Seducida y atraída por un primito de mi esposo
Algo imprevisto me sucedió en ese viaje familiar
Seducida y atraída por un primito de mi esposo
Me llamo Soledad, casada, recuerdo con mucho cariño algo que me sucedió en cierta oportunidad, cuando contaba con 28 años, fue una experiencia donde descubrí una serie de estímulos y vivencias que al escribirlas es como si las estuviese repitiendo.
En esa época no teníamos chicos y nos estábamos cuidando, hasta tanto nuestro estado económico se afianzase algo más.
Una tarde me dice mi esposo:
“Que opinas ir a visitar a mi prima María y a su hijo Quique, a su casa en el campo, le encantará vernos, hace bastante años que no los vemos”
Sin llegar a aceptarlo inmediatamente, dudé en afirmar mi aprobación, no me encantaba demasiado su prima, una buena mujer, pero no coincidíamos en algunas cosas. Si bien no le contesté inmediatamente, días después me lo volvió a reiterar, terminando aceptando su propuesta.
Días después estábamos viajando hacia su casa, al vernos su alegría fue más que evidente, su hijo Quique era un chico muy avispado, era muy locuaz, agradable, y con una atracción muy especial, algo que me fue cautivando, rápidamente.
Al segundo día de estar, mi esposo tuvo que regresar por motivos laborales, prometiendo volver lo antes posible, traté de acompañarlo, pera se negó a hacerlo al igual que su prima y su hijo. Acepté a medias quedarme, no tenía demasiadas cosas para hacer, ni lugares cercanos para conocer.
Algo le sucedía a Quique a partir de ese momento, me abrazaba, me besaba, cuando su madre se iba a trabajar hablábamos de todo, hasta de sexo, tema algo tabú en ese momento y menos con un chico.
Admito que inconscientemente lo provocaba, con chistes subidos de tono, o levantarme con un camisón algo transparente, que lo incitaba a que me tocase.
Una tarde estaba subida en una escalera acomodando unas cajas, como para pasar el día, mi pollera corta y algo amplia, lo llevó a Quique a acercarse, preguntando mientras tomaba mi pierna:
“Necesitas ayuda Soledad?”
“No gracias querido, ya termino” Le contesté, sabiendo que me había mirado todo. Pensé que habría sucedido de estar sin bragas, pero me pareció algo fuera de lugar.
Sus leves roces, colocar su mano en mi rodilla o muslo, terminando produciendo una especie de exaltación, a pesar de no percibirlo en un principio.
Esa noche su madre, me dice:
“Si se levantan temprano me llevan al trabajo y se quedan con el auto, para conocer algunos lugares y me pasan a buscar cuando termino”
“Me parece bárbaro, si no te ocasionamos ningún inconveniente”
“Para nada, eso sí, tienes que manejar tu, porque Quique carece de licencia”
A la mañana siguiente Quique me propuso ir hasta la costa que eran unos 30 km, de donde estábamos, le propuse ir a comprar algo para aprovechar mejor ese paseo.
Así que enfilamos a ese lugar, realmente era un paraíso, un mar azul y transparente gran vegetación y una amplia playa, totalmente carente de gente a pesar de ser un día muy caluroso. Nos instalamos, bajo unos tamariscos, un árbol bajo que nos cobijaba del sol, muy cercano al mar.
Lamenté no haber llevado la malla, y no se justificaba, regresar para ir a buscarla, aunque para Quique no fue problema, pues se quedó en calzoncillos y se metió en el agua, invitándome a que lo imitase, pero me resistí a quedarme en ropa interior, así que me introduje, para mojar mis piernas.
Al salir la transparencia de su bóxer dejaba relucir su opulento miembro, que por supuesto no pude evitar un estremecimiento incontenible, creo qué percibió mi alteración, a pesar de tratar, de haberla evitado.
Al rato volvió a meterse en el agua, dado el calor reinante, aunque esta vez al salir me pregunta:
“Te molesta si me saco el bóxer, así lo trato de secar mejor?”
Algo impactado por su pregunta, asiento con la cabeza, que apenas lo hice no tardó en quitárselo, apareciendo desnudo, viendo su miembro pendular de una manera atrevida y sensual, donde de manera lasciva, no dejaba de observarlo.
Al rato se durmió, como consecuencia de la levantada temprano, descansando su verga, sobre su pierna de una manera muy sensual y incitadora, algo que pude observar, con deseos de lamerla y mamarla, a este jovenzuelo.
Por supuesto que no pasó más nada, se vistió y regresamos recorriendo otros lugares, y pasar a buscar a su madre, aunque ese espectáculo no dejó de afectar mi adrenalina.
Esa noche antes de mirar televisión, me puse el camisón algo transparente, dispuesta a ver que sucedería con este chico. Lamentablemente su madre se quedó y mi levantada temprano sumada a ese viaje hizo que me fuese a acostar antes de lo previsto.
Al día siguiente, nos preparamos para reiterar el paseo, llevando mi bikini, y lo necesario para disfrutar otro día de playa. El sol estaba bastante fuerte, cuando me quité la ropa para quedar en malla, los ojos de mi amiguito parecían salirse de su órbita. Pero haciendo caso omiso nos fuimos directamente al mar, disfrutando de esas cálidas aguas.
Quique, después de un rato se quitó la malla, invitándome a hacer lo mismo, por supuesto me negué. En un momento que estaba bajo los tamariscos, me dice:
“Quítate el sostén”
*“No, no es mi intención”*
“Pero no hay nadie, hazlo”
“Estas vos”
“Son feas que no me las quieres mostrar”
“No es eso, realmente” Le contesté con algo de rabia, por esa manera de decirlo.
“Yo estoy desnudo, y he notado que has disfrutado de verme así”
Realmente me sonrojé, sin saber bien que contestarle, solo me recosté sin decir más nada, cuando al rato se acerca, poniéndose a la par, me susurra, mientras acaricia mi pelo
“Por favor déjame ver tus deliciosas tetas”
Me hizo gracia esta vez su pedido, pero más que nada su insistencia, con una sonrisa, terminé accediendo a su requerimiento.
“Estas contento ahora” mientras se las muestro
“Son una belleza, y esos largos y deliciosos pezones para lamerlos ” me contesta
“Solo se miran y nada más” aunque estaba tentada de ofrecerlas
El calor hizo que volviésemos a ir al agua, por supuesto me impidió ponerme el sostén, aunque me sentía bastante liberada, jugamos en el agua, tocándome y hasta sentir sus manos en mis tetas, que lo dejé sin decirle nada. Salimos del agua, tomados de las manos, notando una cierta erección por su lado, lo que me estimuló bastante.
Nos tiramos sobre la lona muy pegados, cuando me dice:
“Quítate la malla”
“Estas loco, ni lo pienses”
En el momento que mano acaricio mi abdomen, hasta que se acercó a mis pechos, la quité, giré mi cuerpo muy cerca de él, cuando estaba por decirle que no siguiese, su boca se apodero de mi pezón, succionándolo con voracidad, mientras oprimía con sus dedos el otro, erecto y rígido, que no pude contener.
Mis intenciones de detenerlo se anularon, comenzando a alterarme cada vez más, ante ese ímpetu no previsto, pasaba de una a otra, gimiendo ante ese acosamiento, hasta que metió su mano bajo mi tanga, a la vez que manoteó su verga más que erecta.
Oprimiéndola y agitándola, mientras recibía un tratamiento similar, comenzado a venirme al sentir sus largos dedos penetrar mi vagina, acelerando mis movimientos hasta hacerlo eyacular humedeciendo nuestros abdomen y mi mano.
“Mi Dios, qué locura ” Exclamé, algo abrumado por lo sucedido.
Mientras Quique trataba de besarme en la boca, aun bastante caliente, que frené mientras le decía:
“Suficiente, por favor no sigas” Dándole un leve beso en los labios.
Regresamos a buscar a su madre, sin hacer comentarios de lo sucedido, al día siguiente, opté por no ir a la playa, así que me levanté tarde, mientras me estaba duchando, con parte de mis pensamientos en lo sucedido el día anterior, se abre la puerta y aparece Quique desnudo con una evidente erección. Que a pesar de gritarle que se fuese, terminé arrodillada para mamar su verga, de una manera efusiva y desesperada.
Pasando mi lengua alrededor de su glande, introduciéndola totalmente, succionándola, de una manera esquizofrénica, sintiéndole poseída por ese instrumento reproductor, hasta que en esos breves y apasionados minutos eyaculó en mi cavidad bucal, gozando mientras trataba de masturbarme disimuladamente, de ese cuantioso y cálido flujo.
Si bien no haber ido a la playa, para evitar algo así, volví a reiterar algo similar al quedarnos, pero me costó contenerlo, por que pretendía repetirlo, y aunque lo deseaba, no quería tener problemas, ya que estaba en mis días más fértiles.
Al día siguiente regresamos a esa playa, no había demasiadas opciones sabiendo que Quique volvería a intentar algo más, me mantuve en topless, me agradaba estar así, sintiendo el sol en mis pechos, y la lengua de Quique que friccionaba mis erectos y sensibles pezones a cada momento.
Hasta que permití que me besase, introduciendo una y otra vez nuestras inquisidoras lenguas en nuestra respectivas cavidades. La gran calentura de Quique la fui aplacando mamándosela o masturbándolo, aunque su objetivo era otro, de cualquier manera disfrutaba de ese contacto.
Cerca de las 15 hs, mis pechos ardían, me había excedido en tomar sol, dejé a Quique que me pasase bronceador, a la media hora nos metimos en el agua que parecía aplacar el ardor.
Nos volcamos bajo la sombra de los tamariscos, Quique comenzó a lamerme los dedos del pie, metiéndola entre intersticios metiendo el gordo en su boca, era algo que nunca había experimentado, que rápidamente comenzó a alterarme, gimiendo y entregándome sin importarme las consecuencias.
Hábilmente, me fue incitando, subiendo lentamente hasta llegar a mi entrepierna, abriéndome de piernas a la espera de mas, al llegar a la ingle, el arrebato era incontenible, comenzando a gemir y arquearme con total impunidad, cuando desato el nudo de mi tanga, dejando al descubierto mi alterado sexo
La quitó quedando mi desnudo cuerpo a su merced, al querer introducir mi vagina, me giré, comenzando a acariciar mis glúteos, que después de recorrerlos, separándolos observando posiblemente con detenimiento mi ano, hasta sentir su dedo introducirse, haciéndome gemir por deleite y dolencia.
Su juventud me avasallaba, ese ímpetu, su inquietante deseo de poseerme hacia sentirme su esclava dispuesta a entregarme, a pesar de saber que estaba actuando de una manera prohibida, pero no podía contenerme a sus locas pretensiones.
Sutilmente fue abriendo mis piernas, mientras sus dedos se iban incrustando en mi recto, esperaba cualquier cosa, mientras el índice y el del medio, entraban y salían de mi cauce, mis quejidos se hacían evidentes ante ese movimiento patético.
Hasta sentirme aliviada al ser retirarlos del conducto, para recorrer con su verga la raya que coforman mis glúteos, como demostrando su atribución, hasta que después de varios movimientos se detuvo, para tantear alrededor de mi ano, me relaje dispuesta a satisfacer su intención. Su glande comenzó a introducirse unos centímetros, invadiéndome un fuerte dolor, pero a pesar de ese malestar permanecí inmutable a la espera de su penetración, a pesar de conocer el tamaño de su aparato, y habiéndolo practicado en escasas oportunidades, pero con un menor calibre, preparándome para esa intromisión..
Su glande se oprimía contra mi orificio con la finalidad de enterrarlo, mi esfínter parecía dilatarse, ante esa propuesta, exhale un grito de dolencia, se detuvo, para continuar después de un rato. Inmediatamente percibí su punta enterrarse algo más rápido, tomándome de la cintura, empujó, sintiendo un fuerte malestar nuevamente, al que trate de no anunciarlo.
Lo sentí entrar dolorosamente tramo a tramo, usurpando poco a poco la intimidad de mi recto. Supongo que cada vez más irritado por ese aparato penetrador, hasta que el orificio parecía latir, tolerando mejor la incursión. Sentía las pulsaciones de su miembro a través de la membrana de mi recto, sus manos apretaban mis senos, hasta que después de un fuerte empellón su pelvis se pego a mis glúteos, quedándose estático, como demostrando su predominio sobre mi cuerpo.
Al fin terminó de entrar y la cabeza se alojó profundamente, dejando sus genitales pegados a mi ano, anunciando que la totalidad se cobijaban en mi recto. Mis gritos y gemidos parecía que lo provocaba, porque sus empellones comenzaron a acentuarse, para detenerse y disfrutar al verme ensartada, mientras mi agitación se pronunciaba, disfrutando a su falo en mí recto, metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme.
Mi conducto parecía haberse dilatado bastante, al punto que lo sacaba íntegramente para introducirlo en toda su dimensión, en ese ínterin vi una pareja algo alejada de nosotros, lo que me produjo una cierta morbosidad, saber que nos estaban observando. Llegue a la conclusión que ser observada en esos momentos, me excitaban, era extraño, pero esa morbosidad me alteraba muchísimo..
Dejé que Quique me siguiese fornicando analmente, estrechando mi ano, para aprisionar su verga, hasta que súbitamente empezaba nuevamente su impetuoso bombeo, fue fabuloso, lo hacía de una manera algo feroz, al punto de hacerme sentir una prostituta. No era como otra veces, era algo irracional, como si en ese contacto anal estuviese descargando su voracidad, en parte me asusto pero a su vez me activaba esa comunión anti natura, donde cada intromisión me hacia elevar mi cabeza.
El dolor y el goce se mezclaban, haciendo ese contacto en algo impresionante, era todo tan voluptuoso, que si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el ímpetu de su dinamismo, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo. Duró bastante disfrutando de mi conducto, hasta que sentí como su esperma evacuaba en mi maltratado recto.
Sin quitar su verga de mi culo, mordisquea mi cuello, oprimiendo intensamente mis tetas hasta quitarme un gemido de dolor.
“Eres divina, nunca había copulado analmente, sentirte como oprimías mi aparato, me encantó ”
A pesar de estar algo extenuado, no se movía disfrutando de ese contacto anal, besando mi espalda, asiduamente.
Después de esa amena copulación, me dieron ganas de orinar, le comenté que me pasaba, que buscaría un lugar más privado.
“Hazlo acá, quiero verte como lo haces
“Pero, nunca lo he hecho delante de nadie, me da cosa”
“Vamos, muéstrame”
No sé porque, pero me coloque en cuclillas, frente a él, como desafiando su proposición, dejando ver como evacuaba libremente mis aguas, a lo que Quique no perdió detalle de lo que estaba haciendo, que si bien me sentí algo abrumada, algo que nunca había practicado frente a alguien, solo cuando chica ante mi madre, me producía una sensación de exaltación, un morboso placer, al sentirme observada, mientras mis líquidos producían algo espumoso humedecían la arena.
Esta vez regresé al mar desnuda, me encantaba ese desafío, al salir Quique mantenía una nueva erección, apenas llegamos al lugar me hizo colocar en cuatro, mientras volvía a introducir su pene, que a pesar del ardor de esa parte más mis tetas inflamadas, me entregué a ese nuevo acople, donde sus vehementes bombeo me llevaban a un estado de total éxtasis, sintiendo mis tetas sacudirse al unísono de eso embates enardecidos.
Era algo incontenible, gemía y a pesar de la molestia me encantaba ser tratada con esa energía, apenas acabo y la quitó de mi conducto, se la mamé saboreando esa mezcla de gustos entre su esperma y el interior de mi canal.
No había podido venirme aunque mi estado era más que excitado, cuando me pregunta:
“ No te has venido?”
“No “ Contesté algo consternada,
“Hazlo quiero verte”
A pesar de nunca haberlo hecho frente a alguien, me acosté sobre la arena abriendo mis piernas dejando bien al descubierto mi sexo, tocándome mi clítoris, metiendo mis dedos hasta que después de varios minutos comencé a gemir arqueándome mientras un fuerte orgasmo agitó mi cuerpo.
Realmente estaba exhausta, pero era hora de irnos, teníamos que pasar a buscar a su madre, comencé a vestirme, pero me pidió que solo me pusiese la remera, a lo que acaté, guardamos todo en el auto. Y partimos. Mientras manejaba Quique no paraba de tocarme, aminorando la marcha para evitar tener un accidente, su mano recorría mi cuerpo apretando mis pezones, alterándome cada vez más.
Sin poder contenerme terminé parando, quitándome la remera, yendo al asiento trasero, volcándome sobre él, quedando el resto de mi cuerpo fuera del vehículo, mientras Quique volvía a penetrarme por el culo, pero tardando bastante más que las veces anteriores, llegando a producirme u intenso orgasmo, mientras un auto con sus luces alta debía de apreciar parte del espectáculo..
Esta vez me vestí, mientras mi amante inesperado, se durmió el resto del viaje, llegamos algo tarde a buscar a su madre, excusando que nos habíamos perdido.
Al llegar a la casa estaba el auto de mi esposo, sintiendo por vez primera no alegrarme por su inesperada presencia.