Sed

Dos jóvenes cuidarán durante un fín de semana de la bella madrastra de uno de ellos, que en ausencia de su padre descubrirá los placeres de ser el cabeza de familia.

SED

-Joder, como está la muy zorra –exclamé sin poder contenerme- ¿Y dices que tu padre no vuelve hasta el lunes?

-No te pases –Miguel sonreía a pesar de mi comentario-. Búscate alguna chavalita con ganas de polla y deja en paz a mi madre.

-La dejaré en paz cuando le haya enseñado bien lo que es follar. Y eso, como no deje de sonrojarse cuando la miro, va a ser muy pronto.

-Que es mi madre, Dani...

-Tu madrastra. Y solo desde hace dos años. Si tuvieras valor te la habrías follado tú mismo… anda que no lo estarás deseando.

-No te diré que no, pero no podemos.

-¿Qué no podemos? Pero si es una obra de buena voluntad, tu padre tiene casi 60 y este bomboncito lo que necesita es que le den bien fuerte. Joder, pero mira como está de buena. Y solo tiene 35 añitos, esa melenita rubia, ese culito, esos pechitos duros, esa boquita, Y es tan guapa y tan bajita… seguro que podríamos follárnosla durante horas sin dejar que tocara el suelo.

-Cállate, que me estoy poniendo malo.

-De eso se trata, de que te animes. La vida es corta y nunca podrás disfrutar de una tía así a menos que le eches huevos. Seguro que su culito es virgen.

-¡Joder, ya vale!

-¿Me das permiso?

-¿Para follártela?

-Para intentarlo.

-Tú mismo.

Dicho y hecho. Me dirigí a la cocina ¿Sería posible que Isabel no se diera cuenta de lo buenísima que estaba? ¿Del empalme que ese camisoncito de verano estaba provocándole a su propio hijastro y no digamos a su amigo? ¡Joder, que si hay algo en el mundo que nos vuelva locos a los veinteañeros son las treintañeras! Y más si tienen un cuerpo como este

-Hola Isa ¿Qué haces?

-Hola Dani –joder con esa sonrisa-. Aquí, viendo a ver que hay en el frigo, Santi no hizo ayer la compra, así que como no hagamos una tortilla

-No me digas esas cosas, que me tendré que dar una ducha fría.

-¿Qué cosas?

-Lo de la tortilla –le guiñé un ojo-. Como te imagine con otra

Abrió los ojos como platos, pero no dejó de sonreír.

-¡Como te pasas! Anda, vete a darte esa ducha fría, que falta te hace.

-Te tomo la palabra ¿no quieres que te ayude?

-No hace falta, guapo. Para hacer una tortilla me basto sola.

-Eso es físicamente imposible, guapa.

-¡Date esa ducha ahora mismo, sinvergüenza!

-Vale.

Salí al jardín y abrí la ducha de la piscina. Sabía que Isa podía verme desde la ventana de la cocina, y por si acaso lo estaba haciendo, me quité el bañador.

Seguro que estaba como un tomate viéndome enseñar el culo (lo tengo tan bonito como todo lo demás) pero yo quería que se pusiera como una moto, así que dándole la espalda al chalet (y a ella) comencé a hacerme una paja gimiendo y rugiendo como una bestia. Justo cuando estaba a punto de correrme, me detuve y cerré el grifo. Me giré con el cuerpo empapado (bastante diferente al del marido de Isa) y la miré a los ojos con la polla latiéndome contra el vientre. Me sequé con una toalla y me puse otra vez el bañador. Ella había desaparecido de la ventana. Entré en la casa y vi que no estaba.

Le dediqué a Miguel un giño cómplice, que él respondió con una risa y negando con la cabeza. Sabía que no se me iba a escapar.

Subí las escaleras hasta el dormitorio de los padres de Miguel y llamé a la puerta. Isabel me contestó al instante.

-¿Sí?

-Perdona, Isa… creo que me he pasado un poco… es que Miguel y yo estábamos viendo una peli porno cuando bajaste y la verdad es que ando algo descontrolado. Pero no he querido molestarte, de verdad.

La puerta se abrió. Isabel estaba sonrojada como nunca, pero sonreía.

-¿Cómo se os ocurre ver porno a estas horas?

-Estábamos haciendo zapping –sonreí a mi vez-. Y nos salió un canal X.

-Pues joder con la tele de pago, ya desde por la mañana -apartó la mirada con una carcajada-. Mira que si os llego a pillar dándole a la manita

-A mi me has pillado –le toqué la nariz-. Espero que te gustara el espectáculo

-¡Vale ya! –se rió aún más fuerte. Y mientras bajábamos por la escalera bromeó:

-No ha estado mal.

Pusimos la mesa y nos sentamos a comer.

-La tortilla está riquísima –dije-. Aunque también podríamos hacer un sándwich… si os apetece, digo.

-Pero si ya estamos terminando –contestó Isabel

-Por eso.

-¡Dani!

-No estaría mal –añadió Miguel, divertido.

-¡Miguel!

-Vale, ahora en serio –dije yo-. ¿No tienes más hambre?

-Estoy llena.

-Ni de coña… pero porque tú no quieres.

-¡Miguel!

Mi amigo, que sabía que íbamos por buen camino, se llevó la mano al pecho en señal de disculpa y le dio a Isa un beso en la mejilla.

-¿Tenemos algo de beber? –pregunté.

-Esperad –Isa se levantó y al instante volvió de la cocina con una botella helada de Vodka y tres vasos-. ¿Tenéis mucha sed?

Sonreímos a la vez y yo pregunté:

-¿Y tú?

Isabel sonrió a su vez. Parecía que empezaba a disfrutar del juego.

Nos servimos y me levanté a por el mando de la tele. Cuando volví a sentarme Isabel quedó entre los dos. Encendí el aparato, que se había quedado en el canal porno en que lo habíamos apagado. En la pantalla, una morenita casi tan guapa como Isa gritaba pidiendo más, mientras era follada y sodomizada por una pandilla callejera. O era muy buena actriz o lo estaba pasando en grande

-Joder –exclamó Isa.

-¿Cambio de canal?

-Sí, bueno, no… no sé.

-Si te escandaliza.

-No me escandaliza.

-¿Y esto?

Me saqué la polla y comencé a masturbarme. Isa soltó un gritito y se giró para encontrarse de frente con la de su ahijado. Entonces sí que gritó, pero de sorpresa, al comprobar que Miguel había salido a la familia de su madre.

Me acerqué y le di a Isabel un beso en la mejilla. Dio un respingo y volvió a gritar sin aliento al sentir el de su ahijado en la nuca. La miré a los ojos y la besé en los labios. Los besos dejaron de ser tan castos y nuestras manos no tardaron en desgarrar el camisón de Isa, que empezó a protestar justo antes de comenzar a mamarle la polla a su ahijado. Mientras lo hacía levanté en vilo su cuerpecito y me llevé su vulva a la boca. Sus piernas se enroscaron en mi cuerpo y al sentir dentro mi lengua dejó de mamársela a Miguel para corresponder a mis atenciones. No dejó de follarme con la boca mientras yo subía las escaleras sin dejar de hacer aquel 69. Isa no pesaba nada y su coño sabía a melocotón maduro. La tendí sobre su cama de matrimonio y Miguel ocupó mi lugar en la boca de su madrastra, que lo saboreaba sin ningún pudor.

Sin mediar palabra se la arrebaté. Era mi turno e Isabel mi juguete. Volví a levantarla en vilo y ella enlazó sus piernas en mi cintura. Poco a poco se dejó caer sobre mi polla. Jamás había escuchado un gemido semejante. Sonaba tan inocente y tan salvaje que perdí el control. La senté sobre la cómoda y la embestí una vez tras otra, mientras ella me lamía y me mordía los hombros (muy diferentes de los de su marido) Nos corrimos a la vez, pero no dejamos de follar. Isa llegó al clímax dos veces más antes de que Miguel la cogiera en brazos y la llevara a la cama. La puso a cuatro patas, y cuando yo ocupé mi lugar debajo de Isabel, Miguel puso la polla en el culito virgen de su mamá política y de manera atenta pero firme comenzó a sodomizarla.

Isabel se corrió varias veces, saboreando por fin su sándwich.

Y así seguimos durante aquel fin de semana, parando solo para comer, ver el canal porno y darnos duchas frías.

Que al contrario de la creencia popular, son muy excitantes.