Segunda experiencia con Un Maduro de madrugada

Repito con el maduro porque tengo ganas de que me riegue de nuevo...pero vamos más allá

Hace ya varios años que relaté mi experiencia con un Maduro de Madrugada, pero no he llegado a escribir las otras 2 que tuve con él.

Con esto de la pandemia estoy como un perro en celo ya que, además del sexo marital, que está muy bien, echo de menos mis escapadas, en especial, echo de menos las pollas. Hace ya meses que no siento el cuerpo caliente de otro hombre, los músculos, el vello corporal y, sobre todo, su polla. Me muero por comerme una polla. Seguro que como muchos de vosotros.

Llevo meses leyendo relatos y viendo videos gay, como me ponen, y he revisitado los que he publicado yo y me he dado cuenta que publiqué mi primera experiencia con Manuel, en un Maduro de Madrugada, y se me quedaron otras sin escribir.

Quedé con Manuel otras 2 veces, aquí contaré la segunda de ellas. Fue el mismo verano, un poco más tarde, un día de semana, que hacía mucho calor. Yo estaba en la oficina por la tarde, recuerdo que llevaba traje por una visita a un cliente que tuve que hacer esa misma mañana, me había quitado la corbata y estaba medio descamisado, demasiado calor.

Por motivos de trabajo me tuve que quedar hasta algo más tarde de la hora de salida, y, poco antes de salir mi mujer me llamó para decirme que se iba con una amiga de compras, que no estaría cuando llegase a casa. Esto me hizo pensar en que, cuando llegase a casa, podría hacerme una buena paja en la ducha. Mi nivel de calentura fue subiendo y, ya que estaba solo en la oficina, reconozco que me empecé a sobar la polla por encima del pantalón mientras terminaba de enviar un par de correos electrónicos y cerraba.

Y se me ocurrió el porqué no probaba suerte con Manuel, tal vez podría pasarme por su casa, si le cuadraba, y nos comíamos los rabos como el otro día, la experiencia había estado muy bien, así que le envié un mensaje de whatsapp, nada comprometido, solo un hola.

Me contestó casi al momento, se acordaba de mi. Entablamos una conversación:

  • Manuel: hola, ¿qué tal todo?

  • Yo: bien, ¿puedes charlar ahora?

  • Manuel: sí, me coges bien. ¿tú?

  • Yo: si, también bien. Hoy tengo un rato, y me preguntaba si te apetecería repetir

  • Manuel: sí, me encantaría comerte la polla otra vez

  • Yo: a mi también me gustaría comértela. Yo puedo ahora, en un rato. ¿puedes tú?

  • Manuel: sí, ahora puedo, tengo unas horas hasta que vuelva mi mujer, ¿vienes a mi casa?

  • Yo: ok, voy para allá, estoy muy cachondo.

  • Manuel: yo también, me has pillado haciéndome una paja. Yo: no te la hagas, te la hago yo y me das tu leche. Manuel: te la doy toda guapo, donde tú quieras.

Así cerré a toda velocidad, y me fui pitando a su casa, que me cogía de camino a la mía.

En el coche, claro, me fui imaginando lo que sería el encuentro y lo que me gustaría hacerle. Me gustaría que me diese por detrás, pero no tenía claro el tiempo que tenía y quería llegar a casa antes de que volviese mi mujer para poder echar la ropa a lavar y darme una ducha.

Llegué a su casa y pude aparcar cerca, no como el día que fui de madrugada, pero no muy lejos, a un par de minutos andando. Le envié un mensaje diciendo que acababa de aparcar y que estaría en su portal en 2 minutos, y preguntándole de nuevo su portal y piso, no lo recordaba. Me contestó y me lanzó un beso.

Dejé la chaqueta del traje en el coche y salí. Camino a su portal notaba los nervios típicos de los prohibido, notaba mi polla morcillona en mis calzoncillos, la sentía medio dura bailando según andaba. Supongo que más una sensación que nada que se me notase mucho, pero esto me daba mucho morbo.

Llegué al portal y llamé a su piso. Me abrió inmediatamente y entré. Era una urbanización con lo que se oían los típicos ruidos de piscina del verano. Me fui directamente al portal interior, volví a llamar y me abrió. Llegué al ascensor sin que me cruzase con nadie. Pensé en la gente de la piscina, disfrutando de una buena tarde de forma habitual, mientras dos hombres iban a comerse las pollas y regarse de semen el uno al otro a pocos metros. Esto me puso más cachondo todavía. Siempre me ha puesto mucho esa sensación de que, al lado del desarrollo normal de un día y actividades cotidianas, puede haber una sesión de sexo morboso y guarro.

Cuando llegué a su puerta abrió sin tener que llamar. Manuel, que estaba solo con un pantalón de deportes, sin camiseta, me invitó a entrar con una sonrisa, yo también sonreí. Según cerró la puerta se acercó a darme un beso. Yo le di un morreo, nada de besos, lengua hasta la garganta. Abrió la boca y nos morreamos sin decir nada. Nos comimos la boca con deseo, yo estaba caliente, pero él lo estaba más creo ya que rápidamente buscó mi polla, agarrándola por encima del pantalón. Yo me deje hacer mientras disfrutaba de su boca y su lengua.

Como comenté en otro relato, los morreos con hombres no es algo que me llamase la atención cuando empecé a quedar, pero después de probarlo es algo que me parece supermorboso y superguarro. Normalmente son morreos frenéticos, los dos estamos muy salidos y tendemos a comernos la boca con avidez. Además, se junta que, como en el caso de Manuel, ambos tenemos perilla, con lo que además notaba su vello en contacto conmigo lo que añadía morbo a todo y lo hace totalmente distinto a besarse con una mujer.

Nos devoramos la boca un buen rato, el me hacía una paja y me ponía la polla dura y yo le retorcía los pezones como le gustaba.

· Manuel: Cómo me pones tío, como besas.

· Yo: me encanta hacerlo.

· Manuel: estoy muy caliente, quiero comerte la polla y follarte.

· Yo: no tengo tiempo, tendré que volver otro día. Pero quiero tu polla y tu leche.

· Manuel: Vale, una pena, dame tu polla ahora.

Dicho esto, se agachó y se puso de rodillas en frente de mí, me desabrochó el cinturón y me bajó los pantalones. Tenía la polla durísima y mi calzoncillo estaba a explotar.

· Yo: Hoy hace mucho calor, necesitaría lavarme. Le dije.

· Manuel: No hace falta, me pone mucho tu olor. Me dijo.

Y empezó a comerse mi polla por encima, sin quitarme el calzoncillo, gimiendo de placer. Yo estaba muy cachondo ya, me estaba poniendo como una moto.

Me bajé el calzoncillo y liberé mi rabo, que saltó como un resorte. Y Manuel se lanzó a por mi polla. Me la comió con ganas, se ve que estaba salidísimo, creo que más que yo. Yo tenía la polla muy dura ya y dejé que me chupase como él quisiese, cerré los ojos y me dejé hacer. Notaba sus labios sobre mi polla y su lengua en mi capullo, lamiéndolo con frenesí mientras subía y bajaba su cabeza con ganas. Me sobraba toda la ropa y se lo dije.

· Yo: quiero quitarme la ropa, ¿dónde la puedo dejar?

· Manuel: vente al salón, la puedes dejar en una silla.

Se levantó, vi que tenía una buena erección ya, el pantalón de deportes le apretaba y su polla luchaba con la tela. Me señaló una silla.

· Manuel: déjala aquí si quieres.

· Yo: ok gracias

Y me quité los zapatos y los calcetines, el calzoncillo y el pantalón, quedándome con la polla y el culo al aire y me fui a quitar la camisa cuando Manuel se puso detrás de mi y noté su polla entre mis nalgas, mientras se pegaba a mi y me lamía el cuello. Se había quitado el pantalón de deporte y no me había dado cuenta, así que me llevé una grata sorpresa. Mientras me desabrochaba la camisa, noté sus manos recorriendo mi cuerpo y su polla apoyada en mi culo, muy dura. Me encantaría notarla en mi culo, dentro, y que me follase. Joder.

Él movía sus caderas, como si me estuviese follando, despacio, mientras seguía besándome el cuello y me agarraba la polla con una mano y me pajeaba.

· Yo: joder Manuel, me estás poniendo a cien.

· Manuel: estás buenísimo, te estaría comiendo la polla todo el día.

Y se bajó, me empujó para que me diese la vuelta y volvió a meterse mi polla en su boca y a chupar de nuevo. Le paré y le pedí que me comiese los huevos, cosa que hizo con ganas.

Yo veía su polla desde arriba, cómo se movía y cómo goteaba de deseo. Yo también quería comérsela.

· Yo: Ahora soy yo el que quiere chupar, dame tu polla.

Le aparté y me bajé, me puse de rodillas mientras él se ponías de pié y le agarré la polla y me la metí en la boca, entera, hasta el fondo. Se la chupé con ganas, agarrando su culo con mis manos mientras tragaba todo su rabo. Me la metí hasta la campanilla, la dejaba allí un rato y la sacaba. Le comí los huevos mientras le miraba a los ojos y notaba que estaba loco de deseo. Él tenía una mano apoyada en mi cabeza, siguiendo mis movimientos, y la otra en una silla, dejándose hacer por mi. No paraba de gemir y de decirme lo mucho que le gustaba cómo se la chupaba.

Después de unos minutos me levanté, quería más morreos. Me pegué a él y le besé. Nos morreamos un buen rato, su mano en mi polla, las mías en sus pezones, retorciéndoselos como a él le gustaba. Yo notaba su polla dura contra mi vientre, mojada. Su mano haciendome una paja, su lengua en mi boca luchando con la mía. Los dos estábamos muy calientes.

· Manuel: cómo me pones Víctor, estás buenísimo.

· Yo: jeje, lo dices porque te gusta que te coma la polla.

· Manuel: esto también. La chupas de maravilla.

· Yo: me gusta tu polla.

· Manuel: date la vuelta, quiero comerte el culo.

· Yo: no me he duchado, ¿seguro?

· Manuel: sí, quiero tu culo.

Me dijo esto mientras me empujaba para que me diese la vuelta. Yo me apoyé en la silla, saqué el culo hacia atrás, noté sus manos en mi culo y cómo se agachaba. Besos en ambos cachetes, nervios por mi parte para lo que viene, que es uno de los grandes placeres sexuales que uno puede experimentar. Noté cómo me abría el culo para llegar mejor a mi ojete y su lengua, despacio al principio, aumentando el ritmo, comiéndome el culo. Qué placer.

No dije nada en un rato, le dejé hacer, solo gimiendo bajito, disfrutando del placer que me estaba dando su lengua, variando el ritmo, lamiendo mi esfínter, presionando y metiendo la punta de su lengua en mi culo, que se abría sin problemas a sus caricias, alguna succión de todo el ojete, sabía lo que hacía.

· Yo: joderrrr, Manuel, cómo lo haces.

· Manuel: tienes un culo maravilloso, se lo merece todo.

· Yo: sí, dale amor.

Una de sus manos empezó a acariciarme los huevos y la polla, no paraba de comerme el culo y ahora me trabajaba el rabo. Este hombre sabía como dar placer.

Yo estaba muy cachondo, notaba que mi excitación iba cada vez a más, no sabía que hora era pero ya quería que me follase por el culo, aunque solo fuesen sus dedos.

· Yo: fóllame con tus dedos

· Manuel: claro tío!

Y metió un dedo, suavemente, en mi culo. Entró con facilidad, entre la lubricación de su saliva y lo trabajadito que estaba con su lengua, lo recibí sin problemas. Notaba mi esfínter relajado y receptivo, lo había hecho muy bien.

· Manuel: joder qué culo tienes, te meto otro.

Y noté la presión en el esfínter de su segundo dedo, le costó algo más, pero se abrió camino hasta dentro, juntándose con el otro. Qué placer, sus dedos entrando y saliendo despacio de mi culo. Los sacó, los ensalivó bien y volvió a meterlos. Mejor todavía, qué gusto.

· Manuel: qué culo tío, como entran.

· Manuel: seguro que quieres que te meta la polla, ¿a que si ́?

Yo claro que quería que me follase, lo estaba disfrutando con sus dedos, pero sentir su polla en mi culo, su cuerpo pegado a mi mientras me penetraba es algo que estaba deseando. En esto sacó los dedos y volvió a meterme la lengua de nuevo, joder que placer. Estaba decidido, que me follase.

· Yo: quiero que me folles Manuel, ¿tienes condones y lubricante?

· Manuel: claro tío, ahora voy a por ellos.

Me moví para darme la vuelta, él sacó los dedos de mi culo, se levantó y nos comimos la boca frenéticamente. Los dos estábamos muy calientes. Yo le agarraba la polla, el me cogía el culo y lo apretaba.

  • Manuel: ahora vuelvo, no podemos hacerlo en la habitación por si manchamos mucho.

  • Yo: no te preocupes, así de pié me gusta, es como me masturbo habitualmente.

  • Manuel: vale, vuelo!

Y se fue por el pasillo hacia la habitación. Efectivamente, la posición en la que él me estaba comiendo el culo es mi favorita para meterme cosas por el culo, hace años que la practico en la ducha, sacando el culo y usando un consolador con ventosa en la pared de la ducha.

Manuel volvió con un condón y un bote de lubricante. Yo me arrodillé frente a él para chupársela un poco más.

· Yo: te la voy a poner bien dura.

· Manuel: no lo necesitas, estoy que reviento.

Me la metí en la boca y se la chupé poco menos de 1 minuto. Él ya había abierto el condón, me levanté mientras se lo ponía y me puse en posición, como antes. Manos apoyadas en la silla y sacando el culo para que me lo follase bien.

Echó lubricante en su polla, bastante y también en sus dedos que esparció por mi agujero, metió un dedo dentro y lubricó bien la zona, estaba preparado.

Acercó su polla a mi culo y presionó suavemente, entró con facilidad, entre el lubricante y lo preparado que yo estaba ya, hoy no habría problema. Añadir que Manuel no tiene la polla muy grande ni gruesa, así que me podría follar hasta el fondo. Me la fue metiendo despacio, muy despacio, sacando un poco, volviendo a meterla un poco más.

· Yo: sí tío, métemela entera.

· Manuel: que pedazo de culo tienes, qué bien entra.

Yo gemía de placer, Manuel bufaba de placer, dos hombres casados, maduros, disfrutando del sexo entre ellos, sin complejos, maravilloso.

Llegó hasta el fondo, noté su cuerpo pegado al mío, se quedó quieto y se echó hacia adelante, sobre mi espalda y se empezó a mover lentamente mientras me comía una oreja y me susurraba. Yo solo gemía y me concentraba en su polla en mi culo.

  • Yo: dame más largo, saca más la polla y métemela de nuevo

  • Manuel: claro tío, solo tengo miedo de correrme demasiado pronto. Me tienes a tope.

  • Yo: vale, hazlo despacio, pero no te corras, quiero que me llenes la cara. Manuel: joder, claro, lo que tu quieras!

Y siguió follándome, se irguió, me agarró de las caderas y empezó a bombear más largo y aumentado algo el ritmo, perfecto, aquello fue perfecto. Sentía toda su polla entrar y salir y me estaba dando muchísimo placer. Cerré los ojos y me dejé llevar, disfrutando.

No estuvimos mucho tiempo, Manuel ya tenía problemas de aguante. Yo no me la tocaba porque me pasaría lo mismo, notaba que si me tocaba la polla me iba a correr en poco tiempo.

· Manuel: joder tío, me voy a correr en nada, tu culo me pone mucho.

· Yo: córrete cuando quieras, pero quiero que me llenes la cara de tu leche.

· Manuel: te daré mi leche, te voy a pringar toda la cara.

· Yo: sí por favor, quiero tu semen en mi cara.

Le oía bufar cada vez más alto y notaba cómo iba incrementando el ritmo de su movimiento, follándome cada vez más rápido. Yo tenía el culo lleno, notaba cada centímetro de su polla entrando y saliendo y estaba deseando que se corriese encima de mí.

Un minuto después ya no pudo más.

· Manuel: me voy a correr tío, no puedo más.

· Yo: si, dame tu leche, casi gemí de placer de solo pensar lo que venía a continuación.

Me moví mientras él se echaba para atrás, me puse de rodillas delante de él mientras se sacaba el condón y lo tiraba al suelo. Me agarré la polla, no me la había tocado desde que me metió la suya en el culo y lo necesitaba. Quería disfrutar esto al máximo. Me agarró la cabeza con una mano mientras se pajeaba rápidamente con la otra, se acercó a mí, aquí venía el chorro. En el último momento, abrí la boca y saqué la lengua, no suelo hacerlo, no quiero tragarme el semen de nadie, pero estaba muy caliente y deseaba sentirlo todo, no solo el calor de sus flujos en mi cara y el morbo de una corrida facial, sino que también quería saborear su semen ya que le había saboreado su precum antes y estaba muy rico.

Y joder si vino, empezó a soltar leche a chorros, noté como me caían chorros en la cara, calentitos, en la lengua, en la boca, en el pelo, en la barbilla, en el pecho... por todas partes. Me regó entero. Y tuve que dejar de tocarme la polla o me corría yo también. La excitación que me producía el semen a chorros por mi cara era indescriptible, es algo que me encanta y me pone muy cerdo.

Mientras se corría, Manuel bufaba y gemía, y soltaba semen como si fuese una fuente. Yo también gemía, como una perra, me encanta esta sensación. Cuando terminó de correrse se arrodilló conmigo y me morreó, lamiendo su semen de mi lengua. Ahora lo saboreé, amargo y caliente, me encantó la sensación de tragármelo mientras nos comíamos la boca.

· Yo: menuda corrida tío, qué pasada.

· Manuel: buff, tío, me ha encantado.

· Yo: ahora me tengo que correr yo... ¿quieres semen tú también?

· Manuel: sí, córrete en mi boca como la última vez, es lo que más me gusta.

· Yo: vale, pero antes de tirarlo en el baño, ¿nos morreamos de nuevo?, quiero más leche.

· Manuel: claro que sí, dame tu polla.

Me levanté y me cogía la polla, la tenía super dura y grande. Se la metí en la boca y empezó a chupar con ganas, yo estaba que explotaba, la corrida en mi cara me había excitado mucho, notaba los pegotes en la cara, todavía calientes y el sabor de su semen en mi boca, me iba a correr pronto y en grandes cantidades.

· Yo: méteme tus dedos en el culo, le supliqué, fóllamelo mientras me corro.

Manuel no dijo nada, siguió mamando mientras introducía 2 ó 3 dedos en mi culo, bien dilatado y me follaba con ellos. Joder qué placer, me iba a correr con ganas. No tardé.

· Yo: sigue chupando que me corro tío... gemí. No pares de follarme el culo por favor.

No quería que sacase sus dedos de mi culo, quería correrme con ellos dentro, adoro tener un orgasmo con el culo taladrado, es alucinante las sensaciones que produce la contracción del esfínter contra lo que tengas ahí metido mientras te vas vaciando.

Y exploté, me agarré la polla cuando noté que me venía y solté lefazos en su boca, varios y abundantes. Manuel ni se inmutó, siguió chupando y moviendo sus dedos dentro de mi mientras yo me derramaba en su boca como hacía tiempo que no me pasaba. Orgasmazo tremendo.

· Yo: ah, ah, joder que pasada. No saques tus dedos, sigue follándome cabrón.

No quería que aquello terminase, tenía mi polla en su boca llena de mi leche, su mano en mi culo dándome caña, y ahora quería que me diese mis fluidos de vuelta, en mi boca, mi semen sí que me lo iba a tragar sin miedo.

Me fui agachando despacio, agarrando su mano para que no la sacase de mi culo, para tumbarme en el suelo.

· Yo: me tumbo en el suelo y me das mi leche, y sigue con tus dedos, no pares.

Mi polla salió de su boca, dura como una piedra y brillante de fluidos de machos en celo, los suyos y los míos. Me tumbé como pude, él de rodillas a mi lado con la boca llena dispuesta a darme lo que retenía dentro. Le sonreí, él sonrió también y se acercó a mi. Abrí la boca y saqué la lengua. El abrió la suya, despacio, dejando caer la leche mezclada con su saliva...oohhh, qué rico.

Estuvo un buen rato callendo semen en mi boca, resbalaba por mi lengua hasta mi boca, lo dejé allí hasta que no calló más y entonces me lo tragué. Conozco bien el sabor de mi semen, amargo, esta vez algo menos mezclado con su saliva, me encantó.

Manuel se relamía, le imité, se acercó y nos besamos. No fue un morreo frenético, lujurioso como antes, fue un beso de amante, lenguas lentas mezclándose. Noté su mano en mi polla, que seguía muy dura. Podría seguir una hora más, todavía estaba muy excitado, pero no tenía tiempo.

· Manuel: joder tío, ha sido el mejor polvo de mi vida.

· Yo: sí, ha estado muy bien, follas muy bien.

· Manuel: tú si qué follas bien.

· Yo: me tengo que ir, ¿puedo lavarme un poco antes?

· Manuel: claro, ven.

Nos levantamos y me llevó a un baño, allí, mientras me limpiaba el semen de la cara, cuello, pelo y pecho, seguimos hablando.

  • Manuel: otro día quedamos más tiempo y me follas tú a mí, tienes una polla riquísima y grande, quiero que me la metas.

  • Yo: claro, estaré encantado de darte caña.

  • Manuel: estaría bien que nuestras mujeres coincidieran fuera de Madrid y pasar la noche juntos, así podríamos follar con calma, sin prisas.

  • Yo: es difícil, pero sí me gustaría, hay muchas cosas que me gustaría hacer contigo.

Dicho esto, me dio la vuelta (yo estaba frente al espejo y él detrás de mi) y me volvió a besar, otro beso de amante. La verdad es que besaba muy bien, y mi polla reaccionaba cada vez que lo hacía.

Terminé de lavarme, me vestí y nos despedimos hasta otro día.

Habían pasado unos 45 minutos desde que llegué a su casa, me parecía que era mucho más por la intensidad del encuentro pero mejor, no esperaba que fuese tan completo ni tan satisfactorio, me iba bien follado y bien regado.