Seducida por una nueva sexualidad (Buffy&Willow) 3
La cazavampiros ya no duda. Willow la pone caliente y ahora sera ella quien la busque. Sea donde sea.
Era noche cerrada en Sunnydale. Pocos transitaban ya por sus calles.
Entre ellos, monstruos que cazaban gente y aquellos que los destruían.
Dos figuras femeninas caminaban a la luz de las farolas tras saberse de un ataque de vampiros en la zona.
Willow estaba atenta a las sombras. Alerta a todos los ruidos.
Su compañera solo prestaba atención a una cosa. La pelirroja que caminaba delante de ella.
Tras lo sucedido en la cocina de su casa apenas una semana antes, había visto trastocado su sentido del yo. Nuevos sentimientos y deseos crecían dentro de su ser.
Buffy estaba excitada. Tenía ganas de hacerlos con su amiga.
Y estaba lo suficientemente caliente como para tomar la iniciativa.
Sujetó a Willow por un hombro, la volvió y le estampó un beso en los labios.
Al separarse, ambas sonreían.
Uuauhh- pronunció la más baja sin apartar sus ojos de los de su compañera. Buffy la tomó de las manos.
Hagámoslo ahora- dijo.
Mi casa está a seis manzanas de aquí- expuso Willow- Y la tuya a tres en la otra dirección. Y tu madre dentro.
La rubia miró a su alrededor y señaló con la cabeza.
¿El parque? Pero... pero... estaríamos un poco expuestas. Podría vernos alguien- farfulló la otra asombrada por su iniciativa.
Quizás- respondió, arrastrándola hacía allí.
La vieja estructura de madera cubierta era utilizada por los grupos de jazz y bandas de música durante el verano. Ninguna luz ilumina el lugar debido a las obras de rehabilitación. Madera, cemento, botes de pintura y otras cosas estaban a su alrededor.
Subieron la escalinata hasta el centro de la plataforma.
Esto es una locura- murmuró la pelirroja.
Sssss...
Se besaron, acariciándose los pechos. La pasión aumentó y la caza vampiros comenzó a desabrochar la blusa de su amiga. El aire fresco de la noche barrió el cuerpo de Willow y su piel vibró ante el tacto de la otra.
En un ataque de desenfreno, se desnudaron la una a la otra rápidamente entre risitas, formando una pila desordenada de zapatos, vaqueros, sujetadores, bragas...
Yemas de dedos acariciaron pezones, endureciéndolos mientras que Buffy besaba la garganta de su amiga.
Willow, vencido ya su temor a ser descubiertas, se sintió eufórica al ver que, finalmente, la cazadora rubia se desinhibía. Se colocó a su espalda y acarició el vientre liso.
- Oh, oh. ¿Se puede saber donde vas con esa mano?- bromeó Buffy cuando avanzó bajo la cintura.
La pelirroja rió al tiempo que alcanzaba el dorado vello húmedo. Sus dedos rozaron los labios mayores y fue a por más. Su amiga se entregó a sus favores y se dejó guiar hasta quedar ambas sentadas en el suelo, abiertas de piernas, una detrás de la otra.
El sexo de Buffy se lubrificó más y un dedo se escurrió en su vagina. Dejó escapar un gemido. Empezó a moverse al compás del invasor bienvenido. Algo después el diestro dedo vino acompañado de otro. Se echó hacía atrás, recostándose en el pecho de su amante que ahora la sujetaba con su otro brazo contra sí y le besaba el cuello.
Como el mar embravecido durante una tormenta, su cuerpo empezó a moverse con violencia, sus manos se unieron a la que la poseía. El fruto del placer crecía y crecía dentro de ella. Luchó por reprimir sus gemidos hasta que ya no pudo más.
Se echó a temblar violentamente, echando la cabeza atrás. Sus manos se clavaron en el suelo de madera.
Y se corrió.
- Aaaahh... Aaaahh... Aaaahh...
Willow no dejó sus maniobras y siguió penetrándola, provocándole otro orgasmo.
La velocidad de los dedos disminuyó hasta detenerse y ser extraídos; momento que Buffy aprovechó para volverse y besarla con furiosa pasión.
- Willow... quiero intentar algo- le susurró al oído.
La cazadora la hizo acostarse en el suelo de modo que su pierna izquierda estaba sobre su derecha, y su derecha está sobre la izquierda de la otra.
Ingle contra ingle. Sexo contra sexo.
Repentinamente tuvo sentido para la pelirroja. Aunque la elección de aquella posición de tijeras por parte de Buffy la sorprendió un segundo. Luego comprendió que Buffy realmente ya no tenía dudas en cuanto a estar con otra mujer.
Sintió la humedad caliente de la cazadora traspasar su vello y como empezaba a frotarse contra ella. De inmediato la imitó y marcaron un ritmo. Y ya no volvieron a desviar la mirada la una de la otra.
Cada centímetro de su piel ardía. Una fina película de sudor cubrió sus cuerpos. El olor a sexo las embriagó. Aceleraron sus movimientos. Sus corazones martilleaban. Sus respiraciones se volvían desiguales. Se oyeron quejidos de ambas y gritos de asombro ante la fuerza sexual de aquel encuentro. Su vista se nubló. Aceleraron su ritmo con desesperación. Sus cuerpos se arquearon al unísono.
Se movieron como una.
Se mojaron como una.
Se corrieron como una.
Y como una se derrumbaron.
Quedaron tendidas como dos títeres enredados, relajándose ya calmada su pasión.
El ruido puso en alerta a Buffy, que se incorporó y saltó hacía las sombras.
Asustado, el vampiro varón que las había estado observando y masturbándose con su visión, retrocedió con los pantalones en los tobillos, tropezó violentamente con las maderas que estaban en el suelo y; al girar para huir; cayó hacía adelante clavándose un trozo mal cortado en el pecho.
La cazavampiros vio el cuerpo desvanecerse y, durante unos segundos, siguió mirando el lugar que antes ocupaba. Luego miró atrás.
Willow estaba de pie, tapándose con una camisa torpemente. Se la veía verdaderamente angustiada y Buffy pensó que era debido al terror de estar tan cerca y tan desprotegidas ante un no muerto.
Se equivocaba.
Sunnydale seguía siendo un lugar apartado de los Estados Unidos. Tradicional y protestante.
Cosas como la homosexualidad todavía eran algo tabú.
Ella lo sabía muy bien y por eso lo había ocultado.
Si aquel vampiro hubiera escapado y contado lo que había visto... No quería ni pensarlo. Ni pensar en lo que pensaría Buffy cuando se diera cuenta de que podían haberlas descubierto.
Se abrazaron y consolaron. Sus labios calientes e insistentes se encontraron de nuevo.
Será mejor que nos vistamos pronto- dijo la rubia.
si- respondió la otra más aliviada.