Seduciendo a mi profesor -Final

Ahogo un chillido de placer. Javier toma mi cara y me atrae para un beso. Su polla presiona contra mis paredes internas mientras sus dedos tientan mi clítoris y mi entrada. Son demasiadas sensaciones, que son abrumadoras.

He vuelto a Barcelona tres días después de hablar con el decano, y cada día desaparece algo. Le grito a mis amigas que están viendo la televisión en el salón.

Patricia: ¿Están mis tacones ahí?

María: Nop

Carol: Aquí no.

Voy hacia el salón porque no me creo a ver perdido otros zapatos.

Patricia: ¿habéis estado robando mis cosas?

Carol y María intercambian una mirada.

Carol: ¿qué quieres decir?

Patricia: Primero mi vestido favorito y ahora mis tacones. ¡tampoco puedo encontrar mi plancha del pelo! habéis tenido que ser alguna de vosotras. No hay otra explicación. Desembuchar.

Carol le asiente a María y me mira.

Carol: Solo queremos que no te vayas de nuevo.

María: Si, te echamos de menos.

Patricia: ¿y robando mis cosas vais a pararme?

Ambas se encogen de hombros.

Patricia: De verdad chicas. Solo significa que tengo menos ropa que ponerme. Ya os he dicho que no me voy, he vuelto a la universidad.

María: Pero has estado muy triste, no pareces tu misma.

Carol: Nos preocupa que regreses a Badalona para evitar a Javier.

Patricia: Ok, primero de nada no necesito evitar a Javier. Ya no estamos enfadados y no estoy asustada de verle.

Carol: ¿estas segura? porque estas deprimiéndote muchísimo.

Patricia: Me estoy recuperando de una ruptura de corazón y tengo mucho en mi mente. Pero me comprometo a quedarme en Barcelona. Ya también os eché de menos, chicas. Por favor devolverme mis cosas.

Carol: Vale, vale.

María: Pero solo si sales a cenar con nosotras.

Patricia: ¿ahora?

Carol: Si, vamos a ir a un mexicano nuevo, dicen que es muy bueno.

Las chicas sonríen haciéndome sospechar.

Patricia: Iré si prometéis no preguntar cosas personales.

María me mira como si estuviera escondiendo una sonrisa.

María: ¿porque haríamos preguntas personales?

Carol: Nunca haríamos algo así.

Patricia: Venga ya, seguro que os morís por saber lo que planeo hacer con Javier.

Carol: En absoluto, solo comeremos comida mexicana, lo prometo.

Patricia: Esta bien, iré, tengo antojo de mexicano.

Nos dirigimos al metro. 30 minutos pasan rápido. María y Carol han estado enviando mensajes como locas todo el camino al llamado restaurante mexicano. Pero comienzo a dudar que haya algún restaurante en un futuro. Esto es lo más lejos de lo que he estado en la ciudad. Carol levanta la mirada de su móvil durante medio segundo.

Carol: Te veo estresada, relájate.

Patricia: ¿vamos a ir hasta México a por la comida o qué?

Carol: Solo una parada más.

María: Te lo prometo valdrá la pena.

Patricia: Mas os vale que sea la mejor comida mexicana de toda la ciudad.

Un pensamiento pasa por mi mente.

Patricia: ¿algo de esto tiene que ver con Javier?

Ambas sacuden sus cabezas.

Carol: No tienes que preocuparte, Javier ya no es parte del supergrupo.

María: Nop, lo echamos.

Patricia: Bien.

Pongo una apariencia segura, pero no le va bien a mi conciencia.

María: Te hizo daño, estamos de tu parte.

Carol: Si, Carlos y Luis también dejaron de hablarse con él.

Patricia: tengo hambre, ¿dónde está el restaurante?

El tren se detiene, pero es tan sordo el ruido que no puedo escucharle.

Carol: Esta es nuestra parada.

Sigo a las chicas fuera del tren y miro alrededor, estamos en medio de la nada. Una calle silenciosa, tiendas con tablones y un viejo campo de beisbol puedo percibir frente a mí.

Patricia: Un restaurante mexicano, ¿eh?

Miro a mis amigas, quienes están escondiendo una sonrisa.

María: Solo vamos. tenemos algo que enseñarte.

Camino hacia el campo y luego descubro otras caras familiares en la distancia. Luis y Carlos se acercan, una cargando un bate de beisbol; el otro, una pelota y un guante.

Carlos: Hola.

Luis: Que bien que has vuelto, Patri.

Patricia: Pensé que íbamos a por comida mexicana.

María: Olvida tu estómago, esto es más importante.

Luis: después vamos a por comida mexicana. Prometido.

Carlos: Los chicos del vecindario necesitan un lugar para jugar.

Luis: ¿arreglamos este campo?

Patricia: ¿porque me preguntas?

Carlos: Este es tu campo.

Patricia: ¿qué?

Luis: Si es tuyo, puedes hacer lo que quieras con él.

Patricia: No sé de qué estamos hablando. ¿dónde estamos?

Luis: En la ciudad. Hay alguien aquí que te lo explicará.

Miro otra figura cruzando el campo. Javier, solo verlo me roba el aliento. Camina hacia mí y siento la necesidad de tirarme sobre sus brazos. Javier me alcanza, se muerde el labio y tiene el ceño fruncido.

Javier: Me preocupaba que no vinieras.

Patricia: Carol y María fueron muy convincentes

Javier: Bien, les pedí que hicieran lo necesario para traerte aquí. te echaba de menos, echo de menos verte todos los días.

Atrapo su esencia con la brisa. Envía un escalofrió por mi cuerpo.

Javier: Estas preciosa. Mes estoy conteniendo para no rodearte con mis manos.

Patricia: ¿Me puede decir alguien que está pasando aquí?

Javier: Querías que te escribiera algo para tu cumpleaños.

Me da un papel doblado.

Javier: Siento que sea tan tarde.

Patricia: Nunca es muy tarde.

Javier: Quería que tuvieras algo increible por tu cumpleaños.

Patricia: Solo es un día, no es gran cosa.

Javier: Bueno espero que te guste la carta. Espero que arregle las cosas.

Desdoblo el pale y miro el título.

Las razones por las que amo a Patricia Jimeno.

Le doy el papel

Patricia: Dime lo que me tengas que decir ahora sin papel.

Coge mis manos entre las suyas. Se sienten cálidas y familiares. Me mira profundamente a los ojos.

Javier: Tengo mucho que decirte

Su mirada me atraviesa. Se siente como si tuviera el estómago lleno de mariposas.

Javier: Compré este campo para ti.

Mis ojos se abren como platos.

Patricia: ¿Por qué? No lo entiendo, ¿un campo de beisbol?

Javier: Porque me dejaste vivir en el sol por un rato. Y este es mi intento para devolverte el favor, aunque no se compare. Ahora los vecinos podrán vivir también en el sol. Está a tu nombre. Puedes hacer lo que quieras. Puedes limpiarlo, empezar un equipo, ignorarlo, lo que quieras.

Mi corazón se siente como si estuviera saliendo se del pecho.

Patricia: Es... es increible.

Javier desliza sus dedos por mi cabellos y presiona su frente contra la mía. Se aleja y después de un minuto, toma mis manos entre las suyas.

Javier: Tienes mi corazón. Para siempre. Y siempre estaré para ti, amándote.

Las lágrimas llenan mis ojos. Mis manos tiemblan. El calor se esparce en mi cuerpo, haciéndome sentir como si pudiera flotar en el aire de felicidad. Me mira, con preocupación en su rostro. Sonrío, el perdón crece en mi corazón.

Patricia: Eso... eso es muy dulce, Javier. Y te perdono. De verdad que lo hago.

Su cara se ilumina.

Javier: Estoy tan feliz de escuchar eso.

Brinco en sus brazos y me aprieta tanto que apenas puedo respirar. Puedo escuchar a mis amigos detrás de mí. Javier me pone en el suelo y lo miro.

Patricia: Soy tan feliz.

Javier: es posible que yo sea el hombre más feliz del mundo ahora mismo.

Patricia: No puedo esperar a que salgamos oficialmente. No más escondernos.

Besa mi nariz.

Javier: No más escondernos.

Nuestros amigos corren y nos rodean, sonriendo de oreja a oreja.

Luis: Esto lo tenemos que celebrar. Se que querías comida mexicana, Patri.

Patricia: Lo único que tengo es hambre de Javier.

María se abanica el rostro y Carol se ríe.

María: Bueno, ok entonces nos vamos.

Luis le pega a Javier en la espalda.

Luis: Parece que tu mujer necesita ser, eh.. saciada.

Javier se ríe y pasa mi brazo posesivamente alrededor de mis hombros.

Luis: Nosotros nos vemos en otro momento.

Mis amigos se dirigen hacia el tren y miro a Javier.

Javier: Vamos a mi casa.

Patricia: Ni siquiera se dónde vives. Odio eso.

Javier: Yo también.

Patricia: Enséñamelo.

Javier coge mi mano y llamo a un taxi, 30 minutos después estamos en su piso.

Patricia: Así que este es tu piso.

Sonrío mientras miro alrededor, notando las repisas a reventar cin libros. Huele rústico pero hogareño.

Javier: ¿Qué piensas?

Patricia: Necesitas un decorador de interiores.

Hace una mueca.

Javier: ¿no te gusta?

Patricia: No es eso. Solo me recuerda ... una tienda de libros usados.

Javier: No deberías sorprenderte. sabes que amo los libros.

Patricia: Buen punto.

Miro los títulos de las estanterías.

Patricia: Tienes algunos de mis favoritos.

Javier: Tendrás que decirme cuáles son tus libros favoritos después. Por ahora deberías probar mi cama, es bastante cómoda.

Patricia: ¿Lo es?

Javier: Si, rebota bastante.

Patricia: Me pregunto qué clase de cosas podemos hacer ahí.

Javier: Puedo pensar en algunas cosas.

Sonríe. Su mirada me recorre entera, sin dejar dudas de su significado.

Patricia: Apuesto a que puedes.

Javier me levanta del suelo y me lleva a su habitación. Me tira encima de la cama, aterrizo de espaldas, riéndome. Lo miro ponerse sobre mí, con los ojos llenos de lujuria.

Patricia: Javier esta cama rebota mucho.

Javier: Así es. Y no solo vamos a hacer que la cama rebote.

Patricia: ¿oh? ¿qué vamos a hacer?

Javier: Vamos a hacer que las paredes retumben.

Javier me acaricia. Pasa un dedo por mi labio inferior.

Javier: Ha pasado mucho tiempo desde que estuve dentro de ti.

Patricia: Arreglemos eso.

Javier: Eso es lo que pienso exactamente.

Me besa apasionadamente. Inhalo su esencia y gimo en el beso.

Javier: Quítate la ropa. Necesito verte y tocarte.

Con una sonrisa me siento y levanto mi blusa. Su mirada está absorta mientras alcanzo mis tetas, tocando mis pezones para él.

Patricia: Ven aquí.

Javier corre hacia mí. Coge cada uno de mis pechos en sus manos y aprieta. Arqueo mi espalda, incitándolo.

Javier: Lo he echado de menos.

Patricia: ¿qué echabas de menos más?

Javier: Poner mi boca en ellos.

Pone su boca en un pezón y succiona, mientras pellizca el otro ligeramente. La sensación va directa a mi clítoris, que palpita, necesitándolo. Se aleja y empieza a quitarme la ropa interior. Cuando mi ropa está toda sobre el suelo, abre mis piernas

Javier: Necesito probarte aquí también.

Patricia: Cómeme entera.

Javier gruñe.

Javier: Con mucho gusto.

Se agacha y pone su cara entre mis piernas. Instintivamente, cojo su cabello mientras el me da besos en los muslos. Mi vagina se contrae con anticipación. La necesidad crece en mi estómago.

Javier: Mierda hueles tan bien. Me hace quererte aún más.

Por fin, abre mis labios vaginales y da una gran lamida. Jadeo y muevo mis caderas contra él, apretando más su cara contra mi coño. Presiono su cabeza contra mi vagina. Lame más duro, más rápido. Se siente tan bien, tan perfecto.

Javier: Quiero hacer que te corras en mi lengua. Quiero probar tu delicioso jugo.

Patricia: ¡oh, dios!

Sus palabras me llevan al extremo. Succiona mi monte anhelante en su boca, implacable hasta que apenas puedo respirar.

Patricia: Oh, dios. Oh, dios. Oh, dios.

Llego al final, derribada, indefensa, gritando sin importarme los vecinos. Me lame mientras llego al orgasmo, haciéndolo durar tanto que se siente infinito. En algún momento, aleja su cabeza.

Javier: Increible.

Me tiro en la cama, exhausta.

Javier: Amo hacer que te corras, lo podría hacer siempre.

Se acuesto junto a mí y le sonrío.

Patricia: Eres muy bueno, De hecho, diría que eres nivel experto.

Javier: ¿tengo un 10?

Me rio ante el cambio de roles.

Patricia: En absoluto.

Javier hace una pausa para quitarse la ropa. Se acuesto junto a mí y me acerca hasta que mi cabeza descansa en su pecho. Pasan un par de minutos acariciando su cabeza, su mirada es suave y amorosa. Pasa su mano o mi cuerpo de arriba hacia abajo, despertando cada nervio.

Javier: Eres perfecta. ¿lo sabes? Tu cuerpo es tan suave, tu piel es perfecta. Amo tocarte, estar cerca de ti.

Patricia: Yo amo tocarte y poner mis manos sobre tu cuerpo, pero lo que más me gusta es tu grande y grueso pene.

Javier: Está caliente y palpitante solo para ti.

Javier sonríe y aprieta mi trasero.

Javier: Eso fue una cosa sucia. ¿sabes? si fuera otro tipo de profesor, te azotaría con una regla.

Patricia: ¿Que te detiene?

Javier: Nada en absoluto.

Javier desaparece. Reaparece un momento después con una regla. Me estiro contra las almohadas y muerdo mi labio cuando le miro. Javier se acerca.

Javier: ¿sabes que quiero hacer con esta regla? quiero que te des la vuelta para azotar tu perfecto culo. Quiero verte brincar cada vez que esta regla te golpee. Y luego quiero abrir tus piernas y golpear tu pequeña vagina antes de que mete mi pene en ella.

Al escuchar sus palabras, me doy la vuelta y me doy un azote. Sus ojos se abren como platos.

Javier: Creo que esas no son formas de comportarse, señorita Jimeno.

Patricia: ¿Entonces me va a castigar, profesor?

Javier: Me temo que sí.

Se sube a la cama y posa la regla en una de mis nalgas. Cuando pega con ella en mi culo un jadeo sale de mi boca.

Patricia: ¡Oh!

Vuelve otra vez con otro golpe, mi cara expresa un placer incontrolable. Con otro golpe mi trasero ya está de un color rojo muy sexy que hace que Javier tire la regla al suelo.

Javier: Creo que ya sabes cómo comportarte.

Patricia: Si, profesor.

Javier: Bueno, no sé si creerte.

Tras esas palabras me da la vuelta y coge la regla del suelo.

Javier: Un último castigo para que no lo vuelvas a hacer nunca más.

El golpe va directo a mi clítoris, haciéndome daño, pero con mucho placer. Tras el golpe, coloca su puño en mi pelo y me coloca frente a su cara. Nuestras miradas llenas de placer sexual se cruzan una con la otra unos instantes, hasta que mueve su puño y coloca mi cara frente a su entrepierna.

Javier: Quiero ver si ya sabes obedecer, chúpamela.

Patricia: Si, profesor. Lo que sea por ti.

Javier: Eso es lo que me gusta escuchar.

Javier deja salir un gemido profundo conforme me meto su pene en mi boca. Lo succiono con movimientos hambrientos, mis labios se mueven de arriba hacia abajo. Lo puedo sentir palpitando contra mi lengua. Sus manos se aprietan en mi pelo.

Javier: Dios, esto es tan jodidamente bueno. Déjame correrme en tu boca. Déjame ver cómo te tragas cada gota.

En vez de responder, acelero el ritmo. Todos los músculos de Javier se tensan. Su estómago se flexiona y un líquido caliente se esparce por mi lengua. Me lo trago como un deber. Javier lucha para recuperar el aliento.

Javier: Bien hecho, señorita Jimeno.

Javier se calienta de nuevo en la cama contigo y me atare hacia sus brazos. Acaricia mi cabello y me besa suavemente.

Javier: No puedo creer que estás conmigo. Justo en mis brazos.

Patricia: Seducirte siempre ha sido parte del plan.

Javier: Pues ha funcionado.

Patricia: Cuando quiero algo, siempre lo consigo.

Javier: Te creo. Parte de mi quiere amarrarte para que no te puedas alejar de mi de nuevo.

Patricia: ¿Eres del tipo de cuerdas o de pañuelos?

Javier: Eres muy joven para saber de esas cosas.

Patricia: ¡Oh, por favor! He leído.

Javier: Solo me puedo imaginar qué tipo de libros tienen eso como tema.

Pasa sus dedos por mis muñecas.

Javier: Si te atara, estarías por completo a mi merced. Podría hacer lo que quisiera con tus suaves labios y tu dulce y pequeña vagina. Podría meter mi pene profundamente. O lamer tan tentadora y talentosamente, que me rogarás que te deja correrte.

Me estiro en la cama mientras el recoge una corbata.

Javier: Ponga sus muñecas sobre su cabeza, señorita Jimeno.

Patricia: Tendrás que obligarme.

Javier: Oh, puedo hacerlo.

Javier coge mis muñecas y las ata a los postes del cabecero de la cama con las corbatas de seda. Pasa sus mano por mis caderas, luego coge mis tetas.

Javier: Hermosos. Usted es exquisita, señorita Jimeno. Y está a mi completa merced.

Javier pellizca mi pezón.

Javier: Imagina lo que podría hacerte en esta posición. Podría apretar tus tetas y culo por el tiempo que quisiera. Podría meter mi pene en tu boca y hacer que me la chupes hasta que te ahogues. Podría incluso arrojar tus piernas sobre mis hombros y follarte tan duro, que me rogarás que te deje correrte. Y no serías capaz de hacer nada por detenerlo.

Patricia: ¿qué te detiene?

Javier: Tu permiso, necesito saber que lo quieres hacer.

Patricia: Si tienes que preguntar, entonces no me conoces muy bien.

Javier: Justo lo que pensé que dirías. Sabía que te gustaría. ¿pero sabes que te gustaría aún más ? Usar una venda sobre los ojos mientras lo hago. Solo imagínate no ser capaz de ver nada de lo que hago. Estar desnuda, expuesta, vulnerable... Mientras hago lo que quiera contigo.

Pasa un dedo por mis húmedos pliegues, deteniéndose en mi clítoris.

Javier: Mientras hago que tu pequeña vagina se cierre para mí. Te tendré rogando por mi pene para cuando termine contigo.

Patricia: Hazlo, por favor.

Javier se estira hacia du cajón y saca una venda. La pone sobre mis ojos. El mundo se oscurece, pero siento sus dedos en mi boca.

Javier: Mírate, tan hermosa, tan indefensa.

Javier pasa un dedo por mi labio inferior, luego se mueve. Su toque es ligero contra mis pechos, volviéndose duro solo cuando me pellizca los pezones. Jadeo y me tenso, pero las corbatas evitan que pueda retorcerme.

Javier: Chica traviesa. Se supone que te tienes que quedar quieta.

Una mano se posa en mi vagina. Dedos hábiles presionan la entrada de mi cuerpo, frotando se contra mi punto g. Arqueo las caderas, pero Javier me hace estar quieta.

Javier: Si no puedes comportarte...

Algo caliente y grueso toca mis `pliegues. Doy un respiro mientras Javier me tienta el clítoris con la punta de su pene.

Javier: Voy a meterte esto. Y no me voy a mover hasta que te quedes quieta.

Patricia: Quiero eso, Javier.

Javier: Lo tendrás pronto.

La venda es retirada en un instante. Javier afloja las cuerdas. El siguiente beso que Javier ofrece es suave, sensual y candente. Me levanta de la cama en sus brazos. Toca mi pecho con un mano.

Javier: No puedo tener suficiente de estos.

Patricia: Y yo no puedo tener suficiente de esto.

Le doy a sus miembro un rápido apretón.

Javier: ¿sabes en que he estado pensando? ¿Sabes que pensamientos siguen viniendo a mi cada vez que me masturbo? Cuanto quiero poner mi pene entre tus tetas.

Patricia: Tienes una mente sucia.

Javier: Eso no puede sorprenderte ya.

Javier me pone de vuelta en la cama. Coge mis pechos y los junta, doblándose para succionar uno de mis pezones.

Javier: Tus tetas son perfectas. Tan redondas, tan bien puestas y coronadas con dos pequeños pezones perfectos. Y son tan sensibles.

Gimo mientras Javier presiona un pezón.

Javier: A veces solo me pregunto si puedo hacer que te corras solo jugando con ellos. Otras veces pienso como quiero pintarte la piel con mi semen. Y cuanto quiero ver las gotas rodar por las curvas de tus tetas.

Pone mi mano sobre su pene. Está grueso y palpitante.

Javier: Mira cuanto lo quiero, Patricia. ¿Lo quieres también?

Me recuesto y miro a Javier con ojos seductores. Mis manos se encuentran con mis tetas, empujándolos hacia arriba para él.

Javier: Hambrienta, ¿no es así?

Javier se estira hacia su cajón de nuevo. Saca una botella de lubricante y un vibrador.

Patricia: ¿Porque tienes un dildo en tu apartamento?

Javier: Lo compré pensando en ti.

Patricia: No estoy convencida de que te creo, pero podemos hablarlo otro día.

Se acerca y pone todo el lubricante sobre mis tetas. Pone su pone entre sus manos, luego lo desliza entre mis tetas. Un gemido se le escapa mientras me embiste, con su pene desliza hacia adelante y atrás.

Javier: Tus tetas son perfectas. Mira lo bien que aprietan mi pene. he estado soñando con esto.

Pausa para pellizcar uno de mis pezones. Un escalofrío agudo de placer se desenvuelve en mí.

Javier: pero parece injusto que yo sea el único que obtiene algo de esto.

Javier coge el vibrador. Lo enciende y lo pone en la entrada de mi vagina. El juguete envía una avalancha por todo mi cuerpo.

Javier: ¿Quieres esto adentro mientras juego contigo? Yo sí, quiero verte retorcerte, cerrarte y llorar mi nombre mientras te saco otro orgasmo. Déjame complacerte, déjame ver cómo te corres mientras mi polla está entre tus perfectas tetas.

Patricia: Hazlo, ya.

Abro mis piernas. Javier mete el vibrador dentro de mí.

Javier: Coge tus tetas.

Obedezco, cogiendo mis tetas mientras Javier las penetra. Una de sus manos juego con mis pezones. La otra se estira detrás de él y juega con el grueso juguete dentro de mí. Cada vibración contra mis paredes palpitantes manada placer a mi cuerpo.

Javier: Estás cerca, sé que lo estas. Nunca te sonrojas tanto a menos que vayas a correrte. Córrete ahora, Patricia.

Javier presiona el juguete duro contra mi punto g. Chispas vuelan detrás de mis ojos. me vengo con un grito de impacto y gozo. Javier me sigue, fluido caliente se esparce sobre mis tetas en gruesos hilos. Javier coge una corbata y la usa para limpiarme.

Javier: Por dios, Patricia.

Ben me toma entre sus brazos y me besa. deja salir un largo gruñido y me aprieta el trasero.

Javier: Te deseo, quiero estar dentro de ti, mucho. No puedo creer que haya durado tanto.

Patricia: Yo también te quiero dentro de mí.

Javier: Y no puedo esperar tus palpitantes paredes apretando mi pene.

Javier me pone contra mi espalda y pasa una pierna por mis caderas. Se acerca como un león hambriento.

Javier: Por más que nos hayamos divertido esta noche... esto es lo que más quería. Sostenerte. Sentir que te deshaces en mis brazos mientras mi pene está dentro de ti. Te voy a follar tan fuerte que vas a recordar la sensación de mi dentro, por semanas. No desperdiciemos ni un minuto.

Javier abre mis piernas, me da besos por todo el cuerpo mientras empuja su pene contra mi entrada.  En un suspiro, Javier está encima de mí, su pene está en mi entrada. Despacio, se adentra. Gimo ante la invasión, pero se siente tan bien.

Javier: Mierda, estás tan apretada. Se siente increible.

Muevo mis caderas contra él, obligándolo a ir más profundo. Me complace y entra todo el camino con un gruñido.

Patricia: Echaba de monos como te sentías dentro de mí.

Javier: Mmmm. Estoy aquí para cuando me necesites, corazón.

Entra y sale, frotándose contra cada punto de mi cuerpo. Mi necesidad crece, apretándose como un resorte. Le araño la espalda y el me embiste más fuerte... más rápido. Sus labios están en mi boca, mi cuello, mi pecho. Besando, mordiendo.

Patricia: ¡oh, dios me voy a correr!

Javier: Hazlo, córrete para mí.

Me corro muy duro, retorciéndome, apretándolo contra mi cuerpo. Gruñe y se corre al mismo tiempo, luego se acuesta, jadeando, sobre mí.

Javier: Eso se sintió tan bien. Necesitaba esto.

Patricia: Estamos tan perfectamente juntos.

Se acuesta junto a mí y me envuelve con sus brazos.

Javier: Eso es verdad.

Me acurruco con él, suspirando contenida.

Javier: Estoy muy feliz, Patricia.

Patricia: Yo también. Este momento es perfecto.

Javier: Lo es. Y espero que tengamos muchos, muchos años juntos.

Patricia: Javier... ¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo?

Javier: No solo estoy diciendo cosas. Estoy tratando de planear a futuro. Nuestro futuro.

Mi aliento se detiene al mismo tiempo que Javier se levanta. Su mirada se fija en la mía.

Javier: ¿Que dirías si te pido que te cases conmigo algún día?

cinco años después

Mamá: No puedo creer que mi única hija se casa hoy.

Patricia: Dios mío, mamá. Es emocionante. Siento como si estuviera a punto de salirme de mi piel. No puedo esperar a caminar hacia el altar.

Mamá: Muy pronto estarás ahí, corazón.

Carol y María, mis damas de honor, se acercan con la bolsa negra que guarda mi vestido.

Carol: Póntelo, Patri. No podemos esperar a vértelo puesto.

Carol saca un vestido con escote palabra de honor y abierto por un lado para que se vea una pierna. Después de ponerme el vestido, doy una vuelta en circulo. Miro hacia mi vientre. Estoy embarazada. haciendo esa idea a un lado, le sonrío a mis damas de honor y a mi madre.

Patricia: ¿qué tal estoy?

Los ojos de mi madre se llenan de lágrimas.

Mamá: ¡Estas hermosa cariño!

María: Si, es tan bello.

Carol: Javier, se va a desmayar.

Patricia: Awww. Gracias.

Miro al espejo para asegurarme de que el maquillaje sigue en su lugar mientras mi ojos se humedecen. María lo nota y abanica mi cara.

María: ¡Patricia, el rímel! No puedes llorar.

De alguna forma logro detener las lágrimas.

Mamá: No me puedo creer que te acabes de graduar y ahora vayas a casarte.

Patricia: Ha sido un torbellino de emociones, pero los tiempos son perfectos. Tendré el apoyo de Javier mientras me encargo de la parte pesada de mi carrera de medicina.

Carol: En definitiva, te adora.

Patricia: Me siento tan afortunada. Me apoya en todo lo que hago y su amor es incondicional. A veces siento que no me lo merezco.

Mamá: No seas ridícula, mereces todas la cosas buenas del mundo.

Carol: Si estuviera aquí, diría que él es el suertudo.

Alguien toca a la puerta. Luis asoma la cabeza.

Luis: Estamos listos, Patri.

Sonríe de oreja a oreja.

Luis: Estas preciosa.

Patricia: Gracias.

María se apresura y le besa en los labios.

Patricia: Dile a Javier que estará allí en un momento.

Luis desaparece por el pasillo y miro hacia mamá y mis amigas.

Carol: ¿Lista?

Patricia: Absolutamente. Nunca había estado tan lista para algo en mi vida. Se siente como si lleváramos siglos esperando esto.

Mamá: Está sucediendo en el momento que debía. Recuerda dar un respiro y disfrutarlo.

Patricia: Gracias a las tres, de verdad, sois increíbles.

María: Nosotras también te amamos.

Respiro profundo y contengo mis nervios.

Patricia: Vamos.

La plaza del pueblo está bellísima. María y Carol hicieron un excelente trabajo transformándola. Pétalos en el suelo formando un camino que lleva al ayuntamiento donde Javier espera.

Patricia: Que guapo en esmoquin.

Javier: Le queda muy bien ese estilo.

Mi padre camina conmigo, sus lágrimas traviesan su cara, pero sonríe.

Papá: Eres la novia más guapa del mundo.

Beso su mejilla.

Patricia: Gracias, papá.

María, mamá y Carol toman sus asientos. la música suena y trato de mantener quietas mis temblorosas rodillas mientras camino hacia el altar. Mi padre me aprieta el codo mientras lo sujeta. Alcanzo a Javier, que tiene lágrimas en los ojos y la sonrisa más grande que jamás haya visto.

Javier: Hola.

Patricia: Que guapo estas.

Javier: ¿ah sí?

Asiento.

Javier: Pues gracias, pero no estoy tan bien como tú. Estas increible.

El juez comienza la ceremonia. Estoy tan nerviosa que apenas escucho lo que dice. Por fin capto la palabra votos. Javier saca un papel del bolsillo.

Javier: Escrbí mis propios votos para ti, Patri. Quiero decirte aquí mismo, frente a tu familia y amigos, cuanto significas para mí. Porque eres todo para mí, Patri. deja que te diga las razones de porqué.

Mi corazón relampaguea mis oídos. Javier carraspea. Sus manos tiemblan mientras lee sus votos.

Javier: Patricia Jimeno, la primera vez que te vi supe que eras muy especial y quería conocerte, pero las circunstancias no lo permitieron, con el tiempo fuiste ganando poco a poco hasta llegar a conquistarme por completo. Esa sonrisa que te caracteriza, lo cabezona que eres... Todo lo que veo en ti me encanta, y por fin tengo a mi lado a alguien con quien compartir mi vida. Por todo esto, muchas gracias por aparecer en mi vida.

Lo aplausos recorren el ayuntamiento. Carol me pasa un papel

Patricia: Javier Blanco, este día no puede ser más feliz, estoy rodeada de mi familia y amigos, pero lo más importante eres tú. Tú me apoyas en todo lo que hago y haré, aunque suene muy idiota. Tú me complementas como nadie lo ha hecho y por eso te quiero decir que gracias por aparecer en mi vida en ese pasillo de la universidad o en ese armario del del pub, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, te amo.

Miramos hacia el alcalde. Al fin llega la parte más importante. El alcalde me pregunta si tomo a Javier como mi esposo.

Patricia: Si quiero.

Le pregunta lo mismo a Javier.

Javier: Sí quiero.

Alcalde: Entonces yo os declaro marido y mujer, puedes besar a la novia.

Tras un gran beso y despedirnos de nuestros amigos y familiares, Javier me guía por el pasillo mientras mi familia lo celebra. Los dos entramos en un limusina.

Javier: ¿te lo puedes creer, Patri? Al fin estamos casados.

Patricia: Lo sé. Y no puedo esperar para tener nuestro primer baile juntos.

Javier: Piénsalo, solo nosotros dos en ese piso. Bailando juntos, como si el mundo se detuviera para nosotros.

Patricia: Suena maravilloso, Javi.

Javier envuelve sus hombros a mi alrededor y me da un apasionado beso.

Javier: Y no puedo esperar a empezar nuestra vida juntos. Matrimonio, hijos, todo.

Patricia: ¿hijos?

Javier: Especialmente hijos. Quiero empezar nuestra familia, Patricia. Se que serás una madre increible.

Patricia: Serias un padre maravilloso.

Javier: eso espero. Quiero hacer a nuestros hijos realmente felices.

Patricia: Sé que lo harás.

Javier: Gracias. Significa mucho para mí.

Rozo un beso contra los labios de Javier.

Patricia: Este día es perfecto, Javi.

Javier: Casi perfecto. será perfecto cuando ambos tengamos una copa de champagne en nuestras manos.

Patricia: Sobre eso, Javier, no creo que vaya a tomar nada de champagne esta noche.

Javier: ¿por qué? ¿te encuentras bien? ¿qué está pasando?

La emoción corre por sus venas.

Patricia: Estoy embarazada.

Javier se queda estupefacto ante la noticia, pero unos segundos después reacciona plantándome un beso en la boca increible.

Javier: Este día es perfecto.

El resto de la ceremonia y la recepción pasan como un torbellino. De pronto, es hora del primer baile como marido y mujer.

Javier: ¿has practicado?, ¿verdad?

Patricia: ¿y tú?

Javier: Durante semanas.

Patricia: Te lo has tomado muy enserio, ¿no?

Javier: Voy a arrasar. Voy a hacer de esto más inolvidable aún.

Patricia: Ya lo hiciste.

Javier: Pero puedo hacer mucho más por ti, Patricia.

Javier Extiende su mano.

Javier: Ven a bailar conmigo.

El baile es increible, los dos acompasados sin nada que nos importe solo nosotros dos. De vuelta en la mesa, Dani se acerca.

Dani: felicidades, Patri.

Patricia: Gracias, Dani.

Dani: incluso si no soy yo el que está casado contigo estoy muy feliz por ti.

Patricia: Encontrarás alguien perfecto para ti, ya lo verás.

Dani: Eso espero.

Dani se aleja, mis amigos del pueblo se acercan apresurados. Todos nos felicitan es increible, no quiero que cabe este día.

Lucia: ¿Y cuáles son los planes para la noche de bodas?

Patricia: Vamos a usar la cama.

Javier: Ese es un comentario muy atrevido, pequeña picara.

Patricia: Mis amigos me conocen.

Javier desliza un brazo alrededor de mi cintura tu besa mi sien.

Luisa: ¿y a donde vais de luna de miel?

Patricia: A Hawái.

Javier: Reservamos un resort todo incluido.

Patricia: Voy a practicar surf.

Javier: Y de buceo, por supuesto.

Patricia: Un montón de descanso en la playa.

Pau: Genial. ¿No hay un volcán ahí también?

Patricia: Si, probablemente iremos a verlo.

Claudia: Suena divertido.

Miro a Javier y envuelvo mi mano con la suya por debajo de la mesa.

Patricia: Cualquier cosa será divertida mientras estemos juntos. Pero Hawái será especialmente aventurero.

Javier pellizca mi mejilla.

Javier: Y romántico.

Dani: Bueno, espero que lo paséis bien. Felicidades de nuevo.

Unas horas después, luego de haber agradecido a todos por asistir, y recibir tantos cumplidos que he perdido la cuenta, el salón se vacía. Javier me lleva a una cabaña que alquiló por la noche antes de que mañana nos vayamos de luna de miel. Me quito el vestido de novia y me dejo caer sobre la cama.

Patricia: Estoy agotada.

La mirada de Javier se desliza por todo mi cuerpo, apreciándolo.

Javier: Espero que no tan cansada.

Patricia: Quizá puedas encontrar una manera de revitalizarme.

Javier: oh, apuesto a que puedo. Conozco tu cuerpo, se dónde tocar.

Patricia: ¿eso crees? Pruébalo.

Javier se quita su traje y observo la forma en la que se flexionan y se extiende sus músculos. Una vez, desnudo, me sonríe.

Javier: Estabas tan sexy en tu vestido de novia, estuve fantaseando todo el día con arrancártelo.

Patricia: ¡Me costó 600 euros!

Javier: Valió la pena cada céntimo. Póntelo para que pueda arrancártelo. Te compraré uno nuevo.

Resoplo y pongo los ojos en blanco.

Patricia: ¡ahora solo estás jugando!

Javier se acuesta en la cama. Desliza sus manos sobre mi piel desnuda desde mies piernas hasta mi cadera y llega a mis hombros. Me derrito en la cama, relajada por su toque.

Javier. Es nuestra noche de bodas.

Patricia: Es verdad.

Javier: ¿vamos a consumar el matrimonio?

Su mano viaja hacia mis tetas, pasa sus pulgares sobre mis pezones: Miro su cuerpo desnudo.

Patricia: Estaba pensando que podríamos follar hasta que salga el sol.

Javier: Me has leído la mente. Pero primero...

Javier levanta mi axila y huele.

Javier: Es probable que debas darte un baño.

Dejo salir un ruido ahogado de sorpresa y le golpeo.

Patricia: ¿Como se atreve, profesor Blanco? huelo como a un campo, ¿recuerda?

Javier: Lo que diga, señorita Jimeno. Nunca la acusaría de esconder la verdad. Sin importar que así fue como terminamos juntos.

Patricia: No me gustas mucho ahora mismo.

Javier: Pero te gusto la mayor parte del tiempo, ¿cierto?

Patricia: Quizá. No te voy a decir después lo que me acabas de decir. grosero.

Javier: Oh, tengo maneras de sacártelo. Pero primero...

Javier me coge en brazos, besándome con intensidad mientras me levanta. Mis rostro se cae cuando camina hacia el baño. Un jacuzzi vaporoso con pétalos de rosa brilla en la luz tenue.

Patricia: Oh por Dios, Javi el baño está increible.

Javier: Esperaba que quisieras darte un chapuzón.

Javier me baja de sus brazos y hace un gesto hacia el agua.

Javier: ¿Quieres darte una ducha conmigo? Porque si aceptas voy a pasar por cada centímetro de ti. Lameré cada gota de tu caliente piel y meteré mis dedos en tu pequeña y apretada vagina. Solo debajo del agua.

Nos adentramos en el agua, puedo ver como las gotas descienden por sus musculos cuando se levanta y coge una barra de jabón para limpiarme el cuerpo. Ante esa escena tan sensual yo abro las piernas y el pasa la barra de jabón por mi vagina, metiendo un dedo dentro de mi durante un momento.

Javier: Mmmm.

Eso hace que yo me pose sobre el borde del jacuzzi, derramando agua fuera.

Javier: Estas mojadísima.

Patricia: Es lo que tiene el agua.

Javier: Tu Shhh. Hueles como a rosas y jazmín. Apuesto a que sabrías delicioso. Quiero sentirte palpitar en mi lengua.

Javier hunde su cabeza en el agua. Jadeo mientras su lengua juega sobre mi piel caliente, buscando por mis capas para encontrar el punto sensible de mi clítoris. Su lengua pasa por mí y sus dedos se hunden en mis caderas. Sale del agua.

Javier: Sabes demasiado bien.

Javier levanta mis caderas hasta que están flotando sobre el agua. Baja de nuevo su cabeza para robarme de nuevo. Su lengua dirige caricias puntiagudas y estimulantes sobre mi clítoris. Sabe cuándo alagar y acortar sus movimientos. Pronto, estoy temblando.

Javier: Estas cerca, ¿verdad? Córrete para mí, dulce niña.

Es todo lo que me toma para llegar al límite. Me corro con una ferocidad que me hace agarrarme al borde del jacuzzi. Cuando termina, Javier se alza y atrapa mi boca con un beso.

Javier: Tenía razón, sabes delicioso.

Javier me lleva de regreso a la habitación y me acomoda.

Javier: Mírate. No pensé que pudieras ser más perfecta. Y aquí estás. Desnuda, sonrojada y tan hermosa.

Patricia: Javi, ¿qué quieres hacer conmigo?

Javier: Más cosas de las que puedo imaginar.

Javier pasa su dedo por mi piel. Hace círculos sobre un pezón.

Javier: Tienes unos pezones perfectos, redondos y pequeños. Son del color de tus labios. Y no puedo quitar mi boca de ninguno de ellos.

Agacha la cabeza y pone un pezón entre sus dientes. Lo muerde suave. Arqueo mi espalda y me meto más en su boca. Succiona con fuerza mi pezón antes de dejarlo ir.

Javier: No puedo esperar más, Patri. Necesito follarte.

Javier me presiona contra las almohadas. Sus ojos brillan con deseo. El deseo crece en mi vientre.

Patricia: Por supuesto, vamos a consumar nuestro matrimonio.

Javier: Eso es lo que me gusta oír.

Pone su boca en uno de mis pechos, lamiendo y mordiendo. Tomo su erección en mi mano. Deja salir un respiro. Masturbo de arriba hacia abajo su pene y lo siento crecer en mi mano.

Javier: Date la vuelta.

Comienzo a girar, golpea mi trasero una vez, haciéndome reír. Una vez boca abajo, levanta mis caderas y posiciona mis glúteos en el aire.

Javier. Mi esposa tiene un culo increible.

Lo aprieta. Paso mi mano entre mis piernas para jugar con mi clítoris.

Javier: Eso es. Tócate mientras te follo. Quiero ver tus pequeños dedos jugando contigo. Quiero que deslices un dedo dentro de ti y desees.

Javier me penetra, llenándome con su grosor. Sus penetraciones son duras y gruñe con cada una. Me agarro las sábanas para mantenerme en mi lugar. Golpea mi punto G una y otra vez, haciéndome chillar.

Patricia: E-estoy muy ceeercaaa.

Javier: Esa es mi chica.

Más duro, más rápido. El placer se arremolina. siento como si me fuera a quemar. Mis caderas se alzan, chocando con cada una de las embestidas de Javier.

Javier: Córrete conmigo, preciosa.

Patricia: Maldición.

Grito mientras llego al orgasmo. Mis puños se aprietan alrededor de las sábanas. gruñe mientras se vierte en mí. Embiste unas veces más, haciendo que el orgasmo dure más, y luego colapsa en la cama.

Javier: Eso fue heroico.

Patricia: No quiero parar.

Javier: Yo tampoco.

Javier me pone en una posición de cuchara, envolviéndome con sus brazos. Esparce besos mientras me sostiene apretado. Algo duro presiona mi espalda.

Patricia: No te puedes resistir cuando estás conmigo, ¿o sí?

Javier: No, no puedo.

Su dedo se desliza sobre mi culo.

Javier: ¿Sabes?, hay una cosa que aún no hemos hecho. Estaba pensando que esta noche seria la perfecta para hacerlo.

Su pulgar acaricia mi ano.

Patricia: ¿tienes lubricante?

Javier: Claro, lo metí en la maleta para la luna de miel.

Se levanta y saca un bote de lubricante de su mochila. Vierte un poco sobre su mano y luego lo desliza entre mis muslos. Empieza con mi vagina, tentando la piel sensible hasta que estoy suelta y relajada. Finalmente, desliza sus dedos hacia atrás y hunde un dedo directo hasta el nudillo.

Javier: Eso es. Ábrete para mí. Relájate.

Muerdo mi labio al tiempo que Javier abre mi trasero. Algo duro toca mi ano.

Javier: ¿Estás lista?

Asiento. Me penetra con una lenta y resbaladiza embestida. Esperaba dolor, pero no es más rápido que un estiramiento. Lento, Javier comienza a moverse. Sube mi pierna sobre la suya, abriéndome a sus exploradores dedos. Me hundo en la intimidad del momento, cerrando los ojos mientras me dirige hacia dentro.

Javier: Eres tan caliente. Te puedo sentir acercándote.

Ahogo un chillido de placer. Javier toma mi cara y me atrae para un beso. Su polla presiona contra mis paredes internas mientras sus dedos tientan mi clítoris y mi entrada. Son demasiadas sensaciones, que son abrumadoras.

Javier: Déjate ir. Ahora.

El susurro de Javier me manda al borde del orgasmo, que pronto llega, es muy duro y me entierra en la invasión de su polla y sus dedos en mis dos agujeros. Mis terminaciones nerviosas cantan mientras regreso de mi viaje. Javier me acaricia todo el camino.

Javier: Eso fue increible.

Me doy la vuelta y beso suave a Javier. Me atrae hacia él, envolviendo mi cuerpo con el suyo.

Javier: Estoy tan feliz de poder hacer esto contigo el resto de mi vida.

Patricia: Mmmm. Yo también.

Javier me besa fuerte, tengo los ojos cerrados y me acomodo contra él.

FIN

Bueno ahora ya sabéis mi historia y de cómo me enamoré y seduje a mi profesor. Pero ahora, cinco años después de esta historia, me he divorciado de Javier y me dirijo hacia Chicago para empezar una nueva vida en un nuevo hospital con mi hija de 5 años de la mano. En la actualidad soy una de las mejores cirujanas del país, y voy a probar suerte a una nueva ciudad, un nuevo país y una nueva vida.