Sedúceme (IV)

Siento el retraso. La historia entre Lys y Valentina continúa.

Siento mucho mi tardanza. Muchas gracias por sus comentarios. Me han animado realmente a seguir escribiendo. Espero que les guste el nuevo capítulo.

Sedúceme. Capítulo 4.

Lys estaba en su despacho investigando un poco más sobre la empresa de Valentina. Nada realmente trascendente, nada sucio, por así decirlo. No explotaban ilegalmente, licencias correctas, las minas que tenían en Chile y España eran consideradas de las mejores en condiciones, los sueldos no eran precarios, una empresa en toda regla. Tenían acciones en algunas empresas inmobiliarias y poco más. Lo que si intrigaba eran los lazos que tenían la familia Torelli. No parecían ser socialmente activos, en el sentido que, no formaban parte de un grupo elitista aristocrático. Valentina era muy conocida por su generosidad, ya que ella personalmente participaba en varias ONGs y donaba sumas desorbitadas de dinero.

Ay, Valentina. Lys realmente se preguntaba que le pasaba con esa mujer. Dos encuentros en tres semanas y ya estaba loca por ella. ¿Realmente el amor se sentía así? Le daba la sensación que estaba yendo muy deprisa. Se ató su rebelde pelo dorado en un moño desaliñado pero estilizado y siguió con un caso de un fraude menor, de una familia rica de Nueva Jersey, cuando interrumpiendo sus pensamientos, recibió un mensaje de Valentina.

“Creo que yo también me estoy enamorando de ti”

No contesto y no, no podía ser que estuvieran yendo demasiado rápido, porqué si el amor se sentía así, daba igual la velocidad en que fuera. El mensaje enterneció demasiado a Lys, que nunca había experimentado esa sensación en el pecho tan intensamente. No se acordaba que ella se lo había dicho primero ayer por la noche, pero en ese momento realmente le salió del corazón.

De repente, el jefe de su jefe, un tal John, un pez más que gordo del FBI (también literalmente), le llamó la atención.

-         ¿Usted es la agente Chevalier?

- Así es, señor.

-         Disculpe mi mala memoria, acordarse de tantos nombres es difícil. ¿Me podría acompañar a mi despacho?

Ella le siguió algo acongojada a su despacho, muy tétrico y de colores oficinistas.

-         Me ha informado su jefe, el señor Bass, que está investigando un caso de fraude, de la familia Montés, de Nueva Jersey ¿estoy en lo cierto?

Aquello si que descoloco a Lys quien creía que iba a hablarle del caso “Torelli”, que dado la influencia de la familia era mucho más importante. Era muy extraño que John no le preguntará sobre eso y sí sobre un caso de un fraude menor.

- Sí señor, he estado haciendo el informe esta mañana.

-         Bien, el caso será encomendado al agente Scott, el del departamento 3. – Eso sucedía siempre, pero ahora entendía porqué él había ido a decírselo en persona. El agente Scott era su protegido, favoritismos que nadie entiende.

- En seguida le daré todos los archivos, señor.

-         Muchas gracias agente, puede retirarse.

- Disculpe señor, usted ha recibido información reciente sobre un caso del señor Bass?

-         Emm… creo que aparte de este caso no, ¿hay algo que deba saber?

- No, para nada.

-         Está bien, ya la veré.

- Adiós.

Quizá él no era consciente de que había una investigación que su jefe le había encomendado, lo que era muy sospechoso. Lys salió de la oficina descolocada pero decidió no darle importancia. Ordenó los informes que tenía que traspasar y salió del edificio decidida a arrancar una sonrisa a alguien que yo sé.

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Valentina trabajaba en un edifico de oficinas en el centro de la ciudad. Era bastante distinguible dada su elegancia y su enorme letrero que por la noche se encendía con luces de neón. Eran las siete y media de la tarde y el día se estaba haciendo muy pesado, porque uno, Lys no le había contestado y dos, su trabajo era muy burocrático y administrativo. Lo único que le gustaba eran los acontecimientos sociales de la empresa y hacer obras filantrópicas. Amaba a su padre y sentía que debía seguir con la empresa, por honor a la familia.

Lys entró en el edificio con un ramo de liros blancos y azules preguntando por la señorita Torelli quién todo el mundo indicó que estaba en la planta número seis. Una vez allí, le indicaron una sala que ocupaba un cuarto del piso y que estaba custodiada por una secretaria. Se dirigió a ella lo más suavemente que pudo pidiendo ver a la señorita Torelli pero ni si quiera levanto la vista, y dijo que estaba ocupada. Como no quería perder tiempo, escondió el ramo de flores detrás de la espalda y carraspeó, obligando a ésta a levantar la vista. Le enseño la placa de FBI y le dijo:

- Oiga, este es un asunto de máxima importancia, sino me deja pasar tendré que detenerla.

.-  Si… si, por supuesto, ahora mismo la señorita ha acabado por hoy. – contestó cagada de miedo.

Lys entró sin picar sonriendo triunfalmente. La oficina era preciosa, tenía una ventana enorme que ocupaba una pared casi entera, y otra pared llena de estanterías repletas de libros excepto por dos partes en que había un sofá apoyado a la pared y una lámpara. También un sofá y un escritorio de madera en frente muy alargado que tenía pinta de mesa de reuniones lleno de papeles y un portátil. Todo de colores tierra. Al final, una pequeña puerta donde se escuchaba el sonido de un grifo abierto.

Se dirigió allí y se quedó contemplando la escena. El lavabo era bastante más grande de lo que se imaginaba. Tenía un váter, un lavamanos y una bañera enorme, que daba a un ventanal semi transparente con vistas a la ciudad, paredes con azulejos turquesas y grises. Lys se apoyó en el marco de la puerta con una mano y con la otra sujetaba el ramo de flores, contemplando como Valentina tocaba el agua de la bañera sentada en el bordillo. Estaba tan sumergida en sus pensamientos que no se percató de su presencia hasta que ella le dijo:

- Atardecer en la bañera con la chica de la que me estoy enamorando, suena demasiado bien. ¿No tendrás también un vodka de arándanos?

Valentina se giró del susto y casi se cae del susto en la bañera cosa que provocó una risa melodiosa por parte de Lys.

-         Señorita Chevalier, ¿le gustaría acompañarme? – dijo guardando la compostura.

- Estaría encantada, pero creo que deberías avisar a la secretaria a la que he amenazado con detenerla si no me dejaba interrogarte jajaja.

-         ¿En serio? – dijo riéndose y después mirándola seriamente alzando una ceja.

-         Ajá, por cierto, te he traído esto – mientras señalaba el ramo de lirios.

Valentina miró el ramo realmente enternecida por aquella mujer.

-         ¿Cómo sabías que los lirios son mis flores favoritas?

- Porqué…. - vaciló antes de responder – bueno... en realidad no lo sabía. Los he escogido porqué combinan con tus ojos.

Valentina no contestó y se levantó cerrando el grifo, porqué la bañera ya estaba llena, y vació el lapicero de cristal que tenía en la mesa lo lleno de agua y puso el ramo. Avisó a su secretaria diciendo que ya se podía retirar, que ella se encargaba de cerrar la planta. Cuando volvió al baño Lys ya estaba desnuda y había dejado las bragas, el sujetador y la ropa por el suelo. Valentina encendió dos velas de vainilla que tenía en un cajón y se empezó a desnudar deliberadamente bajo la atenta mirada de su amante, que parecía devorarla. Primero los zapatos, luego los pantalones, adiós a la blusa y por último dejó caer sus últimas prendas provocativamente. Se metió dentro acomodándose a cuatro patas sobre ella para darle un apasionado beso, susurrarle un gracias y luego girarse y recostarse en su hombro.

Lys acariciaba el pelo negro de Valentina susurrándole cosas tiernas mientras ella se dejaba hacer, disfrutando de los mimos. Lo cierto es que físicamente se parecían mucho, Lys era un poco más morena que ella pero de cuerpo las dos eran altas y delgadas. El momento era mágico, se pasaron en ese estado durante minutos hasta que Valentina dijo:

-         No sé qué me haces, no sé qué tienes. Llegas a mi vida, sin avisar, y me trastocas mi mundo. ¿Qué me has hecho? – susurro girando su cabeza para poder mirarla a los ojos.

- Solo te he tenido tres encuentros contigo y uno te deje a punto de correrte - dijo riendo – en el otro intenté ponerte celosa y en el último amenacé a tu secretaria. Un historial curioso, ¿no? Y podría decir que es solo deseo, solo sexo, pero el primer día que te vi sentada sentí algo y luego con tus provocaciones me hiciste sentir cosas, demasiado rápidas e intensas. Podría llamarlo destino, pero ahora mismo no puedo responderte a tus dudas, solo sé que estoy enamorada de ti. Siento como si te conociera de toda la vida.

-         Te quiero Lys Chevalier, y quiero conocerte y que seas mi mujer.

- ¿Sabes lo mucho que te quiero ahora mismo?

-         ¿Más que un vodka con arándanos?

- Más que un vodka con arándanos – murmuró cerca de sus labios para besarla una vez más.


Gabriel Torelli era una persona muy rígida pero con las personas que amaba sumamente cariñoso y atento aunque a veces muy egoísta. Llevaba un traje gris marengo con mocasines oscuros, corbata negra y camisa blanca. Estaba mirando las luces de la gran ciudad des de la oficina mientras escuchaba gemidos provenientes del lavabo de su hija, con una sonrisa satisfactoria. Setenta días, solo setenta putos días y el cabrón de Bass me devolverá lo que es mío.