Seduciendo a mi profesor -5

Me levanto mientras él se acomoda en el pasto. Me siento sobre su cara. Javier coge mis pechos, ligero presiona mis pezones mientras gimo. Besa y mordisquea mis muslos, luego los aprieta.

Patricia: No hay nada por aquí en kilómetros. Nadie nos molestará.

Javier: ¿A que estamos esperando entonces?

Baja de la camioneta y camina hacia mi lado. Cuando abro la puerta, me coge en sus brazos. Me planta un beso en los labios. Poniéndome sobre el césped para poder quitarse la camiseta de tirantes.

Javier: Necesito probarte. he estado muriendo por hacerlo todo el día.

Javier me quita la ropa y la deja caer al suelo. Luego me quita la ropa interior. El frio del aire cosquillea mi piel desnuda.

Patricia: ¿te vas a quitar los pantalones?

Javier: Pronto. Quiero hacer que grites mi nombre.

Mis mejillas se calientan mientras me rio.

Patricia: Podría hacer eso.

Javier: Acuéstate y déjame cuidarte.

Encuentro un punto de césped. Me cosquillea el cuello, pero se siente como una almohada. Ben se arrodilla frente a mí. Un bulto se nota en sus pantalones.

Javier: Espera. Esta no es la posición correcta.

Patricia: Javier. Ese bulto dice otra cosa.

Javier: Este bulto tiene una idea.

Patricia: ¿Oh? ¿Y cuál es?

Javier: Quiero que te sientes en mi cara. Quiero mirar tu vagina y ver lo húmeda que te pones por mí. Y quiero meter mi lengua dentro de tu ardiente coño.

Me levanto mientras él se acomoda en el pasto. Me siento sobre su cara. Javier coge mis pechos, ligero presiona mis pezones mientras gimo. Besa y mordisquea mis muslos, luego los aprieta.

Javier: Hueles tan bien, lista para mí.

Pongo sus manos sobre su pelo y lo presiono contra mi vagina. Su lengua comienza a jugar y gimo. Guio su cabeza hacia el lugar correcto y lo presiono más fuerte contra mí. Lame largo y duro en mi clítoris hasta que estoy cachondisima y suplico por correrme. Ondulo mis caderas contra su boca el placer crece y crece.

Patricia: ¡Oh, Dios, Javier!

Succiona mi clítoris con rapidez, llevándome cerca del límite. No reprimo el grito esta vez, pues sé que nadie más está ahí. Monto la ola y su boca, mientras el orgasmo desaparece gradualmente. Javier se sienta, lamiendo mis labios.

Javier: Hermoso.

Se le nota hipnotizado por mí, haciéndome sentir al tanto de mí misma bajo su mirada. Jadeando, me muevo de regreso al césped. Se acuesta junto a mí y me toma coge en brazos. Se siente tan bien estar así, los dos desnudos bajo la luz de la luna.

Javier: Mmmm. Tu piel es tan suave.

Acaricia de forma gentil mis pechos, haciendo que me den escalofríos.

Patricia: se siete bien cuando tocas mis tetas.

Javier: ¿ah, sí? ¿te pone?

Patricia: Dani nunca lo hacía bien. Era muy bestia. pero tú lo haces de manera tentadora, que hace que quiera más.

Javier

r: Me gusta escuchar eso. Quiero tocarte y follarte mejor de lo que nadie lo ha hecho.

Se levanta sobre su codo mientras me mira con una chispa traviesa en sus ojos.

Javier: Aún hay mucho de ti que no he probado, sabes.

Patricia: Muéstrame qué me estoy perdiendo.

Pasa una mano por mis costilla y mi cadera. Después se acomoda suavemente a mi lado. Aprieta mi trasero.

Patricia: estoy bastante segura de que has mordido mi culo. De hecho, es probable que tenga una marca.

Javier: no ahí, pero estas cerca.

Abre mis nalgas y mete un dedo en el medio, tocando mi centro. Jadeo sorprendida.

Patricia: Yo... yo nunca he hecho eso antes.

Javier se levanta. Me doy la vuelta, mirando hacia el otro lado del campo.

Javier: ¿Estas dispuesta a intentarlo?

Patricia: Podemos probar.

Javier: Esa es mi chica. Ponte a cuatro patas.

Con las mejillas ardiendo, hago lo que dice. Javier se pone detrás de mí. Abre mis nalgas y lame mi ano. Un ruido ahogado se me escapa.

Javier: ¿Estas bien?

Con una risa, mueve más rápido su lengua en mi ano. Me muevo contra el absorbiendo la sensación.

Javier: Sé cómo hacer que se sienta aún mejor.

Pasa su brazo por el frente para jugar con mi clítoris. Luego su lengua pasa por mi ano de nuevo. Ante la incómoda postura en la que él estaba, separa su mano de mi clítoris y continúa lamiendo el área sensible y comienzo a disfrutar la sensación placentera.

Javier: Quiero que te corras, bebé. Córrete mientras te llamo.

Su lengua entra en mi ano, estimulando todos los nervios de mi interior. Una explosión de placer se da dentro de mí. me alejo de él y caigo sobre el pasto. Se levanta sobre mí y comienza succionar mis pezones.

Patricia: ¿No has tenido suficiente de mí?

Javier: Nunca.

Me rio y giro para encarar a Javier y el otro lado del campo.

Patricia: ¡eres insaciable!

Javier: Aún no hemos hecho mi posición favorita.

Patricia: Déjame adivinar. La vaquera.

Javier: No, aunque es una buena que deberíamos hacer también.

Patricia: ¿Quieres dejarme dolorida?

Javier: Si, para que me recuerdes toda la semana.

Patricia: ¿De perrito?

Javier: Bingo.

Patricia: Amo hacerlo de perrito. Golpea justo donde debe.

Javier: Ver ese culo moverse desde atrás seria delicioso.

Patricia: ¿te gusta mi trasero temblando?

Javier: ¿bromeas? Lo miro cada vez que caminas delante de mí. En especial cuando te enfadas y te vas. rebota de la manera más adorable.

Patricia: ¡oye! ¡No me puedes mirar el culo cuando estoy enfadada!

Javier: No creo que ningún hombre pueda resistirse.

Sin aviso, Javier se pone de rodillas y me levanta con él. Choca mi boca contra la suya por un momento y luego se aleja.

Javier: Se buena y ponte a cuatro. Haré que te corras muy fuerte.

Me doy la vuelta y pongo mis manos en el suelo. Para seducirle más, bajo mi cabeza hacia el césped y arqueo mi espalda.

Javier: Dios me ayude.

Escucho como se quita la ropa en tiempo récord y luego se pone un condón. Mientras lo hace, acaricia mi trasero y espalda.

Javier: Esto es mejor de lo que me imaginaba.

Patricia: ¿Que te imaginaste?

Javier: esa es una pregunta traviesa.

Se arrodilla detrás de mí y frota su pene en mi clítoris hasta que me retuerzo. Se alinea conmigo y me penetra. En este ángulo entra profundo.

Patricia: Mmmm.

Se mueve en cortas y profundas embestidas. Pone un brazo alrededor de mi cintura y me penetra más y más duro.

Javier: Te sientes tan jodidamente bien. ¿sabe cuánto tiempo he estado pensando en esto? ¿Quieres que te diga todas las formas en las que te sientes bien? ¿Cuánto me gusta tu pequeña vagina apretada? ¿quieres que te hable sucio?

Patricia: Mmmm. Háblame sucio papi.

Javier: Has sido una niña muy mala y voy a tener que castigarte.

Sus caderas se mueven más rápido haciendo que sus testículos choquen con mi vagina.

Javier: cada vez que estoy en clase quiero cogerte y follarte contra mi escritorio mientras toda la clase mira. Te reventaría esa preciosa vagina que tienes, pero no te permitiría correrte. Hasta que me corriera yo dentro de ti, y luego te permitiría que te masturbases delante de toda la clase para que vieran lo sucia y guarra que eres.

El ruido de sus testículos y mi coño chocando era una delicia. Aumentó el ritmo de sus caderas haciendo que sus penetraciones fueran más violentas contra el final de mi vagina.

Patricia: Ahhh, joder me corro.

Javier: Yo también.

Los dos nos consumimos en un placentero orgasmos que nos dejó tumbados sobre el césped. Cuando ya había pasado un rato se quitó de encima mío. y me rodeó con sus brazos.

Javier: Oye, ¿dónde estamos?

Patricia: En el campo de beisbol que reconstruí de pequeña y en el que jugábamos los partidos con el equipo de “rechazados".

Javier: Guau, así que este es el famoso campo de beisbol.

Patricia: Si. Oye Javier, ¿te puedo preguntar algo?

Javier: Claro.

Patricia: ¿Qué pasó con tu familia hace unas semanas? Cuando te fuiste tan de repente.

Javier: Es complicado.

Patricia: Vale, no me lo tienes que contar si no quieres.

Javier: Lo que pasa es que mi padre era futbolista profesional hace unos años. Vivíamos en una casa supergrande, hasta teníamos sirvientes. Pero un día mi madre pilló a mi padre follándose a una chica de 17 años. Eso la destrozó a ella y a mi familia.

Patricia: ¿Por eso temes que lo nuestro salga mal?

Javier: Si, pero pensándolo más fríamente lo nuestro es totalmente distinto. Además voy a renunciar a la universidad para que podamos estar juntos.

Patricia: ¿qué dices?, no puedes dejar tu trabajo por mí, ¿qué pasaría si rompemos?

Javier: Eso tiene fácil solución. No romperemos.

Patricia: Si tú lo ves muy fácil, pero no sabemos lo que puede pasar luego.

Javier: Mira Patricia, no me apetece discutir. Vamos a casa que está empezando a hacer frío.

Javier se levanta y me ayuda a mí también. Ambos nos ponemos la ropa. Arranco la camioneta y nos dirigimos a casa. Un edificio familiar se ve en la distancia.

Patricia: Oye, mira. Ese es mi antiguo instituto.

Javier: Me gustaría saber cómo eras antes, ¿te metías en muchos problemas'

Patricia: nada ilegal ni muy loco, pero siempre tramaba algo.

Javier: ¿Porque no me sorprende?

Patricia: Te gusta mi lado rebelde. No lo niegues.

Javier: No admito ni niego nada, señorita Jimeno.

Patricia: Oye, tengo una idea loca.

Me salgo del camino hacia el parking de la escuela.

Javier: ¿Que estás haciendo?

Después de aparcar, miro a Javier.

Patricia: Es hora de un pequeño reto.

Arquea una ceja.

Patricia: Probemos que puedes romper las reglas.

Javier: Patricia...

Patricia: ¡Vamos! Será divertido.

Mira alrededor.

Javier: ¿Cuál es el reto?

Apunto hacia el instituto.

Patricia: vamos a meternos.

Javier: ¿Qué? Eso es ilegal.

Patricia: No te preocupes, nunca me atrapan.

Javier: Famosas últimas palabras.

Patricia: Cálmate. Es un pueblo pequeño. Todos me conocen y me adoran.

Javier: Pero a mi no. Y soy profesor de universidad. Tengo que mantener mis antecedentes limpios.

Patricia: Si nos atrapan, lo peor que nos puede pasar es un sermón del jefe de policía. Le haré algo de comer y listo.

Miro la parte posterior del edificio, notando como se ve exactamente igual que en mis recuerdos.

Patricia: La señora Mendoza siempre dejaba su ventana abierta. Apuesto a que aún lo hace.

Javier: No estoy seguro de esto, Patricia.

Patricia: No seas tan santurrón.

Me bajo de la camioneta y a pesar de sus quejas, Javier me sigue. La ventana no tiene puesto el seguro. Javier me da un empujón y ambos entramos.

Patricia: Bueno, ha sido fácil.

Javier: Esto es ridículo.

Patricia: ¿Ni siquiera estas un poco cachondo?

Javier: No.

Patricia: Yo sí.

Su boca se abre y se cierra, como si no supiera que decir. me acerco a él, pestañeando. Su cara cambia al instante.

Patricia: He sido una estudiante muy mala, profesor.

Javier: ¿En serio? ¿Qué has hecho?

Patricia: He tenido pensamiento sucios durante la clase. Después me fui a casa y me toqué mientras fantaseaba contigo.

Sus ojos se abren mucho y pasa saliva por sus labios. Después, sonríe.

Javier: Eres muy traviesa. Claramente, una estudiante como tu necesita disciplina. Te debo poner sobre mis rodillas y enseñarte quien manda.

Patricia: Quizá deberías darme unos azotes.

Se acerca.

Javier: Quizá debería.

Frente a frente, levanto mi barbilla y lo miro a los ojos.

Patricia: Te reto.

En cuestión de segundos, me coge y pone su brazo alrededor de mi cintura. Golpea mi culo juguetonamente y me rio. Después lo hace de nuevo.

Javier: Mmmm. Tienes un culo tan hermoso. Y me has estado provocando todo el día con esa ropa.

Me azota de nuevo y la punzada va directa a mi clítoris. Acaricia y aprieta mis nalgas, al mismo tiempo que mi vagina lo quiere a él.

Javier: En el escritorio señorita Jimeno, se queda ahí hasta que le diga.

Patricia: Oblígueme, profesor.

Javier: ¿Así quieres jugar? se está buscando un castigo, señorita Jimeno.

Dejo salir una risa al mismo tiempo que Javier me mira y me levanta. Me posa en el escritorio más cercano y mi pecho presiona la fría superficie. Javier golpea mi trasero. Jadeo ante el repentino contacto.

Javier: Compórtate de ahora en adelante.

Por detrás, desabrocha mis pantalones y los baja hasta mis tobillos junto con mi ropa interior.

Javier: Tócate para mí.

Deslizo mi mano debajo de mis caderas. Me froto el clítoris justo como me gusta. El calor se agolpa entre mis piernas mientras Javier mira como un chorro se escurre por mis piernas.

Javier: Eso es todo. Sigue.

Mis dedos cogen velocidad. El placer se agolpa en mi estómago, haciendo que me cierre sobre mis propios dedos conforme los meto.

Javier: Chica traviesa. Eres mucho más ruda contigo misma de lo que pensé. Pensé que serias tímida y cuidadosa. pero ya no te queda vergüenza, ¿o sí?

Mis mejillas se calientan, pero mis manos mantienen su ritmo. Javier se acerca. Coge mis dedos y succiona mis jugos de la punta.

Javier. ¿Así le gusta, señorita Jimeno? ¿Se siente bien tocarse frente a mí? ¿Te gusta complacer ata profesor?

Me quita la ropa. Después me acaricia la espalda y el culo.

Patricia: Haré lo que sea para ponerle duro, profesor.

Javier: Esa es una muy buena propuesta, tendrás un 10 por esto.

Patricia: Mmmm. sabes que me gusta tener buenas notas.

Javier: eres una buena estudiante, de muchas formas. Aunque solo puedo darte un 10.

Javier se acerca y pasa su pulgar por mi labio inferior.

Javier: Sigo pensando en tener esos labios alrededor de mi pene. ¿Quieres que lo ponga en tu pequeña y linda boca?

Patricia: tendrás que obligarme.

Javier: Puedo ser muy persuasivo.

Javier coge mis pechos, apretándome suavemente antes de coger un pezón entre sus dedos. Chispas de placer recorren mi piel. Me estiro y muerdo su labio, él sonríe separándolos.

Javier: ¿sabes que quiero más que tus suaves labios en mi pene? Te quiero probar. Quiero que tu mojada vagina se frote con mi lengua. Y quiero sentirte gemir alrededor de mi pene mientras lamo tu clítoris.

Patricia: tendrás que atraparme primero.

Antes de que Javier pueda decir nada, corro hacia el pasillo.

Javier: Oh, pequeña picara.

Su voz resuena detrás de mí. Me rio mientras se acerca y me coge por la cintura. Me levanta y me pone en el suelo. Se quita la ropa en un instante. Me pone al nivel de su pene y su cabeza se mete entre mis piernas.

Javier. ¿Es eso lo que quieres también?

Patricia: Si. Dios, si, Javier.

Desliza su lengua sobre mis pliegues, buscando mi monte palpitante. Jadeo cuando lo encuentra. Ráfagas de placer me golpean con cada roce.

Javier: ¿no se te olvida algo?

Esa pausa lleva mi atención hacia su pene. Deslizo mis labios sobre la punta hinchada, pongo toda su longitud dentro de mi boca. Los dos establecemos un ritmo lento, pausando solo para saborearnos el uno al otro. Trago su pene hasta que toca el fondo de mi garganta. Javier frota su lengua contra mi clítoris.

Javier: Eres muy buena en esto.

La voz de Javier es un gemido ahogado, sé que se correrá pronto. A pesar de esto, sigue dándome placer con la mente enfocada en mi vagina. Su lengua se desliza dentro de mí al mismo tiempo que un temblor se agolpa en su pene.

Javier: córrete conmigo, Patricia. Puedo hacer que te corras al mismo tiempo que yo. Es tu crédito extra.

Su voz es un gemido desesperado. Su pene palpita contra mis labios mientras el placer se enrosca en mi abdomen, listo para derramarse. Trato de hacer que Javier se corra, pero su lengua se siente muy bien. Pierdo el control.

Patricia: ¡Javier!

Su pene sale de mi boca mientras abrazo su clímax. Miro como el suyo me sigue, con el fluido blanco derramando se en el suelo. Me froto contra su cara., llevando lo último de mi placer. Cuando el momento se acaba, Javier me coge en brazos

Patricia: Perdón, no he podido controlarme.

Javier: No importa. Estuviste perfecta.

Me quedo en silencio por un momento, solo disfrutando los latidos del corazón de Javier.

Javier: Eres hermosa.

Sus palabras son tan inesperadas como dulces.

Patricia: Tu tampoco lo haces tan mal.

Javier: Gracias lo intento.

Sus dedos juegan en mis pechos. Dibuja círculos intrincados sobre mi piel, pausando solo para apretar mi pezón.

Javier: verte así aquí... Me hace preguntar cómo puedo soportar estar en cualquier lugar sin estar dentro de ti.

Se inclina y pone sus labios contra los míos. deslizo mi lengua en su boca. Él juega con ella, su mano se desliza para capturar una de mis tetas de nuevo. Se aleja y me sonríe.

Javier: Vamos de vuelta a la clase.

Patricia: ¿Por qué?

Javier: Porque te quiero doblar sobre el escritorio y follarte.

Javier me lleva dentro. pausando solo para besar mi cuello y mis pechos.

Javier: ¿Me quieres dentro de ti, Patricia? ¿Quieres mostrarle a tú profesor lo buena que eres? Porque no puedo ponerte nota hasta sentir que tu vagina me aprieta.

Patricia: Entonces deberías follarme contra el escritorio.

Javier: Quizá debería.

Frente a frente, me levanto y le miro a los ojos.

Patricia: Hazlo.

Envuelve mi cintura y me levanta sobre mis pies, luego me lleva hacia el escritorio del profesor. Me rio. Después me pone sobre mis pies y gentilmente me empuja de manera que quedo sobre el escritorio.

Javier: Me gusta esta vista.

Escucho como abre un condón.

Patricia: ¿Tienes una reserva infinita de condones o algo?

Javier: Sabia que tenía que follarte más de una vez, así que vine preparado.

Patricia: Chico listo.

Me doy la vuelta y miro a Javier coger su polla. Lo usa para acariciar mi clítoris, tentándome, haciendo que me retuerza contra el escritorio.

Patricia: Quiero tu gran polla, Javier.

Javier: Tendrás que ser castigada por esa boca sucia, señorita Jimeno.

Me penetra. Me levanto sobre mis puntillas y chillo en el escritorio. Sigue acariciando mi clítoris mientras entra y sale más rápido, más fuerte. La mezcla de la estimulación de mi punto G y el clítoris pone mi cuerpo a fuego. Me agarro de los lados del escritorio mientras me penetras más y más fuerte, tan duro que casi me duele. aumenta sus embestidas y mi cuerpo no puede contenerse. De mi salen algunos chorros que llevan consigo una sensación inmensa de placer. El al notar eso también se corre y los dos nos consumimos en un gran orgasmo. Tras eso hacemos con nuestra ropa una almohada y nos tumbamos en el suelo. Me mantiene cerca, pasando sus dedos por mi cabello. No me quita los ojos de encima y me empiezo a sentir como un bichos bajo un microscopio.

Patricia: ¿que estas mirando?

Javier: A ti. Estoy memorizando todo lo que puedo sobre ti.

Un brillo extraño y caliente se enciende en mi pecho. Me gusta mucho mi profesor, es increible estar con él. Siento que mis ojos empiezan a cerrarse.

Patricia: Despiértame en 20 minutos. Podemos decirles a mis padres que fuimos al cine.

Javier: Pocos saben que retaste a tu profesor a cometer un crimen.

Patricia: Será mejor que no lo sepan.

Se ríe.

Javier: Está bien. 20 minutos.

Besa la punta de mi cabeza.

Patricia: No lo olvides.

Javier: No lo haré.

Me despierto con algo de brillo en los ojos. Parpadeo una, dos veces, tratando de acostumbrarme a la luz. Después las memorias me inundan. M e levanto, en pánico.

Patricia: ¡Javier!

Javier: ¿Eh? ¿Que?

Miro la clase iluminada por la luz del sol.

Patricia: ¡Se supone que eras el encargado de despertarme!

Se levanta.

Javier: Mierda.

Suena el pomo de la puerta.

Patricia: Oh por dios. ¡estamos a punto de ser pillados estando en el colegio ilegalmente!

Continuará...