Seduciendo a Bea (parte I)
Un desgraciado cuya única virtud es una enorme polla se las ingenia para seducir a todo una diosa
Me llamo Javier y la historia que voy a contar sucedió cuando tenía 25 años y aún vivía con mis padres. Trabajaba como reponedor a media jornada en el Carrefour de mi ciudad, un pequeño núcleo de 50.000 habitantes del norte de España. Hay personas que nacen con estrella y otros que nacen estrellados y yo soy de los segundos. Desde pequeño me di cuenta de que no había sido agraciado con ningún don, siempre he sido feo, aunque al menos soy un feo simpático, no un feo repulsivo. Mi constitución física es rechoncha, sin ser obeso mi cuerpo es flácido lo cual me incapacita para los deportes o cualquier actividad física exigente y tampoco he tenido nunca el interés necesario para ser un buen estudiante por lo que a pronta edad abandoné la vida académica. Mi vida era un pasar de días, semanas y años sin ninguna meta, las pocas amistades que conservaba de la infancia se fueron oxidando ya que mientras los demás avanzaban yo me quedaba estancado cada vez más perdido en el universo de Internet y cada vez más necesitado de sexo, porque, por triste que parezca, a esos 25 años aún era virgen. Aquella falta de contacto con mujeres me estaba desquiciando, intentaba aliviarme visitando páginas porno y masturbándome pero no era suficiente. Sentía la necesidad de copular, la llamada de la naturaleza, tenía que descargar los años sin sexo acumulados en mi descomunal verga. Porque, no es cierto que no poseyera ningún don, mi polla es enorme, alcanza una longitud por encima de los 20 centímetros y con un grosor terrible pero, irónicamente, no había tenido ocasión de usarla, mi físico lamentable unido a mi timidez y falta de autoconfianza hacían imposible que llegase a seducir a una mujer.
Por lo demás mis padres hacía tiempo que habían perdido la esperanza de verme convertido en un hombre de provecho y se puede decir que me ignoraban de la misma forma que yo a ellos. Por último estaba mi hermana, que a los 30 años había regresado a casa después de divorciarse y que es protagonista indirecta de esta historia.
Después de su divorcio mi hermana Thais había retomado la relación con sus amigas y andaba desfasada como una adolescente, saliendo de fiesta cada fin de semana y con continuas aventuras con todo tipo de hombres, como ella solía decir, recuperando el tiempo perdido. Era precisamente una de las amigas de mi hermana lo que constituía para mi el único rayo de luz en mi triste y anodina vida. Se llamaba Beatriz y era la protagonista de todas mis fantasías sexuales. Bea, como todo el mundo la llamaba, tenía 29 años y era amiga de Thais desde la infancia. Trabajaba de camarera en un bar y era simplemente perfecta. Tenía una preciosa y lisa cabellera rubia siempre brillante que solía adornar con un bonito flequillo sobre su frente, unos increíbles ojos azules enmarcados por una cara de facciones dulces, piel morena y sonrisa blanca y perfecta. Pero si su cara era preciosa su cuerpo era espectacular, con unas piernas largas y tersas, un culo carnoso que se intuía duro y una cintura estrecha en la que no asomaba ni un centímetro de grasa. Todo ello coronado por un par de increíbles pechos de gran tamaño y firmeza que siempre iba mostrando con escotes de vértigo. Los lunes por la noche venía a casa a hablar de sus andanzas del fin de semana con mi hermana y yo siempre hacía lo posible por cruzarme con ella en el pasillo y al menos saludarla y poder oler las deliciosas esencias con las que siempre iba perfumada. Eran mis segundos de gloria, pasaba junto a ella y veía de cerca su escote, su trasero siempre prieto bajo ajustadísimos vestidos, ya que Bea siempre iba vestida como una auténtica puta. Me estaba obsesionando con ella y pronto empecé a frecuentar el bar en el que trabajaba, me cogía de camino a casa cuando salía de trabajar y a veces me armaba de valor y paraba allí a hacer como que leía el periódico mientras lanzaba miradas de reojo. A veces mantenía breves conversaciones con ella sobre trivialidades ya que Bea no destacaba por su inteligencia y era imposible hablar con ella sobre algo que se saliese de lo convencional, pero a mi me daba igual, era capaz de hablar de temas como Gran Hermano o cotilleos de famosos con tal de tenerla cerca y poder observar la perfección de sus formas. Claro que no siempre podía hablar con ella ya que la mayoría de los días tenía uno o varios tipos rondándola, tirándole piropos y muchas veces pude contemplar como descaradamente la hacían proposiciones más que indecentes. Pero lo que me obsesionaba realmente eran las conversaciones que mantenía los lunes con mi hermana encerradas con llave en su cuarto. Yo solo podía oír risitas y cuchicheos pero quería saber más y no tarde en camuflar una pequeña cámara de video entre los peluches de mi hermana para grabar uno de estos encuentros. Durante las más de dos horas que estuvieron encerradas en el cuarto estuve nervioso, impaciente por oír las intimidades de mi musa, y ligeramente preocupado por la posibilidad de que me pillasen, pero finalmente salieron riéndose del cuarto y cuando mi hermana acompañó a Bea a la puerta yo me colé sigilosamente en el cuarto y recuperé la cámara. Después me encerré con llave en mi habitación y me dispuse a ver y oír las dos horas de conversación. Conecté la cámara a mi PC y comencé a visionar con los cinco sentidos puestos y algo más, ya que sin darme cuenta me había empalmado y bajo mis pantalones de pijama de verano se dibujaba un descomunal bulto pugnando por salir. Mi excitación por todo aquello era enorme.
Comenzó el video y tuve que pasar hacia delante las cuatro primeras horas de grabación ya que había dejado preparado el dispositivo con mucha antelación. Pero de repente ahí estaban, mi hermana Thais y Bea entrando a la habitación y sentándose en la cama, como yo había previsto. La cámara enfocaba perfectamente y desde la balda donde estaba colocada se apreciaba de forma nítida y con calidad HD a las dos mujeres. Bea llevaba un ceñido y escotado vestido azul impropio de un lunes pero yo estaba encantado ya que la cámara dejaba una perfecta visión de su prieto canalillo. Comenzó una charla insustancial y de repente pasó algo que me dejó helado. Bea le preguntó a mi hermana si la puerta estaba trancada a lo cual contestó que si y acto seguido se bajó los tirantes del vestido quedando a la vista un sujetador azul que apenas podía contener los enormes pechos de la rubia, el cual comenzó a desabrocharse y se quitó con total naturalidad dejando al aire un par de descomunales senos durante unos segundos antes de volverse a subir el vestido. Yo no podía creer lo que acaba de ver pero la conversación seguía mientras mi polla estaba a punto de estallar.
- Buffff, que alivio, el sujetador me estaba matando – dijo la rubia
- Joder tía, es que te los compras demasiado pequeños
- Ya sabes, es para realzar jajaja – rió Bea.
- Pero si con esos melones que tienes no te hace falta, so guarra.
- Mira quien fue a hablar de guarra, que vaya lote que te estabas dando el sábado con el tío ese cuando me fui.
- Calla, que estaba super borracha y no sabía lo que hacía.
- Cuenta, cuenta – le espetó Bea
A continuación siguió un relato por parte de mi hermana que preferiría no haber oído, en el que describía con todo lujo de detalles sus prácticas sexuales del sábado con un tipo llamado Rudy o algo así en un coche. Describió como le chupó la polla, lo mal que sabía y cuanto le dolió cuando la penetró porque era muy grande. Bea la miraba absorta mientras se mordía su labio inferior con expresión de envidia y cuando terminó el relato de Thais comenzó a preguntarla por el tamaño exacto de su polla.
- Pero ¿cómo era de larga?
- No se, Bea, pues como mis dos manos juntas – decía mientras juntaba sus pequeñas manos poniéndolas en posición de agarrar un falo.
- Y ¿muy gorda?
- Bueno, no tanto, pero ya sabes que yo soy estrecha de abajo.
- Bueno, pues tampoco era para tanto. Peor me fue a mi. El mío la tenía diminuta. Joder, casi me da un ataque de risa cuando se la vi.
- Jajaja, joder tía, como eres, seguro que no era tan pequeña.
- Es que no hay forma, ya no se si es que no hay tíos en esta ciudad con una polla decente o es que tengo mala suerte.
- Creo que pides demasiado, te piensas que vas a encontrar tíos con pollas como esas de los videos que me mandas y la realidad es otra, eso no existe, tía.
- Claro que existe, pero hay que tener suerte. Si yo encontrase un tío con una polla como esas te juro que no le soltaba, le dejo que me haga lo que quiera pero me lo quedo para siempre, le secuestro.
- Jajaja, claro, claro, una polla de esas tiene que doler.
- Bueno, mis agujeritos son muy elásticos – dijo la rubia poniendo cara de vicio
- ¿En plural hablas?, tú estás loca, ¿te meterías todo eso por detrás?
- Mira, por una polla de esas yo hago lo que sea. Para tener contento a un hombre hay que cumplirle sus fantasías y ya sabes como les gusta a los tíos la entrada trasera jajaja.
- Estás loca, Bea.
En esos momentos mi excitación no podía ser mayor. Tuve que pausar el video y masturbarme porque la sangre no me llegaba a la cabeza. Ya más relajado seguí con la grabación pero con una idea clara en mi cabeza, tenía que hacerle saber a Bea que lo que estaba buscando estaba muy cerca.
La conversación siguió con Bea contando su aventura del sábado con un tal Diego que no salió muy bien parado del relato pero a mi ya no me importaba nada de eso, mi cabeza estaba maquinando y las ideas se agolpaban en mi cerebro. La última hora de relato fue muy aburrida con ambas mujeres hablando de ropa, de sus trabajos y de otras cosas insustanciales y solo seguí viéndolo por la certeza de que volvería a ver los pechos de Bea cuando se pusiese de nuevo el sujetador. Por fin llegó el momento.
- Bueno chica, ya me voy que mira que hora es.
- No me dejes aquí el sujetador, que le veo y me acomplejo – dijo mi hermana.
- Es que me da pereza ponérmelo, me aprieta demasiado las lolitas.
En ese momento se bajó las tiras del vestido de nuevo mostrando sus fabulosas tetas y sobándoselas ligeramente con las manos. Yo pude observar ahora con más tiempo las enormes tetas de Bea que a pesar de su tamaño se mantenían erguidas y tersas, coronadas por dos pezones oscuros. Se podía decir que eran perfectas. Mi hermana cogió el sujetador y comenzó a mirarlo con detenimiento.
- Pero ¿Qué talla es?
- Este es una 90
- Si tú usas por lo menos una 95, zorrón.
- La 95 ya me queda justa, la que me va bien es la 100 pero es que mira que bien me queda.
Mientras decía esto se lo colocó con mucho esfuerzo haciendo entrar sus portentosos pechos en las copas y con dificultad consiguió cerrarlo haciendo que sus tetas se apretasen al máximo formando un canalillo espectacular.
- Así se ve perfecto, pero duele que jode – dijo la rubia mientras volvía a quitarse el sujetador
- Es que tienes unas tetas enormes y encima no se te caen, joder, con este tamaño tenías que tenerlas a la altura del ombligo. Parecen operadas, si no te conociese de toda la vida diría que son operadas. Bueno, ya hay muchas zorras por ahí que lo dicen.
- Toca, toca y verás.
Mi hermana acercó sus manos y agarró con cierto reparo los voluminosos pechos de la rubia que la miraba con una sonrisa en la boca. La escena era de lo más morbosa a pesar de ser mi hermana una de las protagonistas. Yo volvía a estar empalmado y excitado.
- Joder que frías tienes las manos, ten cuidado que enseguida me pongo cachonda jajaja.
- Pero que guarra eres, Bea. Si no fuésemos amigas te odiaría por ser tan perfecta – dijo mi hermana mientras retiraba sus manos.
- Si, muy perfecta pero no encuentro lo que quiero.
- Pues cómprate un consolador de esos enormes.
- Ya tengo uno pero no es lo mismo, yo quiero un hombre que me de caña, quiero que me embista por detrás y me de azotes en el culo, que me sude encima y luego se me corra por toda el cuerpo.
- Que cacho cerda estás hecha, Bea.
- Si, vamos a cambiar de tema que entre el manoseo y toda esta charla me estoy mojando.
- A ver si me vas a manchar la cama jajajaja.
- El sujetador guárdamelo que no tengo ganas de ponérmelo otra vez y en el bolso no me entra.
- Ok – dijo mi hermana metiendo el sujetador azul en un cajón de su mesita de noche tras lo cual Bea se subió el vestido y ambas salieron de la habitación.
Yo no podía más, me volví a masturbar y aún lo hice otras tres veces aquella noche soñando con Bea, viendo una y otra vez el video con sus tetas, sus comentarios sobre las pollas, era demasiado.
La mañana siguiente me desperté como después de una borrachera, tardé en ordenar mi cabeza y pasé la mañana en el trabajo sin otra cosa en la cabeza que el video que había visto. Tenía varias ideas en mente pero casi todas descabelladas, mandarle fotos al móvil o a su facebook estaba descartado porque podría generarme hasta una denuncia. Solo tenía una vía para hacerle saber a mi musa que lo que yo tenía lo que ella tanto anhelaba y no era otra que mi hermana. El plan también era descabellado pero al menos, de salir mal solo me haría pasar un mal rato con Thais, lo cual me daba igual.
La idea era provocar una situación en la que accidentalmente mi hermana me viese desnudo. Después de eso había que confiar en que ella le contase a Bea lo que había visto. Era improbable que saliese bien pero tenía que intentarlo. Ya tenía una pequeña idea de cómo iba a ser todo. Yo llegaba de trabajar a las 12:30 de la mañana y mi hermana sobre la 1:15. Mis padres comían en sus trabajos y no regresaban hasta la tarde. Saldría del baño desnudo fingiendo creer que estaba solo en casa justo en el momento en que mi hermana entrase a casa de trabajar. Tenía que ser el lunes para que ella lo tuviese reciente antes de su conversación con Bea. Pasé toda la semana pensando en ello. A veces creía que estaba loco y pensaba en desistir pero luego volvía a ver el video de Bea y todo recobraba sentido de nuevo.
Por fin llegó el ansiado lunes. Regresé corriendo del trabajo, me duché y completamente desnudo comencé a pensar en Bea para que mi enorme polla creciese un poco más pero sin llegar a estar dura. Era la 1:05 y estaba a 180 pulsaciones. Me miré en el espejo y pude comprobar como de entre mi rollizo cuerpo emergía imponente mi descomunal polla más propia de un negro actor porno que de un veinteañero blanco. Los minutos pasaban lentos entre el más absoluto silencio. Por fin oí como se introducía una llave en la puerta y me preparé para la pequeña representación que iba a montar. Cogí una toalla y según oí los pasos de mi hermana acercarse por el pasillo salí del baño secándome el pelo de forma despreocupada. Lo cierto es que la cosa no pudo ir mejor. Me encontré de frente con mi hermana que entraba mirando su teléfono móvil y al encontrarse conmigo alzó la vista. Su cara fue todo un poema al mirar mi entrepierna. Yo me quedé parado con las manos y la toalla en la cabeza y tratando de fingir sorpresa. Apenas fueron un par de segundos hasta que ambos reaccionamos. Yo me tapé con la toalla y mi hermana me gritó nerviosa e impactada aún.
- ¿Pero que coño haces así por casa, Javi?
- Perdón, creía que estaba solo.
- Joder, si sabes que vengo a la misma hora todos los días.
- Pensé que era mas pronto, lo siento.
Thais siguió hacia su cuarto a toda velocidad y yo con una gran sonrisa entré en mi habitación. Había visto la sorpresa, la incredulidad en la cara de mi hermana ante el bestial miembro que poseía su hermano, justo como lo había planeado. La primera parte del plan había salido perfecta. Pero era solo un pequeño paso y aún en el supuesto caso de que mi hermana le contase a la diosa rubia lo que había visto nada me aseguraba que fuese a lanzarse a mis brazos, aún seguía siendo un tipo feo y sin gracia. En realidad justo en ese momento me di cuenta de que mi plan era más una fantasía que otra cosa, pero ya estaba hecho y no había nada que perder.
Por la tarde dejé la cámara preparada en el cuarto de Thais. Comprobé que todo funcionaba hasta 5 veces y me dispuse a esperar paciente pero el tiempo era interminable y mi excitación iba en aumento a pesar de las pocas expectativas de éxito que tenía.
A las 8 llegó mi hermana y poco después fue Bea quien llamó a la puerta. Yo me apresuré a abrirla. Siempre era un placer descubrir a la rubia de mis sueños y nunca defraudaba. Esta vez venía con un conjunto de minifalda vaquera y camisa blanca desabrochada un botón más de lo que debería, mostrando su portentosa delantera en todo su esplendor. Me saludó como siempre, con un tono cariñoso, casi fraternal porque supongo que así es como ella me veía.
- Hola Javi.
- Hola Bea, Thais está en su cuarto.
- Vale, voy para allá – dijo la rubia mientras me metía la mano entre las despeinadas matas de pelo de mi cabeza y me lo revolvía un poco más.
Las siguientes dos horas fueron las más largas de mi vida, no sabía ni que hacer, me subía por las paredes y pensaba que nunca iban a salir de allí pero finalmente salieron, pasadas las 10 de la noche y cuando me crucé con ellas por el camino noté algo extraño. Bea me miró con una cara diferente, me dijo un hasta luego y me guiñó un ojo, que es algo que ella hacía con mucha frecuencia pero me resultó extraño. Tal vez eran imaginaciones mías pero no podía esperar para comprobarlo así que entré a la habitación de mi hermana y me hice con la cámara para luego correr a mi cuarto y cerrarlo con el pestillo. Las manos me temblaban de los nervios y no acertaba a conectar el puerto USB. Por triste que parezca era la vez que mas cerca había estado de tener una relación con una mujer.
Comenzó la grabación y nuevamente pasé la parte en la que no había nada hasta que entraban las chicas en cámara. El plano era perfecto y la definición excelente. Bea se veía espectacular con esa ropa, mostrando carne por todos lados. Empezaron a hablar de banalidades durante varios minutos pero luego la cosa se calentó, mi polla estaba a punto de estallar.
- Y el sábado ¿qué? ¿Pescaste algo? – preguntó mi hermana. Ella no había salido el fin de semana.
- Si, pesqué lo de siempre. Un guapito engominado con todos los músculos muy grandes menos el que a mi me interesa.
- Jajajaja, que forma de decirlo.
- Lo que más me jode de todo esto es que una vez que se la he visto ya no me puedo echar atrás y hay que acabarlo.
- Si, deberías preguntarles antes y al que no de las medidas le mandas a paseo.
- Creo que al final vas a tener razón y esas pollas solo existen en las películas porno.
- No se….. – Thais puso una cara extraña, pensando probablemente en su encuentro conmigo.
- ¿Qué quieres decir con ese no se?
- No se si contártelo, es que es muy fuerte.
- Claro que me lo vas a contar, de aquí no me marcho sin saber que has querido decir. No me digas que has pillado con un superdotado.
- No, no, no es eso, es que antes me ha pasado algo….
- Pero cuéntame, por dios, cuéntame todo.
- Vale, es que antes, cuando he llegado a comer a casa.. – mi hermana dudaba y mi corazón estaba al borde del colapso – pues me he encontrado a…. mi hermano saliendo del baño en pelotas.
- ¿Tú hermano? –Preguntó con cara de extrañeza Bea.
- Si, y joder Bea, lo que tiene ahí abajo no es normal. Menuda polla, solo le he echado un vistazo pero no se cuanto podría medir, una barbaridad y supergorda.
- Pero ¿estaba empalmado? – La rubia no daba crédito a lo que estaba oyendo.
- No, no, que va, si eso es lo más increíble, que era inmenso y estaba blando, no quiero imaginar como será cuando se le ponga dura.
- ¿Pero cuanto medía, como era de gorda? – Bea acosaba a mi hermana con preguntas
- No se, pero inmenso, no había visto nunca nada así, ni en los videos esos que mandas. Estoy conmocionada desde que lo he visto, no puedo quitármelo de la cabeza.
- Joder con tu hermanito, con la pinta de friki que tiene. Si fuese un poco más guapo….
- Bea, por favor, ni lo pienses, que es mi hermano.
- Y que pasa, ¿no le quieres o que?
- Claro que le quiero pero….
- Y que le puede pasar mejor a un hombre que comerse todo esto – dijo la rubia mientras se sobaba sensualmente con sus manos de arriba abajo y se reía.
- Jajajaja, pero si es un niño todavía.
- De niño nada, que bien que me mira las tetas cuando para en el bar.
- Ya pero que no ha tenido novias ni nada, yo creo que todavía debe ser virgen.
- No me lo pongas mejor, que siempre he querido desvirgar a un hombre.
- No, Bea, en serio. Es mi hermano, ya sabes lo rarito que es, seguro que tiene la polla muy grande pero no sabe ni usarla.
- Vale, vale, pero lo hago por ti que yo de ganas me lo cogía con esos mofletes que tiene y esa barriguita y le enseñaba yo todo lo que tenía que saber jajajaja.
- No hablas en serio, solo lo dices por molestar.
- Si, si, hablo muy en serio.
Las chicas siguieron bromeando un rato, yo estaba algo avergonzado pero todo lo que habían dicho era verdad. Claro que en esos momentos odiaba a mi hermana aunque no se si Bea decía las cosas en serio pero sin duda iba a intentar algo.
La noche fue ajetreada, el plan había salido como yo deseaba pero eso no quería decir nada. Lo más difícil era lo que quedaba, tentar a Bea, darle algo de juego y ver si entraba al trapo claro que yo era muy torpe con las mujeres y vergonzoso por lo que no sería fácil.
Al día siguiente me levanté con una firme idea en mi cabeza, después de trabajar pararía en el bar de Bea y tantearía la situación para ver como reaccionaba. La jornada laboral se me hizo eterna deseando salir pero según me iba acercando al Estrella (así se llamaba el bar en el que trabajaba mi diosa) el corazón se me aceleraba. En la puerta me pensé dos veces si entrar, pero al final la vi a través del cristal, vestida con un escotado top rojo y me decidí. El bar estaba vacío y Bea leía una revista cuando entré. Levantó la mirada sorprendida y me saludó con su habitual frescura.
- Hola Javi, ¿qué haces por aquí?
- Nada, salía del trabajo y me ha entrado hambre así que he parado a comer un pincho de tortilla.
- Ya veo ya – contestó la rubia mientras me miraba de arriba abajo. Yo llevaba el horroroso uniforme de Carrefour puesto aún, grave error si quieres gustarle a una mujer.
- Ya sabes, como vivo aquí al lado mejor me cambio en casa.
- Bueno, y cuéntame, ¿ya tienes novia? – me preguntó mientras me servía el pincho de tortilla y una cocacola.
- Eh, no, no, no me van las relaciones.
- Así que eres más de los de una noche y si te he visto no me acuerdo ¿no?
- No, tampoco es eso – me empecé a poner más nervioso de lo que ya estaba – es que no se me dan bien las mujeres. Ya ves que no tengo mucho que ofrecer.
- Bueno, algo tendrás, todo el mundo tiene algo, solo hay que saber potenciar tus virtudes – contestaba la rubia con un doble juego que yo entendía perfectamente.
En esas estábamos cuando entraron un par de viejos al bar y la preciosa rubia tuvo que alejarse momentáneamente lo cual aproveché para comerme el pincho y beber la cocacola. Tras servir un par de vinos y oír las típicas impertinencias de los viejos Bea regresó conmigo.
- Bueno, ¿donde estábamos?
- Hablando de mis virtudes.
- Si, seguro que tienes algo escondido que merece la pena.
- Tal vez – respondí haciéndome el interesante, el jueguito me estaba excitando.
- Pues de eso se trata, de mostrarlo para que las mujeres puedan verlo.
La cosa se quedó un poco estancada, no sabía si debía decirle algo más o sacarme la polla y ponerla encima de la barra. El caso es que ella, viendo mi indecisión, tomó la iniciativa.
- Oye, según me ha dicho tu hermana eres muy bueno con los ordenadores ¿no?
- Si, se me da bastante bien.
- ¿Sería mucho pedir si te llevo mi portátil y le echas un vistazo? Me he debido meter en alguna página rara y no me arranca.
- No hay problema, me lo traes y te lo arreglo.
- Te pagaré por ello, por supuesto
- No, no, ni hablar – aunque yo pensaba cobrármelo en carne.
- Bueno, ya buscaré la forma de compensarte.
- Si, seguro que encontramos una forma.
- ¿Hoy vas a estar en casa?
- Si, estaré allí toda la tarde.
- Pues si puedo paso y te lo llevo
- Ok.
Pagué la cuenta, me despedí y me fui del bar contento y excitado. No me terminaba de creer que todo aquello estuviese sucediendo. Parecía un sueño hecho realidad, todo estaba saliendo según el plan previsto pero faltaba la última parte, la más difícil. En cualquier caso iba a tener a Bea en mi casa, los dos solos, era más de lo que podría haber soñado días atrás.
Una vez en casa me duché, me afeité y me puse mi mejor ropa, esperando que sonase el timbre. Mi hermana andaba por casa pero se iría enseguida a trabajar. Desde el incidente no habíamos vuelto a coincidir, noté que me miraba raro pero me daba exactamente igual. Mi cabeza solo estaba concentrada en follarme a Bea o progresar en el intento al menos.
Tras una larga espera sonó el timbre a las 5 de la tarde, era ella. Mi corazón se puso al máximo y noté que mi entrepierna comenzaba a animarse.
Pocos segundos después la rubia llamaba a la puerta del 5º piso en el que vivíamos. Abrí y para mi sorpresa la rubia me saludó con dos besos. Esto sirvió para que pudiese oler el delicioso perfume que emanaba de ella y para notar contra mi pecho sus dos enormes tetas apretando con fuerza.
- Bueno, aquí te traigo este trasto.
- Pasa, pasa a mi cuarto que allí tengo todos los programas y herramientas.
- Vale.
Seguí a la rubia hasta mi cuarto al compás del meneo de su delicioso trasero que se dibujaba espectacular bajo una falda negra. Una vez dentro ella comenzó a inspeccionar todos los artefactos y objetos de coleccionista que tenía, mis muñecos de Star Wars, mis posters de los Simpson y se detuvo en la catana que colgaba de la pared.
- Menuda espada que tienes – dijo la rubia no se si con doble sentido o por casualidad.
- Es una catana, me costó carísima.
- Me encanta. ¿Puedes sacármela? – yo estaba al borde del colapso ante aquellas insinuaciones.
- Si, pero ten cuidado con ella que pesa bastante y corta mucho.
La rubia cogió la catana de mis manos y me pidió que la tomara varias fotos con ella, algunas de lo más sexys, que me pusieron completamente cachondo, sobre todo la última con su lengua sobre la hoja.
- Bueno, voy a ponerme con el portátil a ver que le pasa – dije mientras Bea seguía curioseando.
Pronto encontré el problema, varios troyanos infectaban su ordenador. Después de una limpieza a fondo por fin pude arrancarlo en modo normal y miré de donde podían haber salido. En la barra de direcciones del navegador encontré multitud de páginas porno, ni yo veía tanto. La situación era excitante aunque un poco embarazosa
- Parece que los virus han salido de ciertas páginas, digamos, poco recomendables – dije con cautela
Bea se giró y miró el navegador.
- Uy, que vergüenza, jejeje – dijo con picardía.
- Veo que te gustan las páginas… eróticas.
- Bueno, de vez en cuando miro alguna.
- Te lo digo porque hay algunas páginas, eh, ya sabes, de este tipo.
- ¿Porno?
- Si, páginas porno, seguras en las que no te entrarán estos virus.
- Ah, no lo sabía, es que de ordenadores no entiendo nada.
- Si quieres te muestro alguna.
- Bueno, mejor saber en donde meterme ¿no?
Yo, que ya estaba perdiendo todas mis inhibiciones, le puse sin dudar la página de xvideos y seleccioné uno de los videos de entrada en el que aparecía Danny Dong, un actor inglés con una polla muy larga, pero no tan gruesa como la mía. Lo moví hacia delante unos minutos donde ya había acción y una rubia le chupaba su enorme polla. Bea se había sentado junto a mi y miraba fijamente la pantalla mientras se mordía sensualmente el labio inferior. Yo la miraba de reojo, estaba allí, en mi cuarto, a mi lado, podía olerla, incluso rozarla, no era un sueño y además estaba tan excitada como yo. La situación era demasiado para mi y no pude evitar que bajo mis pantalones comenzase a crecer un terrible bulto que intentaba tapar con mis manos. Vimos el resto del video completo, 11 minutos sin decir una palabra, disfrutando cada instante, noté como Bea exhalaba un suspiro cuando aquella tremenda estaca comenzó a perforar el ano de su pareja, estaba claro que mi musa estaba tan cachonda como yo. Terminó como casi todos los videos, con una gran corrido sobre la cara de la actriz que quedó bañada en semen. Yo cerré la página y Bea me miró, notando el inmenso bulto que se dibujaba bajo mi pantalón.
- ¿Te has puesto cachondo? – me preguntó cogiéndome por sorpresa totalmente.
- Ehhh, un poco, claro, con esta situación – dije tartamudeando
- ¿Te excita esta situación? - dijo la rubia con sensualidad
- Si, ver un video porno con una mujer como tú para mi es increible.
- ¿Cómo yo? ¿Qué quieres decir? – Bea se hacía la tonta.
- Bueno, que eres una mujer, ya sabes, que estas…. Y yo pues no soy….
- No te entiendo
- Pues que estás buenísima, Bea, y yo pues no soy precisamente guapo.
- Bueno, no todo es ser guapo, por lo que veo tienes otras virtudes ocultas – me dijo con un tono tan sexy que mi polla casi explota mientras miraba mi entrepierna – parece que algo te está apretando ahí abajo.
- No sabes cuanto – contesté con voz temblorosa.
- Ya que tú me has ayudado con mi portátil yo voy a aliviarte un poco la tensión que tienes.
Diciendo esto, Bea comenzó a desabrochar los botones de mis vaqueros despacio para una vez terminado bajármelos lentamente dejando al descubierto mis calzoncillos bajo los que se erigía una inmensa viga de carne que jamás había estado tan dura. Sin pensarlo más la rubia me bajó también los calzoncillos y mi polla se mostró en todo su esplendor apuntando al cielo, con la cabeza emergiendo brillante por el líquido preseminal que ya emanaba fruto de toda la excitación. La cara de Bea fue de incredulidad y balbuceó unas palabras.
- Pero, pero…. esto… no puede ser, ufffff, es, es, enorme.
Yo no sabía que hacer, todo era nuevo para mi así que me quede parado esperando que la rubia tomase la iniciativa y así lo hizo. Lentamente acercó su mano hasta mi falo y comenzó a acariciarlo con suavidad. Lo agarró pero no podía abarcarlo entero ni con mucho y comenzó un sensual movimiento de arriba abajo embadurnándose toda la mano con mis jugos. Yo me sentía en la gloria.
- Tienes la polla más grande que he visto en mi vida, Javi.
- ¿En serio? – dije haciéndome el tonto
- Es enorme, eres un superdotado.
Bea seguía masturbándome lentamente de arriba abajo, una y otra vez y yo quería palpar también pero no me atrevía a pesar de la excitación.
- Bea, puedo tocar…
- ¿Quieres tocarme las tetas?
- Me encantaría.
- Vamos, adelante, son todo tuyas.
Acerqué con miedo una mano a sus portentosos pechos, los toqué por encima del top negro que vestía y me sentí en el paraíso, era una sensación única. No tardé en posar la otra mano sobre su pecho y comenzar a amasar aquellas dos montañas de carne en las que podría pasar el resto de mi vida. Mi excitación crecía y quise ir más allá, le bajé los tirantes del top y desabroché, no sin dificultades, el sujetador para liberar aquellas maravillosas tetas y poder darme aún más placer. El tacto de su piel, de sus pezones negros y duros, era exquisito. Estaba en otro mundo, quería que aquello no terminase nunca pero entonces noté un inmenso calor rodeando mi glande que me hizo subir al cielo. Miré hacia abajo y pude comprobar que Bea se había metido la cabeza de mi polla en la boca y luchaba por introducir aquel terrible monstruo unos centímetros más. Me concentré para no correrme, lo cual no fue fácil y me dejé caer sobre la cama dispuesto a disfrutar de aquello. La mujer más perfecta que había visto en mi vida me estaba chupando la polla en mi cuarto.
Era el éxtasis, el máximo, no podía ser más feliz, miraba como la rubia cabellera de Bea subía y bajaba a buen ritmo aunque con dificultad ya que la polla casi no le entraba en la boca por su grosor. Me estaba proporcionando un placer infinito pero entonces ocurrió algo que me sacó de mi paraíso. Oí como se abría la puerta de mi casa y unos pasos entrando. Bea también lo oyó y de golpe paró en su exquisita labor. A toda velocidad nos recompusimos mientras oíamos pasos sin saber quien había entrado en casa. Afortunadamente a ambos nos dio tiempo a acomodarnos la ropa antes de que mi padre apareciese por mi cuarto.
- Hola, hijo y compañía. Ah, si eres tú, Bea.
- Hola, Jaime, nada, que he venido a ver si Javi me arreglaba el portátil – dijo la nena con naturalidad.
- Pero Bea, si para eso me tienes a mi que soy un profesional de la informática – dijo mi padre que efectivamente trabajaba como técnico informático.
- Si, si, papa, pero ya se lo he arreglado, eran solo unos troyanos no hace falta…..
- Bueno, déjame que le eche un vistazo yo que seguro que algo te has dejado.
- No, si está todo bien….. – dije intentando que se fuese mientras cogía el portátil.
Pero mi padre se unió a nosotros en la cama y me arrebató el portátil de las manos comenzando a descargar programas y pasando múltiples antivirus. He de decir que mi padre tampoco perdía oportunidad de acercarse a Bea siempre que podía y tontear con ella, le tiraba piropos que parecían inocentes pero yo podía ver la lujuria en su cara. Aunque pasaba ya de los 50 años se conservaba bastante bien, no nos parecíamos en nada, el era alto, guapo y vigoroso y por lo que contaba había tenido bastante éxito con las mujeres de joven. Yo estaba deseando que se marchase pero no hubo forma. Bea estaba también incómoda pero durante más de una hora no tuvo más remedio que ver como mi padre enredaba en el portátil hasta que por fin terminó.
- Como ya me imaginaba, Bea, aquí tienes más virus ocultos pero me tendré que llevar el portátil a la oficina porque aquí no tengo las herramientas para limpiarlo del todo.
- Bueno, como tú me digas, que eres el experto.
- Dame tu número de teléfono y te llamo cuando lo tenga.
- Eh, vale, apunta.
Mi padre sacó su móvil y apuntó el teléfono de la rubia. Luego Bea se levantó y se despidió.
- Pues muchas gracias, padre e hijo, por la ayuda.
- No hay de que – me adelanté a mi padre – te acompaño hasta la puerta.
- Bueno, preciosa, te llamo cuando lo tenga y quedamos.
- De acuerdo, Jaime.
Salí de mi cuarto enfurecido siguiendo el delicioso culo de la rubia, que me había quedado sin catar por la intromisión de mi padre, hasta la puerta de la calle y allí me despedí de la rubia.
- Bueno Javi, ya habrá tiempo de terminar lo que hemos empezado – El comentario de la nena me tranquilizó.
- Si, es lo que más deseo en el mundo – dije sin pensar mucho, provocando la carcajada de la nena.
- Jajajaja, que mono.
Bea miró hacia el pasillo de la casa para comprobar que no hubiese nadie y me dio un beso en la mejilla mientras dirigía su mano a mi entrepierna
- Que no me voy a quedar sin montar esto – me susurró al oído mientras agarraba mi falo ya flácido pero no por ello menos imponente.
Se dio media vuelta y caminó hasta el ascensor donde se giró y me dedicó una pícara sonrisa.
Yo regresé al interior de mi casa indignado, quería asesinar a mi padre aunque su interrupción fue involuntaria. Me lo encontré en la cocina y cruzamos un par de palabras.
- Como está la rubia, joder, cada día se pone más buena – me dijo mi padre cogiéndome por sorpresa con ese comentario
- Eh, si, esta bien.
- ¿Está bien? Madre mía, si la cojo yo con tu edad. Si es que estás pasmado, Javi, despierta ya que se te pasa la vida.
- Si, si, lo que tú digas – le dije con desgana y me fui a mi cuarto a asimilar lo sucedido.
Aquella tarde me masturbé incontables veces pensando en todo lo sucedido pero por la noche aún me aguardaba otra sorpresa. No tenía nada claro como debía reaccionar, si lanzarme y pedirle a Bea para quedar o esperar que ella tomase la iniciativa. No quería cagarla y la duda me estaba carcomiendo pero entonces recibí un whatsapp en mi móvil. Era de Bea y comenzamos una conversación vía mensajes de texto de lo más caliente.
- A ver cuando terminamos lo que hemos empezado
- Cuando tú quieras, solo dime día, lugar y hora.
- Tengo doble turno estos días porque son las fiestas del barrio y voy a salir super tarde, hasta el domingo no podría ser.
- Pues esperamos hasta el domingo o lo que haga falta.
- Mándame un adelanto.
- ¿Cómo?
- Una foto de tu polla.
Me quedé perplejo pero no dudé ni un instante en tomarle una foto a mi enorme polla que estaba ya bien dura y se la envíe.
- Uffff, como me pone.
- Mándame tú algo a mi.
A los pocos segundos recibí una foto de sus pechos, no cabía duda que era auténtica por la perfección de aquellas bolas y por un delicioso lunar en el que me había fijado que tenía en la teta izquierda.
La cosa siguió subiendo de tono, yo mandando fotos de mi rabo y ella poco a poco calentándose hasta que se decidió a mandarme una foto de su coñito perfectamente depilado con el texto “te falto esto pero pronto te lo vas a comer”
El día siguiente era miércoles y la cosa continuó en el mismo tono, con continuos mensajes con fotos cada vez más sucias. Yo intenté parar en su bar al salir de trabajar pero estaba hasta arriba por las dichosas fiestas del barrio. Así todo pude contemplar a la musa que me iba a comer el siguiente domingo. El bar estaba lleno de hombres mirándola con descaro y diciéndole todo tipo de cosas.
No le di mayor importancia, seguí con nuestro jueguito de mensajes, mandando fotos y textos calientes. El jueves la cosa siguió igual pero por la noche Bea me dijo que había quedado con mi padre al día siguiente a las 10 de la mañana en mi casa para recoger su portátil. Me extrañó que quedasen a esa hora ya que mi padre debía estar trabajando aunque como llevaba tantos años en la empresa gozaba de cierta autonomía que le permitía tomarse esos recesos si tenía algo entre manos. De cualquier forma la cosa no me gustó. Mi padre no era buena gente, hacia tiempo que su relación con mi madre había llegado al momento en el que solo compartían casa y estaba seguro de que si tenía la mínima oportunidad con Bea no la dejaría escapar pero confiaba en que Bea no se la diese. Así todo decidí camuflar mi cámara en el cuarto que mi padre utilizaba como estudio y donde seguramente llevaría a la rubia. La mañana del viernes se me hizo eterna en el trabajo pensando en que estarían haciendo mi padre y Bea. Acabé y salí corriendo para casa. Pasé por el bar de Bea y ella ya estaba allí, su turno empezaba a las 12, lo cual me tranquilizó un poco pero no podía esperar para ver lo que había sucedido.