Seduciendo a mi profesor -4

Es un poco largo, lo sé, pero con mucha acción sobre todo en la parte final. Besiis.

Estoy haciendo la maleta, cuando justo empieza a sonar el móvil. ¿Me está escribiendo Javier?. Mi corazón se detiene al ver que solo es una notificación de Twitter. Creo que debería mandarle un correo, me quedo mirando la pantalla del ordenador en blanco. Enviaré correos a todos mis profesores, pero enviarle uno a Javier se siente diferente, o sea es como si escribiera a un ex y es igual de incómodo. Empiezo a escribir...

Querido Javier... Puedes irte al infierno regreso a mi pueblo.

Me tomo una foto sacando el dedo del medio y lo adjunto al correo. Saludos Patricia.

Saco a Javier de mis pensamientos y empiezo a hacer la maleta para el viaje. Supongo que los próximos días voy a estar ocupada como para pensar en echar de menos a cierto profesor.

Unos días después salgo de la tienda del pueblo de mis padres, había olvidado lo caluroso y sudoroso que es trabajar aquí.

Papá. ¿Has estado lejos por menos de tres meses y ya estas sensible?

Patricia: No eres mejor que yo, viejo.

Papá: ja. Puedo estar llegando a eso en edad, pero no estoy sudando como usted, señorita.

Patricia: No es justo. El único ejercicio que puedo hacer es caminar a la estación del metro y de regreso. No es igual que esto.

Papá: Descansa por hoy, mañana te quiero aquí de nuevo.

Me vendría bien una bebida para adormecer mis doloridos músculos.

Patricia: Limpiaré y después saldré un rato.

Papá: deberías saludar a algunos de tus viejos amigos. Sé que Elmer se muere por verte.

Patricia: estoy segura de que estarán en el Lester´s. No hay otro sitio para salir por aquí.

Entro en mi vieja habitación y busco en mi armario un atuendo. Lo primero que veo es un blusa de color rosa y unos vaqueros ajustados que me hacen un culo increible. esto lo conjunto con un collar y unas zapatillas. Una hora después llego al Lester´s. Música country suena en el fondo. Varios hombres están jugando al billar y tres chicas están bailando, justo como lo recordaba.

Dani: Bueno, escuché rumores, pero no me los creía. La hija pródiga ha vuelto desde su elegante universidad y ha venido a beber con gente como nosotros.

Patricia: No te emociones, solo voy a estar unos días.

Dani me da un abrazo del oso.

Dani: Algunos días es mejor que nada. estaba preocupado de no verte más.

Patricia: Siempre volveré de visita. sabes que no puedo estar sin la comida de mi madre.

Tres cuerpos más se unen al abrazo.

Pau: Oye, Patricia.

Carmen: ¡Me alegro de verte!

Claudia: ¿Qué haces aquí?

Patricia: Mi hermano se peleó con la bici, y ganó el tractor.

Dani: Esa bici es una amenaza. Mi madre solía decirme que sino comía los vegetales, la bici de tu hermano me iba a atropellar.

Patricia: No sé si fue culpa de Marcos o de la bici. Sin embargo, se rompió ambas piernas y no puede ayudar en la tienda. Entonces, voy a estar el fin de semana para ayudar.

Dani: ¿Por qué no me llamaste? Podría haber ayudado yo.

Patricia: Ya conoces a mi padre, solo los Jimeno pueden ocuparse de esa tienda. ¿Cuál es el plan esta noche?

Carmen: Esto. esto es lo que haremos.

Claudia: ¿Has olvidado como son los viernes por la noche aquí?

Patricia: Es verdad. Por cierto, enhorabuena por tu compromiso, ¿tienes ya una fecha?

Claudia presume de anillo.

Pau: estamos pensando en el próximo verano.

Carmen: ¿Serias una dama de honor?

Patricia: ¡claro que sí!

Dani pone su brazo sobre mis hombros y me acerca. Entierra su nariz en mi cabello.

Dani: se siente bien tenerte aquí, Patri. Se siente... perfecto.

Se siente demasiado cerca, su brazo es muy pesado.

Patricia: ¿Cuánto has bebido?

Las suficientes para saber lo muchos que te quiero de vuelta. Tal vez cuatro cervezas.

Patricia: Bueno eso es un poco...

Se abren las puertas del bar. Mi atención vuela a la entrada. Todo se detiene. El tiempo. Mi corazón. La gravedad.

Patricia: Javier.

Dani: ¿Quién?

No es posible, es la luz o una alucinación. El me ve y me mira fijamente.

Javier: Patricia.

Se acerca hacia mí. Mi mente apenas puede procesar que está en mi pequeño pueblo. Su camisa de vestir y pantalones lucen tan fuera de lugar en él. se detiene al alcanzarme y clava la vista en Dani, cuyo brazo aún está rodeándome.

Patricia: ¿Qué estás haciendo aquí?

Javier: Vine a verte, obviamente.

Patricia: Pero... pero ¿por qué?

Javier. Tu correo me dejó con varias preguntas. Pero justo ahora, mi única pregunta es, ¿Por qué este hombre está tocándote?

Patricia: No es asunto tuyo..

Javier: Estoy haciéndolo mi asunto.

Mira a Dani y cierra los puños.

Javier: Suéltala.

Patricia: ¿Quién te crees que eres? ¿Crees que puedes entrar aquí y ponerte a dar órdenes?. Tal vez has olvidado como terminaron las cosas.

Javier: No. No lo he olvidado, es más, no pienso en otra cosa. Pero en estos momentos, estoy pensando en que las manos de este tipo siguen sobre ti.

Las fosas nasales de Dani se abren al ponerse de pie.

Dani: ¿Quién es este tipo, Patri?

Javier interviene.

Javier: Soy el tipo que ha estado conduciendo dos horas para recuperarla. Tengo resaca, la echo de menos y estoy enfadado. ¿Quieres salir para que pueda pagar mi frustración contigo?

Dani: Hagámoslo.

Dani da un paso hacia Javier, que hincha su pecho. Oh, dios se van a pegar. Pau interviene y se pone entre los dos.

Pau: Dani, hermano, eres mejor que este tío.

Dani: Ha empezado el.

Pau: Y yo lo termino.

Javier se relaja y después me mira.

Javier: ¿Podemos hablar fuera?

Patricia: Está bien.

Camino fuera con Javier.

Javier: Perdón. Lo jodí todo, otra vez. Vine hasta aquí para recuperarte y luego ese sujeto estaba aquí y no sé qué se apoderó de mí. Lo siento.

Patricia: Dices algo una semana y a la siguiente es otra historia. ¿Por qué debería creer algo que dices?

Se le ve abatido.

Javier: Yo... yo creo que no deberías, pero lo harás otra vez. Me aseguraré de eso. Quiero recuperarte. Quiero que me mires de la forma que me miraste el primer día de clase. Dime que no es demasiado tarde.

Patricia: estoy muy cansada para pensar ahora en eso.

Javier: Entiendo, pero escucha, Patricia. haré todo lo necesario para recuperarte.

Patricia: estoy harta de las palabras bonitas, Javier. Necesito ver pruebas.

Javier: Te lo demostraré. Al menos déjame intentarlo.

Patricia: No prometo nada. me has acercado y alejado demasiadas veces.

Javier: No quiero alejarte nunca más.

No estoy segura de que pensar. En verdad quiero creer en él, pero nuestra historia es complicada.

Javier: Déjame llevarte a casa, pareces cansada.

Patricia: No discutiré eso.

Subo al asiento del copiloto y mis músculo protestan. Gimo fuerte.

Javier: ¿Qué pasa?

Patricia: Solo estoy cansada. Fue un día largo.

Javier: ¿Dónde te duele? Te daré un masaje.

Por tentador que suene, no puedo con sus manos sobre mí en este momento.

Patricia: No gracias. Estaré bien después de un baño caliente y algo de ibuprofeno

Frunce el ceño, pero enciende la camioneta.

Javier: estoy aquí si cambias de idea. ¿Qué has estado haciendo?

Patricia: Trabajar en la tienda de mis padres. Gira a la derecha al salir, te guiaré desde aquí.

Javier: te voy a ayudar a trabajar.. Empezaré mañana.

Patricia: Muy gracioso.

Javier: No estoy bromeando.

Patricia: Ni yo, mi padre no te va a dejar.

Javier: Ya veremos.

Lo dirijo hasta la entrada donde aparca. ambos caminamos hacia el porche.

Patricia: Oh no.

Javier: ¿Qué pasa?

Patricia: No he pensado en cómo explicarles a mis padres que haces aquí.

Javier: Diles que soy tu novio.

¿Novio? Me gusta cómo suena y sería mucho más fácil que decir que es mi profesor. Y no mentiré a mis padres.

Patricia: No te creo.

Javier: Solo tendré que convencerte. Haré lo que sea para ganarme tu confianza.

Miro la casa.

Patricia: es probable que tengamos que entrar por la principal, si no se van a preocupar.

Javier: No están acostumbrados a tu horarios, ¿eh?. Escucha te dejaré y me quedaré en un motel que vi en el centro del pueblo.

Patricia: A mi madre le daría algo si se entera de que te dejé dormir allí.

Javier: Bueno, no queremos eso. Así que si insistes...

Patricia: Ella insistirá. No yo.

Javier: ¿No crees que será bueno estar juntos el uno al otro?

Le miro escéptica.

Patricia: No lo sé todavía. Mis padres son conservadores. Tendrás que dormir en el cuarto de mi hermano. Él no puede subir las escaleras de todas formas.

Javier: Puedo hacer eso.

Me sonríe y obtengo ese sentimiento ondeante en mi estómago.

Patricia: Vamos, terminemos con las presentaciones.

Estoy debajo de la luz del porche junto a Javier.

Patricia: ¿Seguro que quieres hacer esto?

Javier: ¿tan malo es?

Patricia: Mi padre puede dispararte.

Javier: Lo puedo convencer de lo contrario. Puede cambiar de opinión cuando vea que me importas.

Me mira, sus ojos brillan y sus labios me invitan a besarlo. Dios, es ardiente.

Javier: Déjame besarte una última vez antes de conocer a tus padres. Dudo que tengamos tiempo para esto si están bajo el mismo techo.

Se inclina para besarme. Nos damos un beso increible, había olvidado lo caliente que se sentía. Huele tan bien. La puerta se abre, alertándome. Mamá esta al otro lado, la luz ilumina su expresión confundida.

Mamá: Bueno, ¿y esto que es?

Mis mejillas se calientan con furor cuando mi madre me ve con impresión. Acaba de ver como Javier me besaba en el porche. Javier da dos pasos hacia atrás, tiene la cara tan roja como yo.

Mamá: ¿Quien este este hombre con el que acabas de pasar a la segunda base en el porche?

Patricia: ay, como si no me hubieras visto antes.

Javier: ¿Lo has hecho?

Mamá: es verdad, Tu y Dani estabais pegados por la boca en el instituto.

Patricia: No hablemos de Dani ahora.

Mamá: Así que, ¿quién es el hombre en mi porche, Patri?

Patricia: Su nombre es Javier. Es... Solo es un chico que conozco. No importa.

En ese momento aparece mi padre y se junta con mi madre.

Papá: ¿Quién es el? ¿Y qué estáis haciendo fuera? Entrar hombre.

Todos entramos, mi padre mide a Javier y Javier se endereza.

Javier: Mucho gusto en conocerlos a ambos. Soy Javier Blanco. Vine aquí para recuperar a su hija, dejó Barcelona muy de repente.

Miro a Javier perpleja, no me esperaba que llegara y dijera eso.

Patricia: ¿Vais a dejar que se quede?

Mamá: Yo creo. si tu confías en él.

Patricia: No os preocupéis. Lo vigilaré.

Frunce el ceño hacia mí y yo guiño el ojo.

Papá: Mmmm. ¿Y dónde va a dormir?

Patricia: En la habitación de Marcos.

Papá: eso es al lado de tu habitación.

Mi padre arque una ceja mientras estudia a Javier.

Javier: Les prometo que haré nada.

Papá: Eres bueno con las palabras, ¿verdad, chico?

Patricia: Bueno es un chico de ciudad. Todos suenan así en Barcelona.

Cojo la mano de Ben y paso delante de mí padres hacia las escalera.

Mamá: calentaré algunas sobras.

Patricia: Estaremos arriba.

Mamá: Espera un minuto, ¿Cuánto se va a quedar?

Patricia: Volveremos a Barcelona juntos.

Miro a Javier y me sonríe.

Mamá: Muy romántico. Está bien que se quede.

Patricia: Gracias mamá. ¡eres la mejor!

Arrastro a Javier al cuarto de Marcos. Una vez dentro, cierro la puerta. Pone una bolsa en el suelo y me mira con cara hambrienta.

Patricia: Bienvenido al cuarto de mi hermano. Es un paraíso para drogadictos.

Javier: El peluche de la iguana y el bong en el suelo me dieron esa impresión.

Sus labios se curvan en una sonrisa astuta mientras te mira de arriba abajo. Consciente de mí misma, bajo la cabeza.

Patricia: No me mires así. Les has prometido a mis padres que te portarías bien.

Javier: Y lo haré. pero eso no significa que no te pueda desear, ¿o sí?

Patricia: Solo si puedo mirar yo también.

Javier: Vale, pero primero quiero darte ese masaje. Se que aún te duele.

Patricia: Eso no es necesario.

Javier: Insisto. Siéntate en la cama y quítate los zapatos.

Hago lo que me dice, después se arrodilla frente a mí y coge mi pie en sus manos. Mientras empieza a frotarlos mi cabeza va cayendo por el disfrute. Entierra sus pulgares en el arco de mi pie.

Javier: ¿te gusta?

Patricia: Dios, sí.

Masajea cada pie y mis músculos se relajan. Después sus manos se alzan por mis pantorrillas y luego a mis muslos. Me congelo. Está peligrosamente cerca de mi vagina y empiezo a palpitar.

Javier: Abre tus pernas, Patricia. Déjame masajearte algo más. Necesito tocarte.

Patricia. Eres insaciable.

Javier: No te he visto en tres días. ha sido una tortura.

Patricia: Eres un ridículo.

Javier: Soy un alma torturada. Solo tú puedes aliviar mi corazón que sufre.

Patricia: No creo que esa sea la parte de ti que sufre.

Javier: Una de muchas.

Pasa un beso a lo largo de mi muslo. Sus dedos están a centímetros de mi centro.

Javier: Ahora déjame curar algunos de tus dolores.

Abro mis piernas en señal de aprobación, el empieza su masaje por encima de mis pantalones. Es lento pero placentero, sus manos son mágicas y despiertan un fuego en mi interior. Mis gemidos no se hacen esperar haciendo que sus manos aumenten el ritmo. Su mirada se concentra en mis ojos que desprenden un placer increible. pero él se detiene.

Javier: ¿Hay algo malo en que nos enrollemos en casa de tus padres?

Patricia: Puede ser.

Javier: ¿Igual que tener sexo en una clase?

Patricia: El riesgo de ser descubiertos lo hace más emocionante, ¿no crees?

Javier: Eres muy sexy cuando haces trampas.

Patricia: Siempre soy tramposa.

Javier: Eso significa, que siempre eres sexy.

Se acerca y me quita los pantalones y las bragas. Estoy tan mojada que se pegan a mi vagina cuando las quita.

Javier: Mira eso. Apuesto a que nunca te mojaste así con Dani.

Patricia: Tiene buenas intenciones.

Javier: Nada bueno empieza con esa frase.

Patricia: Si, Tiene buenas intenciones, pero su idea de romance era macar el ultimo gol del partido para darme el balón.

Javier: Eso no es tan malo.

Patricia: Lo es cuando él no juega al futbol. Uno de los jugadores trató de hacerle una entrada y fue directo contra las gradas. Pasamos toda la noche en urgencias. y casi me perdí el baile de fin de curso.

Javier: ¿Regresaste al baile ligando con uno de tus profesores?

Le pego.

Patricia: ¡Grosero! Solo hago eso contigo.

Javier: Tengo buena suerte. Dani no podría manejarte de la manera que debe hacerlo un hombre.

Javier deja besos ardientes en mis mulos. Su mandíbula con barba incipiente raspa deliciosamente mi piel.

Javier: Déjame tratarte bien, Patricia. Déjame satisfacerte de la manera que una mujer se merece.

Patricia: No podemos, no quiero que mis padres en enfaden contigo.

Javier: Buen punto. Me gustaría tenerlos de mi parte.

Patricia: Podríamos jugar a algún videojuego de mi hermano.

Camino hacia su Xbox y la enciendo. Jugamos una partida de Call of Duty y ambos somos asesinados por otros jugadores. Mi madre llama de repente desde la cocina.

Mamá: ¡Patricia! La comida ha estado esperando a tu, eh, amigo. ¿Va a comer o qué?.

Miro a Javier.

Patricia: Pensaba que se habían ido a la cama.

Javier: Supongo que no.

Patricia: Mejor vamos a comer para que mi madre no sospeche de lo que me has hecho antes.

Javier: Cierto. No queremos que piense que estaba masturbando a su hija.

Sacudo mi cabeza, riéndome.

Patricia: Bueno, vamos abajo.

Después de que Javier cene, es hora de decir buenas noches. salimos de la cocina y vamos a la habitación de nuevo.

Patricia: Se está haciendo tarde. El trabajo en la tienda es pronto.

Javier: Estaré listo.

Patricia: ¿Sigue en pie lo de ayudar en la tienda?

Javier: Absolutamente. Pensaré en ti cuando esté en la cama esta noche.

Patricia: Espero que sean pensamientos sucios.

Javier: ¿En qué otra cosa podría pensar?

Patricia: Oh, no lo sé. ¿Literatura del S.XIX?

Javier: Por mucho que me guste, tú eres más fascinante y sexy.

Patricia: Es bueno saber que soy más sexy que la literatura del S.XIX

Se ríe.

Javier: Te veré mañana. Buenas noches.

Patricia: ¿No se te olvida algo? ¿Como mi beso de buenas noches?

Javier: ¿Quieres uno? Te daré uno que recuerdes el resto de tu vida.

Javier se acerca.

Javier: Si fuera a mi manera, arrancaría tus bragas y las usaría para amarrar tus tobillos, mientras te abro y follo cada centímetro de tu rosa y húmeda vagina.

Sus ojos están llenos de deseo. Su boca está a centímetros de la tuya. me alejo antes de que pueda besarme. Me voy a mi cuarto y me pongo el pijama. Tenerle en el cuarto de al lado es una tortura.. Estoy tentada a escaparme y meterme en la cama con él. Me preguntó cómo será dormir con Javier Blanco. Doy miles de vueltas hasta que al final me duermo. A la mañana siguiente despierto con el sol en los ojos. Reviso el reloj junto a la cama. 10 de la mañana, mierda, llego tarde. Salgo de la cama y me visto para ir a trabajar. En la cocina mamá está lavando los platos. Hay un plato de huevos con tocino, esperándome.

Mamá: Bien, te has levantado.

Patricia: ¿Porque nadie me ha des..

Un movimiento fuera de la cocina me detiene. Javier está sin camiseta. Oh, por dios.

Patricia: Guau

Mamá: En definitiva no esperaba músculos así debajo de su camisa.

Yo los recuerdo pero es mejor que mamá no lo sepa.

Patricia: Yo tampoco.

Sin Camisa, sudoroso y brillando bajo el sol, Javier se ve demasiado fuerte. La tienda está enfrente de mi casa, así que puede ver lo que pasa, mi padre sale y le dice algo a Javier que no puedo llegar a escuchar.

Mamá: Puedes ir a ayudar también.

No puedo creerlo, Javier Blanco está haciendo el trabajo de la tienda.

Mamá: Límpiate la saliva de la boca, cariño. El desayuno está en la mesa.

Me toma un segundo pero logro desviar la mirada. Me tomo el desayuno y subo arriba a cambiarme. Quiero que Javier babee cuando me vea. Usaré un camisa blanca atada por encima del vientre dejando al aire mi increible abdomen y con un botón desabrochado para enseñar escote, además de unos vaqueros ajustados y unas botas altas de color marrón. Me voy fuera tan pronto como me visto. Javier me mira en el porche y sonríe, luego se dirige hacia mí. Sus jeans están bajos en sus caderas, incitándome a la imaginación.

Javier: Hola dormilona.

Patricia: ¿ya estás cansado?

Javier: No, apenas he empezado. Tu eres la que se durmió.

Guiña el ojo.

Patricia: algo le pasó a mi despertador. Nunca me despierto tan tarde, en especial en el pueblo.

Javier: Necesitabas dormir. Estabas cansada anoche.

Lo miro, desenado poner mis manos encima de él. pero mamá estará mirando por la ventana. El me sonríe como si pudiera leer mi mente.

Javier: ¿te sorprende verme así?

Patricia: Demonios, sí. Te ves... apetecible. Sabía de tus músculos, pero no esperaba que estuvieras tan bueno todo sudado y al sol.

Javier: ¿te gusta lo que ves?

Patricia: Creo que sabes que sí.

Le paso los dedos por su pelo, dejándoselo hacia atrás.

Patricia: Estoy tentada a llevarte al almacén y empañar las ventanas.

Se ríe.

Javier: por mucho que me gustaría eso, quiero más.

Patricia: Suena a que quieres que vayamos a nadar desnudos.

Javier: No diría que no. Pero hay algo más que quería discutir primero. Quiero una relación de verdad, Patricia. Al carajo las consecuencias.

Acaricia mi mejilla con el dorso de su mano.

Javier: Quiero ver todos esos pensamientos que pones en papel para la clase y guardarlos, solo para mí. Quiero dormir abrazado a ti. Lo quiero todo. Quiero todo de ti. ¿Nos ves funcionando como pareja seria?

Patricia: Todo está en nuestra contra, tú lo dijiste.

Javier: Cierto.

Patricia: Pero espero estar equivocada. Y las cosas están mejor últimamente.

Javier: Me alegra escucharlo. Estaré aquí tratándote como te mereces.

Le sonrío. parece serio al respecto, pero, ¿habrá algún cambio esta vez?. Estoy casi asustada de tener esperanza. Mi padre llama desde el otro lado de la calle.

Papá: ¿Vienes o qué? Chico de ciudad.

Javier: Ahora voy.

Mas tarde esa noche, encuentro a Javier y Marcos en el porche. Escucho un poco de su conversación mientras me detengo en el mosquitero.

Javier: ¿porque dices eso?

Marcos: Mi hermana es de sangre pueblerina.

Javier: ¿y qué significa eso?

Marcos: Significa que siempre regresará.

¿Que demonios está poniendo mi hermano en la cabeza de Javier? Espero que no crea que no quiero volver a Barcelona. Es agradable estar aquí, pero estoy comprometida con mi educación. Empujo la puerta y ellos se quedan en silencio.

Patricia: Javier; ¿me ayudas con algo en el desván?

Espero que entienda la situación. Marcos se ríe y lo miro.

Marcos: Si, Javier. Mi hermana necesita ayuda en el desván.

Patricia: Oh por dios, Marcos, cállate.

Javier: Bueno venga vamos.

Marcos: Divertiros, colocando las cosas del desván.

Le muestro el dedo del medio mientras nos vamos al desván, que está en la parte de atrás de la casa. Allí, Javier me mira lamiéndose los labios.

Javier: Solo hay una razón por la que una chica camina así hacia un lugar privado.

Patricia: No sé de qué estás hablando. Así camino normalmente, y está el caballo de la familia detrás de esa puerta.

Javier: Mmmm. Bueno aquí no hay padres.

Patricia: Es verdad.

Javier: Y nunca caminas así. Esa es una manera para hacer que babee.

Patricia: ¿Funcionó?

Javier: Si.

Me pone contra la pared y presiona su frente contra la mía.

Javier: Quiero que me lleves a un lugar en el que pueda ver lo que llevas debajo de esa ropa. He estado distraído todo el día.

Patricia: ¿cuánto de distraído?

Javier: No puedo pensar en otra cosa.

Desciende hacia mi boca y me besa fuerte. Lo besa de vuelta y comienzo a quietarle la camiseta. Se aleja por un segundo y me quita la blusa. Baja mis pantalones con trabajo, como si penas pudiera contenerse. El chico malo está de vuelta. Presiono mis pechos contra la cara de Javier. Se inclina y me recompensa succionando uno de mis pezones.

Javier: Te voy a follar aquí mismo, Patricia.

Patricia: Hazlo, vaquero.

Javier se detiene y mira por el desván. Camina hacia una estantería y coge una sábana. Tira la sabana en el suelo. Se quita los pantalones y su grueso pene se balances le quieta el envoltorio a un condón. me tumba en la sabana y me rio cuando aterriza encima de mí. Coge mi mejilla en sus manos y me mira, lleno de intensidad.

Patricia: Necesito sentirte dentro de mí.

Javier: Entonces no te mantendré esperando.

Abro mis muslos y se aliena en la entrada. Conforme me penetra, lo envuelvo con mis piernas.

Patricia: Dios, te sientes bien.

Gruñe. Entra y sale lentamente.

Javier. Tú también.

Igualo su ritmo con mis caderas, haciendo que entre más en mí. Al mismo tiempo, paso mis uñas por su espalda. Gime y me penetra más fuerte. Abrumada, gimo y me retuerzo contra el. se siente como si me estuviera ahogando.

Javier: Mierda, esto es increible, me voy a correr.

Patricia: Espera. Córrete fuera.

Sobreestimulada, lo alejo.

Patricia: Córrete en mis tetas.

Se posiciona y vierte todo su jugo de hombre sobre mí. Me quedo unos minutos agotada y me levanto.

Patricia: ¿Aun quieres ir a dar un paseo?

Javier: Solo si tú quieres.

Patricia: Si quiero.

llevo a Javier por los caminos que llevan hacia uno de mis lugares favoritos. Nos golpeamos en silencio, enviando miradas coquetas el uno al otro.

Patricia: ¿sabes una cosa?

Javier: ¿El que?

Patricia: Me gusta cuando te pones rudo durante el sexo.

Javier: ¿me pongo rudo?

Patricia: Si pareces una bestia que quiere comerme entera.

Javier: Bueno es que eso es lo que quiero.

Patricia: Pues es muy sexy.

Javier: Buuff, me las has puesto dura con esas palabras.

Patricia: Te puedo ayudar ahora.

Su boca se abre en shock por el momento antes de que se recupere.

Javier: Eres muy buena conmigo.

Mojo mis labios con saliva mientras desabrocho la bragueta de su pantalón, su erección se libera fácilmente. Con una mano en el volante de la camioneta, uso la otra para acariciarlo. Deja salir un gemido.

Javier: Patricia, aparca la camioneta.

Ansiosa por hacer que se corra, llevo la camioneta a una señal de alto al lado de la carretera, feliz de que esté generalmente vacía a esta hora. Muevo mi mano de arriba abajo por su miembro, mirando sus caderas alzarse y dejarse caer con mis movimientos. Su cabeza descansa contra el asiento.

Javier: Pon tu boca en mi pene, dulce niña.

Me desabrocho el cinturón y me inclino sobre su regazo. Le doy una tentadora lamida a la punta de su pene. Antes que pueda decir algo, me acerco más. Mi boca se cierra sobre toda su longitud.

Javier: Mmmm. Eso es.

Paso mi lengua alrededor de la punta y siento como mis muslos se mojan debajo de mí.

Javier: Mierda. No me tientes, bebé. Chúpamela tan duro que me pueda correr en tu boca.

Dios, amo cuando me habla sucio. Hago lo que dice y lo succiono más duro... más rápido. Sus músculos se agolpan en mis manos al tiempo que me aferro a su regazo. Su aliento sale en pequeñas explosiones mientras meto más de él en mi boca. Más y más rápido.

Javier: oh, dios, bebé. Se una buena chica y trágate todo.

Su cuerpo se pone rígido y sé que está punto de correrse. Empuje su pene más profundo en mi garganta al mismo tiempo que deja salir un largo gemido. Un líquido caliente entra en mi boca y lo trago. Jadeando, mete su pene dentro de mi boca un par de veces más y luego se detiene. Me alejo y me limpio la boca. Javier colapsa contra el asiento. Su cuerpo se queda débil. Me siento poderosa cuando hago débil a un hombre con placer. Le sonrío. Me mira y luego me toma en sus brazos.

Javier: ¿porque esa sonrisa?

Patricia: Me gusta hacer que te corras.

Javier: Eres muy buena en eso.

Patricia: ¿Soy la mejor?

Se ríe y besa mi cabeza.

Javier: Míralo de esta forma, te daría un 10.

Me siento tranquila contra su cuerpo musculoso y cálido por unos minutos más antes de encender la camioneta de nuevo.

Patricia: ¿Quieres volver a casa, o quieres ver el lugar privado en el que estaba pensando?

Javier: Lugar privado. Obvio. No he terminado contigo.

Javier desliza su mano por mi muslo.

Javier: Pero de nuevo no estoy seguro de que pueda esperar tanto. ¿Como de privados son esos árboles?

Patricia: ¿porque lo preguntas?

Javier: Porque tengo una sorpresa para ti.

Mete la mano en su bolsillo y saca un juguete pequeño de mariposa.

Javier: He querido enseñarte esto. Estaba pensando en que podíamos divertirnos con juguetes.

Patricia: Oh, por dios, Javier ¿porque no dijiste que tenías una de estas antes?

Javier: Estaba esperando al momento adecuado.

Patricia: No hay tiempo como el presente, supongo.

Javier: De hecho. ¿Porque no aparcas y probamos esta cosa?

Lamo mis labios al tiempo que enciende un botón, dejando que el juguete vibre en su mano. Aparco el coche. Los dos nos adentramos en el bosque y el hace que me ponga contra uno de los árboles. Se arrodilla frente a mí y me baja los pantalones. Sus labios pasan por la raja de mi vagina por un breve momento. Después saca el juguete del bolsillo.

Javier: ¿A qué velocidad lo quieres?

Patricia: Quiero que se sienta largo e intenso.

Javier lo pone en la máxima velocidad y pone el vibrador contra mi centro. Jadeo ante la avalancha repentina de fricción. Mis terminaciones nerviosas arden con placer ante la intensidad. Mis caderas se arquen de placer con cada pulso.

Javier: Mírame.

Presiona su pulgar contra el juguete, llevándolo más fuerte contra mi clítoris. Lo levanta, planta su cabeza entre mis piernas y hace círculos en la hendidura de mi vagina con su pulgar. Después se retira, su cara está a solo unos centímetros.

Javier: Córrete para mí. Quiero verlo en primer plano. Quiero mirarte retorcerte y sonrojarte justo donde puedo hacerlo.

El calor se acumula en mí. Estoy tan cerca del final. Javier presiona el vibrador más fuerte contra mí. Llego al final. El calor me recorre en olas de placer.

Patricia: ¡Javier!

Grito su nombre mientras la última ola de placer me golpea. Me hace apretar y flexionarme mientras el placer me recorre. Me corro tan fuerte que el líquido sale de mí y golpea a Javier en la cara.

Javier: Increible.

Ben me mira con maravilla. Pasa un pulgar por su barbilla y recolecta mis jugos, probándolos.

Javier: No creo haberte visto correrte tan fuerte como lo acabas de hacer. Imagina si te hubiera puesto mi pene dentro de ti.

Pasa un dedo por mi vagina al tiempo que aleja el vibrador.

Javier: Estas húmeda, Patricia. No quiero desperdiciarlo. Vamos a ese lugar que me mencionaste.

Minutos después, conduzco cerca de un kilómetro por la carretea principal antes de entrar a un camino oscuro de tierra.

Patricia: Nadie nos molestará aquí.

Cuando el campo vacío entra en mi campo de visión, me salgo del camino directa hacia el campo.

Javier: Guau. ¿sabes dónde estamos?

Cuando llego a la mitad del campo aparco la camioneta y luego miro a Javier.

Patricia: Claro. Ahora hay que divertirnos.

Continuará...