Seducido por la Dulce Mar

Como pago por guardar silencio fui seducido por Mar la dulce adolescente que a pesar de su corta edad era una cachonda irresistible.

Seducido por la Dulce Mar

Por Georgina del Carmen

En esos momentos estaba disfrutando el placer sexual más intenso de toda mi vida, como siempre que tenía encuentro eróticos con Mar, esa atrevida jovencita de apenas 18 años de edad, 20 menos que yo y 19 años menor que su madre, no eran tiempos de reflexión sino de goce, practicábamos el sexo oral en un clásico 69, ambos recostados sobre la cama en sentido inverso, mi rostro metido entre sus encantadores muslos chupando a rabiar su delicada hendidura sexual y tragando sus pródigos flujos vaginales, ella succionando mi falo erecto a su máxima expresión y con una de sus manecitas acariciándome los testículos, la audaz adolescente tenia ya suficiente experiencia para poder meter la totalidad de mi miembro viril en su boca haciéndolo llegar a su garganta, en tanto yo producía un continuo vaivén de mi verga en la boca de la joven hembra cual si me la estuviera cogiendo oralmente.

En tanto Mar movía su cadera vertiginosamente llevada por la lujuria que experimentaba con mi lengua dentro de su cavidad vaginal y los chupetes que le prodigaba en su juvenil clítoris, haciéndola derramarse por segunda ocasión en mi boca, era tiempo de "visitar" su estrecha hendidura sexual.

Le pedí que se montara en mí, lo hizo colocando ella misma mi verga entre sus tiernos labios vaginales y sentándose lentamente sobre mi camote que poco a poco iba perdiéndose en las entrañas del encantador cuerpo de la candente pubescente hasta que mi vientre tocó sus ingles, contacto indicativo que todo mi pene estaba dentro del fascinante cuerpecito de la bella damita, quien movía su suculenta cadera en forma circular simultáneamente con desplazamientos de arriba hacia abajo con inusitada destreza para una jovencita de su escasa edad e inclinaba su torso para que pudiera chupar sus pequeños pero firmes senos apenas en desarrollo, mientras yo me asía de sus consistentes nalgas, amplias y redondeadas dignas de una mujer de mayor edad.

Mientras Mar me "cabalgaba" irreprimiblemente mi mano buscaba entre sus deliciosas nalgas su sabroso culito para meter mi dedo medio en el apretado orificio ante el goce de la encendida chiquilla que me permitía cualquier cosa que le produjera placer. Varios minutos después la linda niña se convulsionaba al llegarle el deleitoso orgasmo que exteriorizaba con sonoros jadeos y palabras entrecortadas inaudibles, bañando mi verga con el néctar de su vulva, como siempre le avisé que yo estaba a punto de la eyaculación, la jovencita apenas alcanzó a levantarse de mi cuerpo sacando mi falo de sus entrañas cuando los chorros de semen fueron lanzados por mi verga bañando de leche sus hermosas nalgas.

Nos quedamos inmóviles por unos instantes hasta que Mar se levantó y desnuda, escurriéndole mi semen por sus lindas nalguitas, se fue a su recamara, hacia ya seis meses que estaba disfrutando del juvenil cuerpo de mi pequeña Mar, sí mi propia hija, la única que habíamos concebido y fue el motivo precipitado del matrimonio con su madre cuando apenas teníamos, yo 20 años de edad y ella 19, nadie hubiera siquiera remotamente imaginado que 18 años después me la estaría cogiendo, a espaldas de su madre por supuesto, aunque asumo la responsabilidad que tengo en el hecho, también es conveniente decir que fui seducido por la chiquilla ante sus amenazas de hacer pública la relación sexual que también sostengo con su prima de la misma edad y que es sobrina directa de mi esposa.

Resulta que, desde que era joven, cuando tomo unas cuantas copas de licor se me acrecienta la libido, y en ocasión de una fiesta que ofrecimos en casa, asistió Gisela, la sobrina de mi esposa, en compañía de sus padres, durante la fiesta menudearon los tragos y como siempre me puse cachondo, la chamaca, Gisela, aparenta tener mas edad de la que realmente tiene y vestía diminuta minifalda mostrando generosamente sus encantos, lo que hizo que me fijara en ella antojándoseme su bien dotado cuerpo, la chiquilla se dio cuenta y precia que disfrutaba perturbándome sexualmente mostrándome sus sensuales calzoncitos a cada oportunidad que tenia, lo que me tenia con la verga bien parada.

Ya entrada la noche ella misma me sacó a bailar repegando descaradamente su vientre contra mi endurecido falo y sus desarrollados senos en mi pecho, con el alcohol ingerido no medí las consecuencias y yo también restregaba mi pene en su juvenil y apetitoso cuerpo, ella en el colmo de la provocación se acercaba a mi oído preguntándome que si ella me gustaba, a lo que contestaba afirmativamente, y ella coqueta me decía "Usted también me atrae mucho tío", lo que me ponía mas caliente a cada momento.

Recibí una llamada telefónica y acudí al estudio a contestar, poco antes de colgar entró al estudio Gisela quien sin ningún recato se sentó en mis piernas besándome en los labios, presa de la lujuria le correspondí mientras le acariciaba sus portentosos muslos, llegué a su palpitante vulva y en un arranque de inconsciencia le quité las pantaletitas dedeando su hendidura sexual, la chamaca insistió en que le enseñara mi erguida verga y así lo hice, la caliente damita me la empezó a chupar por largo rato en tanto yo le acariciaba los senos que ya le había sacado de la blusa y el sostén, llegó el momento en que me "vine" insistiendo ella en que lo hiciera en su boca tragando mi esperma.

Satisfecho de mi fechoría volvimos a la fiesta, creí que ahí habría quedado todo, pero no supe que Gisela había pedido a sus padres que la dejaran pasar la noche en mi casa en compañía de mi hija Mar, lo que aceptaron y en mi embriaguez no me enteré.

Al día siguiente amanecí con una resaca o "cruda" de órdago y con las hormonas alborotadas como siempre que me alcoholizo, bajé a la cocina para buscar un trago o una cerveza para contrarrestar los efectos de la resaca, estaba bebiendo la cerveza cuando inesperadamente apareció Gisela enfundada en una bata corta, que le facilitó mi hija, que dejaba al descubierto mas de la mitad de sus preciosos muslos, luego de la agradable sorpresa de encontrarme con ella, instantáneamente la verga se me entiesó como pocas veces, la chiquilla se acercó a mí y sin decir palabra me besaba en la boca y abriéndome la bata que yo llevaba encima y me acariciaba el falo, Gisela se desabrochó su bata estando completamente desnuda.

No reproduzco los detalles por no ser el tema central de este relato, pero ahí mismo en la cocina me la forniqué confiado en que a esa hora mi esposa e hija estarían aun durmiendo, al momento de "venirme" la chamaca pidió que, como el día anterior, lo hiciera en su boca ya que decía le había encantado el sabor de mi esperma y así lo hice, cuando el último chorro de semen cayó en la boca de Gisela volteé a la puerta de entrada y ahí estaba mi hija Mar mirándonos, su rostro no reflejaba demasiada sorpresa y sí una sonrisa un tanto perversa, sin decir palabra dio media vuelta y se retiró.

La resaca se me acrecentó ya que no solo era la física sino ahora también la moral, durante el día traté de evitar la presencia de ambas adolescentes, estaba temeroso de la reacción de Mar y más aun de la de mi esposa si se llegara a enterar, pensé que con alguna cantidad de dinero o quizá un viaje de fin de semana ayudaría a borrar de la mente de mi hija lo que había visto, pero nunca imaginé lo que mi querida hija me pediría por su silencio.

Durante un par de días no paso nada, como si nada hubiera sucedido, pensé que tal vez mi hija habría decidido no recordar el suceso y lo dejaría por la paz, pero notaba que cuando me miraba esbozaba una maliciosa sonrisa, hasta cierto punto acusadora, pero también noté que al caminar delante de mí contoneaba sensualmente su cuerpo de manera poco común, cuando se sentaba frente a mí permitía que la ya de por sí reducida falda se le subiera mas de lo que se puede considerar normal mostrándome premeditadamente sus arrebatadores muslos y al fondo de su entrepierna las pequeñas pantaletas tan de moda ahora en las pubescentes, yo simulaba no darme cuenta de su invitante actitud.

Esa misma noche, estando en el estudio, contra mis ruegos al cielo, Mar hizo acto de presencia enfundada en su bata de noche y directamente tocó el tema diciéndome con tono de mordacidad "¿Te gustó como cópula Gisela?, no supe que decir, las excusas preparadas para tal caso se me agolpaban en la boca sin permitirme verter una explicación medianamente aceptable, mi hija se acercó a mí sentándose en mis piernas, como acostumbraba desde muy chica, pero esta vez se notaba con diferentes intensiones, se hizo a un lado la bata descubriendo sus lindas piernas y sin darme oportunidad de hablar, que ni podía hacerlo, me atacó con otra pregunta y una contundente afirmación, "¿Gisela cóge rico?"..."Yo también sé hacerlo bien", y acomodó sus nalgas en mi vientre procurando posarlas encima de mi miembro que de momento estaba flácido, estaba como yo, asustado de lo sucedido y más aun de lo que estaba sucediendo en esos momentos.

Intenté ponerme enérgico tratando de ponerla de pie y diciéndole que no era correcto lo que intentaba, que recordara que era su padre y que no lo permitiría, pero mi pequeña cachonda con voz amenazante me advirtió, "Seria muy penoso que mi madre se entere de lo que hicieron tu y su sobrina, o que se sepa en tu trabajo o en mi escuela, ¿no crees?", con creciente preocupación le pregunté que entonces que era lo que quería para que las cosas no trascendieran, su respuesta me dejó helado, "Que me hagas lo mismo que a mi prima", y segura de sí misma acomodó nuevamente sus nalgas sobre mi falo restregándolas sobre él para sentir bajo ellas mi órgano viril, acercando peligrosamente sus labios a los míos, retiré mi rostro y contundente dijo, "Bueno entonces iniciaré por decírselo a mi madre" e hizo el amago de ponerse de pie.

Me sentí atrapado y la atraje nuevamente a mí, ella sabia que me tenia en sus manos, descubrió nuevamente sus hermosos muslos y tomando una de mis manos la puso sobre sus piernas diciéndome "Acaríciame", obediente pasaba mi mano sobre la tersa piel de sus muslos, en tanto ella abrió la bata por la parte de arriba dejando al descubierto sus hermosos senos, no llevaba sostén, "¿Te gustan?", me preguntaba con voz sensual, sin esperar respuesta me subió la mano de sus piernas a sus pequeñas pero firmes tetas, las que acariciaba ya con morbo, mi verga empezó a "despertar" endureciéndose bajo las nalgas de mi hija, Mar movía su cadera al sentir el bulto de mi falo y decía "Que rico, siento que se esta parando".

Súbitamente Mar se puso en pie deshaciéndose de la bata para quedar solo en las minúsculas pantaletas tipo tanga que portaba y sobre las sandalias destalonadas que calzaba, se retiró algunos pasos para lucir su cuerpo ante mi mórbida mirada, se puede decir que "modelaba" su rico cuerpecito en todos los ángulos y poses sensuales posibles, me era inevitable la tremenda erección que su juvenil y tentadora figura provocaban en mi falo, su mirada retadora y su lengua que constantemente pasaba por sus sensuales labios me estaban volviendo loco de lujuria haciéndome olvidar que la ardiente adolescente era mi hija, ya deseaba disfrutar de su cuerpo como lo hacía con Gisela.

Nuevamente se acercó a mí inclinándose, atrevidamente me acomodó el pene apuntando hacia mi ombligo y dándome la espalda, metida entre mis piernas, se sentó en mi verga colocándose de tal manera que mi verga quedó justo en la separación de sus adorables nalgas, tomó mis manos y las colocó en sus hermosos senos, sacaba la cadera y se arremolinaba frotando sus nalgas contra mi miembro, en tanto yo acariciaba con desmedida pasión sus juveniles chichitas sintiendo que en cualquier momento podía eyacular, ella solo se concretada a repetir con voz sensual "Acaricia mi cuerpo Papi, disfrútame y hazme gozar", yo obediente, impactado y excitado como nunca, lo hacía.

Luego se levantó y empezó a bajarse las pantaletitas, pero interrumpió el viaje descendente de los diminutos calzoncitos para decirme que fuera yo quien continuara quitándoselos, mientras ella se empinaba tomándose las rodillas con sus manos, entusiasmado le bajé la tanga quitándosela por completo, ella seguía en la misma pose por lo que entendí que deseaba sentir mis labios en sus preciosas nalgas y me lancé a besuqueárselas, llevando mi lengua a la separación de sus inquietantes glúteos, pausadamente se los separé y metí mi boca entre ellos besándole su encantador culito que era un orificio perfectamente circular rodeado de finos vellitos rubios casi imperceptibles.

Mi dulce Mar disfrutaba tanto como yo aquel besuqueo en la parte mas intima de su candente cuerpecito, en tanto, pasé una de mis manos por debajo de sus nalgas y con un dedo le frotaba a lo largo de su vulva entre sus labios vaginales, lo que en poco tiempo le produjo un largo e intenso orgasmo que le hacia mover su cadera con sorprendente habilidad y solo repetía "Rico, que rico siento Papi", y de sus juvenil hendidura sexual brotaba el néctar de su pasión que con mi lengua recogía para tragarlo con extremo deleite.

Pasados los estertores del orgasmo mi pequeña hija estaba dispuesta a todo, se dio media vuelta y poniéndose de rodillas entre mis piernas, sacándome el endurecido falo y sin mayor trámite empezó a besar el glande y poco después a chupetearlo, poco a poco lo fue introduciendo en su boca lo mas que pudo para mamarlo con pericia, se notaba que no era la primera vez que hacia felación, en tanto chupaba mi miembro con una de sus manecitas acariciaba mis güevos acrecentando el placer que me producía la rica chupada que me daba.

Queriendo prolongar mas el deleite que mi hija me producía, separé su sensual boquita de mi verga, hecho que Mar aprovechó para ponerse en pie y montarse en mis piernas de frente a mí, acercando sus chichitas a mi boca para que se las chupase, eso hacía cuando sentí que mi hija tomaba mi endurecida verga y la encaminaba a la entrada de su juvenil vagina sentándose en ella, poco a poco mi falo empezó a entrar en su cavidad intima, ayudado por los movimientos de cadera que mi nena ejecutaba, pronto la totalidad de mi verga estaba en sus entrañas y solo mi güevos quedaban fuera.

Me era imposible evitar lo que estaba sucediendo, la lujuria me impedía dejar de gozar el cuerpo de mi pequeña hija, ella lo disfrutaba al máximo y así me lo hacia saber con frases procaces con las que me alentaba a seguírmela cogiendo, el vaivén de mi miembro en la vagina de Mar era interminable y un nuevo orgasmo hizo gritar de placer a mi niña bañando mi verga con sus deliciosos jugos vaginales que escurrían de sus juvenil vulva mojando sus ingles y mis testículos.

No pude resistir mas y le advertí que estaba por eyacular, Mar se desmontó de mí para hincarse y meter mi verga en sus linda boquita, mamando mi verga con singular destreza para una adolescente de su edad, mi hija no se detuvo y me empecé a "venir" en su boca, tragó las dos primeras emanaciones y a la tercer efusión de esperma sacó mi verga de entre sus labios, dirigiendo los chorros subsecuentes a su rostro y chichitas, cuando mi falo dejó de expeler leche Mar aun se lo metió a la boca mamándomelo por unos momentos mas.

Quedé sentado sin pronunciar palabra y ella se levantó y contoneando procázmente su adorable cuerpecito se retiró sonriendo cínicamente con la carita bañada en esperma y al llegar a la puerta me miró lanzándome un beso y giñandome un ojo como queriendo darme a entender que era solo el principio de esta "inmoral y pecaminosa" relación. Durante la noche me llegaron los remordimientos de conciencia de lo que había hecho, pero me consolaba considerando que tal vez seria peor si mi esposa supiera lo sucedido con su sobrina Gisela.

Efectivamente lo sucedido con mi dulce Mar esa noche era solo el principio, ya que se repetiría constantemente, casi a diario y no solo en casa por las noches sino que en ocasiones acudía a mi oficina y ahí mismo me la cogía o bien acudíamos a algún motel para disfrutar la incestuosa relación, estrené su adorable y apretado culito enseñándole los placeres del sexo anal, que le encantó y pasó a formar parte integral de nuestras pecaminosas sesiones de sexo incestuoso.

Nuestra inmoral relación se extendió al grado de que llegamos a formar trío con su prima Gisela cogiéndomelas a las dos adolescentes conjuntamente, ya fuera en casa, en ausencia de mi esposa, o bien acudíamos a moteles, incluso las llegué a llevar de viaje para gozar de sus juveniles cuerpecitos, nadie sospecharía de lo que éramos capaces llevados por la irresistible lujuria que se había apoderado de nosotros tres.

Ya han pasado tres años y la candente situación prevalece, para nuestro placer y disfrute.

Georgina del Carmen

Nota.- Relato basado en los datos proporcionados por el ciber amigo "papiquerido", quien asegura son verídicos y autoriza su redacción y publicación.