Segunda encuentro: amigos intimos

Segunda parte de amios intimos no recomendada a heteros.

La vida sigue por igual,

nuestro sentimiento de lujuria no acaba en la pasión

el desenfreno el desenfreno de la noche nos avasalla en nuestro amor.

Experiencia anterior fue mágica,

sentida en los sentidos erguida en los aspectos,

nuestro tiempo acababa y la mañana nos iluminaba,

nos levantemos en la mañana

fundiendonos en un beso,

despeguemos nuestros labios y nos fuimos del hotel,

en la carretera las dudas asaltaban,

que habíamos hecho; nos dejamos llevar,

solo pasión o quizás puro amor,

no se sabía nuestras miradas buscaban un cruce,

mas no las dejabamos,

la verguenza y la perdida de intimidad nos rechazaban,

que seria lo que nos deparaba la carretera.

Largas horas de sofocante calor pasaban en la carretera,

Conduciendo y preocupados finalmente paramos,

Cerrando el coche nos dirigimos a las mesas,

Solitario aquel lugar,

nada se oía solo el correr del frío río,

comiendo en silencio rehuíamos miradas,

miedo a que nuestros cuerpos dictaminaran

miedo a que nuestros sentimientos no se emparejaran.

La presión nos obligaba a hablar con palabras vanas,

"Que buen tiempo hace" "que paz" "que bienestar",

Cuando ambos solo deseabamos abrazarnos y nunca separarnos,

mas nuestro desconocimiento de lo que nos acaecía,

nos obligaba a la inseguridad.

Finalmente armas de valor hubo que tomar,

¡no podíamos seguir con la farsa!

-¿Me amas?- cual pregunta que respuesta,

en mis adentros solo se escuchaba ese enigma.

¿Y tu me amas?- rayo de luz se erguía en mi pecho,

su palabras eran crudas mas en sus puertas al alma,

solo se interpretaba:

Con mi amor, con mi ser, y todo cuanto te puedo ofrecer

Pregunta y contrapregunta chocaron,

Mas nuestras almas no respondieron se encargaron nuestros cuerpos.

Mirando nos fijamente lentamente acercamos nuestras caras,

Y sintiendo nuestros alientos nos enzarzamos en un beso,

Nuestras lenguas se entrelazaban no querían separarse,

más las ferocidades de nuestros miembros,

les obligaron a desahuciarse de los conductos bucales,

pasando la suya a saborear mi entrada,

la magistral lamida estimulo mi conducto,

Haciendolo mas versátil y amplio y engrosando mi verga.

Los sabores habían excitado a mi compañero de juegos,

Y no pudo esperar mas con nuestros pantalones a medio bajar,

hizo suya mi virginidad rectal.

Sintiendo un dolor extremo,

deje escapar un grito que rompió la paz del claro,

que se convirtió en ahogado,

que se convirtió en débil gemido,

que empozo a ser un gran gemido,

que la duda dejaba claro que terminaría en orgasmo.

Brutales lanzadas introducía mi señor en mi ano,

Gimiendo en su lujoso gusto,

Placentera le parecía mi cavidad,

Y pedía entre gemidos introducirme más,

Haciendo gran esfuerzo me moví levemente,

Quedandome en cuatro sobre el banco,

Las enculadas de su gran falo,

Pedía la perra a su amo mas lujuria y desenfreno,

suplicas escuchadas,

yendo más haya de lo pedido,

acercando finalmente su mano a mi verga,

asiendola firmemente,

mientras con la otra me despoja al fin de mis mojadas ropas.

Lento vaíven empezó entonces mi señor,

En su afán de masturbarme,

Acelero su movimiento,

hasta ser catapultado a las puertas del éxtasis.

Antes de que el placer me alcanzara me puso recostado en el banco,

Sin sacar su considerable falo,

se inclino hacia mi oido,

en un susurro mientras retoma los envistes y el onanismo y me dijo:

  • Te amo y te deseo.

El sudor recorrió mi frente

y en un intento de responderle a su respuesta,

no aguantamos más,

y yo con la respuesta en la boca,

que se propago a los cuatro vientos en medio del grito de mi orgasmo,

el suyo silencioso pero igual de intenso,

esbozaba una sonrisa en su boca.

-No te levantes aun, ayer yo fui tu perra pero hoy soy el amo bebete los fluidos-

Y sin poder decir nada,

Use mis manos para recoger los deliciosos líquidos,

Saboreando mi textura espesa,

Metiendo me el dedo en el culo conseguí sacar los suyos.

Antes de haber podido tragar,

Me agarro de la cabeza y me alzo,

-Te quiero – fueron sus palabras.

Y uniendonos en un beso,

En el que compartí gustoso mi recolección,

Nuestras leguas siguieron buen rato enzaradas.

Hasta que rendidos nos tumbamos en el césped hasta volvernos a amar