Seduciendo a mi profesora del colegio 3 - El Final

El último momento de seducción y sexo con la profesora de secundaria, su culo virgen logra ser mío.

((Para entender este relatos, recomiendo ller antes

Seduciendo a mi profesora, Seduciendo a mi profesora 2 y Seduciendo a mi profesora 3

. Sin más que mencionar, disfruten de esta nueva entrega , dejen sus comentarios positivos o negativos me ayudarían mucho, perdón la demora de subir la última parte, andaba ocupado pero iré subiendo más historias para que os acompañes con buenas pajas en sus horas de soledad y esposos, ¡cuidado! no descuiden a sus mujeres que pueden estar siendo folladas por tipos más jóvenes y con pollas más gruesas que las suyas. ))

(...)

Coloqué mi polla en la entrada de ese tremendo culo que tenía y con unas gotas más de lubricante, fui empujando despacio. Sentía cómo su esfínter anal ponía resistencia, pero poco a poco se fue abriendo camino. A penas había metido el glande y sentía que lo ahorcaba con su esfínter, mientras ella gritaba de dolor.

-          Relájese licenciada, que solo está dentro la puntita.

-          No Pablito. ¡Sácame eso, que me duele mucho!

-          Tranquila, que se va a ir acostumbrando

Con un leve movimiento, metí unos centímetros más de mi polla, ella mordía las sábanas para aguantar el dolor lacerante que le provocaba.

-          Aaaaaaaay! Nooooo!!!! Me duele!!!

Con un movimiento violento hacia adelante, logró quitar su culo de mi polla. Su esfínter anal estaba más dilatado que al principio; pero, aún no había logrado mi cometido.

-          Basta Pablo, suficiente por hoy. No creo poder aguantar más, me duele mucho.

-          Vamos licenciada, un poco más y estaba toda dentro.

-          ¡No!, entiende me haces daño.

Mi licenciada estaba poniendo resistencia a lo más anhelado que quería. Estaba tan caliente, luego de sentir su esfínter apretar mi polla que pasó, por mi mente, la idea de tomarla por la fuerza y sin importar nada penetrar ese culo. Sin embargo, opte por otra opción.

-          Pensé que quería que la haga mi mujer, licenciada.

-          No me mal interpretes, quiero ser tuya completamente; pero, no estoy preparada para eso. Te confesé que nadie lo había hecho por ahí y tú me prometiste que si me doliera, ibas a parar.

-          Está bien, no hay lío.

Me levanté de la cama y seguí hacia la cocina. Ella quedó tirada en la cama como niña chiquita después de haber recibido un regaño. Desde la cocina emití un comentario.

-          Licenciada, será mejor que se regresa a su casa. Pediré un taxi.

Luego que me rechazara follar su culo, estaba tan irritado que solo quería darle en su propio ego. Era una apuesta arriesgada: por un lado, ella podía dar por terminado aquella noche de aventura y aceptar el taxi y, por otro lado, conociendo el ímpetu de competencia de mi licenciada, de no perder, podría llevarla a aceptar una nueva oportunidad de follar su ano. Hubo un momento de silencio, sin que ella emitiera ninguna palabra, cuando de repente, salió de la habitación. Permanecía desnuda y se quedó apoyada en la puerta.

-          Pablo, no quiero que te enojes, por favor. No quiero irme.

-          Es mejor que se regrese a casa. Como usted mismo lo dijo, es suficiente por hoy.

Seguía macerando su ego, con su propio juego. Ella con cara de culpabilidad se acercó donde mí y rodeando mi cuello me propinó un gran beso de lujuria.

-          Quiero que seas mi hombre esta noche, Pablo.

Con aquellas palabras, tomó nuevamente mi polla que lucía flácida, para entonces y me llevó nuevamente, para la habitación. Dentro, ella se tumbó sobre la cama con las piernas abiertas mostrándome su coño y su culo a mi merced. Entendí su invitación y me coloqué encima de ella quedando mi polla a alturas de su boca la cual sin que yo le dijera nada se la metió por completo. Hizo un gran esfuerzo para que mi mástil estuviera nuevamente, en pie. Lubricó todo mi falo desde la punta hasta los huevos, brillaba como carro recién acabado de salir del autolavado. Ella al mismo tiempo se masturbaba para emanar los suficientes fluidos vaginales los mismos que chorreaban hacia atrás, hacia su ano.

Estaba nuevamente con mi polla dura como una roca. Coloqué una de sus piernas sobre mi hombro y la otra la aparté de la posición central que estaba. Con ello sus dos agujeros estaban completamente al servicio de mi polla, desde luego, por el que me decidí fue por su culo. Coloqué el glande en su entrada e hice presión; con algo de menor dificultad que al principio entró en su culo, sin embargo ella hizo un gesto de dolor; pero no dijo nada, aguantó como pudo.

-          Así mi amor me gusta, que aguantes como una buena hembra que eres.

Saque mi polla para poner algunas gotas más de lubricante y volví a introducir, ella se volvió a estremecer cuando mi glande invadía sus entrañas. Introduje un poco más de mi polla y ella hacía muecas de dolor pero esta vez, no me reclamó nada, en absoluto. Se mordía los labios y sus puños, estrujaban las sábanas. Había el momento de introducir todos los centímetros de mi polla, cuando sentí que ya se había adaptado al grosor de mi pene, di un último empujó el cual provocó que sus ojos quedaran en blanco y con la boca abierta como si le faltara la respiración. Posteriormente se escuchó un grito desgarrador en toda la habitación. Mi polla había entrado por completo en su culo. Mis huevos entraban en contacto piel con piel con la de ella, no había duda que ese culo era un culo muy tragón.

-          Mire licenciada, si ve como su culo pudo soportar valientemente mi polla. Ahora viene lo bueno.

Ella aún no se recuperaba de la sensación de dolor, cuando empecé a sacar y meter mi verga por el nuevo agujero. Ella solo gritaba, en cada embestida. Empezó a tocarse su clítoris con el fin de generar placer y olvidarse del dolor que estaba provocando atravesar por aquel pequeño diámetro de su ano. Al cabo de unos minutos taladrando frenéticamente, ella, cambió su cara de dolor por una de lujuria. Me quedó mirando, con una sonrisa picaresca, mordiéndose y relamiendo sus labios; era la señal que le empezaba a gustar.

-          ¿Le está gustando licenciada?

-          Mmmmm! Sí, Pablo, eres lo máximo. Jamás me imaginé que podría sentir tan placer por ahí. Siento como tu polla llega a lo más profundo de mí y me encanta. No pares, dame más, hazme tu mujer.

Saque mi polla y la puse nuevamente en cuatro. Su esfínter estaba rojo de todo ese mete y saca, y también estaba muy dilatado. El día de mañana no podrá ni cagar de toda la follada que le iba a pegar esta noche. Apunté a su entrada y de un solo movimiento entró mi polla en su culo. Ella abrió la boca pero ya no era de dolor sino de satisfacción.

-          Aaaah! Siii, por dioooos , que placer!

Llevó sus manos a sus nalgas y las abrió de par en par para que tuviera mejor visión de lo que mi polla estaba haciendo con su ano. Varias nalgadas compitieron con los gritos de mi licenciada. La muy puta le gustaba que la someta.

-          Su turno licenciada. Así como cabalgó mi polla con su coño, ahora es el turno de su culo.

Sin dudar, me coloqué debajo y ella se sentó literalmente en mi polla. Dejó caer su peso con la ayuda de la gravedad y de un empujón entró completamente mi polla en su culo.  Con mayor facilidad para ella y para mí, empezó a saltar frenéticamente. Mis huevos chocaban con su clítoris mientras que mi falo entraba y salía de ese gordo culo que yacía rojo de tantas nalgadas que le di. Estuvimos así por varios minutos hasta que sentía que me iba a venir.

-          Aaah! Licenciada, me encanta como su culo se come mi polla. Eres una verdadera puta que le gusta que la follen, y eres toda mía.

-          Si Pablito, me encanta tu polla, me enloquece.

-          Me voy a correr, licenciada. No solo le llené el coño con mi semen sino que también lo haré en sus intestinos.

-          Soy tuya mi amor, haz lo que tú quieras, lléname de esa lefa caliente que sale de tu verga.

-          Aaaaah!!!... me coooo- rroooo!!

Sentí como mi polla se contrajo en unos cuantos chorros que sin duda fue a golpear las paredes de su intestino. Las piernas de ella, de repente, temblaron y varios chorros de flujo que salían de su vagina fueron a parar hacia mis piernas. Ella había tenido su orgasmo y después de ello, se desvaneció hacia atrás permaneciendo su espalda en contacto con mi pecho. Sin sacar mi polla de su culo nos dimos vuelta para quedar de lado y así estuvimos un tiempo hasta que los dos nos quedamos dormidos. Habíamos follado tanto esa noche, como dos novios adolescentes que no habían tenido sexo en años.

Nos despertamos al siguiente día, los rayos del sol llegaban al cuarto, han de ver sido tipo 09h00 de la mañana cuando sentí que ella se levantaba en dirección al baño. Escuché como caía el agua de la ducha. Recordé entonces todo lo que habíamos hecho y mi polla empezaba a llenarse de sangre. Me levanté de inmediato y me dirigí hacia el baño. Cuando entré, observé esa figura esbelta. Se encontraba de espaldas y fijé mis ojos en ese culo que había sido el orgullo de ella y no hace pocas horas estaba chocando contra mi vientre por lo profundo que mi polla la tenía ensartada. Mi licenciada tenía una espalda perfecta, el agua caía por esas curvas perfectas de su cintura y ese culo permanecía aún rojo por las nalgadas o por lo frenético de la follada.

Ella se dio vuelta, se asustó un poco cuando me vio con cara de maniaco sexual mirándola desde la puerta. No podía poner otra cara más que la que traía en ese momento, pues su coño estaba demasiado hinchado y rojo. Creo que por más que su esposo quiera tener sexo con ella los siguientes días no podrá, pues se daría cuenta de tan cambio en sus genitales.

-          Buenos días mi licenciada, ¿durmió cómoda?

Saludé mientras me dirigía hacia la ducha. Ella se dio cuenta que mi polla apuntaba hacia el techo y me lanzó una mirada pícara. Los dos sabíamos perfectamente lo que iba acontecer en aquel cuartito de baño, en pocos segundos.

-          Ven Pablo, buenos días. Veo que alguien se ha levantado con todas sus energías recuperadas.

-          Desde luego mi licenciada, cómo iba a permitir que se marchase sin su merecida follada de despedida.

Entré en la ducha, y sin más reproches, la agarre de su cintura y le di un fuerte beso. Ella me besaba con gran lujuria y a la vez, buscaba a ciegas mi pene.

-          ¿Cómo amaneció mi juguete sexual favorito?

-          Con ganas de refugiarse en ese coño tan delicioso que tiene licenciada.

No podía más, ella había sido mi fantasía desde la adolescencia y no debía desperdiciar ni un segundo que mi polla estuviera fuera de su cuerpo. Le di la vuelta para que su culo y su coño quedara a mi merced. Para ser sincero, me encantaba como su coño emanaba esos jugos vaginales que inundaba a mi pene por lo que, y ante mi intuición de macho, deduje que para entonces ya estaba bien lubricado, introduje de un solo golpe mi verga en su vagina. No me había equivocado, ella emanaba sus jugos vaginales a cántaros y su coño estaba completamente empapado que mi pene no tuvo dificultad para entrar hasta tocar su matriz. Salía y entraba en su vagina, con ese movimiento sus tetas chocaban contra la puerta de vidrio de la ducha. Era un espectáculo muy excitante, ver entrar mi verga en su coño, el bamboleo de sus tetas en cada embestida y los gritos de placer, inundando el lugar.

Pocos minutos pasaron para que ella volviera a convulsionar en su orgasmo, desvaneciéndose sobre sus piernas temblorosas y yo agarrándola de su cintura para que no se desplome sobre el piso. Nos dimos un nuevo beso con la misma lujuria y pasión que los anteriores. Terminamos de ducharnos, desayunamos y decidí acompañarla a su casa.

Durante el desayuno, ella hecho una mirada a su teléfono celular el mismo que había recibido varias llamadas de su esposo. Lo llamó y le dijo que se había descargado pero que no se preocupe que había salido y se había quedado a dormir en la casa de una amiga que ya iba en camino. Durante el trayecto me miró con ojos de ternura y amor.

-          Pablo, ha sido una bonita noche. Me has hecho sentir muy deseada y especial contigo. Has hecho sentirme nuevamente mujer.

-          Y cómo no hacerlo licenciada, con ese cuerpo suyo quién no quisiera tenerla todas las noches en la cama.

-          Qué ocurrencias dices Pablo, pero creo que esto debe tener su final aquí y ahora.

No me había enamorada de ella pero pensaba en la posibilidad de seguirla follando después de aquella noche.

-          Licenciada, pensé que…. Bueno… luego de que los dos…

-          No Pablo, no creo que pueda pasar de nuevo.

Llegamos a su casa, pero antes de despedirnos, ella se lanzó a mis labios, me besó con mucha delicadeza que sentí como si ella fuera mi esposa. Iba a abrir la puerta, para salir, cuando la sostuve del brazo.

-          ¿No se va a despedir licenciada?

-          ¿No fue suficiente el beso Pablito?

-          No me refiero de mí. Me estoy refiriendo a mi amigo quien le dio todo ese placer que usted jacta en decirme.

Bajé la bragueta de mi pantalón y ahí estaba. Aquella polla que hurgó tanto el interior de su vagina como el de su culo y ni qué hablar de su garganta.

-           Pablo, guarda eso, si alguno de nuestros vecinos nos ven será el escándalo.

-          Vamos licenciada, despídase con un solo beso, en la puntita. Nadie se va a dar cuenta. Estamos estacionados en un lugar oculto. Además, no hay muchas personas transitando la calle.

Vaciló un momento, pero luego se inclinó hacia mi miembro que estaba a punto de estallar. Quiso solo darle un simple beso chiquito en la punta pero la tomé con fuerza a tal punto que abrió toda su boca y se tragó toda mi polla. No puso objeción al movimiento de cadera que daba lugar en el interior del auto. Fue tanto el morbo que no aguanté más y me corrí dentro de su boca. Toda mi lefa fue a parar al interior de su garganta y su estómago. Ella casi se ahoga pero sé que le gustó, lo sé porque se relamió sus labios antes de bajarse del auto.

La miré dirigirse a su casa por el camino que había alado del carro, moviendo ese tremendo culo pero llevaba algo particular en su caminado. Sus piernas iban más separadas que una mujer de su edad. Caminaba algo chistoso pero igual de provocativo. Era producto de toda la noche de tremenda follada a su coño y su culo la que la hacía caminar así.  A lo lejos, salió su esposo al encuentro, los dos se abrazaron y él le dio un beso a esos labios que habían tocado mi pilla y creo que debió haber metido su lengua a la boca donde me había cavado de correr.

Pensé que luego de ese día no volvería a coincidir con ella y menos volverla a follar. Resulta que me equivocaba. Al paso de algunos días, recibí un mensaje de texto. Era ella, mi licenciada, quería que la visitase en su domicilio porque su esposo salía de viajes de negocios por algún tiempo y necesitaba que alguien la acompañara en las noches. Desde luego me mudé por ese tiempo a la casa de ella y fui el marido que le hacía falta. Estaba ahí para cumplir como un verdadero hombre y marido, follándo ese culo y ese coño.

Pero eso… eso es otra historia.

FIN