Seduciendo a mi profesor -2
Javier me mira, su cuerpo está tenso y sus ojos hambrientos. La clase está vacía, se me vienen ideas morbosas a la mente. Sexo contra la pizarra... Oral encima del escritorio... El calor va de mi estomago a mis piernas. La charla sigue a tope y dudo de que alguien venga a buscarnos.
Javier: Ah y una cosa más...
estoy de pie en la oficina de Javier después de una sesión de besos intensa. Está a punto de decirme algo.
Patricia: ¿Qué pasa?
Javier: Te olvidas de algo.
Un hoyuelo se marca en las mejillas de Javier al sonreírme. Me entrega una carpeta.
Javier: No te olvides de tu tarea.
Patricia: ¡oh! Gracias. Casi se me olvida.
Javier: De nada. Luego te veo.
Pronto llego a clase. Es difícil poner atención en clase cuanto todo lo que hace mi profesor me recuerda a lo que pasó en su oficina.
Javier: Les voy a pasar las tareas que me entregaron la semana pasada.
Mientras Javier camina por el salón, el chico de la semana pasada viene hacia mí.
Pedro: ¿Nerviosa por tu nota?
Este tipo de nuevo. Al menos se calmó un poco desde el primer día de clases.
Patricia: No realmente. he trabajado duro para tener una buena nota.
Pedro: Yo no soy de buenas notas. No espero gran cosa.
Patricia: Bueno, pues buena suerte.
Continúa mirándome.
Pedro: Mi nombre es Pedro. En el caso de que lo quieras saber.
Yo no quiero pero mi madre ha educado a una chica educada.
Patricia: Yo Patricia.
Javier: ¿estas saliendo con alguien?
Patricia: ¿Por qué lo preguntas?
Su sonrisa se hace más grande.
Pedro: Estas muy buena, yo estoy muy bueno, así que...
Parpadeo esperando a que termine.
Patricia: ¿me estas invitando a salir?
Pedro: Si.
Javier: Señorita Jimeno.
La voz de Javier me saca de la conversación. Está parado enfrente de mí, con mi trabajo en las manos.
Javier: Impecable.
Me entrega el trabajo, sus dedos rozan con los míos por un momento más largo de lo necesario. Un segundo después se va. Parece que soy su estudiante favorita.
Cuando termina la clase voy con prisa, por lo que no veo una mochila en el suelo y me tropiezo con ella y caigo en el pasillo. Una mano aparece en mi rostro y miro hacia arriba. Es Pedro.
Pedro: ¿Necesitas ayuda?
Agarro su mano para que me ayude a levantarme.
Patricia: Gracias.
Pedro: ¿Quieres ir a tomar algo esta noche?
Patricia: Eeeh. Tengo planes. Tengo que estudiar para mi examen de anatomía.
Pedro: Podríamos estudia juntos.
Patricia: Me distraigo con facilidad. Necesito estudiar sola.
Pedro: Tiene sentido. Me han dicho que distraigo mucho.
Me guiña un ojo, ganándose un bufido sarcástico.
Pedro: ¿y la semana que viene? ¿o la siguiente?
Javier: La clase ha terminado chicos.
La voz de Javier suena como un látigo. Ni siquiera le noté detrás de mí.
Javier: Ya os podéis ir.
Claramente eso iba dirigido para Pedro, a quien Javier está mirando. Pedro se ríe incómodo.
Pedro: Házmelo saber si cambias de opinión.
Al decir eso se va. Miro alrededor de toda la clase, solo estamos Javier y yo. Solos.
Javier: Si sigue con eso hablaré con él. No deberá estarte molestando.
Patricia: ¿tenías que hacer eso?
Javier: ¿Hacer el que?
Patricia: Actuar como un novio celoso.
Javier: Te estaba acosando.
Patricia: Solo estaba hablando conmigo.
Javier: He leído su trabajo, te mereces algo mejor.
Su mirada brillante y profunda pasa por mi rostro.
Javier: ¿Cuantos años tienes?
Patricia: 20.
Javier: ¿solo?
Patricia: pasé dos años ayudando a mis padres con su empresa. De otro modo, habría empezado con 18 la universidad.
Javier: Joder, soy 13 años mayor que tú.
Patricia: Tranquilo, me he acostado ya con hombres más mayores que yo.
Javier: Eres una pequeña rompe reglas.
Patricia: Si. ¿Lo eres tú?
No puede evitar el reto en su voz. Frunce el ceño y me arrepiento de recordarle su moral.
Javier: No usualmente, no. Pero tú eres la tentación en persona.
Su mirada pasa por todo mi cuerpo. De repente, sus ojos se abren.
Javier: Perece que te has hecho daño en la rodilla cuando te caíste.
Apunta a mi pierna. Ni siquiera noté la pequeña herida y las gotitas de sangre.
Javier: Siéntate, te la voy a curar.
Patricia: Podré ser una estudiante, pero soy mayorcita, puedo arreglármelas sola.
Javier: Adelante.
Cuando miro la herida, además de hacerme daño me he roto uno de mis pantalones favoritos. Mientras me estoy curando la herida con el kit de primeros auxilios pone ambas manos en el escritorio, una a cada lado mío, atrapándome contra él. Se acerca a mi oído.
Javier: Si no nos hubieran sacado de allí la semana pasada te habría quitado el tanga y te hubiera follado de nuevo.
Ese tosco lenguaje suena tan ardiente de su normal hablar educado. Pensé que yo era una loca, pero veo que el también. Este es exactamente lo que yo quería ver.
Patricia: Sigue hablándome así.
Javier: Encantado.
Me baja los pantalones.
Javier: ¿Qué tipo de ropa interior estas usando hoy, Patricia?
Patricia: Es un tanga negro y suave.
Javier: Mmmm. Suena como si estuvieras esperando a que alguien lo viera.
Patricia: Quizá lo hacía.
Javier: Sabes que decir para volverme loco.
Sus dedos suben por mis muslos, rozando la parte más caliente de mi cuerpo. Tiemblo ante un toque ligero y lleno de gracia. Subo mis pantalones para que no pueda ver mi tanga.
Patricia: eso deberá ganárselo profesor.
Javier: Acepto el reto. ¿Quieres follar?
Comienza a tocarme en la zona de mi vagina por encima del pantalón, estoy muy caliente. Abro mis piernas, pero me detiene con sus fuertes dedos.
Javier: Eso no ha sido una respuesta. ¿Quieres que te folle, señorita Jimeno?
La manera en la que lo dice me afloja las rodillas.
Patricia: He estado fantaseando con eso toda la semana.
Javier: Eso me gusta escuchar.
Su mano traza un camino por mis costados, mis costillas y metiéndose debajo de mi top, deteniéndose en el sujetador. Mis pezones se excitan.
Javier: Parece que te lo estas imaginando ahora mismo.
Se acerca. Su voz es un gruñido bajo y seductor en mi oído.
Javier: Déjame ver esas perfectas tetas. te quiero ver desnuda en mi clase.
Me quito el top y los pantalones, me quedo desnuda y me levanto del escritorio. Paseo por toda la clase moviendo mis caderas, mientras él no puede parar de mirarme el culo. Cuando llego enfrente suya, me quito la ropa interior lentamente mientras bailo enfrente de él.
Javier: Guau, eres preciosa.
Me agacho y le desabrocho el pantalón, se lo bajo hasta los tobillos y lamo por encima de su calzoncillo.
Patricia: Mmmm... Rico trozo de carne. Grande y duro como a mí me gustan.
Javier: Ohhh... Sigue así, no pares.
Le bajo los calzoncillos y le empiezo a lamer lentamente el capullo, como si fuera un helado de cucurucho, voy bajando por su polla hasta llegar a sus huevos, los cuales me voy metiendo uno a uno en la boca. Sus gemidos no se hacen esperar e inundan la clase en la que estamos.
Javier: Ahhh joder no aguanto más necesito follarte, preciosa.
Le doy un último beso a su polla y me apoyo sobre su escritorio dejando mi culo para que se deleite con las vistas. Lo primero que hace al ver esa imagen es darme unos azote y masturbarme un poco.
Javier: Dame mi maletín, que tengo un condón ahí.
SE lo doy y del bolsillo delantero saca un preservativo, se lo pone y cuando comprueba que mi coño ya está bien lubricado mete su polla. Comienza despacio, posicionando su cara al lado de la mía, una de sus manos en mis caderas y la otras en el cuello, cundo está en esa posición aumenta la velocidad de las embestidas y de mi boca salen ligeros gemidos.
Patricia: Ahhh... Ahhhh...
Javier: Que ardiente eres guapa, parece mentira que en clase parezcas tan buena y ahora estés siendo una autentica puta.
Patricia: Seguimos estando en clase... Ahhh
Al oír eso la velocidad aumenta y ya no puedo reprimir más mis gemidos, eran muy altos y calientes, estaba siendo poseída por un auténtico macho, Las paredes de mi vagina se empezaron a contraer y todos sabemos lo que eso significa.
Patricia: Ahhhh... Me corroo!!!!
Javier: Yo tembieennn!!
Los dos nos consumimos en un increíble orgasmo que nos dejó en esa posición unos minutos. Cuando se quieto de encima sacó su polla y se quitó el condón.
Javier: Toma quiero ver cómo te lo tragas.
Cojo el condón y como una vulgar puta me trago todo su contenido. Lo tiro a la basura y me empiezo a vestir.
Javier: Si sigues así tus notas van a ser increíbles.
Patricia: ¿Como? Sabes que yo no hago esto por la notas ¿no?. Lo hago porque a mí me da la gana. No necesito acostarme con profesores para sacar buenas notas.
Javier: Perdón, no quería decir eso.
Patricia: No, pero lo has dicho. Así que de momento, no vamos a volver a follar hasta nuevo aviso.
Me termino de vestir y me voy de esa clase
La semana siguiente
Estoy en la biblioteca cuando me suena el móvil. Cuando me voy a salir fuera, me encuentro con Javier.
Javier: Oye, Patricia. Debemos hablar.
Patricia: He llegado yo aquí primero, maldición.
Javier: Lo sé, estaba esperando que pudiéramos hablar.
Patricia: Se supone que en la biblioteca hay que estar en silencio.
Javier: Entonces vamos a otro lado lejos de la gente. Por favor solo un minuto.
Patricia: Pero solo un minuto.
Javier: Vamos a un lugar más privado.
Le sigo hasta el pasillo de literatura del siglo XIX.
Javier: Patricia, necesito disculparme por lo del otro día. Estuvo fuera de lugar. Lo siento. No volverá a pasar.
La disculpa suena sincera. Quizá fui muy dura con él. Quizá solo se dejó llevar por el momento. Suspiro. No quiero seguir enfadada con él.
Javier: ¿me perdonas?
Patricia: No estoy segura. Mi instinto me dice que confié, pero realmente no nos conocemos tanto.
Javier: Me gustaría cambiar eso. Me gustaría demostrarte que puedes confiar en mí. Nunca te lastimaría a propósito.
Patricia: Quisiera creerte:
Aprieto mis manos dubitativa, tratando de decir las palabras correctas.
Patricia: Quizá una vez que nos conozcamos mejor. Solo dame tiempo, ¿ok?
Asiente y se acerca.
Javier: ¿estas estudiando para una de tus asignaturas principales?
Patricia: Si, anatomía. pero también pensaba en recoger un libro. ¿alguna sugerencia?. ¿orgullo y prejuicio?
Javier: ¿Un hombre que se avergüenza constantemente y una mujer obstinada? Ya veo.
Se tensa y aclara su garganta. Después mira hacia el pasillo.
Patricia: Seguimos solos.
Javier: Estos libros tienen finales felices para sus parejas. No todas las uniones son afortunadas, señorita Jimeno.
Sus palabras parecen contener algo entre líneas. Piensa que no tenemos oportunidad de funcionar.
Patricia: Solo disfruta el momento, soy joven pero no estúpida. Se que las expectativas no son buenas. Pero eso no significa que no podamos divertirnos, ¿verdad?
Javier: Todos dicen eso cuando son jóvenes.
Miro hacia el suelo. Cree que soy muy joven para él. ¿Por qué se tiene que enfocar en nuestras diferencias? Soy más de lo que se da cuenta. Javier mira alrededor, asegurándose de que seguimos solos. Satisfecho, re posa contra una estantería y se cruza de brazos. Me da una malvada sonrisa.
Javier: Dime algo sobre ti.
Patricia: ¿Como qué?
Javier: Una historia. Algo sobre Patricia Jimeno que todavía no sé.
Patricia: ¿estás seguro de querer abrir la caja de Pandora?
Se ríe.
Javier: ¿estas tratando de asustarme?
Patricia: Solo te aviso. Al vivir en un pueblo, tienes muchas historias.
Javier: Quiero escucharlas todas.
Quiere conocerme tanto como yo lo quiero conocer. Me siento cálida y tintineante hasta la punta de los pies.
Patricia: Ok. Bueno, construí un campo de beisbol una vez.
Javier: ¿En serio?
Patricia: algo así. Quiero decir, ya estaba ahí. Yo solo... lo salvé.
Javier: ¿de la extinción?
Patricia: Básicamente. Nadie lo usaba porque tenía maleza. así que convencí a mis padres y amigos de arreglarlo. Fuimos todos los días a podarlo, sembrar césped y limpiar basura vieja. Después aprendí a jugar y me volví bastante buena.
Javier: ¿qué edad tenías?
Patricia: Nueve. Quise entrar en la liga, pero solo aceptaban hombres.
Javier: Eso es criminal.
Patricia: Me enfadé mucho. Hasta escupí en la gorra del entrenador.
Javier: No te creo.
Patricia: Me tomé un poco de Sprite y se lo tiré encima. Se le iba cayendo durante el partido.
Javier: No sé porque no me sorprende.
Patricia: Al final monté mi propio equipo y terminamos jugando contra ellos en la liga.
Javier: ¿cual es la moraleja de esta historia?
Patricia: ¿M estas haciendo un examen sorpresa?
Javier: Si.
Me molesta, pero respondo de todos modos.
Patricia: Si quiero una cosa, la acabo consiguiendo. No puedo dejarlo todo y ya.
Javier: Ya veo.
Patricia: Tienes que usar el cerebro para descifrar algunas cosas.
Javier: Bueno, no es tan difícil. Cada vez que hablo contigo o leo lago tuyo, aprendo más sobre ti.
Me mira, sus ojos están llenos de deseo. Amo esa mirada.
Javier: Me impresionas.
Patricia: ¿verdad? soy bastante increíble.
Javier: Bien dicho.
Vuelve a mirar alrededor asegurándose de que nadie nos ve.
Javier: Seguimos solos.
Patricia: Imagina los problemas en los que nos podríamos meter.
Javier: Mi mente me está llevando a algunos lugares. Lugares que involucran tu boca, tus manos... ¿Debería seguir?
Patricia: Prefiero que me lo enseñes.
Se inclina sobre mí, sus ojos están fijos en mis labios.
Patricia: Aquí nos pueden pillar.
Javier: ¿qué tan silenciosa puedes ser?
Patricia: Intentaré estar callada.
Javier: Eso me gusta.
Pone su mano en mi muslo y la desliza hacia arriba. Abro mis piernos, invitándole a que se meta más dentro. Sus labios presionan contra mi oreja.
Javier: ¿Puedes ser muy, muy silenciosa? Porque si puedes tocaré tu vagina.
Pone una mano sobre mi boca y la otra sobre mi tanga, me masturba lentamente y yo con mis caderas lo acompaño. Por el morbo de esa situación se empiezan a escuchar gemidos que salen de mi boca, no se escucha mucho porque tiene su mano sobre mi boca, pero el place que exhalo es increíble. Estoy a punto de correrme cuando el sonido de unos pasos se escucha a lo lejos acercándose. Me arreglo la ropa y el pelo.
Patricia: Creo que debo irme
Asiente.
Patricia: Al menos no me voy enfadada esta vez.
Javier: Y yo me alegro de eso.
Patricia: No puedo esperar para verte de nuevo.
Javier: Estaré esperando ansioso.
Da un paso hacia atrás y me sonríe con suavidad.
Javier: Hasta luego, señorita Jimeno.
Patricia: Hasta luego, profesor Blanco.
Me doy la vuelta y me alejo.
Unos días después
Estoy en una charla sobre medicina que organiza la universidad. Me he vestido con un suéter largo de color beige fácil de subir hasta la cintura porque sé que Javier estará allí. Afuera de la sala los estudiantes se juntan alrededor de la mesa de bocadillos. El evento no ha empezado. Doy un vistazo rápido al salón. Javier no está. No me decepciono, todavía es temprano. El evento no empezará hasta dentro de 15 minutos. Voy hacia la mesa de la comisa, cojo un plato y lo cargo con galletas y queso. Una chica que reconozco de clase me hace una seña.
Sara: ¿Estas aquí por unos créditos extra?
Patricia: No solo por la comida gratis.
Sara: Te entiendo.
Ve a alguien al otro lado de la sal y se va. Mientras miro los brownies alguien familiar se me acerca.
Pedro: ¡Hola! Patricia, ¿verdad?
Me doy la vuelta de mala gana ante su cara sonriente.
Patricia: Si. Y tú eres Pedro ¿verdad?
Pedro: Buena memoria. Esperaba que vinieras esta noche.
Patricia: Ya te dije que no me interesa una cita por ahora.
Pedro: Oh, no vine por eso. Estoy suspendiendo inglés y pensaba que tú me podrías ayudar. El profesor es un cabronazo.
Patricia: Lo siento. Ahora no tengo tiempo. Estoy bastante ocupada este cuatrimestre.
Pedro: Quizá podemos ayudarnos el uno al otro. Tengo notas perfectas en Historia de la medicina.
Patricia: Yo también. Puede que sea de pueblo, pero no dejes que eso te engañe. estoy haciendo medicina por una razón.
Me alejo de Pedro y me dirijo hacia el salón de actos. Por fin aparece Javier, parado entre la multitud junto a la puerta. Va ser imposible saludarle entre tanta gente. pero podría mandarle un mensaje para que sepa que estoy aquí. Ve el mensaje pero uno de sus amigos llama su atención y se guarda el teléfono. Es una mujer muy hermosa de la edad de Javier. Es rubia, alta, guapa, con los pechos más grandes que los míos, en fin un pibón. Mi corazón se hunde cuando caminan juntos hacia la mesa de la comida. ¿Están juntos? ¿soy la otra?. Los veo en la mesa, ella se ríe de algo que ha dicho Javier. Me hierve la sangre y decido ir donde están.
Patricia: Hola, profesor.
Se alegra cuando aparezco.
Javier: Buenas tardes, señorita Jimeno.
Ana: ¿Eres una de las alumnas de Javier?
Javier: Ana, la señorita Jimeno está en mi clase de inglés, es una de las mejores.
Patricia: Tengo un gran maestro.
Javier: Eres muy amable.
Ana: No seas tan humilde, eres un gran profesor.
Su sonrisa dura más de lo que me gustaría.
Ana: No me acabó de cruzar con él. Pensé que sería divertid sentarme a su lado.
Mira a Javier con lujuria. Mi corazón se hunde.
Ana: ¿Verdad, Javier?
Su expresión coqueta, hace que Javier levante una ceja sorprendido.
Javier: Eh, si, algo así.
Por lo visto alguien está más interesada en Javier que en la medicina. El decano se dirige hacia el salón del evento.
Javier: Parece que nos tenemos que sentar, ¿te nos unes?
Patricia: No, le prometí a Pedro que me sentaría con él.
Con las piernas temblorosas, logro llegar a un asiento unas filas detrás de Javier. Pedro se sienta conmigo. Un profesor se sienta junto a Javier.
Decano: Buenas tardes, estudiantes. Gracias por venir a nuestra primera charla de medicina.
El profesor junto a Javier se da la vuelta y mira a su alrededor. Su mirada se detiene en mí. Le susurra algo a Javier. Javier me dirige una mirada superficial y frunce el ceño. ¿Que demonios? ¿Al tipo también le gusta Javier o algo?. Ana le susurra en el otro oído. Creo que está jugando conmigo. No me había sentido tonta hasta ese horrible y humillante momento. Claro que tiene algo más con alguien de su estilo ¿porque no lo haría? Es inteligente y atractivo. Se forma un nudo en mi garganta. He sido estúpida la pensar que de verdad me quería. Me quedo en silencio mientras la charla continua. ¿Que estoy haciendo aquí?. Mi mente da vueltas, se siente mucho calor, es muy incómodo quedarse por más tiempo. No puedo estar aquí ni un minuto más. Por un momento no me quieta las manos de encima y al otro señorita Jimeno esto, señorita Jimeno lo otro. ¡Necesito que los mensajes cruzados se detengan!. Necesito aire fresco, me levanto y me voy. Siento su mirada en mi espalda. Que venga a buscarme, tiene que darme una explicación.
Camino en el pasillo vacío, si es tan predecible vendrá a buscarme. Le veo caminando por el pasillo con un frenética expresión. Contra mi mejor juicio, mi mano se levanta y le enseño el dedo del medio.
Javier: No te vas a librar de mi tan fácil.
Se dirige hacia mí. Sus ojos son salvajes, sus hombros tensos. Parece un león hambriento. Me alcanza, atrapando mi cuerpo contra la puerta de una clase.
Javier: Me dio la sensación de que estabas enfadada.
Patricia: ¿y en que te has fijado?
Javier: Me preocupas. Desearía poder pensar de ti lo que pienso de cualquier estudiante. Pero no puedo.
Me mira con una expresión de deseo incontrolable.
Patricia: ¿Puedes parar de mirarme como si fuera un trozo de carne?
Javier: No eres un trozo de carne, eres el mejor filete que puede probar un hombre sobre la tierra.
Patricia: Eres lo peor.
Mi pecho jadea. El mira hacia abajo. Sus ojos se mantienen en mis tetas. Está a medio segundo de arrancarme la ropa.
Patricia: ¿Ves algo que te guste?
Javier: Veo muchas cosas que me gustan, Patricia.
Su mirada pasa de mi cuello a mis labios y luego a mis ojos.
Javier: Eres preciosa. Tus tetas son del tamaño perfecto, pienso en tu culo todo el tiempo y tus piernas... Los pequeños vestidos y faladas que usas me vuelven loco.
Patricia: Ese es tu problema.
Javier: Es solo un problema cuando estoy en clase contigo. Fuera de eso, es un placer.
Levanta la mano y acaricia mi pelo.
Javier: Dime porque te fuiste de la charla. No puedo arreglarlo si no lo sé. Pensé que estábamos bien.
Esta tratando de arreglar las cosas. Y necesito ser abierta y honesta con él.
Patricia: No me toques.
Frunce el ceño.
Patricia: Esto es muy confuso. No sé qué quieres o quien eres.
Se aleja con un suspiro de frustración.
Javier: Podría decir lo mismo de ti. Te vi ligando con Pedro el otro día.
Patricia: al menos el me nota.
Javier: ¿Crees que yo no te noto? el ve lo buena que estas y poco más. Yo he escuchado tus historias, estudiado cada gesto, se lo que te gusta y lo que no.
Patricia: ¿Y?
Javier: Que el solo te ve por fuera, no te merece.
De repente Javier parece vulnerable.
Javier: Así que te interesa Pedro ¿no?
Patricia: ...
Javier: Esto es una mala idea.
Pasa una mano por su cabello. Cuando voy a decirle que no, abro la puerta que hay detrás de mí. Entramos en una clase vacía. Solos.
Javier: Patricia. Acércate.
Javier me mira, su cuerpo está tenso y sus ojos hambrientos. La clase está vacía, se me vienen ideas morbosas a la mente. Sexo contra la pizarra... Oral encima del escritorio... El calor va de mi estomago a mis piernas. La charla sigue a tope y dudo de que alguien venga a buscarnos.
Javier: Te deseo tanto, bebe.
Sus ojos queman con deseo mientras se dirige hacia mí. Todas las razones para no hacer esto se van de mi mente.
Patricia: ¿cuánto?
Me muevo cerca, agitando mis caderas y sonriendo.
Javier: Ven y siente cuanto te deseo.
Mi mirada baja hacia su paquete, y puedo ver su erección contra sus pantalones.
Patricia: Mmmm. Me gusta ver cuánto me deseas.
Me toma por la cintura y envuelvo mis brazos en su cuello. Entierro mi cara en su pecho, inhalo profundo. Coge mi trasero y me empuja contra su cadera. Puedo sentir su erección y me retuerzo contra ella.
Javier: ¿Esto te va a sacar de mi mente?
Patricia: ¿Porque no lo descubres?
Javier: Oh, voy a hacerlo.
Desliza mi falda encima de mi cadera y mira mi ropa interior.
Javier: Has estado en mis clases escondiendo esta dulzura.
Me derrito con sus palabras.
Patricia: ¿Quieres probar?
Javier: Dios, sí.
Patricia: ¿Que estas esperando?
Sin aviso, me da la vuelta y me presiona contra la pared. Me quita la ropa y luego se desnuda.
Javier: Necesito estar dentro de ti ya. Y sé que no deberíamos hacer esto, pero se siente tan bien.
Patricia: Se exactamente a lo que te refieres.
Mi vagina palpita, queriéndolo, necesitándolo.
Patricia: Te necesito dentro de mí ya.
Javier abre un condón y se lo pone.
Javier: ¿ya estas mojada?
Patricia: No puedo controlarme contigo.
Javier: eso es lo que me gusta escuchar.
Javier se arrodilla detrás de mí. Pellizca mi culo. después levanta mis caderas hasta que mi coño brilla enfrente de su cara.
Javier: Déjame probarte, preciosa. Necesito poner mis labios en tu ardiente vagina.
Patricia: Necesito que me folles ya.
Javier: Te daré lo que quieres.
Un momento después me enviste. Dejo salir un gemido.
Javier: Oh, mierda, te sientas tan bien.
Patricia: Dios, que grande la tienes... Ahhh
Javier: Y tu tan apretada. Tan jodidamente apretada.
Entra y sale, lento, dejándome sentirlo y saborearlo. Pero solo me deja más frustrada. Necesito que me folle duro.
Patricia: Ahhh, fóllame más fuerte.
Aumenta el ritmo y a la vez me da algunos azote en mis nalgas hasta dejármelas rojas. Pronto, me elevo hacia el final. Javier sofoca un gruñido en mi hombro mientras se me une.
Javier: Increíble.
Mi cuerpo se sacude al tiempo que el orgasmo me alcanza. Mi mente vuela lejos del salón, girando en éxtasis. Vagamente proceso el gruñido de Javier cuando se corre detrás de mí. Me toma un minuto recuperarme y descanso contra la pared. El brazo de Javier sigue alrededor de mi cintura.
Javier: Eso estuvo increíble.
Me da un beso en el cuello y luego me tome en sus brazos. Me rindo contra él y dejo que me levante. Me lleva a su regazo y se sienta sobre una silla. Suspiro satisfecha y entierro la cara en su cuello.
Javier: Me gusta sostenerte.
Pasa sus dedos por toda mi espalda, dándome escalofríos.
Patricia: Mmmm. Me gusta también.
Javier: ¿Sabes en que pensaba durante la charla?
Patricia: ¿en qué?
Javier: En cuanto quería que te sentaras en la última fila en mi regazo con mi pene dentro de ti.
Patricia: Te hubiera cabalgado como un semental.
Javier: ¿Ah, sí?
Patricia: Oh, si
Javier: Tendré que recordar eso para la próxima vez.
Guiña un ojo.