Secuestro Sádico. La señora Dolores.

Relato fetichista y sádico producto de mis fantasías. Especial para Mujeres dominantes sádicas y esclavos masoquistas. Fantasía roleplay secuestro castigo, humillación, dolor, guantes. Si les gusta acepto sugerencias para continuar.

Relato fetichista y sádico producto de mis fantasías. Especial para Mujeres dominantes sádicas y esclavos masoquistas. Fantasía roleplay secuestro castigo, humillación, dolor, guantes. Si les gusta acepto sugerencias para continuar.

La señora Dolores es una mujer aparentemente normal, utilizo el adjetivo” aparentemente “ya que esconde un oscuro secreto que pronto os revelaré, todo a su tiempo. Es una mujer de edad madura ,59 años de edad. Todo aquel que piense que es una auténtica  belleza de mujer y despampanante, está completamente equivocado. Es una mujer de aspecto voluptuoso y grande. Unos 100 kilos de peso o quizás más y de altura considerable. Grandes caderas, un trasero grandioso y carnoso, muslos y piernas fuertes y robustas. Rostro muy serio con una mirada que puede atravesarte y más aún cuando se recoge el pelo hacia atrás dejando su rostro  curtido al descubierto con sus finas arrugas. No obstante,  lo que principalmente la define es su carácter. Es una mujer tremendamente estricta, con un carácter atronador, no tolera la desobediencia, falta respecto o comportamientos inadecuados de gente vulgar y corriente. Es viuda y su marido era un alto cargo del ejército, de ahí su  propensión a la disciplina y la rectitud.

La señora de nuestro relato vive en un lugar tranquilo, apartado de la civilización, en una finca que muchos años atrás compró su marido. No la gusta vivir rodeada de gente y vive apartada en una casa con una enorme extensión de terreno y una casa de grandes dimensiones. Es una mujer poco sociable, no se relaciona demasiado con la gente, intenta huir de ella y se aísla en su finca. Su vida parece completamente aburrida pero esconde el oscuro secreto que os mencionaba y que tanto ama y practica a menudo para saciar su instinto depredador.

El secreto oscuro que esconde es que es una mujer realmente sádica, disfruta castigando, humillando, aplicándolo dolor  tanto físico como psicológico  a los demás e incluso torturando a. Su mayor afición es castigar duramente a otra persona imponiendo su carácter y  fuerza, hasta retorcerlo de dolor y ver como se doblega ante ella pidiendo misericordia y cuando esto sucede no se conforma y continúa castigando más duramente. Cuando tiene doblegado a su presa es cuando más disfruta y su insaciable carácter la conduce a continuar infringiendo más dolor y humillación sin compasión hasta saciar su sed infinita  de disciplina. La señora Dolores descubrió una forma de poder ejercer su poder y saciar su apetito. Raptaba con ayuda de unos hombres fuertes y musculosos  a sus víctimas, las conducía hasta su aislada finca y ahí los castigaba duramente durante días.   Hasta que se cansaba de sus juguetes y  los soltaba por aburrimiento hasta encontrar su próxima víctima. No elegía a cualquiera, indagaba y buscaba alguien que se lo mereciese de verdad, una vez elegida su presa comenzaba su juego.

Podéis adivinar quién iba a ser su próxima víctima. Yo acaba de llegar a ese pueblo recóndito, me habían ofrecido un importante puesto de trabajo en una de las oficinas allí instaladas. En un principio no me encontraba motivado, solo me fui por el  alto salario ofrecido pero pronto descubrí que aquel lugar ofrecía muchas ventajas. Había muchas mujeres  para explorar. Soy un  hombre de mediana edad, atractivo y cuerpo en forma. Mi principal debilidad son las mujeres, soy demasiado mujeriego. Mi comportamiento no es del todo deseable, puedo ser embaucador, mentiroso y no toleró una respuesta negativa, utilizo cualquier estratagema para conseguir a la mujer que me he fijado. Pronto mi fama comenzó a precederme en aquel lugar, cada día estaba con una mujer, las embaucaba, engañaba, hasta acostarme con ellas y luego me olvidaba de todo lo prometido. Mi cuerpo y mi poder económico me permitía poder disfrutar de mujeres, estaba con varias a la vez a base de engaños, un comportamiento que  reconozco nada honorable pero que me encantaba y disfrutaba.

La señora Dolores se fijó en mí, descubrió mi fama de embaucador y mentiroso y decidió que sería su próxima víctima. Tan solo tuvo que hacer una llamada a sus dos hombres que tenía contratados para su oscuro secreto.  Estos dos fornidos hombres bien pagados por la señora, no tuvieron ninguna dificultad en secuestrarme al salir del trabajo. Me redujeron y ataron por completo. Me introdujeron en el maletero de su coche donde me llevaron a la finca de la señora Dolores. Apenas podía andar, me llevaban en brazos y no podía ver nada, ya que llevaba una capucha sobre mi cabeza. Detuvieron el coche en algún lugar, atravesamos un jardín  y llegamos hasta una puerta donde me introdujeron.

Me desnudaron por completo, me  esposaron las manos a mi espalda fuertemente, me anclaron las esposas a una gruesa cadena metálica que pendía del techó y de esta forma me inmovilizaron. Me anclaron los pies en el suelo con unas tobilleras  que luego sujetaron con candados a unas argollas  incrustadas en el  suelo, manteniendo mis piernas abiertas. En unos pocos minutos quedé completamente inmovilizado. La cadena que colgaba del techo sujetaba mis manos esposadas a la espalda y mis pies estaban anclados y firmes al suelo manteniendo las piernas bien sujetas. La posición era bastante incomoda ya que mantenía mi cuerpo doblado, la cadena del techo me obligaba a levantar los brazos y mantener mi cuerpo flexionado  hacia abajo con las piernas separadas.

Me quitaron la capucha y los dos musculosos hombres que tapaban su rostro con un pasamontañas se fueron de la habitación. Observé la habitación de un lado a otro. Me encontraba en un lugar desconocido, parecía un almacén, quizás un sótano o una habitación deshabitada. Era espaciosa y no estaba amueblada, tan solo un armario grande  de madera  situado en un extremo de la habitación.  Transcurrieron unos minutos  y la puerta de la entrada se abrió. Entró una señora que no había visto nunca antes. Era una señora mayor con el pelo recogido hacia atrás y rostro muy serio. Podría ser mi madre e incluso mi abuela. Iba vestida con una falda oscura hasta las rodillas, una blusa de tirantes que dejaba al descubierto sus enormes brazos y hombros  carnosos y  completaba el atuendo con unas medias negras por debajo de su falta que acababan en unas botas anchas  negras y   planas de montar a caballo.

Entró en el interior de la habitación, cerró la puerta con llave y se las guardó en un bolsillo de su falda. Camino  lentamente hacia mí. Sus botas producían un leve chirrido a cada paso que daba. Yo estaba sorprendido, no sabía que estaba sucediendo, quería una explicación inmediatamente.

- ¿Quién coño eres?, ¿Qué quieres de mí? - La pregunté rápidamente y nervioso.

- Shhhhhhh, Aquí las preguntas las hago yo – Me recriminó con un tono de voz duro llevando su dedo a su boca para mandarme callar.

¡¡ Como que las preguntas solo las hace ella ¡ pensé para mí mismo, eso me enojo.  Mi nerviosismo y cólera aumentaron. Era indignante aquello, ¿quién se creía que era aquella mujer o vieja?

- Exijo que me digas quien eres y que quieres ahora mismo - La respondí levantando  la voz.

- Solo te lo avisaré una vez más, vuelve a abrir la boca sin mi permiso  y te la cierro – Me recriminó levantando ella también la voz.

No iba a dejar intimidarme por aquella mujer madura. No hice el menor caso a sus advertencias. Comencé a ponerme más nervioso  y utilicé la intimidación.

- Suéltame ahora mismo puta zorra o te juro que lo vas a lamentar, te doy 5 segundos para hacerlo – La  espeté levantando aún más  la voz encolerizado por la situación.

- No volverás a abrir la boca estúpido. Te lo advertí. Siempre cumplo lo que prometo, ya lo aprenderás   - . La señora se dirigió hacia el armario que había en un lado de la habitación. Abrió el armario y agarró unos guantes de goma negros y  largos o más bien eran de caucho, de tamaño muy grande y gruesos. Comenzó a enfundarse los guantes en sus brazos, eran de talla grande, sino no la hubiesen engajado en sus poderosos y carnosos  brazos y manos. La llegaban hasta el codo. Terminó de ajustarse los guantes a sus manos y brazos y agarró un rollo de  cinta americana de color gris  con su mano para dirigirse hacia mí.

Comencé a asustarme, ¿Que pretendiera  hacer con aquel rollo de cinta? ¿Porque llevaba sus manos enguantadas en guantes de goma? Intenté liberarme de  la cadena que sujetaba mis esposas pero era imposible, estaban apretadas duramente contra mi piel. Mis pies tampoco podía moverlos, estaban anclados al suelo por unas tobilleras y un candado cerrado con llave en cada una de ellas. Estaba completamente inmovilizado, era imposible poder escapar.  La señora se detuvo frente a mí, metió una mano enfundaba  en sus grandes guantes de goma por debajo de su falda y deslizó sus bragas por sus muslos, piernas, hasta sacarlas por sus botas. Hizo un ovillo a  sus grandes bragas entre su mano enguantada y se acercó aún más a  mí:

- Abre la boca estúpido -  Me ordeno.

Por supuesto me negué, pretendía introducir sus repugnantes bragas sucias dentro de mi boca para silenciarme.

- Muy bien, será por las malas, tú lo has querido – Me recriminó.

Su mano izquierda enguantada atenazó mi nariz con fuerza. Sus dos dedos me taparon la nariz y presionó fuertemente impidiendo pudiese respirar por ella. Al cabo de unos segundos no tuve más remedio que abrir la boca para respirar  y fue el momento en que su otra mano enguantada forzó sus bragas al interior de mi boca. Utilizó su fuerza y presiono para que entraran dentro de mi boca, no entraban por completo, ¡¡ eran muy grandes ¡¡. La señora se detuvo pero no dejó de presionar mi nariz.

- ¡¡ Abre la boca bien o no te dejaré respirar ¡¡ tú decides – Pasaron varios segundos y comenzaba a perder el aliento. No podía respirar, seguía taponando  mi nariz y sus bragas medio introducidas en mi boca no me permitían respirar. No tuve más remedio que abrir la boca todo cuanto pude y fue cuando utilizó la yema de sus dedos para forzar sus bragas sucias hasta el interior de mi boca por completo.  Continuó forzándolas hasta que las introdujo por completo hasta mi campanilla. Me dieron arcadas y repugnancia, eran detestables, estaban completamente sucias y desprendían un sabor rancio, pero a ella no la importó, las forzó hasta el fondo. Rápidamente pegó un extremo de cinta americana gris en el dorso de mis labios y me tapo la boca con ella, comenzó a dar vueltas con la cinta alrededor de mi boca y cabeza, dio una vuelta, otra vuelta y más vueltas, no escatimó en cinta, se aseguró que no pudiese escupirlas y quedaran profundamente dentro de mi boca.

Terminó de amordazarme y dejó de apretar mi nariz con su mano enguantada, ¡¡estaba asfixiándome, me faltaba el aliento¡¡. Respiré exhausto, creía que me asfixiaba. Fue terriblemente dura amordazándome.

- Te lo advertí, si volvías a abrir la boca te la taparía, no me hiciste caso. Ya no tendré que escuchar más tus quejidos de niña – Me recriminó.

Intenté escupir su mordaza, pero era imposible, rellenaban mi boca y no podía escupirlas, solo degustar una y otra vez su detestable sabor  que me producía arcadas. La señora se situó frente a mí y me hablo con un tono de voz muy serio.

- Es inútil que intentes escapar, no podrás. Me has obligado a amordazarte, tampoco vas a poder pedir ayuda, nadie te va a escuchar. Escúchame atentamente porque solo te lo voy a decir una vez.  A partir de ahora eres de mi posesión, puedo hacer contigo lo que me plazca. Voy a castigarte duramente como te mereces. Voy a causarte un dolor inimaginable y te aseguro que voy a disfrutar haciéndolo. Permanecerás aquí encerrado hasta que yo quiera, mientras tanto te castigaré cuando deseé. Comerás lo que te traiga y te aseguro que no va a ser nada agradable, pero te lo comerás. Pórtate bien y obedéceme en todo o será mucho peor, puedo hacer que vivas una verdadera pesadilla - Me recriminó duramente asustándome por completo.

La señora Dolores se dirigió hacia el armario que había en un lado de la instancia y  agarró una correa gruesa de piel de color marrón. Comenzó a enrollar un extremo alrededor de la palma de su mano enguantada para que no se la escapase y se acercó de nuevo hasta mí.

- ¿Me llamaste zorra y puta verdad? Serán 50 correazos por cada insulto. 100 correazos te enseñaran a obedecer. Te prometo que no volverás a hacerlo. - Se colocódetrás de mí y levantó su mano agarrando la gruesa correa para descargarla contra la piel de mi culo.

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS Recibí un primer correazo que me hizo sentir un fuerte dolor. ZAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSS continuó descargando su correa contra mi trasero.  ZAAAAAAAAAAASSSSSSSSSS    comencé a recibir correazos seguidos una y otra vez. Mi culo  sintió la picadura de una abeja, una quemadura de fuego,  un dolor intenso sobre mi piel. ZAAAAAAAAAAAASSSSSSSS, ZAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSS. Continuó sin descanso azotando mi culo una y otra vez con su gruesa correa de piel . A medida que recibía un correazo tras otro mi dolor se hizo más intenso. Mi culo comenzaba a calentarse más y más, un calor  que quemaba se apoderaba mi piel.

ZAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSS .   Los correazos se sucedían constantemente. Yo había perdido la cuenta, pero la señora llevaba la cuenta a raja tabla. Llevaba 50 correazos, 60 correazos…. Cada vez el dolor era más intenso,  era un castigo completamente doloroso. Recibí 70 correazos, más tarde 80….. Comencé a llorar de dolor e impotencia. No podía hacer nada para evitar el dolor que me estaba infringiendo. Las lágrimas resbalaban por mi rostro, el dolor era cada vez más intenso.  Se acercaba el final del castigo, recibí 90 correazos y posteriormente los últimos diez.

ZAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS. Lloraba de dolor sin poder moverme ni poder emitir el más leve sonido.  Intentaba gritar pero tampoco podía, solo tragaba el sabor de su mordaza y me producía arcadas. Era completamente humillante. Terminó de azotarme y quede completamente dolorido.

La señora Dolores se acercó hasta mí, se inclinó hacía mi rostro  y agarró mi pelo entre sus guantes y tiró con fuerza. Me provocó un dolor terrible al tirar de mi pelo con tanta fuerza. El pelo se atenazaba entre la goma de sus guantes duramente sin resbalar.

- ¿Has aprendido la lección? - Me preguntó. Por supuesto que no podía contestarla, mi mordaza me lo impedía.

- ¿No contestas? – Me volvió a preguntar.

Asuntado intenté contestarla pero mi mordaza me lo impedía, no podía emitir sonido alguno. Tiró con más fuerza de mi pelo con brusquedad provocándome más dolor, estaba completamente enfadada y tirando de forma agresiva de mi cabello.

- Creo que no has aprendido la lección. Otros 100 correazos te ayudaran a entender.¡¡  Voy a  romperte el culo a correazos¡¡ . No voy a ser tan suave esta vez, te mereces te azote más fuerte, llora cuanto quieras, voy a romper el cinturón en tu culo, estúpido. No volverás jamás a insultarme –. La señora soltó mi cabello y se dirigió de nuevo encolerizada  hasta colocarse tras de mí.

Levanto de nuevo su correa y comenzó a azotarme con más fuerza.  El dolor comenzó a ser insoportable, correazo tras correazo comencé a vivir un verdadero castigo lleno de dolor. No aguantaba más azotes, pero ella continuaba azotándome una y otra vez. Tenía el culo completamente magullado y dolorido pero la señora estrellaba su correa una y otra vez. No podía hacer nada para evitarlo, tal como predijo solo llorar y llorar. Me sentía completamente humillado e impotente, no podía moverme, ni emitir la más mínima queja o disculpa. Recibía azote tras azotes, y cada vez eran más dolorosos. Lloraba desconsoladamente, era un castigo terrible. Se sucedían los correazos, 30,40,50…

Estuvo azotándome durando 30 largos minutos sin descanso. El tiempo se detuvo, parecía que habían pasado horas cuando tan solo había pasado media hora. Tenía el culo completamente magullado, dolorido y morado. El dolor era tremendo, solo una rafaga de aire me producía mucho  dolor en mi piel . Recibí 100 nuevo correazos, ni uno más ni uno menos. El castigo había sido terrible, me sentía completamente humillado e indefenso. No podía quejarme ni moverme, solo aguantar mi dolor.

La señora acabó su terrible castigo y se dirigió a su famoso  armario. Se quitó sus guantes de goma y los guardó en el  en un cajón inferior. Se dio la vuelta y dirigió su tono de voz estricto. Comprobé al mirarla a los ojos su mirada perversa y su rostro curtido por la edad.

- Ahora te dejaré recapacitar sobre tu comportamiento. Cuando regrese continuaré tu castigo. Descansa porque lo vas a necesitar, esto solo ha sido un anticipo. Esto no es nada más que el principio, vas a vivir un verdadero infierno, voy a causare un dolor inimaginable. Aprenderás a respetar a las mujeres y sobre todo a mí, de lo contrario no te dejaré salir de aquí, si tienes que estar un mes aquí encerrado lo estarás,  recibiendo castigos y cada día más duros - Me dijo de forma furiosa.

La señora se marchó de la habitación y me dejó allí encerrado. Intenté de nuevo escapar, pero mis intentos fueron en vano, era imposible romper las cadenas y esposas metálicas. Intentar gritar también era absurdo, tenía la boca completamente rellena con sus sucias bragas y no podía articular palabra alguna. Me resigné a estar inmovilizado y amordazado esperando el regreso de mi captora. Mi culo era un volcán que echaba llamas, estaba completamente dolorido, no podía verlo pero estaría completamente magullado de tantos correazos recibidos. No podría sentarme durante una larga temporada. No olvidaría jamás aquella terrible azotaina. El tiempo transcurría y la señora no regresaba,  pasaban los minutos y las horas y la puerta seguía cerrada. Esperé y esperé hasta perder la noción del tiempo. Pasarían horas hasta que escuché como se abría la puerta de nuevo.

Mi captora entró de nuevo en la habitación tras horas de ausencia. Se dirigió directa al armario de madera y comenzó a enfundarse sus negros guantes de goma hasta el codo en ambas manos. Se acercó hasta mí con algo metálico y de pequeño tamaño, no podía apreciar de que se trataba hasta que la señora me lo mostró. Tiró de nuevo de mi pelo con gran brusquedad manteniendo sujeto mi cabello entre la goma de sus manos y me hablo severamente:

- Espero hayas recapacitado. Ahora continuaré con tu castigo. ¿ves esto? Si, son unas pinzas metálicas. Las llamo “las destroza pezones “, producen un gran dolor, se ajustan a los pezones fuertemente y no se sueltan por más que tires de ellas. El dolor que producen es inimaginable, y por desgracia para ti puede que te haga llevarlas durante horas. Desearas suplicar clemencia y perdón pero en tus circunstancias no creo que puedas ni hacerlo. Solo aguantar tu dolor en los pezones. Disfruto mucho usándolas, me encanta el dolor que producen a los estúpidos como tú   - . La señora esbozó una sonrisa y se inclinó hacia mí.

Su mano enguantada colocó una pinza metálica en un pezón y posteriormente la otra pinza en el otro pezón. Llevaba razón, eran dolorosas, pero no tanto como lo esperado tras sus palabras. Hasta que agarró de nuevo las pinzas y giró una pequeña ruleta que llevaban en ambos extremos y se apretaron a mis pezones como auténticos alicates.  Si no hubiese estado amordazado se hubiese escuchado el grito en varios kilómetros, pero mi mordaza amortiguó el ruido.  El dolor fue muy intenso  y según transcurrían los segundos no cesaba, todo lo contario se incrementaba.

La señora comenzó a divertirse, empezó a tirar suavemente de la fina cadena que unía ambas pinzas, estiraba de ellas aumentando más y más mi dolor. De pronto, tiró con más fuerza. Vi literalmente las estrellas de dolor, eran insoportables sus pinzas metálicas. Se detuvo, sonrió y volvió de nuevo a agarrar la fina cadena entre sus manos enguantadas. Empezó de nuevo a tirar para posteriormente tirar más fuerte aumentando mi dolor hasta niveles muy intensos.  Era completamente divertido para la señora, realizaba el proceso una y otra vez, agarraba las pinzas entre sus manos y tiraba de golpe provocándome un dolor incalculable. Seguía y seguía haciéndolo una y otra vez, no cesaba en su empeño. Lloraba de nuevo desconsolado, el dolor era terrible.  Ella comenzó a reírse a carcajadas mientras tiraba y tiraba de sus pinzas provocándome un verdadero dolor.

- ¿Te gustan, estúpido? No te preocupes, tendrás mucho tiempo para disfrutarlas, las vas a llevar puestas hasta que me plazca y te aseguro que puede ser un día entero, hasta que te retuerzas de dolor y aprendas a obedecer y respetarme.  – Me dijo con un tono amenazante.

Estuvo mucho tiempo castigándome de aquella manera, yo me retorcía de dolor y ella se retorcía de risa. Hasta que se detuvo  y se dirigió de nuevo al armario, eso sí sin quitarme las pinzas, todavía las llevaba en mis pezones muy apretadas. Regresó de nuevo con otro objeto entre sus guantes. Era una especie de cepo pequeño, como una trampa para ratas. Colocó el dispositivo por detrás de mí, en mis testículos, apartó el dedo de una anilla y la trampa se cerró apretando mis testículos con una fuerte presión. El dolor fue aún mayor que el de sus pinzas metálicas. El cepo se cerraba duramente a mis testículos provocando una fuerte presión.

Ahora el dolor era  por partida doble, mis pezones y mis testículos. Tan pronto me dolían más los testículos como los pezones. La señora Dolores comenzó a reírse a carcajadas, no paraba de reír, parecía una autentica bruja disfrutando al cazar a su presa, el ratón el cual era yo. Deseaba pedirla misericordia  pero mi mordaza me lo impedía. Era imposible emitir sonido alguno, tenía la mordaza muy introducida en mi boca y no podía hacer nada para escupirla.

- ¡¡Espero que estés cómodo¡¡, porque vas a estar así hasta que me dé la gana. Ahora voy a marcharme y regresaré cuando quiera. Nunca antes habrás deseado tanto mi regreso, ¿pero, sabes una cosa?, tengo que solucionar un asunto, creo que tardaré bastante en regresar. Espero que disfrutes de tu dolor- - Me dijo furiosa la señora atemorizándome.

Se marchó de nuevo de la habitación y esta vez mi situación había empeorado con creces. El dolor recorría mi cuerpo, mi culo era un brasero a punto de explotar lava, mis pezones me dolían con intensidad y el dolor de los testículos era insoportable. Tal como me advirtió tardaría en regresar, el tiempo transcurría y la puerta no se abría. Había pasado una hora, quizás dos o quizás tres y allí seguí en aquella incómoda posición inmovilizado y amordazado soportando mi dolor sin poder hacer nada para remediarlo.El dolor crecía y crecía y no podía hacer nada , nada más que soportarlo.

Su regreso no se produjo hasta varias horas después. Entró sonriente y con una pequeña cazuela entre sus manos.  Se acercó hasta a mí ,que me retorcía de dolor y  destapó la cazuela de metal.

- ¿No pensarías que iba a dejar que te murieras de hambre? Traigo tu comida. – Destapó la cazuela y me mostró su contenido.

Eran restos de comida triturados, no sabría decir que era, estaba completamente triturado, lo había pasado por alguna licuadora hasta hacerlo pequeños  tropezones. Tenía un aspecto deplorable aquella comida.

- Ahora voy a quitarte la mordaza para que puedas comer. Solo te lo advertiré una vez, si gritas  tendré que castigarte más duramente- Me advirtió con un tono de voz muy serio.

Me quitó la mordaza y respiré aire fresco. El sabor de mi boca era nefasto debido a sus sucias bragas. Ahora podía respirar por la boca y nariz. Sentí un gran alivio.  Tiró de la cadena que sujetaba mis esposas al techo y descendí hasta casi tocar el suelo. Rebajo la presión de la cadena sobre mis brazos para que llegase hasta el cazo situado en el suelo repleto de comida triturada.

- No pienso comerme esta porquería – La conteste de forma chulesca. No iba a doblegarme aquella bruja.

- Muy bien. Te voy a dar 30 minutos. Cuando regrese no quedará un solo trozo de comida. Tú decides. Si regreso y no te la has comido tendrá que ser por las malas y te aseguro que no te va a gustar - . Me recriminó duramente.

Me dejó allí en la habitación encadenado  en la misma situación que antes, pero con las cadenas menos tensa de tal forma que llegase mi boca a la  cazuela  repleta de una comida que tenía un aspecto horrible. No tenía la menor intención de comer aquella horrible comida, su aspecto era repugnante. No pensaba darla la satisfacción de obediencia, no iba a doblegarme  y hacer lo que ella quisiese. Miré la cazuela y aparte la mirada sin probar bocado alguno. Pasaron los minutos y seguía en la misma situación, no iba a meter la boca en aquella cazuela de comida triturada.

La señora Dolores regresó 30 minutos después tal como había prometido. No llevaba reloj al estar desnudo pero intuí que había cronometrado el tiempo exacto. Entró en la habitación, cerró la puerta con llave como hacía siempre y se acercó a mí. Observó que la cazuela estaba tal cual la había dejado, no había probado una migaja.  Comenzó de nuevo a ajustarse sus guantes de goma largos y  negros en sus manos y suspiro enfadada.

- ¡¡ No aprendes, insistes en desobedecerme¡¡. Te prometo que no vas a dejar una sola migaja en la cazuela - . Me dijo furiosa mientras terminaba de ajustarse los guantes a sus manos.

Acercó su mano enguantada a mis testículos y presiono la pinza con gran fuerza, esto produjo que su trampa se clavará aún más en mis testículos. El dolor fue terrible, sentí como la trampa me atenazaba los testículos de una forma brutal provocándome un dolor insoportable. Ella aplasto mis testículos entre su mano y la pinza que los anclaba.

- Empieza a comer ahora mismo  o te prometo que aprieto hasta reventarte los testículos – Me grito furiosa.

No tuve más remedio que meter la boca en la cazuela y comenzar  a comer aquella apestosa comida. Sabía realmente mal, era una mezcla de alimentos triturados. Eran las sobras de su comida pasadas por una licuadora.  Tras dar dos bocados a la comida, la señora dejó de apretar la pinza y se colocó frente a mí. Sonrió y se inclinó hacia el plato de comida triturada. Se puso en cuclillas sobre la cazuela, me enseño sus grandes muslos y coño  peludo  y comenzó a orinar sobre la cazuela. Orino como si fuera una fuente, dejando empapada la comida de orines.

- Ahora vas a tragar todo, no dejaras una migaja. Voy a enseñarte a obedecer. Esta noche cuando traiga tu comida, no orinaré sobre ella, haré algo mucho peor ¿te lo puedes imaginar? Te prometo que lo voy a hacer y tú te comerás todo. Esta noche tendrás el placer de probarlo. - La señora agarró la trampa de nuevo y me obligo a tragar la comida triturada y embadurnada en sus orines. Era horrible el sabor, pero no tuve más remedio que continuar comiendo, si me detenía un segundo ella apretaba más la trampa y el dolor aumentaba hasta niveles tremendamente dolorosos. Comí, mastiqué y trague toda la cazuela mientras ella continuaba apretando la pinza por detrás de mí. En apenas unos minutos terminé de comer todo, completamente humillado. Deseaba se la olvidase su próxima amenaza para esta noche, pero ya empezaba a comprender que lo que prometía lo cumplía.

La señora agarró la cazuela vacía y me ordeno abrir la boca, vertió todo el líquido de orines  que se había quedado en el fondo de ella. . Fue humillante. Me tapó la nariz y la boca con su mano enguantada para que no pudiese escupirlo. No tuve más remedio que tragar si quería que liberara mi nariz y así  poder respirar.

- Eres un completo estúpido y no aprendes. Voy a dejarte unas horas  más con las pinzas de los pezones y testículos. Te aseguro que cada vez te dolerán y apretaran más y más. Me has desobedecido y desafiado. No tengo más remedio que aumentar tu castigo. No solo vas a llevar las pinzas – Me dijo riéndose esta vez.

Se acercó de nuevo a su armario y agarró algo entre sus manos. Se acercó a mí y me mostro algo minúsculo. En un principio desconocía que era, pero observé detenidamente y deduje que se  trataba  de un supositorio. ¿Pero para que servía ? La señora pronto me sacó de dudas.

- ¿Ves este supositorio? Los preparo yo de forma casera. Llevan una sustancia muy picante que introducido dentro del ano producen un dolor terrible. Hace mucho tiempo que no lo utilizo. La última vez que lo introduje en el ano de una de mis victimas estuvo llorando durante horas de dolor. Has conseguido enfadarme y por tanto vas a ser castigado como te mereces. Mereces que sea más dura contigo, voy a introducirlo en tu ano y el dolor te durará 2 o  3 horas. Cuando se pase el efecto regresaré y te introduciré otro nuevo para que te duré otras 3 horas más. Te aseguro que te va durar toda la noche el dolor. Vas a vivir una verdadera pesadilla que nunca terminará - . Me dijo completamente furiosa provocándome un temor absoluto.

- Ni se te ocurra hacerlo puta zorra – La grité  intentando demostrar que no me asustaba ni intimidaba con sus castigos.

La señora agarró las bragas que había en el suelo tiradas y las introdujo dentro de mi boca, se aseguró con los dedos de sus guantes que entraran hasta el final para que no pudiese articular palabra y las selló firmemente de nuevo con medio rollo de cinta americana gris. Dejándome de nuevo amordazado sin poder hablar, gritar o quejarme.

- Eres un cretino. Has conseguido enfadarme de verdad. – Me recriminó una vez completamente furiosa. Se dirigió al armario y volvió con una fina cuerda que ato a mi cintura. Posteriormente ato otra fina cuerda desde la cadena que presionaba mis pezones hasta la cuerda de la cintura, manteniendo de esta forma la pinzas muy tensas, duplicando así el dolor que sentía. Hizo lo propio con la trampa que presionaba mis testículos, la sujetó a la cuerda y esto produjo que aumentará el dolor. Ahora mi dolor era mucho más fuerte que antes, era insoportable. Cumplió su amenaza de introducirme el supositorio en mi ano, sin la más mínima delicadeza, lo empujó fuertemente dentro de mi ano  de forma brusca y lo selló con una fina tira de cinta gris para que no pudiese expulsarlo.  A los pocos segundos sentí un dolor descomunal proveniente de mis pezones, testículos y el interior de  mi ano era un brasero ardiendo.

- Dentro de unas horas regresaré a cambiarte el supositorio, va a ser la peor noche de toda tu vida. Llora cuanto quieras, nadie te va a escuchar, vas a pasar un verdadero infierno esta noche  y reza porque mañana me despierte de mejor humor porque puedo tenerte así todo el día con las pinzas y la trampa   si es preciso – Me dijo muy furiosa. Se colocó frente a mí y me soltó dos tremendas bofetadas de derecha a izquierda con sus guantes. PLAAAAAAAAFFFFFFFF . PLAAAAAAAAAFFFFFF. Ambas bofetadas resonaron en la habitación. Su goma se estrelló en mi cara contundentemente.

Empecé a llorar de dolor desconsoladamente debido al dolor que recorría mi cuerpo  y la señora se dirigió hacia la puerta sin hacer caso a mis llantos. Se quitó de nuevo sus guantes gruesos de goma y agarrándolos por el extremo volvió a hablarme de forma amenazante:

- ¡¡Vas a odiar estos guantes¡¡ no sabes el dolor que pueden causarte. ¡¡ Todavía no has probado los castigos que estoy reservando¡¡. – Me dijo furiosa mientras guardaba sus guantes en el bolsillo de su falda.

.

La Señora Dolores se dirigió a la puerta y antes de cerrarla  me miró fijamente:

- ¡¡ Nunca antes he tenido un estúpido como tú en mi sótano¡¡. Tu superas a todos ¡¡. Vas a permanecer aquí  encerrado y amordazado mucho tiempo te lo prometo. Voy a divertirme mucho contigo. Nos vemos a medianoche estúpido, vendré a traerte tu comida  ¡¡ veras que deliciosa¡¡¡ y traeré más supositorios de recambio – Me dijo con rabia, estaba completamente enfadada y a la vez se la notaba estaba disfrutando mucho castigándome y humillándome.

Tal como predijo la noche fue un completo infierno. El dolor era insoportable y no paraba de llorar. A mitad de la noche regresó, se ajustó  de nuevo sus guantes de goma  negros hasta el codo y me dio a elegir:

- ¿cambiamos primero el supositorio o te doy  de comer?, ¡¡ya  sabes que vas a comer¡¡, excrementos míos. Tú decides, y si me desobedeces  agarró la correa, te doy 100 correazos en tu culo magullado y te lo vuelvo a preguntar después. ¿qué decides?   .-

Creo que esto iba muy en serio, fue lo primero que pensé.

Continuara…………. Si les gusta.

Agradeceré sus comentarios en : sumisso22@yahoo.es