Seduciendo al padre de mi amiga Gabriela

Casi sin darnos cuenta comenzamos a seducir al padre de mi amiga Gabriela, lo deseábamos ambas y nos deseábamos entre nosotras. Pudimos cumplir muchas fantasías.

Seduciendo al padre de mi amiga Gabriela.

Capítulo I ( La nena inocente)

Mi amiga Gabriela me invitó a que pasara un fin de semana en la casa de campo de su familia a las afueras de la ciudad. Iríamos nosotras dos, el padre de Gabriela y su esposa (que no es la madre de ella). Alberto, el padre de Gabriela, es un hombre de 50 años de 1,85 mts. de estatura, morocho, de muy buen porte, atlético, deportista. Gabriela tiene como yo 20 años, es compañera mía de la universidad. Ambas somos delgadas, lindas, con un look de adolescentes, todos nos dan no mas de 16 años.

Llegamos a la casa el viernes por la noche y cenamos, todo tranquilo. Nos fuimos a dormir porque era tarde. A la mañana del Sábado nos levantamos con Gabriela, desayunamos y fuimos a jugar tenis. No vimos al padre ni a la esposa en toda la mañana, creo que se habían ido a andar a caballo.

Al mediodía comimos un asado, todo era normal, pero luego de almorzar, Alicia dijo que iba a dormir la siesta, Gabriela también. Yo dije, bueno, creo que me voy a la pileta, ya que todos se van a dormir. Ahí Alberto dijo, no, yo jamás duermo la siesta, así que es probable que te acompañe. Mi corazón comenzó a latir como un tambor. Fui a ponerme el traje de baño y fui a la pileta. Estaba sola y me puse la parte de atrás de la tanguita bien adentro del culito, una parte solamente, como para que parezca que fue un descuido.

Estaba tomando sol de espaldas, cuando llega Alberto, y me dice que estaban todos dormidos. Me incorporé un poco, siempre de espaldas, y noté como miraba mi colita, se te corrió la tanguita, me dijo, oh, dios mio, que papelón, señor, perdón, dije acongojada. No, no es nada, no te hagas problema, porque te pusiste colorada, Paula?. Es que me dio vergüenza señor, que va a pensar Ud. de mi, dije. No hay problemas, me dijo y no me digas señor, decime Alberto. En ese momento lo miré entre las piernas, tenía una erección. El se dio cuenta, y se puso colorado, me dijo, ahora creo que yo debo disculparme. y nos reímos.

Perdón señor, digo, Alberto, no me tome por atrevida, pero es grande no???. El no sabía donde meterse, y me dijo que creía que no era correcto hablar de esos temas conmigo, que podría ser su hija. Perdón señor, dije, que vergüenza. No, no es nada, dijo. Yo volví a mirarlo, y le pregunté, pero porque se nota tanto, no entiendo?. Durante el almuerzo no se notaba. Hizo una pausa, y me dijo que era por haberme visto en traje de baño, se había exitado, pero que me pedía disculpas. Yo dije que era un halago que un hombre como el maduro y tan apuesto se fije en una niña como yo. El me seguía mirando el culo y la boca, y también las tetas. Estaba incómodo y yo exitada.

Le dije que me gustaría ver una polla tiesa de un hombre grande, pero el dijo que mejor se iba, porque esto no conduciría a nada bueno, me pedía disculpas por ser una niña y ser amiga de mi hija. Adiós Paulita, disculpa y se fue.

Yo me quede recaliente, y no volví a verlo hasta la cena. El comió rápido y se fue a acostar alegando cansancio, le hizo una cómplice seña a su esposa para que lo acompañara al cuarto, ella también respondió con una sonrisa, con lo que dejaba en claro que harían el amor esa noche.

A la mañana siguiente, Alicia, la esposa de Alberto no me saludó, me miraba con cierto gesto de ira. Yo no sabía que ocurría. Ella se fue con su auto temprano, Alberto no apareció en todo el día, ni siquiera almorzó con nosotras. Le pregunté a Gabriela que ocurría y me dijo que parecía que habían peleado, pero desconocía el motivo.

Hoy en la universidad Gabriela me contó lo que paso, pues anoche volvieron a discutir y ella los escuchó. Parece que cuando estaban haciendo el amor el sábado el estaba por acabar y cuando estaba en lo mejor, le dijo, siiiii, Paulita, mi amor, siiiiiii, me voy, me voy en tu culito rico, Paulita. Se imaginaba que estaba haciéndolo conmigo. Y la esposa se re enojó. Gabriela estaba fascinada con el episodio porque odia a Alicia y me dijo que debía ir mas seguido a la casa. Me dijo en broma que tenía que seducir al padre para que Alicia se fuera de su casa. Yo me reí del chiste, luego vino la profesora, y después de clase arreglamos todo lo que luego iba a suceder.

Capítulo II (Mi primer beso a una chica)

El plan consistía en ir a una fiesta y luego con cualquier excusa pedirle a el que nos venga a buscar, como Gabriela iba a estar descompuesta, me pediría que me quede a dormir con ella, y esa sería una buena oportunidad para seducirlo mostrándole ropa interior nueva.

Nos encontramos a la noche en la fiesta con Gabriela, estábamos para matar. Yo con un vestido corto con terminación bordada en encaje con falda muy muy corta. Tenía unos zapatos negros y la ropa interior muy fina, muy cara negra. El sostén era tipo push up, con lo que levantaba bastante es escote. No tengo tetas grandes, pero si bien paraditas y con este sostén se agrandaban un poco. La tanguita tenía por detrás solo una tirita que se me metía bien en la cola, con lo que dejaba los dos cachetes bien desnudos. En la parte de adelante, traté de meterme un poco la tanguita dentro de la conchita, y que algunos pelitos sobresalieran por los costados. Gabriela estaba vestida exactamente igual, pues compramos la ropa interior y el vestido en el mismo lugar, pero todo el era conjunto gris.

Nos fuimos a un rincón a uno de los sillones para planear lo de la noche. Estábamos excitadísimas. Gabriela me contó que siempre tuvo fantasías sexuales con su padre, pero que nunca se atrevió a manifestarlas, tampoco nunca avanzó, ni aun en la época que el no tenía compañera. Pero que ahora, pensando en mi presencia en medio de ellos, le daba valor para continuar. Le pregunté si lo había visto desnudo, y me dijo que si, que tenía un pene muy grande y oscuro y grueso. Que ella se masturbaba imaginándose arrodillada chupándosela y el acariciándole la cabeza y susurrándole cosas dulces.

Mientras hablábamos de esto yo estaba mojándome toda. En eso se acerca un amigo nuestro y nos pregunta de que hablábamos que estábamos tan entusiasmadas y porque estábamos tomadas de la mano. La verdad es que no había reparado en ello pero teníamos las manos apretadas con los dedos entrelazados. Nos miramos y nos reímos. Nos dijo que parecíamos lesbianas. Nos volvimos a reír. El también comenzó a reírse. Nos pidió que nos diéramos un besito en la boca. Estás loca, dijo Gabriela, porque nos tomaste. Vamos un besito, no me digan que nunca lo pensaron. Gabriela me miró a los ojos y yo sonreí. Esta loco no??, me dijo. Yo no contesté, la seguí mirando. Ella sonrió y me dijo, le damos el gusto a este, así nos deja tranquilas. Yo sin contestarle la tome de la cintura, con mi otra mano la acerqué y abrí la boca para darle un beso, ella también abrió la boca y nos dimos un rico beso que duró unos segundos, mi lengua recorrió la suya y sus labios. Sentí un cosquilleo en el estómago. Era la primera vez que besaba a una chica y me gustaba, me gustaba mucho. Luego del beso separamos nuestras bocas, lo miramos y yo le contesté, ya esta, ahora dejanos solas. El chico este estaba con la boca abierta, no supo que decir y se fue con el rostro colorado.

Capítulo III ( En la cama juntitas con Gabriela)

Ahí estábamos ambas como dos putas en celo.

Porque no llamas a tu papi, le dije a Gabriela, Ok, me contesto. El problema es que hace muy poco que llegamos a la fiesta. No importa, digamos que te sentís descompuesta, agregué.

Llamamos al padre, llegó apenas pasada la medianoche. Salimos a la calle, nos esperaba en su auto. Gabriela fue al asiendo de atrás y se acostó, yo me senté en el de adelante. Se quedó mirándome. Le gusta mi nuevo vestidito, señor. Dios mio Paula, estas divina, pareces mucho mayor. Note como me miraba el escote y las piernas. Yo comencé a mirarle el bulto. El se sentía muy incómodo pero me seguía mirando. Que tal la fiesta, dijo. Mal, conteste, había un hombre mayor que no dejaba de mirarme y en un descuido se apoyó sobre mi colita, y creo que estaba excitado porque note algo duro.

Que pena, dijo el. Algunos hombres maduros no se dan cuenta que no estamos para fantasear con niñas, son unos desubicados. Bueno, no todos, dije. Este hombre no era como Ud. Alberto, no tenía su porte, su boca, sus hombros anchos, sus brazos fuertes, su....... su........ vientre duro, le dije, mirándole el bulto. El miró hacia atrás, para ver a Gabriela y notó que estaba dormida. Pero Paula, dijo, como me decís eso. Es verdad señor, ud. es muy apuesto, cualquier niña, como ud. dice estaría mas que deseosa de acercarse a Ud. Por favor Paulita, me vas a matar, me dijo con voz temblorosa mientras seguía mirando mis piernas. En ese momento llegamos a la casa. Yo le ayudo a entrar a Gabriela, dije. Cuando estuvimos en su cuarto, el fue a buscar un medicamento. Gabriela y yo nos desnudamos y quedamos en ropa interior. Cuando entró al cuarto casi se muere al vernos a las dos en lencería super sexy, chicas, me van a matar!!!!!!, dijo.

Papi, le pedí a Paula que se quede conmigo, vamos a dormir juntitas, no te gustaría dormir entre las dos?. Se lanzó directo, pensé. El se quedó helado, para darle mas ánimo, Gabriela se acercó a mi, me tomó por la cintura y le dijo, te gusta nuestro nuevo conjuntito. Alberto, dijo chicas, están locas las dos, y con una sonrisa, me van a terminar tentando, agregó. Gabriela, sabes que esto es una locura, debes estar borracha para actuar así, mejor me voy y mañana veremos las cosas mas claramente. Dijo finalmente mientras se iba, cerrando la puerta.

Ambas nos miramos y reímos. Ella se metió en su cama y yo en la mía. Nos mirábamos a los ojos y comenzamos a tocarnos, cada una en su cama. Paula, mi amor, veni que no aguanto mas, me dijo. Fui a su cama y me acosté al lado de ella. Comenzó a tocarme la conchita y yo la toque a ella. Era divino, estábamos en las nubes, nos masturbábamos de una manera increíble hasta que Gabriela acercó su boca a mi cuello, me dio un beso y me dijo que estaba por acabar, yo también, contesté y ella comenzó a decir, si papi, dámela papi, dámela a mi y a Paulita, dánosla a este par de putitas que te calientan tanto. Con esas palabras. Ambas explotamos de calentura.

Ohhhhhhhhhh, ohhhhhhhhhhh, ohhhhhhhh

Siiiiiiiiiiii, siiiiiiiiiiiii, siiiiiiiiiiiiiii, ahhhhhhhhhhh

Nos quedamos juntitas dormidas en la misma cama.

Capítulo IV (El enojo de Alicia)

Me fui por la mañana a mi casa. A la tarde me encontré con Gabriela en la universidad. Me contó que la esposa del padre le hizo un escándalo cuando yo me fui, hizo las valijas y se fue de la casa. Parece que a la mañana entro al cuarto nuestro y nos vio desnudas en la misma cama y a mi con la mano en la vagina de Gabriela y ella con una mano en mi cintura. La verdad es que ninguna de las dos la habíamos escuchado.

Cuando yo me fui, comenzaron los gritos que yo era una puta y como me dejo dormir en la casa, y que tuve sexo con Gabriela y ahora iba por el, y que estaba vestida como puta y como llegue ahí, seguro que lo prepare y le reprocho que cuantas pajas se había hecho cuando me vio en ropa interior, y que estaba harta de competir con una adolescente puta. Así que se fue, logramos lo que Gabriela quería. Ahora tenemos a Alberto para nosotras solas.

Capítulo V (Lo tuve al padre de Gabriela para mi)

Anoche fui a la casa de Gabriela, el padre estaba en su biblioteca leyendo. La biblioteca comunica a un hall de entrada y tiene una pequeña ventana que da a ese hall desde que se puede ver todo. La idea esta provocarlo y si perdía el control resistirme para volverlo bien loquito. El estaba sentado en un sillón de un cuerpo con los pies apoyados en otro sillón de 2 cuerpos, pero que medía 2 metros de largo.

Entramos Gabriela y yo y ella le dijo que yo quería hablar con el.

Basta Gabriela, cortemos este tema de Paula, ya bastante problemas tenemos con la ida de Alicia. Pero papi, ella te quiere explicar, por favor dejala. Hizo un gesto afirmativo y yo entré. Estaba vestida con una falda de jean negra bien corta y bien ajustada. y una remera corta bien ajustada, blanca que dejaba ver mi ombligo y mis abdominales bien marcados.

Entré y Gabriela salió. Ella se ubicaría en el hall para ver la escena. Yo me acerque y le dije que me disculpara que no quise causar un problema familiar y que podía hacer para que las cosas vuelvan a estar como antes. Que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para enmendar mi error.

El me dijo que no hiciera mas, y que deje de ser provocativa, que con eso bastaba. Yo le pedí disculpas nuevamente y me arrodillé para que me perdonara, procurando poner mi cara cerca de la altura de su pene. El me dijo, basta Paulita, basta, no sigas. Entonces yo hice un ademán para pararme e hice que me caía, entonces me puse de espaldas a el en 4 patas con mucha lentitud para incorporarme.

Tenía una tanguita de una tirita bien metida en la cola que con la falda corta no pude evitar dejar expuesta. La bombachita era de color blanco. El se avalanzó sobre mi y me apoyo su pene en el trasero y me dijo ya basta, puta ahora vas a saber que no se juega con un hombre como yo. No señor por favor, no, no me haga nada, discúlpeme. Vení puta, ahora te voy a coger, te voy a dar hasta que me pidas por favor.

Me corrió hábilmente la tanguita, sacó su polla y me ensartó de una vez. Me dolió un poco, era un pene grande y me quejé. Ahí me comenzó a jalar del cabello y me la empezó a meter hasta que los huevos chocaban con mis glúteos. Y me daba y me daba y me daba. Me dolía un poco, pero me gustaba. Además sabía que Gabriela estaba mirando todo, eso me hacía sentir mas puta aun.

Luego de un rato de mete y saca nos corrimos los dos como animales. Luego me la sacó y me dijo que lo disculpe, que había perdido el control, que me tenía muchas ganas, que por favor no se entere Gabriela. En eso ella entra a la biblioteca y le dice, ya lo se papi. Me gustó como te cogiste a esta puta. Si no queres que Graciela se entere, me vas a tener que coger a mi también.

Capítulo VI ( Un trío con Gabriela y su padre)

El padre de Gabriela, dijo: Gabriela, estas loca, como me propones una cosa así, soy tu padre. Si papi ya lo se, pero no me digas que no te caliento. Gabriela estaba divina. Tenía un conjunto de ropa interior color rosa viejo que le quedaba muy bien. Pe.... pero, hija, como decís eso. Bueno, veo que no es tan así como creía, papi, disculpame, no quise ofenderte. Por favor, dejame hacer una cosa, vos permanece sentado. Si no se te para luego de esto, entonces no te molesto mas.

Alberto aceptó a regañadientes. Gabriela se acercó a mi y me dio un beso en la boca, que rico estaba, me abrazó y me apretó las nalgas, me recorrió con un dedo la rajita y al ver la humedad, dijo, hummmmm, todavía tenes lechita de mi papi, se pasó la lengua por sus dedos, me pidió que me siente al lado de Alberto, me abrió las piernas y dijo: me voy a tomar la leche de mi papi, hundió la cabeza y me empezó a hacer una chupada sensacional.

Yo ahí, suspirando lo miré a Alberto y tenía una tremenda erección otra vez. Le aparté la cabeza de mi rajita a Gabriela y la dirigí al miembro de su papi, Por favor chicas, no dijo Alberto débilmente. Sin contestarle dirigí la mano de Gabriela a la tranca de Alberto y comenzamos a pajearlo. Gabriela le agarraba la pija con la mano y yo posé mi mano sobre la de ella para ayudarla.

Alberto no se quejó mas, se dejó hacer. Luego Gabriela se incorporó y se sentó encima de su pene, introduciéndolo de una vez. Y comenzó a cabalgar como una poseída. Yo me subí al sillón me senté sobre el pecho de Alberto que comenzó a acariciarme el culo y a chuparme la rajita. Mientras tanto yo le empecé a chupar las tetas a Gabriela, cuyos pezones estaban duros como una piedra.

Luego de un rato los tres acabamos como salvajes en esa posición. Alberto quedó sentado como poseído, Gabriela se sentó a mi lado y me abrazó. Yo en medio de los dos fascinada. Luego de un momento, Alberto nos pidió a las dos reserva y a Gabriela le dijo que no quería volver a hacerlo.

Gabriela se lo prometió sin mucha convicción.

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