Seduciendo al padrastro.
Valentina lleva unos meses intrigada por las habilidades sexuales del novio de su madre, con lo que decide aprovechar la ausencia de esta para probarlo de primera mano...
Valentina se excusó ante sus amigas antes de la dos de la madrugada para abandonar la fiesta en la que se encontraba. Laura, y Raquel que eran sus dos mejores amigas se mostraron extrañadas cuando la oyeron, ya que Valentina acostumbraba a ser la última en marcharse en todas las fiestas, pero aún así no pusieron pegas y acompañaron a su amiga a casa, lo que no era necesario ya que, a diferencia de la mayoría de las salidas Valentina no había bebido ni una sola gota de alcohol.
- No es necesario que me acerquéis a casa, puedo ir sola- dijo la chica a sus dos amigas, pero estas negaron vivamente con la cabeza.
- Siempre venimos y nos vamos juntas, sin ti la partida de caza para pillar tíos no tendría sentido- dijo Raquel sonriendo a su amiga.
- Aunque últimamente parece que vamos con escopetas de fogueo- comentó Laura después de su cuarta salida consecutiva sin encontrar algún chico de su agrado.
Las chicas salieron del local en dirección al coche de Laura, que era la única que tenía carnet de conducir por el momento. Valentina se sentó en el asiento del copiloto pensando en alguna escusa con las que sus amigas no tuviesen que abandonar la fiesta por su culpa, pero como no se la ocurrió ninguna tuvo que dejar que le acercasen a su casa.
- Hoy no has bebido nada- comentó la conductora mirando el espejo retrovisor antes de salir- ¿te pasa algo?
- No, está todo bien- dijo la interrogada mientras comenzaba a ponerse el cinturón de seguridad quedando amarrada al asiento- es solo que quiero ir dejándolo, beber tanto no es sano.
- Sí, pero tampoco te has puesto tan provocativa como de costumbre- dijo Raquel desde el asiento trasero. Aquella afirmación era muy cierta, Valentina, que acostumbraba a llevar minifaldas y tops ajustados aquella noche se había decantado por una falda notablemente más larga y una blusa de escote escaso- si no te conociera diría que tienes algún noviete que no conocemos- dijo la chica.
- No- se apresuró a contestar de un modo algo sospechoso, motivo por el que añadió- ojalá, además ya me conocéis, si tuviese algún novio ya os estaría dando envidia con él.
Las dos interrogadoras rieron sabiendo que aquella afirmación era cierta y dejaron de hacerla preguntas seguras de que si su amiga no quería contarlas el secreto que seguramente guardaba no lograrían sonsacárselo entre el escaso trayecto que había desde la discoteca hasta su casa.
Valentina se despidió de sus amigas dándoles un par de besos en las mejillas a cada una, para a continuación abandonar el coche y estremecerse ante la baja temperatura que había en el exterior.
La chica caminó lentamente hacia su casa mientras observaba el coche de Laura desaparecer por completo de su vista.
Era el momento de iniciar su plan.
Valentina, que no solía poner ninguna pega a que sus amigas la llevasen a casa, pese a que sabía en muchas ocasiones que estas querían quedarse en las fiestas a las que acostumbraban a ir, en aquella ocasión habría preferido ir sola, ya que por culpa de la amabilidad de Laura y Raquel a la muchacha le iba a tocar dar un largo paseo a pie.
La chica, que vivía a las afueras de la ciudad tuvo que caminar durante 10 minutos hasta que se encontró la primera tienda abierta. Valentina que no había entrado nunca en aquel local le costó un poco encontrar lo que estaba buscando, un botella de whisky, su bebida favorita combinada con Coca-Cola.
Como ya era habitual en todos los establecimientos en los que desconocían su edad Valentina tuvo que enseñar su carnet, pese a que estaba a punto de cumplir los 20 años, su cara de niña, sus escasos 160 centímetros de estatura y sus pequeños senos hacían imaginar a los tenderos que era una menor.
Una vez que el hombre corroboró la edad de la joven cobró a la muchacha el precio de la botella y se la metió en una bolsa de plástico. Contenta de haber adquirido lo que necesitaba para su plan caminó sintiendo algo menos el frío de lo que lo había notado anteriormente, frío que si todo en su estrategia salía como ella tenía pensado en muy poco tiempo sería sustituido por un calor abrasador.
Valentina paró a escasos metros de su casa para abrir la botella de whisky y dar un buen trago a esta, dejando el líquido en el interior de su boca durante unos segundos en los que aprovechó para verter algo de whisky sobre su blusa y magrearse un pocos sus pequeños senos para que estos quedasen impregnados del olor de la espirituosa bebida.
Viendo aún la botella medio llena Valentina la dejó al lado de un contenedor que había en su casa, le daba un poco de rabia dejar tanto de aquel licor que tanto la gustaba, pero si todo salía como tenía pensando estaría encantada de hacer ese sacrificio.
Valentina abrió la puerta del chalet en el que vivía haciendo bastante más ruido del que haría si estuviese borracha de verdad, pero en aquella ocasión que su embriaguez tan solo era fingida quería ser pillada por el único habitante que habían en la casa en aquel momento: su padrastro.
Todo el escándalo que montó no fue necesario, ya que su padrastro aún permanecía despierto y no tardó en presentarse ante ella para echarla una mirada de reprobación.
- ¿Te parece normal venir en este estado?- preguntó el hombre enfadado, al ver el estado de su hijastra. Valentina lo miró con los ojos entrecerrados y una sonrisa que había estado practicando durante días, desde el momento en que su madre le había dicho que se marchaba de viaje de negocios durante todo el fin de semana.
- Lo siento papi, es que me han liado y he… acabado bebiendo más de la cuenta- dijo la joven de un modo convincente que hacía que se sintiese feliz de haberse apuntado al club de teatro de la universidad el año anterior- ¿me ayudas a ir hasta mi cama?
El hombre la miró un tanto disgustado unos segundos hasta que finalmente se acercó a ella para agarrarla del brazo para que no perdiese el equilibrio. Daniel, que así era como se llamaba el hombre, era un tipo de unos 40 años, piel clara, pelo corto y castaño y de casi un metro noventa de estatura. Valentina en cuanto tuvo ocasión lo asió con fuerza del brazo fingiendo temor por acabar en el suelo.
Daniel hacía casi 3 años que había comenzado a salir con su madre y llevaba casi dos viviendo ellas, cosa que a Valentina en un principio no le había gustado demasiado, pero que había acabado por aceptar al poco de la convivencia.
Pero la obsesión que sentía por su padrastro no había comenzando a desencadenarse hasta hacía tan solo un par de meses. Valentina por accidente una noche, en que el sueño la estaba siendo esquivo, salió de su dormitorio para tomar un vaso de leche, cuando de repente escuchó gemidos pronunciados de mujer. La chica curiosa por saber de donde provenía el ruido caminó de puntillas hasta pegar la oreja a la puerta de la habitación de su madre, donde escuchó toda clase de gemidos y frases soeces que hicieron que comenzase a excitarse, hasta tal punto que acabó por masturbase acuclillada y con la oreja pegada en la misma puerta.
Desde aquel momento, Valentina, les había pillado en más de una ocasión, pero para su desgracia en ninguna oportunidad había logrado ver absolutamente nada, tan solo había podido escuchar a su madre gemir como loca sobre los gruñidos de placer que su amante profería. Pero aquella noche Valentina estaba dispuesta a llegar al fondo del misterio que se ocultaba bajo las ropas del amante de su madre, el cual, a juzgar por los gemidos de su madre, debía de ser mucho más habilidoso de lo que la chica se había atrevido a imaginar antes de descubrir las calientes madrugadas que vivía con su madre.
Una vez entraron en el cuarto de la muchacha, esta comenzó a quitarse las prendas de ropa sin llegar a ponerse demasiado provocativa, ahora que había llevado a Daniel a su terreno no quería ponerlo en una situación demasiado violenta.
La joven se deshizo de su blusa ligeramente escotada empapada en whisky, tirando esta al suelo para poner sobre ella sus zapatos de tacón y dejarse caer sobre la cama, todo ello haciendo movimientos lentos para que el hombre creyese que necesitaba ayuda.
Una vez tumbada sobre la cama comenzó a deslizar su falda tratando de quitársela sin desabrocharla antes, para acabar mirando su padrastro y dedicarle una sonrisa.
- ¿Me puedes ayudar a quitarme la faldita, papi?- preguntó con su voz de niña buena sintiendo pronto las fuertes manos de Daniel manipulando el enganche de su falda para que este la retirase y la dejase cuidadosamente sobre la silla de su ordenador.
Valentina sonrió para si cuando vio el gesto de disgusto e incomodidad en el rostro del hombre, ante lo que la provocativa muchacho no tardó en preguntar.
- ¿Estás enfadado conmigo, papi?- Daniel la miró sin poder disimular el enfado que levaba encima, aún así su voz sonó más natural de lo que Valentina esperaba.
- La verdad es que sí, en cuanto regrese tu madre la contaré a lo que te dedicas cuando no está ella- dijo mirando fijamente a su hijastra.
- Vamos papi, no seas así- dijo la muchacha quitándose las medias y dejando libres sus suaves piernas de piel blanca- yo también quiero dejar de beber, pero es que cuando bebo una no puedo parar, además me ayuda a desinhibirme- tras decir aquello la muchacha agarró su braguita y tiró de ella hacia un lado mostrando a su Daniel su sexo rasurado de labios pequeños y rosados, para volver a taparlo y echarse a reír- los ves papi, esto estando sobria no me habría atrevido nunca a hacerlo.
- Creo que ya he visto bastante- dijo el hombre dándose la vuelta y dirigiéndose hacia la puerta, momento en que al verlo Valentina se levantó y fingió que caía al suelo para retener el avance de su padrastro.
Tal y como la chica esperaba, el hombre se dio la vuelta al escuchar el golpe de las palmas de las manos de su hijastra contra el suelo para acercarse a ella y ayudarla a levantarse.
- Llevas razón papi, he sido una niña mala- dijo la muchacha mirando a Daniel a los ojos con los suyos un poco entrecerrados- no debería salir tanto de borrachera con mis amigas y mucho menos volver en este estado…- la chica hizo una pausa de un par de segundos, hasta que finalmente, como si por casualidad se le hubiese ocurrido, dijo elevando el tono de voz- ¡ya se papi, como sé que estás enfadado por mi conducta te voy a dejar que me des unos azotes!- el hombre le miró un tanto incrédulo.
- Creo que ya eres mayorcita como para que unos azotes cambien tu conducta- dijo el hombre- creo que lo mejor será que te vayas a dormir y mañana hablemos de esto.
Valentina, que había hecho aquella proposición porque en más de una ocasión había escuchado ruido de nalgadas en la habitación en la que dormía su madre con Daniel, no se dio por vencida.
- Vamos papi, nunca nadie me ha dado unos azotes bien dados- dijo con su sonrisilla de borracha- a lo mejor es lo que necesito para reformarme, tú no pierdas nada y si lo haces puedes ganar mucho… si después de esto me comporto mejor le diré a mi madre que ha sido gracias a ti.
- Bien niña mala, parece que no me dejas otra salida- dijo el hombre seriamente sentándose sobre la cama de Valentina- pon tu estómago sobre mi regazo.
La muchacha, reprimiendo una sonrisa se echó sobre las rodillas de su padrastro acercándose con pasos lentos y temblorosos para que el hombre no se diese cuenta de su engaño.
Valentina solo sonrió cuando se hubo colocado como Daniel le había ordenado. La chica no podía evitar sentirse excitada, ya que estaba casi convencida de que después de aquellos golpes el hombre no podría resistirse a tener sexo con ella.
La joven respiraba un poco nerviosa, nerviosismo que se vio incrementado cuando sintió el brazo izquierdo de su padrastro sobre su espalda, mientras que con la derecha de dedicaba a deslizar lentamente el tanga.
Fingiendo pudor, Valentina, cerró las piernas con fuerza para que el hombre no pudiese ver su sexo, pero el sentir la fuerte y dura palma de la mano de su padrastro, sobre sus nalgas, hizo pensar a la chica que el hombre en principio no estaba interesado en aquella zona de muchacha.
La primera nalgada hizo que Valentina gimiese de dolor y de sorpresa, ya que esperaba que el hombre tuviese algo más de consideración por sus pequeñas y pálidas nalgas, pero la chica se equivocaba por completo. Tanto el primer golpe como los 9 siguientes fueron con una fuerza atroz, pero aún así la joven aguantó con entereza, dejando que su padrastro se despachase a gusto.
La chica al ver que la fuerza de su azotador no disminuía decidió comenzar a gemir de dolor en busca de piedad por parte de Daniel, pero lo único que hacían aquellos quejidos eran avivar los deseos del hombre por poner aún más rojas las nalgas que Valentina ya notaba ardiendo.
- ¡No me des más!- pidió la chica con voz suplicante, aún pudiendo soportar más golpes, ya que aunque el dolor era bastante molesto la situación le estaba provocando una excitación poco habitual.
- ¡Has sido tú la que me ha pedido lo azotes, así que ahora te aguantas con los azotes!- dijo el hombre propinando un nuevo manotazo sobre las enrojecidas nalgas de la azotada, con el consiguiente gemido de dolor de Valentina.
- Porfa papi- dijo la chica tratando de usar la voz más tierna que tenía en su repertorio- puedes cambiarme el castigo por otro diferente, sobre mi estómago noto algo que hace ya rato que esta poniéndose duro- dijo la chica girándose y dedicándole una sonrisa torcida a su padrastro, el cual sin tener piedad golpeó dos veces más el trasero de su hijastra para quitársela de encima.
- Muy bien, si me haces sentir bien cancelaré el resto de tu castigo- dijo el hombre mirando a Valentina, la cual sonrió tontamente tratando de no salirse de su papel de chica borracha.
La muchacha de forma lenta y distraída comenzó a acariciar la entrepierna de su padrastro, notando bajo sus pantalones de pijama un miembro de buenas dimensiones que a cada caricia se volvía más duro.
Una vez lo hubo sobado durante unos minutos, y con temor de que Daniel se cansase de aquello si no avanzaba, bajó lentamente el pantalón y los calzoncillos del hombre hasta dejar estos a la altura de las rodillas, dejando totalmente libre un miembro vigoroso que Valentina observó interesada.
- Si no vas a hacer nada con él seguiré con los azotes- dijo el hombre acercando sus manos a sus pantalones, pero sintiendo rápidamente las manos de su hijastra sobre su polla.
- Lo siento papi, es que me sorprendí… es que la polla de los chicos con los que he estado siempre ha sido más pequeña- dijo comenzando a masturbar con sus manitas el gran falo de la pareja de su madre.
El hombre al notar la hábiles manos de su hijastra gimió de placer, ante lo que la chica se motivó aún más, llegando al punto que después de unas pocas caricias comenzó a usar su lengua sobre el hinchado glande rosado que coronaba aquel aparato.
Valentina, que siempre había deseado tener un novio bien dotado al que poder dar sexo oral para posteriormente ser penetrada por él, comenzó a lamer el pene de su amante con mayor ímpetu. Para la chica no fue complicado llegar a tocar la base del pene del hombre con su nariz, ya que había estado practicando con el dildo con el que acostumbraba a masturbarse, que era algo más largo y gordo que la polla de su padrastro.
La muchacha trató de sacarse el pene del hombre de la boca para poder ir a besas y chupar sus testículos, pero aquello fue imposible, ya que Daniel le agarró de la nuca, con lo que la única licencia que tuvo fue para subir y bajar su cabeza para estimularlo.
La muchacha, viendo que su amante comenzaba a participar más activamente en el tema sexual no puso queja alguna y siguió mamando, al tiempo que con su mano izquierda acariciaba los grandes y suaves testículos de su padre, los cuales parecían tener una considerable cantidad de semen en su interior.
- Tardas mucho en hacerme correr- le dijo el hombre tirando del pelo de su hijastra para dejar la cara de esta a escasos centímetros de su falo ensalivado.
- Lo siento papi, es que tienes mucho aguante- contestó la chica tratando de alagarle.
- No me gustan las escusas, creo que no has recibido suficientes azotes- dijo el hombre mirando a la chica que permeancia arrodillada.
- No, papi, por fa, no más azotes- dijo la chica con su dulce voz – a cambio te mostraré mis tetitas- ofreció la chica comenzando a quitarse su sujetador para liberar su pequeños pero firmes senos acabados en unos pequeños y duros pezones marrones.
El hombre, interesado por ver la dureza de aquellos pechos extendió sus manos para apretar con fuerza la zona que Valentina le ofrecía. Daniel comenzó tan solo por usar sus manos, pero después de unos instantes no dudó en utilizar sus labios y dientes para besar y morder los pechos de la muchacha, que gimió de sorpresa después de los primeros mordiscos y de placer una vez se hubo acostumbrado a aquel trato tan rudo.
- ¿Ya me he hecho perdonar, papi?- preguntó cuando vio que este se cansaba de jugar con sus pechos embadurnados en saliva y llenos de suaves marcas de dientes.
- Aún tienes que aliviar la carga que llevo- dijo el hombre señalando su entrepierna.
La joven al oírlo clavó sus rodillas en el suelo de nuevo para comenzar a chupar y besar la hermosa polla de su padrastro mientras sentía como este poco a poco iba desprendiéndose de su ropa. Valentina no pudo evitar alzar la vista de vez en cuanto para observar el vientre plano y el pecho cubierto de pelo que ocultaba su amante bajo la camiseta de manga corta que acababa de quitarse.
- Tienes que mejorar mucho esa lengua- dijo el hombre incorporándose y sacando su miembro de la boca de la chica- veo que estás muy caliente, putita borracha- Valentina se sorprendió de que Daniel se dirigiese a ella de aquella forma tan soez, pero también la excitó muchísimo escuchar a su padrastro hablarla de aquella forma.
- Sí, estoy muy caliente, por favor, fóllame papi- pidió la chica subiendo sobre la cama, poniéndose a cuatro patas y separando sus piernas para dejar bien a la vista su húmedo y caliente vagina.
El corazón de Valentina se aceleró cuando sintió como el colchón de su cama se hundía un poco más ante el peso de su padrastro que se acercó para acariciar el sexo y las duras nalgas de su hijastra.
- No te voy a follar ese coño- dijo el hombre a media voz. La chica al oírlo se dio la vuelta para suplicarlo, estaba demasiado caliente como para que aquella noche no fuese penetrada.
- Por fa papi, hazlo, nunca he sentido una verga como la tuya.
- Ya, pero como eres una chica muy activa quiero probar de ti algo virgen antes de que alguno de los niñatos con los que andas se lleve todo- dijo separando las nalgas de la muchacha- quiero follarme tu culo.
- No papi, la tienes muy grande para mi culo- dijo la chica al momento temerosa del dolor que eso le produciría.
- A tu madre le entra entera- le dijo con seriedad- pero no es una oferta negociable, o me das tu culo para que acabe dentro de él o nada.- la chica cayó durante unos segundos hasta que dijo.
- De acuerdo, pero ten cuidado, por favor papi- pidió la chica con su dulce voz resignándose a recibir placer por vía anal por primera vez.
El hombre, atendiendo a la petición de Valentina comenzó a acariciar las nalgas de su hijastra con cuidado, hasta llegar al punto de separarlas y comenzar a lamer el pequeño agujero que había entre ellas y por el que sería penetrada.
Valentina, que nunca había recibido ni la más mínima caricia en aquella zona de su cuerpo por ninguno de sus amantes, gimió de placer mientras agarraba el edredón que cubría su cama, con fuerza, deseando que aquel momento no acabase.
Daniel, al ver lo receptiva que estaba la muchacha con sus caricias, no tardó en introducir el primero de sus dedos en la cavidad anal de Valentina, que gimió de dolor al sentirse penetrada, aunque esa sensación no tardó en diluirse cuando sintió como la otra mano del hombre se encargaba de estimular su caliente y empapado sexo.
Daniel siguió estimulando el culito de firmes nalgas de su hijastra hasta que este admitió dentro de él un nuevo dedo que hizo gemir a la muchacha de dolor, pero al igual que tras la primera penetración Valentina no tardó en acostumbrarse y gemir de placer.
- Creo que por este hoyo que he abierto puede entrar ya mi polla- comentó el hombre sonriendo viendo que sus deseos de acabar dentro de la joven estaban muy cerca de cumplirse.
- Ve con cuidado por favor papi- pidió la chica de nuevo consciente de que la verga de su padrastro era bastante más gruesa que los dos dedos que le habían estado estimulando el ano.
- Claro, no te preocupes. Te dolerá un poco al principio- dijo apuntando el glande sobre el ano de la chica que apretó los dientes- pero se te pasará enseguida- aseguro Daniel ejerciendo presión y notando como el culito de la chica comenzaba a permitir el paso a su falo.
Valentina sintió un intenso dolor cuando la cabeza del miembro de su padrastro entró por completo en su interior, y tratando no gritar mordió con fuerza el edredón que tenían ante su cara, aunque aún así profirió un largo quejido ahogado.
Viendo que el dolor no decrecía a medida que aquel ariete se introducía por su zona trasera sin remisión, la muchacha estiró su mano derecha hasta llevarla a su sexo para a comenzar a estimularse y sentir como aquel placer comenzaba a mitigar el dolor que sentía.
Cuando Daniel por fin introdujo todo su falo en el interior de Valentina esta gimió de placer, ya que estaba segura de que no sentiría más dolor y que todo lo que la esperaba era placer.
- Embísteme papi- pidió la chica entre jadeos tratando de motivar a Daniel que no tardó en mover sus caderas con energía para satisfacer tanto sus deseos como los de la chica.
Las primeras acometidas fueron violentas por parte del penetrador, pero aquel deseo inicial comenzó a verse disminuido a medida que pasaba el tiempo. La muchacha poco a poco comenzó a sentir dos placeres al mismo tiempo: el vaginal que había usado para aliviar el dolor de su culito y el que le estaba comenzando a proporcionar su padrastro por vía anal.
- ¡Vamos zorra, mueve tú también el culo!- exigió el hombre agarrando con fuerza de la cintura de la chica y moviéndola con fuerza.
- Sí papi- contestó la chica encantada, sintiendo que estaba cerca de acabar.
Valentina, que cada vez notaba que la polla de su padrastro estaba más holgada dentro de ella comenzó a mover su trasero con fuerza, sin descuidar las caricias que estaba dando a su vagina, las cuales suponían la mayor parte de su placer.
Un fuerte gruñido por parte de Daniel hizo que Valentina no se sorprendiese cuando notó como un líquido caliente y bastante abundante comenzaba a llenar su culito, momento que la chica aprovechó para frotar sus sexo con más ímpetu, ya que llevaba unos minutos al borde del orgasmo, pero no se había atrevido a correrse por temor a sentir dolor de la penetración anal si no lo equilibraba con el placer que sentía acariciando su clítoris.
Valentina soltó un grito agudo al sentir como sus fluidos abandonan su cuerpo, a medida que notaba como la flácida polla de su padrastro comenzaba a dejar libre su trasero, pero lo que realmente la pilló por sorpresa fue sentir la lengua de Daniel lamiendo con avidez el sexo y los húmedos muslos de la muchacha.
Valentina permaneció quieta durante unos minutos, recreándose con la hábil lengua de su padrastro encargándose de su sexo, hasta que finalmente cayó rendida y se hizo la dormida sobre la cama.
El hombre, al ver su si hija en aquel estado de agotamiento le acarició un poco el cuerpo para comprobar lo profundo que era su sueño, para moverla lentamente hasta dejarla en el interior de la cama y arroparla con cuidado para acabar dándola un beso en la mejilla ante el que la chica sonrió para sus adentros. Todo había salido incluso mejor de lo que había esperado.
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo.