Sedientos de sangre 8

Rufus tiene una misión para Bitterkeit... ¿De qué se trata? ¿Será capaz de infiltrarse en el vaticano y cumplir su misión o... Se lo impedirá un viejo amigo...? No se lo pierdan

Cuánto tiempo… Sentimos este parón forzado, pero ahora vamos a lo que vamos… Este capítulo será de Bitterkeit y Verrat, el próximo de Leben y Tod y el siguiente de Kilian y Rufus, y entraremos en parón hasta que el autor tenga más tiempo para escribir, pero no os preocupéis… ¡Lo dejaremos todo concluso! Aquí tenéis el mensaje del autor:

Escribir es un hobby que me llena… Pero claro, encontrar tiempo para un hobby no es fácil… Y menos para un hombre con tantos hobbies como yo… Así que me preocupa decepcionaros, pero no os preocupéis, siempre que pueda… Estaré por aquí.

Si queréis, podéis comentar a través de email a la dirección de correo:

latumbadelenterrador@gmail.com

o por twitter:

@Enterradorelato

Y ahora, os dejo con el relato, ¡disfrutadlo! Si no… El autor nos pega…

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El invierno seguía vigente en Prusia… Hoy era un día especial para dos jóvenes, el pequeño Verrat iba a enseñar a Lieveboll a robar. Puede parecer que aquello era un acto deleznable, pero no… Aquellos jóvenes eran huérfanos, no tenían dinero, robar era su única opción para sobrevivir…

-Bien, escúchame, Lieveboll-dijo Verrat agarrándole de la mano-Yo cogeré una barra de pan delante de las narices del dependiente, y cuando salga a perseguirme, ¡robas todo lo que puedas! ¿Entiendes?

-C-creo que sí…-dijo Bitterkeit nervioso.

-Eh…-dijo Verrat mirándole con una sonrisa-No te pasará nada malo, no estés nervioso. Tu hermanito está aquí para salvarte.

El joven Lieveboll se sonrojó ante lo que le dijo Verrat, y asintió. Su situación había sido extrema desde que fue abandonado, pero Verrat le había cuidado y había robado comida para él. Aunque ya era hora de que el joven Lieveboll ayudara a su “hermano mayor”. Debía aprender a sobrevivir…

-Bien… ¿Preparado?-dijo Verrat soltándole la mano.

-S-si…-dijo Lieveboll decidido.

-Nos vemos en el sitio de siempre…-dijo al echar a correr.

Verrat echó a correr y robó el pan, el tendero salió corriendo tras él dejando la tienda sin vigilancia. Lo que el pobre necio no sabía era que el pequeño Lieveboll iba a robarle todo lo que pudiera… Cuando tenía todo lo que podía llevar encima echó a correr sin mirar atrás… Todo el mundo cuchicheaba, pero a él no le importaba… Sabía que la única persona que a él realmente le importaba no le iba a juzgar… Su hermano…

Llegó al sitio acordado, el sitio donde vivían, era un callejón de los barrios bajos. Dormían entre varias cajas, y él fue directo a ellas, cuando llegó vio que Verrat ya estaba dentro. Su expresión fue de espanto en cuanto vio el estado en el que estaba. Su cara estaba llena de moratones, su cuerpo estaba magullado y tenía varios cortes.

-¡Verrat!-gritó Lieveboll.

-Lieveboll…-dijo sonriendo cansado-Lo has hecho muy bien…

-¡¿Q-qué te ha pasado?!-dijo Lieveboll asustado.

-Hay veces… Querido hermanito, en que los golpes no salen bien…-dijo recostándose dolorido.

-¡Hay que llamar a un médico!-gritó Lieveboll.

-Pff… Mírate… Pareces un niña rica… Asustada y llamando a un médico… Jajajaja-dijo riéndose.

-¡Idiota! ¡Esto es serio!-gritó Lieveboll enfadado y llorando.

-Nadie querrá atender a unos huérfanos…-dijo acariciando las mejillas de Lieveboll para limpiarle las lágrimas.

-P-pero…-dijo llorando aún más.

-Shh…-dijo limpiándole las lágrimas-Cena de una vez…

-¿Y-y tú?-dijo preocupado.

-No tengo hambre…-dijo Verrat tumbándose entre las cajas.

-¡Pues si tú no comes yo tampoco comeré!-gritó Lieveboll.

-Idiota… Está bien… No soy tu madre, así que no te obligaré a comer…-dijo encogiéndose de hombros.

Lieveboll se sentó al lado de Verrat, mirándolo mientras éste intentaba dormir… Verrat esbozó una sonrisa.

-Oye… ¿Me harías un favor?-dijo mirando a Lieveboll.

-¡Por supuesto!-dijo decidido el otro chico.

-Túmbate a mi lado…-sonrió.

Lieveboll se puso colorado de nuevo, pero no se negó. Sin dar una sola respuesta, se tumbó al lado de su hermano, éste le rodeó con el brazo y le susurró al oído.

-Buenas noches, hermanito… Eres un buen chico, estoy orgulloso de ti…

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Sedientos de sangre

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Un relato del Enterrador

Sediento de odio

Capítulo VIII: El odio al ataque

Después de aquello dormí toda la noche en el bosque… Como si fuera un perro… Si hubiera sido cualquier otro el que me lo hubiera ordenado, estaría muerto, pero al ser Rufus me callé, y acepté las órdenes. Le debo mucho por todo lo que hizo por mí cuando nos encontró a mí y a… Tsk… El caso es que esa mañana Rufus vino a recogerme al bosque. Dormía plácidamente sobre la rama de un árbol y…

-¡¡¡DESPIERTA!!!-gritó dándole una patada de karate al árbol.

La rama se zarandeó y yo caí rápidamente al suelo, cubriéndome entero por la nieve.

-¿¿¿¡¡¡QUÉ COJONES!!!???-grité de mal humor.

-¿Algo que decir?-dijo Rufus con cara de malas pulgas.

-Rufus…-dije emocionado.

-Quiero hablar contigo, acompáñame…-dijo yendo en dirección al castillo.

¡Sé lo que estaréis pensando! “Perro faldero….” ¡¡¡¡PUES NOOOO!!!! Rufus fue mi salvador y por tanto debo ser respetuoso con él… Aunque he de admitir que estaba enamorado de él…

-¿Qué puedo hacer por ti, Rufus?-dije cuando ya estábamos en el salón.

-La guerra está a punto de estallar… Quiero que vayas al vaticano y mates a Verrat…-dijo seriamente.

-¡¿Que mate a Verrat!?-dije nervioso.

-Siempre estás hablando de hacerle pagar su traición… ¿Ahora te rajas?-dijo mirándome con una ceja levantada.

-¡POR SUPUESTO QUE NO! P-pero…-dije rojo.

En ese momento apareció Kilian con ese estúpido murciélago en una jaula… Su cara parecía decir: el vampiro que me había intentado matar el día anterior… Bitelchús.

-¡¡¡Bitterkeit!!!-grité.

-¡¿Cómo sabes lo que estaba pensando?!-dijo alterado.

-Tienes una cara muy expresiva… Es muy fácil saber lo que piensas…-dije frunciendo el ceño.

-¿Ah, sí?-dijo extrañado-¡Agh! ¡Eso ahora no importa! ¡¡¡Rufus, por favor, libéralo!!! ¡Se va a morir!

-Ah, cierto… Como era algo tan insignificante, me olvidé de la rata con alas-dijo tranquilamente.

Puso su dedo en el candado de la jaula y la jaula se abrió. Kilian sujetó a Batdark entre sus brazos y comenzó a llorar.

-¡¡¡Batdark, despierta por Dios!!!-dijo asustado.

-Exagerado…-dijo Rufus entredientes.

-¡Tú te callas! ¡Todo es culpa tuya!-dijo enfadado.

-A-agua…-dijo Batdark casi sin respiración.

-¡¿Dónde hay agua, Rufus!?-dijo Kilian alterado.

-Supongo que en la cocina…-dijo sin muchas ganas.

Corrió hacia la cocina toda velocidad y nos dejó allí hablando.

-Como te iba diciendo, Bitterkeit, es una orden sencilla e inamovible… ¡Quiero que lo mates! Hasta ahora no pensaba hacerle daño porque era uno de los nuestros hasta hace poco… Pero definitivamente nos ha traicionado…-dijo Rufus pensativo.

-Está bien… Haré lo que me ordenes-dije agarrando mi cruz del cuello.

-Parte ahora mismo-dijo tranquilo-y llegarás antes del anochece….¡EEEER!

Un temblor inundó todo el castillo, parecía como si una fuerza oscura se hubiese alzado…

-Ya ha empezado, perfecto…-susurró Rufus-¡Vete tranquilo, yo me ocupo!

Lo vi alejarse a la cocina, confiaba en él, no había de qué preocuparse, así que partí en dirección al vaticano…

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Otra mañana aburrida comenzaba en la tan “gloriosa” ciudad del vaticano… La verdad es que ese sitio me asqueaba… Pero tenía que vivir allí… Bajé a desayunar tranquilamente, y cuando llegué el sitio estaba totalmente desierto. Una sonrisa se dibujó en mi rostro.

-Ah… Paz y tranquilidad…-dije yendo a sentarme en la mesa.

-¡¡¡Verraaaaaaaaaaaaaaat!!!-oí un grito.

-Mierda… Ella no…-dije frunciendo el ceño.

Apareció ante mí Nutte, la monja superiora caza-vampiros. Tenía mi misma edad, y también estaba en entrenamiento, y … Aunque no me guste recordarlo… Estaba pillada por mí…

-¡Verrat, amor mío!-gritó abrazándose a mí.

-¡¿Es que en este sitio no se puede desayunar tranquilo!?-grité enfadado.

-Oh… Siempre tan frío… ME ENCANTAAAA-dijo abrazándome más fuerte.

-Lárgate de mi vista, ramera-dije de malas pulgas.

-Que mono te pones cuando te enfadas…-dijo sonriendo apartándose de mí.

-Lo que tú digas…-dije metiéndome la tostada en la boca.

-Eres tan galán cuando vienes en mitad de la noche a mis aposentos y hacemos el amor salvajemente…-dijo soñadora.

-Solo te utilizo para desfogarme… No te emociones, ya sabes que yo solo quiero a una persona-dije comiendo.

-¡Eso es mentira! ¡Porque nunca dices nada de ella!-gritó enfadada.

-¿Ella? Je… Quizás tengas razón… Pero ahora mismo no quiero desfogarme, así que… ¡Aire!-dije moviendo la mano.

-¡Amo cuando me dices esas cosas tan bonitas!-dijo abrazándome de nuevo.

La empujé bruscamente y salí de la cocina sin haber terminado de desayunar. Esa mujer me irritaba, no quería aguantarla más…

-¡Adiós, cariño! ¡Ven a visitarme pronto!-gritó desde la distancia.

Me irritaba, me irritaba… ¡Me irritaba! Fui a mi habitación a esperar órdenes… Lo que no sabía… Era que aquella misma noche… Me iba a divertir de lo lindo…

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Llegué al vaticano antes del anochecer, tal como me indicó Rufus. Debía infiltrarme, matar a Verrat y salir lo antes posible sin ser descubierto. Tal y como aprendí cuando era niño, la mejor forma de infiltración es la distracción… Debía usar algo que distrajera a los guardias mientras yo entraba.

Yo no solía ser el inteligente, la mente pensante, por lo que me costó decidirme… Pero al final se me ocurrió una idea… Solté justo al lado del edificio a una cabra con tres seises grabados en el lomo a fuego. Los guardias, al verla, corrieron tras ella. No me fue difícil conseguirla… Se la robé a un gitano en la ciudad…

Entré en el edificio sin más dilación y maté a todos los guardias que me encontré. Llegué a las habitaciones, en cada una ponía un número. Y yo no sabía cuál era la de Verrat…

-En fin… Las abriré y mataré a todo el que me vaya encontrando…-dije para mí mismo.

Golpeé la primer puerta de una patada y dentro había un chico con la sotana subida masturbándose mirando una foto del papa.

-..............-me quedé blanco.

-Si… Si tú no has visto nada, y-yo no he visto nada…-dijo nervioso.

Cerré la puerta tras de mí y, de repente, desde atrás, me agarraron y me taparon la boca.

-¡¿Mmm?!-dije con la boca tapada.

-Shhh…-dijo mi atacante-Creía que nunca vendrías a buscarme… Lie-ve-boll…

¡Era él! ¡Me había atrapado! Rápidamente me solté de su agarre y quedé frente a frente con él.

-¡Te voy a matar, cara-rábano!-grité cabreado.

-Aquí llamaremos la atención…-dijo sonriendo-Mejor vamos a mi cuarto, sígueme.

Echó a andar y yo me quedé extrañado. ¿Sería una trampa? Ese hijo de puta podría estar jugándomela, pero no tenía forma de saberlo, así que no me quedó otra que ir tras él… Hasta que llegamos a un cuarto que ponía 632.

-¿Sabes? Me siento como si estuviera trayendo a una novia a escondidas a casa de mis padres…-dijo riéndose.

-¡¡¡Cállate!!!-dije sonrojándome.

Abrió la puerta y entré en su habitación. Todo estaba completamente ordenado y en su sitio. Una cama en el centro, con una cruz encima, a la izquierda un escritorio, y a la derecha una estantería con libros.

-¿Qué pasa, te sorprende?-dijo entrando tras de mí.

-Yo… No he dicho nada…-dije malhumorado.

-Seguro que tu habitación está hecha una leonera… ¿Me equivoco?-dijo levantando una ceja.

-¡¡¡Mentira!!! ¡¡¡MI HABITACIÓN ESTÁ MUCHO MÁS ORDENADA QUE LA TUYA!!!-grité furioso.

-¿Te cambias de calzoncillos todos los días como te enseñé?-dijo sonriendo.

-¡¡¡IDIOTA!!! ¡CALLA DE UNA VEZ Y EMPECEMOS A PELEAR!-grité de nuevo sonrojado.

-Estoy preocupado por ti, hermanito…-dijo fingiendo estar triste-¿Es que ya no me quieres?

-¡¡¡YO JAMÁS QUERRÍA A UN TRAIDOR!!!-dije fuera de mí.

-Shh… No grites-dijo serio-Es molesto.

De repente, noté cómo mi corazón se encogía, y no sabía por qué… Él me sonrió y se acercó a mí.

-Quizás el traidor no fui yo, Lie-ve-boll…-dijo susurrándome al oído.

-¡¡¡QUE NO ME LLAMES ASÍ!!!-grité furioso.

-Tsk… No lo entiendes, ¿verdad?-dijo serio de nuevo.

-Tú… Traicionaste a Rufus… A los vampiros… Y a mí…-dije con los ojos llorosos.

-Así fue…-dijo cruzándose de brazos.

-¡¿Por qué, Verrat!?-dije agarrándole de la solapa de su camisa-¡¡¡¿¿¿POR QUÉ!!!??? ¡¡¡¿¿¿POR QUÉ ME TRAICIONASTE!!!???

Ni siquiera me di cuenta en aquel momento… Pero estaba llorando… Llorando como nunca había llorado. Ni siquiera el día que mis padres me abandonaron lloré tanto… Todo ese tiempo… ¿Había estado aguantando ese dolor?

Él no dijo nada… Simplemente se acercó a mí y me cogió de la barbilla, sus ojos se encontraron con los míos, y después… Me besó… No sé por qué, pero aquel beso… No lo rechacé… Es más, cuando metió su lengua, yo también metí la mía. Las lágrimas seguían corriendo por mis mejillas, me sentía como en un sueño, un sueño del que no quería despertar…

Cuando se separó, hubo un silencio… Pero a los pocos segundos, reaccioné.

-¿Qué? ¿Quéee? ¡¿QUÉEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!?-dije confundido.

-Es que como te comportabas como una mujer, te he tratado como tal…-dijo sonriendo.

-¡¡¡TE ODIO, TE ODIO, TE ODIO, TE ODIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!-grité totalmente fuera de mí.

Saqué mi cruz dispuesto a pelear, pero justo cuando lo hice tocaron a la puerta.

-¿Verrat?-se oyó una voz-¿Estás bien? Hemos oído ruidos…

-Mierda…-dije nervioso.

-No es nada, chicos, es solo que estoy con mi novia-dijo tranquilamente.

-Tsk…-dije por lo bajo.

-¡¿En serio?!-dijo el tipo de la puerta exaltado-¿Podemos conocerla?

En ese momento se acercó a mí y me rodeó con su brazo.

-Ni de broma-dijo mirándome a los ojos y sonriendo-Ella es solo mía. No dejaré que nadie se acerque.

-Aburrido…-dijo el de la puerta.

Se oyeron pasos, ese tipo se había ido… Ahora era el momento de matarlo… De hacerle pagar por sus crímenes… De hacerle pagar el dolor que me ha… Que nos ha causado a todos. Corrí con mi cruz dispuesto a hincársela en la cabeza.

Todo pasó en una milésima de segundo, salté y levanté la cruz, pero al ver su cara no lo vi a él… Vi a aquel niño que me salvó… Que me crió como a un hermano y que me dio cariño cuando tanto lo necesitaba… Y… Perdí el equilibrio, cayendo al suelo…

-¡Aaaaaagh!-grité dolorido.

-Lieveboll…-dijo sonriendo-¿Por qué no has podido matarme? ¿Es que acaso te da cosa hacerle eso a tu hermanito?

-¡Vete a cagar!-grité cabreado.

En ese momento se oyeron unas campanas… Yo me asusté y Verrat frunció el ceño.

-Tsk… Lieveboll… ¿Tú confías en mí?-dijo serio.

-¡¡¡POR SUPUESTO QUE NO!!!-dije molesto.

-Pues esa era la alarma, saben que estás aquí… Y sin mi ayuda, dudo que puedas salir…-dijo con una sonrisa de superioridad.

-Tsk… ¡No necesito tu ayuda!-dije abriendo la puerta y saliendo al pasillo.

-Este chico es tonto…-dijo para sí Verrat.

Corrí por los pasillos y me encontré con un grupo de guardias con ajos en las manos, putas leyendas urbanas… A los vampiros no les afectan los ojos… ¡Pero yo soy alérgico!

-¡Pare inmediatamente!-dijo uno de los guardias.

-¡Vete a la mierda!-dije saltando por encima de ellos.

En ese momento uno me lanzó un ajo a la cabeza y caí redondo al suelo…

-¿Está muerto?-oí decir a uno de los guardias mientras me quedaba inconsciente.

-¡Apartaos, mequetrefes! Este es mío…-oí una voz familiar.

-¡P-pero señor Verrat...!-dijo el guardia.

-Dadle un poco de agua, a ver si se le pasa el ataque alérgico… Y llevadlo a las mazmorras… Me voy a divertir con él…-fue lo último que oí, y después… Me desmayé.

CONTINUARÁ…

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Eso ha sido todo por hoy, ya sabéis el próximo de Tod y Leben, que ya toca. Queda poco para que entremos en parón, pero antes de volver a publicar, habrá un episodio especial que recapitulará un poco, por si os habéis olvidado. Y ahora, el autor quiere decir algo.

La verdad es que estos dos me encantan, creo que nunca había disfrutado tanto de la personalidad de dos personajes… Pero claro, estoy viendo que esta fórmula de hacer varias parejas funciona mejor, ya que la historia se hace pesada y larga si es siempre lo mismo. Espero poder publicar pronto de nuevo, aunque el día no lo sé.

OS SALUDA

EL ENTERRADOR

Y ahora amigos, nos despedimos, pero recordad, seguiremos aquí… Sedientos de sangre…