Seguimos con los días muy calientes....

- Has sido muy mala Diana - susurré en su oído tirando de sus pezones - en el sexo duro yo decido cuándo y cómo te correrás, y ahora tendrás tu castigo.

CAPÍTULO CUATRO

Antes de volver cogí un antifaz negro y regresé a la habitación. Estaba media acostada boca abajo, agotada. Me acerqué a ella besando su espalda con suavidad, rozando el contorno de sus tetas con la yema de mis dedos, mientras se arqueaba y dejaba los pezones al aire, mirándome pícara.

Me quité los pantalones y me coloqué encima de ella, con mi polla tiesa entre sus nalgas, buscando su boca y besándola con fuerza. Cogí sus pezones rojos y sensibles con dos dedos cada uno y jugando con ellos. La oía gemir con cada estirón o pellizco, separándome de ella y mirando cómo se estremecía bajo mis manos.

  • Has sido muy mala Diana - susurré en su oído tirando de sus pezones - en el sexo duro yo decido cuándo y cómo te correrás, y ahora tendrás tu castigo.

Gimió mientras la apoyaba del todo boca abajo. Empecé a moverla de arriba abajo, sus pezones y su clítoris contra las sábanas mientras las bolas se movían en su interior. Mi polla rozaba el anillo de su ano, deseando entrar y reventarla hasta que se corriera gritando.

Me acerqué a su oído mordiendo, frotándola más rápido, viendo cómo subía al abismo y parando en seco. No paraba de hacerlo, llevarla casi a lo más alto y parando. Con cada gemido que soltaba, mi polla saltaba en su culo. - Sam por favor... - susurró suplicando, desesperada por correrse.

Bajé la mano a su coño, cogiendo el hilo de las bolas y follándola con ellas sin dejar de frotarla contra la sábana viendo cómo agarraba los barrotes con fuerza, mordiendo la sábana - Vas a ser buena zorrita? - dije en su oído - vas a volver a correrte sin mi permiso?

  • No Sam, me correré sólo cuando tú me ordenes, pero por favor déjame llegar - dijo entre gemidos desesperados - por favor...

Coloqué mi polla en la entrada de su coño, empalándola con furia. - Diosssssssss qué coño Diana!!!!! - grité clavando más las bolas provocando que casi se corriera en ese momento.

Empecé a follármela con furia, frotándola más y más rápido, sintiendo las bolas chocar contra mi capullo. Clavé los dedos en su nalga moviéndola salvajemente, a punto de tener el orgasmo más animal de mi vida. Sus gritos llenaban el cuarto, la estaba volviendo loca de gusto. Cogí su pelo arqueando su cabeza para que me mirara - Córrete zorra - le ordené en voz baja, frotando su cuerpo más furioso.

Noté cómo contraía su coño, engullendo mi polla con las bolas y explotando a lo bestia. Se arqueó entera con los ojos en blanco gritando desesperada mientras yo seguía follándola y frotando su cuerpo - Sam no pareeeeeeeeees!!!!!!!!!!!!!!

Al oírla mordí su hombro ahogando un rugido mientras me abandonaba al orgasmo. Mi polla no dejaba de soltar chorros, el placer que sentía me estaba volviendo loco.

Caímos jadeando, aún con mi polla dentro. Aparté su pelo besando su cuello con suavidad - Has disfrutado de tu castigo Diana? - susurré acariciando con la punta de mi nariz por detrás de su oreja.

  • Me ha encantado - me dijo entre gemiditos - tu polla y las bolas contra mis paredes me estaban matando de gusto y que me frotaras contra las sábanas...

Jadeó al decirlo, estremeciéndose - Dios Sam, todos van a ser así?

Sonreí saliendo de ella y colocándome a su lado y sacando las bolas despacito - No Diana, no serán así - dije besando su hombro mordido - serán aún mejores. Cuando entre en tu culo mientras te tengo amarrada por todas partes, sentirás tanto gusto que no volverás a querer que te folle por el coño.

CAPÍTULO CINCO

Le quité las esposas y serví dos copas de vino. - Toma, hay que reponer líquidos antes de seguir tu celebración.

  • Sam, a ti sólo te gusta el sexo así o también del otro? - dijo apoyada en el codo mirándome de lado. Estaba preciosa, sonriendo satisfecha mientras bebía el vino.

  • También disfruto del otro, pero a la otra persona le tiene que gustar también el duro - le dije agarrándola de la cintura y trayéndola a mí dejando las copas en la mesilla - no te está gustando?

Acarició mi espalda con la yema de sus dedos, mirándome sonriente - me encanta Sam - me dijo pegándose más a mí, sus tetas contra mi pecho - no te miento cuando te digo que nunca me había corrido así. Ni sola ni con nadie.

Bajé mi boca a la suya, besándola con suavidad bajando una mano a su muslo y subiendo con la yema de mis dedos despacito - Me vuelves loco Diana - susurré mordiendo sus labios y besándola con ganas. - cada vez que te veo tengo que hacer grandes esfuerzos por no besarte y follarte contra la pared del ascensor o contra la puerta de tu casa.

  • Espero que la próxima vez lo hagas - me dijo pícara - no sólo ver como se te levanta la polla mientras mi braga de moja de gusto al pensar tenerla entre mis piernas o en la boca.

Gemí al imaginarlo - La próxima vez no lleves bragas, quiero follarte nada más entrar y dejarte afónica con tanto grito. Irás empapada de mis flujos todo el día. Tienes planes para el fin de semana?

  • Por ahora ninguno, quería tener uno de relax total - me dijo media dormida entre mis brazos - por qué lo dices?

  • Qué te parece si mañana vamos a la playa todo el día? Conozco una calita perfecta para los dos. Nadie te oirá por mucho que grites mientras hago que te corras una y otra vez - susurré bajando mi lengua a sus pezones mordiéndolos con suavidad - y te aseguro que no pararás de hacerlo.

  • Me parece perfecto - dijo con un gemido - así estreno algo que me compré esta tarde.

Se quedó dormida, agotada entre mis brazos mientras la miraba y acariciaba su pelo. Me separé de ella poniéndole los bóxers y saliendo a la terraza, disfrutando de una copa de vino y de la brisa nocturna.

Habían pasado casi 4 horas desde que tocó en mi puerta en busca de sexo salvaje y sólo recordar cómo gritaba corriéndose mi polla se puso dura contra el bóxer.

Cerré los ojos quedándome medio dormido hasta que note algo húmedo por mis labios. Saqué la lengua sin abrir los ojos y me encontré con el clítoris hinchado de Diana en mi boca. Empecé a comérmelo con ganas, abriendo los ojos y mirándola fijamente sin soltarlo. La atraje más a mí, moviendo mi boca sólo por su clítoris mientras agarraba sus nalgas - Fóllame Diana - le dije separándome de ella - cabalga cada cm de mi polla.

Bajó mi bóxer y se sentó encima mía bajando por mi polla. Gemimos a la misma vez al sentir cómo entraba mientras empezaba a saltar encima mía.

Agarré sus tetas, apretando sus pezones con fuerza sin dejar de besarla, ahogando los gemidos a las 7 de la mañana. Su coño envolvía mi polla, mojándola con cada salto mientras yo la embestía desde abajo a la misma velocidad.

  • Córrete cuando quieras - susurré en su oído - no habrá más sexo duro hasta que no lleguemos a la calita.

Pasamos dos horas en la terraza haciendo el amor una y otra vez, apoyados en la barandilla, en la mesita, en la pared, contra la puerta entre gemidos y gritos de placer. El morbo de estar al aire libre y que cualquiera de otros edificios nos pudiera ver, no nos dejaba parar.

Entramos en el piso besándonos, ella subida a mi cintura y yendo hacia la ducha. La abrí por encima nuestro, enjabonándonos mutuamente mientras la follaba contra la pared de forma salvaje. Acabamos con un grito mutuo de placer, los dos a la vez. La bajé besándola, pegándola a mí mientras dejábamos caer el agua por nuestra espalda.

CAPÍTULO SEIS

Nos secamos mientras íbamos a la habitación. Recogí todos los juguetes metiéndolos en la bolsa mientras ella hacía la cama. Me acerqué a ella agarrándola y trayéndola a mi pecho - En dos horas vengo a buscarte - le susurré mordiendo su oreja - te mandaré mensaje para que bajes al garaje y recuerda.. No quiero bragas o te castigaré de nuevo y esta vez no seré tan benevolente...

Me separé dándole un azotito en el culo y vistiéndome. Salí con los juguetes después de darle un beso dejándonos a los dos jadeantes.

Entré en casa cambiándome de ropa y saliendo al rato en busca de más juguetitos y ropa para Diana.

Volví a las dos horas, 'BAJA' fue lo que le mandé por mensaje mientras me metía en el ascensor con una bermudas y una camisa pegada a mis músculos.

Llegué al piso cuando lo llamó sin esperar que estuviera dentro. - Joder Sam qué susto me acabas de pegar - dijo entrando con una sonrisa.

Iba preciosa con un vestido estilo ibicenco a medio muslo, con escote cruzado y realzando sus tetazas (mi polla golpeó la bermuda al instante) y con la espalda al aire. El pelo lo llevaba recogido con una cola alta y unos zapatos marrones de cuña.

La llevé contra la pared besándola con deseo, subiéndola a mi cintura y rozando su coño con mis dedos - Así me gusta zorrita - susurré acariciándola y metiendo 3 dedos de golpe sin dejar de besarla - ahora te follaré como te voy a hacer cada vez que nos veamos en el ascensor.

La puse de cara al espejo mirándola fijamente mientras mis dedos iban de dentro a fuera con rapidez. Sus gemidos iban en aumento, haciendo que moviera mas y mas los dedos - Ni se te ocurra correrte sin mi permiso Diana... - le advertí al oído mirándola por el espejo - o no podrás volver a sentarte en toda la semana.

Gimió mordiéndose el labio, asintiendo con la cabeza. Llegamos al párking y me separé de ella antes de que se abriera la puerta. Volví a a pulsar el piso sacando mi polla y clavándosela con furia. Gritó de gusto al sentirla mientras la movía por las caderas, cada vez más rápido, diciéndole al oído lo cerdo que me ponía que fuera tan zorra.

Notaba mi orgasmo cerca, muy cerca mientras veía que ella hacía grandes esfuerzos por no correrse. Tiré de su pelo mirándola por el espejo - Córrete conmigo Diana - jadeé mordiendo mi labio.

Explotamos una vez más los dos juntos gritando de gusto, contra el espejo del ascensor, mirándonos fijamente como si no lleváramos medio día follando sin parar. - Vamos antes de te empotre de nuevo - dije saliendo poco a poco de ella - esto es lo que pasará cada mañana cuando bajemos, y cada día será mejor Diana.

Salimos al parking agarrados de la mano, mientras buscaba las llaves del coche - Un día te follaré contra el capó - le dije al oído mientras pasaba otro vecino al lado nuestra.