Seducida para el

De como mi mejor amiga me sedujo en busca de mas experiencias con su esposo.

-Hola, Luisa: ¿Cómo llevas el día, hoy?.

  • Mas o menos como siempre. En el trabajo agobiada, pero una vez que se terminó, me fui al aseo, me retoque la cara, me peine, me mire en el espejo y me dije: Chica, todavía queda día para relajarse, así que me coloque la ropa para sentirme guapa y me vine hacia aquí lo mas compuesta que pude para que me sintiera así todo el que pasara por mi lado.

-Bueno, para ti, eso no resulta difícil, con ese tipazo que te gastas, a tus treinta y... no digo el pico para no molestar.

-Mi trabajo me cuesta no te creas, conseguir estos 53 kg, para mi 165 cm pasa por el hambre, o casi, por que en lugar de ensaladas, me apetecería algo mas sustancial. Y sobre todo no sabes lo que me cuesta resistirme a los bombones. De todas maneras, ¿de que te quejas tu?, no creo que nos diferenciemos mucho, María.

  • Pues tres kilos mas y cinco centímetros menos. ¿Te perece poco?. Pero que de todos modos alguna miradita si que atraigo, no digo que no.

-Algo más que una mirada, diría yo. Si no, que es ese baboseo que va dejando por el camino tu compañero de mesa cuando te levantas mientras te mira el culo. Y, hasta mi marido, que de vez en cuando se le va algún ojo, tras de ti.

  • Primero, disculparé a Carlos, tu marido, por que eso es consustancial a todos los hombres independientemente de un gran poder de atracción de una mujer. Miran, al cualquier mujer que tenga algo que ver, sin que ello represente gran cosa. Lo que no quiere decir que no sea agradable saber que ese algo si lo tienes. En cuanto a mi compañero es que me quiere mucho, que le vamos hacer. Y puestas a confesarnos, mi marido si que se le van los ojos detrás de tu culo. Bueno de tu culo y no se que más. Para serte sincera a veces me molesta saber que eso pasa, me pone celosa saber que existe ese deseo.

  • No seas tonta, no tiene importancia. Son cosas naturales, que no pasan de ese primer impulso. ¿No me iras a decir que a ti no te pasa con otros hombres, entre los que podría esta mi marido?. ¿Por qué no?.

  • Seguro que no como a ellos. Ya sabes, te atraen, pero no pasa de ahí.

  • Pues eso es lo que digo. Pero más: siendo yo mujer no creerás que no me doy cuenta de que si pasa de ahí y que la fantasía juega a lo que juega.

  • Mira que eres mala y que te gusta hurgar en las heridas. Será por que tu juegas mucho a eso de la fantasía.

  • Pues claro, ¿para que crees que esta?. ¿Para desperdiciarla?. Como si ellos no se retorciesen imaginando no se yo que cosas. Bueno, si lo se y para que te voy a contar. Además, eso de las fantasías compartidas, en el juego erótico esta mas que bien, le da un color a la relación, que resulta excitante. ¿Vosotros no jugáis a eso?.

  • ¿No me digas?. No. Creo que si lo propusiese Juan se mosquearía un montón. No me atrevo ni a insinuarlo. Seguro que piensa cualquier cosa desagradable.

  • No se, puede que no, y que el uno por el otro nunca lo propongáis. Yo creía lo mismo, que sería así hasta que Carlos empezó a insinuar cosas de ese estilo y aunque nos costo un poco entender que a los dos nos gustaba, terminamos por aceptarlo para disfrutarlo después.

-Ya, pero esos primeros pasos, no serian fáciles, seguro que estabais cortadísimos. No me imagino como Carlos se atrevió a decírtelo, mira que si no te llega a gustar.

Ya, sabes empezó con bromas de esas sueltas mientras jugabamos, de aquellas que decian: Seguro que fulanito la tiene mas grande. O, anda que miras mucho a menganito, eso es que te gusta. Tanta, yo te lo hago mejor. Al principio resultaba un tanto extraña la introducción de esos comentarios, pero con el tiempo se hicieron familiares y cada vez mas atrevidos, hasta que terminamos por hablar abiertamente de lo que nos haría o haríamos a tal o cual.

-¿Y eso no te pone a ti, celosa, cuando el habla de lo que le haría a alguien que tu conoces?. ¿No supone eso un conflicto en el momento que sale de la fantasía y lo compartís en palabras?.

  • Al principio un poco, pero luego me di cuenta de que no me engañaría menos por no hablarlo ni mas por hacerlo y que compartido, resulta estimulante. Aparte de que soy yo la que le habla de lo que harían ellas y él el que me habla de lo que me haría ellos, mientras los dos seguimos la broma del uno y del otro. Me dice: Seguro que Pedro cuando te ve, se excita y te imagina desnuda. ¿Te das cuenta?. Se pondrá bien cachodo solo de imaginarte así y seguro que le entran ganas de darte todo lo que tiene. ¿A que te gustaría, Tonta?. Yo le respondo que me iba a dejar, para que el me vira. Para que viera como Pedro, me hacia todo lo que el quisiera y él pusiese tan cachondo como quisiera y que después, cuando no lo pudiese soportar la excitación, me follase como el semental que es. Eso lo excita mucho.

  • Desde luego que contado así reconozco que, una vez que habeís superado el las limitaciones de confianza, resulta particularmente estimulante lo que me cuentas. No se si nosotros podríamos hacer eso, creo que a Juan le daría un ataque de celos y a mi otro. No creas que soy una reprimida, tengo mis historias, pero esa situación me parece difícil, aunque reconozco que si me ocurriese creo que me resultaría excitante.

  • A él, lo mismo que a ti. El problema es pasar esa barrera de la confianza y que no se cree para vosotros la duda entre la realidad y lo imaginado. Pues estos juegos y otros similares le dan a la pareja una interés muy particular.

  • Si, estoy segura que así sería te puedo imaginar diciéndole esas cosas a tu marido y lo veo, pero a la vez no se como puedes decirlas y no temer que se hagan realidad.

  • La realidad es independiente de ese juego, el me engañase lo haría independientemente de que hagamos estas cosas. Y a la vez todo esto nos permite intimar mejor. Puedo excitarlo con las palabras y el a mí.

  • ¿Y luego no os da corte encontraros los dos con gente que habéis sacado a relucir en los juegos eróticos?. Ha de resultar un poco raro que alguien que habéis imaginado en el juego, después este ahí en medio de los dos.

  • No, al contrario, el otro no sabe y nosotros sí. Se crea una complicidad que sirve para dejar en el aire insinuaciones excitante sin contenido sexual aparente. Hace unos días, nos visito mi Jefa, quien días antes había ofrecido a Luis, en fantasía, diciéndole que seguro que se desharía en sus brazos en cuanto la tocase, por que a pesar de su aire formal debía de ser una cachonda. Y Luis que es un provocador, aprovechando la situación me hacia gestos por detrás de ella, en alguna ocasión, insinuando que si que le gustaría, con ese movimiento con los brazos doblados como trayendo su cuerpo contra el de él. Comprenderás que se me iba un risita floja de vez en cuando que temía que me delatase.

  • No, si al final estaremos todos metidos en vuestras en vuestras fantasías, incluida yo.

  • Pues no te digo que no. Hasta ahora eso no te habría molestado, así que saber que puede ser así, no debería preocuparte.

-¡Huí... eso es que sí!. ¡Que vergüenza...saber que decís esas cosas de mí!. No es lo mismo saberlo que no. Ahora mira, resulta que saberlo me agita. No se si me disgusta o me gusta. ¡Que cosas! Imaginaros desnudándome en vuestra fantasías. Me avergüenzo a la vez que atrae. Que cosas diréis.

  • Ya puedes imaginar, de lo que se trata es de crear excitación. Así que sin remisión lo que hice es hablarle a Luis de esas cosas tuyas excitantes que pueden estimularle que, ¡chica!, no seas modesta, las tienes. O, eso parece, pues según él tus pechos son insuperables. Aunque ahora al decírtelo veo que creo un riesgo en el que tu sepas lo que a el le atrae por que pongo en tu cabeza algo que antes no sabias.

  • ¡Por favor!, No seas tonta. Una cosa es saber, que resulta excitante y otra que haga un mal uso de ese saber. Como en vuestros juegos, esto solo es una fantasía que se queda entre amigas. Además, si me habéis usado en vuestras histórias algo me debéis... aunque entiendo tus temores. Es de lo que te hablaba entes, decir a Luis así de mi, y luego tenerme presente entre vosotros, parece lógico que despertase tus celos, seguro que miras a ver como me mira para ver si le gusta eso que tu misma le has contado.

  • ¡Ja, Ja, Ja...!. ¡Es verdad!. Pero lo de los celos, aunque siempre queda algo, esta superado. No sabes las cosas que le he dicho a cerca de ti. Me gusta como se excita cuando le cuento estas cosas y por eso le digo barbaridades. Y el a mi. No iba a ser menos en tu caso.

  • Es verdad lo que dices, a cerca de esta situación, la intriga de lo que me cuentas, ya resulta especial. No se lo que le cuentas ni lo que decís, pero la sospecha de lo que es ya resulta diferente. Solo de pensar que le cuentas las cosas que quieres que me haga e imaginaros como estáis en el momento que se lo cuentas, es diferente. Y, mas, imaginar que lo que le dices que me haga lo excita. Es como participar en un trío imaginario. Situación que yo no conozco, pero que supongo.

  • En eso consiste el juego, en darle cierto morbo. Yo le digo que a ti te gustaría estar ahí, y acariciarlo, excitarlo y que te gustaría ser tocada por el mientras soy yo la que lo toca, la que lo acaricia y el que me toca. O, le hago pensar eres tu en quien esta mientras esta dentro de mi. ¿Cosas, así?.

  • Que vergüenza, se me están subiendo los colores solo de oírlo. No creas que soy una mojigata, es que es nuevo para mí una cosa así, y aunque hemos hablado en muchas ocasiones de temas parecidos, nunca hemos entrado en algo tan personal. El hacerlo me produce una sensación, rara. No me mal interpretes, no es desagradable, sino rara. Rara en el sentido de excitante y vergonzosa a la vez. Ya entiendo por que dices, eso de que se excita, o, creo que mejor diría os excitáis de manera especial con estas cosas.

  • Eso es, se crea un ambiente de complicidad y morbo que motiva especialmente. ¿Pero sabes?. A mi lo que mas me excita es notar como se excita él, y creo que eso hace que el lo note y que aun se excite mas.

  • No entiendo bien esa explicación, creo que se lo que quieres decir pero no alcanzo a entenderla del todo.

  • Me refiero a que si yo lo estoy tocando, le acaricio la erección por ejemplo y le digo al oído que seguro que a ti te gustaría ser la que se la estuvieses acariciando, noto como el se calienta, como las palabras que le digo despiertan el traerte a su mente frotando su excitación y hacen que se agite especialmente y que se le endurezca mas si cabe. Eso me motiva a mi, noto como puedo influir en su cuerpo y en su mente y me pone cachonda; lo que el nota a su vez y aun lo excita mas. Se puede notar por que llega un momento en que casi ya no sabemos lo que nos decimos.

  • Que descriptiva, chica. Ahora si que se ha entendido perfectamente. Casi puedo verte cogida al mástil diciéndole barbaridades al oído y como, según cuentas, casi te sirve de timón para llevarlo hasta donde quieres.

  • ¡Ja,Ja,Ja...!, Tu si que has sido descriptiva y evidente. Nadie podría hacerlo expresado mejor en tan pocas palabras. Se ve que eres buena timonel.

  • ¡Bueno¡. En casi todos los barcos de navega de manera parecida. Así que se que es eso de calentar las calderas y poner la nave a toda maquina. Además, ellos no pueden evitar mostrar el nivel de presión de las mismas incluso cuando estas van a explotar. Por lo que vamos advertidas. Ja,Ja.

  • Y, que lo diga chica. El mío da muestras de su punto de explosión de manera tan evidente que me permite controlar la marcha de su cuerpo sin la mas mínima dificultad. ¡Bueno¡, hasta el momento final de algunas ocasiones, en las que esta tan caliente que aunque lo suelte y no lo toque, explota en convulsiones soltando a corritos lo que ya no le cabe dentro. Pero en la mayoría de los casos, se cuando va a reventar por que se comporta como un globo: endureciéndose más, poco a poco, hasta el clímax, si no lo sueltas antes.

  • Mas o menos como todos. Me encanta oír jadear al mío en ese punto que ya no sabe donde está, en el que se agarra a mí apretándome contra el con todas sus fuerzas. Casi me hace daño, pero me gusta. Se que esta en mi poder en ese momento y que va a perder el control, así que me gustaría poder decirle, si no fuese por que lo puede mal interpretar, alguna cosa de esas que dices tú y que supongo hacen que terminen de excitarse.

  • Seguro. Si a Luis, le digo en ese momento que se imagine tu mano en lugar de la mía dándole gusto y a ti disfrutando de su erección, entre que soy yo quien se lo dice y el hecho de verte en la fantasía agarrada a su mastil masturbándole, seguro revienta en una eyaculación que lo desarma.

  • ¿Le dices esas cosas?. ¡Que valor!. Me da sofoco que lo comentes. Que apuro, aunque reconozco que tiene que ser excitante.

  • Así, es, todo esto le da a la sexualidad un velo de prohibición y perversión que la hace parecer de otra manera. Con el tiempo, hemos descubierto nuevas sensaciones y placer mas intenso. Incluso nos hemos preguntado por la posibilidad de compartirnos, haciendo participe en alguna ocasión a un tercero, o, tercera claro.

  • ¿No me digas que tenéis esa perspectiva?. ¿Y a que conclusión habéis llegado?.

  • Que no tendría que ser diferente de las fantasías, que el tercero no es mas que un invitado para disfrute de los dos. Un acompañante de la pareja ajena a ella, que se encuentra por un momento disfrutando de nosotros a su vez. Lo que no es fácil, aunque parezca lo contrario es encontrar quien, pues no son cosas fáciles de explicar, así que el debería de buscar chico para un momento y yo chica para otro momento.

  • Perdona si interpreto mal, pero ahora que me explicas estas cosas, tengo la sensación de que toda esta conversación tenia un sentido desde principio. ¿No se si es así?.

  • No, en realidad, no. Lo que pasa es que en los derroteros tomados, parecía apropiado comentarlo. Siento si te ha molestado. No quiero que pienses que era intencionado el enfoque del tema.

  • No, si no me molesta. Solo es que me pareció que podía ser así por estas ultimas explicaciones. Al contrario agradezco tu franqueza y tu confianza...casi me excita pensarlo.

  • ¿Quieres decir que no te desagrada la idea?.

-¡Bueno!. Me da mucho apuro, eso es cierto, por que es nuevo para mi. Pero... si he de ser sincera... pues... algo así.

  • ¿Quieres decir que quizás te gustaría participar en este descubrimiento?.

  • No se, no se si me atrevería. ¡Veras!: no es que me desagrade, al contrario, pero me da mucho corte. No sabría comportarme, me da mucha vergüenza.

  • Es natural que así de pronto te resulte un poco violento, no quisiera crear una situación comprometida que te hiciese sentir mal.

  • No es que me sienta mal. Solo que me siento nerviosa de pensar en hacer una cosa así. Entiéndeme, por un lado no se que decir y por el otro me puede la temblequera. Ya se que es una tontería preocuparme por lo que pensaríais de mi siendo tu quien me lo propone, pero no lo puedo evitar.

  • Claro, si ha surgido la conversación quizás es por todo lo contrario, en base a la confianza que nos dice que eres alguien con quien se puede compartir confidencias así sin temor a ser traicionados o criticados. Y pos supuesto no se nos ocurriría plantarnos un juicio critico. ¿Qué podrías hacer tu entonces?; ¿criticarnos de forma superlativa?.

Por mucho que para mi sea nuevo y me apure, os entiendo y no se me ocurriría reproche alguno. Si te digo la verdad siento cierto interés debatiéndose en esta resistencia.

  • Lo entiendo y tampoco se trataría de ninguna obligación. Si te apetece, ahora que vamos a casa y esta Luis podemos charlarlo y si no te apetece o no te atreves tomamos unas copas y no pasa nada.

  • ¡Vale!... pero si salgo corriendo no os asustéis. Solo de pensarlo estoy nerviosísima. No quiero que pienses que soy una mojigata, es solo que esto es nuevo para mí.

En el camino a hacía su casa, Maria Luisa, llamo por el móvil a Luis, a quien puso en antecedentes de nuestra llegada y de la situación y por la manera de hablar era la primera ocasión que se les presentaba aunque parecía que había sido madurada entre ellos desde tiempo atrás, desenvolviéndose en la conversación con naturalidad y cierto expectativa que se mostraba estimulada por el hecho de que quien se prestase a este encuentro fuese yo, que parecía gozar, se leía entre líneas, de la atención de aquél y el beneplácito de ella. Aquello, a pesar de la complacencia que conllevaba, me puso a la vez mas nerviosa y deseante, de modo que la charla que llevamos era por mi parte entrecortada, espesa y agitada por la tensión, mientras que por la suya se volvía tranquilizadora y fluida apuntando hacia los aspectos positivos de lo podía ocurrir y rechazando los temores y la ansiedad. Cuando hizo sonar el timbre de su casa desde detrás de mi y abrió Luis, temía que el corazón se me saliese por la boca de agitación acelerado por la confrontación entre el deseo y la angustia, pero casi no hubo oportunidad por que empujada dulce y suavemente por Maria Luisa que me tomaba del brazo, mientras besaba a su marido, me encontré diluida en la indiferencia de una conversación entre ellos con aparente naturalidad que hablaba del trabajo del día. Sin duda ya había conversado a cerca de la situación y sus problemas, o quizás algún fracaso anterior les había enseñado sobre los problemas que conllevaba, por que me encontré atendida de manera que mis nerviosimo no fue obstáculo suficiente para mi huida. Después de un rato de conversación y bromeo en una charla ni lejana ni cercana a los acontecimientos, estábamos los tres sentados en el sofá, -él en el centro-, con algún besito indiferente de María a su marido no muy distante de algo casi cotidiano, que cambio cuando estos se volvieron suaves y largos, y empezaron a cambiar sus palabras por solo caricias que me dejaron al margen en una posición de observadora que, un tanto inquietante no era demasiado incomoda y si excitante, ya que parecía un espectáculo para mis ojos del anticipo de lo que podría ocurrir si rompía la barrera de los actos que no me sentía capaz de rebasar. Pero que María, como siempre, tubo en cuenta: después de un rato de besos entre ellos, desde la posición en la que estaban, ella alargo la mano tomando la mía, que no se resistió, y tras una apretón de confianza la arrastro suavemente hasta la cadera de su esposo desde donde, colocada con la palma hacia abajo, siguió arrastrándola hasta que mis dedos tomaron contacto con el bulto duro y largo que se notaba en su pantalón y que se alargaba desde su entrepierna hacia la cadera siguiéndole la ingle, que me dejo impresionada y deseante. Giro la parte inferior se su cuerpo en mi dirección, mientras seguía besando a Maria Luisa, facilitándome su alcance, mientras ella con su mano sobre la mía la apretaba contra la erección de su marido haciendome sentir las condiciones en las que ya estaba Luis. Excitada por la sensación comencé a descargarme de tensión y a disfrutar del tacto que su calentón me estaba procurando, recorriendo el tamaño y la forma a que aquel empalme había llegado, que unido a lo inusitado de la situación me había hecho mojar las bragas y desear ser tocada por aquellas manos dedicadas hasta entonces al cuerpo de mi amiga. No tardo en volver la izquierda, a cuyo lado yo estaba, y, levantándome la falda, colocarla entre mis piernas reconociéndome los muslos, procurándome una placentera sensación que agradecí con particular apretón sobre su polla al que respondió volviéndose, del todo, hacia mi para centrar su atención como presencia fundamental. Una mano a mis tetas la otra entre mis muslos sobandome sobre las bragas y su boca a la mía donde introdujo su lengua mientras yo buscaba su polla, ahora por dentro de su bragueta que había abierto colándole la mano investigando el paso hasta que di con ella agarrándola desnuda y caliente como estaba. Vi en la pelea, a Luisa desnudarse, como lo desnudaba a el y me deje desnudar entre tocamientos besos y roces, para una vez libres de ataduras, colocarse tras de el y murmurarle obscenidades al oído y podía nota lo caliente que lo ponían.

  • Esta deseando que te la folles y yo de ver como te la follas. ¿Notas como esta empapada?. ¿Notas como se le han puesto las tetas duras?.

Aquellas palabras no solo lo excitaban a él, que se agitaba particularmente al oirlas, sino a mí que revolvían de manera especial con tan perversa novedad, empujándome a compartir semejante conversación en la que hasta ahora no habías sido capaz de entrar.

  • Si, tócame, hazme sentir. Follame, por fabor.

Como respuesta, el colando una mano sobre la nuca presiono dirigiendo mi cabeza hacia su entrepierna, en la que yo entretenía la mano masturbandolo y sintiendo su dureza, hasta que mi boca la alcanzo percibiendo las forma de su glande en los labios. Deseba desde hacía rato chupársela sin haberme atrevido a pesar de lo excéntrico de la situación, Ahora si me entregue a regodearme en las sensaciones que me procuraba su estado y las que le procuraba a él mi lengua que notaba en la fuerza del empuje de su mano. Maria Luisa, cambio de posición y vino hasta la mía para acompañarme en la mamada a su marido repartiéndose conmigo el tiempo y el lugar de hacerla: si yo tenia su glande ella se entretenía en sus testículos y cuando lo soltaba ella aprovechaba para chuparlo. Todo ello mientras entretenía sus manos en mi chocito a la vez que las de su marido pellizcaban mis pezones. Después de un rato, él se levantó bajo la observación de mi amiga, me tumbo de espaldas en el asiento de un sillón de modo que mis nalgas quedaban al borde y mis piernas dobladas y abiertas se apoyaban el en suelo. Se coloco entre ellas, se tomo con una mano el falo, me lo apunto y comenzó a metermelo despacio haciendome sentir como me invadía. Se inclino alcanzándome la boca con la suya me entrego la lengua mientras empezaba a menearse.

Estas caliente, cabrón; se te nota, le decía grosera y obscenamente, en susurros Luisa a ante mi asombro y excitación. Estabas deseando follarte a Ana, ya le habías echado el ojo hacía tiempo, y soñabas clavarle todo tu deseo. Da gusto verte así por que me pone a mi, también, mas caliente que nunca. Haz que se corra de gusto, que sienta deseos de volver a tenerte dentro.

Al poco tiempo, ella cambio su boca por la de su marido, besándome y mordisqueándome mientras el me penetraba y con una mano acariciaba entre las piernas a su mujer. No se si me excitaba mas ser montada, o lo perverso de la sitiación, estaba tan caliente que no pude evitar llevar una mano hasta mi clítoris agitando las caderas en el intento de elevar hasta la cumbre el orgasmo que ya me estaba alcanzado. De fondo, como si me hubiese alejado del lugar la voz baja de Luisa me estimulaba: Sí, goza de este semental mío, ponte bien cachonda y dale tu todo el gusto que quiero que tenga.-decía- Perdí el hilo de las palabras en una invasión de placer que me hizo arquearme hasta explotar en tres convulsiones de las que volví, después de un espasmo largo, para notarle balanceándose muy leve y suavemente dentro de mi, esperando mi relajación. Me volví hacia Luisa y le pregunte: ¿Y tu?. Ella me respondió que esta era su momento y que ella tendría el suyo, con lo que entendí de sobra la situación. Nos separamos, le hice sentar, ahora, a el con las pierna abiertas, nos sentamos a su lado y comencé, ya sin recatos una mamada que esperaba superara a todas las que le podía haber hecho su esposa.

Le recorría suavemente con la lengua el borde del glande procurando hacersela notar y cada varias vueltas lamía la zona del frenillo llevándolo a endurecerse más por momentos, para después relajársela en una chupada larga y lenta que procuraba hacer llegar casi hasta la garganta sacándola de nuevo hasta el lugar de inicio de mi juego. Luisa estaba entretenida en sus testículos y en morderle las ingles y el como es natural resoplaba perdido en un mar de sensaciones que lo tenían desquiciado. Me encantaba notarlo desencajado y enajenado por el placer que le procuraba, sintiendo como en cada cresta de goce arqueaba las caderas y endurecía la verga al punto de lo inimaginable. La repetición de la caricia, que se alargo un rato, estaba llevando el nivel a un punto en el que solo rozarle el glande ya se la ponía a explotar. Se iba a correr de un momento a otro, así que la puse suavemente entre los labios, cogiendola por el tallo y entretuve la lengua en el frenillo consciente de que convulsionaría en pocos momentos, como el jadeo y la tensión del cuerpo descubrieron en seguida: Se tenso, el pijo termino de alcanzar en nivel mas duro posible y tras unos segundos convulsiono en un espasmo al que siguió un segundo en el que se derramo. Sin dejar de rozarle con la lengua note la expulsión de semen en la boca, y lo acaricie más aun permitiendo que la leche de sus huevos saliese de mi boca correndo por su erección mientras mantenia el contacto para que no dejade de gozar... cuatro.. cinco...seis...no se cuantas veces convulsiono cada vez mas débilmente hasta quedar exhausto en el sillón mientras Luisa seguía acariciando sus testitulos, y yo apreciaba el sabor húmedo y salado de su esperma que me quedaba en la boca y que en un gesto de morbo tragué disimiladamente apropiándome de su derrame.