Seduciendo a mi hijo y sus amigos en la piscina
Bajé la mirada y caí en que tenía uno de mis pechos al descubierto y ni siquiera me había dado cuenta. Deduje que fue Luis el que me destapó la teta en su desesperado intento de no ahogarse. De ser así, llevaba un buen rato ofreciendo a aquellos chicos una vista privilegiada.
Muy buenas a todos,
Mi nombre es Gloria María aunque me podéis llamar Gloria. Todo el mundo me conoce por ese nombre aunque los amigos de mi hijo me llaman señora Gloria, lo cual detesto. Es cierto que ya tengo una edad, 58 sin ir más lejos, pero es un sustantivo que no me gusta nada.
Pese a mi edad debo decir que mantengo una bonita figura con unos grandes pechos que estilizan el resto de mi cuerpo. Mi vientre y mi trasero ya no son lo que eran pero siguen desencajando más de una boca en los pasillos de la universidad. Si habéis deducido que soy profesora, habéis acertado. Mi rostro es de lo más normal: pelo castaño hasta los hombros, nariz nubia, labios normales y casi siempre llevo puestas unas gafas que no disimulan mi profesión.
Estoy divorciada desde hace 8 años y mi abogado consiguió que me quedase con la bonita casa que había comprado junto con mi ex-marido. El gran jardín y piscina que tenía eran testigos de grandes y formales fiestas que celebraba en cuanto se presentaba la ocasión.
A decir verdad quien mas disfrutaba de la piscina era mi único hijo Gabriel, de 19 años, y sus amigos. En ocasiones aprovechaba sus visitas para ponerme sugerentes escotes o tomar el sol en traje de baño para sentirme observada, deseada, y subirme el autoestima. Me ponía muy cachonda que esos chavales, que estaban en la flor de la vida y aspiraban a salir con jovencitas, se fijasen en mi. En más de una ocasión me masturbé tras la visita de los amigos de Gabriel y era el único consuelo que tenía en mi larga etapa de abstinencia no escogida.
Así se originó algo que ocurrió el verano pasado. Un sábado más, se presentaron a casa dos amigos de Gabriel: Miguel y Luis. Miguel era moreno, bajito, cara redonda y algún pequeño michelín. Luis era lo contrario: pálido, alto, delgado y tímido. Mi hijo Gabriel era un término medio entre ambos y guapo como su madre.
Los 3 se encerraron en la habitación de mi hijo y decidí lucirme un poco con la excusa de llevarles la merienda.
-Mamá, llama antes de entrar. -dijo mi hijo cambiando rápidamente la vista de su ordenador.
-Lo siento cariñó, os traigo la merienda. ¿Tenéis hambre?
-Si señora Gloria, gracias.
-Miguel, no me llaméis señora, basta con Gloria, hay confianza.
-Vale.
-¿Queréis algo más?
Antes de que contestaran dejé una bandeja, llena de galletas y vasos de leche, sobre el escritorio de la habitación. Al hacerlo lucí mi espléndido escote que dejaba poco a la imaginación y mis grandes pechos se acercaron estratégicamente a escasos centímetros de la cara de Miguel.
-Leche... -dijo Miguel embobado.
-¿Estás tonto? La tienes delante. -dijo mi hijo percatándose de lo que estaba pensando su amigo.
-Uy si, perdón... Se disculpó su embobado amigo.
Miguel me miró a la cara y yo le premié con un picante guiño. Me giré y salí de la habitación, no sin antes contonear mi bonito culo sabiendo que no lo perdían de vista. Salí suspirando debido a que mi coño pedía acción a gritos.
Engulleron la merienda y se apresuraron a salir fuera para zambullirse en el agua. Quería pensar que entre otras razones lo hacían para enfriar la calentura que yo les había provocado a los 3. Si, incluía a mi hijo en la ecuación porque más de una vez le había pillado mirándome el canalillo.
Mi cuerpo pedía guerra y mi cabeza perversión. Obedecí a ambos y me puse el bikini más provocativo que tenía para salir a tomar el sol. Este estaba compuesto por una parte superior negra con estampado de colores que a duras penas conseguía tapar de forma íntegra el gran volumen de mis pechos. En la parte inferior iba a conjunto con una prenda tipo bragas pero de hilo en la zona que rodeaba la cadera.
Nada mas poner un pie en el exterior los 3 dirigieron sus miradas a mi gloriosa entrada. Decidí posicionar la hamaca de tal modo que tuvieran una vista del perfil de todo mi cuerpo para que pudieran admirar la silueta de mis sobresalientes pechos.
Reinaba el silencio y no me hacia falta mirarles para saber que me estaban comiendo con la mirada. Solo de pensarlo me excitaba y me daban ganas de llevar mis manos a mi entrepierna pero tenía que controlarme. Incluso no descartaba que estuvieran masturbándose en la piscina pensando en mi, pensamiento que provocó que mi coño empezase a humedecerse.
-Señora Gloria, báñese con nosotros. -dijo Miguel.
-¿Queréis que me bañe con nosotros?
-Si. Verá que el agua está buenísima.
-Si queréis que me bañe con vosotros tendréis que tutearme y, sobretodo, dejar de llamarme señora.
-Por supuesto. -finalizó el mismo Miguel.
Me di una sugerente ducha ante la atenta y morbosa mirada de los chicos y lentamente descendí a las escaleras de la piscina para darles un primer plano de mi generoso, pero no grande, y firme trasero. Cuando mi culo tocó el agua empecé a chocar mis nalgas con el agua para darles el mejor espectáculo que les había dado hasta entonces.
-Está un poco fría, ¿no? -dije justificando mis seductores movimientos.
-No te lo pienses mamá, que sino es peor.
Acabé metiéndome en la zona que menos cubría, donde estaban los chicos, y al tocar mis pies con el suelo giré mi cuerpo hacia ellos. Al hacerlo comencé a dar saltitos con la excusa de la temperatura del agua y ahora eran mis voluptuosos pechos los que chapoteaban en el agua.
Decidí nadar un poco a estilo braza para entrar en calor y los chicos seguían estáticos, mirándome.
-¿Por qué no os movéis? Vais a coger frío... ¿Queréis echar una carrera?
-Verás mamá... Esa zona cubre y no sabemos nadar.
-Venga ya... Os estáis quedando conmigo.
-Es la verdad. -se metió Miguel.
No me creía que unos chicos adultos como ellos no supieran nadar... Y mucho menos mi hijo, que había tenido piscina desde siempre aunque es verdad que usó flotador hasta que consiguió llegar al suelo.
-Vamos a comprobarlo. A ver Luis, ven hacia a mi. No te preocupes que yo te cojo.
Luis dudó pero obedeció. Llegó hasta más de la mitad de la piscina debido a su altura y en cuanto no llegaba al suelo empezó a chapotear de manera desesperada. Rápidamente me acerqué y se agarró a lo primero que encontró, que fueron mis tetas las cuales apretó con fuerza.
-¿Ves? No te ha pasado nada... A la siguiente prueba de mover más rápido las piernas, es como ir en bici. Miguel, tu turno.
-No me atrevo... Sería jugarme la vida sin ningún aliciente.
-Que exagerado... ¿Y qué te puedo ofrecer para que te animes?
-Leche... -susurró él, mirándome las tetas, con el proposito de no ser escuchado aunque mi agudizo oído lo escuchó perfectamente.
-Un beso. -se apresuró a decir mi hijo ante la inadecuada proposición de su amigo.
-Está bien. El beso de una dama a cambio de que vengas hasta ella. Mueve rápido las piernas y los brazos bajo del agua, nada de chapotear en la superficie, ¿vale?
Miguel se animó y dejo de tener apoyo antes que Luis debido a su estatura. Conseguía mantenerse a flote moviendo sus articulaciones como un perrito y avanzaba de manera lenta pero constante.
-¡Eso es! ¡Lo estás haciendo super bien! -le animé.
Cuando llegó a mi posición se abalanzó sobre mi rodeando mi cuello con sus brazos y yo le cogí por la parte lateral a la altura de su pecho para mantenerlo a flote, aunque sus piernas se movían de manera acertada con ese objetivo. En ese momento noté como mi vagina era presionada por algo robusto. No cabía la menor duda que era el pene de Miguel. Me quedé paralizada, sin saber como reaccionar y no paraba de frotarla por diferentes zona de mi entrepierna debido al movimiento que teníamos que ejercer con nuestras piernas para no hundirnos.
Miguel aprovechó la situación para darme un duradero beso en la boca que me paralizó más todavía.
-¡Vale! No era el beso que tenía en mente... Pero te lo has ganado. Has hecho un gran trabajo. ¿Te atreves a volver? No te preocupes que estaré detrás tuyo.
Miguel dio la vuelta y consiguió llegar a la posición de sus amigos.
-Venga hijo, tu turno.
-No, no pienso hacerlo.
-No seas tímido, verás que soy buena enseñando.
-Me da igual. Otro día si eso.
Me acerqué e hice que flotara sobre el agua boca arriba para guiar su posición con mis manos.
-No te preocupes, yo te sujeto desde abajo, no te vas a hundir. Tu solo mueve las piernas.
Obedeció pero sus manos se encontraban sobre su bañador.
-Hijo, tienes que abrir los brazos, como si formaras una cruz, sino te va a costar.
Tardó un poco pero me hizo caso. Al hacerlo dejó ver el gran bulto que tenía bajo el bañador. Formaba una tienda de campaña cuya cima apuntaba al cielo. Inconscientemente le solté y se hundió, pero al momento le ayudé a reincorporarse.
-Lo siento hijo, ha sido culpa mía.
-Menuda profesora estás hecha... -dijo tosiendo.
-Bueno, verás que la siguiente irá mucho mejor.
-No, ya basta por hoy.
-Bueno, como queráis.
-Gracias señora Gloria. A mi me gustaría volver a intentarlo. -dijo Luis viniéndose arriba.
-No sé si acceder... Dije que nada de “señora”. ¿Tan vieja me veis? Yo creo que no tengo nada que envidiarle a las veinteañeras de hoy en día.
-Para nada, tiene una teta impresionante. -dijo Miguel.
-¿Una teta?
Bajé la mirada y caí en que tenía uno de mis pechos al descubierto y ni siquiera me había dado cuenta. Deduje que fue Luis el que me destapó la teta en su desesperado intento de no ahogarse. De ser así, llevaba un buen rato ofreciendo a aquellos chicos una vista privilegiada. Rápidamente me lo cubrí.
-Bueno, ya está... Es una teta al fin y al cabo. -dije quitándole hierro al asunto.
-Bueno, ¿Puedo? -preguntó Luis.
-Adelante.
Con mayor atino, pero sin la soltura que había demostrado Miguel, consiguió alcanzar mi posición. Yo me encontraba apoyada en el borde de la piscina y Luis se sujetó en el mismo soporte. De nuevo noté un miembro correteando por la zona de mi coño y no pude evitar moverme para posar la polla de Luis en la zona de contacto más directa hacia mi vagina. Ya estaba caliente antes de zambullirme y por ello me dejé llevar. Aparté hacia un lado el trozo de tela que cubría mi coño para notar mejor el roce de su falo. No desperdicié la ocasión para mover la cintura con el objetivo de frotar bien la extensión de mi raja contra el miembro del amigo de mi hijo.
Luis me miraba atónito y de manera inesperada me dio un tierno beso en la boca.
-Me lo he ganado.
-¡Guau! ¡Vale! Creo que ya basta de clases por hoy... Volvamos juntos con los demás. -dijo mi cordura.
Cuando llegué al otro extremo de la piscina me posicioné frente a los 3 y les animé diciendo que los 3 lo habían hecho muy bien y que cuando quisieran podíamos continuar las clases.
-Es una gran profesora, señ... Gloria. -dijo Luis.
-Gracias Luis. Me alegra ser de ayuda. ¿A ti te ha gustado Miguel?
-Si se refiere a su teta, me ha encantado.
-No seas bobo, ya sabes a que me refiero. Sobre mi pecho, ya habéis visto que no es nada del otro mundo. -dije haciéndome derogar.
-El mejor del mundo diría yo. -dijo mi hijo.
-Que exagerado... Habréis visto unos cuantos mas bonitos y firmes que el mío en la universidad... Os habréis fijado que la gravedad empieza a hacer mella.
-Mamá.. ¿Nos has visto la cara? Somos los mas frikis de clase... Lo de ver tetas lo llevamos crudo. Y si tienes alguna teta caída sera la otra, porque la que hemos visto no lo parecía.
-Bueno, será por la densidad del agua. -dije yo.
-Sólo hay una forma de saberlo. -sugerió Gabriel.
-¿Queréis que me las saque delante vuestro?
-No tiene nada de malo, ya le hemos visto una y no ha pasado nada. -argumentó Luis.
-Sería como hacer topless. ¿Nunca ha hecho topless? -dijo Miguel tratando de convencerme.
-Bueno, supongo que tenéis razón. Pero esto no puede salir de aquí, ¿Entendido?
-Usted manda. -dijo Miguel que me seguía tratando de usted.
Les di la espalda, me desabroché la prenda que ocultaba mis pechos y tras quitármela la lance fuera de la piscina. Me tapé con ambas manos y me volví a girar para ofrecerles un primer plano de mis pechos tapados.
-Me da un poco de vergüenza. -mentí.
-Sea valiente como lo hemos sido nosotros tratando de nadar. -dijo Luis tratando de convencerme.
-Es verdad, os lo debo.
Quité mis manos con lentitud dándole toda la intriga que pude y mis pechos descendieron un poco debido a su tamaño pero no demasiado gracias a su decadente turgencia.
-Ahora es cuando me tenéis que dar la razón. -seguía con el mensaje pesimista para recibir sus benditos halagos.
-Joder mamá, esas tetas no se ven ni en internet.
-Con todo el respeto, menudas tetazas tiene Gloria. -me piropeó con descaro Miguel.
Acepté encantada sus alabanzas y los tres se acercaron para admirarlas con detenimiento. Ahora me encontraba rodeada de 3 jóvenes que estaban fotografiando con su mente mis grandes tetas y la situación me excitó de sobremanera. Acercaban su vista sin ningún miramiento con la intención de analizar cada poro de mi piel.
-¿Son operadas? -preguntó Luis.
-No, para nada. Si lo fueran me llegarían por la barbilla y no se moverían tanto. ¿Veis?
Giré la parte superior de mi cuerpo de un lado a otro para moverlas con descaro y provoqué que las 3 bocas se abrieran al unísono.
-Además, si fueran superficiales no estarían tan suaves y blanditas. -les expliqué.
-Pues yo creo que están bien. -dijo mi hijo agarrando parcialmente uno de mis pechos.
-¿A ver? -dijo Miguel imitando la acción de Gabriel.
Sin tiempo para reaccionar, o sin querer hacerlo, tenía 4 o 5 manos palpando mis tetas. Se acercaron más a mi, estrechando el círculo que habían formado, para facilitar la tarea.
-Bueno chicos, creo que ya está bien... Me estáis “pinchando” las piernas y esto empieza a ser obsceno.
-Mamá, no tiene nada de obsceno. Nos doblas la edad así que mas bien nos estás enseñando cosas que no aprenderíamos de otra manera...
El cabrito de mi hijo sabía como quitarle importancia a lo que estaba ocurriendo en esa piscina y me estaba convenciendo.
-Sus pezones se han puesto tiesos. -dijo Luis.
-Bueno, es algo que nos pasa a las mujeres cuando nos excitamos. A vosotros os crece el pene y a nosotras los pezones.
-Así es, pero en tu caso no te roza con nada y a mi me duele de tenerla comprimida en mi bañador. Lo siento mamá, ya no aguanto más.
Mi hijo se quitó el bañador y lo lanzó lejos. Sus amigos dudaron pero hicieron lo mismo bajo la misma premisa. No desaprovecharon la oportunidad de restregar sus partes entorno mi cuerpo.
-Chicos, creo que os voy a dejar solos... Esto ya se está volviendo siniestro y os habéis confundido pensando que es una piscina nudista.
-No pasa nada mamá... No estamos haciendo nada malo. Solo estamos aprendiendo de ti para no hacer el ridículo con las chicas. En tu mano está que no muramos vírgenes.
-No hay nada que enseñar. Vosotros imitad lo que veis en el porno de internet y ya está. Si la chica os quiere, tendrá paciencia, ya veréis.
-Los tíos de internet juegan con ventaja. Tienen unas herramientas que ya nos gustaría a nosotros. -dijo Miguel.
-No será para tanto, dejadme ver.
Me moría por tocarlas y aquella fue la excusa perfecta, además de bien ideada por Miguel. Bajo el agua cogí la polla de Miguel y destacaba más por su longitud que por su grosor. Después hice lo mismo con Luis y este la tenía algo más corta pero más gruesa. El contraste entre ambos era contrario a la constitución de sus cuerpos. Por último cogí la de mi hijo y... ¡Joder! La mas grande, larga y gorda de las 3. Menuda herramienta tenía ahí escondida, no me extrañaba que le doliera al tenerla prisionera.
Antes de que me diera cuenta estaba mordiéndome el labio inferior llevando diferentes pollas a mi mano con la intención de compararlas, o mas bien de disfrutarlas.
-No sé que clase de vídeos o películas veis vosotros, pero los 3 tenéis unos señores pollones. No lo entiendo, ¿Qué es lo que os preocupa?
-Para empezar los preliminares. No sabemos besar. -se atrevió a decir Luis.
-Si se os está pasando por la cabeza que os enseñe a besar ya os podéis ir olvidando.
-¡Mamá! Por poco no nos has tenido que hacer el boca a boca, que viene a ser lo mismo.
-De verdad que os gusta exagerar... He dicho que no y se acabó.
Mi hijo me miró furioso y después dirigió su mirada a mis tetas. Sin previo aviso me agarró una y su boca se fue directo a uno de mis duros pezones. Me lo succionaba con fuerza y a duras penas conseguía apartarlo.
-¿Pero qué haces? -le recriminé.
-Si no nos enseñas a besar te vamos a retener aquí y vamos a aprender a comer tetas a base de intentos. Ayudadme. -dijo dirigiéndose finalmente a sus colegas.
Los 3 hundieron sus caras en mis pechos y se metían en la boca tanta carne como podían, sin necesidad que fuera un pezón. Me estaban poniendo como una moto y no pude reprimir coger la polla de Miguel. Deseaba coger la de mi hijo pero no podía permitir que descubriera mi calentura ya que estaba llevando la voz cantante y se habría aprovechado de ello.
-Está bien, está bien. -les paré muy a mi pesar.
-¿Nos vas a enseñar? -preguntó mi hijo.
-Tres besos a cada uno y se acabó, ¿entendido? Lo primero que tenéis que saber es que debéis cerrar los ojos cuando os están besando.
Comencé a besar a Miguel que lo tenía a mi izquierda. Le di 3 tiernos besos y abría un poco la boca en cada uno de ellos. Después le tocó el turno a Luis que estaba en el centro de los 3. Primero un beso tierno, después uno apasionado y por último uno que iniciaba con mi boca semi abierta pero sin sacar la lengua. Por último le tocó el turno a mi hijo, a mi derecha, y se me hizo super raro. Tenía unos labios suaves y carnosos que me invitaban a besarle una cuarta vez pero el trato se acababa ahí.
-Mamá... Ese tipo de besos ya sabemos darlos, me refiero a besos de verdad, un buen morreo con lengua.
-¿Te das cuenta que soy tu madre y podría serlo de tus amigos?
-Precisamente, eso hace que sea algo instructivo, nada más. -dijo mi hijo con su bendito don de la argumentación.
-Un morreo a cada uno y me salgo de la piscina, os guste o no.
De nuevo decidí comenzar por mi izquierda, por Miguel. Esta vez me había auto impuesto un límite de 5 segundos en cada boca. Saqué a pasear mi lengua en mi primer beso y esta se topó con los labios de Miguel. En mi segundo intento encontré su lengua y solapé mi boca con la suya para tener un pulso internó que finalicé sellando mis labios con los suyos.
Joder, hacía tanto que no me morreaba así con nadie... Me puso cachondísima.
-¡Oye! Me estáis tomando el pelo... ¡Besáis super bien!
Me dirigí a Luis y empecé mi labor. Esta vez encontré su boca abierta al primer intentó y repetí el mismo proceso que había hecho con su amigo. Por fin tocaba volver a degustar los labios de mi hijo y su lengua en primicia.
Me cogió la zona alta de mi nuca con una mano y nos dimos un fuerte y apretado morreo solapando nuestras bocas para enlazar nuestras lenguas dentro de ellas. La cosa se alargó más de 5 segundos y no pude evitar coger el mástil de mi hijo para empezar a bombearlo.
Mi hijo me tenía donde el quería y con su otra mano agarró la cabeza de Luis y la acercó a las nuestras. Gabriel se separó momentáneamente y guió mi cabeza y la de su amigo para que nuestras bocas se volvieran a encontrar.
Estaba poseída, desbocada por la lujuria y el morbo de los acontecimientos. Sin pensarlo repartí raciones de besos y batallas de lenguas al aire a partes iguales con los 3. Mis manos también se mostraban igual de solidarias y masturbaba con ganas las 3 pollas que se encontraban sumergidas en el agua.
Invité a mi hijo y a su amigo Miguel a que me comieran cada pecho mientras mi mano se centraba en sus pollas. En el centro quedaba Luis y no lo desatendí ya que no dejaba de besarlo en ningún momento.
Miguel no tardó mucho en correrse y mi mano continuó esforzándose pero esta vez con la polla de Luis. Mi hijo demostraba un gran aguante y yo lo agradecía. Su polla se notaba grande, fuerte, venosa... me daban ganas de ponerme de rodillas y palparla con mi boca.
Luis siguió los pasos de Miguel y se corrió bajo el agua y ahora pensaba centrar todos mis sentidos en mi hijo. Sus dos amigos se apartaron para admirar la escena y yo opté por probar de nuevo esos tiernos y apetitosos labios. Decidí masturbarme con la mano que tenía libre y aceleré la paja que le estaba dando a mi hijo.
Poco después se corrió y decidí parar toda acción.
-Bueno, creo que me habéis engañado como una ingenua y ciertamente sabéis más de lo que decís.
-De verdad que no Gloria, pero hemos aprendido muchísimo. -dijo Luis.
Me dirigí al borde de la piscina más próximo y apoyé mis manos en dicho borde con intención de salir. De manera intencionada mi culo quedó a disposición de mis 3 nuevos alumnos.
-¿Me ayudáis?
Los 3 se acercaron y empujaron mi culo hacia arriba facilitándome la tarea de salir de la piscina. No lo hice por completo puesto que me quedé sentada en el borde, con las piernas semi abiertas y sumergidas bajo el agua de las rodillas hasta los pies. Mi incliné ligeramente hacia atrás apoyando mis manos en el suelo.
-Gloria... Se le ve la vagina. -informó Luis.
-Uy, es verdad... -dije yo sin hacer absolutamente nada.
Lo hice apropósito. La verdad es que llevaba un buen rato con mi prenda desplazada hacia un costado, desde que froté mi coño con la polla de Luis. Los 3 se acercaron y no perdieron detalle de mi vagina la cual lucía rasurada al estilo “brasileña”.
-¿Sabéis qué? Dar placer a una mujer puede ser una tarea muy compleja y es algo que no aprenderéis en los vídeos de internet. Esos vídeos solo se preocupan de satisfacer a los tíos.
-¿Estaría dispuesta a enseñarnos?
-Os puedo explicar la teoría: lo primero que tenéis que hacer es tentarla, jugar con ella, no quedaros cortos con los preliminares... Justo lo que acabamos de hacer. A continuación debéis acercaros a su zona más íntima, con delicadeza y sutileza, acariciando las cercanías y acercándose lentamente ya sea desde el abdomen o las piernas...
Mis propias palabras me estaban calentando y no pude evitar pellizcarme uno de mis pezones mientras mi rostro apuntaba al cielo con los ojos cerrados.
-... no seáis directos, no tengáis ninguna prisa. Acariciad sus labios vaginales, ya sea con los dedos, la lengua o ambos... Comprobad que la entrada de su orificio emana fluido e impregnaros con él para acariciar la parte superior de su raja que es dónde se encuentra el clítoris. Tened cuidado con él, es delicado y debéis dar caricias suaves, al menos al inicio. Besarlo con dulzura...
Paré al notar varias manos masajeando mis piernas. Parecía que querían llevar la teoría a la práctica y les dejé hacer. Besaban con ternura mis muslos mientras ascendían sus caricias. Yo no les miraba, no sabía quien hacía qué, simplemente disfrutaba con los ojos cerrados.
Uno de ellos centró su cabeza entre mis piernas y llegó a mis labios vaginales, los cuales lamía y besaba a partes iguales. Los demás no cesaban de besar y acariciar mis piernas y sentir tantos puntos de contacto me estaba llevando al cielo.
El protagonista central se atrevió a introducir su lengua entre las paredes. Llevaba un buen rato mojada y no precisamente de agua de la piscina. Recorría su lengua de extremo a extremo de mi raja y yo le ayudé en su tarea elevando mi cadera para acompañar su labor con movimientos verticales.
-Sube la lengua... Ahí, muévela rápido... Si, joder... hostia puta... no pares, no pares... Sigue...
El obediente y enigmático aprendiz obedecía fielmente mis indicaciones y me hizo redescubrir un placer que llevaba mucho tiempo estancado en el olvido. Con una mano le cogí la cabeza y llevé su lengua al punto exacto donde tenía que trabajar al mismo tiempo que le apretaba contra mi entrepierna.
-Así, cómeme el coño... cómetelo... Me corro, me corro, me corro... ¡JO-DEEER!
Mi cuerpo empezó a convulsionar y me tumbé completamente en el suelo con una sonrisa dentada de oreja a oreja. Lo que había hecho estaba mal pero iba a ser muy difícil reprimirme ante todo el abanico de posibilidades que se me presentarían con las visitas de esos chicos, y tal vez de alguno más.
Alcé la cabeza en cuanto noté que alguien me quería desnudar por completo. Era mi hijo que trataba de quitarme la única prenda que me quedaba.
-¿Qué crees que estás haciendo? -le recriminé.
-Nada mamá... La tienes comprimida en una ingle y pensé que te molestaría. Creo que estarás mas cómoda sin ella. -dijo mientras conseguía quitármela.
-Da igual, ya me voy. Os dejo solos.
-Date un último remojón y así te limpias. -propuso mi hijo.
-Está bien, pero haced el favor de poneros el bañador.
Luis y Miguel salieron de la piscina en busca de sus bañadores y mi hijo me ayudó a meterme de nuevo desde la posición en la que estaba. Al hacerlo me quedé pegada a él y también lo hicieron nuestras bocas.
-¿Beso bien? -preguntó él.
-Casi tan bien como tu mad...
Uno de sus dedos se metió en mi coño y pausó mi frase.
-Sácalo ahora mismo.
-¿Quieres que lo saque?
-Sac...
Empezó a impartir movimiento en su dedo para follarme con él. También aprovechó para besarme el cuello para asegurar mi sumisión producida por la calentura. Sus besos fueron descendiendo y llegaron a uno de mis grandes pezones. Me lo chupaba y se lo metía en la boca.
-¿Todavía quieres que lo saque?
-Quiero que metas otro dedo más...
Así lo hizo y no pude evitar gemir de manera muy aguda. Para tratar de disimular los gemidos, y por puro deseo, subí la cabeza de mi hijo hasta la mía y empecé a morrearlo de la manera más lasciva posible. Mis gemidos no cesaron pero al menos ahora no eran tan notorios ya que chocaban con la boca de Gabriel.
-Tenemos que parar... Esto no está bi...
Me cortó la frase pero esta vez lo hizo sacando sus dedos de mi coño para introducirlos en mi boca. Sus dedos salían y entraban de mi cavidad y mi lengua los saboreaba con lujuria.
-¿Hace cuanto que no chupas una polla? Parece que te mueres de ganas -dijo mi hijo.
-A nosotros nos gustaría saber que se siente. -dijo una vez detrás de mi.
Me giré y Luis y Miguel estaban sentados en el borde de la piscina, justo a mi lado. Seguían desnudos, pajeándose con sus mástiles apuntando al cielo. Sus pollas se visualizaban tal y como las presumía, grandes como mi consolador, y cada una destacaba por el ancho y el largo respectivamente pero sin desmerecer el otro apartado.
-Pensé que os habíais corrido. -dije sorprendida.
-Y así es, pero es que está usted tan buena.. -dijo Miguel.
-Que larga la tienes Miguel... Y que gorda y venosa es la tuya Luis... -dije acercándome.
La que me llamó más la atención, o la que me atrajo más, fue la de Luis y por este motivo la agarré con una mano cuando llegué a mi destino.
-¿Te gusta esto? -pregunté a Luis mientras le hacía una nueva paja.
-Se le da muy bien...
-¿Qué te gustaría que te enseñara?
No supo que decirme o mejor dicho no se atrevió. Tras una sonrisa pícara descendí mi cabeza para poner mi cara a la altura de su miembro. Me la restregaba por toda la cara, sobretodo por las mejillas, y la golpeaba contra mi rostro con pequeños golpecitos mientras soltaba una risita nerviosa.
Comencé a soltar tiernos y provocadores besos por el largo de su tronco y en el inicio de cada uno dejaba pasear ligeramente la punta de mi lengua sobre su piel. Elevé mis labios para aplicar el mismo juego a su capullo. Lo besaba y lo chupaba sutilmente, de manera casi inapreciable. Sabía que le estaba otorgando mucho placer pero también impaciencia porque me la metiera en la boca.
Su impaciencia era compartida. Tenía hambre y mi boca se sentía demasiado vacía. Ese era el motivo por el que había elegido su polla la cual me iba a rellenar más el interior de mi boca. Pese a eso, estaba disfrutando muchísimo haciéndole sufrir y estaba dispuesta a no mamarla con la intención de darles una excusa para volver otro día y repetir el vicioso juego en otras circunstancias.
En ese momento noté como mi hijo me cogía de la cintura y presiona con su polla el orificio de mi coño. Sin cambiar la postura giré la cabeza casi 180 grados y lo miré seriamente. Este me miró y procedió a introducirla muy lentamente. Mi boca se abrió y mis ojos se pusieron en blanco.
-¿Vas a pedirme que la saque?
-Enséñale a tu madre lo que sabes hacer. -le contesté
No recordaba cuanto tiempo hacía que no me follaban y la polla de mi hijo se sentía espectacular en mi interior. Nunca me había penetrado un rabo así, ni siquiera el de mi ex-marido. Gabriel empezó a embestirme bajo el agua con la ayuda de sus manos en mi cadera.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Mmmph! ¡Mmmph!
No pude ni quise reprimirme aquellos gritos pero pude reducir el sonido llevándome la polla de Luis a la boca. Ya no era momento de jueguecitos y provocaciones, lo succionaba de arriba a abajo con una velocidad digna de un pájaro carpintero. Me la tuve que sacar de la boca para respirar bien y apoyé mi cabeza en su pierna con mi boca rozando la base de su pene.
-Joder...Eso es... Hasta el fondo... ¡Ahhhmmmph!
Estaba descontrolada y de nuevo tapé mi sonora boca llevándome un lateral del tronco de la polla que tenía delante. Sin despegarla la movía y saboreaba de arriba a abajo, sin dejar quieta mi juguetona lengua.
Volví a introducírmela todo lo que pude mientras le pajeaba con una de mis manos. La otra fue palpando los alrededores en busca de la polla de Miguel y no le costó mucho en encontrarla. Lo tenía justo al lado y ahora trabajaban mis dos manos, mis labios y mi lengua.
Mi hijo no cesaba en su empeño de darme todo el placer que podía aunque sabía que su objetivo era su gozo. Me daba igual el motivo, me estaba quitando todas las telarañas de lo mas profundo de mi coño por muy escondidas que estuvieran. Tampoco desperdiciaba la ocasión para amasar mi culo, cosa que me encendía más todavía.
Mi boca cambió de protagonista y fue directa a devorar la larga polla de Miguel. Lo de devorar tuvo que esperar ya que al ver lo larga que era me provocó que quisiera recorrer todos esos centímetros con mi lengua, desde su base hasta la punta. La lamía una y otra vez como una buena perrita con intención de no dejarme ni un sólo centímetro.
-Me corro... No puedo aguantarme. -avisó mi hijo.
-Hazlo dentro, no te preocupes.
Gabriel pegó la embestida mas fuerte hasta el momento y dejó su abdomen pegado a mi trasero mientras notaba como me inundaba por dentro con su leche ardiente.
-Lo has hecho muy bien, cariño... Méteme tus dedos, estoy a punto de correrme yo también.
Obedeció y compensaba la diferencia de tamaño con un ritmo más veloz. No era peor, era diferente y el contraste de sensaciones encendió una llama en mi interior.
-Sí, así... así... ¡Así así! Sigue así cariño... No te pares... Me corro, me corro joder, me corrooooo...
Y me corrí. Mi cuerpo de nuevo convulsionó aunque con menor intensidad. Estaba feliz, muy feliz. Había pasado de una larga etapa de sequía a una gloriosa tarde siendo yo la protagonista con dos orgasmos en una orgía con tres jovenzuelos. Quien me iba a decir a mi que iba a volver a disfrutar del sexo y además de aquella manera... Ni en mis mejores fantasías. Si que es verdad que había fantaseado con tríos pero el número no había pasado de ahí.
Decidí que aquello tenía que llegar a su fin pero todavía tenía que vaciar a los otros 2 jóvenes. Me puse entre los 2 y apunté sus pollas a mi cara. Movía mis manos todo lo rápido que podía mientras les miraba la cara con la boca abierta y mi lengua fuera.
-No seáis tímidos, soltarme vuestra lefa.
Luis fue el primero en soltar un potente chorro sobre uno de mis ojos y, antes de expulsar el segundo, Miguel lo imitó soltando uno que hizo diana en mi boca. Soltaron 2 o 3 más cada uno y yo reduje la velocidad de la paja que les daba con la palma y dedos de mi mano.
-Daros una ducha. Lo habéis hecho muy bien.
Mi hijo ya se había salido y sus dos amigos le siguieron hasta el interior de la casa. Yo me quedé relajada en la piscina, pensando en todo lo que había pasado. Tenía el pecho hinchado de felicidad tras descubrir que mi sequía había llegado a su fin y había abierto una puerta que jamás se cerraría, puerta que me llevaría hasta unos jóvenes que podían hacer desaparecer para siempre la prolongada abstinencia que había tenido hasta entonces.
¿FIN?