Sedientos de sangre 2

Han pasado 8 años, y Kilian debe enfrentarse a la prueba para convertirse en vampiro, ¿lo conseguirá... o por el contrario...morirá? No se lo pierdan...

Este es mi email, por si preferís comentarme a través de él:

latumbadelenterrador@gmail.com

Cuando llegué a esta página no sabía muy bien cómo empezar… Quería escribir una historia de vampiros, pero desgraciadamente, no tenía ninguna idea. Se me ocurrió escribir algo de temática gótica, pero no sabía donde meter la historia de amor, recordemos que esto es una página de relatos eróticos… Entonces lo vi claro, Kuroshitsuji, y así nació ¿Amor o Maldición? Pero después de un tiempo se me ocurrió una idea para esta serie, y aquí está. Hoy el capítulo será también de Kilian y Rufus, pero pronto os mostraré otra pareja. Espero que os guste la segunda parte.

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El joven Kilian había estado jugando con los hijos de los vecinos cuando su padre le tenía dicho que no se acercara a ellos, ya que el padre de estos le debía un par de monedas... El hombre vio a su hijo en la calle con los hijos de los vecinos.

Kilian llegó a su casa a las 20:00. Su padre le esperaba sentado en una silla de madera que tenía en el comedor. El hijo saludó a su padre efusivamente, mas el padre ni le dirigió la mirada.

-Kilian, ¿dónde has estado?-dijo el padre sin expresión.

-¿Y-yo? He e-estado jugando solo en el parque-dijo el joven nervioso.

-Tsk-fue el único sonido que produjo el padre.

El padre se levantó de la silla y se quitó el cinturón. El hijo le miraba horrorizado preguntándole qué le pasaba, pero éste no respondió, al menos verbalmente. Le golpeó la carne desnuda con su cinturón. El niño cayó al suelo emitiendo un grito de dolor. Entonces el padre comenzó a golpearle repetidas veces en el suelo. El niño lloraba y pedía clemencia, pero el padre ni le escuchaba, su expresión estaba perdida. Solo había odio en su persona.

Cuando se cansó, cogió al niño de las piernas y lo arrastró hasta la cama. Le agarró del cuello mientras éste no hacía otra cosa que llorar más y más pidiendo clemencia , entonces le susurró al oído: “No eres más que una vulgar cucaracha, y como tal, te vas a divertir con tus amigas”

ADEVERTENCIA : A partir de aquí, el relato puede resultar asqueroso, por razones de tortura relacionados con insectos, si no les gustan este tipo de cosas, salten a la siguiente línea a mitad de página:

-Como te muevas de ahí, te juro que lo vas a lamentar-dijo el hombre al niño, de tan solo 7 años.

El niño, aterrorizado, decidió hacerle caso, pues no le quedaba otra opción. El padre volvió después de un rato con un bote lleno de cucarachas, y éstas todavía estaban vivas, recién cazadas.

-P-papá… Te juro que no lo volveré a hacer…-dijo el niño llorando aterrorizado.

-Los niños buenos deben portarse bien-dijo el padre sonriendo de forma sádica y cruel.

Abrió el frasco con cuidado para que las cucarachas no escaparan, cogió una y se acercó al niño. El niño se echó para atrás. Craso error, el padre le dio una patada en la cabeza. Debido a esto, el niño se quedó quieto, temblando, por el miedo, y por el asco. El padre fue acercando la cucaracha poco a poco a la cara de su hijo, recreándose en el placer de ver cómo temblaba de miedo.

-Abre la boca-dijo seriamente.

El joven no pudo discutir. Abrió la boca y pasó lo que tuvo que pasar. El padre colocó la cucaracha en su lengua. Al niño le dio mucho asco y la escupió, por un acto reflejo, pero el padre le volvió a golpear la cabeza. Le dijo que se tumbara en la cama y abriera la boca. El joven así lo hizo, aterrado.

El padre, desde arriba sacudió el bote y todas las cucarachas fueron a parar al cuerpo de su hijo, algunas incluso cayeron dentro de su boca. El niño empezó a revolverse, apartando las cucarachas, pero el padre lo cogió y lo ató a la cama de pies y manos. Las cucarachas se movían libremente por todo su cuerpo. El padre se fue y dejó a su hijo encerrado, cubierto de cucarachas. El joven Kilian ya no lloraba, ya no sentía nada. Simplemente miraba cómo las cucarachas estaban sobre él, burlándose de su patética existencia.

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Sedientos de sangre

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Un relato del Enterrador

Sediento de sangre real

Capítulo II: El príncipe de los vampiros

Ya tenía 18 años. Estaba listo para entrar en aquel palacio que estaba ante mí y enseñarle a mi madre todo lo que había aprendido en esos 8 años. Me acerqué a la puerta y una sirvienta me vió. Le dije quién era e incluso me hizo una reverencia. Por supuesto, no soy unn arcisista ni nada de eso, así que no le di mucha importancia…

-Puede pasar, señor-dijo la sirvienta.

-Por favor, no hace falta que me llames señor, su excelencia suena mucho mejor-dije sonriendo.

-¿Eh? P-pues claro, su excelencia-dijo nerviosa.

La sirvienta me acompañó hasta el trono de mi madre, que estaba dormida, luego se retiró. Me quedé de pie en silencio delante de ella, vi que no se despertaba, así que decidí hacerle una jugarreta.

-Oye, Kilian-oí una voz.

-¡Aaaaaaagh!-dije asustado-¡¿Quién anda ahí?!

-Soy yo-dijo Batdark, que estaba en mi hombro-¿Te has olvidado de que estaba aquí?

Durante los años de academia, por determinadas razones que no vienen al caso, decidí adoptar a una cría de murciélago que me seguía a todas partes, su nombre era Batdark, y aunque era un poco insoportable, era mi mejor amigo.

-Piensas hacerle algo malicioso a tu madre, ¿verdad? Lo veo en tu mirada…-dijo mirándome como si fuera un niño.

-¡Calla! ¿Cree que después de lo que hizo la voy a perdonar tan fácilmente? Esto es solo el principio…-dije sonriendo maliciosamente.

Cogí mi pluma y un poco de tinta y le pinté la cara, le dibujé un bigote, unas ojeras, le pinté los labios de negro, y si, le dibujé una polla en la mejilla. Estaba hecha un poema. Cuando estaba terminando el glande de la polla, empezó a revolverse, así que me aparté.

-Zzzzz… ¡Ah! ¿Ya estás aquí?-dijo desperezándose.

-J...J… A...Así es… Pf… M-mamá…-dije aguantándome la risa.

-¡Aaaaagh!-gritó.

-¡¿Qué pasa?!-dije asustado-(Mierda… Me ha pillado)

-¡Tienes una rata con alas en el hombro!-gritó asustada.

-Es un murciélago, mamá…-dije con los ojos en blanco.

-Hola, soy Batdark-dijo el murciélago sonriendo.

-Ah… No me des esos sustos… Ejem….-dijo volviendo a su tono serio-En fin, hoy es el día, hijo mío. Hoy se decidirá si eres digno para ser un vampiro.

-¡Genial! He estado esperando este día con ansias-dije sonriendo.

-Bien… Chicas, necesito a un examinador-dijo mi madre chasqueando los dedos.

-No tenemos a ninguno disponible aquí. Todos están en la sede de Berlín-dijo la sirvienta preocupada.

-Entonces llamadlo a él-dijo mi madre sonriendo.

-¡¿Cómo?!-dijo la sirvienta.

-No será necesario…-oí una voz a mi espalda.

Me giré para ver de quién se trataba. No podía creer lo que veían mis ojos, era él. ¡Rufus! Habían pasado 8 años, pero él estaba igual, en esos 8 años intenté verlo alguna vez, pero nunca lo conseguí. Aunque estaba igual, su aire era diferente, como si fuera más maduro, e incluso, si cabe, más frío.

-¡Rufus!-dije emocionado.

Me dirigió la mirada, serio, como siempre.  Se me quedó mirando fijamente, lo cual me incomodó un poco. Entonces se acercó a mí.

-¿Nos conocemos?-dijo levantando una ceja.

En ese momento se me cayó el mundo encima, ¡yo lo recordaba perfectamente! Era el hombre que me había salvado, el hombre en el que no había podido parar de pensar durante 8 años, el hombre por el que me masturbé por primera vez… ¡Era tan importante para mí…! Pero se ve que yo no significaba nada para él.

-¡¿Cómo te atreves, vampiro paliducho y arrogante?!-gritó Batdark-¡Kilian te…!

Le tapé la boca al murciélago inmediatamente. Aunque lo que me había dicho me había destrozado por completo, me forcé a sonreír y le ofrecí la mano.

-Discúlpale, los murciélagos son muy irascibles. Encantado, me llamo Kilian, Kilian Darkill-dije con una sonrisa forzada.

-Encantado-dijo secamente dándome la mano.

-Bien, ahora es el momento de comenzar la prueba. Rufus, te encargarás de todo. Ya sabes lo que hacer si falla…-dijo sonriendo.

-Entendido, señora-dijo haciendo una reverencia.

Rufus no se inmutaba al ver a mi madre de esa guisa, cualquier persona que viera eso, se hubiera reído, pero él siguió serio, como si nada. Tampoco advirtió a mi madre de ello.

-Pues yo no lo sé. ¿Qué pasará si fallo?-dije preocupado.

-Morirás-dijo mi madre esbozando una sonrisa.

-¡¿Qu-quéeeeee?!-dije asustado.

-No tenemos tiempo que perder, vámonos-dijo cogiéndome por la corbata del uniforme escolar-Adiós, señora.

Al irnos Rufus y yo, la sirvienta apareció con el desayuno de mi madre, y se la encontró de esa guisa.

-Pfff…-de aguantarse la risa se le cayó la bandeja al suelo-Pfff….Jajajajajaajaja. ¡Jajajajaajaja!

-¡¿Qué demonios pasa?!-gritó mi madre enfadada.

-¡Su cara! ¡Jajajaajajaja! ¡Su cara!-dijo riéndose.

-¡Guardias! ¡Matadla!-gritó mi madre.

Entonces le cortaron la cabeza a la sirvienta allí mismo. Mi madre sacó su espejo y se miró. Pero no había reflejo…. Pues los vampiros no se reflejan…

-¡Mierda! ¡Guardia! ¿Tengo algo en la cara?-dijo de mal humor.

-Tiene ojeras, los labios pintados, bigote y para rematar, un pene-dijo la guardia dándole la cabeza a mi madre.

-Grrrr…. Espero que fracases, Kilian. Entonces tendré la satisfacción de matarte…-dijo mi madre enfadada.

Mi madre comenzó a meter la mano en la cabeza desde abajo y le fue sacando todo lo que había dentro y drenaba la sangre echándola en una botella hasta dejarla hueca. Cuando acabó les dijo a sus guardias que la clavaran en una estaca y la pusieran en la puerta de palacio. Cuando la guardia se fue, mi madre se echó la sangre en una copa, y comenzó a bebérsela, contemplando impasible el cadáver de la sirvienta, con asco, y con superioridad.

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Me arrastró hasta un carruaje, donde me metió sin mucha amabilidad. Antes era seco, pero es que ahora era un tanto desagradable, ¿qué le habría pasado durante todos esos años? Salió y le pagó al tipo del carruaje, después se metió conmigo dentro. Al ver que no se acababa el largo silencio incómodo decidí comenzar la conversación.

-O-oye… ¿Tú sabes por qué mi madre no tiene un solo sirviente, solo tiene mujeres a su servicio?-pregunté por hablar de algo.

-Tu madre no confía en los hombres. Desde lo de tu padre solo quiere mujeres a su lado, y no ha vuelto a salir a divertirse por ahí-dijo seriamente.

-¿E-entonces es lesbiana?-pregunté asombrado.

-No lo sé. Tampoco es algo que deba saber-dijo secamente.

-Pero hay algo que no entiendo… Si no confía en los hombres, ¿por qué confía en ti?-pregunté extrañado.

-Es una larga historia…-dijo concisamente.

-Bueno, vale… ¿A dónde vamos?-pregunté preocupado.

-No necesitas saberlo-dijo mirándome fijamente.

-Vaya… ¿Y qué vamos a hacer?-pregunté a ver si me contestaba.

-Te lo diré cuando lleguemos-dijo apartando la mirada.

Tuve un deja vu, había cosas que no cambiaban, y por lo visto esa parte de él era de esas cosas. No insistí más, pero de todas formas, estaba aterrado, si fallaba, podría morir. Batdark estaba dormido en mi hombro, pero yo no podía dormir por los nervios.

-No te preocupes tanto-me dijo mirando al suelo-Poniéndote nervioso no arreglarás nada. Lo harás bien, ya lo verás.

En ese momento, me sonrojé. No me esperaba para nada que dijera algo así.

-Muchas gracias-le dije sonriendo.

No sabía por qué, pero en aquel momento me tranquilicé. Y al poco tiempo, me quedé dormido.

Me desperté en un sitio extrañamente conocido, era el prostíbulo donde trabajaba mi padre. El sitio donde le conocí. Estaba totalmente desierto.

-Por fin despiertas...-dijo Rufus sentado encima de la barra.

-¿Qué hacemos aquí?-dije sorprendido.

-Aaaaah… ¿Eh? Qué sitio más cutre…-dijo Batdark despertándose en mi hombro.

-Tú, rata con alas, guarda silencio mientras la prueba es llevada a cabo-dijo mirando a Batdark con seriedad.

-¡Tú a mí no me das órdenes, caraculo!-dijo sacando la lengua.

-Tengo la orden de matar a todo aquel que se interponga en la prueba, ¿acaso quieres probarme?-dijo enfadado Rufus.

-¿Sabes qué?-dijo Batdark de mal humor-¿Por qué no me chupas mi peluda…?

-¡Ya basta!-dije callándolos a ambos-Batdark, guarda silencio, por favor. Y tú Rufus, trátalo un poco mejor…

-Tsk-respondieron al unísono-Está bien.

-Por cierto… ¿Tú has estado antes aquí?-le pregunté a Rufus por si así recordaba algo.

-Ni idea. He estado en muchos sitios por mis misiones, puede que sí, puede que no-dijo sin prestarme mucha atención.

Por lo visto yo no era algo digno de recordar, pero bueno… No dejaría que me hundiera tan fácilmente, yo había venido a demostrarle que era un buen vampiro, ¡si lo hacía bien, ya no se olvidaría de mí jamás!

-Pasemos al dormitorio-dijo señalándome el dormitorio en el que me rescató por primera vez.

-¡Oye! ¡No pensarás violarlo!-dijo el murciélago a la defensiva.

Rufus simplemente suspiró, pero siguió el camino hasta el dormitorio, y yo decidí seguirle. Cual fue mi sorpresa cuando al llegar, estaba ahí, en una silla, atado de pies y manos, mi difunto padre. ¡Estaba vivo!

-¡Hijo! ¡Kilian! ¡Sálvame, por favor, por favor, hijo mío!-dijo mi padre pidiendo clemencia.

-Tsk. Cállate o va a correr sangre-dijo Rufus de mal humor-Bien, Kilian. La prueba para convertirte en vampiro es enfrentarte al mayor de tus temores. En tu caso, la prueba es bastante simple, solo debes matar a aquel que tanto dolor te proporcionó de la forma más cruel y sádica que se te ocurra. Si no considero que el nivel de sadismo y crueldad es el adecuado o no lo matas, lo mataré yo mismo, y después a ti.

-P-pero… ¿Cómo es posible? T-tú lo mataste…-dije asustado.

-No sé a qué te refieres… Pero si, este hombre estaba muerto, mas aún así, lo hemos resucitado para que tú lo mates-dijo el vampiro mirando a mi padre-Puedes proceder.

Me acerqué a mi padre, él me miraba con los ojos llorosos, suplicándome. Al mirarle a esos ojos llenos de miedo y tristeza, me recordaron a los míos. Al dolor por el que tuve que pasar, a todo el daño que aquel hombre me había hecho.

-Sniff… Hijo, por favor… Sé que he sido duro contigo, pero siempre he estado orgulloso de ti, sniff… Siempre te he querido…-dijo llorando mi padre.

Miré a Rufus y vi en su mirada fría como el hielo que éste se impacientaba, así que decidí entrar en acción. Dejé a Batdark encima de la cama, me quité la chaqueta del uniforme escolar y me arremangué. Acerqué mi cabeza a su oído y le dije: “No eres más que una vulgar cucaracha, y como tal, te vas a divertir con tus amigas”.

Su rostro palideció, y una sonrisa apareció en el mío. Aquel día me hizo sentir como si fuera un insecto asqueroso y repugnante que no merecía vivir, una simple cucaracha que no merecía absolutamente nada.

ADVERTENCIA : A partir de aquí, el relato puede resultar asqueroso, por razones de tortura relacionados con insectos, además de escenas de temática gore, si no les gustan este tipo de cosas, salten al siguiente asterisco:

Salí del cuarto para meter unas cuantas cucarachas en un bote. Al verme, empezó a revolverse. Mi sonrisa se ensanchó.

-Quédate quieto, después de todo, los niños buenos deben portarse bien-dije mirándolo con superioridad.

Había cogido un cuchillo de la cocina de aquel sitio. Me acerqué a mi padre y me senté en su regazo, quedando cara a cara. Abrí el bote de las cucarachas y le hice un corte en el cuello. Antes de que pudiera gritar le metí una cucaracha en la boca.

-Si la escupes, te corto-le dije al oído.

Mi padre lloraba, con cara de asco, sabía lo que sentía, pero no me importaba que sufriera. Es más, disfrutaba con ello, ya que no era nada comparado con lo que yo sufrí todos esos años, algo que ya nadie me podría curar jamás.

Vi que no la escupía, y como me aburría de esperar, decidí meterle la cucaracha por la herida del cuello. Fue gracioso ver cómo el bicho se deslizaba dentro del cuerpo de mi padre como vía de escapatoria. Éste comenzó a revolverse más, y escupió la cucaracha, era lo que esperaba.

Le corté el dedo índice de la mano izquierda, emitió un aullido de dolor, así que le metí 5 cucarachas en la boca. Su cara se puso toda roja y eso me divirtió. Me estaba impacientando, así que decidí jugar a algo divertido. Lo desaté completamente, lo cual sorprendió a todos los que estaban en la sala.

Mi padre fue a pegarme un puñetazo por lo que le había hecho, entonces yo se lo paré y con mi mano libre le di uno que lo tiré a la cama, de la cual se apartó Batdark, le bajé los pantalones y los calzoncillos y entonces empecé una de las mayores perversiones que se me ocurrió. Sin dilatar ni nada, le metí todo el frasco abierto de cucarachas por el culo, lo forcé hasta que acabó entrando.

Oí como las miles de cucarachas corrían en su interior, entonces lo até desnudo a la cama y miré a Rufus, quien me devolvió la mirada.


-¿A qué esperas? Remátalo-dijo Rufus secamente.

-No. Quiero que sufra, quiero que se sienta como una cucaracha el resto de su vida, como lo que realmente es-dije muy seguro de mí mismo.

-Sabes lo que conlleva lo que estás diciendo, ¿no?-dijo mirándome seriamente.

-Así es-dije sonriendo.

-¿Q-qué estás diciendo, Kilian?-dijo el murciélago asustado.

-Voy a renunciar a mi vida para que él sufra durante toda la eternidad, como se merece-dije seriamente.

-Vaya… Tienes agallas chaval. Muy bien, arrodíllate, será rápido-dijo Rufus sacando su espada.

Me arrodillé, puede que quisiera convertirme en vampiro y estar junto a Rufus, pero no podía permitir que mi padre muriera sin más. La muerte no era castigo suficiente para él. Quería que sintiera esas cucarachas en su interior por toda la eternidad.

Entonces Rufus levantó su espada para cortarme la cabeza, yo lo miré y le sonreí mientras una lágrima recorría mi mejilla.

-Adiós, Batdark. Pórtate bien, ¿quieres?-dije mirando al murciélago.

-Kilian…-dijo el murciélago con lágrimas en los ojos-No lo hagas, por favor…

Cerré los ojos con todas mis fuerzas y oí un corte. Pero para mi sorpresa no sentí nada. Abrí los ojos y vi a Rufus clavando su espada en el pecho de mi padre.

ADVERTENCIA : A partir de aquí, el relato puede resultar asqueroso, por razones de tortura relacionados con insectos, además de escenas de temática gore, si no les gustan este tipo de cosas, salten al siguiente asterisco:

Al sacar la espada de su cuerpo, con su corazón clavado en ella, cientos de cucarachas salieron de su herida, listas para devorar su cuerpo putrefacto.

Las cucarachas se dispersaron por todo su cuerpo devorando a velocidad frenética toda su piel, abriéndose paso en su interior para devorar sus órganos y para poner huevos dentro de él.


-Vámonos, no será agradable de ver-dijo yendo hacia la puerta.

Me levanté desconcertado, cogí a Batdark y corrí hacia la salida tras Rufus.

-¿Por qué lo has hecho?-dije triste.

-¿Así es cómo se agradece que alguien te salve la vida?-dijo seriamente.

-Yo no te he pedido que me salvaras, igual hubiera preferido morir. Yo no quería que mi padre muriera-dije arrancando a llorar.

-Esto me recuerda al día que nos conocimos… Tú no te fiaste de mí al principio, pero al final sí que lo hiciste. Esto es lo mismo, confía en mi. Esto es lo mejor para ti-dijo echando a andar.

-¿T-te acordabas?-dije asombrado.

-Por supuesto, es el deber de todo caballero de la reina recordar al príncipe-dijo sin mirarme.

-¿Entonces por qué?-dije preocupado-¿por qué has fingido que no me recordabas?

-Para que no te sintieras tan importante... majestad-dijo aún sin mirarme.

-¡¿Se puede saber qué quiere decir eso?!-dije de mal humor.

-Bien está lo que bien acaba-dijo Batdark en mi hombro.

CONTINUARÁ…

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Bien, aquí llegamos al final. Me ha divertido mucho escribiendo este capítulo. A petición popular, el padre ha sido castigado más cruelmente. Pronto habrá más personajes, así que tened paciencia. ¡Hasta otra!

OS SALUDA

EL ENTERRADOR