Sedientos de sangre 3
Cuando la vida de una persona llega a su final, alguien debe recoger su alma, alguien debe asegurarse de que ha muerto para evitar la superpoblación, alguien odiado, pero al que no le importe serlo.
Bienvenidos a la tercera entrega de sedientos de sangre, soy Batdark y os presentaré el relato, si, sé que antes no había presentador, pero el autor ha decidido aplicar el mismo esquema a Sedientos de sangre que a ¿Amor o Maldición? Antes de empezar, el autor, o como lo llamamos todos gracias a Kitty, Enterry-terry, quiere decir algo:
Hoy empezaré con la segunda pareja, quería que fueran tres, pero realmente sólo tenía ideas para dos, aunque la segunda que tenía en mente todavía no la puedo presentar por temas de historia, ya sabéis… Así que he pensado usar una pareja que tenía pensada para otro relato… Solo he tenido que vampirizarlo un poco. Espero que os guste.
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Bueno, os dejo con el relato, ¡hasta luego!
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Cuando la vida de una persona llega a su final, alguien debe recoger su alma, alguien debe asegurarse de que ha muerto para evitar la superpoblación, alguien odiado, pero al que no le importe serlo. Así es, hablo de la muerte.
Desde el principio de los tiempos el ser humano, y el resto de los seres vivos, se ha marchitado al llegar un momento de su vida, ¿por qué? ¿Por qué debemos morir? Muchos se preguntan el sentido de la vida, pero… ¿y el de la muerte? Nadie lo sabe, ni siquiera la propia muerte… Es un ser carente de emociones que solo busca recolectar almas, pero… ¿y si os dijera que la muerte es en realidad un vampiro….?
El pequeño Nicolás estaba jugando solo en la calle en mitad de la noche, se había enfadado con sus padres y no quería ir a casa… ¿Por qué un niño de 6 años no podía ser independiente para huir de casa? pensaba él. Mientras jugaba con un palo se acercó a lo alto de un saliente, el niño no lo sabía, pero el frío aliento de la muerte ya estaba en su nuca…
El niño seguía con sus fantasías como si nada, divirtiéndose, porque solo era un niño… No pasaría nada, después de todo, estaba a salvo de sus mayores enemigos, sus padres. El susodicho tropezó con el saliente y cayó desde una altura de 60 metros. Mientras caía, lloraba, lloraba y llamaba a su padre y a su madre, quería estar con ellos, los perdonaba por haberle roto su muñeco, en ese momento se dio cuenta de que su inmadurez le impidió darse cuenta de lo idiota que era. Pero era tarde.
Nicolás Stratgor murió el 27 de agosto de 1746 a los 6 años. Se reventó la cabeza contra el suelo, pero algo raro pasaba, Nicolás no estaba muerto, podía ver y sentir dolor, pero no podía moverse. Una figura se acercó a él en la oscuridad, cuando estaba a su lado, pudo ver con claridad a un hombre con el pelo largo y con la piel muy pálida que estaba iluminado, el hombre abrió sus alas de color negro y se agachó, cogió al niño de la barbilla y sin mediar una palabra, lo besó.
Nicolás sentía cómo el dolor desapareció, y con él, su alma. Estaba muerto. El hombre se levantó y dejó al niño en el suelo, después, emprendió el vuelo.
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Sedientos de sangre
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Un relato del Enterrador
Sediento de almas
Capítulo III: El aliento gélido de la muerte
Dicen que el día que nacieron los vampiros, algo extraño sucedió en la tierra, aunque yo nunca he sabido el qué, ni me ha importado. El caso es que cuando nacieron los vampiros no nació una raza de ellos y ya está… Hay muchos tipos de vampiros, los más comunes son los recolectores, que se encargan, como su nombre indica, de recolectar sangre, los vampiros ajileros, que aborrecen el ajo y que solo pueden tomar sangre de una sola persona determinada, y muchos otros tipos más que no merece la pena recordar.
Yo nací como recolector, pero un día, un poder misterioso me otorgó un poder que ni yo mismo podía imaginar, creía que sería divertido, pero no lo fue, yo sería capaz de acabar con las vidas de las personas, algo que hasta entonces no existía, apareció, así nací yo, la muerte. Estoy seguro de que pensaréis que estoy loco, y lo estaba cuando acepté.
A cambio de ese poder, se llevaron mis emociones y me impusieron la inmortalidad, cosa que antes, como os he contado, tenía todo el mundo. Mi única forma de alimentarme era recolectando las almas de los seres vivos, si no me alimentaba empezaba a sentir dolores insoportables para cualquier ser humano, quien me dio este poder quería que matara.
Cuando mueres tu alma se queda en tu cuerpo y yo soy el encargado de recogerla, pero hasta que yo no la recoja estarás vivo. Si pasa media hora y no he ido buscarte, volverás atrás en el tiempo, y recuperarás tu vida. Pero claro, no suelo dejar que eso ocurra.
Cuando los vampiros del mundo decidieron esconderse por miedo a que los humanos los mataran decidieron usar mi poder para aumentar el suyo, y hoy en día el poder de los vampiros proviene del 50% de las almas que recolecto, el otro 50 es para alimentarme. A cambio de eso no revelan mi identidad al mundo, aunque nunca he entendido porqué los vampiros no mataron a los humanos con el poder que les daban mis almas… Ellos decían que no querían acabar con los humanos, pero era algo que yo no entendía.
Un día, me tocaba seguir a Leben Ewig, un chico que tenía tuberculosis e iba a morir en dos semanas. Decidí hacerme pasar por un recién llegado al barrio para estar cerca de él cuando muriera… Fui a la posada en la que trabajaba para presentarme. Cuando llegué, estaba limpiando la barra de la taberna que tenía la posada, me senté y levanté el dedo para que viniera.
-¿Qué desea?-dijo él sonriendo.
-Quiero una coca-cola-dije tajantemente.
-¿Una… qué?-preguntó extrañado.
-¿No tienen coca-colas?-pregunté mirándolo fijamente.
-No sé lo qué es eso…-dijo el chico mirándome extrañado.
-Es el nombre que le pondría a una bebida si la inventara…-dije seriamente.
-Entonces es evidente que no la tenemos, porque no existe-dijo el chaval riendo.
-Me llamo Tod schmerzlich y acabo de mudarme al barrio-dije sin mostrar emoción.
-Encantado, yo soy Leben Ewig-dijo el chico dándome la mano con una sonrisa-Ahora en serio, ¿qué quiere?
-Solo he venido a charlar, todo lo que meta en mi boca se convertirá en ceniza…-dije sinceramente.
-Jajaja, qué gracioso es usted… En fin, no veo por qué no podemos charlar-dijo el chico limpiando la barra.
Me quedé toda la tarde charlando con él, no es que me importara lo que me dijera… Pero era mi trabajo, así que tenía que hacerlo, de todas formas, tampoco tenía mucho que hacer, uno de los problemas de la inmortalidad es que te aburres como una ostra…
-Coff… Coff….-tosió el chaval.
-¿Estás bien?-dije fingiendo interés.
-Lo siento, es que creo que estoy un poco resfriado, pero no se preocupe por mí…-dijo disculpándose.
La tuberculosis ya estaba empezando a causar un gran efecto en su organismo. Me estuvo contando su vida, nada que no supiese, tenía 16 años, trabajaba en la posada de sus padres porque su madre estaba muy enferma (lo que no sabía era que él también lo estaba), tenía un perro… Y un montón de chorradas más… Al cabo de un par de horas llegó su padre.
-Hola hijo, ¿cómo va la recaudación?-dijo entrando por la puerta.
-Normal, ni muy bien ni muy mal-dijo el chico-¿Y mamá?
-Dice que se encuentra un poco mejor-dijo el padre sonriendo.
Entonces el padre se giró hacia mí y se me quedó mirando.
-Leben, te he dicho mil veces que no dejes entrar a chusma como esta en la posada-le susurró a su hijo.
-Shhh… ¡Papá!-dijo el niño molesto-Que tenga esas pintas no quiere decir que sea una mala persona.
-¿Ah, no? ¿Cúanto ha consumido?-dijo el padre frunciendo el ceño.
-Nada, dijo que solo quería charlar-dijo el niño preocupado.
-Es de la peor clase, seguro que quería sacarte información para robarnos o algo-dijo el padre mirándome de reojo.
Podía oír todo lo que decían, cosas de vampiros… Pero la verdad es que no me importaba mucho lo que pensaran… Así que simplemente me hacía el tonto mirando el suelo.
-Papá, he estado hablando con él, pero no me ha parecido mala persona-dijo el hijo en el oído del padre.
-Dime una cosa… ¿No parecía no mostrar emociones?-dijo el padre cruzándose de brazos.
-Pues…-dijo el hijo pensativo.
-Y otra cosa… ¿Te ha hablado en algún momento de su vida?-dijo el padre enfadado.
-La verdad es que no…-dijo algo deprimido.
-Ya veo…-añadió el padre.
El padre se acercó a mí con cara de pocos amigos.
-Tú, vagabundo, lárgate de aquí-dijo a mi lado.
-¡Papá!-dijo Leben escandalizado.
No dije nada, simplemente me levanté y caminé hasta la puerta, tal y como el viejo me había pedido. Vosotros pensaréis que debería haberlo matado, pero… Yo no sentía rencor ni estaba enfadado, después de todo, no podía sentir nada. Cuando salí a la calle Leben corrió tras mí.
-¡Espera, Tod… Coff… Coff…!-gritó para llamar mi atención.
Me giré y me quedé mirándole.
-Coff…. Lo siento mucho, coff… Mi padre es idiota, por favor, coff…. Perdónale-dijo cansado por haber corrido tras mí.
Me acerqué a él y posé mi mano en su hombro, entonces él me miró sorprendido.
-No deberías correr estando resfriado-le dije antes de alejarme.
Mientras me alejaba podía notar su mirada clavada en mi nuca, pero no le dí importancia, seguí mi camino y me fui.
Ahora que ya había analizado la situación, sabía que a su padre no le gustaría, pero que podría ir a verle mientras él no estuviese. Una de las habilidades más interesantes que tenemos los vampiros es que podemos hacernos invisibles a nuestra voluntad. Así que si yo no quería, ese tío no me vería.
Al día siguiente me presenté en la posada.
-¿T-tod? ¿Qué haces aquí? Si mi padre te ve…-dijo Leben.
-¿Eso quiere decir que me echas?-dije sin expresión.
-P-por supuesto que no, somos amigos, pero…-dijo un poco nervioso.
¿Amigos? En todos mis años de existencia nadie me había llamado así… Nunca había tenido un “amigo”... Nunca me da tiempo siquiera a fingir una amistad con los que voy a matar… Pero este chico, me conoce de un día y ya me considera su amigo… Qué idiota…
-Bueno… ¿Qué más da? A mí me agrada tu compañía, y eso es todo lo que importa, ¿no?-dijo sonriendo.
-Sin duda-dije sin emoción.
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Los días fueron pasando y yo iba todos los días a ver a Leben, él siempre me contaba cosas de su vida, y yo lo escuchaba, sin añadir nada al respecto. El estado de su enfermedad era cada vez peor. Hasta que llegó el día que a se hizo insostenible…
-Buenos días-dije entrando a la posada.
-Coff… B-buenos días-dijo Leben con una cara que espantaría a los muertos, creedme, sé que de lo que hablo…
-No tienes buena cara…-apunté.
Comenzó a toser, sacó un papel del bolsillo y se lo puso en la boca, se confirmaron mis sospechas, estaba tosiendo sangre.
-Tienes la cara roja… ¿Tienes fiebre?-pregunté sin expresión.
-Coff… Así es, pero tengo que venir a trabajar para ayudar a mi madre, no puedo quedarme en casa por un resfriado…-dijo con la mirada cansada.
-Ha pasado una semana desde que nos conocemos, puedes contarme cualquier cosa, Leben. ¿De verdad estás bien?-dije fingiendo preocupación.
-En serio… No tienes… coff… de qué… preocuparte…-dijo tosiendo.
De repente, y sin previo aviso, entraron varios tipos en la posada, parecían soldados, y no venían de buen humor precisamente…
-¡Hemos venido a buscar a Elend Ewig!-dijo el soldado.
-¿A-a… coff… a mi padre?-dijo sorprendido Leben.
-¿Es usted su hijo? Acompáñenos, también tendremos que interrogarlo a usted-dijo el guardia cogiendo a Leben del brazo.
De repente, noté un pinchazo, eso quería que tanto su esperanza de vida como su causa de la muerte habían cambiado, ahora moriría esa misma noche a las 23:00 en una celda. No me gustaba que me cambiaran los planes cuando ya los tenía casi listos.
En ese momento, agarré el brazo del guardia, que me miró de mal humor.
-¿Qué cree usted que está haciendo? Soy la autoridad aquí, por orden de su majestad, Federico Guillermo II, debo capturar a este hombre.
De repente toda la sala se paralizó, nadie se movía, solo él y yo, nadie podía vernos ni oírnos, y tampoco intervenir, el guardia se quedó sorprendido, y no vio como mi mano se acercaba s u nuca.
ADVERTENCIA : a partir de aquí el relato puede tornarse gore, así que si no les gustan este tipo de cosas, salten al siguiente asterisco:
Apreté mis uñas en su carne y le abría la piel, después cogí su columna vertebral y se la arranqué de un tirón. No quería que muriera tan rápido, merecía un castigo por haber cambiado los planes de la muerte, algo imperdonable.
Cogí sus dos brazos y se los arranqué de un tirón, después agarré sus piernas hice lo mismo, solo quedó el tronco y la cabeza, él me miraba horrorizado, pero yo no mostraba expresión alguna. Con mis uñas comencé a despedazarlo lentamente, dejando que saboreara el dolor, sus gritos llegaban al cielo, pero nadie podía oírle, y por consiguiente intervenir.
Mientras lo despedazaba él me pedía clemencia, lloraba para que me detuviera, pero no iba a parar, después de todo, la muerte no tiene piedad de nadie. El ojo volaba en una dirección, las tripas salían disparadas hacia el otro lado, el corazón por ahí, los pulmones por allá… Cuando vi que era suficiente cogí lo poco que quedaba de él, un trozo de cabeza y lo aplasté, enseñándole que la muerte no es un juego, y que si te metas con ella, lo pagas.
Todos pudieron volver a moverse, pero yo había destruido el cuerpo y los trozos por completo, así que para ellos fue como si aquel hombre hubiese desaparecido de repente. El resto de soldados se acercaron a donde estaba su jefe extrañados.
-¿Qué ha pasado?-preguntó uno de los soldados.
-Qué superior más preparado tienen… Ha salido corriendo tan rápido que ni se le ha visto… Vayan a buscarlo, anda-dije señalando la puerta.
-P-pero… La detención….-dijo otro de los soldados.
-¿No deben ustedes, los soldados seguir a sus superiores a dónde vayan?-pregunté levantando una ceja.
-Grrr…. Por hoy se libra, Ewig, pero sepa que volveremos-dijo el soldado enfadado.
Si… Pero que sea cuando yo ya haya terminado mi trabajo….
Los soldados se fueron y Leben se acercó a mí.
-Gracias Tod, no sé cómo lo has hecho, pero gracias-dijo sonriendo.
-Yo no he hecho nada… Simplemente le habrá entrado diarrea y habrá tenido que salir corriendo...-dije serio.
-Je… Coff… Cof…-se rió y empezó a toser.
No sabía por qué el rey le buscaba a él y a su padre, pero bueno… Mientras pudiera cumplir con mi trabajo, el resto me daba igual… El resto del tiempo ocurrió sin incidencia. Una semana después, no estaba en la posada, así que fui a buscarlo a su casa. Llamé a la puerta y su padre abrió, pero como me había vuelto invisible no podía verme. Entré invisible en la casa y llegué a un cuarto grande con dos camas, en una estaba una mujer mayor, y en otra, estaba él.
Me acerqué a la cama y me hice visible, además paralicé el resto de la habitación para que su madre no pudiera verme ni su padre pudiera entrar por sorpresa, al notar mi presencia se despertó.
-¿T-tod? ¿Qué… Haces tú aquí?-dijo con la cara toda roja por la fiebre.
-He venido para llevarme tu alma-le dije sin inmutarme.
-Tu sentido del humor me anima un poco, pero creo que no saldré de esta, voy a morir, Tod...-dijo mirándome con una sonrisa triste.
-Eso es. He venido precisamente por eso. Leben, soy la muerte y he venido a llevarme tu alma-dije serio.
-Cofff…. Hablo en serio, Tod… Me muero…-dijo todavía con su sonrisa triste.
-Lo mío también-dije sin expresión.
Alcé la mano y se abrió un agujero en la pared, ese agujero conectaba con el mismísimo infierno, montones de cuerpos quemándose aparecieron a su vista, pero él en vez de horrorizarse como tantos otros habían hecho anteriormente cuando se lo había enseñado, sonrió.
-Ya veo… Me alegro de que seas tú…-dijo ensanchando su sonrisa.
-¿Y eso por qué?-dije mirándolo.
-Desde el primer momento en que te ví supe que eras especial, y…. supongo que como un tonto, me quedé prendado de ti, me enamoré-dijo con los ojos entrecerrados.
-No lo entiendo… Los dos somos hombres…-dije confuso.
-El sexo no importa, la gente ama a las personas, no a los sexos, además, ¿no crees que era romántico? Era un amor prohibido, la sociedad no acepta que los dos seamos hombres, y mi padre te odiaba… Supongo que podríamos ser como Romeo y Julieta, seríamos, Romeo… y... Romeo, algo así…-dijo riéndose de sus propias bromas.
-En fin… Voy a proceder-dije inclinándome para besarle.
-Espera, dime una cosa, ¿me va a doler?-dijo con la cara de cansado.
-Es posible-dije tajantemente.
-Quiero que duela, quiero que me marques con el dolor, para así sentir algo antes de dejar este mundo…-dijo mirándome con los ojos entrecerrados.
-Muy bien-dije asintiendo-Ahora te voy a besar para sacar el alma.
-Je… Es irónico, pero será nuestro primer y último beso… Gracias, Tod, por estas últimas dos semanas de vida, me has hecho muy feliz…-dijo otra vez con su sonrisa.
-Leben Ewig, ha sido un placer conocerte-dije acercándome a sus labios.
Cerró los ojos, y finalmente pude unir mis labios con los suyos… Ese era mi trabajo, extraer el alma de la gente, y nadie se salva, porque la muerte no tiene piedad…
CONTINUARÁ…
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Eso ha sido todo, por lo menos hoy no hemos tenido que aguantar el cabezón de Rufus, aunque hemos visto una historia un tanto triste, ¿no? Pero a veces la vida es así, injusta. Bueno, ahora antes de despedirnos, el mensaje del autor:
Desde hacía mucho tiempo quería escribir sobre la muerte, pero como no he tenido tiempo y no tenido otra idea para otra pareja, he decidido vampirizarla, espero que os haya gustado. Veremos quién saldrá la semana que viene. ¡Hasta otra!
OS SALUDA
EL ENTERRADOR
Muchas gracias a todos por leer este relato, que es un poco más corto de lo que estáis acostumbrados, ¿no? Qué demonios… Para celebrar que tenemos este nuevo esquema de presentación os dejo con este extra:
Mini-capítulo extra: La juventud eterna de Angelica Darkill: La primera mujer moderna
Me encontraba en una discoteca, todo el mundo bailaba y… ¿Qué? Ah, claro. “Las discotecas no existían en el siglo XVII” pensaréis… Y es verdad, en vuestro mundo, el mío es un mundo paralelo al vuestro. Vamos, que es igual, solo que con anacronismos, jeje.
Pues eso, yo era el centro de atención, por supuesto, siempre he estado buenísima, todos los tíos me miraban y querían hacerme suya, pero yo era una mujer moderna, osea, polvo y a otra cosa.
Una chica se acercó a pedirme salir, y la despaché rápidamente, odiaba a las mujeres, siempre lo hice y pensé que siempre lo haría. No podía entender cómo alguien podía encontrarlas atractivas... ¿qué? Si, soy una mujer, pero soy la excepción que confirma la regla.
Un chico se acercó a mí, sonreía de forma maliciosa, pero… “los hombres no pueden ser malos, solo las mujeres lo son” pensé. Me acerqué a él y bailé a su lado toda la noche. Después salimos de la discoteca y me llevó a un callejón sin salida. Me empotró contra la pared y me besó. Yo estaba muy cachonda, pero entonces ocurrió algo que no esperaba, sacó una cruz de su bolsillo y me la puso en el cuello, eso anuló mis poderes.
Cuando estaba en la discoteca con la música de Francesco Cavalli a tope no pensé que ese hombre fuera mala persona. Y mucho menos que fuera, lo que era. Un caza-vampiros.
-Mi querida Angelica, llevo años buscándote, vampiresa de mis sueños-dijo ese tipo sonriendo.
-¿Q-qué me vas a hacer?-dije asustada.
-Me vas a servir como juguete sexual para siempre si no quieres que te mate-dijo acariciándome el cuello.
En una noche como otra cualquiera empezó el peor de los sufrimientos para mí, me vi obligada a tener un hijo con él y dejar mi trono, debí renunciar a mi vida por él. Desde aquel aciago día me di cuenta de algo, las mujeres no eran malas, los hombres eran los malos. Desde entonces no dejo a casi ningún hombre estar cerca de mí, solo a Rufus, porque él es especial…
FIN
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Bien, esos es todo. Nos encantaría daros un avance como en ¿Amor o Maldición? pero no sabemos quién será la siguiente pareja, pero a lo mejor más adelante sí damos avances. Pues eso, muchas gracias por leer. ¡Hasta otra!