Seduciendo a mi hijo nalgon (niños en uniforme VI)

Una madre explica como un juego de seducción le permitió gozar del cuerpo de su hijo y sus perfecto culo

Ayer finalmente le hice mío, te he dicho que lo deseo desde hace meses, tal vez desde que en esa fiesta en tu casa con Rafaela y Viviana, les dije que tenía miedo de lo que sentía, que mi hijo llegaba de la escuela con su uniforme explotando en su cuerpo juvenil, con unos pectorales increíbles, unas piernas fuertes y un culo, por dios un culo que no podía ser el de un chico de dieciocho años, y es que mi Carlitos desde los quince años se había prometido ponerse como en forma en el gimnasio, y vaya que lo había logrado.

Aquella noche les platique como en nuestro ultimo viaje a la playa mientras el clima me tenía azorada, el sudor se pegaba en mi piel y me sentía tan fuera de lugar que estaba completamente concentrada en recuperar la respiración, y en ese momento mi hijo salió de la piscina, el agua cayendo por sus pectorales, sus brazos grandes y duros, paso junto a mi y yo me derretí mientras veía ese culo tan perfecto, duro y respingón, muchas chicas le observaban y yo me sentía dichosa mi hijo era un adonis.

Por la noche luego de cenar mi esposo y yo bajamos a bailar, mis hijos ya estaban en la pista de baile, pero esa noche después que se ocultará el sol quería divertirme y olvidar el bochorno del día, la música tropical de la discoteca rápido me prendieron, mi esposo es muy buen bailarín, lo saben, pero mientras me tomaba de la cintura una imagen regresaba y regresaba a mí, la de Carlitos, y ese cuerpo de hombre que se cargaba.

En un punto mi esposo me dijo que iba al baño y llamando a Carlos que estaba en la barra con unas chicas extranjeras, le pidió que bailará conmigo, yo me estremecí pues cuando me acerqué a su cuerpo, pude sentir su olor, la fortaleza de sus músculos.

-          Ay amor ya te quite de esas chicas tan lindas. La rubia tiene un culo que te mueres.

-          Mami, tú también estás linda-. La música lenta y sensual se filtraba en mi cuerpo y mientras bailábamos pude sentir sus manos bajando por mi espalda y deteniéndose un poco más arriba de mis nalgas.

-          Gracias, amor-. Le dije mientras sentía por primera vez su miembro en mi muslo-. ¿No has sentido como me quedaron las nalgas de silicona? -. le pregunté de pronto, mi hijo trago saliva.

-          No mami, nunca se me ha ocurrido-. Yo me sonreí por ver como se sonrojaba.

-          Baja tu mano y compruébalo-. Yo me reí y agregué-. Soy tu madre no hay porque apenarse.

-          No sé mami-. Me dijo y yo pensé que no se animaría hasta que sentí sus manos apretándome las nalgas a lo cual yo simplemente gemí en sus oídos.

-          ¿qué tal amor?

-          Se sienten super naturales-. Yo me reí.

-          Todo por hacer feliz a mis hombres, digo a tu papá-. Los dos nos reímos y sentía que nuestra relación de madre e hijo era la mejor del mundo.

-          Te quiero mami-. Me dijo abrazándome.

-          Oye Carlos, pero ahora me tienes que dejar sentir esas nalgas tuyas-. Mi hijo hizo una cara de burla y luego sin pensárselo mucho me dijo.

-          No sabes la de chicas que me las han agarrado en el transporte-. Yo le di un beso en la mejilla.

-          Hasta tus tías me dicen que se mueren por tocarlas-. Carlos se río y regresándome un beso en la mejilla me susurro.

-          Tu eres la afortunada-. No me lo pensé baje mis manos y se las agarre, me derretí en ese momento al sentir ese culo, era el de un verdadero macho.

-          Amor si que han servido las sentadillas y el peso muerto-. Los dos volvimos a reír y cuando la música terminó ambos nos separamos, él volvió con sus amigas y yo con mi esposo que regresaba.

Luego de esa noche pensé que todo seguiría igual, pero me engañaba, cuando regresamos a la rutina me volvía loca estar tan cerca de él, cuando se levantaba para ir a la escuela y lo veía salir con su uniforme me mordía los labios pensando en arrancárselo y que me tomará sobre la mesa, me imaginaba que me abría de piernas y me la metía sin piedad mientras yo le agarraba el culo y le empujaba más y más dentro de mí. Veía su camisa explotando, sus pectorales grandes y definidos, sus brazos fuertes y esa espalda que se veía marcada, era un machote y no podía dejar de ser una hembra en esos momentos.

Un día en particular caluroso, regresé antes del trabajo, mis ultimas clases en la universidad se habían cancelado, regresé envuelta en sudor, me dirigí a mi estudio en la primera planta de la casa, donde dominaba la puerta de entrada, me puse a teclear en mi computadora y de pronto al puerta se abrió, mi hijo regresaba de sus sesiones de ejercicio y sin percatarse de mi presencia se arrancó la camisa, sus músculos palpitaban el sudor bajaba por su pecho y hasta sus abdominales, secándose el sudor con su camisa de pronto me vio y sonriendo me dijo que se iba a la ducha. Yo no pude contenerme más, me escabullí hasta la ducha del segundo piso y allí en el suelo me masturbé, imaginando el agua recorrer ese cuerpo palpitante, joven y musculoso, estaba loca y lo sabía.

Una mañana mientras salía Carlos, y yo estaba preparándome para salir tomé mi celular y le tomé una foto de espaldas, se le veía unas nalgas y una espalda maravillosa. En el trabajo mientras desayunaba, decidí mandársela.

Mira que bien te ves, de seguro hoy te manosean seguro , le escribí.

Unos minutos después me contestaba con risas y diciéndome que justo en ese momento una de sus amigas le había rozado las nalgas accidentalmente.

De accidental nada, de seguro se moría de ganas de comprobar si están tan duras como se ven.

No tan duras y tan ricas como las tuyas mami.

Esta respuesta me puso en alerta, mi hijo estaba llevando eso a otro tono, ¿seguiría con eso?

Ojala se vieran tan firmes como se sienten cariño

Mami pero cuando te veía con esa tanguita en la playa se veían más firmes que las de mis amigas canadienses y tienen veinte años menos que tú.

Eres un adulador, ricas nalgas tú y esos pectorales ufff

Todo este cuerpo es tuyo mami. Pero déjame verte otra vez en esa tanguita.

Ummm no sé, bueno te paso una foto con ese traje de baño y tu pásame una foto de tu abdomen.

Mami no seas tramposa, tu ya me tomaste esa foto.

Bueno es cierto , y tras decir eso le anexe una foto que mi esposo me había hecho, en el balcón del hotel de espaldas mostrando mi tanguita y mis nalgas operadas.

Ufff me quieres volver loco mami.

Más loca me vuelves tu cuando sales con ese uniforme y ese cuerpo, cabrón.

Fue el ultimo mensaje antes de regresar a clases, pero me sentía húmeda en mi entrepierna, sentía mi respiración agitada y el calor recorriendo mi cuerpo. Regresé a casa a media tarde y comimos juntos, todo estuvo normal, mi marido volvió al trabajo y mi hija mayor a la universidad, mi hijo antes de irse al gym se despidió y me dijo pícaro que revisará mi celular en un rato. Unas horas más tarde cuando ya estábamos de nuevo todos juntos en la mesa y platicábamos de nuestros días recibí un mensaje, era Carlos prácticamente desnudo en nuestro baño, solo cubriéndose la entrepierna con un plato, me quería desmayar por verlo así, me disculpe y me fui al baño, quería ver esa imagen, sus piernas, su vientre, sus pectorales, y ese secreto detrás del plato.

¿te ha gustado la foto mami?

Me ha encantado cabron, estas buenisimo.

Más buenorra estás tú mami, mándame una foto ándale .

No me la pensé me quité mi camisa de pijama quedando desnuda en ese mismo baño y tomando el mismo plato que seguía en el lavabo me cubrí mi vagina, sentir que ese mismo material había tocado la hombría de mi Carlos me produjo escalofríos.

Estas tan buena que me gustaría ir a quitarte las ganas que papá te ha dejado.

Su mensaje llego hasta la mañana, me imaginé que en la noche debió masturbarse conmigo tal como yo cogí con mi marido pensando que su pene era el de mi hijo y que entraba salvajemente en todos mis orificios.

Esa mañana al llegar a la universidad privada donde trabajaba me avisaron que por una posible pandemia se cancelaban las clases, regresé a casa y pensé que en el tiempo que se venía de encierro en casa y estar tan cerca de mi Carlos sería una tortura, llegue y me encontré con la casa vacía, de pronto mi calentura me llevó a idear una locura. Me coloqué una tanguita, sin escote y me metí en la habitación de mi Carlos, lleno de su ropa tirada, posters de bandas de rock, trastes sucios e incluso unas mancuernas que usaba de vez en cuando. Me senté en su cama y poniendo su mancuerna en mi entrepierna me tomé una foto.

¿Qué me harías si me encontrarás así en tu habitación?

Ufff eres una puta mami

No contesto más, pero yo le mande más fotografías, en una abierta de piernas le mostraba mi vagina y en una mi culo, todo sobre su cama que olía a masturbación y deseo juvenil, sudor y hombría.

En un momento cerré los ojos y me comencé a acariciar, me deje llevar por mis fantasias hasta que abriendo los ojos pude ver a mi hijo desnudo en la puerta mirándome como una bestia, eres una verdadera puta me dijo y se abalanzo sobre mi, yo jadeaba, empecé a acariciar su cuerpo, sus musculos de pronto mientras él me comía las tetas enfile su verga a mi vagina.

vamos amor métela demuéstrame que eres un macho y no solamente tienes el cuerpo de uno. Mi hijo no se lo pensó, me la metió de una estocada y me hizo gritar de dolor, me comenzó a embestir mientras yo deslizaba mis manos por su espalda y le metí una nalgada.

Eres un niño malo que se esta cogiendo a la puta de su madre.

Mi hijo me metió la lengua a la garganta y el ruido de nuestra cogida, su cuerpo sobre el mío, mis gemidos, mis nalgadas y sus bufidos invadieron el lugar. El sudor y el clima ya no me importaban, quince minutos después se vino dentro de mi mientras yo gritaba piedad a dios.

Se derrumbo junto a mi. Mami eres impresionante, me dijo mientras cerraba los ojos, pero yo no tenía suficiente de ese macho, comencé a chupar su verga empapada de mis fluidos y su semen, a los pocos minutos volvía a la vida, yo aprovechaba para manosear ese culo y meter incluso un dedo entre esas tersas nalgas.

Me vuelven loca tus nalgas cabrón.

Es que eres una puta pervertida.

Mientras me decía eso, me clavaba su verga y comenzaba una cabalgada épica, donde mis gritos y sus rugidos animales eran la norma.

Te has saltado las clases.

Y perderme de esta cogida, primero repruebo todo el ultimo semestre, ambos nos reíamos, aunque yo sólo sentía su pene entrando en mi vagina y no podía contener las ganas de explotar de nuevo entre las fuertes piernas de ese macho que paradójicamente era mi hijo y que aprovecharía el resto de la cuarentena.