Seducida por su cuñada

Una joven que se va a casar en breve duerme una noche con su cuñada.

Matilde tenía diecisiete años, era delgada, morena, baja de estatura, tenía el cabello marrón y largo, los ojos negros, las tetas medianas tirando a grandes, el culo redondito y prieto, tenía carita de ángel y se iba a casar con uno de los hijos del tendero de la aldea.

Rosa tenía veintisiete años y había venido a la aldea a la boda de Matilda, que era su cuñada. Rosa era morena, su cabello era largo y negro, sus ojos eran azules y rasgados, estaba rellena, tenía las tetas y el culo gordo y cara de diablesa.

A una semana de la boda los padres de Rosa y su marido fueran a la marea una noche de luna llena y dejaran a Matilda y a Rosa solas en casa. Las cuñadas estaban boca arriba en la cama de Matilda con la luz encendida. Las cubría una sábana blanca. Le preguntó Matilde a Rosa:

-¿Cómo es la primera vez? ¿Duele mucho?

-A mí no me dolió, pero lo que me metieron no fue una polla.

Matilde se giró hacia su cuñada y le preguntó:

-¿No te estrenaste con mi hermano?

-No, me estrenó una amiga, ella fue la primera en meter algo en mi coño.

-¿Qué te metió?

-La lengua.

Matilde se escandalizó.

-¡Qué guarra!

-A mí me encantó.

-¿Por qué?

-Cuando te coman el coño lo sabrás.

-Entonces nunca lo sabré.

-Me ha entrado la glotonería.

Debido a lo que estaban hablando Matilde pensó en lo peor y le dijo:

-No me digas qué te apetece.

Rosa la pilló al vuelo.

-No es de lo que piensas, de eso tengo ganas, tengo glotonería de otra cosa.

Rosa cogió un paraguas de chocolate en el cajón de la mesita de noche, le quitó el papel, la chupó, lo pasó por los labios y se lo ofreció a su cuñada.

-¿Quieres?

Matilde le dio la espalda y le dijo:

-¡Quita! Está de tu boca.

Rosa le levantó el camisón, le apartó las bragas y le pasó el paraguas por el coño. Matilde se puso boca arriba.

-¿Por qué has hecho eso?

Rosa lamió y chupó el paraguas y después le respondió:

-Estoy intentando seducirte.

-Eres la esposa de mi hermano.

-¿Y qué?

-Y una mujer.

-¿Y?

-Y no soy tortillera.

Le giró la cara con una mano, le pasó el paraguas por los labios y le preguntó:

-¿No tienes curiosidad por saber cómo son mis besos?

-No, y déjame en paz, cochina.

-Te dejo en paz si comemos el paraguas juntas. Tú lames por un lado y yo lamo por el otro.

-Eso sería poner mis labios cerca de los tuyos.

Matilde mirando cómo Rosa lamía y chupaba el paraguas se acordó de donde venía, imaginó la lengua dentro de su su coño y se empezó a mojar. Rosa haciéndose la interesante le dijo:

-¿Tienes miedo de que te gusten mis besos?

Matilde empezó a entrar al trapo.

-¡Ninguno!

-Si no tienes miedo a que te gusten, lame.

Matilde se puso cara a cara con su cuñada y lamió el paraguas, después la lamió Rosa, luego lamieron una por cada lado, las lenguas se rozaron y Rosa le chupó la punta. Matilde echó la cabeza hacia atrás y le dijo:

-Si eres más falsa no naces. Mi hermano se casó con una buena pieza.

-Sabía de sobras que te iba a chupar la lengua,

Matilde se hizo la inocente.

-No, no lo sabía.

Rosa puso el paraguas de chocolate encima de la mesita de noche y le preguntó:

-¿Te gustó el contacto de tu lengua con mis labios?

-No, me dio grima.

La besó en los labios y quiso meterle la lengua dentro de la boca. Matilde giró la cabeza, puso cara de asco y le dijo:

-Es repugnante.

-Mientes más que hablas.

-De eso nada, cabeza loca. Conmigo no vas a conseguir nada.

-¿Ni me vas a dar un besito sin lengua?

-Ni un beso ni nada de nada.

Rosa sabía que la tenía cachonda así que cambió de estrategia. Le dio la espalda y le dijo:

-Vale, no te molesto más, vamos a dormir.

Matilde no tenía gana de dormir.

-¡¿Quién te pensabas que era?!

-Una mujer, pero veo que no eres más que una niña. Apaga la luz.

Se hizo la enfadada.

-¡¿Una niña yo?! Más quisieras.

Matilde apagó la luz. Se quedaron en silencio y al estar en silencio y ser de noche se oye cualquier ruido. Rosa para calentar a su cuñada no trató de evitar el ruido del roce de sus dedos al entrar y salir del coño... Matilde sabía lo que estaba haciendo y le costaba Dios y ayuda no caer en el juego de su cuñada. Pasado un tiempo los ruidos le llegaban acompañados por gemidos y viendo que se le podía escapar una mano hacia su coño le preguntó:

-¿Qué haces?

-Una paja.

-No tienes vergüenza.

-¿Es que tú no haces pajas?

-Sí, pero cuando estoy sola.

Rosa encendió la luz, se sentó en la cama, quitó el camisón y las bragas y se volvió a echar. Acariciando las tetas con una mano metió dos dedos dentro del coño, cerró los ojos. Comenzó a masturbarse de nuevo y le dijo a su cuñada:

-Voy a pensar en ti.

-¡¿Qué vas a hacer qué?!

-Que te lo voy a comer todo, boca, tetas, coño, culo....

-¡Cochina!

-Si, pero la cochina se lo va a pasar bien.

Matilde miró para las gordas tetas de su cuñada y después para su mano. El coño se le abrió y se le cerró y sintió cómo se le mojaban más las bragas.

-Sé lo que buscas, pero no me voy a tocar.

Pasados unos minutos Rosa dejó de masturbarse, abrió los ojos y le dijo:

-Deja que juegue contigo.

-No, sería algo inmoral.

-Y dulce.

-Pero inmoral.

Rosa le dio un pico.

-Pero dulce.

La quiso besar con lengua y le hizo la cobra.

-¡Qué asco!

-¿No te besa con lengua tu novio?

-No es tan cochino cómo tú.

-Tienes que aprender a besar con lengua, si no sabes besar así otra lo podría besar y quitártelo.

-¿Tú crees?

-Sí, y lo peor es que lo hiciese después de casado. ¿Quieres que te enseñe a besar con lengua?

-¡No! Tú lo que quieres es aprovecharte de mí.

-Claro que quiero aprovecharme de ti, pero una cosa no tiene que ver con la otra.

-Sí que tiene.

-En fin, si no quieres que te aprenda voy a acabar de hacer la paja que tengo ganas de correrme.

Rosa volvió a echarse boca arriba sobre la cama, cerró los ojos, con una mano se magreó las tetas y con la otra se dio dedo. Matilde mirándola se mojaba más y más. Le entraron unas ganas locas de besarla, pero si lo hacía descubrirá que era tan puta cómo su cuñada, así que dio un rodeo y le dijo:

-¿De verdad crees que otra que sepa besar con lengua me puede quitar a Paco?

Rosa abrió los ojos, la miró y le respondió:

-Sí, así lo creo.

Le costó decirlo, pero lo dijo:

-Apréndeme a besar con lengua.

Rosa supo que ya la tenía en el bote.

-Echa toda la lengua fuera y acércala a mi boca.

Matilde hizo lo que le dijo, Rosa sacó toda la lengua de la boca, la juntó con la de Matilde y después se la chupó.

-Ahora hazme tú lo que te hice yo.

Rosa sacó toda la lengua de la boca, Matilde juntó la lengua con la de Rosa y después se la chupó. Rosa le cogió las manos y le las llevó a las tetas. Al magrearle las tetas y chuparle la lengua se puso de un cachondo subido... Rosa le siguió aprendiendo a besar con lengua y cuando le levantó el camisón para sacarlo Matilde arqueó el cuerpo para facilitarle la labor y le dijo:

-Me siento muy puta.

-¿Una puta cachonda?

-Sí.

-Pues ya somos dos putas cachondas.

Rosa le quitó las bragas. Al verla desnuda le dijo:

-Eres preciosa.

La besó con lengua. Matilde entre beso y beso le dijo:

-Esto no está bien, Rosa.

Muy despacito le lamió y chupó los pezones y después le mamó las tetas. Matilde entre gemidos, le dijo:

-No debíamos.

-Nadie se va a enterar, si cerrada estás, cerrada vas a quedar.

-Sí, pero.

-Calla y disfruta.

Le cogió las tetas con las dos manos y las juntó. Durante más de cinco minutos lamió las areolas oscuras e hizo círculos sobre ellas, besó y lamió los gordos pezones y chupó areolas y pezones... Chupando su teta derecha Matilde se corrió cómo una bendita, diciendo:

-¡Me voy!

Al acabar de correrse y abrir los ojos Matilde, Rosa le dijo:

-Te corriste cómo una princesita.

-La princesita se siente sucia.

-Pues no debía.

La besó en la boca, en el cuello, en las tetas, en el vientre y por último bajó al coño. Lo tenía pequeñito, con muchos pelos y empapado de la corrida que acababa de echar. Se lo lamió despacito de abajo a arriba.

-¿Te gusta?

-Me encanta.

La lengua de Rosa fue de abajo a arriba una veintena de veces, luego le retiró el capuchón del clítoris hacia atrás y con la punta de la lengua lamió el glande despacito y haciendo círculos sobre él. Matilde se deshacía en gemidos y su coño no paraba de lubricar, sus jugos los lamía Rosa y después volvía a hacer círculos sobre el glande con la punta de la lengua. A punto de explotar le dijo Matilde:

-¡Me voy a correr!

Rosa le clavó la punta de la lengua en el coño y después le chupó el glande, Matilde exclamó:

-¡Me corro!

Cuando se le fue el sofocón de la tremenda corrida le dijo:

-Hazme más cosas.

Rosa para vacilarla le dijo:

-Esto no está bien cuñada. No debíamos.

Matilde sonriendo le dijo:

-No seas mala.

Le dio un pico y después le dijo:

-Si quieres que te siga haciendo cochinadas tendrás que comer mi coño.

Matilde ya estaba dispuesta a hacer lo que fuese.

-Vale.

Rosa haciendo un 69 en horizontal puso el coño en la boca de su cuñada y el de su cuñada en su boca. Matilde empezó a aprender a comer un coño. Echándole las manos al culo a su cuñada lamió, lamió y lamió, bueno, lamió hasta que comenzó a correrse de nuevo... Y no se corrió mientras le comía el coño, no, lo hizo mientras Rosa le lamía el ojete.

Matilde no quedar satisfecha.

-Más, Rosa, hazme más cosas.

Rosa ya no aguantaba más, cruzó sus piernas con las de su cuñada y haciendo una tijera frotó los coños empapados. Poco después se corrió cómo una cerda.

A Matilde le había gustado ver cómo se corría su cuñada.

-Quisiera darte placer yo a ti, Rosa. ¿Puedo?

-Claro que puedes, mon chéri.

Rosa se echó boca arriba sobre la cama, flexiono las rodillas y abrió las piernas. Matilde besó a su cuñada con lengua, besó su cuello, le comió las tetas, sintió gemir a Rosa y sin más se volvió a correr.

-Me corro, Rosa.

Rosa acarició el cabello de su cuñada mientras se corría y esperó pacientemente a que acabara.

-¡Qué dulce! No te volverás a correr comiendo unas tetas, cariño, esas cosas solo ocurren la primera vez y muy raramente.

Matilde al acabar de correrse, le besó y le lamió a Rosa el canalillo, besando y lamiendo llegó al monte de venus y después al coño empapado. Al llegar al coño peludo lo lamió de abajo a arriba despacito y después le retiró el capuchón del clítoris hacia atrás... Le hizo lo mismo que le había hecho Rosa a ella. Rosa no tardó mucho en retorcerse y retorciéndose se corrió en la boca de su cuñada.

Acababa de correrse Rosa cuando sintieron llegar a su marido y a los padres de Matilde. Le decía el padre a la madre:

-Fue una buena marea para las almejas babosas.

En su casa también había habido una marea de corridas, aunque en este caso la marea la hicieran las almejas babosas.

Quique.