-      Si, tranquilo; lo sabemos. – le contesta ella.

-      Quiero una coca cola. – le digo

-      Cerveza para mí. – pide ella.

-      De acuerdo, la tapa de la bebida no es seleccionable os traeremos una al azar; ¿pedís las tapas después? – nos pregunta el.

-      Si, mejor. – asiente ella.

Él se marcha y nos quedamos solos, aunque las mesas de alrededor nos observan bastante; tenemos suficiente intimidad, para nuestra cita.

-      Eres más lista de lo que pareces – argumento, haciéndola sonreír.

-      Todos quedáis hipnotizados por mis tetas, os olvidáis que tengo cerebro. – ríe divertida. – hay algo más arriba de ellas – se jacta.

-      Si, una cara bonita. – me mofo y se le corta la risa.

-      Que gracioso eres, simpático. – me saca la lengua como una cría.

-      Mmm…sabe rica. – digo al haberla atrapado en mi boca.

-      Que tonto eres. – sonríe.

-      Si, hacemos buena pareja. – rio y me pega.

-      ¡imbécil! – me insulta, molesta.

Mientras me rio, llega el camarero; que deja las bebidas sobre la mesa, con una tapa de pulpo a la gallega y un par de gambas al ajillo.

-      Mmm…que pinta. – digo, ella coge ambas gambas y se las mete en la boca.

-      Este es tu castigo. – suelta, molestándome ella a mí.

-      Vale, está bien. – acepto, pero la beso y le robo la mitad.

-      ¿Qué haces? – protesta, molesta.

-      Justicia. – le aclaro, haciéndola reír y eso provoca que me ría yo también.

-      Nos llevamos bien, ¿verdad? – me pregunta.

-      Si, la verdad es que sí; me lo estoy pasando bien contigo. – admito a regaña dientes.

-      ¿Mejor que con Bárbara? – me pregunta, intentando averiguar.

-      No voy a comparar. – sentencio, provocando su sonrisa.

-      ¿Asi que eres un caballero, a pesar de tener un harem? – me interroga, alagándome.

-      Algo asi. – le respondo.

Mientras conversamos nos vamos comiendo el rico pulpo a la gallega, cuando la tapa se está acabando…

-      ¿quieren algo más los señores? – pregunta el camarero, que se nota está muy atento a sus mesas.

-      Claro, la gorda esta se lo ha comido todo; ¿Cómo no me voy a quedar con hambre? – le digo, y ella se pone de todos los colores; mientras el solo se ríe.

-      No le hagas caso, es un pobre idiota y glotón; se lo quiere comer todo. – se excusa, cuando consigue relajarse.

-      Si…todo te lo voy a comer después. – le suelto, poniéndola roja como un tomate. – Quiero otra de gambas y a mi tráeme los mini solomillos al roquefort. – le pido, primero pensando en ella y luego en mí.

-      ¿y tú quieres algo? – le pregunta el camarero.

-      Si, otra de pulpo y una carrillada mixta. – le pide a él.

-      ¡Marchando! – dice mientras se marcha.

-      ¿Para qué pides gambas otra vez? – me pregunta por lo bajo.

-      Porque he visto que te han gustado. – confieso.

-      Ah – responde, sin saber que decir.

Terminamos el pulpo.

-      La verdad es que eres un chico un poco raro, ¿eres asi con todas? – me interroga por pura curiosidad.

-      No, con cada una soy según sea ella conmigo. – argumento, lo que realmente pienso.

-      Entiendo. Me gusta cómo eres, otro cualquiera ya me hubiera metido mano. – me explica el porqué de sus palabras.

-      Hay tiempo para todo. – le contesto, haciéndola sonreír y le devuelvo la sonrisa.

Al poco vuelve el camarero con lo demás que hemos pedido.

-      ¡Que aproveche! – nos desea retirándose.

-      ¿te gusta el sitio al que te traje? – me pregunta.

-      Si, está bien; la verdad, eres una tía genial. – aprecio, su compañía.

-      Me alegro que al fin te estés dando cuenta. – dice orgullosa.

-      Hombre, algo tendré que decirte; para que me abras las piernas. – rio divertido, causando su enojo.

-      Pero serás… - empieza a decir, pero mis labios no permiten que acabe su frase.

Cuando terminamos volvemos a comer.

-      No eres como imaginaba. – me responde.

-      ¿mejor o peor? – le pregunto, ella mientras come luce pensativa.

-      Mejor y peor. – dice, tras un rato; quizá más dubitativa que antes.

-      ¿mejor? – pregunto.

-      Eres muy divertido. – opina.

-      ¿peor? – pregunto.

-      No eres el tío perfecto que pensaba. – se sincera.

-      Quizá no soy el tío perfecto que pensabas, posiblemente sea el tío perfecto que necesitabas. – le debato, haciéndola pensar y reír a la vez.

-      Eres un pedazo de…

-      ¿Engreído? – termino su frase en estilo pregunta.

-      De eso sí que no hay dudas. – ríe, divertida.

Tras un almuerzo ameno, el muchacho nos trae la cuenta; 4 tapas y 2 refrescos, 12 Euros.

Saco la cartera y ella me pega un bocado en el cuello.

-      ¡Auch! ¿a qué ha venido eso? – me quejo, aun con la cartera en la mano.

-      Ya me advirtió tu prima que tenías tendencia a pagarlo todo y ese ha sido tu castigo. – me suelta, molesta.

-      Pero eso es lo que hacen los caballeros… - contesto apenado y dolorido.

-      Eso hacen los pagafantas y tú no lo eres. – dice, dándome un beso en el cuello; donde me mordió. – ala, curado. – añade, como si fuera un crio.

-      No soy un niño. – me quejo, molesto.

-      ¿Ah no? Creía que sí. – se mete conmigo, mientras paga.

-      En la cama te voy a demostrar lo niño que soy. – le amenazo y ella se ríe, con cara de guarrilla.

-      Yo soy virgen, ten cuidado conmigo; por favor. – dice poniendo cara de puberta nerviosa, fingiendo.

-      Vaya, te voy a dar un óscar; no me finjas los orgasmos, que la liamos. – le digo, haciéndola carcajear.

-      Yo no hago esas cosas. – me miente en la cara.

-      Claro, y yo me lo creo.

-      Bueno a veces sí, pero es que muchos se creen la polla follando y luego no llegan a mierda. – rechista, haciéndome carcajear a mí.

Nos montamos en el coche, entre risas; empujándonos, mordiéndonos y metiéndonos el uno con el otro.

-      Eres una tía genial, me sorprende que no tengas novio. – observo, pero ella abre la boca y pone un gesto triste.

-      Si tú sabes, a veces los tíos que una encuentra son un poco capullos. – me confiesa, evadiendo el tema.

-      Si, tienes razón. – acepto, sin rechistar

-      ¿en serio? – pestañea confundida.

-      Si, la verdad es la verdad. – repito la aceptación sin pegas.

Ella abre la boca de par en par y no dice nada más, por el camino pone música pop y se pone a cantar; la verdad es que canta bien, le gustan las canciones en inglés.

Cuando llegamos a casa mi prima.

-      ¿nos vemos otro día o quieres que suba contigo? – me pregunta.

-      Me gustaría que subieras, pero no voy a obligarte; tú decides, tenemos un par de horas hasta que me vaya a trabajar. – le comento, para ver que hace.

-      ¿no me obligas? ¿no decías que la que lo sube es la que lo tiene que bajar? – me dice fingiendo inocencia de nuevo.

-      No te obligo y es lo ideal, pero si no quieres te busco sustituta. – le doy la vuelta a la tortilla.

-      Vale, voy yo; porque no vas a encontrar una sustituta mejor. – me sigue el juego.

Subimos a casa mi prima, en el ascensor comenzamos a besarnos con pasión; estamos solos en él, hemos intentado evitarlo, pero ambos hemos caído en la red del otro. En el ascensor nuestras manos han respetado al otro, sus manos se mantuvieron en mi cuello; las mías en su espalda, entramos besándonos en casa mi prima.

-      ¿¡prima?! – pregunto, ciertamente aliviado de que María lo sepa.

-      No esta, a esta hora estará trabajando. – dice María, mirando su móvil.

-      Entonces tenemos toda la casa para nosotros solos… - digo, sonriendo.

-      Me das miedo cuando pones esa cara, ¿Qué estás pensando? – me pregunta, sin separarse de mí.

-      Ya he estrenado el baño, el salón y mi cuarto; pero quedan salas donde no he hecho nada. – digo, tentándola.

-      ¿Aún no has metido a otra en la cama de tu prima? – pregunta, con cara de traviesa.

-      No, aun no. – niego.

-      Pues, vamos… - me anima a hacerlo.

Vamos besándonos y metiéndonos mano por cada esquina, nos estrellamos mutuamente contra las paredes; con una ansiedad poco frecuente, hasta que llegamos al cuarto de mi prima. Una vez allí miramos los dos y nos miramos.

-      ¿Eso es tuyo? – me pregunta.

-      Va ser que no. – niego, mirando asombrado.

-      Entonces…yo no me meto ahí. – me avisa.

-      Yo tampoco, piensa en otro sitio. – le pido, mientras miro atónito la escena.

-      Te la ha devuelto. – suelta ella y yo asiento.

La cama esta desecha y manchada de sustancias, un par de condones por el suelo; llenos de condimento blanco, con un nudo para que no se desparrame…la ropa de ella manchada y tirada por allí también.

-      ¿la cocina? – me pregunta.

-      ¿Dónde de la cocina?

-      ¿encima de la lavadora? – me interroga.

-      Vale, vamos a centrifugar. – digo con una sonrisa malvada, aunque no me quito de la cabeza lo que hizo mi prima.

Llegamos a la cocina, pongo una lavadora con la ayuda de María; ella se sitúa encima de la lavadora, preparada cuando la pongo en marcha. Tardará aún unos minutos en centrifugar, lo justo para volver a calentarnos; porque la escena nos ha enfriado un poco a los dos, nos ha cortado el rollo.

Nos damos besos con los labios cerrados en los labios, la cara; el cuello, las orejas y el cuerpo superior. Nos acariciamos por todas partes, sobre todo pasamos la mano por zonas erógenas; ella acaricia mucho mi cuello, por mi parte mucho sus tetas y su culo. La lavadora va cogiendo velocidad, mientras nos metemos lengua ya; ella abre sus piernas y nos empezamos a rozar, calentando el asunto. Los primeros jadeos, suspiros y gemidos empiezan a aparecer; sé que está fingiendo para maximizar lo que siente, pero lejos de cortarme el rollo me pone más y es que gime muy erótica.

Nuestros besos ya no solo usan lengua y dientes, sino que se contagian de una pasión desenfrenada; luchando por llevarnos al otro a nuestro terreno e intentando fundirnos en uno solo, casi sin separarnos para respirar. Nuestras manos no solo exploran al otro, sino que arrancan la ropa prácticamente; se aferran a cada trocito de piel, sobre todo si es un punto erógeno y eso la hace gritar como loca. Luego, nuestros roces se vuelven casi violentos; conforme la ropa va desapareciendo, la necesidad por entrar en ella y de ella de sentirme dentro se vuelve como respirar.

Para cuando la lavadora empieza a centrifugar, ambos estamos listos; sin mediar palabras, solo con una mirada se la meto hasta el fondo ya que esta mojadisima y excitadísima le entra del tirón. Jamás en ninguna de mis dos vidas, me tirado a tías tan buenas; ni he participado en escenas tan morbosas, pero meterla dentro de una tía sobre la lavadora centrifugando ufff.

Mientras ella colabora metiéndosela, yo se lo meto también; sin dejar de tocarnos y de besarnos, mientras la lavadora la hace vibrar con mi polla dentro. El ritmo que llevamos es brutal, ella no para de pronunciar mi nombre entre sus gritos y gemidos; nos hemos cuadrado en el ritmo del mete y saca como dos profesionales, la vibración hace de esto un momento mágico.

-      Primo, córrete; préñame. – me pide, fingiendo que es Eva.

-      Uf, no me digas eso. – le pido.

-      ¿Por qué primo? ¿no quieres? – pregunta, fingiendo inocencia.

Le empiezo a meter por toda respuesta un ritmo inhumano, ella grita de morbo; ya que no solo le gusta, le duele y empiezo a gritar yo conforme me voy corriendo. Mientras me corro, ella arquea la espalda; está teniendo un sinfín de orgasmos brutales, que se suceden unos tras otros.

-      ¿cambiamos de posiciones? – me pide.

-      Claro. – asiento.

Me siento sobre la lavadora yo y ella se sienta sobre mí, ahora vibramos por partida doble; haciendo el segundo polvo mucho más placentero, lo peor es que sigue gritándome primo y eso me pone tela.

-      Follame primo, no te quedes ni una gota; dámelo todo. – me pide, con cara de guarra.

-      Venga, dame más. – me suelta, mientras me azota el culo.

Le doy todo lo que tengo, utilizando toda la energía extra; ella pega gritos de verdad, deja de fingir por unos instantes con un mete y saco brutal de nivel 2 de vibración.

Los dos, acabamos reventados, nos bajamos casi sin fuerzas de la lavadora; ella con el coño goteando semen, por mi parte escurriendo fluidos y semen también.

-      ¿nos vamos un rato a la cama? – me pide.

-      ¿quieres otro? – le pregunto

-      No puedo más, pero si te mueves tu… - me dice, moviendo el culo sugerente.

-      Claro, que me moveré yo.