Sedúceme.

¿Así que eres una mujer polifacética, no? Pues enséñame cómo eres, conmigo, en la cama entre las sabanas.

Varan este es mi primer relato y espero sinceramente que les guste. Para contactar conmigo les dejo el link del correo abajo del capítulo. Gracias.

Sedúceme. Capítulo 1.

El leve sonido tenue del bajo inundaba los sentidos de Valentina, quien, sentada en la barra tomándose un Martini, observaba con ojos depredadores a la chica que acababa de entrar e iba donde ella estaba. Ojos verde pistacho de mirada profunda en un rostro blanco, pero algo bronceado. Se acercaba a la barra moviendo sus caderas enfundadas en un vestido casual, de colores tropicales y taconeando sus zapatos negros de 10 centímetros que la hacía medir 1’75 metros. Su pelo color miel dorado ondeaba hipnotizando a todo aquel que lo viese mientras lanzaba una mirada pícara a Valentina y sentándose y dándole la orden al bartender.

- Un vodka de arándanos, por favor.

¿Quién sería esa mujer? Se preguntaba Valentina. Una mujer de tanta clase y hermosa, ¿Qué hacía allí sola a las diez de la noche? Después de un rato verla esperar a que le trajeran la bebida decidió hablarle.

-          Extraña elección, ¿no crees?

- Puede pero por algo la he elegido, Lys Chevalier, encantada  - Dijo tendiéndole la mano la nueva inquilina del bar. Mano que Valentina, gustosamente no solo se la tendió sino que le dio un beso suave mirándola fijamente.

-          Encantada Lys.

- ¿Y tú eres…?

-          Me llamo Valentina Toralle. Y dime Lys, ¿Qué hace una chica como tú, hermosa y guapa, sola a estas horas? – Decía Valentina con su voz más seductora, rozando “accidentalmente” sus manos.

- Pues yo…

Toda su seguridad había desaparecido al verse envuelta en esa imponente mujer seductora. Los ojos azules de Valentina la miraban divertidamente y en sus carnosos labios una sonrisa pervertida se dibujaba que resaltaba sus hoyuelos y el rubor natural de sus mejillas que contrastaba con su blanca piel y su pelo negro caoba.

-          ¿Tú…?

- Pues mmm… me gusta venir aquí, me trae viejos recuerdos. ¿Y tú? ¿Qué hace una mujer tan despampanan… quiero decir encantadora… quiero decir agradable…. ejem… aquí y sola? No quiero decir que estés sola sino mmm… no sé, es que eres tan guapa y estás aquí, sola.

¿Se estaba escuchando a ella misma? ¿Le estaba coqueteando a una mujer? ¿Des de cuando le gustaban acaso? Aunque como no estar confusa con una mujer tan guapa y sexy. Le daban ganas de besar esos labios por horas y tenerla bajo su piel y hacerla gemir. Espera, ¿pero que estaba pensando? Si se acababan de conocer. Su enjambre de pensamientos fue interrumpido por una risa. Más bien risa una dulce melodía que salía de los labios de Valentina, divertida por el nerviosismo de su acompañante.

-          Pues esta mujer tan despampanante como afirmas, está aquí sola porqué solo quería un momento para ella y sus reflexiones. Y también, quizás, encontrar la compañía de una hermosa mujer.

Lys notó una mano acariciando su muslo muy, pero muy deliberadamente. Valentina bebía de su Martini lamiendo el borde de la copa penetrándola con su mirada azul. Tocando pero no tocando, insinuando pero no haciéndolo. ¿Y su respiración? Exageradamente agitada. No sabía si quería continuar o no. Pero, ¿qué diantres? Claro, aunque su confusión fuera máxima.

- ¿Qué… qué haces Valentina? Esto no está  bien.

-          ¿Por qué no está bien? ¿No te gusta? Por qué puedo parar, si quieres.

- Pero no nos conocemos y tú eres una mujer y yo… yo… ¡ah!

Justo en ese momento Valentina había empezado a acariciar encima de las medias de Lys su feminidad, notando su humedad cada vez sus dedos tocaban sus pantys y ella soltando un discreto gemido. Pero su libido se esfumó al notar como Lys quitaba su mano de ese volcán de tentaciones. Y al subir la mirada se encontró con unos ojos verdes deseosos y a la vez, molestos. Pero ella, en vez de estar asustada o avergonzada, se encontraba juguetona con la situación.

- ¿Se puede saber que ha sido eso? ¿Pero qué te crees que soy?

-          ¿Pero para que molestarse? Actuamos por deseo. ¿A quién hacemos daño? A nadie.

- ¿Te das cuenta de que yo no quiero esto?

-          ¿Estás segura? Porqué tu cuerpo no me decía lo mismo

Lys estaba alucinando. ¿Quién se había creído que era? Aunque había que admitir que la estaba poniendo muy pero que muy caliente. Aun así, la ofendía de sobremanera que creyera que era una mujer fácil así que no se iba a dejar seducir tan a la ligera.

- ¿Pero tú qué clase de mujer te has creído que eres?

-          Bueno, eso depende del día. Hoy soy una extraña en un bar admirando la belleza de una joven, esta noche quizá una amante en las sabanas y mañana la que te haga tortitas con miel y café con leche para desayunar y luego te haga el amor en la ducha.

La cara de Lys era un auténtico poema: ojos abiertos como platos, mejillas rojas más no poder y respiración, de repente, agitada.  Su proposición no podía ser más indiscreta y sensual, pero había que admitir que la había excitado sobrenaturalmente. Pero Lys no era una mujer tan fácil de llevar a la cama así que lejos de tirarle su Martini a la cara, decidió jugar un poco con ella.

- ¿Así que eres una mujer polifacética, no? Pues enséñame cómo eres, conmigo, en la cama entre las sabanas.

Valentina no reconocía esta versión de una Lys fiera y buscona. Pero le gustaba, y vaya si le gustaba. Lys la agarró sorpresivamente de la mano y, dejando un billete en la mesa le susurro en el oído.

-          Esta noche no vas a dormir amor.

Y  después le arranco un gemido cuando le mordió el cuello dejando un pequeño morantón. La arrastró por la calle entre tocamientos descarados pero eso si, sin besarse. Ninguna de las dos quería ceder en este juego. Entre caricias fugaces llegaron al hotel en el que se hospedaba Valentina y en el ascensor, ninguna resistió. Como si estuvieran sincronizadas, las dos mujeres se atrajeron como imanes. Los labios de Lys se amoldaban en una suave caricia a los de Valentina quién ya había perdido su cordura. El beso se hacía más intenso, apasionado, aprisionando a ambas en un estado de embriaguez. Si, embriaguez de placer. Antes de que se dieran cuenta, el ascensor había llegado al piso dieciocho. Algo más calmadas pero sin separarse, se metieron en la suite con unas ansias tremendas, pero Valentina que quería prolongarlo y hacerlo más placentero, llamó al servicio de habitaciones ordenando una botella de champan.

- ¿Champán? Está usted llena de sorpresas señorita Toralle.

-          Y no sabes las que te esperan.

Ella se abalanzó sobre Lys despreviniendola con un beso feroz lleno de deseo y cargado de lujuria. Pidió permiso para introducir su lengua y ella aceptó, empezando una batalla de sensualidad entre lenguas, saboreándose mutuamente y queriendo más. Se recostaron en la cama luchando por ver quien quedaba encima. Las manos de las dos estaban descontroladas y Valentina, quien creía tener el control se vio sorprendida cuando Lys la giró quedando ella encima. Ahora tenía el control y no lo iba a perder. Puso una rodilla entre sus piernas y recostándose empezó a lamer y succionar todo el cuello de Valentina. Estaba fuera de sí, sintiendo las manos de Lys recorrer todo su cuerpo aun las dos vestidas, pero eso iba a durar poco. Lys le quitó la blusa bruscamente y el pantalón, dejándola en ropa interior de encaje negro, imagen que la excito aún más. Pero ella aún estaba vestida. Se quitó el vestido pero se dejó la ropa interior. Siguieron besándose desenfrenadamente y Lys empezó un vaivén con su rodilla rozando la intimidad de ella, arrancándole gemidos audibles y suspiros. Aceleró el ritmo mientras le besaba el nacimiento de sus apetitosos senos entre el sujetador. Valentina creía que no podía más hasta que empezó a notar que un calor surgía en su entrepierna. Sabía que iba a correrse.

-          Lys… me… vengo… ¡ah!

Y Lys paró en seco, dejándola al borde del orgasmo basado en pura excitación y rozamientos inocentes. Había sonado el timbre.

- Voy a ver quién es, ahora vuelvo.

Y la dejó allí, deseosa de más y con cara frustrada al ver que su amante la había dejado con todas las ganas. Estaba a punto de acabar lo que Lys había empezado cuando la vio volviendo con una botella de champan.

-          ¿No va a volver a la cama? Tiene asuntos pendientes señorita Chevalier.

No contestó, pero Valentina pudo ver como Lys cogía su vestido del suelo y se lo ponía, dejando ver su cabello rubio ondearse.

-          Lys, ¿Dónde vas? ¿He hecho algo mal?

- Yo también soy una mujer polifacética y la próxima vez, no seas tan descarada que no soy tan fácil. Nos volveremos a ver, Valentina.

Y dejándola con la palabra en la boca y el desconcierto, se fue. Torelli estaba confundida. ¿Qué había pasado? Lo estaba disfrutando tanto y ella también, aparentemente. ¿Quién era realmente ella? ¿Por qué se había marchado? ¿Era por su perversión en el bar? Y creía que ella era la directa cuando en realidad solo la había manipulado. Todas esas dudas la mantuvieron en vela toda la noche hasta que no pudo más, y se rindió en los brazos de Morfeo.

Por otro lado, al salir de la suite Lys se sintió muy culpable. Había algo en esa mujer que hacía querer verla a todas horas y sentir su piel. Pero evadió esos pensamientos diciéndose que el trabajo es trabajo, y justo cuando iba a salir de la portería del hotel recibió una llamada.

-          ¿Agente del FBI Chevalier?

- Sí señor, Lys al habla.

-          ¿Cómo ha ido la operación? ¿Ha conseguido extraer la información del sujeto sobre su familia?

- No, ella es muy desconfiada. Lo he intentado.

-          Está bien. Tienes 1 mes y quiero resultados. El lunes a primera hora quiero el informe, y no la pierda de vista.

- Así será. Chiao.

Esto va a ser más complicado de lo que imaginaba. No puedo enamorarme de ella. Se dijo para ella misma


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