Secuestro en mali (parte 5)
Charlen y Judit, crónica de un secuestro. Esta es la penúltima parte del relato y se la dedico a Shima con mis disculpas, reanudo Secuestro en Malí con la intención de finiquitar la serie cuanto antes.
Charlen era una mujer despampanante, a pesar de su embarazo mantenía una tersura muscular sublime y mantenía una excelente forma física. A sus treinta y tres años había recorrido cientos de pasarelas de moda para las firmas mas relevantes del sector y su temprano embarazo a los diecinueve no le había impedido dejar de desfilar en pre mama. Tras nacer Judit, su única hija, había ido abandonando paulatinamente el mundo de la moda y los desfiles y tras la muerte de su marido en un accidente de tráfico se centro en la educación de Judit abandonando ese glamuroso mundo para siempre y aún tardo unos años en decidir darle un nuevo hermanito a su hija, fruto de una relación esporádica, como lo eran todas desde que enviudo, con un prohombre casado al que abandonó, hacía solo unos meses, sin que este llegara a ser consciente de su embarazo.
Aquel viaje a Mali con su hija adolescente había sido un obsequio con el que Charlen había obsequiado a esta por sus extraordinarias calificaciones escolares, pero la detención en el aeropuerto y su puesta a disposición judicial habían sido traumáticas. Sucios y engreídos militares las habían tratado con absoluto desprecio y las habían confinado en celdas separadas durante días sin la menor explicación despojándolas de sus móviles y de cualquier objeto personal. Charlen estaba desorientada y sometida a una tensión que sin duda no favorecía a su avanzada gestación y aunque hasta entonces no habían abusado sexualmente de ella y suponía que tampoco de Judit, sabía que estaban a merced de aquellos depravados.
El que la sacaran de aquella apestosa celda y la confinaran en una lujosa habitación del palacio de Aarón no la tranquilizó ya que ignoraba el paradero y la suerte de su hija, sin embargo, aquello le había brindado la ocasión de ducharse y asearse profusamente tras varios días de cautiverio.
Llevaba allí cuarenta ocho horas encerrada, sin recibir visita alguna, salvo la de un sirviente que puntualmente le servía frugales comidas en bandejas para desaparecer después sin articular palabra alguna a pesar de que ella imploraba alguna explicación. Alguien había provisto el guardarropa con sutiles camisones de fina seda, lencería, ropa interior y calzado y el amplio aseo disponía de perfumes elitistas y variados, sales de baño, jabones y todo lo necesario para su aseo, las paredes del dormitorio estaban jalonadas con madera y una inmensa lámpara de lagrimas acristaladas colgaba sobre una gran cama con dosel frente a un amplio sofá, sin embargo, aquel lujo asiático la desconcertaba y huía de cualquier gesto que pudiese suponer aquiescencia a aquella situación indeseada aún ignorante en que era espiada por media docena de micro cámaras ocultas en los puntos mas estratégicos de todas las dependencias.
Charlen se había vestido con uno de los más púdicos camisones que había encontrado allí y se había vestido una sutil bata de seda azul y, sin embargo, la transparencia y la finura de las telas resaltaban su abultado vientre y las formas de sus pechos con absoluta claridad. Percibió como alguien golpeaba la puerta con los nudillos y se sobresaltó porque las únicas veces que el sirviente enmudecido le servía las comidas siempre había accedido sin llamar, la presencia de una mujer de edad parecida a la suya pareció tranquilizarla, al fin alguien podría darle alguna explicación. Por un instante se pregunto si aquella hermosa mujer era también una cautiva a merced de alguna mente abstrusa. Lorena vestía un sobrio traje de noche muy ceñido y parecía llorosa y abrumada. Se sentó en silencio frente a Charlen en el amplió sofá y oculto su rostro entre sus manos articulando unos imperceptibles gemidos que evidenciaban su llanto. Charlen se acercó a ella con cautela
— ¿Quién eres…? ¿qué te ocurre…?
Lorena secó sus pómulos con el dorso de sus manos y la observó fijamente unos instantes
—Me llamo Lorena
— ¿Porqué estoy aquí...?, ¿dónde esta mi hija…?— Charlen temió que la mujer la odiase por su egoísmo, por parecer que la situación de aquella chica no le preocupase en absoluto, — ¿qué te ha ocurrido Lorena?
La mujer pareció serenarse y a Charlen le dio la sensación que la miraba implorante
—Soy la presa de un desalmado, de un maldito hijo de puta
Charlen se sentó junto a ella y rodeo su hombro con su brazo a fin de consolar a la joven
—¿Quién es…?, dime quién nos retiene aquí
Lorena pareció agradecer su gesto y apoyó su cabeza sobre el hombre de Charlen. Estaba bordando su papel de victima.
—Creo que se trata de un gerifalte sádico y psicópata
El roce del pecho de Charlen acariciando su torso tenuemente estaba empezando a excitarla por momentos
—Pretende hacer de nosotras sus esclavas
Dos lágrimas resbalaron por el pómulo de Charlen ajena por completo a la manipulación a la que pensaba someterla Lorena
—Jamás conseguirá hacerlo
—Me han confinado aquí, deberemos compartir las estancias, no sé nada más, Charlen
De nuevo irrumpió en un desconsolado llanto que de algún modo emociono a Charlen por lo que, instintivamente, la abrazó aún mas fuerte haciendo que sus cuerpos se rozaran ostensiblemente. Lorena se preguntó como podía sentir una atracción tan morbosa por una mujer gestante y por un instante deseo verla gozar y gemir como una perra en celo.
Elisabeth, la hija de Lorena, había optado por diferente técnica para seducir a Judit. Desde el primer momento la belleza de la niña y la afinidad de edades la había subyugado y las lésbicas e incestuosas relaciones mantenidas con su madre habían conferido a Elisabeth una soberbia experiencia y una extrema avidez de reanudar aquellas sensaciones.
Tampoco nadie había abusado de Judit y esta había sido confinada a otra de las habitaciones del palacio igual de ostentosa que la de de Charlen, solo que esta vez si tenía inquilina, con la que además debía compartir lecho. Se trataba de una niña dicharachera y locuaz que a Judit, tras su prolongado cautiverio, alejada de su madre en aquella infausta celda maloliente, le pareció idónea.
Judit era una chica seria, responsable, aplicada y muy… muy hermosa. Tenía el cabello lacio y largo, negro como el azabache y los ojos de un verde esmeralda que llamaban la atención. Como Elisabeth, era de estatura media y las formas de su cuerpo apuntaban a una escultural juventud. Elisabeth decidió que la seduciría sin coacción alguna, quería lograr que fuese ella la que optase por hacerla suya y para ello desplego sus mejores armas de persuasión. Desde el principio se hicieron cómplices y amigas, aún en aquella extraña sensación, dado que la cercanía hacía que Judit pudiese evadirse de aquella situación y de la preocupación que sentía por su madre, durante varios días Elisabeth evitó insinuarse lo mas mínimo para evitar el posible rechazo de Judit, pero la proximidad de ambas le permitía espiarla mientras tomaba sus duchas y deleitarse con sus incipientes formas durante horas para acariciarse febrilmente junto a ella cuando esta dormía ignorante. Elisabeth la observaba ensimismada, rozaba sus pechos tenuemente evitando despertarla, trataba de acercar su rodilla al virginal sexo de Judit como si se tratase de de un roce fortuito. Durante días Elisabeth sonsacó a Judit parcelas de su intimidad que, en otra situación, la niña no hubiese desvelado jamás y esto fue un importante acicate para acercarse a ella mucho más. Judit le había revelado su desinterés por el sexo, simplemente no la interesaba en absoluto hasta el punto de no haberse masturbado nunca, Elisabeth jugaba a aquel juego replicando sus confidencias con otras inventadas, afines a la estricta moral de Judit, como un implacable lince, esperaba el momento idóneo para someter a su victima y este le parecía cada vez más cercano. Para Judit, Elisabeth, su nueva amiga, era una mujer débil e influenciable a la que debía proteger de cualquier peligro.
Lorena llevaba solo dos días conviviendo con Charlen. Ella guardaba celosamente su intimidad y evitaba abrir su mente, lo que dificultaba su labor. Había decidido que aquella sería la noche y dispuso cada detalle para obtener al fin la absoluta sumisión de la gestante. Parecía alterada cuando se dirigió a Charlen
—He hablado con una chica, Charlen
— ¿Qué te ha dicho?, ¿te ha hablado de Judit?
—En efecto— Aparentaba muchos nervios —van a prostituirla para Aarón
— ¿Quién es Aarón?
—El esbirro que nos a secuestrado a todas
Charlen estallo en un incontrolable llanto
— ¿Qué podemos hacer Lorena?
—Según la chica que me ha hablado solo hay una cosa que lo evitaría, pero no me atrevo a sugerirla siquiera, no quiero hacerlo
Lorena vestía unos jeans ceñidos y una camisa blanca holgada. Charlen sujetó los antebrazos de Lorena y sacudió su cuerpo con vehemencia
—Dímelo ¡maldita sea! Dime que coño tenemos que hacer para evitarlo
—La mujer dice que si entretenemos unas horas al esbirro liberará a Judith
—Entretener al tal Aarón ¿qué significa?
—Es un obseso sexual, tiene todas las habitaciones monotorizadas, nos espía a cada instante— se interrumpió nerviosa —si algo distrae su atención haremos que se evada, que olvide a tu hija durante unas horas
Charlen pareció escandalizada. Ambas permanecían abrazadas y sollozantes
—Haré lo que sea necesario para salvar a Judith
El rostro de Lorena adquirió un deje de dureza que contrastaba con su mirada esquiva mientras se desasía del abrazo de Charlen
—Pero yo no, Charlen, no soy lesbiana y además tu estas embarazada
Charlen irrumpió de nuevo en un llanto incontrolable pero se sereno al instante y observo a Lorena fijamente sin ni siquiera parpadear
—Lorena yo tampoco he estado nunca con una mujer, jamás me he sentido atraída por nadie de mi propio sexo, sin embargo, tu me gustas, ahora sé que te deseo
Intentó vanamente acercarse a Lorena con gesto desafiante pero esta la rechazó dando unos pasos hacía atrás. La excitaba sobremanera aquella situación, observar a una implorante Charlen suplicando su aquiescencia, decidió alargar aquella situación cuanto pudiese
—No Charlen, yo no te deseo
Charlen no dijo nada, dio unos pasos hacia atrás hasta chocar con el mullido sofá y se sentó en el mientras abría su batín para deslizarlo por sus hombros. Ahora solo vestía un sinuoso camisón rosáceo que transparentaba completamente sus abultados pechos. Lorena se sentó frente a ella en un extremo de la cama haciendo el falso gesto de ocultar su rostro
—Haré que sientas un placer desconocido Lorena.
Deslizó aquel camisón por sus hombros y se recostó en el sofá para acariciar sus pezones mientras abría sus labios vaginales para introducir su dedo índice entre ellos
Su rostro adquirió un rictus libidinoso y obsceno y su voz era implorante y sensual
—Hare cuanto me pidas, Lorena
La miraba fijamente mientras se acariciaba con la máxima sensualidad
Lorena sintió como sus bragas se humedecían y sus pezones pugnaban por escapar de aquel sujetador. La hembra estaba a su merced y aquella visión puso fin a su aparentada aquiescencia
—Está bien Charlen, lo haré por tu hija
Charlen se pasó en pie para ir hasta la cama. Sentía un agradecimiento infinito hacía aquella mujer. Lorena se levantó receptiva y abrazó el cuerpo denudo de la chica dejando que fuera ella la que llevara la situación. Charlen sujetó su nuca con firmeza y buscó sus labios para unirlos a los suyos mientras palpaba su pecho sobre la tela. Lorena entreabrió su boca permitiendo que la lengua de Charlen rozase la suya y penetrase hasta acariciar su paladar, ansiaba la humedad de aquel beso, ansiaba que su saliva se mezclase con la de ella, ansiaba a aquella mujer por encima de todo, pero no pensaba permitir que se rindiese si atisbaba su placer. Charlen desvistió a Lorena con premura, Desabotonó su blusa y la cintura de sus jeans mientras y empujó sus hombros hacía atrás recostándola sobre la cama mientras prolongaba aquel beso lascivo y lujurioso.
Aarón observaba con deleite aquella escena en una gigantesca pantalla de plasma situada frente a su cama junto a otra idéntica en la que Judit, en el baño de su habitación, tomaba una relajada ducha ajena a todo. Estaba recostado sobre la cama y Elisabeth recostaba su cabeza sobre su hombro mientras masturbaba su pene con gestos cadenciosos
—Hay que ver lo puta que es tu madre, esta consiguiendo someterla
Elisabeth lo observó fijamente dibujando media sonrisa en sus labios sin dejar de acariciarlo, ambos estaban desnudos sin prenda alguna que ocultase sus cuerpos
—Reconocerás que esta muy buena Aarón
—Personalmente, a mi me gustas más tu, princesa
— ¿Crees que no seré capaz de someter a la virginal Judit? No es cierto
—Me has pillado pequeña
—Esta noche comerá en la palma de mi mano, te lo juro
—No me perderé detalle
Elisabeth agilizo la cadencia de la masturbación haciendo que Aarón contuviese la respiración unos instantes
—Escucha Aarón, quiero pedirte un favor, mama Charlen me pone tanto como su mojigata hijita… no sé… esto de que este embarazada me da morbo
—Quieres que te de la oportunidad de someterla
Hablaba con frases entrecortadas y entre jadeos y Elisabeth lo observó con mirada suplicante mientras aceleraba aún mas la cadencia de sus gestos
—Si consigues que Judit se corra tres veces esta noche su madre será tuya
La pantalla destilaba las imagines con la máxima definición. Lorena yacía sobre la cama con los brazos extendidos sobre su cabeza y Charlen desasía aquel sujetador para rozar con sus labios los pezones de Lorena, su rostro sonrojado evidenciaba su entrega más allá de cualquier atisbo de pudor. Lorena se dejaba llevar acariciando sus cabellos mientras Charlen atusaba su sexo sobre la tela de la única prenda que aún vestía. Lorena sentía su vientre hinchado sobre su torso, sentía como los pezones, inusitadamente erectos sobre unos pechos firmes, se hundían en su dermis adquiriendo una considerable tersura. Ya no podía disimular más, Lorena buscó los labios de ella para responder sus gestos y hundió los dedos en el sexo húmedo y dilatado de Charlen y esta dio un respingo de placer arqueando su espalda y provocando que su prominente barriga destacase aún mas.
Elisabeth había provocado que Aarón eyaculase en su boca tragando todo su semen, tal como le gustaba a él y ahora, en posición canina, frente a la pantalla de plasma, disfrutaba entre estertores de la verga de Aarón perforando su virginal ano con vehemencia, mientras este oprimía sus incipientes pechos por detrás, hasta hacer que los pezones de la niña adquirieran una imposible magnitud. Elisabeth se preguntaba porqué maldita razón el hombre la obligaba a perpetuar su virginidad, obligándola a refrenar sus instintitos, en plena masturbación, para no rasgar su himen o porqué no permitía el que lo hiciese su propia madre en las incontables sesiones de mutuo placer y se preguntaba cuan placentero sería sentir la verga de Aarón en sus entrañas, partiéndola por la mitad.
En la pantalla, Charlen había introducido su rostro entre las piernas de Lorena y ésta separaba sus rodillas ávida de aquellos lametazos que la hacían perder el sentido. Charlen introducía su lengua entre sus labios vaginales sujetando su cintura férreamente y cada nueva envestida horadaba mas y mas su sexo hasta sentir como su lengua rozaba su clítoris provocándole un indefinible placer y haciéndola gemir como jamás lo había hecho.
CONTINUARÁ