Sedúceme (III)

"Valentina la estampó contra la ventana besando todo el escote de ese ajustado vestido y susurrándole cosas obscenas al oído en italiano."

Aquí les dejo la tercera entrega. Espero que les guste.

Sedúceme. Capítulo 3.

-          ¿Y tú amiguita que te está esperando en la barra? – Dijo recalcando la palabra amiguita.

- ¿Mary? Ah… ella me besó solo para ponerte celosa, quería saber si te gustaba o algo.

-          ¿En serio?

- – Susurró avergonzada, mirando esos labios rojos que la volvían loca.

-          No me gustas, me encantas, y te deseo ahora mismo.

Esa afirmación tan rotunda por parte de Valentina había enviado a Lys corrientes eléctricas por todo el cuerpo. Torelli la cogió de la mandíbula suavemente y juntó sus labios con los suyos. No fue un beso de amor exactamente, fue un beso salvaje, brusco, de deseo, libido y lengua. Mostrando lo mucho que se necesitaban en ese instante. Estaban tan concentradas hasta que las interrumpieron los golpes de la puerta. Entre risas nerviosas, se arreglaron y salieron del baño. Mary ya no estaba pero había dejado enviado un SMS a Lys y pagado la cuenta. “ Ya me contarás como ha ido esta noche” decía el mensaje. Sonriendo, agarró la mano de Valentina arrastrándola fuera del local y pidió un taxi. Nada más entrar en el coche, Valentina la estampó contra la ventana besando todo el escote de ese ajustado vestido y susurrándole cosas obscenas al oído en italiano.

-          Sto andando a fare sei arrivato così forte che non si sa chi sei.

Lys no había entendido nada pero estar en un taxi, casi haciéndolo y con esa voz tan erótica que tenía Valentina y además en italiano, la había excitado pero mucho, provocándole un gemido que alarmo al taxista.

-          Eh, ¿qué pasa ahí?

E ignorando al taxista las dos se separaron sin dejar de mirarse, esperando llegar a la casa de Lys. Vivía en un acomodado apartamento en el centro de la ciudad. Tenía por lo menos veinte pisos y ella vivía en el número diecinueve. Se bajaron del taxi, pagándolo obviamente y con prisas, entraron en el ascensor, situándose en el final. Estaba muy lleno pero sin vergüenza ni penas, la mano de Valentina empezó a acariciar las ingles desnudas de Lys disimuladamente, y ella, quién intentaba reprimir un gemido, se zarandeaba porqué le provocaba cosquillas. Una situación graciosa, puesto que Valentina se giró mirándola y dándole la espalda a los demás viajeros y comenzó a acariciar por encima de sus pantys. Esta vez Lys no le diría que era correcto o no. No le importaba lo que fuera, solo quería sentir. Quería sentir a Valentina, y quería hacerlo ya. Así que se dejó llevar, cerrando los ojos, notando esa mano que había empezado a sentir a Lys humedecerse.  Salieron del ascensor y entraron en el apartamento.

Era espacioso, techos un poco altos, ya que era la parte más alta del edificio. Paredes blancas y una mezcla de decoración hogareña pero moderna. Lys se dirigió a la cocina. Era un espacio abierto del comedor y la cocina. La última estaba a la derecha y a la izquierda, un luminoso comedor que daba a una ventana con unas vistas espectaculares de la ciudad. Entre medio de estas dos, un pasillo que interconectaba todas las otras habitaciones.  Chevalier abrió la puerta de la nevera y sacó una botella de vino rojo, agarró dos copas y se la sirvió. Valentina saboreaba ese vino mientras paseaba por el comedor memorizándolo. Sintió unas calientes manos rodeándola y se estremeció.

- ¿Quiere que le dé un tour, señorita Torelli? – susurró Lys seductoramente a la vez que sus manos le tocaban las caderas sugestivamente.

-          Solo si me concede el placer, señorita Chevalier. – Dijo remarcando el “che” transformándolo en un “sh” que sonó muy erótico.

Y Valentina pensaba, desde cuando la insegura Lys se había vuelto un arma tan potente de seducción y lujuria que la volvía tan débil. ¿Dónde había quedado ese tartamudeo? Y ella era la supuesta mujer polifacética. Y esa cara de Lys le gustaba, quería ver cuantas más caras tenía.

Rebotando de pared en pared, la anfitriona le enseñaba la casa. Bueno, enseñar no exactamente, porqué mientras la acariciaba allí donde podía por detrás.  Valentina solo podía concentrarse en no girarse y perder su control y cuando llegaron al tan-esperado-dormitorio su paciencia se agotó. Ahora ya no iba a ceder nada, ella iba a tomar las riendas. Así que giro a Lys de un sopetón, brusco pero delicado, y la empujó a la cama.

-          Espero que disfrutes el espectáculo.

Y mientras la devoraba con esa mirada azul intensa se giró, se quitó el vestido dejando ver esas caderas  y ese cuerpo delgado pero elegante. Su pelo negro caoba, brillaba por esa tenue luz que había en el cuarto y también lo hacía esa cabellera rubia que cubría la los hombros y orejas de Lys.

-          Estamos desempatadas, Lys. Yo voy en bragas y tú ni siquiera te has quitado los pantalones.

-          Si estamos tan desiguales, ¿por qué no me los quitas tú?

No se hizo de esperar y se recostó a la cama, acorralándola mientras gateaba por las sabanas, hasta que la agente Chevalier topó con el cabecero. Valentina estaba encima de ella rodeándola. Le dio un beso húmedo antes de bajar entre lengüetazos por el cuello, y luego le quitó el vestido, descubriendo unos hermosos pechos cubiertos por un sujetador verde básico, que hacía juego con sus ojos verdes y su bronceada piel. Siguió bajando hasta su vientre y mordiéndole su tonificado vientre y bajo, allí. Lys no podía ocultar su nerviosismo y empezó a temblar de emoción.

-          Amor, ¿estás bien?

-          Sí, estoy bien, por favor, sigue lo que estabas haciendo. – Murmuró cerrando los ojos, perdiéndose en ese mar de sensaciones y relajándose.

Una sonrisa orgullosa se formó en los labios de Valentina. Le estaba gustando y eso la llenaba de emoción, así que siguiendo con su tarea y le quitó los zapatos. Ahora ya estaban en igualdad de condiciones. Se recostó en el cuerpo de Lys, poniendo una de sus piernas entre las suyas y comenzó a frotar suavemente. En reacción, su respiración se agitó y queriendo sentir más a su amante, Chevalier buscó su boca una vez más. Los labios de Valentina sabían a helado de arándanos, pensamiento que la hizo sonreír en el beso. Entonces, pidió permiso para introducir su lengua, permiso que fue aprobado. Sus lenguas exploraban las cavidades de cada una, danzando y mostrando emociones. Pero Valentina no iba a quedarse conforme con saborear su boca, quería saborearla toda. Bajo humedeciendo todo su cuello, oreja, lóbulos, hasta toparse con sus pechos, que ya tenían los pezones endurecidos. Le quitó el sujetador, que hizo que Lys su pusiera roja como un tomate de vergüenza. Nunca había estado en una situación así. Creía que podía mantenerse segura y decidida, pero ahora se sentía vulnerable y expuesta.

-          Tranquila, estoy aquí. Podemos parar si no estás segura.

Lys no respondió, intentó mantenerse segura y demostrar que quería así que atrajo a Valentina y le dio un beso cargado de amor. Ahora no era la mujer de hace dos semanas que solo estaba dispuesta a jugar con ella por su descaro. Ahora era una mujer que iba a entregarse a otra mujer por primera vez en su vida.

Valentina siguió su recorrido hasta que llego a su monte de Venus.  Ella era más experta que Lys pero no quería hacerlo salvaje, quería sentirla y que ella sintiera. Al principio paso su nariz por la entrepierna, cosa que hizo que Lys gimiera sonoramente. Siguió con lo suyp, pasando su lengua por los labios mayores y menores, notando su humedad. Lys estaba mojada y lista. Valentina llevo su mano a uno de sus pechos rodeando y pellizcando dulcemente haciendo que se mojara más de lo que ya estaba. Con la otra mano, daba círculos a su dilatado clítoris, descontrolando las caderas de esta .A todo esto lo acompañaba su lengua, que ya estaba loca, lamiéndole el clítoris hasta la entrada de la vagina, y así repetitivamente. Lys estaba fuera de sí. Se movía intentado sentir más, lanzaba gemidos cada vez más audibles. Giraba su cabeza de un lado a otro, frunciendo el ceño y agarrando las sabanas, intentando aferrarse a algo por ese mundo de placer que estaba sintiendo por primera vez. Un calor empezó a surgir en su entrepierna, sabía que venía y Valentina, que también era consciente de ello, aceleró el ritmo de sus caricias. Unos movimientos más y Lys sintió como si estallara algo allí y se expandiera por todo su cuerpo, haciendo que arquera su espalda y lanzará un gemido al techo. Gemido que duro 16 segundos pero para ella una eternidad. Valentina le dio un beso para que fuera relajándose y Lys se recostó en su pecho aun jadeando.

- Nunca… me había sentido así… con nadie… Ha sido fantástico

-          Yo tampoco

- ¿En serio? Pero tú eres lesbiana.

-          Sí pero quiero decir nada tan… intenso.

- Creo que me podría enamorar de ti, Valentina – dijo en un leve murmuro antes de quedarse dormida.

Antes de que Valentina pudiera responder, Lys se había quedado dormida. Estuvo dándole vueltas toda la noche, intentando resumir esas cortas 3 semanas desde que la conoció y todos los sentimientos que había suscitado en ella. Después de unos largos minutos, el sueño la venció.

Lys se despertó con una agradable sensación en el cuerpo y el olor a tostada y café recién hecho. Valentina no estaba con ella. Cogió una camisa ancha de hombre y fue al comedor. Vio a  Valentina preparando el desayuno en bragas y sujetador. Fue una escena que la enterneció mucho y sin darle a ella tiempo de darle los buenos días, la sorprendió por detrás y le estampó un beso.

- Buenos días a ti también amor.

-          ¿Qué es eso? Mmm… Huele genial

- Son tostadas y café. Tu cocina es rarísima, me ha costado encontrarlo.

-          Lo siento, seguro que te irás acostumbrando.

- ¿Acostumbrar, eh?

-          Jajaja, sí cariño

Las dos se sentaron a desayunar dándose besos fugaces y riéndose tontamente, como si se conocieran de toda la vida.

- El desayuno estaba delicioso Valentina.

-          Muchas gracias, no es nada. Lys, he de irme a trabajar, te llamaré.

Eso decepcionó un poco a Lys, esperaba poder pasar el resto del día con ella, pero ya llamaría a Mary.  Intercambiaron los teléfonos y se besaron antes de que Valentina se fuera.

- La echare de menos, señorita Chevalier

-          Yo también lo haré, señorita polifacética.


Las empresas italianas Torelli eran famosas por su exportación e importación de metales en todo el mundo. También era grandes inversores en inmuebles. Obviamente, su riqueza y empresa  solo era conocida por aquellos interesados en lo que vendían.  El padre de Valentina, Gabriel Torelli, era el dueño, empresa que había heredado de su abuelo, y este de su abuelo. Su próxima sucesora, era Valentina.

-          Padre, ¿querías verme?

-          Sí querida, en media hora tienes una reunión con el hijo de Gianchino.

-          No lo estarás pensando otra vez, ¿verdad padre?

-          ¡Por supuesto que lo estoy haciendo! ¿O quieres que la empresa a la que tu familia ha dedicado tanto esfuerzo quiebre?

-          No, pero eso no debería intervenir en mi vida privada y en mi futuro. No volvamos a discutir sobre esto padre, ya sabes que soy firme en mi decisión.

-          Este tema no quedará impune. Pero ahora lo serio, ¿hiciste lo que te pedí?

-          Si te refieres así hable con la agente del FBI, la señorita Chevalier, lo hice. Y sigo sin entender porque tanto interés en una agente federal de fraudes.

-          No me importa que lo entiendas, quiero que averigües que está buscando de nuestra empresa.

-          Pero padre,

-          ¡Harás lo que yo te diga!

-          Como quieras.

Otra vez la misma historia. Pero no iba a hacer caso a su padre. Se empeñaba de sobremanera en que los agentes del FBI estaban detrás de una investigación. Y aunque así fuera, ¿a ella en que le incumbía? Le preguntaría sobre eso a Lys; se lo diría a su padre y luego le pediría ser su novia. Abrió su móvil y le envió un mensaje. No había pasado ni un día y ya la echaba de menos. El SMS decía:

“Creo que yo también me estoy enamorando de ti”


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